Dos temas más – Convertirse en budista y la felicidad

Convertirse al budismo

Hemos estado hablando acerca de algunas de las diferentes dificultades que mucha gente tiene al trabajar con el budismo. Hemos visto que es muy importante tener una actitud realista. En este sentido, uno de los consejos que Su Santidad el Dalái Lama repetidamente da a los occidentales, es el de tener mucho cuidado en cambiar de religión. Su consejo da en el clavo con todo lo relacionado con esta cuestión: cuando seguimos el camino budista, ¿significa que hemos cambiado de religión, que nos hemos convertido y que ahora, en lugar de usar una cruz alrededor de nuestro cuello, usaremos un cordón rojo?

Me parece que, en muchos sentidos, pensar en nuestro compromiso con el sendero budista en términos de conversión, no es muy útil. Ciertamente, si decimos que nos hemos convertido al budismo, esto inmediatamente aleja a otros provenientes de nuestra tradición de origen, sean cristianos o judíos, y especialmente islámicos. Convertirse a otra religión no es algo muy bien visto por nuestra familias o por nuestra sociedad, ¿no es así? Lo perciben como un rechazo personal. Así que Su Santidad siempre dice que debemos ser cuidadosos y tocar este tema con mucha delicadeza, y me parece que podemos entender esto también desde un punto de vista psicológico, además del punto de vista social de la familia y de la sociedad.

Es muy importante ser capaces de integrar toda nuestra vida de tal forma que todas sus partes encajen armoniosamente. De esta manera, nos sentiremos cómodos con toda nuestra historia. El tener una perspectiva integrada de nuestra vida nos permite ser más equilibrados. Algunas veces, cuando las personas se convierten a otra religión, lo que pasa es que tienen una actitud muy negativa hacia lo que habían estado haciendo previamente. Para entender esto, nos es útil tomar en cuenta cierto mecanismo descrito en la psicología. Es la necesidad básica que tiene la gente de ser leal a sus ancestros o a su familia o bien a sus propios antecedentes con el fin de tener un sentido de autoestima. Tal necesidad o impulso de ser leal con el fin de probar, de alguna manera nuestra valía, es generalmente inconsciente. Lo que sucede es que si negamos que había aspectos positivos en nuestro pasado (ya sea religión, familia o nacionalidad), como inconscientemente aún tenemos el impulso de ser leales a ellos, inconscientemente nos volvemos leales a los aspectos negativos. Es una forma destructiva de lealtad.

Formas destructivas de lealtad

Un buen ejemplo de una forma destructiva de lealtad es la experiencia que han tenido algunas personas de la antigua Alemania del Este. Toda la situación de la integración de la Alemania del Este con la Alemania del Oeste fue una en la que casi todo lo de la política cultural de la Alemania del Este fue negado e identificado como “malo” y negativo. Lo que pasó es que todo lo del sistema anterior fue tirado a la basura y las personas se quedaron con una especie de sensación terrible de ser estúpidos y de haber desperdiciado su vida entera en algo negativo, especialmente si habían sido políticamente activos apoyando al estado. Esto provoca un estado psicológico muy difícil, obviamente.

Lo que pasó entonces fue que, para algunas personas del Este, inconscientemente, existía la necesidad de ser leales a su pasado con el fin de tener algún sentido de autoestima, y de esta manera fueron leales a aspectos negativos, como el totalitarismo. De ahí surge el fenómeno de los cabeza rapada (skinhead) y los neo nazi. Los neo nazi poseen un odio recalcitrante hacia los extranjeros y una glorificación de sí mismos y de su raza. Esta clase de lealtad a la intolerancia hacia los extranjeros era característica de la sociedad de la Alemania del Este. Por otro lado, si la gente puede señalar y reconocer los aspectos positivos de su pasado, esto les permite ser leales a ellos y contribuye a una mejor integración de toda su vida. Y claro que había muchos aspectos positivos en la sociedad de la Alemania del Este. Un ejemplo es la cálida y estrecha relación que algunas personas tuvieron, en la que podían comprenderse y tenerse confianza. Al ser controlados externamente de manera tan severa, cuando se encontraban en un ambiente seguro entre amigos, podían establecer una forma muy especial de relación afectuosa y cálida. Eso fue algo muy positivo.

