Personas del nivel intermedio

Breve repaso del nivel inicial

Hemos estado hablando de una persona del nivel inicial de motivación. El verso del texto es:   

(3) Cualquiera que adquiera un interés entusiasta por (alcanzar) él o ella misma, por ciertos medios, meramente la felicidad del samsara incontrolablemente recurrente, es conocido como una persona de nivel espiritual mínimo.

Los temas de confiar adecuadamente en un maestro espiritual y el preciado renacimiento humano son comunes para el entrenamiento de los tres tipos de personas: las de los niveles inicial, intermedio y avanzado. El tema real para alguien del nivel inicial incluye la muerte y la impermanencia, el sufrimiento de los tres reinos inferiores, el refugio y las prácticas de causa y efecto kármico, específicamente mantener la autodisciplina ética de refrenarse de cometer las diez acciones destructivas.       

Sobre esta base de refrenarse de cometer las diez acciones destructivas, podemos evitar caer en un renacimiento en uno de los tres reinos inferiores. Además, podemos asegurar el renacimiento como ser humano o como dios. Al haber obtenido un preciado renacimiento humano como el que tenemos, podemos lograr este tipo de objetivos. Incluso si lo logramos, aunque es muy bueno, todavía no es suficiente.       

Progresión al nivel intermedio

Dondequiera que renazcamos en una existencia samsárica incontrolablemente recurrente, no importa cuánta riqueza o cuán alto estatus podamos tener, incluso como emperador mundial o como dios, esa riqueza y posición no implican más que problemas y sufrimiento. No importa dónde podamos renacer, es solo en una condición de problemas y sufrimiento. Lo que tenemos que ver es que todos los tipos de felicidad mundana son problemáticos y de la naturaleza del sufrimiento, y tenemos que renunciar a trabajar por estas cosas como nuestras metas. En cambio, tenemos que trabajar por la liberación total de cualquier condición de la existencia samsárica.          

Este estado de motivación más avanzado se conoce como nivel intermedio. Anteriormente, en el nivel inicial, trabajamos para alcanzar la felicidad mundana en nuestras vidas futuras, y ahora en el nivel intermedio, también nos alejamos de eso y deseamos liberarnos de todo sufrimiento en cualquiera de los estados de existencia samsárica incontrolablemente recurrente. Vemos que no son más que sufrimiento.        

El sufrimiento del sufrimiento

Incertidumbre

El primer punto sobre el sufrimiento es que no hay certeza en la existencia samsárica incontrolablemente recurrente. No importa cuán ricos seamos, no importa cuántas posesiones tengamos, o cualquier tipo de alto cargo que podamos tener, son cosas que no duran. No hay certeza en torno a tenerlos y conservarlos, por lo que en cualquier momento podemos perderlos y caer en un estado de gran pobreza o en una posición inferior.  

Esto es algo que todos podemos ver por nosotros mismos. Hemos visto cómo no hay certeza en esta vida. Podemos ver esto solo en términos de esta vida cuando, por ejemplo, alguien que ocupaba un alto cargo como funcionario del gobierno fue deshonrado y tal vez incluso encarcelado, sin embargo, regresó más tarde y nuevamente ocupó un alto cargo en el gobierno. 

Además, podemos ver cómo alguien que fue un amigo muy cercano en la primera parte de nuestra vida, luego solo por un intercambio de palabras duras, más tarde se convirtió en un enemigo que nos desagradaba mucho. Del mismo modo, podríamos haber tenido un enemigo en la primera parte de nuestra vida, alguien a quien no podíamos soportar, y luego, en la última parte de nuestra vida, esa persona se convirtió en un amigo cercano. Este tipo de incertidumbre en el estatus es algo que todos hemos visto.  

No hay satisfacción en el samsara

El siguiente punto sobre el sufrimiento del sufrimiento es que no hay satisfacción en la existencia samsárica. No importa cuánta riqueza tengamos, incluso si poseemos la riqueza de todo un país, no sentiremos que sea suficiente. No estaremos satisfechos; solo desearíamos tener más. No hay satisfacción en la existencia samsárica.   

