El Dalái Lama sobre las cuatro verdades nobles

Introducción

Cuando el gran maestro universal Shakyamuni Buda habló por primera vez del Dharma en la noble tierra de India, enseñó las cuatro verdades nobles: sufrimientos verdaderos, verdadero origen de las causas de los sufrimientos, verdadera cesación de los sufrimientos, y las verdaderas vías de la mente conducentes a la cesación de los sufrimientos. Dado que muchos libros en inglés contienen discusiones sobre las cuatro verdades nobles, son bien conocidas. Estas cuatro abarcan todo, incluyendo muchos aspectos de ellas mismas.

Considerando las cuatro verdades nobles en general y tomando en cuenta el hecho de que ninguno de nosotros desea sufrir y todos deseamos la felicidad, podemos hablar de un efecto y de su causa tanto en el aspecto perturbador como en el aspecto liberador de las cuatro. Los sufrimientos verdaderos y las causas verdaderas son el efecto y su causa del lado perturbador de las cosas que no queremos; la verdadera cesación y la verdadera vía de la mente son el efecto y su causa del lado liberador de las cosas que deseamos.

Sufrimientos verdaderos

Experimentamos muchos tipos diferentes de sufrimiento. Todos ellos están incluidos en tres categorías: el sufrimiento del sufrimiento, el sufrimiento del cambio y, el sufrimiento que todo lo impregna y afecta. El sufrimiento del sufrimiento se refiere a el sentimiento de infelicidad que acompaña cosas como dolores de cabeza y demás. Incluso los animales reconocen este tipo de sufrimiento y, tal como nosotros, desean liberarse de él. Debido a que los seres tememos experimentar la incomodidad e infelicidad que producen este tipo de sufrimientos, nos involucramos en diversas actividades para eliminarlos.

El sufrimiento del cambio se refiere a la sensación de felicidad contaminada, felicidad que se deriva de emociones y actitudes perturbadas, que acompaña situaciones en las que, por ejemplo, estamos sentados muy cómodamente relajados y, al principio, todo parece estar bien. Pero, después de un rato, perdemos esa sensación de felicidad, cambia y nos sentimos inquietos e incómodos.

En algunos países, vemos una gran cantidad de pobreza y enfermedad: estos son sufrimientos de la primera categoría. Todo el mundo puede darse cuenta de que estas son condiciones de sufrimiento que es preciso eliminar y mejorar. En muchos países occidentales, la pobreza puede no ser un gran problema. Sin embargo, en los lugares en los que hay un alto grado de desarrollo material, hay otro tipo de problemas. Al principio, podremos estar felices de haber superado los problemas que enfrentaron nuestros antecesores. Pero, tan pronto como hemos resuelto ciertos problemas, surgen nuevos. Tenemos buenas casas, comida y suficiente dinero; pero, al exagerar el valor de estas cosas, en última instancia les restamos valor. Este tipo de experiencia es el sufrimiento del cambio.

Una persona muy pobre y necesitada podría pensar que sería maravilloso tener un carro o un equipo de televisión y, si pudiera adquirirlos, se sentiría muy feliz y satisfecho al principio. Si tal felicidad fuera permanente, esta persona permanecería feliz el tiempo que tuviera el auto y la televisión. Pero no es así, su felicidad se desvanece. Después de unos meses quiere un coche diferente y, si tiene dinero, comprará un mejor equipo de televisión. Las cosas viejas, los mismos objetos que una vez le brindaron mucha satisfacción, ahora son causa de insatisfacción. Esta es la naturaleza del cambio: este es el problema del sufrimiento del cambio.

El sufrimiento que todo lo impregna y afecta es el tercer tipo de sufrimiento. De los tres tipos de sentimientos contaminados, se refiere a sentimientos neutrales contaminados. En un nivel más general, se refiere a los factores agregados contaminados de la experiencia – formas de fenómenos físicos, sensaciones de un nivel de felicidad, distinguir, otras variables que afectan y tipos de conciencia que se derivan de las emociones y actitudes perturbadas. Se le llama “que todo lo impregna” porque actúa como la base de los dos primeros tipos de sufrimiento.