El mismo problema de formas destructivas de lealtad surge a menudo cuando cambiamos de religión. Si sólo pensamos, “esta religión anterior que tenía era estúpida y terrible” y luego saltamos hacia algo nuevo como el budismo, también tendremos de manera inconsciente el impulso de ser leales a nuestro pasado. En tales casos, nos mantenemos leales a los aspectos negativos en lugar de a los positivos. Por ejemplo, si nuestros antecedentes son cristianos, quizá encontremos que nos volvemos muy dogmáticos o muy rígidos en relación al miedo a los infiernos y en lo relativo a lo que debo y no debo hacer, y algunas veces también podemos volvernos muy sectarios. Con la intención de evitar esto, es muy importante reconocer los aspectos positivos de nuestra religión de origen, la religión de nuestra familia, así como los aspectos positivos de nuestra cultura (el lado positivo de ser alemán, o italiano, o americano, o cualesquiera que sean nuestros antecedentes).

Existen, obviamente, cosas sumamente positivas en los antecedentes cristianos, con todo su énfasis en el amor y en la caridad, particularmente en la ayuda a los pobres, a los enfermos y a los necesitados. Esto es enormemente positivo. No hay nada contradictorio entre esto y la práctica budista. En cierto sentido, podemos ser budistas y cristianos a la vez, porque no hay necesidad de deshacerse de estos aspectos positivos de los antecedentes cristianos. Sea que nos concibamos a nosotros mismos como budistas o no, no me parece que eso sea una cuestión importante en el budismo, nunca lo ha sido, como lo fue en la Europa medieval de: “¿Cuál es tu religión?” y que tuviéramos que identificarnos a nosotros mismos ante una inquisición. Las cosas no son así en el budismo.

La posición de los budistas laicos en la sociedad tradicional india

Creo que podemos ver esto desde el ejemplo de la antigua India. En la India antigua, donde se desarrolló el budismo, no había una distinción muy clara entre budistas e hindúes. Hay esta falacia de que el budismo en India no tenía castas y que el Buda estaba en contra del sistema de castas. Pero en realidad ese era el caso solamente de la comunidad monástica. Para los monjes y monjas no había castas, pero este no era el caso entre los seguidores laicos del Buda. En algunas inscripciones en las ruinas de paredes de antiguos monasterios budistas ponen: “Tal cantidad de dinero fue donada al monasterio por el brahmán fulano de tal”. Estas inscripciones siempre hacían alusión a la casta de la persona laica que era el mecenas, ésta es una clara indicación de que los budistas laicos no formaban una comunidad separada de la sociedad hindú; eran parte de la sociedad india. Esto quiere decir que en la India no había ceremonias de matrimonio budistas por separado, ni cosas así, los indios budistas laicos en realidad seguían las costumbres hindúes para ello.

Había ventajas y desventajas en ello. La ventaja era que básicamente todos en India eran parte de una sociedad integrada y cada persona seguía su propia escuela y maestro espiritual. Así que, no había gran diferencia si seguías una escuela budista o si seguías esta u otra forma de hinduismo, porque la sociedad en sí misma incluía a todos armoniosamente sin que nadie tuviera que especificar: “Soy hindú” o “soy budista”. Evidentemente, si te convertías en monje o monja, había obviamente un fuerte compromiso de unirte a una comunidad separada, eso era diferente, pero estamos hablando de la posición de personas laicas en la India tradicional.

La desventaja fue que cuando los monasterios budistas dejaron de funcionar en India, la mayoría de los budistas fueron fácilmente absorbidos en el hinduismo, especialmente porque el hinduismo reconocía al Buda como una forma de Vishnu, su dios. Así que era muy fácil ser devoto al Buda y ser perfectamente hindú.

Seguir el budismo y continuar asistiendo a la iglesia

Obviamente necesitamos un equilibro para no caer en los extremos de sólo trivializar el budismo o de decir: “Me convertí al budismo y ahora tengo prohibido para siempre ir a la iglesia”. La pregunta realmente sería: “¿Qué significa tomar la ceremonia de refugio?, ¿significa acaso que ahora me he convertido en budista como en la conversión al cristianismo por medio del bautismo?”. No me parece que sea el equivalente de un bautismo, no me parece útil verlo de esa manera.