Tener que renunciar a nuestros cuerpos una y otra vez

Otro punto es que continuamente tenemos que renunciar a nuestros cuerpos. Desde el tiempo sin principio, nacimos y luego tuvimos que morir y renunciar a nuestro cuerpo y luego nacer de nuevo. Una y otra vez, renunciamos a nuestro cuerpo y, una y otra vez renacemos; simplemente continúa sin fin. Si no ponemos fin a nuestra existencia samsárica incontrolablemente recurrente, continuará así una y otra vez en el futuro.  

El sufrimiento del sufrimiento que experimentan los dioses

Esto es cierto incluso si renacemos como un dios en uno de los reinos de los dioses, donde todo es muy hermoso y agradable y, por ejemplo, el suelo está hecho de gemas preciosas. Los dioses allí no tienen que comer comida burda, sino que pueden vivir de la comida de la concentración absorta, y no tienen que esforzarse ni trabajar para conseguirlo.         

A medida que uno asciende a los reinos de los dioses superiores, la felicidad aumenta cada vez más; sin embargo, incluso estos dioses sufren mucho en el momento de su muerte. Aunque sus vidas transcurrieron en una gran felicidad mundana, en el momento de la muerte, por ejemplo, comienzan a suceder cosas que nunca antes habían sucedido. Empiezan a oler mal, sus guirnaldas de flores y adornos empiezan a desvanecerse y marchitarse y, con el acercamiento de todos estos signos que indican que están a punto de morir, experimentan un tremendo sufrimiento mental. Los seres renacidos en los reinos inferiores, como los infiernos, tienen la mayor cantidad de sufrimiento físico; sin embargo, en cuanto al sufrimiento mental, cuando los dioses reciben las señales de su muerte venidera, tienen el mayor sufrimiento mental.             

Si comparamos el sufrimiento mental al morir de alguien de un país muy pobre con la cantidad de sufrimiento mental que tiene una persona muy rica en un país próspero, entonces el sufrimiento mental de la persona rica es mucho mayor. La cantidad de sufrimiento mental en el momento de la muerte de un mendigo que no tiene absolutamente nada de posesiones y está completamente pobre y desamparado, es mucho menor que el de alguien moribundo que es extremadamente rico y tiene muchas posesiones. Por lo tanto, la cantidad de sufrimiento mental que tenemos en la existencia samsárica incontrolablemente recurrente es directamente proporcional a la cantidad de riqueza material y prosperidad que tenemos.        

El sufrimiento del sufrimiento que experimentan los seres humanos

A continuación, consideremos el sufrimiento de los seres humanos. Primero, existe una cantidad extrema de sufrimiento en el momento del nacimiento. Aunque no lo recordamos porque sucedió cuando éramos muy pequeños, sin embargo, el momento real del nacimiento conlleva el mayor sufrimiento que experimentamos.   

También debemos considerar, por ejemplo, la cantidad de sufrimiento que tenemos por estar confinados en un útero durante nueve meses y diez días. Podemos entender esto considerando cómo no podríamos soportar estar encerrados en una pequeña habitación sin ventanas ni puertas durante solo unos días. Esto nos parecería insoportable. ¡Imagínense el sufrimiento de estar encerrados así durante nueve meses y diez días! 

Asimismo, debemos considerar el sufrimiento de la enfermedad. Esto es algo que todos entendemos y hemos visto no solo en términos de nuestra propia enfermedad, también podemos ver a varias personas en diferentes hospitales que sufren terribles enfermedades y accidentes. También podemos ver personas en hospitales psiquiátricos que tienen fuertes aflicciones mentales y trastornos psicológicos. Hay mucho sufrimiento involucrado con estar enfermos. No solo sufrimos una enfermedad cuando la tenemos, sino que también sufrimos de preocupación por contraer alguna enfermedad cuando ni siquiera la tenemos.  

