El corazón compasivo de la bodichita

Se me pidió hablar esta noche sobre la bodichita. Este es un tema muy vasto que tiene que ver con nuestra motivación, específicamente del por qué queremos seguir un camino espiritual. Es una motivación que se va construyendo gradualmente dentro de nosotros ya que es difícil generarla inmediatamente. La bodichita se refiere al corazón que se enfoca en llegar a ser un buda, al corazón que tiene una firme determinación y dice: “tengo que superar todas mis limitaciones y desarrollar todos mis potenciales para poder ser de beneficio a todos”. Nos esforzamos por iluminarnos no sólo porque es la mejor y más grande aspiración sino porque al lograrlo podremos ayudar a todos. Aunque a menudo decimos que estamos trabajando para convertirnos en un buda para beneficiar a todos los seres sintientes, es muy difícil sentirlo continua y sinceramente en nuestro corazón. Sin embargo, al ir incrementando esta aspiración repetidamente, podemos alcanzar el estado en el que esto surja dentro de nosotros de manera espontánea. Un bodisatva es aquél cuya motivación primordial es una genuina bodichita, día y noche.

Como seguramente ustedes ya han recibido enseñanzas y explicaciones sobre las maneras para desarrollar la bodichita, no enfatizaré en eso ahora, sino que les hablaré sobre la importancia de pasar por todas las etapas que nos llevan a tener esta motivación. Es muy fácil querer saltarse estas etapas y tratar de llegar directamente a la más alta motivación mahayana. Podemos decir: “Practico porque quiero ayudar a otros, es mi responsabilidad social”. Como esto es algo obviamente positivo, inmediatamente tratamos de hacerlo, sin embargo, si no hemos pasado por las etapas anteriores, enfrentaremos ciertos problemas. Quisiera hablar sobre cómo evitar esas dificultades cuando estamos desarrollando la motivación de amor y compasión para ayudar a otros.

Con el lamrim, o camino gradual hacia la iluminación, trabajamos a través de senderos graduados hasta el nivel más alto de desarrollo espiritual. La motivación espiritual inicial involucra el trabajo para la felicidad de nuestras vidas futuras. Esforzarnos únicamente por la felicidad de esta vida es lo que hace todo mundo, hasta los animales se preocupan por su alimento y el cuidado de sus crías. Aunque este es un interés esencial, no es necesariamente parte de una práctica espiritual.

Aunque el cuidar de esta vida es importante, algunas personas no se toman en serio a sí mismas ni a sus situaciones y nunca quieren ver lo que sucede realmente en su vida, por lo que ni si quiera les interesa mejorar su situación actual. Tan sólo aceptan lo que pasa y nunca aspiran a algo mejor. Por eso es importante por lo menos comenzar con este nivel de estar interesados en nosotros mismos, en nuestras familias y en nuestra situación, aunque esta no sea una motivación particularmente espiritual. Admitir que tenemos problemas cuando los tenemos y preguntarnos: “¿Soy feliz o no? ¿Enfrento las dificultades que me hacen tener una vida infeliz?”

Vidas futuras

La frontera que nos indica que hemos entrado a la práctica espiritual es cuando tenemos interés y preocupación primordialmente por nuestras vidas futuras. Todos los textos coinciden en esto. Cuando nos preocupan las vidas futuras, queremos evitar tener peores problemas de los que tenemos ahora. Vemos las situaciones futuras que pueden resultar de lo que estamos haciendo hoy. Pensamos en nuestra preciada vida humana así: “¡Qué afortunado soy! no soy un muerto de hambre, no vivo en un campo de concentración, no tengo discapacidades mentales, no vivo en una situación bárbara en la que se atacan unos a otros. Soy muy afortunado de estar libre de todas estas cosas y de tener la oportunidad de desarrollarme espiritualmente. Sin embargo, esto no va a durar para siempre. La muerte es segura, le sucede a todo mundo, sin la certeza de cuándo pasará. Me podría atropellar un camión en cualquier momento, no es necesario que llegue a viejo para morir, podría morir joven.” De esta manera, pensamos en lo que puede suceder después de la vida. Enfrentaremos una situación mejor o peor. Al contemplar las situaciones desafortunadas, por ejemplo, como ser un insecto o un espíritu hambriento, desarrollamos un gran sentido de desagrado1, no miedo, sino desagrado.