Existen aquellos que, incluso en países desarrollados, deseen liberarse del segundo tipo de sufrimiento, el sufrimiento del cambio. Aburridos de las sensaciones contaminadas de felicidad, buscan una sensación totalmente neutral. Sin embargo, debido al apego a tal sensación, son conducidos a renacer en el plano de los seres sin forma. Los seres en este plano de existencia sólo tienen esa sensación neutral contaminada como resultado del apego del cual se deriva.

Ahora bien, desear la liberación de los dos primeros tipos de sufrimiento no es la motivación principal para buscar la liberación del samsara, del renacimiento incontrolablemente recurrente. El Buda enseñó que, de los tres sufrimientos, el tercero es la raíz de todo sufrimiento. Por lo tanto, la liberación del samsara requiere que nos liberemos del sufrimiento verdadero, a saber, el sufrimiento que todo lo impregna. Este es el objeto de la renuncia.

Algunas personas cometen suicidio, pensando que su sufrimiento es debido simplemente a su vida humana presente y que, al terminar con ella, no habrá nada después. Pero este no es el caso; hay futuros renacimientos. Este tercer sufrimiento que todo lo impregna los agregados contaminados de futuros renacimientos, proviene del poder del karma y de las emociones y actitudes perturbadas. Podemos ver, sin tener que pensarlo muy profundamente, que nuestros agregados contaminados presentes provienen del poder del karma y de las emociones perturbadas de nuestras vidas previas. Y, ahora en el presente, más enojo y apego que nos traerán los agregados contaminados de una vida futura surgen simplemente porque tenemos estos agregados presentes.

Nuestros agregados contaminados son como habilitadores: nos habilitan para obtener el tan llamado “estado terrible” (el estado terrible de más karma y emociones y actitudes perturbadas). En otras palabras, dado que nuestros agregados contaminados surgieron por las emociones perturbadas, en el presente están todavía asociadas o mezcladas con el estado terrible de las emociones perturbadas. De hecho, al estar bajo el control de estas emociones y actitudes perturbadas, estos agregados contaminados sostienen la generación de más emociones perturbadas y evitan que generemos estados mentales positivos. Todo nuestro sufrimiento, entonces, tanto el sufrimiento del sufrimiento como el sufrimiento del cambio, puede rastrearse hasta estos agregados contaminados con apego y aferramiento.

Quizás cuando nos demos cuenta de que nuestros agregados contaminados son la causa de todo nuestro sufrimiento, pensemos que el suicidio es la salida. Si no hubiera continuidad de la mente, si no hubiera vidas futuras, estaría bien; si tuviéramos el valor, podríamos quitarnos la vida. Sin embargo, de acuerdo con la perspectiva budista, este no es el caso: nuestra conciencia continuará. Incluso si nos quitamos la vida, tendremos que tomar otro cuerpo contaminado que nuevamente será la base para experimentar el sufrimiento del sufrimiento y el sufrimiento del cambio. Si realmente queremos liberarnos de todos nuestros sufrimientos, de todas las dificultades que experimentamos en la vida, necesitamos liberarnos de la causa fundamental que da surgimiento a los agregados contaminados que son la base de todo sufrimiento. Suicidarnos no resolverá nuestros problemas.

Causas verdaderas

Dado que las cosas son así, es preciso que ahora investiguemos la causa del sufrimiento. ¿Existe una causa o no? Si existe, ¿qué tipo de causa es?, ¿una causa natural que no puede ser eliminada o una causa que depende de sus propias causas y que por lo tanto puede ser eliminada? Si es una causa que puede ser eliminada, ¿es posible que nosotros nos liberemos de ella? Así llegamos a la segunda verdad noble: origen verdadero o causas verdaderas del sufrimiento.

En este sentido, el budismo sostiene que no hay un creador externo y que ni el Buda, siendo el ser más elevado, tiene el poder de crear nueva vida. En otras palabras, un buda no puede crear el sufrimiento que todo lo impregna de los agregados contaminados de un renacimiento futuro. Así que, ¿cuál es la causa del sufrimiento?

Generalmente, el origen último es la mente. Específicamente, la mente que está influenciada por emociones perturbadas como el enojo, el apego, la envidia, la ingenuidad, y demás, es la principal causa del renacimiento y todos los problemas que implica. Sin embargo, no hay posibilidad de acabar con la mente, o de interrumpir el continuum mental en sí. Más aún, no hay nada intrínsecamente erróneo con el nivel más sutil y profundo de la mente la luz clara de la mente en sí misma. Por naturaleza, es completamente pura. Sin embargo, la mente más profunda puede ser influenciada por emociones perturbadas y pensamientos negativos. Entonces, la pregunta es si podemos o no luchar y controlar el enojo, el apego y las otras emociones perturbadas. Si podemos erradicarlas, nos quedaremos con una mente pura que estará libre para siempre de las causas del sufrimiento.