Como seres humanos, el siguiente sufrimiento es el de envejecer. El envejecimiento es algo que nos sobreviene muy lentamente, por eso no lo vemos de repente, pero el sufrimiento del envejecimiento es muy grande y dura mucho tiempo. Imagínense si tuviéramos dieciséis o diecisiete años y, de repente, cuando nos fuéramos a dormir y nos despertáramos al día siguiente, fuéramos completamente viejos. El sufrimiento que implicaría vernos convertidos inmediatamente en una persona mayor sería incalculable. Sería como si nos hubiéramos puesto una máscara.   

Cuando estamos enfermos o somos viejos, aunque nos guste mucho comer ciertos alimentos, descubrimos que ya no podemos comerlos. Tenemos que tomar medicinas de sabor terrible o cosas así y hay mucho sufrimiento involucrado en ambos casos.

El sufrimiento del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y el sufrimiento de renacer en cualquiera de los reinos inferiores son todos ejemplos de lo que se conoce como el sufrimiento del sufrimiento, el sufrimiento de la miseria. Estos son sufrimientos evidentes y burdos.    

El sufrimiento del cambio

También hay un tipo de sufrimiento más sutil, el sufrimiento del cambio. Cualquier tipo de objeto material placentero que tengamos y consideremos capaz de traernos felicidad, nos traerá, de hecho, una felicidad que está en la naturaleza del sufrimiento. Por ejemplo, si estamos caminando, después de un tiempo caminar se convierte en sufrimiento y queremos dejar de caminar y sentarnos. Nos sentamos para detenernos y descansar y eso inicialmente nos daría una sensación de felicidad; sin embargo, de hecho, esa no es una felicidad duradera. En sí misma es problemático y es de la naturaleza del sufrimiento.           

Sentarse no está en la naturaleza de la felicidad. La aparente felicidad que obtenemos al sentarnos es en realidad un ejemplo del sufrimiento del cambio. Lo que ha sucedido, de hecho, es que hemos estado caminando, y hemos experimentado el sufrimiento de caminar demasiado, así que cuando nos sentamos, aunque parezca que sentarse es una fuente de felicidad, en realidad lo único que hace es disminuir el sufrimiento de caminar. La felicidad de sentarse inicialmente supera el sufrimiento burdo de caminar, pero lo hace solo por un corto tiempo.      

Lo que sentimos no es de la naturaleza de la felicidad porque, si lo fuera, debería permanecer como felicidad en todo momento. No lo es, porque después de haber estado sentados demasiado tiempo, nos empieza a doler el trasero y nos sentimos incómodos. Entonces, queremos ponernos de pie de nuevo. Esto demuestra claramente que sentarnos es de la naturaleza del sufrimiento. No es felicidad solo porque anula ligeramente el sufrimiento de caminar. En sí mismo, no es felicidad, sino simplemente otro tipo de sufrimiento.

Otro ejemplo es en términos de comer cuando tenemos mucha hambre. Comemos y esto elimina el sufrimiento de tener hambre; sin embargo, no es algo que dure. Todo lo que hace es anular o superar el evidente sufrimiento manifiesto del hambre. No dura, porque después de un tiempo volvemos a tener hambre. 

Asimismo, cuando tenemos frío, queremos ir al sol. Nos paramos bajo el sol y, nuevamente, esto simplemente anula el sufrimiento manifiesto de tener frío. Sin embargo, la felicidad que obtenemos no es algo que dure y, después de estar un rato al sol, sentimos demasiado calor y empezamos a preocuparnos de que tal vez nos quememos. Entonces, queremos volver a la sombra, a algún lugar que sea fresco.    

Todos estos son ejemplos del sufrimiento del cambio. Lo que experimentamos parece ser felicidad, pero cambia a sufrimiento. Por lo tanto, no es felicidad en absoluto, sino simplemente otra forma de sufrimiento. Esto se conoce como el “sufrimiento del cambio”.   

El sufrimiento que todo lo impregna

El siguiente tipo de sufrimiento se conoce como “sufrimiento que todo lo impregna”. Un ejemplo serían nuestros agregados manchados. Por ejemplo, nuestros cuerpos ordinarios, simplemente por su propia naturaleza, producen sufrimiento automáticamente. Tenemos un cuerpo manchado, un cuerpo que se enferma, un cuerpo que se lastima con diferentes tipos de dolor y sufrimiento por el mero hecho de que existe. Esto se conoce como “sufrimiento que todo lo impregna”.   