En el budismo no tratamos de cultivar el miedo. Decir que tememos a los renacimientos desafortunados es una mala traducción. Mencionar que nos causan desagrado, transmite mejor el significado. El miedo o el temor, es un estado mental que nos paraliza y que nos hace marcar una sólida línea alrededor de la situación que no nos gusta y convertirla en algo monstruoso y terrible, que nos hace congelarnos y no poder manejarlo. Esto no es lo que quiere decir el budismo. De lo que estamos hablando de tener desagrado es: de no querer para nosotros esa situación terrible. La diferencia entre el desagrado y el miedo es como tener que pasar una tarde con una persona odiosa y desagradable que nos hace tener una tarde muy a disgusto. No le tememos pero sí nos causa desagrado. El desagrado es el fuerte deseo de que no suceda algo.

Tomar una dirección segura

Al tener desagrado hacia estas situaciones desafortunadas en el futuro, buscamos entonces tomar una dirección que nos haga evitarlas. Esa dirección es la del refugio. El refugio es una dirección segura para nuestras vidas. Vamos en la dirección del Dharma. El Dharma completo es el estado en el que todas nuestras limitaciones y problemas se han eliminado y todos nuestros potenciales se han actualizado.

Dharma significa medidas preventivas, lo que hacemos para evitar problemas. Lo mejor y más grande que podemos hacer para evitar todos nuestros problemas es librarnos de las limitaciones que los causan. “Si me enojo, o me molesto, o me pongo nervioso o me preocupo, eso me va a causar muchos problemas, sin embargo, si pudiera desarrollar todos mis potenciales, podría manejar todas las situaciones y sería capaz de ayudar a todos de la mejor manera.” Al percatarnos de todo esto, queremos dirigirnos en esa dirección.

Dirigirnos en esa dirección es positivo y benéfico, es la dirección que los budas han tomado y hacia la que se dirige la sangha con su trabajo. La sangha es la comunidad de seres altamente realizados que han visto la realidad tal y como es de manera no conceptual. La comunidad monástica formada por monjes y monjas, representa a la sangha para nosotros. El darle esa dirección positiva y segura a nuestra vida es la solución para evitar ir en una peor dirección en vidas futuras.

Específicamente, necesitamos pensar en la causa y el efecto de nuestro comportamiento. Necesitamos caer en cuenta que si actuamos de manera destructiva, esto causará daño y problemas. Creamos gran cantidad de energía negativa y luego experimentamos esa energía negativa en nosotros mismos, nos estancamos en ello. Pero si nos abstenemos de actuar destructivamente y por el contrario actuamos de manera constructiva, vamos construyendo un potencial positivo y consecuentemente las cosas irán mejor en el futuro. De esta manera trabajamos para mejorar nuestras vidas futuras.

La determinación de ser libre

Independientemente de qué tipo de vida futura obtengamos, siempre tendremos problemas incontrolablemente recurrentes: frustraciones, confrontaciones y conflictos con otros, no conseguir lo que queremos, obtener lo que no queremos, etc., esto es inevitable. Todo esto sucede porque no nos damos cuenta de quiénes somos y de cómo existimos y de cómo existen los demás. Porque no nos damos cuenta de esto, nos confundimos mucho y esa confusión nos hace sentirnos inseguros. A su vez, la inseguridad nos hace aferrarnos a una identidad que nos da cierta forma de seguridad. Nos aferramos a algún aspecto de nosotros mismos, ya sea verdadero o imaginario, y nos identificamos con él, decimos: “Eso soy YO.”

Podemos identificarnos con algún rol social u ocupación: “Soy un HOMBRE DE NEGOCIOS, eso soy” o “Soy MAMÁ” o “Soy PAPÁ”. Basamos nuestra identidad completa en eso y aún así nos sentimos inseguros por lo que tratamos de defender las identidades que lo confirman. Al hacer esto actuamos de maneras muy impulsivas y compulsivas. Abusamos de los demás: “¡Merezco tu respeto porque soy tu PADRE!” Por supuesto que a nuestro hijo le cuesta trabajo aceptar esta afirmación y eso causa un conflicto. El chico dice: “Soy una persona independiente y sé lo que quiero hacer” Él basa su identidad en ser una persona independiente como buen adolescente. Entonces el padre tiene que mantener su propia identidad y dice: “¡No, debes obedecerme!” Todo mundo se siente inseguro y se aferra más y más a su propio rol social produciendo discusiones incontrolablemente recurrentes, pleitos, resentimientos, etc. Esto es lo que se conoce como samsara, una serie de problemas incontrolablemente recurrentes.