Esto nos lleva a las emociones y actitudes perturbadas en sí mismas, las cuales son tipos de conciencias secundarias o factores mentales. Hay muchas formas diferentes de presentar la discusión de la mente: pero, en general la mente se refiere a la actividad mental y su característica definitoria es “simple claridad y darse cuenta”. Esto significa la actividad de dar surgimiento simultáneamente a apariencias mentales y a hologramas mentales de objetos y conocerlos, y nada más. Cuando hablamos de emociones perturbadas tales como el enojo y el apego, es preciso notar cómo son capaces de afectar y contaminar esta actividad mental, la mente. ¿Cuál es, de hecho, su naturaleza? Este es, entonces, el punto principal de la discusión del origen verdadero del sufrimiento.

Si nos preguntamos cómo surgen el apego y el enojo, la respuesta es que, sin lugar a dudas, su surgimiento sucede gracias a nuestro aferramiento a que las cosas existan como establecidas en forma verdadera y desde sí mismas: nuestro tan llamado “aferramiento a la existencia verdadera”. Cuando, por ejemplo, estamos enojados con algo, sentimos que ese objeto está ahí afuera, sólido, verdadero y no imputado, y que nosotros mismos somos también algo sólido que puede encontrarse. Antes de enojarnos, el objeto aparece ante nosotros como ordinario; pero cuando nuestra mente está influenciada por el enojo, el objeto se ve feo, completamente repulsivo, nauseabundo, como algo de lo que nos queremos deshacer inmediatamente. Su existencia como algo repulsivo aparece como estar establecida por sí misma, por su propia naturaleza. El objeto realmente parece existir de esa forma: sólido, independiente y muy poco atractivo. Esta apariencia de “verdaderamente horrible” alimenta nuestro enojo. Sin embargo, cuando vemos el mismo objeto al día siguiente cuando nuestro enojo se ha calmado, parece más hermoso que el día anterior. Es el mismo objeto, pero no parece tan malo. Esto demuestra cómo el enojo y el apego son influenciados por nuestro aferramiento a que las cosas existan como establecidas en forma verdadera y que pueden encontrarse por sí mismas.

Así, los textos de la filosofía madyámaka establecen que la raíz de todas las emociones perturbadas y del apego es el aferramiento a la existencia verdaderamente establecida, en el sentido de que este aferramiento nos trae esos estados mentales, los soporta y los sostiene. De tal manera, la ingenua falta de darse cuenta que se aferra a que las cosas existan como verdaderamente establecidas en sí mismas por su propia naturaleza es la fuente básica de todos nuestros sufrimientos. Basados en este aferramiento a una existencia verdaderamente establecida, desarrollamos toda clase de emociones y actitudes perturbadas, debido a las cuales actuamos destructivamente y acumulamos gran cantidad de fuerza kármica negativa.

En su Suplemento al camino medio, Madhyamakavatara (comentario a los Versos raíz acerca del camino medio de Nagáryuna) , el gran maestro indio Chandrakirti escribió que primero existe aferramiento a la existencia verdaderamente establecida del yo, y nos apegamos a ese “yo”. Después hay aferramiento por la existencia verdaderamente establecida de las cosas y nos apegamos a ellas como “mías” y a “ mí, como dueño de ellas”.

En otras palabras, en un principio parece existir un “yo” muy sólido e independiente que es muy grande (más grande que cualquier otra cosa) que establece su propia existencia por su propio poder. Esta es la base. De esto se desprende la falsa apariencia de otros objetos y personas como si su existencia también se estableciera por sí misma. Basado en ello, surge la apariencia de la existencia de un “yo” verdaderamente establecido como el poseedor de esas cosas y personas como “ mías”. Después, dado que tomamos el lado de ese “ yo”, aparece “el otro”, verdaderamente establecido como existente en sí mismo, por ejemplo, como “ mi” enemigo. El apego surge hacia este “yo”, “yo, el dueño de cosas” y hacia “cosas mías”. Hacia los demás, sentimos distancia y enojo. Entonces surgen la envidia y todo tipo de sentimientos competitivos. Por ello, en última instancia, el problema es esta sensación de “yo” (no sólo el “yo” sino este falso “yo” con el que nos obsesionamos). Esto da surgimiento a pensar con enojo e irritación, acompañado de palabras hirientes al hablar y a todas las demás acciones diversas basadas en la aversión y el odio. Todas estas acciones destructivas del cuerpo, la palabra y la mente acumulan fuerza kármica negativa.