Creo que el camino espiritual que seguimos, necesita ser algo muy privado. Andar por ahí con sucios cordones rojos alrededor del cuello, especialmente si tenemos una colección de treinta de ellos, nos hace lucir muy extraños, un poco como un ubangi africano con todos esos anillos metálicos alrededor de su cuello. Si queremos tener estos lazos, podemos tenerlos en privado, para nosotros mismos, por ejemplo en nuestra cartera o algo así. No es necesario anunciar lo que hacemos. No hay razón para sentir que nos está prohibido ir a misa o que de alguna manera con esto estamos traicionando nuestro compromiso con el budismo.

Muy frecuentemente, cuando la gente se acerca al budismo, al principio se ponen a la defensiva al respecto, porque todavía no se sienten seguros ni a gusto con la situación. Así que para justificar su elección de camino espiritual, psicológicamente sienten: “No puedo ir a la iglesia y no puedo pensar nada positivo acerca de mi pasado”. Esto es un gran error. Obviamente, si estamos siguiendo un sendero espiritual budista de manera honesta, necesitamos poner toda nuestra energía en ello. Sin embargo, eso no contradice practicar el amor cristiano y ser inspirado por grandes figuras cristianas como la madre Teresa, y tratar de servir a los necesitados de la forma en la que ella lo hizo. Esto no es contradictorio en absoluto con el sendero budista. ¿Cómo podría serlo?

Si estamos practicando meditación y otros tipos diferentes de entrenamientos budistas en nuestra vida, no hay razón para sentirnos incómodos de ir a la iglesia, si surge la ocasión en la que eso parece ser lo adecuado. No hay problema. Y cuando vayamos a la iglesia en tal caso, no es nada útil sentarse ahí y sentirse tan amenazados por la situación que necesitamos recitar mantras todo el tiempo. Si acudimos a la iglesia como un practicante budista, no hay nada de malo en participar. Lo importante es nuestra actitud durante toda la experiencia de estar en la iglesia.

Obviamente, en cualquier forma de religión organizada, encontraremos elementos que son atractivos y elementos que no son tan atractivos. Así que si estamos en una situación en la que nuestra familia dice: “Es una fiesta especial, ven a la iglesia. Es navidad” o lo que fuere, decir: “Yo no iré a la iglesia con ustedes, soy budista” realmente los ofendería, lo tomarían como un rechazo personal. Así que es mejor ir a la ceremonia de navidad con nuestra familia. En lugar de enfocarnos en los aspectos que probablemente antes nos molestaban del cristianismo y hacia los que fuimos críticos en el pasado, concentrémonos en los aspectos positivos, porque sí los tiene. De esta manera, psicológicamente, internamente, el resultado es que nos sentiremos mucho más como una persona integrada. Estaremos en paz con nuestra historia personal y eso es en verdad muy útil.

Felicidad

Estar en paz con nosotros mismos nos lleva al tema de “¿Qué lugar ocupa la felicidad en el budismo?”. Me parece que un tema muy importante en la aproximación al budismo para una gran cantidad de recién llegados, especialmente si se proviene de una religión que enfatizaba que todos somos pecadores, es: “¿Se me tiene permitido ser feliz?”. Escuchamos en las enseñanzas budistas que todo es sufrimiento y que podemos morir en cualquier momento, así que no hay tiempo que perder. Por lo que frecuentemente sentimos que no está permitido ir al cine, o relajarse o divertirse. Este es un gran malentendido. Tenemos que contemplar primero la definición de felicidad y entender qué es la felicidad. Muchas personas ni siquiera saben que son felices o qué es la felicidad. Tienen que preguntar a otros: “¿Tú qué crees, parezco una persona feliz?”.