Necesitamos desarrollar la determinación de liberarnos de este ciclo constante de problemas recurrentes, esto se traduce a menudo como renuncia, pero es una traducción que nos puede confundir. La palabra renuncia tiene, en español, la connotación de necesitar abandonarlo todo para irnos a vivir a una cueva. Esto no fue lo que dijo el Buda. Tenemos esta idea porque leemos vidas como la de Milarepa que dejó a su familia y su pueblo para vivir en una cueva y eso nos hace pensar que nosotros tenemos que hacer lo mismo, pero ese no es el significado de la renuncia. Obviamente tenemos que dejar nuestros apegos burdos y el aferramiento a nuestras posesiones, pero esto no significa que tenemos que echar todo lo que tenemos por la ventana.

Más bien, la idea que se ha traducido como “renuncia” realmente significa “la determinación de ser libre”. Nuestra mente ha decidido y está determinada: “Ya me harté de los problemas que tengo, de los pleitos familiares, de las dificultades en el trabajo, ¡ya basta, ya no lo soporto, estoy asqueado, necesito terminar con esto!” Basados en esta determinación tratamos de desarrollar una conciencia discriminativa que vea la realidad y entienda cómo existimos, ya que de hecho no existimos encerrados en estas identidades sólidas, las cosas son mucho más abiertas que eso. No existimos en estas formas extrañas, fantasiosas e imposibles, no somos únicamente padres, también somos amigos e hijos de nuestros propios padres. Desempeñamos muchos roles en relación con otros, por lo que queremos desarrollar esta determinación de ser libres que nos impulsará a seguir una práctica espiritual y a obtener sabiduría.

Responsabilidad universal

Después de esto pensamos. “No existo sólo en el universo, también existen todos los demás ¿y qué con ellos? ¿Tengo alguna responsabilidad para con ellos?” Podemos decir: “A mi, ¿qué me importan los demás? en realidad no me une nada a ellos, puedo trabajar para mí mismo.” Pero esta es una visión poco realista. El gran maestro indio Shantideva, daba el ejemplo de la mano y el pie. Sería realmente absurdo si tuviéramos una espina clavada en un pie y nuestra mano le dijera: ¡mala suerte pie! ese es tú problema, a mi me va muy bien por acá.” La mano tiene que ayudar al pie porque están interconectados. De la misma manera no podemos trabajar únicamente para nosotros mismos pues estamos, en gran manera, interconectados con todos los demás.

Podemos darnos cuenta de esto fácilmente si pensamos en aquello que usamos o disfrutamos a lo largo de un día. Por ejemplo, pensemos en lo que desayunamos esta mañana, pudimos haber tomado un tazón de cereal caliente. ¿De dónde provino este tazón de cereal? En el cultivo del trigo se vio involucrada mucha gente; aquellos que la cosecharon, los que lo llevaron al molino, las personas que intervinieron en la producción del cereal y en empacarlo. Todas estas personas intervinieron en preparar el cereal para nosotros. Además, la caja de cereal se transportó en avión, o en barco o por carretera, ¿quiénes intervinieron en la construcción de la carretera? ¿Quiénes construyeron los aviones? ¿De dónde salieron los materiales usados para armar los camiones o los aviones? ¿Y el combustible? ¡Piensen en los cuerpos de los dinosaurios que se descompusieron para que de ellos se pudiera hacer la gasolina! Hay una gran cantidad de personas y animales involucrados en la producción de una caja de cereal.

¿Cómo cocinamos el cereal? Debimos haber usado electricidad en nuestra cocina y gas en la estufa, todo esto gracias a las personas que trabajan en las plantas eléctricas y aquéllos que perforaron para bombear el gas. Hay mucha gente involucrada en todas estas actividades y ¡tan sólo estamos considerando un tazón de cereal! ¿Qué tal si analizáramos todo lo demás que comemos y la ropa que usamos? ¿Qué tal si consideramos los objetos en nuestra casa? ¿De dónde provino el tazón que usé para el cereal? ¿Y la bolsa de plástico o la caja de cartón que contenían al cereal? ¿De dónde salieron? Piensen en las personas en la industria maderera, en la industria papelera o de fabricación de plástico y los de las impresoras que intervienen en los empaques.

