Las visiones budista y occidental del sexo

Muchos factores y problemas diferentes pueden llevarnos a tener sexo con la pareja de alguien más. Los más obvios son la atracción hacia alguien, el deseo anhelante y la obsesión por el sexo. Si observamos con mayor profundidad, descubriremos factores adicionales, tales como la insatisfacción y el aburrimiento con nuestra vida sexual presente, o confusión acerca de cómo expresar el afecto o cómo lidiar con la belleza, entre muchos otros. Al tratar las causas subyacentes, podemos refrenarnos de llevar a cabo nuestras fantasías sexuales, y así evitar los problemas que inevitablemente causan.

Me han pedido que hable hoy sobre la ética sexual budista. Obviamente, la sexualidad es un tema de gran interés para mucha gente. Particularmente, al vivir en una pequeña comunidad en el campo, como les ocurre a ustedes, puede existir mucha confusión acerca de la sexualidad y de las relaciones sexuales. El comportamiento sexual irresponsable, por nuestra parte o por parte de nuestra pareja, es algo que puede causar mucho dolor. Por ello, quizá resulte útil tomar en cuenta los consejos que nos ofrece el budismo en este tema.

Me gustaría que la plática de hoy fuera más bien informal. Así que hablaré un poco y si mientras lo hago surgen preguntas, por favor expónganlas. Creo que sería bueno llevar a cabo una discusión con preguntas e intercambio de ideas por la tarde.

La herencia ética occidental

En general, el enfoque budista sobre la ética es muy diferente al occidental. En la cultura de occidente, tenemos básicamente una mezcla de dos sistemas éticos, uno viene de la Biblia y el otro de la antigua Grecia.

De los antecedentes bíblicos contamos con un conjunto de leyes referentes a la ética dictadas por una autoridad superior. El ser ético significa básicamente, obedecer las leyes. Si obedecemos las leyes somos “buenos”, somos “buenas personas” y se nos recompensará en el cielo. Si no obedecemos estas leyes, somos “malos” y seremos castigados en el más allá. Así que, la ética es realmente un asunto de obediencia ante dicha autoridad superior. Siempre estamos en el “¿qué debo hacer?” Siempre existe esta idea del “deber”. “Debería hacer esto, pero no lo estoy haciendo, por lo tanto soy 'malo', soy 'culpable'”. Nos volvemos dudosos e inseguros de nosotros mismos porque siempre queremos saber “¿qué debo hacer?”.

De la antigua Grecia también tenemos un conjunto de leyes, que no son mandamientos dados por una autoridad divina sino que son creadas por los ciudadanos. Los representantes ciudadanos elaboran una legislatura y dictan las leyes pertinentes para el bienestar de la sociedad. Por lo que también es un asunto de obediencia. Necesitamos seguir las leyes. Al hacerlo no solamente somos personas buenas y honorables sino que también somos “buenos ciudadanos”. Si no seguimos las leyes somos “ malas personas” y tendremos que pagar una multa o ir a la cárcel.

Así que, nuestra ética occidental es una combinación de estos dos sistemas. Ambos están basados en la obediencia a las leyes. La ética budista no tiene nada que ver con esto y como occidentales, nos confundimos al acercarnos al budismo porque queremos que el budismo nos diga qué “debemos” hacer y qué “no debemos” hacer. Esta es la razón por la que tendemos a interpretar las enseñanzas budistas sobre ética como si fueran mandamientos bíblicos o leyes judiciales.

La ética budista y la renuncia

Las bases de la ética budista son completamente diferentes. La ética budista está basada en la enseñanza principal del Buda, las cuatro verdades nobles o los cuatro hechos de la vida. Básicamente, la vida es dura y difícil, existen causas para que sea así y si queremos deshacernos de dichas dificultades, necesitamos eliminar entonces sus causas. Lo que el Buda enseñó en este contexto fue que hay ciertos tipos de comportamiento que van a causarnos problemas e infelicidad. Si queremos evitar el sufrimiento, necesitamos dejar de llevar a cabo esos tipos de conductas. Si nos tiene sin cuidado la cantidad de problemas que nos causamos, pues adelante, continuemos actuando de esa manera. Es la elección de cada uno.

El Buda no dictó mandamientos morales como los de la Biblia. El Buda nunca dijo: “Deben hacer esto y si no lo hacen son malos”. Más bien dijo: “Si hacen esto, van a generarse problemas, si no quieren esos problemas, dejen de hacerlo”. Si continuamos haciendo lo que nos causa problemas, eso no nos hace “malas personas”; si dejamos de hacerlo, tampoco nos convierte en “ buenas personas”. Simplemente, el continuar con nuestra misma conducta generadora de problemas, nos hace ver como tontos, lo cual es muy triste. Si dejamos de actuar de esa manera, entonces estamos actuando sabiamente, eso es todo.

La ética budista es, en gran medida, un asunto de elegir lo que hacemos. Con el entrenamiento budista nos fijamos el objetivo de desarrollar actitudes constructivas, tales como la renuncia. Vemos nuestros problemas y decidimos: “Esto no es nada divertido, ya no quiero más de esto”. Entonces con la renuncia, decidimos con determinación, que necesitamos liberarnos de esos problemas. Más específicamente, decidimos liberarnos de ellos. Nadie nos va a liberar más que nosotros mismos, por lo tanto, necesitamos dar un paso más y renunciar a las causas de los problemas desde nuestro interior. Vamos a dejar de crear esas causas para que los problemas que se generan de ellas ya no surjan.

Por ejemplo, si nuestros problemas surgen de nuestro terrible enojo o de nuestro apego obsesivo, entonces como queremos dejar de experimentar dichos problemas, renunciamos a ellos y a sus causas. Desarrollamos la determinación que dice: “Voy a tratar de cambiar, estoy dispuesto a dejar mi mal carácter y mi enojo. Estoy dispuesto a dejar mi apego, voy a intentarlo”. Si no estamos dispuestos a dejar nuestros rasgos de personalidad negativos, no hay manera de que podamos progresar en la práctica budista.

El sólo hecho de recitar y llevar a cabo el ritual de una puja, sin estar dispuestos a soltar nuestro apego o enojo, difícilmente se manifestará como un cambio en nuestros rasgos negativos. Esto se debe a que no estamos aplicando en nuestra vida cotidiana ninguna actitud positiva desarrollada previamente en la puja. El ritual será solamente una actividad secundaria que hacemos por entretenimiento, como el ver un programa de televisión cada noche. Así que, si estamos realmente interesados en obtener la liberación de nuestros problemas, el asunto de la ética budista se vuelve central.

Ser honestos acerca de nuestros objetivos

Es importante evitar ser hipócritas en la práctica budista. La mayoría de las personas que entran en contacto con el budismo, si examinan honestamente cuál es su verdadero objetivo, se darán cuenta de que no buscan la iluminación, ni siquiera buscan la liberación. La mayoría de las personas simplemente quieren que su situación samsárica (su vida cotidiana normal) mejore un poco.

Eso está bien, el Buda enseñó métodos para mejorar el samsara, tales como la manera de obtener un mejor renacimiento, la cual, es parte de las enseñanzas del Buda. Sin embargo, la mayoría de nosotros, ni siquiera creemos en las vidas futuras, así que no nos interesa mejorarlas. Queremos mejorar nuestro samsara en esta vida, en este momento. Esto también está bien, pero no deberíamos ser deshonestos y aparentar algo más diciendo: “Estoy trabajando para obtener la budeidad en beneficio de todos los seres sintientes”, cuando en realidad ese no es nuestro objetivo. Por supuesto que la ética que necesitamos seguir para alcanzar la iluminación y un mejor samsara es la misma. Si somos realistas y honestos sobre nuestros objetivos, no tendremos mayor dificultad para seguir la ética budista.

Uno de los asuntos que necesitamos manejar es que la mayoría de nosotros nos acercamos al budismo con antecedentes judeo-cristianos. Por eso tendemos a pensar: “Debería trabajar para obtener la iluminación, porque así seré una buena persona, un buen discípulo, un buen budista. Si sólo pienso en mejorar mi samsara y no en convertirme en buda y ayudar a los demás, entonces soy una mala persona, un mal discípulo y un mal budista”. Nuevamente el énfasis está en el “deber”, buscamos qué “debemos” hacer.

El budismo no funciona así, progresamos de acuerdo a lo que es apropiado para nosotros y de acuerdo a la etapa en la que nos encontramos. No hay “deberes”, no hay “Si haces esto eres bueno y si estás en un nivel menos avanzado, está mal”. No podemos decir: “Si eres un adulto está bien y si eres un niño esta mal, así que, a pesar de ser un niño espiritualmente, deberías ser un adulto espiritualmente y actuar en concordancia”.