Hay varias definiciones de felicidad en el budismo. La definición fundamental es que la felicidad es la sensación que madura de acciones constructivas positivas. Es la maduración del karma positivo. Si esa es la definición de felicidad, entonces obviamente en el budismo buscamos ser constructivos de tal manera que podamos experimentar felicidad como resultado. Con la práctica budista, estamos específicamente tratando de ser positivos y constructivos; por tanto, obviamente, experimentaremos felicidad como resultado y además “se nos permite” experimentarla. No puede ser el caso que el budismo diga que no se nos está permitido ser feliz. ¡Si la felicidad no estuviera permitida en el budismo, entonces los budistas andarían por ahí siendo destructivos todo el tiempo, porque eso aseguraría que nunca serían felices!

Además, hay una enseñanza básica en budismo que dice que todos queremos ser feliz y nadie quiere ser infeliz. Si tal es el caso y, con amor, deseamos que todos sean felices, y además estamos trabajando para traer felicidad a todos, obviamente deseamos también nosotros ser felices y estamos trabajando para traernos felicidad a nosotros mismos también.

La felicidad también se define como aquella sensación que, cuando surge, desearíamos que continuara; y cuando se va, desearíamos que regresara, pero no de una manera aferrada. Básicamente, la felicidad se siente bien.

Puntos de confusión referentes a la felicidad

La confusión en torno al tema de la felicidad parece surgir sobre dos puntos. Uno es que con frecuencia pensamos que para experimentar felicidad, la sensación necesita ser espectacular. El otro punto es la confusión en torno a qué forma necesitaría tomar la felicidad para ser calificada como tal. Este segundo punto se relaciona con la pregunta de ¿cuál es, realmente, la fuente de la felicidad?

Primero que nada, la felicidad no tiene que ser espectacular para que cuente como felicidad. Con frecuencia pensamos que una sensación necesita ser realmente fuerte para efectivamente existir. Tenemos una especie de actitud “hollywoodense” hacia las cosas. Si una emoción positiva está en un nivel bajo de intensidad, no sirve para una buena película, no sirve para un buen show; así que tiene que ser muy fuerte, quizás incluso con música de fondo dramática. Ese no es el caso. Como dije, felicidad es la sensación que experimentamos como bueno y que desearíamos que continuara, ¡es muy agradable! La felicidad no tiene que ser uno de esas demostraciones estereotípicas latinoamericanas o italianas del entusiasmo como “¡Yupi!”, “Guau!”, “¡Fantástico!”. Podría también ser algo más bien tenue, al estilo británico.

En cuanto el segundo punto, recuerden que cuando hablamos de sentir un nivel de felicidad o infelicidad, se trata de la forma en que experimentamos la maduración de nuestro karma, es la forma en que experimentamos las cosas en nuestra vida. Entonces la pregunta es: ¿En qué tipo de forma experimentaríamos esa felicidad? ¿La forma que toma nuestra felicidad tiene algo que ver con estar entretenido, divertido, distraído de nuestras vidas monótonas, o pasarla bien? ¿Tenemos que estar divertidos para que una sensación califique como felicidad? Y, en un nivel mucho más básico, ¿hacer algo para divertirnos es una auténtica fuente de felicidad?

Diversión

“Diversión” es una palabra muy interesante. Es muy difícil de definir. Una vez estaba con mi maestro Serkong Rimpoché en Holanda y las personas con las que nos estábamos quedando tenían un barco muy grande (un yate). Un día, ellos se ofrecieron a llevarnos de paseo en el barco para “ pasar un buen rato”. El barco estaba en un lago muy, muy pequeño (un barco muy grande en un lago muy pequeño). Había también otros muchos barcos grandes y pequeños en este laguito. Salimos en este barco y sólo dimos vueltas en círculo alrededor del lago con todos los otros barcos, lo que me recordó a un parque de diversiones en donde hay una pista para que los niños manejen pequeños carritos dando vueltas en círculo, así fue. Después de un corto tiempo, Serkong Rimpoché volteó hacia mí y me preguntó en tibetano: “¿esto es a lo que ellos llaman diversión?”