Cientos de miles de personas están involucradas en hacer que nuestra vida sea posible cada día. No tiene ningún sentido trabajar sólo para nosotros mismos porque estamos interconectados con todos los demás. Si todos los demás están en una situación terrible y nosotros estamos bien, las cosas no van a funcionar, como no funcionarían si somos los únicos sobrevivientes de una guerra nuclear dentro de un refugio anti-bombas con una máscara de gas cuando todos los demás han muerto. ¿Cuánto tiempo duraríamos en esa situación? no mucho y tampoco sería nada divertido.

De esta manera comenzamos a pensar en los demás, a recordar su amabilidad y querer retribuirla. Desarrollamos amor, deseamos que sean felices y desarrollamos compasión, el genuino deseo de que se liberen de sus problemas. Además, tomamos la responsabilidad de hacer algo al respecto. No es suficiente pararnos junto a la alberca y mientras miramos que se ahoga nuestra hija decir: “¡OOOhhh! ¡Qué pena! Ojalá no estuviera sucediendo esto.” La compasión no es suficiente, necesitamos hacer algo al respecto, saltar al agua y ayudar a nuestra hija, así tomamos la responsabilidad de salvarla. Esta es una resolución excepcional, la de decir: “Voy a hacer algo para ayudar a otros.”

Entonces nos preguntamos: “¿Soy realmente capaz de ofrecer a otros la mejor ayuda?” Honestamente hablando, no. Con trabajo me ayudo a mí mismo, ¿cómo voy a poder ayudar a otros? La única manera es llegar a ser un buda, y para lograrlo necesito trascender todas mis limitaciones y desarrollar todos mis potenciales. Entonces sí podré ayudar a todos de la mejor manera posible. Generamos la bodichita, ponemos nuestro corazón en convertirnos en budas para ser de beneficio a todos los demás. El desarrollo de la bodichita se refiere a expandir nuestros corazones cada vez más hacia los demás, expandir nuestros corazones hacia la meta de realizar al máximo nuestros potenciales superando todas nuestras limitaciones, para poder ayudar a otros de la mejor manera posible.

Este es el sendero gradual en el que nos vamos desarrollando. Primero queremos asegurar una buena vida futura, luego desarrollamos la determinación de liberarnos de todos nuestros problemas de una vez por todas. Finalmente dedicamos nuestro corazón a la budeidad para ser capaces de ayudar a todos los demás. Tomamos esta responsabilidad en base al amor y a la compasión porque nos interesamos en la felicidad de todos los demás y no queremos que sean infelices.

Si no tomamos a las vidas futuras en serio

¿Qué sucede si tratamos de saltarnos a la etapa final de aspirar a la budeidad sin pasar por las etapas iniciales? Nos enfrentaremos a ciertos problemas, por ejemplo, el primer paso importante es pensar en nuestras vidas futuras y tomarlas en serio. Quizá no hayamos pensado mucho en esto o tal vez lo hemos aceptado de manera muy vaga, sin tomarlo realmente a pecho. Si no hemos pensado en el hecho de que contamos con una infinidad de vidas, quizá pensemos: “Bueno, mi relación con esta persona en particular no va muy bien, así que ¿por qué no olvidarme de ella y buscar a alguien más?” Es posible que tengamos esta actitud hacia la gente que no conocemos bien, o hacia amigos con quienes la relación se haya amargado, queremos dejarlos y ya. Cuando nos cansamos de nuestros compañeros o tenemos dificultades con ellos, simplemente nos conseguimos una nueva esposa o un nuevo marido. En algunos países el 50% de los matrimonios terminan divorciados, ¡esto es algo impactante! y al mismo tiempo, muy triste.