Por consiguiente, el asunto principal al tratar de seguir la ética budista, es entender la relación entre la causa y el efecto en nuestro comportamiento: la relación entre nuestra conducta y el nivel de felicidad o sufrimiento que experimentamos como consecuencia de la misma. Eso es crucial. Sin el convencimiento real de esa relación, no habría razón alguna para seguir el sistema ético budista.

El comportamiento destructivo y sus efectos

Si vemos lo que el budismo llama “comportamiento destructivo”, nos daremos cuenta que es nuestro actuar motivado por el enojo, el apego, la avaricia o la ingenuidad. Estas son las principales emociones perturbadoras (emociones o estados mentales que perturban nuestra paz mental y que nos hacen perder el autocontrol). Algunas explicaciones de esto, añaden que el comportamiento destructivo va acompañado de una falta de sentido ético de la dignidad y de un desinterés con respecto a cómo nuestra conducta se refleja en los demás, como nuestros padres y nuestros maestros espirituales. Lo que desde la visión del karma es definitivo, es que, el comportamiento motivado por estas emociones perturbadoras y sus estados mentales, producirán sufrimiento, van a “madurar” como sufrimiento.

Es necesario que entendamos esta afirmación, la cual no es fácil. No estamos hablando de cuáles van a ser los efectos de nuestras acciones en otros, porque eso es incierto. Podemos darle flores a alguien con mucho amor, sin embargo, éstas le pueden causar un terrible ataque alérgico a la persona, que lo hará sentirse muy enfermo. Podemos robar el coche de alguien y causarle gran felicidad porque le urgía deshacerse de él para cobrar la póliza de seguros y comprar uno nuevo. Así que los efectos de nuestras acciones, en cuanto a generar felicidad o infelicidad en otros, son muy inciertos. Aunque, obviamente, tratamos de no dañar a otros, nunca sabremos lo que realmente vayan a experimentar. Cocinamos una maravillosa comida y nuestro invitado al probar sólo un bocado se ahoga y muere. ¿Cómo podríamos imaginar que algo así sucedería?

De acuerdo a las enseñanzas del Buda, lo que es certero, es el resultado que experimentaremos de nuestras acciones. No nos referimos al efecto inmediato. En una violación, de manera inmediata la persona puede experimentar el placer del orgasmo. No estamos hablando del nivel de felicidad resultante de dicho acto, sino de lo que experimentaremos a largo plazo, el efecto a largo plazo en nuestra mente y en lo que experimentaremos en general en el futuro como resultado de los hábitos y tendencias que estamos construyendo.

Por ejemplo, podemos tener una relación extramarital y en ese momento, estaríamos disfrutando del placer de estar con otra pareja. Sin embargo, más tarde, sin contemplar los problemas que podamos tener con nuestras parejas en vidas futuras, en esta vida, sin duda, tendremos muchos problemas con nuestra propia familia. Así que no estamos hablando del placer inmediato que podríamos obtener en una relación extramarital, estamos hablando de los efectos a largo plazo.

La motivación del comportamiento sexual

El meollo de la ética budista concerniente a la sexualidad, es la motivación en nuestro comportamiento sexual. La actividad sexual no es un acto tan diferente al de comer, en el sentido de que es una función biológica requerida en este tipo de cuerpo. Si tenemos este tipo de cuerpo, vamos a sentir hambre y tendremos que alimentarlo. De la misma manera, en este tipo de cuerpo, habrá hormonas sexuales que responderán a funciones biológicas referentes al sexo, de las que tendremos que ocuparnos. Sin embargo, hay una gran diferencia entre el satisfacer una urgencia sexual y satisfacer el hambre. Podemos sobrevivir sin actividad sexual, pero no sin alimento.

La actividad sexual, como el comer, puede estar motivado por una emoción o una actitud perturbadora, constructiva o neutra. Con base en la motivación, tanto el acto sexual como el de comer, pueden ser destructivos, constructivos o neutros. Por ejemplo, si comemos con gula y apego, para llenarnos como un cerdo, es autodestructivo. Si comemos porque necesitamos estar fuertes para cuidar a nuestra familia, o para trabajar, etc., lo hacemos con una motivación positiva y el comer es constructivo. Si comemos porque es la hora de comer y todos los demás están comiendo, es un acto éticamente neutro.

Lo mismo aplica para la actividad sexual. Si llevamos a cabo un acto sexual a partir de un tremendo apego y deseo, o del enojo, como cuando los soldados violan a las esposas y a las hijas de sus enemigos, es un acto destructivo. Si tenemos una relación sexual, con la persona apropiada, como muestra de afecto y ayuda, con la esperaza de que eso ayude a la persona a sentirse mejor, es un acto constructivo. Si nuestro acto sexual es para cansarnos pues no nos podemos dormir, es un acto neutro.

El resultado de lo que experimentamos en un mismo acto es diferente de acuerdo a la motivación.“ Destructivo” significa que nos generará problemas en el futuro. Para la mayoría de las personas, la motivación negativa del sexo, la cual lo convertirá en destructivo y causará problemas en el futuro, es comúnmente el apego y el deseo anhelante. Lo que necesitamos trabajar, en el contexto de la renuncia, no es el acto sexual en sí, sino ese apego y deseo anhelante.

Veamos un ejemplo. Supongamos que estamos buscando tener el orgasmo perfecto. Tal búsqueda nos ocasiona estar siempre insatisfechos con la experiencia sexual que tenemos. Siempre estamos buscando una mejor, siempre estamos anhelando algo más y no podemos realmente disfrutar lo que tenemos. Esta actitud nos causa frustración y desdicha, nos lleva a nunca tener una experiencia sexual satisfactoria.

Lo mismo sucede si siempre estamos buscando a la pareja sexual perfecta. Nunca vamos a encontrarla y constantemente estaremos insatisfechos; nuestra actitud siempre nos hará infelices. La actividad sexual motivada por este tipo de actitudes es destructiva, es autodestructiva. Siempre que decimos destructivo, nos referimos a auto destructivo.

Así que a eso es a lo que necesitamos renunciar, al mito de la pareja perfecta y del orgasmo perfecto, así como al apego y al deseo anhelante que este tipo de mitos genera. Nuestro deseo anhelante esta basado un una confusión ingenua de que “allá afuera hay una pareja perfecta con quien tendré el orgasmo perfecto”. Eso es un mito, es un cuento de hadas y nunca va a suceder, lo siento.

Tener relaciones sexuales con la pareja de otra persona

Necesitamos tener una aproximación a la sexualidad con una actitud más realista. Cuando vemos en las enseñazas qué tipos de comportamiento sexual son destructivos, encontramos todo tipo de listas. Sin embargo, lo que aparece en todas estas listas, es el tener relaciones sexuales con la pareja de otra persona. Al examinar eso, necesitamos entender por qué es destructivo y por qué nos causará problemas. Existen dos situaciones en las que esta acción destructiva puede ocurrir: cuando nosotros ya tenemos una pareja sexual o cuando no la tenemos. Analicemos el primero de estos casos.

Si decimos que es un acto destructivo porque nos podemos meter en problemas con nuestra propia pareja, ya que saldrá herida en este asunto. Por otro lado, si decimos que la pareja de la otra persona puede salir herida, ese es un nivel de infelicidad que puede surgir; pero no hay seguridad en ello. Quizá estemos en una relación en la que nuestra pareja apruebe esto y tal vez la pareja de la otra persona también lo apruebe, esto es posible.

Tenemos que ser muy cuidadosos con esta situación, porque nuestra pareja puede decir: “No importa, puedes tener relaciones sexuales con otra persona”, pero de hecho puede estar diciéndolo simplemente porque no quiere perdernos. Si se oponen, pueden perdernos, así que creen que es mejor callar y aceptar, aunque en realidad se sientan heridos. Es extremadamente necesario ser sensibles con nuestra pareja para percatarnos si realmente son sinceros al decir que no les importa que tengamos otra relación.

Es posible que no haya problema por parte de nuestra pareja pero tal vez no nos parezca que el o ella tenga relaciones con otro, así que hay algo que obviamente no está bien. Al pensar en esa otra persona con quien estamos teniendo relaciones decimos: “Bueno, mientras su pareja no se entere, y no se va a enterar, todo está bien”, lo cual es una visión poco realista ya que inevitablemente la pareja de la otra persona se va a enterar.

De acuerdo a los textos budistas, el resultado principal que se obtiene de tener relaciones sexuales con la pareja de otro es que la relación que tenemos con nuestra pareja inicial se vuelve inestable, nuestras propias parejas nos serán infieles. Aún cuando no tengamos pareja en este momento, esto puede suceder en futuras relaciones. Adicionalmente, es posible que la infidelidad de nuestra pareja no se manifieste en esta vida, sin embargo, las consecuencias de nuestro adulterio pueden tomar la forma de un divorcio con todos los problemas que esto conlleva.