Matar, mentir y acciones destructivas similares también son resultado de la motivación negativa de emociones y actitudes perturbadas. La primera etapa es sólo mental: tener pensamientos destructivos basados en emociones y actitudes perturbadas. En la segunda etapa, estos pensamientos destructivos conducen a acciones destructivas físicas y verbales. Inmediatamente, la atmósfera se perturba. Con enojo, por ejemplo, la atmósfera se vuelve tensa; la gente se siente inquieta. Si alguien enfurece, las personas amables tratan de evadir a tal persona. Después, la persona que se enojó también se siente avergonzada y apenada por haber dicho tantas cosas absurdas, lo que sea que vino a su mente.

Cuando nos enojamos, no hay lugar para la lógica o la razón; nos volvemos literalmente “locos”. Después, cuando nuestra mente regresa a la normalidad, nos sentimos avergonzados. No hay nada bueno en el enojo ni en el apego; nada bueno resulta de ellos. Pueden ser difíciles de controlar, pero todos podemos darnos cuenta de que no traen nada bueno. Esta es, pues, la segunda verdad noble.

Cesación verdadera

Ahora bien, surge la pregunta de si es posible o no eliminar este tipo de mente destructiva. Esto nos conduce a la discusión de la tercera verdad noble, la verdadera cesación de los sufrimientos.

Como hemos visto, la raíz de todas las emociones y actitudes perturbadas y los impulsos kármicos para pensar, hablar y actuar de acuerdo a ellas es nuestro aferramiento a que las cosas existen como si verdaderamente se pudieran encontrar y estuvieran establecidas por su propia naturaleza. Por lo tanto, necesitamos investigar si la mente que se aferra a que las cosas existan de esa manera es correcta, o si por el contrario está distorsionada y conoce incorrectamente a los fenómenos.

Podemos hacer esto investigando cómo puede ser establecida la existencia de los objetos que dicha mente conoce. Sin embargo, dado que esta mente de aferramiento es incapaz por sí misma de determinar si conoce o no los objetos en forma correcta, necesitamos confiar en otro tipo de mente. Si tras una investigación profunda descubrimos muchas otras formas válidas de conocer a los fenómenos que contradigan o nieguen la forma en la que la mente que se aferra a la existencia verdaderamente establecida conoce los objetos, podemos concluir que esta mente aferrada no conoce la realidad correctamente. Así que, con la mente que puede analizar la verdad más profunda acerca de las cosas, trataremos de determinar si la mente que se aferra a que la existencia de las cosas está verdaderamente establecida por su propia naturaleza es correcta o no. Si es correcta, la mente que analiza debería ser capaz, en última instancia, de encontrar estas naturalezas propias en los objetos en la manera en que son aprehendidas.

Los grandes clásicos del chitamatra y, especialmente, las escuelas madyámaka contienen muchas líneas de razonamiento para llevar a cabo tal investigación. Al aplicarlas, cuando investigamos si la mente que se aferra a la existencia verdaderamente establecida y que puede encontrarse es correcta o no, descubrimos que es incorrecta. Está distorsionada porque en realidad no podemos encontrar los objetos a los que la mente se aferra. Dado que esta mente se engaña con respecto a su objeto, necesita ser eliminada.

A través de la investigación, entonces, descubrimos que no hay un soporte válido para la mente que se aferra. Sin embargo, sí encontramos el soporte del razonamiento lógico de la mente que se da cuenta de que la mente aferrada no es válida. En la batalla espiritual interna, la mente sustentada en la lógica siempre vence a la mente que no lo es. El entendimiento de que no existe tal cosa como una existencia verdaderamente establecida y que pueda ser encontrada corresponde a cómo conoce las cosas el nivel más sutil de la luz clara de la mente. Por otro lado, la mente que se aferra a que las cosas existan verdaderamente establecidas y puedan ser encontradas corresponde a cómo los niveles superficiales y efímeros de la mente conocen sus objetos. Así, dado que el nivel más profundo de la mente continúa ininterrumpidamente sin principio ni fin, mientras que estos niveles efímeros son superficiales, los últimos pueden ser removidos, dejando la eterna continuidad de los primeros.