¿Qué hay detrás de todo esto? La idea de que no estamos conectados con otros, por lo que podemos desecharlos como a coles echadas a perder. “Bueno, ya no voy a ayudar a esta persona, la pudo dejar y ya, no pasa nada.” Sin embargo, si hemos pensado en vidas futuras y vidas infinitas, caemos en la cuenta de que no podemos evitar el relacionarnos con alguien. Si la relación no está funcionando bien, no podemos deshacernos de ella ignorando a la persona y no viéndola más. Si no resolvemos esta relación en esta vida, entonces, en vidas futuras recurrirán situaciones similares. Si tenemos problemas con esta persona y la abandonamos, en vidas futuras conoceremos a alguien muy similar, a la continuidad de esta misma persona, y nuevamente tendremos las mismas dificultades y problemas, no podemos escapar de esto.

Si tenemos dificultades con alguien, eso no significa que tenemos que permanecer con esta persona para siempre. En ocasiones eso puede ser muy difícil, pero por lo menos tratemos de mejorar la situación o de separarnos en buenos términos. Tratemos de mejorar un poco la calidad de la relación porque en vidas futuras esto va a continuar. Quizá no estamos totalmente preparados para manejar este tipo de situaciones en este momento, pero podemos tener la esperanza de estarlo en vidas futuras.

Cuando tratamos de expandir nuestros corazones hacia todos los demás para alcanzar la budeidad y poder ayudarlos, es muy útil considerar las vidas futuras. Si no lo hemos hecho, podemos enfrentarnos al problema de pensar: “Estoy expandiendo mi corazón hacia todos, pero esa persona, no me cae muy bien, así que me olvidaré de ella y trabajaré con otras.” Caer en cuenta de que no podemos escapar de nadie, que en vidas futuras nos seguiremos encontrando a estas personas, nos ayuda a ampliar nuestros corazones hacia todos y a tratar de trabajar con ellos. Necesitamos ser capaces de desarrollar más amor, más calidez, más amabilidad hacia todos los demás. Esto es un punto importante.

Otro problema que podemos enfrentar es que muy a menudo nos identificamos con nuestros propios grupitos. Sólo con los norteamericanos, o con los chinos, o con los budistas o con nuestras familias o con las personas de nuestro género o con las de nuestra generación: adolescentes, adultos, adultos mayores; y sentimos que: “Sólo me puedo relacionar con los de mi propio grupo, entiendo sus problemas y por lo tanto sólo los puedo ayudar a ellos. Sólo puedo ayudar a otros norteamericanos ¿Cómo voy a entender a la gente de África?” “Sólo puedo ayudar a otros budistas porque es imposible entender a gente con otras religiones” “Sólo puedo ayudar a otros hombres, porque me es imposible entender a las mujeres” “Sólo puedo ayudar a las mujeres porque los hombres son unos machos, insolentes y bravucones, ¿cómo me voy a relacionar con ellos?” “Sólo puedo entender y ayudar a otros adolescentes porque los papás no tienen idea de lo que pasa con nosotros, no nos comprenden.” “Sólo puedo ayudar a adultos maduros, todos los chicos son unos malcriados con los que no se puede hablar.”

De esta manera, nos limitamos al considerarnos sólo en términos de esta vida y en la situación particular que ahora tenemos, nuestra edad, género, familia, país y demás. Si pensamos en vidas infinitas, en vidas futuras y pasadas, caemos en la cuenta de que: “He pasado por todas las edades, he sido joven, maduro y anciano. Puedo relacionarme con personas de cualquier edad porque yo he pasado por todas, puedo apreciarlas. He sido de todas las razas y de todas las nacionalidades. He pertenecido a todas las culturas.” Caer en cuenta de esto nos permite relacionarnos con todos los grupos y sentir que tenemos relación con todos ellos.

Podemos extender esto y recordar que en vidas pasadas también hemos sido animales: “¿Qué sentí al ser pateado o aplastado de un pisotón?” De esta manera recordamos que los animales también experimentan dolor y placer y tenemos más cuidado al tratarlos.

Por lo tanto, considerar vidas pasadas y futuras, es muy útil para sentir una conexión con todos los demás. Podemos también relacionarnos con personas de ambos sexos: “He sido tanto hombre como mujer en el pasado” Podemos apreciarnos y empatizar con todos. Podemos entender los problemas y las situaciones de todos los grupos. Esto es muy útil para expandir nuestros corazones para ayudar a todos y querer alcanzar la budeidad para poder hacerlo de la mejor manera posible. Estos son puntos importantes que se dan al pensar en vidas futuras, sin ellos se limita la expansión de nuestros corazones.