A los seres arya, los nobles, el sufrimiento que todo lo impregna de tener un cuerpo manchado les parece tan doloroso como tener un pedacito de cabello en los ojos; y dado que parece tan doloroso, es algo que inmediatamente quieren abandonar y deshacerse de él. Nosotros, los seres ordinarios, de lo único de lo que nos damos cuenta es del sufrimiento del sufrimiento burdo. Ni siquiera nos damos cuenta de este sufrimiento que todo lo impregna y nos parece tan inocente como tener un pedacito de cabello en la palma de la mano.     

Podemos hablar de samsara, o existencia samsárica incontrolablemente recurrente, como el ejemplo del sufrimiento que todo lo impregna. En la existencia samsárica, nuestra conciencia está bajo el poder de las emociones perturbadoras y los impulsos kármicos apremiantes. Por lo tanto, no está bajo su propio poder y no tiene control sobre sí misma. Este es también un ejemplo de sufrimiento que todo lo impregna.    

Cómo liberarnos del sufrimiento

¿Cuál es el resultado de pensar en todo este sufrimiento? El resultado es que querremos buscar un método para deshacernos de él. Este sufrimiento no es algo permanente o estático, sino algo que cambia y es impermanente. Debido a que el sufrimiento es impermanente, es lo que se conoce como un “fenómeno afectado” (‘dus-byas-kyi chos, fenómeno condicionado).

Este término, “fenómeno afectado”, significa que surge de causas. Si preguntamos cuáles son las causas que producen el sufrimiento, podemos decir que las causas son los impulsos kármicos apremiantes, el karma, que nos lleva a cometer acciones destructivas compulsivas. ¿Qué causó que surgieran estos impulsos kármicos apremiantes? Surgen debido a diversas emociones perturbadoras. Si preguntamos de dónde provienen estas diversas emociones perturbadoras, provienen de las tres emociones perturbadoras principales: apego y deseo anhelante, hostilidad e ira e ignorancia ingenua. La raíz o causa básica es esta tercera, la ignorancia ingenua. Los impulsos kármicos apremiantes y estas emociones perturbadoras son lo que se conoce como la “segunda verdad noble”, los verdaderos orígenes del sufrimiento.             

Si dividimos las dos sílabas de esta palabra tibetana para la segunda verdad noble, kun-'byung, que estoy traduciendo como los verdaderos orígenes del sufrimiento, significa literalmente el “productor de todo”. El “todo” se refiere a todo sufrimiento. La connotación es que los impulsos kármicos apremiantes y las emociones perturbadoras son de donde surgen todos los sufrimientos. Por tanto, se les conoce como los verdaderos orígenes del sufrimiento o la verdad noble de los orígenes del sufrimiento.     

¿Cómo es posible que se tome la ignorancia ingenua como la raíz de estas emociones perturbadoras y sufrimiento? Examinemos eso. En primer lugar, todos tenemos el estado mental con el que pensamos, “yo” o “mí”. En realidad, aparecen dos tipos de “yo”. Hay un “yo” que realmente existe y un “yo” que no existe. Más plenamente, está el “yo” que existe convencionalmente y el “yo” a ser refutado que no existe. No existe en el sentido de que no corresponde con lo que realmente existe; sin embargo, aparece como si existiera y como si correspondiera. De hecho, sin embargo, este “yo” falso, un “yo” autoestablecido o con existencia inherente, no existe en absoluto. Sin embargo, nuestra mente da surgimiento a la apariencia de un “yo” que parece estar autoestablecido, y nos aferramos a que existe de esta forma imposible en que aparece. La ignorancia ingenua es la emoción perturbadora por la que no nos damos cuenta de que esta apariencia no corresponde a la realidad; creemos todo lo contrario, creemos que sí.      