De acuerdo a los textos, otra cosa más que sucede cuando tenemos relaciones con la pareja de otro es que, al hacerlo generamos las causas de muchas otras acciones destructivas. Por ejemplo, tenemos que mentir acerca de la relación o incluso podemos llegar a robar o matar si nos chantajean con delatarnos ante nuestra pareja, con lo que además peligraría nuestro trabajo. Todo ello, con el afán de deshacernos del chantajista. Por otro lado, un embarazo no planeado con una pareja extramarital puede llevarnos a tomar la decisión de abortar el feto. Todo este tipo de cosas puede suceder aunque, por supuesto, no existe certeza alguna de que sucederán.

En la discusión sobre las parejas sexuales inapropiadas, los textos clásicos Budistas parecen no diferenciar entre el tener o no tener una pareja sexual. Sin embargo, creo que tendríamos que pensar, especialmente en el contexto occidental moderno que, las consecuencias negativas, como las que acabo de mencionar, podrían darse en ambas situaciones. De la misma manera, los textos clásicos tampoco mencionan las consecuencias negativas que podrían ocurrir cuando ya contamos con una pareja y tenemos relaciones sexuales con alguien más que no tiene pareja o que no tiene restricción alguna para tener relaciones sexuales, ya sea por parte de sus padres o por algún tipo de votos. Creo que aquí también tendríamos que decir que, el mismo tipo de consecuencias dolorosas podrían ocurrir.

Insatisfacción

Si hacemos un análisis profundo, descubriremos que lo que hace destructivo al hecho de tener relaciones sexuales con la pareja de otro, es la insatisfacción. Si ya tenemos una pareja, es nuestra insatisfacción interna hacia nuestra propia pareja la que causa que busquemos otra. Aún cuando no tengamos pareja, nos sentimos atraídos hacia la pareja de otro porque estamos insatisfechos con la búsqueda por un compañero entre aquellos con quienes sería apropiado hacerlo. Quizá ni siquiera hemos tratado de encontrarla.

La insatisfacción es la culpable de casi todas las formas de comportamiento sexual inapropiado mencionado en los textos clásicos: tener sexo por los orificios corporales inapropiados, en momentos inapropiados, en lugares inapropiados, etc., etc. El punto básico en todos ellos es la insatisfacción. Por ejemplo, digamos que podemos tener relaciones sexuales en la privacidad de nuestra propia recámara durante la noche cuando nadie vendrá a tocar la puerta. Sin embargo, estamos insatisfechos con eso, no es lo suficientemente excitante. Así que decidimos tener relaciones sexuales afuera de la casa, en el patio trasero durante el día, cuando cualquiera puede pasar y vernos y causar todo tipo de escándalos y vergüenzas. Asimismo, podemos decidir tener relaciones sexuales en el suelo de la sala, durante el día, cuando los niños pueden entrar en cualquier momento y vernos, lo cual puede causarles un gran trauma.

La insatisfacción puede tomar muchas formas. Estamos básicamente insatisfechos con lo que tenemos y queremos más. Por ejemplo, tenemos establecidas algunas reglas sexuales con nuestra pareja, durante el acto sexual hay ciertos acuerdos en cuanto a posturas y maneras Estas reglas no son estrictamente puritanas: como sólo optar por una determinada postura; sino digamos que tenemos establecido todo un repertorio de formas.

Antes que nada, para que tal repertorio sea apropiado, no puede incluir formas sexuales que sean convencionalmente destructivas para cualquiera de ambos. Si en nuestro repertorio establecido está el atar a la otra persona con cadenas y torturarla antes o durante el acto, entonces tal comportamiento sadomasoquista es inaceptable. Por otro lado, si tenemos relaciones sexuales sin protección con alguien, entonces nos pueden transmitir o le podamos transmitir una enfermedad sexual, lo cual también sería destructivo e inaceptable. Las formas de nuestros actos sexuales necesitan ser, de manera convencional, razonables y sanas.

Por supuesto que puede haber muchas opiniones, tanto individuales como culturales, acerca de cuáles formas sexuales son razonables y sanas, y cuales otras son destructivas, pero dejemos esa discusión a un lado. Lo que hace a un acto sexual destructivo es que estamos insatisfechos con nuestro propio patrón no destructivo, el cual fue establecido por ambos. Por ejemplo, necesitamos consultar manuales de sexo exótico y esotérico y probar cientos de posturas diferentes para hacer nuestra relación sexual más excitante. Quizá hasta pensemos: “Hay que hacer el amor parados de cabeza”, porque estamos buscando un tipo de placer ideal que nunca jamás vamos a encontrar. Estamos buscando un tipo de experiencia sexual idealizada, la cual, es simplemente un mito, como el mito de la pareja perfecta y del orgasmo perfecto, que no va a suceder nunca.

La insatisfacción es la que en verdad mete el desorden, este anhelar por algo más y más, algo mejor y mejor. Este anhelo está basado en el aferramiento al: “YO, YO, yo necesito tener más”. Especialmente en lugares como este, en donde una comunidad de personas con cálidos afectos por los demás, viven muy cercanos unos a otros, alejados de la ciudad y donde algunas veces, personas que ya tienen una pareja, tienen relaciones sexuales con la pareja de otros. Es importante analizar la motivación de dicho comportamiento y averiguar si está basada en la insatisfacción con la propia pareja y la búsqueda de algo mejor, mejor y mejor.

Si está basada en tal actitud, va a ser autodestructiva. Inevitablemente nos causará problemas e infelicidad. Ya sea que produzca felicidad o infelicidad a nuestra nueva pareja o a nuestra antigua pareja, eso es otro asunto. Inevitablemente nos causará problemas a nosotros mismos. Es nuestra elección, si queremos continuar infelices y frustrados, porque este tipo de búsqueda está condenada a la frustración, pues continuemos, es nuestra elección. Sin embargo, si queremos detener esta infelicidad, esta ansiedad de constante frustración y búsqueda por algo mejor, entonces necesitamos abstenernos de este tipo de actividad.

El hermoso cuerpo y el amor libre

Otro punto es que podríamos estar engañándonos con lo que constituye un comportamiento sexual inocente. En occidente tenemos la idea del “hermoso cuerpo”. El culto al cuerpo es quizá una herencia de la antigua Grecia y del Renacimiento. Nos es familiar la idea de que el cuerpo joven es tan bello y perfecto que casi lo adoramos. Con este tipo de actitudes hacia el cuerpo, cuando tenemos relaciones sexuales, las consideramos algo bello y maravilloso. Realmente creemos que nos va a proporcionar gran felicidad a ambos y aquí estamos hablando de la idea occidental que tienen algunas personas sobre el “amor libre”.

Por ejemplo, podemos estar ya involucrados en una relación que implique intimidad y en una fiesta conocemos a otra persona que nos parece atractiva y sexy. Podemos pensar: “No me siento realmente insatisfecho con mi pareja, pero el cuerpo de esta persona es tan bello que necesito acariciarlo. Necesitamos hacer el amor y celebrar la belleza de nuestros cuerpos, hacer el amor será bellísimo”. Quizá hasta pensemos: “Hacer el amor será tan espiritual”. Este ingenuo pensamiento es en realidad un auto engaño. Bajo nuestra creencia de que el sexo es “libre” y completamente inocente, bello y hasta espiritual, puede haber una gran cantidad de deseo, avaricia y aferramiento, alimentados por nuestra inocente adoración hacia el hermoso cuerpo.

Como buenos occidentales, a la mayoría de nosotros no nos gustan las enseñanzas budistas sobre la presencia mental de lo que yace bajo nuestra piel, de lo que está dentro del estómago e intestinos y demás. Sin embargo, cuando ignoramos la realidad de lo que está dentro del cuerpo, caemos presas del mito sobre el hermoso cuerpo y éste se convierte en un objeto de deseo obsesivo.

El budismo describe a este deseo anhelante como una emoción perturbada que está basada en la concepción errónea de su objeto. Es decir, que se basa en una exageración de las cualidades buenas o atractivas de su objeto. Cuando el cuerpo es el objeto, el deseo anhelante considera algo que es básicamente impuro como puro y maravilloso. Tan sólo pasen una semana en el verano sin bañarse y sin lavarse los dientes y verán que tan puro y limpio es el cuerpo. Asimismo, el deseo anhelante considera algo que básicamente producirá problemas, como la fuente de la felicidad primordial, o algo que es impermanente como permanente, o algo que no tiene esencia sólida, como si la tuviera. Cuando actuamos bajo la influencia de tal concepción ingenua y errónea, nos creamos problemas.