Sin la determinación de ser libres

La determinación de ser libres es otro aspecto de suma importancia al dedicar nuestro corazón al beneficio de otros. Cuando estamos involucrados en ayudar a los demás, a menudo lo hacemos por razones neuróticas. Ayudamos a otros porque queremos sentirnos amados: “Te voy a ayudar para ser más popular” “Todos me quieren porque ayudo a esa persona, lo hago para sentirme amado y apreciado.” “Lo hago para que todos vean lo buena persona que soy, así tendré una muy buena reputación.” “Lo hago porque si no, perderé popularidad y la gente va pensar mal de mí, estoy obligado a hacerlo.” O queremos sentirnos necesitados: “Te voy a ayudar para sentirme importante, seré amado por la ayuda que doy.” A veces los padres tienen esta actitud: “Aunque mis hijos tengan 30 o 40 años, tengo que decirles qué ponerse y qué comer porque así me siento necesitado, siento que sirvo para algo, que soy importante en sus vidas.” El ayudar a otros para sentirnos necesitados es explotarlos.

Si tenemos la determinación de liberarnos, vemos todas estas situaciones incontrolablemente recurrentes y todas estas relaciones neuróticas y vemos también los problemas que nos causarán. Entonces desarrollamos la determinación de liberarnos: “¡Ya fue suficiente! Tengo que salir de esto, ¡es ridículo! ¡Esto me causa muchos conflictos, ansiedad y tensión!”

Cuando tenemos esa determinación de ser libres, también tenemos la de liberarnos de cualquier tipo de interacción neurótica con la gente que estamos ayudando, de todo esto: “Ayudo para que todos piensen que son una persona maravillosa. Me preocupa lo que esta persona y aquella piensen. Sólo ayudo a otros cuando hay testigos para que puedan comentarlo con otros. Lo hago para impresionar a la gente. Hago donaciones a organizaciones de caridad, pero no lo hago anónimamente. Lo hago para que todos sepan que yo lo he dado. De hecho pondré una placa con mi nombre para que se sepa la cantidad que doné.” Con la determinación de ser libres nos damos cuenta de las desventajas de pensar: “Ayudo a otros para que dependan de mi y me sentiré importante.” Si tenemos una fuerte determinación de liberarnos de estos problemas, abandonaremos nuestros motivos ocultos al ayudar a otros.

Aunque quizá no seamos capaces de dejar de hacer esto inmediatamente, por lo menos realizaremos que ayudar a otros por razones neuróticas puede crearnos problemas. La otra persona eventualmente lo va a resentir. Los demás verán nuestras dobles intenciones y eso deteriorará nuestra sinceridad en beneficio de los demás.

Necesitamos deshacernos de cualquier motivación neurótica que tengamos y la manera de hacerlo es a través de la determinación de liberarnos de las pretensiones e irritaciones que ocurren cuando actuamos con motivaciones impuras. Es muy importante desarrollar esta determinación de liberarnos para que nuestra interacción con otros no esté tan manchada con motivaciones neuróticas. Aún conociendo la importancia de esta etapa, tendemos a saltárnosla.

El trabajo con nosotros mismos

El propósito principal del Dharma es reconocer los errores, corregirlos y desarrollar nuestras cualidades. En el trabajo para mejorar como personas, progresamos a través de una serie de métodos graduales y usamos nuestras experiencias personales para conocernos mejor. Por ejemplo, supongamos que tenemos el hábito de constantemente decirle qué hacer y qué no hacer a nuestra pareja o a nuestros hijos: “¿por qué no haces esto?, ¿por qué no has hecho aquello?, ¿por qué no llegaste a casa a tiempo?, ¿por qué no me avisaste, ¿por qué no sacas la basura?” etc. Sabemos que esto es muy destructivo, crea mucha tensión en la relación y probablemente provoque que nuestra pareja o hijos sean cada vez más distantes y poco cariñosos y nos digan: “déjame en paz” o si no son muy verbales quizá sólo nos ignoren y sean fríos con nosotros y entonces nosotros diremos: “¿por qué no me hablas?, ¿por qué no haces esto?, ¿por qué no haces aquello?” y ellos cada vez se volverán más retraídos y evitarán estar en casa. Esto produce mucha infelicidad. ¿Qué es lo que generalmente hacemos para resolverlo?