En pocas palabras, pensamos en términos de un “yo” autoestablecido, que de hecho no existe. Debido a que pensamos en términos de ese “yo”, pensamos en “mi amigo” como una consecuencia de pensar “yo”. Sobre la base de pensar “mi amigo”, entonces desarrollamos deseo anhelante o apego por la persona. Sobre la base de este deseo anhelante y apego, experimentamos el surgimiento de impulsos kármicos apremiantes que nos llevan a cometer acciones kármicas compulsivas. El potencial kármico negativo acumulado a partir de esos impulsos y esas acciones dan como resultado nuestra experiencia de sufrimiento.

Del mismo modo, cuando pensamos en términos de la categoría de un “yo” verdaderamente establecido, esto lleva a pensar en términos de alguien como “mi” enemigo. Entonces desarrollamos hostilidad e ira hacia ese enemigo y, como resultado, cometemos acciones destructivas que resultan en sufrimiento. La raíz de todo esto es nuestro estado mental con el que nos aferramos a un “yo” inexistente como si su existencia estuviera verdaderamente establecida y, con ignorancia ingenua, no sabemos que eso es falso; creemos que es verdad.       

Cuando investigamos la manera en que nuestra mente toma su objeto, este “yo” inexistente, descubrimos que el objeto al que nos aferramos es, de hecho, algo que no existe. Cuando nos damos cuenta de que el objeto de esta mente no existe, que no existe tal cosa, la comprensión de esta ausencia total se conoce como una “comprensión de la vacuidad (vacío)”, o de “falta de identidad”.      

Esta mente que comprende la falta de una verdadera identidad de un “yo” da la espalda o invierte la actitud con la que nos aferramos a un “yo” aparentemente verdaderamente existente. Asimismo, nos permite alejarnos de aferrarnos a objetos aparentemente verdaderamente existentes que pertenecen a este “yo” como si fueran “mis cosas”. La mente que se aferra a las cosas como si tuvieran una existencia autoestablecida y la mente que comprende que tales cosas no existen en absoluto son completamente opuestas; una niega a la otra.  

Darse cuenta que discrimina

Esta mente que comprende la no existencia de tales objetos imposibles se conoce como “el darse cuenta que discrimina (shes-rab, sabiduría) que aprehende la vacuidad”. Cuando una mente tiene una cognición directa no conceptual de esta vacuidad, esa mente se conoce como “camino verdadero de la mente”, la verdad noble del camino. Cuando seguimos meditando con este verdadero camino de la mente, esta mente con el tiempo liberará al continuo mental de todos los potenciales kármicos y las emociones perturbadoras.           

Cuando todos estos han sido eliminados, esa ausencia de potenciales kármicos y emociones perturbadoras se conoce como una “verdadera detención”, la verdad noble de la cesación. Proviene de una causa, que son las mentes verdaderas que son el camino, la verdad noble del camino. Estas dos se establecen como causa y efecto. Una es la causa de la otra, que surge como su resultado.     

Las cuatro verdades nobles

Las cuatro verdades nobles, entonces, se pueden dividir en dos lados. El conjunto de dos del que hemos estado hablando se conoce como el “lado purificado o purificador de las verdades nobles”. Las dos primeras verdades nobles se conocerían como el “lado engañoso o engañador de las verdades nobles”. Las dos primeras verdades nobles son los sufrimientos verdaderos y los verdaderos orígenes de todos los sufrimientos; los verdaderos orígenes de todos los sufrimientos son los que provocan los primeros, los sufrimientos verdaderos. El hecho de que todos los fenómenos provienen de estas causas en términos de los dos lados de las verdades nobles fue declarado por los propios budas. 

Los tres entrenamientos superiores

En los tres tipos de entrenamiento superior, el darse cuenta que discrimina que comprende la vacuidad constituye lo que se conoce como el “entrenamiento en el darse cuenta que discrimina superior”. Lo que actúa como causa de esto y debe precederlo es el entrenamiento en la concentración superior. La raíz o base de la que surgen estos dos es el entrenamiento en la autodisciplina ética superior. Por lo tanto, mantener la autodisciplina ética de refrenarnos de cometer las diez acciones destructivas es algo muy básico, fundamental e importante porque actúa como la base a partir de la cual crecen los otros entrenamientos superiores. Su necesidad es como la de un campo para los cultivos en crecimiento.         