Así que, si queremos evitar la infelicidad como resultado de nuestro comportamiento sexual, lo que necesitamos hacer es dejar de idealizar al sexo. Esto no quiere decir que dejemos de hacer el amor, pero no lo idealicemos. En otras palabras, seamos realistas acerca del cuerpo de la otra persona y del nuestro. Los pies a menudo sudan y huelen mal. Eso es un hecho, así que no pretendamos que no existe y que el cuerpo es siempre bello y maravilloso como salido de una película de Hollywood, porque ¡no es así!

Es más, una relación sexual no nos va a proveer la felicidad primordial, ni a la otra persona, ni a nosotros. Así que si pensamos: “Oh, voy a hacer el amor con esta otra persona y eso va resolver todos sus problemas y la hará feliz”, o “Resolverá todos mis problemas y me hará feliz”, eso es un mito, no se logrará eso, obviamente. Quizá le brinde o nos brinde un alivio temporal a la tensión, pero seamos realistas a ello. El alivio es sólo temporal, no es nada profundo. No es la gran cosa, obviamente no durará mucho, así que no debemos engañarnos al respecto.

Y si yacemos abrazados a la otra persona, bueno, el brazo que queda por debajo, se va a adormecer tarde o temprano. Hay un montón de cosas incómodas que pasan inevitablemente, tenemos que aceptar que todo esto es parte de los problemas generales del samsara. Tenemos este tipo de cuerpo, el cual está mezclado con confusión y nos causa problemas. Lo mismo sucede al tener relaciones sexuales, también estarán inevitablemente cargadas de problemas. Así que si romantizamos e idealizamos a las relaciones sexuales, obtendremos mucha infelicidad de ellas. Necesitamos ser realistas.

Las muestras de afecto

Un último punto antes de abrir la sesión para discusión, es la cuestión sobre cómo demostrar afecto a otros. Tengamos o no una pareja, si sentimos un fuerte afecto por alguien ¿cuál es la manera apropiada de demostrar dicho afecto? Algunas personas podrán pensar que la única manera real de demostrar afecto es con algún tipo de comportamiento sexual. Quizá no sea involucrándose en el acto sexual en sí hasta alcanzar el orgasmo, pero puede ser interactuando intencionalmente de una manera sexualmente estimulante para nosotros, para ellos o para ambos. Es obvio que no pensaríamos aplicar este método en todos los seres por los que sintamos afecto. Por ejemplo, si siento un gran afecto por mi perro, frecuentemente se lo demuestro al acariciarlo, pero no se me ocurriría ni estimularlo ni involucrarme sexualmente con él.

Esto se vuelve una cuestión interesante al observar cómo la demostración de afecto puede verse culturalmente afectada. Por ejemplo, cuando los occidentales visitan la India o el Medio Oriente, a menudo se sienten confundidos ante las señales de afecto entre la gente local. Esto sucede porque en la India y en la mayoría de los países del Medio Oriente, a dos amigos del mismo género se les verá caminando por la calle tomados de la mano o simplemente suelen tomarse de las manos durante un largo tiempo. Tal conducta en occidente se interpretaría de manera muy diferente. En la India y en el Medio Oriente, esto no tiene una connotación sexual. En esas culturas, el tomarse de la mano es una señal apropiada para demostrar afecto y amistad a otra persona de su mismo género, mientras que en las culturas británica o estadounidense, eso mismo se consideraría con una connotación sexual y por lo tanto sería una conducta inapropiada entre heterosexuales.

Otro ejemplo sucede en las culturas de Europa occidental, cuando un hombre saluda a una mujer, la besa en las mejillas una, dos, tres y hasta cuatro veces, dependiendo de la cultura y esto no tiene una connotación sexual en lo más mínimo. De hecho tan sólo pega su mejilla contra la de ella y ni siquiera le toca la cara con los labios. Sin embargo, en India, por ejemplo, los hombres nunca harían eso. De hecho en el Medio Oriente islámico, los hombres se saludan entre sí de esta manera, donde tampoco se le da una connotación sexual.

Otro punto interesante es que los occidentales parecen tener el apremio de decir “te amo” como si expresar nuestro amor con palabras lo hiciera real. Como si las palabras pudieran dar una existencia verdadera a nuestro amor. Si además me contestas que me amas, entonces eso también hará que este amor sea real. Por otro lado, si no dices “te amo” o no lo dices con la suficiente frecuencia, eso implica que en realidad no me amas. Es muy interesante, desde el punto de vista del vacío, percatarnos cómo nos imaginamos falsamente que las palabras pueden crear o probar la existencia verdadera de nuestras emociones.

Sin embargo, si observamos a la sociedad tradicional de la India, la gente no dice “te amo”, ni siquiera a sus cónyuges o a sus hijos. En tibetano ni siquiera existe tal expresión. En esos lugares se demuestra el amor y el afecto con acciones, no con palabras.

La relevancia de todo esto, en cuanto a poder expresar nuestro afecto por alguien reside en si necesitamos o no tener un contacto sexual con dicha persona. Si sentimos que es necesario, quizá nos estemos engañando. Nuestra motivación puede ser no sólo ingenua sino también como un deseo anhelante. Aquí la ingenuidad radicaría en pensar: “Necesito hacer el amor contigo para demostrarte y probarte mi afecto. Esa es la única manera en que realmente puedo expresar mi amor”. Aún cuando nuestra manera de pensar no sea así de extremista, quizá sintamos la necesidad de expresar nuestro amor a la persona besándola apasionadamente en los labios. Esto es un tema importante para pensar: ¿un beso apasionado realmente expresa y demuestra nuestro amor y es ésta la única manera de comunicarlo? Este es un punto muy interesante a tocar, en verdad, especialmente cuando vamos examinando de manera más profunda las motivaciones que guían nuestra actividad sexual.

Pero quizá esto sea suficiente como presentación inicial. Discutamos algunos de los temas mencionados.

Sexo, diversión y variedad

¿Y qué hay con la diversión? El sexo también es divertido y algo bello para ambas personas. Adicionalmente, para quedarnos con la analogía de la comida y el hambre, yo no quiero vivir tan sólo de pan y agua todos los días. Así que trato de prepararme una rica comida a veces o salir a comer fuera de vez en cuando, para hacerlo más interesante al incluir algo diferente. ¿No es una actitud razonable para mantenernos sanos y satisfechos?

De tu pregunta se derivan dos puntos, el primero es que el sexo es divertido. Sí, el sexo puede ser divertido. El problema viene cuando idealizamos al sexo e imaginamos que es la solución perfecta para hacernos felices. Lo que causaría el menor de los problemas aquí, sería disfrutar el sexo por lo que es, y no convertirlo en algo más grande de lo que es. Seguro que es divertido, pero no es la felicidad ideal y duradera. El comer es placentero y divertido, pero unas horas después de haber comido, volvemos a tener hambre. Lo mismo nos pasa con las relaciones sexuales.

El segundo punto se refiere a la analogía de que sería fastidioso el sólo comer pan y agua todo el tiempo, así que algunas veces es natural querer algo más interesante. El pensar de esta manera sobre el sexo nos dice mucho de la relación sexual que tenemos con nuestra pareja. Si tal relación nos parece como comer sólo agua y pan, entonces hay algo que no funciona bien nuestra relación. El optar por formas sexuales exóticas, como el cocinar una rica comida, o el tener relaciones sexuales con alguien más para variar, como el salir a comer fuera de casa, no resolverá el problema, quizá lo hará más grave.

Hice mención a este ejemplo sólo por la analogía utilizada del hambre por alimento con el hambre sexual. Está bien y es bello comer pan y agua, pero no todos los días si es que queremos mantener la diversión viva.

Esto despierta un punto muy interesante: ¿qué es diversión? La diversión es algo muy difícil de definir. ¿Le gustaría a alguien dar una definición de diversión? Sólo por darles un ejemplo, recuerdo una ocasión en que estaba con mi maestro Serkong Rimpoché en Holanda. Estábamos hospedados con unas personas muy ricas que tenían un gran yate en un lago extremadamente pequeño, un día nos llevaron a pasear en él. Se sentía como si estuviéramos navegando en una tina de baño, lo único que podíamos hacer era dar vueltas en círculo alrededor del laguito detrás de una fila de otros cincuenta barcos que hacían lo mismo. El comentario que Serkong Rimpoché me hizo en tibetano sobre este evento fue: “¿Es esto lo que ellos consideran diversión?”.

Así que ¿qué es “diversión”? ¿Es divertido subirse a una montaña rusa que nos asusta y nos marea? ¿es eso realmente la felicidad?