Primero, tratamos de usar el auto-control: “Ya sé que no me conviene decirles esas cosas, ya no voy a decírselas” Nos controlamos, pero es difícil así que nos sorprendemos molestándolos nuevamente. “Intelectualmente entiendo que no me conviene molestarlos, pero no puedo dejar de hacerlo, no tengo la fuerza de voluntad para evitarlo” Entonces nos enojamos con nosotros mismos: “¡Es terrible! Traté de morderme la lengua pero no pude” En ese estado de enojo es muy difícil para nosotros cambiar o mejorar porque estamos muy alterados.

El enojo se convierte rápidamente en culpa: “¡Ya volví a hacerlo! ¡Me siento tan culpable! ¡Soy un desastre! ¡No debí haberlos molestado! ¡Nuevamente causé una confrontación!” La culpa es un estado mental muy desafortunado e infeliz, en el que nos identificamos fuertemente con haber sido un niño malo: “Soy malo ¡miren lo que hice! Mamá y papá ya no me van a querer” Nos sentimos muy mal. A mayor culpa, mayor identificación con el niño malo; a mayor identificación con el niño malo, mayor culpa, es un círculo vicioso. Como ya se mencionó, es muy difícil cambiar la situación cuando nos sentimos tan culpables.

Entonces vamos un paso más allá de la culpa que es el aburrimiento: “Estoy tan cansado de estos pleitos, tan cansado de las escenas que se provocan con mi actitud cuando mi pareja o mis hijos resentidos se cierran y me dicen que deje de molestarlos, me tienen harto y enfermo. ¡Me tienen aburrido! ¡Basta! ¡Esto tiene que parar!”

Esos son los pasos que hay que tomar para desarrollar la determinación de ser libres. No cambiamos cuando estamos enojados con nosotros mismos. No cambiamos cuando nos sentimos culpables. Cambiamos cuando estamos en un estado de hartazgo, de aburrimiento: “¡Esto es una idiotez!” En ese momento es cuando tratamos de salir de esa situación.

Si no hemos pasado por todas estas etapas en el trabajo con nosotros mismos, cuando tratemos de ayudar a otros, tendemos a proyectar todas estas emociones destructivas en ellos y eso es muy injusto. Por ejemplo, estoy tratando de ayudar a alguien y lo primero que hago es darle órdenes: “Como quiero usar auto-control y no puedo, entonces tú TIENES que cambiar, tú TIENES que dejar de hacer eso.”

Es muy común que actuemos así con nuestros hijos. Es muy fácil ordenarles y tratamos de imponernos y controlarlos. A nadie le gusta ser tratado como a un niño, especialmente si no somos niños.

A nadie le gusta que lo ayuden a cambiar o a mejorar a fuerzas. Cuando forzamos a otros: “Tienes que cambiar” “tienes que ir a la escuela” “tienes que conseguir trabajo” “Tienes que hacer esto” “tienes que hacer aquello” estamos siendo muy dominantes, estamos sintiendo poder sobre los demás y lo que pasa es que cuando la otra persona no sigue nuestras recomendaciones o no acepta la ayuda que queremos darle, tal como nos hubiéramos enojado con nosotros mismos, nos enojamos con ella: “¡Qué horrible persona! te dije que hicieras esto y no lo hiciste. ¡Mira los problemas en los que te metes!” Esta no es la interacción ideal con alguien a quien pretendemos ayudar. Enojarnos con quien no sigue nuestras sugerencias causa mucho resentimiento.

Avanzamos al siguiente paso. Como nos sentimos culpables, hacemos que la otra persona se sienta culpable: “No aprecias lo que estoy haciendo por ti. ¡Mira todo lo que he pasado! Lo menos que puedes hacer es tratar de apreciarlo” Nos convertimos en el “padre” y tratamos de hacerla sentirse culpable.

Después de eso pasamos a la siguiente etapa: “Estoy tan cansado, tan cansado de todas estos problemas y dificultades que necesito deshacerme de ellos.” De la misma manera vemos a la otra persona y pensamos: “Necesitamos salirnos de este problema, ¡ya fue demasiado!” De esta manera, trabajamos para ayudarlo. Tal como sentimos la determinación de liberarnos de nuestros problemas, de la misma manera tenemos la determinación de ayudar a la otra persona a liberarse de sus problemas; tratamos de cambiarlo forzándolo a obedecernos, enojándonos, o haciendo que se sienta culpable. Estos son grandes obstáculos en la ayuda a los demás.