Cuando eliminamos las emociones y actitudes perturbadas, la causa de todo sufrimiento, eliminamos también los sufrimientos. Esta es la liberación, o la cesación verdadera de los sufrimientos: la tercera verdad noble.

Las vías mentales verdaderas

Dado que es posible alcanzar tal cesación verdadera que dura para siempre, ahora es preciso ver el método que nos permitirá lograrlo. Esto nos lleva a la cuarta verdad noble: las vías mentales verdaderas o “caminos verdaderos” que conducen a la verdadera cesación de los sufrimientos. Cuando hablamos de las vías mentales verdaderas que son comunes para los tres vehículos budistas de la mente (hinayana y, dentro del mahayana, paramitayana y vajrayana) nos referimos a los treinta y siete factores que conducen a un estado purificado. Cuando hablamos específicamente de las vías mentales del vehículo de la mente del bodisatva, mahayana, nos referimos a los diez niveles mentales bumi y las seis actitudes de largo alcance, denominadas “seis perfecciones”.

Encontramos que la práctica del camino hinayana es más común en Tailandia, Burma, Sri Lanka, Laos y Camboya. En dichos lugares, los practicantes son motivados por el deseo de alcanzar la liberación de su propio sufrimiento. Preocupados únicamente por su propia liberación, practican para desarrollar los treinta y siete factores que conducen a un estado purificado. Estos treinta y siete factores son vías mentales relacionadas con las cinco vías mentales más generales.

  • Los cuatro emplazamientos cercanos de la atención, los cuatro factores para alcanzar liberaciones correctas y los cuatro miembros para alcanzar poderes extrafísicos están relacionados con la vía mental de la acumulación, el llamado “camino de la acumulación”.
  • Los cinco poderes y las cinco fuerzas están relacionados con la vía mental aplicada, llamada “ camino de la preparación”.
  • Los siete factores causales para alcanzar un estado purificado están relacionados con la vía mental del ver, llamado “camino del ver”.
  • Los ocho factores de la vía mental de un arhat están relacionados con la vía mental del entrenamiento, llamado “camino de la meditación”.

Al desarrollar estas vías mentales verdaderas en secuencia, los practicantes son capaces de liberarse completamente de las emociones y actitudes perturbadas, dando pie a la cesación verdadera de los orígenes verdaderos de sus sufrimientos y al alcance de su liberación individual. Estas son las vías mentales y su resultado en el hinayana.

La principal preocupación de los practicantes mahayana no es su mera liberación personal, sino la iluminación de todos los seres limitados. Con esta motivación de bodichita (sus corazones buscan alcanzar la iluminación como la mejor forma de ayudar a los demás) estos practicantes desarrollan las seis actitudes de largo alcance generosidad, autodisciplina ética, paciencia, perseverancia gozosa, estabilidad mental y un darse cuenta que discrimina o “sabiduría”. Ellos progresan al desarrollar, en su momento, los diez niveles bumi de la mente del arya bodisatva hasta liberarse para siempre de los dos tipos de oscurecimientos emocional y cognitivo y alcanzar la iluminación suprema de la budeidad. Estas son, en general, las vías mentales y su resultado en el mahayana.

La esencia de la práctica de las seis actitudes de largo alcance es la unificación del método y del darse cuenta discriminativo de tal forma que los dos cuerpos de iluminación (rupakaya, un cuerpo de formas, y dharmakaya, un cuerpo que abarca todo) pueden lograrse. Dado que estos dos cuerpos sólo pueden ser alcanzados simultáneamente, es preciso cultivar sus causas simultáneamente. Por ello, necesitamos acumular, simultáneamente, una red de fuerza positiva, llamada “colección de mérito” como la causa para alcanzar un rupakaya y una red de conciencia profunda, llamada “ colección de sabiduría” como la causa para alcanzar un dharmakaya. En el paramitayana, practicamos el método sostenido por la fuerza del darse cuenta discriminativo y la fuerza discriminativa sostenida por la fuerza del método; pero en el vajrayana, practicamos método y darse cuenta discriminativo considerando que comparten la misma naturaleza esencial.

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