Mi punto es que si vemos a la felicidad en términos de causa y efecto, ¿cuál es la causa de ser feliz? Desde la perspectiva budista, la causa de la felicidad es el comportamiento constructivo. No es salir y hacer algo frívolo para “divertirse”, y eso es lo que nos hará felices. Podemos salir y hacer algo que la sociedad considera “divertido”, como pasear en este bote, o ir a ver una película o a alguna fiesta o algo así, y ser absolutamente desdichados. Por otro lado, podríamos estar sentados en el trabajo en nuestra oficina y estar muy felices y contentos. Así es que si hemos acumulado las causas de la felicidad, que son comportamientos constructivos, entonces experimentaremos felicidad en cualquier tipo de situación y no necesariamente sólo en situaciones que tradicionalmente son llamadas “diversión”.

Cuando tenemos la opción de decidir qué hacer y cómo vamos a pasar nuestro tiempo, quizá escojamos trabajar, relajarnos, practicar algún deporte, ir a nadar, o lo que sea. Pero creo que es muy importante tener un claro entendimiento en nuestra mente acerca de cuál será la fuente de la felicidad en esas actividades. Podríamos elegir ir a nadar o trabajar en concordancia con la idea de: “Quiero esto para ser feliz”, pero me parece que hay otros criterios que podríamos usar, como sería: “He estado trabajando muy duro. Estoy muy cansado y, con el fin de ser de mayor ayuda en mi vida para mí mismo y para otros, será mucho más productivo que me relaje en este momento. Ya no es productivo continuar trabajando”. Podríamos usar la metáfora: el caballo tiene que salir al campo a pastar; no puede correr todo el tiempo.

La vida es difícil, es la afirmación de La Primera Verdad Noble. Es difícil teniendo un cuerpo como este que no es capaz de trabajar veinticuatro horas al día continuamente. Tenemos que relajarnos; tenemos que dormir; tenemos que comer. No hay necesidad de sentirse culpable por ello. Ya hemos tratado el tema de la culpa cuando hablamos acerca de aceptar el hecho de que la vida es difícil. Es un hecho que la vida está llena de todo tipo de problemas. Si podemos aceptar tal hecho, entonces no nos sentimos culpables por ello. Pero si tenemos la idea de que “Ahora tengo que divertirme”, y nos presionamos para divertirnos y ser felices, generalmente no funciona. Si no tenemos la expectativa de que ir al cine o a nadar o a un restaurante nos hará felices, o la expectativa de que divertirnos de tal manera significa que somos felices, entonces no nos decepcionaremos. Pero es muy posible que estas actividades puedan ayudarnos a recargar baterías, en el sentido de que nos den más energía y todo eso por el hecho de relajarnos. Eso pueden hacer, pero sólo probablemente, no hay garantía. Si estamos o no felices haciendo estas actividades es otra cosa. Y si acaso experimentamos algún nivel de felicidad durante la actividad, no tiene que ser una experiencia súper intensa, latinamente apasionada.

Esto no sólo es válido para cuestiones como ir al cine o ir a nadar, sino también en términos de nuestras relaciones con otras personas (amistades y pasar tiempo de esparcimiento con otros) así que es muy útil tenerlo en mente. Algunas personas piensan que cuando van a visitar a un amigo, tienen que “hacer algo” juntos, que tienen que salir y divertirse juntos, haciendo algo. No pueden verdaderamente apreciar un bajo nivel de felicidad y satisfacción de sólo estar con ese amigo, sin importar para nada que hagan. Podrían incluso ir al supermercado juntos y hacer la compra, o lavar la ropa. Encuentro este punto muy útil y me parece que en general es de gran ayuda considerarlo para poder ser capaces de soltar extrañas expectativas acerca de lo que es la felicidad o tener culpa respecto a ello.

Reconocer el nivel de felicidad que sentimos

Hagamos un poco de auto observación. Sentémonos y sólo experimentemos estar aquí y tratemos de notar qué sensación tenemos. “Sensación” se especifica aquí de acuerdo a la definición budista del segundo de los cinco agregados (a saber, sensación es la forma en que experimentamos lo que vemos, lo que escuchamos, lo que pensamos, etc. en términos de las variables de feliz, infeliz o neutro). Sólo traten de reconocer e identificar eso. No estamos hablando de sentir calor o sentir frío, o de sentir alguna sensación física como placer o dolor, sino el nivel de felicidad o infelicidad que acompaña cualquier actividad física o mental, en el sentido de experimentarlo como agradable o desagradable.