Las prácticas contenidas en los tres entrenamientos superiores son el tema de los tres entrenamientos superiores. Las escrituras que hablan sobre este tema de los tres entrenamientos superiores se incluyen en Las tres canastas, el Tripitaka.        

  • El tema relacionado con la autodisciplina ética superior se encuentra en la Canasta del vinaya respecto a las reglas de la disciplina monástica.    
  • En cuanto a la temática del entrenamiento en la concentración superior, los textos que hablan de esto se recogen en la Canasta del sutra.   
  • El tema del entrenamiento en el darse cuenta que discrimina superior se encuentra en los textos de la Canasta del Abidharma.       

Los tres entrenamientos superiores, entonces, son el tema del Tripitaka, y los textos en Las tres canastas los presentan y explican.       

La duración de las enseñanzas del Buda

Se profetiza que la doctrina del Buda durará 5,000 años. Estos 5,000 años se dividen en diez períodos de 500 años:

  • Durante el primero de estos períodos de 500 años hay una gran cantidad de arhats. 
  • Durante el segundo, hay una gran cantidad de quienes logran el estado del que no retorna.  
  • Durante el tercer período de 500 años, son muchos los que alcanzan el estado del que entra en la corriente.  

Todos estos son seres aryas o nobles.  

En el siguiente conjunto de tres períodos de 500 años:

  • En el cuarto, están principalmente aquellos que practican y mantienen el entrenamiento en el darse cuenta que discrimina superior.  
  • En el quinto, están los que mantienen principalmente el entrenamiento en la concentración superior,  
  • Y para el último período de este conjunto, hay quienes mantienen principalmente el entrenamiento en una autodisciplina ética superior.   

Estos períodos se conocen como capítulos de tiempo, similar a cómo vemos los capítulos usados en términos de capítulos de un texto, como Involucrarse en el comportamiento del bodisatva. Los primeros tres períodos de 500 años se conocen como los capítulos resultantes, en otras palabras, los capítulos del resultado o los frutos de las prácticas. Los segundos tres se conocen como los capítulos de práctica, durante los cuales predomina la práctica de cada uno de los entrenamientos superiores, uno tras otro, comenzando con el darse cuenta que discrimina superior. En la actualidad nos encontramos en el tercero de estos capítulos, el momento en el que predomina el entrenamiento en la autodisciplina ética superior. Ya han pasado 300 o más años de este período de 500 años, y nos quedan unos 200 años más.            

Después de eso, vendrán los tres capítulos de 500 años de los textos escriturales. En cada uno predominarán los textos de una de Las tres canastas:   

  • Primero la Canasta del abidharma,   
  • Luego, la Canasta del sutra 
  • Y en el tercero, la Canasta del vinaya.   

Durante estos períodos, no habrá nadie con grandes conocimientos de la práctica o realizaciones de sus resultados. Principalmente, la gente participará en la memorización y recitación de estos textos.  

Hay diez períodos de 500 años en total, y ya hemos presentado nueve. El último será: 

  • El período de 500 años solo de nombre, o simplemente budismo en un sentido nominal. Durante ese tiempo, habrá personas ordenadas meramente en un sentido nominal. En otras palabras, usarán túnicas, pero eso será todo. No mantendrán ninguno de los votos. Ese será el último período.  

El momento en que las enseñanzas desaparecerán por completo aún no ha llegado y, si calculamos, quedan alrededor de 2,200 años antes de que las enseñanzas desaparezcan por completo. Por lo tanto, debemos hacer un esfuerzo para lograr ahora la comprensión de las cuatro verdades nobles y, principalmente, la comprensión de la vacuidad. Si damos la espalda a todos los placeres y la felicidad mundanos, como dice en el siguiente verso, y obtenemos esta comprensión de la vacuidad, seremos capaces de cortar la raíz de la existencia samsárica incontrolablemente recurrente.                 