Insatisfacción y aburrimiento

De cualquier manera, regresemos al punto sobre sexualidad y cómo hacerla más interesante. Esto nos lleva a la discusión de qué es el aburrimiento y por qué surge. Creo que el aburrimiento surge del tener demasiadas opciones disponibles y por lo tanto la expectativa de la variedad. La cultura occidental moderna nos enseña desde niños a esperar la variedad. A un niño de esta cultura siempre se le pregunta: “¿Qué quieres?, ¿qué te quieres poner hoy?, ¿qué quieres comer hoy?”. A los niños occidentales desde muy temprana edad se les enseña a elegir entre una gran variedad de posibilidades. Naturalmente el niño espera que dicha variedad de elección esté siempre disponible.

Por ejemplo, consideremos los supermercados occidentales y la cantidad de canales de televisión. En ellos hay cientos de alternativas. Con base en las expectativas de encontrar algo interesante entre tal variedad de opciones disponibles, muy pronto surge el aburrimiento, ya que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos. Siempre estamos esperando que algo nuevo o diferente sea más interesante o delicioso.

Esta expectativa de variedad y el aburrimiento que a menudo la acompaña, parecen transferirse a nuestras actitudes occidentales modernas hacia la sexualidad. Como occidentales modernos, parece gustarnos la variedad en nuestra sexualidad, ya que tendemos a aburrirnos con lo mismo todo el tiempo. Esa variedad podría darse en términos de diferentes posturas con nuestra pareja o en términos de buscar parejas diferentes. Así que necesitamos pensar sobre el papel del aburrimiento en nuestra búsqueda de tener mayor diversión con el sexo. Necesitamos pensar en qué es interesante y en qué ya no es interesante, asimismo, en cuáles son los límites y por qué.

En cuanto a cómo nosotros, los occidentales modernos, podemos manejar nuestras expectativas adquiridas y la necesidad de tener una mayor variedad creo que, tal como lo comentamos anteriormente, el contar con un repertorio sexual con nuestra pareja establecida puede ser la solución, más que tener aventuras sexuales con otros. Si acordamos cierto régimen sexual con nuestra pareja, no sólo en términos de una sola postura, sino que contenga un repertorio de varias, entonces, eso nos dará un poco de variedad. Lo que causa problemas aún al tener esta variedad de posturas con nuestra pareja es el estar constantemente en la búsqueda por la manera perfecta y novedosa de hacer el amor. Dicha búsqueda está basada en la insatisfacción y frustración constante, así que no disfrutamos lo que tenemos. Esta actitud es la alborotadora.

No creo que podamos decir que hacer el amor adoptando diferentes posturas con nuestra pareja sea inherentemente destructivo y que madurará en infelicidad y sufrimiento. El problema es la actitud de aburrimiento e insatisfacción y la búsqueda eterna por algo más interesante y divertido. Esto aplica también si pensamos en probar algo diferente y más divertido con otra pareja, aunque sea de vez en cuando para luego regresar a nuestra dieta sexual acostumbrada.

¿Podría ahondar un poco más en el tema de la insatisfacción?

La insatisfacción y las expectativas están muy ligadas. Surgen de proyectar y aferrarse a algo que no existe. En este caso lo que proyectamos es la pareja ideal perfecta. El príncipe azul que llegará montando un caballo blanco y que será perfecto. Haremos el amor, se escucharán trompetas y se verán fuegos artificiales en el cielo y habremos ganado la lotería. Esta es una total fantasía que nunca va a suceder. Así que la insatisfacción proviene de creer en el mito, en el cuento de hadas de que el príncipe azul o la princesa caramelo nos esperan y de que existe el orgasmo ganador del premio gordo.

Alivianar una situación difícil en casa

Es mucho más fácil tener relaciones sexuales con una persona con quien no compartimos la vida cotidiana con todos sus problemas y que no está cansada al final de un difícil día de trabajo o de lidiar con los niños. Es mucho más ligero si salimos de la relación acostumbrada con nuestra pareja. Hay una gran diferencia en la calidad de la experiencia sexual con alguien más.

Bien y ¿cuál es la motivación para esto?

Alivio y aligerar nuestra situación actual.

Una vez más pienso que hay varias maneras de tranquilizar la situación. Es necesario considerar la causa y el efecto. Podemos salir a correr o hacer algún deporte, ir al cine, masturbarnos en el baño o tener relaciones sexuales con una prostituta o una persona soltera o con la pareja de alguien más. En la búsqueda por alivianar nuestra situación, ¿cuál de estas alternativas podría ser la menos o la más destructiva?, ¿son todas iguales?

Una de las formas de no percatarse o de estar en la ignorancia se refiere a la causa y efecto kármicos. Podemos pensar que nuestras acciones no tendrán consecuencias o simplemente no pensamos en ellas. Sin embargo, necesitamos pensar en los efectos que nuestro comportamiento traerá en esta situación, no sólo los que nos afectarán a nosotros sino también a nuestra pareja y a la pareja de la otra persona, si es que la tiene y a los hijos involucrados en caso de existir. Asimismo, tenemos que pensar en las consecuencias que traerá a la comunidad como un todo, ya que viven en una comunidad tan pequeña. En algunos casos, después de haber probado una fruta exótica, es mucho más insatisfactorio regresar al pan y al agua.

Por supuesto, mucho depende de la situación individual, pero necesitamos realmente examinar nuestra motivación, pensar en todas las personas involucradas y sus sentimientos y a un nivel más básico, la relación con nuestra pareja. Necesitamos examinar las consecuencias de cada una de las alternativas disponibles, no es algo fácil. ¿Es posible obtener alivio, aligerar la carga de nuestra situación actual de otras maneras que no sean buscando y teniendo un amorío con alguien más?, ¿o es esa la única forma? Y si pensamos que es la única forma, entonces la pregunta importante es: ¿por qué es esa la única forma? ¿El tener un amorío con esa persona es nuestra manera de demostrarle afecto, porque tenemos profundos sentimientos amorosos hacia el o ella o sólo vamos a tener relaciones sexuales con cualquiera que esté dispuesto y disponible? Esa también es una pregunta interesante.

Tenemos que percatarnos también del nivel que queremos alcanzar en nuestra práctica espiritual. ¿Es nuestro objetivo la total liberación o la iluminación? Si es este el caso, entonces querremos evitar cualquier cosa que cause sufrimiento o limite nuestra habilidad para ayudar a otros. Así que elegiríamos abstenernos de cualquier tipo de relación extramarital ya que definitivamente nos traería más problemas y a fin de cuentas, haría que otros desconfiaran de nosotros. En tal caso, trataríamos de elegir las acciones menos destructivas, o mejor aún, trataríamos de encontrar una solución éticamente neutra. La misma respuesta aplica aún si no estamos en la búsqueda de un camino espiritual.

Relaciones insatisfactorias

Si, por ejemplo, nuestro objetivo es la liberación ¿esto quiere decir que necesitamos quedarnos en una situación en la que nos sentimos insatisfechos o realmente infelices? ¿Cómo podemos reconocer el momento de terminar una relación?

Cuando una relación es mutuamente destructiva y hemos sido incapaces de remediarlo es, definitivamente, el momento de terminarla. Las enseñanzas budistas nunca dicen que debemos de permanecer en una situación mala o negativa. Sin embargo, es importante ser honestos con la otra persona. Si vamos a salir de una relación, salgamos pues, no nos quedemos en ella y al mismo tiempo estemos con alguien más porque es muy probable que ésto justamente empeore la situación.

Creo que una de las razones por la que las relaciones son insatisfactorias y que a su vez conlleva a tener grandes problemas es la expectativa de que durarán para siempre, ¿ya sabe? la idea de “hasta que la muerte nos separe”.

Desde el punto de vista budista, pensamos en términos de incontables vidas futuras y pasadas. Una relación cercana con alguien no es algo limitado únicamente a las fronteras de una sola vida. Si tenemos una fuerte relación con alguien, es porque existe una conexión kármica de vidas anteriores. De la misma manera, cuando terminamos una relación y nos separamos de alguien, la conexión kármica no desaparece al grado de no volver a tener relación alguna con esa persona en vidas futuras. No podemos tirar a alguien a la basura así como tiramos una col vieja que se ha podrido.

Así que, si decidimos junto con nuestra pareja que lo mejor es terminar la relación, digamos, divorciarnos, vivir separados o dejar de tener relaciones sexuales, es mejor hacerlo de manera positiva y no negativa. Si es posible trataremos de mantener algún tipo de relación amistosa en adelante, aunque sea sólo en actitud, hacia la otra persona. Esto es especialmente importante si hay hijos de por medio. Si además vivimos en la misma comunidad pequeña, necesitamos intentar ser amables cuando nos encontremos, ya que si somos hostiles el uno al otro, inevitablemente esto afectará negativamente a aquellos que nos rodean.