Por ejemplo, encuentro agradable mirar las flores en este jarrón. Miren las flores. ¿Cómo se sienten? ¿Cómo experimentan eso? Traten de identificar y reconocer la sensación de algún nivel de felicidad que experimenten al ver las flores o al ver las fotografías en la pared, o al ver afuera los árboles, ¿qué nivel de felicidad sienten? Tratemos de reconocer eso, de hecho, tenemos mucha felicidad. No es una experiencia súper brasileña, pero está ahí.

Por favor, observen en ustedes mismos cuál es la sensación, Y tengan en mente que la felicidad es esa sensación que, cuando surge, desearíamos que continuara, y si desaparece, desearíamos que regresara. Y la infelicidad es esa sensación que, cuando la experimentamos, queremos que termine, queremos que desaparezca.

[pausa]

Me parece que practicar de esta manera no tiene que ser un ejercicio formal de meditación. Más bien, es algo que podemos hacer en cualquier momento para tener cada vez más presencia mental en que gran parte del tiempo, realmente estamos felices. No se trata de “Yo no tengo sensaciones”, que es lo que algunos de nosotros podríamos pensar.

¿Hay comentarios?

Fue muy difícil cambiar de primero escucharte a ti, que es un proceso muy activo, a sólo meterse de lleno a tener que sentir qué está pasando. Él se sintió un poco lanzado a la fuerza a esta observación. Esta mañana, cuando atravesó un parque, tuvo esta sensación de mucha apertura de: “Sí, las cosas están bien y soy feliz”, y esto pasó de manera muy natural.

Me parece que un punto muy importante es ser capaces de reconocer que tenemos sensaciones constantemente, ya sea que estemos haciendo algo que encontramos muy relajante, o algo que es muy intensivo. Muchas veces estamos muy metidos en nuestra cabeza y realmente no reconocemos que, de hecho, hay cierta calidad en la manera en que experimentamos todo y esa calidad es esta dimensión de feliz o infeliz, ocurre todo el tiempo. La importancia de esto es que con mucha frecuencia nos vamos al extremo de “pobre de mí” y “no soy feliz, quiero divertirme. No quiero estar aquí en esta aburrida oficina”, y tenemos todo este tipo de quejas. Pero, de hecho, podemos experimentar el estar atrapados en una terrible congestión de tráfico con una pacífica sensación interna de felicidad y satisfacción. Recuerden, la felicidad no tiene que ser espectacular.

¿No hay una diferencia entre lo que está pasando en tu cabeza y lo que está pasando en tu corazón? Los tibetanos siempre señalan aquí al corazón al referirse a los sentimientos. (En inglés “feelings” se refiere tanto a sensaciones como a sentimientos. En esta pregunta, por el contexto, parece referirse a sentimientos aunque se ha estado hablando del “agregado de las sensaciones”. N.T.)

Los tibetanos también señalan ahí para referirse al pensamiento. Desde la perspectiva tibetana, los aspectos intelectuales, emocionales y sentimentales de nuestro experimentar las cosas provienen todas de un lugar y ellos lo localizan en el corazón. En realidad, no importa en dónde se ubican. Son vistos como un todo, más que como una dicotomía o una separación entre el cuerpo y la mente, o entre intelecto y sentimientos, como generalmente se considera en occidente. Así que, podemos ser felices al mismo tiempo que estamos muy involucrados intelectualmente en algo. Como dije, esto es muy importante de reconocer especialmente en las relaciones con otros. Algunas veces pensamos: “Necesito estar enamorado para realmente ser feliz” (algo así como tener una experiencia de tipo adolescente). De hecho, esa sensación de felicidad de estar en una relación amorosa con alguien puede tener un nivel muy bajo de intensidad pero, aún así, ser sumamente satisfactoria.

Video: Mingyur Rinpoche — “El gozo de vivir”
Para activar los subtítulos, por favor selecciona el ícono “Subtítulos” que está en la esquina inferior derecha de la pantalla. Para cambiar el idioma, por favor selecciona el ícono “Configuración”, después selecciona “Subtítulos" y elige el idioma de tu preferencia. 
Top