Una persona del nivel espiritual intermedio

Resumiendo la motivación del nivel intermedio, Atisha dice: 

(4) Cualquiera con la naturaleza de rechazar los placeres de la existencia compulsiva y rechazar los impulsos negativos del karma, y quien adquiere un interés entusiasta meramente en su propio estado de paz, es conocido como una persona del nivel espiritual intermedio.

La frase, Cualquiera con la naturaleza de rechazar los placeres de la existencia compulsiva y rechazar los impulsos negativos del karma, se refiere a alguien que está trabajando en un nivel intermedio y se ha alejado de las acciones destructivas. Se trata de alguien que ha dado la espalda a las acciones destructivas al mantener el entrenamiento en una autodisciplina ética superior y luego continuar desde allí con los otros dos entrenamientos superiores. La práctica de los tres entrenamientos superiores es para poder alejarnos de las emociones perturbadoras que nos hacen cometer acciones destructivas.        

Cuando Atisha escribe, rechazar los impulsos negativos del karma, no deberíamos pensar simplemente en los impulsos kármicos destructivos que nos llevan a cometer las diez acciones destructivas. Se incluyen las emociones perturbadoras que las provocan.    

Cuando Atisha escribe, adquiere un interés entusiasta meramente en su propio estado de paz, esto se refiere al hecho de que, confiando en tales métodos, esas personas pueden alcanzar la liberación por sí mismas. Tal persona es conocido como una persona del nivel espiritual intermedio.        

Si realmente meditamos así y trabajamos solo por nuestro propio bien, alcanzaremos lo que se conoce como el “tipo más bajo de liberación”. En otras palabras, somos capaces de liberarnos solo a nosotros mismos y no podemos liberar a todos los demás como lo haríamos con el logro de un estado de iluminación.    

El camino de práctica de alguien del nivel intermedio se considera un camino común. En otras palabras, no deberíamos adoptar el aspecto de este nivel de motivación que toma la liberación para nosotros mismos como su objetivo final. En cambio, deberíamos practicar el desarrollo de aquellos aspectos del nivel intermedio de motivación que son compartidos con el nivel avanzado de motivación. Estos incluyen apartarse de las preocupaciones mundanas, los placeres y la felicidad mundanos y de la existencia samsárica incontrolablemente recurrente.              

Renuncia, la determinación de ser libre

Hay dos tipos de renuncia, la determinación de ser libre.   

  • Existe la determinación de ser libres con la que nos alejamos de involucrarnos por completo con esta vida y de trabajar fervientemente solo para eso.   
  • Y luego está la determinación de ser libres con la que nos alejamos de involucrarnos por completo en vidas futuras y de trabajar fervientemente solo para eso.   

Si nos hemos alejado del involucramiento completo solo con esta vida, podemos evitar caer en uno de los tres estados inferiores. Si no desarrollamos el segundo tipo de determinación de ser libres con el que también nos alejamos de involucrarnos completamente en las vidas futuras, no seremos capaces de alejarnos por completo de toda la existencia samsárica incontrolablemente recurrente y del deseo de renacer como un ser humano o un dios. No seremos capaces de alcanzar la liberación.    

El estado de liberación de la existencia samsárica incontrolablemente recurrente es algo que podemos lograr sobre la base de trabajo del preciado renacimiento humano que todos tenemos. Sin embargo, no basta con deshacernos de nuestros propios sufrimientos por nosotros mismos. Con este preciado renacimiento humano que tenemos, no deberíamos simplemente trabajar para liberarnos de todos los sufrimientos, también deberíamos trabajar para liberar a todos los demás del sufrimiento. Todo el sufrimiento que tenemos nosotros mismos, todo nuestro sufrimiento, lo tienen todos los demás también. Todo el mundo tiene el mismo tipo de sufrimiento.   

Pero si no nos damos cuenta de todos nuestros propios sufrimientos y no tenemos la determinación de liberarnos de ellos, no podremos darnos cuenta del sufrimiento de los demás con la misma determinación de que ellos se liberen también. La mente con la que nos enfocamos en el sufrimiento de los demás con el deseo de que se liberen de ese sufrimiento, así como lo deseamos para nosotros, se conoce como “compasión”.   

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