Si entiendo correctamente, cuando se termina una relación intima con una persona no se termina la conexión kármica con ella sino que la relación simplemente cambia de expresión. El vínculo cambia de forma, por lo que, si soy malo y hostil hacia mi ex-pareja, sigo relacionándome con ella. Así que usted dice que es mejor relacionarme con la persona de manera positiva pero menos intensa e íntima. Esto es permitir que la relación cambie al tener en mente la idea de que existe una cadena de vidas y una continuación del karma ¿entiendo correctamente?

Sí, aunque es posible que no sea fácil, especialmente si nuestra pareja es la que ha propiciado la separación y seguimos sintiéndonos heridos o tristes. Sin embargo, de alguna manera, necesitamos sobreponer ese dolor y tratar de desarrollar un marco mental más positivo. Lo principal es seguir adelante con nuestra vida sin atorarnos en pensamientos del pasado. De cualquier manera no tenemos alternativa, la vida continúa.

Si seguimos identificándonos como un miembro de una relación mala o insatisfactoria, nos seguiremos sintiendo heridos y teniendo sentimientos negativos hacia nuestra ex-pareja. No obstante, si comenzamos un nuevo capítulo en nuestra vida y nos identificamos con eso, ya sea un nuevo capítulo como una persona soltera o con otra pareja, estaremos en un marco emocional mucho más estable. Con una mayor estabilidad emocional y confianza en nuestra habilidad de seguir adelante con nuestra vida, seremos capaces de tener actitudes positivas hacia nuestra ex-pareja. Seremos capaces de enfocarnos más en las cualidades positivas de la persona y no en sus defectos y en las dificultades que tuvimos juntos.

La expresión de un sentido de relación con todos

¿No estamos relacionados y conectados de alguna manera con todos y con todo? Nosotros simplemente nos fijamos más en esa conexión cuando tenemos una relación de pareja.

Esto nos hace regresar a la misma pregunta de cómo expresamos esta relación y de si es necesario expresarla a través de una relación sexual, tomarse de las manos, comer juntos, salir juntos o ¿cómo?

Esta pregunta de cómo demostrar afecto es realmente difícil de responder, porque si vemos la respuesta apropiada del Dharma, sería que, necesitamos mostrar afecto de manera tal que la otra persona mejor pueda recibirlo y entenderlo sin malinterpretarlo. Nuestra demostración de afecto necesita comunicarse de manera precisa con la otra persona ¿de acuerdo?

Ahora bien, esto es fácil con algunos seres. Puedo ser afectuoso con mi perro al acariciarle la cabeza o al darle un hueso. Estas son formas apropiadas de demostrar afecto a un perro, las cuales éste entiende y aprecia. No pienso demostrarle afecto a mi perro de la misma manera que a un ser humano, aunque algunas veces quiera abrazar a mi perro. De hecho, en realidad a mi perro no le gusta que lo abracen, esa es una manera inapropiada de demostrarle afecto a un perro. Por otro lado, los perros muestran afecto entre ellos, especialmente si van a aparearse, al morder el cuello de la hembra. Sin embargo, esto sería una manera inapropiada para un humano de demostrar su afecto hacia un perro o hacia otro ser humano.

De la misma manera, entre los seres humanos, existen formas apropiadas e inapropiadas de demostrar afecto hacia los hombres, mujeres, niños, adultos, indios, italianos, alemanes, ingleses, estadounidenses, japoneses, y demás, y todas ellas son diferentes. Las diferencias residen no sólo en la persona a quien mostramos afecto sino que también dependen de si somos hombres, mujeres, niños, adultos y de la posición de los otros en nuestra vida, de las circunstancias en las que nos encontramos, de la gente que nos rodea y demás. Sin embargo, a menudo tenemos la creencia inconsciente de que “mis sentimientos son verdadera y sólidamente existentes y de que tengo que expresarlos a MI manera”. Hay un gran YO, YO, YO ahí, que causa que actuemos compulsivamente.

Este aferramiento a un “yo” sólido es muy difícil de superar. Es tan difícil porque nos engañamos en creer que al expresar nuestro afecto somos unas personas amorosas. Nunca pensamos que quizá hacemos sentir incómoda a la otra persona o que tal expresión pueda ser destructiva. Pensamos que somos una persona amorosa y que si la otra persona no acepta nuestras demostraciones de amor y afecto nos está rechazando.

Por otro lado, si demostramos afecto de la manera en que la otra persona puede aceptarlo y entenderlo, pero que no es MI manera, nos sentimos insatisfechos. La demostración de afecto no nos parece real. Por ejemplo, digamos que MI manera de demostrar afecto es teniendo contacto físico con alguien, como abrazarlo y que esa es la única manera que a mi me parece real. Eso será un gran problema si soy un hombre y siento afecto por una mujer musulmana tradicional que no sea mi esposa.

La necesidad de la meditación para manejar los deseos que surgen súbitamente

¿Qué se puede hacer para manejar el deseo en el momento en que surge, este aferramiento al placer que viene de repente? Por ejemplo, conocemos a alguien, nos sentimos cercanos a esa persona y tenemos una buena manera de comprendernos. Después sucede que nos sentimos atraídos y que queremos hacer el amor. Esta es una situación muy común que creo que todos conocen. Las ideas que ha explicado son fáciles de entender, de compartir y de seguir, pero en esos momentos, no queremos verlas. Confiamos en la emoción que surge y creemos que está bien seguirla. ¿Cómo podemos manejarla en ese momento? Como ya dijo, la sexualidad en si misma no es el problema sino las emociones detrás de ésta, que son con las que necesitamos trabajar.

Bueno, usted sabe, este problema no se limita al sexo. Por ejemplo, cuando los niños se portan mal, en ese momento nos enojamos y les gritamos. Sabemos intelectualmente que eso no va a ayudar, que no es la mejor manera de manejar la situación, pero la situación es tan apremiante que instintivamente nos enojamos y gritamos. Lo mismo pasa al tener relaciones con alguien. No hay gran diferencia en términos de cómo manejar las emociones del momento en ambas situaciones.

En ambos casos, lo único que ayuda es haber meditado mucho con anterioridad. Con la meditación vamos construyendo hábitos más benéficos de estar atentos, de tener presencia mental en lo que está sucediendo, de aplicar los antídotos, etc. Con suficiente familiaridad, nuestros nuevos hábitos también surgirán en ese momento en el que se presente el deseo y seremos capaces de ponerlos en práctica.

El “síndrome del perro hambriento” y alimentar al demonio

Existe otro factor que puede afectar nuestra dificultad para controlar el deseo sexual que surge repentinamente en el momento en el que estamos con alguien. Esto quizá no sea relevante para todos, pero algunas personas tienen la sensación de que: “Se está presentando la oportunidad de hacer el amor con alguien” e inconscientemente se sienten como un perro hambriento. Tengan o no una pareja sexual, piensan: “Si no aprovecho esta oportunidad ya no voy a tener otra”, Así que aunque la persona no sea la mejor opción como pareja, toman lo que pueden. Una variante de este síndrome le ocurre a las personas que pasan por la crisis de los cuarenta, con la sensación de que esta es su última oportunidad antes de volverse más viejos y poco atractivos.

Si hemos experimentado este tipo de síndrome, pude ser muy revelador examinar por qué nos sentimos como un perro hambriento. Necesitamos explorar el aferramiento al “yo” sólido que subyace en nuestra sensación de estar hambrientos de afecto, las actitudes de: “merezco afecto”, “¿por qué todos tienen afecto menos YO?”, “nadie me quiere”, etc.

Una manera útil para superar este síndrome, es el método desarrollado por Tsultirm Allione, llamado “alimentar al demonio”. Es una adaptación que ella desarrolló a partir del la práctica budista chod, la cual se utiliza para cortar con el aferramiento al yo, alimentando a los demonios con nuestro propio cuerpo.

Este método consiste en colocar un cojín o almohada frente a nosotros y sentarnos dándole la cara a éste. Necesitamos identificar un problema emocional difícil que tengamos, digamos el de sentirnos hambrientos de afecto. Este sentimiento de sentirnos hambrientos nos ha hecho vagar compulsivamente tratando de buscar otras parejas. Imaginamos y tratamos de sentir que el problema está merodeando dentro de nosotros, como algún tipo de demonio que nos acecha. Posteriormente, intentamos imaginar la apariencia de este demonio: ¿qué tipo de forma y color tiene?, ¿es delgado?, ¿tiene mil brazos y manos que se extienden en búsqueda de alguien?, ¿tiene espinas afiladas en su espalda y colmillos puntiagudos?, ¿es grande y gordo? o ¿pequeño y demacrado?

Entonces imaginamos que el demonio sale de nuestro interior y se sienta en el cojín que está frente a nosotros, luego le preguntamos: “¿Qué quieres?” e imaginamos al demonio contestando o podemos movernos al cojín y ver hacia donde estábamos y respondernos: “Quiero afecto, quiero ser capaz de tener afecto sin que nadie me interrumpa o me lo quite” o aquello que sea lo que el demonio quiere.

Al regresar a nuestro asiento, si es que nos cambiamos de cojín, alimentamos al demonio imaginariamente. Le damos al demonio lo que quiere, en este caso, afecto físico y se lo damos de nosotros mismos. Lo alimentamos sin límite hasta que el demonio se sacia. Esto puede ser muy efectivo. Tsultrim Allione ha visto grandes beneficios al aplicar este método, especialmente con pacientes de SIDA y de cáncer. Tal parece que ayuda a fortalecer el sistema inmunológico. Por favor pónganlo a prueba con cualquier problema que tengan.

[Meditación]

Los efectos de alimentar al demonio

¿Tienen algún comentario sobre esta práctica?

Encontré gran riqueza al practicarla. Realmente sentí que podía dar todo, porque normalmente no me siento así. Pero cuando hice esta meditación sentí que en verdad hay mucho que puedo dar. Creo que este es un efecto colateral significativo. Además de alimentar al demonio y de manejar el problema también trae consigo una sensación de que hay una gran riqueza que se puede dar.

Esta sensación de riqueza es similar a la que se obtiene en la práctica del tantra cuando consagramos las ofrendas. Primero purificamos los objetos que estamos ofreciendo, tales como flores, incienso, velas o alimentos, con nuestro entendimiento del vacío. Luego los transformamos en néctares y otras formas puras. Finalmente, los multiplicamos para que se conviertan en una cantidad infinita y así poder hacer las ofrendas de manera ilimitada; que nunca se acaben. Si realmente internalizamos este procedimiento al hacer las ofrendas, entonces en esta práctica de alimentar al demonio, sentimos que tenemos una cantidad infinita de afecto que dar, o atención o lo que sea que quiera nuestro demonio particular.

También encontré que sale de manera muy natural darle al demonio lo que quiere y que una vez que lo tiene, se va. Pero, ¿cómo llegamos a eso? Antes estábamos tan identificados con el demonio dentro de nosotros que no queremos darle nada a nadie, es realmente extraño.

Es extraño, funciona porque le damos al demonio lo que nosotros mismos queremos y necesitamos y es muy curativo. Dar a otros lo que nosotros necesitamos es la solución. Si, por ejemplo, hemos tenido una mala relación con alguno de nuestros padres o ambos, la única manera real de resolverlo es siendo buenos padres con nuestros propios hijos y con otros niños. Necesitamos darles lo que nos hubiera gustado tener y con suerte no de manera neurótica, sino de manera positiva. Esto puede ser muy curativo, muchas personas siguen este procedimiento en términos de dar a sus hijos las ventajas materiales y oportunidades que ellos no tuvieron como niños, pero es más importante psicológicamente, darles la atención y el afecto que nos pudo haber faltado.

Dar al demonio me da una sensación de gran satisfacción.

Creo que es porque a través de la práctica obtenemos la confianza en nosotros mismos de que somos capaces de dar. Tenemos algo que ofrecer y al ser capaces de darlo a alguien que lo acepta, digamos el demonio, nos da un gran sentido de valor personal.

Una razón más profunda de por qué funciona esta práctica es porque, en un sentido, tal como en la práctica chod, estamos cortando al “yo” sólido. Lo cortamos porque identificamos el problema con el demonio mismo, que a su vez representa la identidad del “yo” sólido. Por ejemplo, si el demonio quiere ser amado y le damos amor y comprensión ilimitados para que se satisfaga y se vaya, ese “yo” sólido que se identificó con el demonio ya no está ahí. Esto nos da la oportunidad de reforzar una percepción sana del “yo”. Al habernos demostrado a nosotros mismos que somos capaces de dar, nuestro sentido de valor personal basado en una sensación sana de un “yo” se fortalece. Esto nos permite dar a otros libremente lo que nosotros habíamos necesitado tan desesperadamente. Esté es el meollo de la práctica chod, cortar el “yo” sólido.

Al hacer el ejercicio, mi demonio era la sensación de ansiedad que experimento dentro de mí y que me hace, compulsivamente, tratar de adivinar lo que otras personas esperan de de mí. Lo que le di al demonio fue espacio para ser él mismo, sin tener que complacer siempre a los demás. La sensación fue muy liberadora.

Este es un buen ejemplo de cómo trabajar con el problema subyacente que puede conducirnos a a tener amoríos fuera de nuestra relación de pareja. Quizá sintamos que en la relación con nuestra pareja, siempre tenemos que hacer lo que espera de nosotros. Por lo que nos sentimos claustrofóbicos y compulsivamente tenemos que encontrar una pareja fuera de la relación con quién podamos relajarnos. Tal como lo decía alguien hace rato, podemos divertirnos con ella sin las presiones y problemas que sentimos en casa. Pero si le hemos dado al demonio y por tanto a nosotros mismos, el espacio para ser nosotros, nuestra sensación de claustrofobia comienza a desaparecer. De esta manera entonces, podemos estar más relajados aún en una situación difícil en casa. Asimismo, nos permite darle espacio a nuestra pareja también.

Este tipo de prácticas de meditación son de mucha ayuda para manejar la insatisfacción en las relaciones sexuales que nos llevaría compulsivamente a buscar siempre más y más. Esta compulsión es un demonio, así que ¡alimenta al demonio!

El manejo de la atracción física a la belleza

¿Piensa usted que el sentir atracción por otros es casi siempre un síntoma de insatisfacción en nuestra relación?

No necesariamente, es posible obtener gran placer de la belleza de otros sin que eso nos cause ansiedad, siempre y cuando no nos aferremos a esa persona. Simplemente podemos disfrutar la belleza. No tenemos que tocar todo lo que nos parece bello, por ejemplo, una hermosa puesta de sol o una fogata.

El mirar y disfrutar la belleza no tiene por qué perturbarnos. Cuando nuestras mentes están llenas de apego, basado en la sensación de un “yo” sólido y que quizá se sienta necesitado de amor, el encontrar belleza en otra persona nos perturba. Esto significa que no podemos disfrutar de la belleza puramente, libres de confusión.

En la práctica del tantra, hacemos otra transformación con respecto a las ofrendas. Imaginamos que podemos disfrutarlas de manera pura, sin confusión alguna. Desarrollar esto como un hábito benéfico es una de las razones de hacer tantas ofrendas en los rituales tántricos. Imaginamos que disfrutamos las ofrendas sin ninguna perturbación, de un modo libre de confusión, tal como lo haría un buda y luego tratamos de realmente disfrutarlas así. Con suficiente práctica y familiaridad, seremos capaces de disfrutar la belleza de otras personas sin que al mirarlas nos incomodemos. Ya no sentiremos que necesitamos tocarlas o que necesitamos tener un encuentro sexual con ellas. De hecho, con esta actitud más relajada y abierta obtenemos más placer.

Para entender a lo que me refiero con esto, pensemos por ejemplo, cuan relajados nos sentimos cuando disfrutamos de la belleza de un ave silvestre que vemos en el campo, sin aferrarnos a la idea de tenerlo como “mío”. Si nos aferramos a su belleza, nos sentiremos tensos. Tratamos de atraparlo y si lo logramos, entonces lo metemos en una jaula en casa, ponemos al pobre pájaro en una prisión ¿qué tan feliz creemos que pueda sentirse ahí?.

El impulso de tocar a alguien

Aquí estamos manejando diferentes sentidos. Podríamos entender toda la cuestión como si el ver estuviera bien pero el tocar no. ¿Por qué el tocar es una gran diferencia, especialmente si podemos moldear nuestra mano alrededor de algo y sentir su forma?

Esa es una pregunta muy interesante e importante. En términos del análisis del vacío ¿si tocamos algo, eso lo hace real? ¿El tocarlo nos hace a nosotros reales? Necesitamos investigar eso profundamente, después de todo, existen personas perturbadas psicológicamente que tienen la necesidad compulsiva de tocar todo, como la ropa en los percheros de las tiendas.

En cuanto a sostener algo en nuestra mano, si pensamos en el aferramiento a la existencia verdadera, entonces el aferrarse es una manera fuerte de sostenerse mentalmente a un objeto. Cuando además de sostenerlo mentalmente, lo sostenemos también físicamente en nuestra mano, nuestro aferramiento físico refuerza al mental. Por eso es que nos sentimos más seguros cuando sostenemos algo o cuando abrazamos a alguien o cuando alguien nos abraza. Incluso, nos sentimos más seguros cuando sentimos una cobija envuelta a nuestro alrededor. Aunque en la teoría cognitiva budista decimos que la conciencia visual sostiene a las visiones, la auditiva a los sonidos, etc., no experienciamos concientemente a la cognición como un sostenimiento físico de su objeto cognitivo.

Asimismo, existe una gran diferencia entre tocar o sostener una prenda de ropa y el tocar o sostener la mano de alguien o acariciar una parte de su cuerpo. La diferencia reside en la necesidad biológica y psicológica que los humanos y la mayoría de los animales tienen del contacto físico con otro ser como una demostración de afecto. Los doctores han demostrado que la falta de contacto físico y afecto humano, dificulta seriamente el desarrollo de un niño. De la misma manera con adultos, especialmente con los ancianos, el contacto físico y afecto humano, juegan un papel importante en el fortalecimiento de su sistema inmunológico en cuanto a presentar un buen estado de salud y una mayor longevidad. Así que en el caso de querer tocar o abrazar a alguien, los factores biológicos contribuyen en nuestro impulso.

Sin embargo, hay una diferencia entre un contacto físico saludable y una obsesión o compulsión por éste. Necesitamos aún discriminar entre las formas apropiadas e inapropiadas del contacto físico en relación con la amplia variedad de personas que conocemos y nos encontramos.

El impulso de experimentar el placer de un orgasmo

Hay ocasiones en que el abrazar a alguien no es suficiente, de repente eso nos lleva a querer hacer el amor. ¿Qué hacemos cuando sentimos que el abrazarnos no es suficiente?

Necesitamos examinar cuidadosamente nuestro impulso a experimentar un orgasmo. Cuando los hombres tienen un orgasmo, eso anuncia el fin de su placer sexual. La experiencia del orgasmo es una liberación gozosa de la tensión que se acumula antes y durante el acto sexual, pero no solamente termina con la tensión, sino también con el gozo. Así que si el hombre está buscando un placer prolongado en esta experiencia, el tener un orgasmo es una auto-derrota. En el caso de las mujeres, aunque pueden experimentar múltiples orgasmos y su gozo no termina con el primero; la energía placentera también llega a su fin, una vez que es liberada.

Lo interesante de esta cuestión es entender ¿qué es lo que realmente queremos?, ¿queremos ese orgasmo, que culminará todo el evento o queremos el afecto y el contacto físico que se da antes de él? Para mucha gente esto último es más importante que el orgasmo final, especialmente conforme pasan los años. A pesar de que no es tan dramático, sí es en muchos sentidos, más satisfactorio. Y si me dicen que después del orgasmo podemos permanecer acostados juntos y seguir compartiendo afecto, sí puede darse el caso. Sin embargo, después de la actividad sexual, los fumadores generalmente sienten la necesidad de un cigarro y la mayoría de las personas usualmente se quedan dormidas rápidamente.

Es muy interesante comparar un orgasmo con una comezón. Si practicamos la meditación de los cuatro fundamentos de la atención y nos enfocamos en la comezón, descubriremos que una comezón es en realidad una sensación placentera, pero al ser tan placentera, sentimos compulsivamente que tenemos que rascarnos hasta eliminarla. Es demasiado, así que destruimos la sensación placentera. Lo que pasa con un orgasmo es muy similar, a medida que se incrementa el placer sexual y nos aproximamos a la cima del orgasmo, sentimos el impulso compulsivo de llevar ese gozo al punto en que llegará a su término. En realidad estamos destruyendo la conciencia gozosa, como destruimos una comezón, es muy interesante.

Si analizamos de esta manera nuestro impulso compulsivo de experimentar un orgasmo, quizá pueda ayudarnos a estar satisfechos con maneras más apropiadas de demostrar y recibir afecto de las parejas de otras personas o de la gente en general que están fuera de nuestra relación de pareja. Ser afectivo con alguien no necesariamente tienen que llevarnos al acto sexual y al orgasmo.

El manejo de la tensión sexual

He leído en el periódico que el estar enamorado y hacer el amor en ese estado mental eufórico libera ciertas hormonas en el cuerpo que son adictivas. Por eso es que nos hacemos adictos a estos estados eufóricos. Cuando ya no estamos enamorados de nuestra pareja y las relaciones sexuales no son tan excitantes sino que se convierten en mera rutina la liberación de hormonas no es tan fuerte. Es entonces, que buscamos algo nuevo y excitante, esto nos impulsa a buscar a otro, una pareja más excitante fuera de la relación.

Pensemos en el ejemplo de dos imanes. Si los sujetamos ligeramente separados, la tensión y en cierto sentido, la excitación es mayor que si los imanes se tocaran. Si estamos buscando ese tipo de “viaje” hormonal que describen los periódicos, puede ser mucho más excitante el estar simplemente en compañía de la persona que encontramos atractiva, pero que sería una pareja sexual inapropiada, que llegar a una intimidad en la cama con ella.

Pensémoslo, cuando sentimos una fuerte atracción por alguien y lo vemos, ocupa gran parte de nuestro campo de atención, pero si abrazamos a la persona por un largo periodo, veremos la pared o la cama, no a la persona o tendremos nuestros ojos cerrados. A medida que seguimos abrazados, en la mayoría de los casos encontraremos que nos resulta algo aburrido, nuestra mente comienza a divagar, es muy difícil mantener nuestra atención en la otra persona. Quizá hasta comencemos a fantasear con alguien más. Por otro lado, si nos mantuviéramos un poco alejados de la persona, podríamos estar realmente enfocados en ella. Se da algo como la tensión magnética entre nosotros.

El truco es disfrutar esa tensión magnética sin la obsesión de destruirla, como lo haríamos con una comezón o la tensión creciente de un orgasmo. Es como superar el ser cosquilludo. Muchas personas se vuelven locas con las cosquillas, pero en realidad al ser cosquilludo estamos eludiendo el disfrutar la sensación placentera de ser cosquilleados. Lo que tenemos que hacer es decidir que no somos cosquilludos. Comprender que es tan sólo una cuestión de actitud, ya no nos identificamos como una persona cosquilluda. Con un cambio de actitud, podemos relajarnos y disfrutar la sensación de cosquilleo.

Podemos hacer lo mismo para manejar la tensión de ver a una bella persona extraña que nos excita y nos enciende o la tensión de estar con esa persona si nos volvemos amigos o inclusive la tensión de tener un contacto afectivo con él o ella. Podemos simplemente disfrutar el placer excitante, ya sea que lo describamos en términos de un torrente hormonal o no, sin tener que destruirlo con un comportamiento sexual inapropiado.

Creo que he tenido una experiencia similar al practicar ejercicios de yoga en pareja. A veces tocamos a nuestro compañero y se siente bien hacerlo, pero lo llamamos “toque vacío”. Este es un tipo de toque en el que nos percatamos de la mano y de las sensaciones, pero sin empujar o jalar y sin la contaminación de la atracción o el apego en él. Simplemente el estar en contacto y en sentir la relación, la calidez y la buena voluntad que están presente en el toque. Puedo disfrutar mucho eso sin que tenga que convertirse en algo sexual.

Ese es un buen ejemplo de lo que hemos estado hablando. Así que como ven, dichos tipos de manejo en los impulsos que nos conducen a conductas sexuales inapropiadas son posibles.

Resumen

Me parece que estos son algunos de los puntos principales de la ética sexual budista con respecto a cómo disminuir la cantidad de problemas e infelicidad que nos causamos a nosotros mismos debido a nuestra conducta sexual. Necesitamos examinar con mucha honestidad la motivación de nuestra actividad sexual, tanto con nuestra propia pareja como con la pareja de otra persona, si es que nos sentimos atraídos por ese tipo de actividad. También necesitamos examinar muy de cerca cómo consideramos el sexo. ¿Lo idealizamos o lo vemos de forma más realista? Si estamos interesados en liberarnos de nuestros problemas (incluso si no estamos interesados en una meta tan elevada, pero simplemente queremos mejorar el samsara y tener menos problemas en esta vida) necesitamos tratar de evitar la conducta sexual motivada por una emoción perturbadora o por alguna fantasía. Así, por supuesto, necesitamos hacer nuestro mejor esfuerzo para no causarle problemas a la otra persona a través de nuestra conducta sexual, aunque sea muy difícil garantizar cuáles serán los efectos de nuestras acciones en alguien más. Recordemos que no hay nada en la ética budista que diga: "debes hacer esto y no debes hacer aquéllo". Es sólo un asunto de querer dejar de causarnos problemas a nosotros mismos y tener un entendimiento realista de la causa y efecto conductual.

Top