Respeto a uno mismo

Otro aspecto a tomar en cuenta al ayudar a otros es la situación que ocurre cuando alguien recurre a nosotros con un problema, nos cuenta su historia y después de un rato nos aburrimos de escucharlo. Es como un mal programa de televisión que nos hace querer cambiar de canal en busca de algo más interesante. Esto sucede porque no tomamos en serio a la otra persona. Ella o él nos está contando su problema y nosotros estamos pensando: “¡Qué largo programa de televisión! ya tengo hambre, voy a apagar la tele.” No estamos tomando en serio a la persona, aunque esos problemas sean reales y dolorosos para ella. A menudo no tomamos a los otros en serio porque en las primeras etapas del sendero tampoco nos tomamos en serio a nosotros mismos.

Es muy importante tomarnos en serio observando nuestros problemas y tratando de resolverlos. Si no podemos tomarnos en serio a nosotros mismos y a nuestros problemas ¿cómo vamos a tomar en serio a otros y a sus dificultades? Si no nos interesamos por ser felices ¿cómo vamos a poder amar, a tener la mente que desea la felicidad para todos?

Tener interés en nosotros mismos no significa ser egoístas, pensar: “Tengo que conseguir un millón de dólares y comprar esto y el otro” sino respetarnos como seres vivos.

Muchas personas tienen ideas y actitudes negativas hacia ellas mismas y sienten: “No sirvo para nada, no merezco ser feliz, no merezco ser amado.” Si eso pensamos de nosotros mismos, fácilmente se llega a la conclusión: “Si yo no merezco ser feliz ¿por que tú si?” Sin embargo, si al auto-observarnos pensamos: “Tengo la naturaleza búdica, cuento con todos los factores que me permiten ser capaz de desarrollarme, crecer y convertirme en un buda para poder ser de ayuda a todos los demás. Tengo una mente, energía, la habilidad para comunicarme, cierta bondad en mi corazón. Todo esto puede desarrollarse, claro que merezco ser feliz y merezco una vida mejor.”

De esta manera, nos tomamos en serio y nos respetamos. Reconocemos: “Merezco ser feliz y deshacerme de mis problemas” Con esta base podemos tener respeto a otros. Caemos en cuenta de que también tienen la habilidad de mejorar, que tienen la naturaleza búdica, todos los potenciales. En base a eso, también ellos merecen ser felices y deshacerse de todos sus problemas. Los tomamos en serio.

Desde el principio

Estos son algunos de los principales puntos a los que necesitamos darles importancia en el desarrollo de la bodichita, la motivación de ayudar a otros y de alcanzar la iluminación para poder beneficiarlos de la mejor manera posible. Esto no significa que no ayudemos a otros desde el principio y que sólo debemos trabajar con nosotros mismos y que sólo hasta alcanzar los niveles avanzados ayudaremos a otros. Desde la visión mahayana, podemos ayudar a otros desde el comienzo, sin embargo, no lo hacemos pensando: “Puedo saltarme las primeras etapas y sólo involucrarme en la ayuda a otros.” Ayudamos con la capacidad de nuestras habilidades a lo largo de todo camino. Esto es esencial en el sendero budista.

Sin embargo, mientras en este momento ayudamos a otros tanto como podemos, necesitamos estar seguros de reservar una buena cantidad de tiempo para el desarrollo de las primeras motivaciones y experiencias fundamentales. Si no lo hacemos, lo más seguro es que al ayudar a otros, enfrentemos problemas. Podemos pensar que si tenemos dificultades con otros podemos ignorarlos, pero eso no es posible. Tenemos vidas infinitas y siempre los volveremos a encontrar. O podemos pensar que sólo podemos ayudar a las personas de nuestra edad o cultura, pero eso no es cierto. Hemos sido de todo, hemos tenido todas las edades y pertenecido a todas las culturas y a ambos géneros, así que podemos relacionarnos con todos.

No queremos ayudar a los demás sólo para sentirnos amados, importantes o necesitados. Necesitamos tener la determinación de liberarnos de tales interacciones neuróticas porque nos percatamos de que son causa de problemas incontrolablemente recurrentes. No vamos a buscar tener poder sobre las personas que estamos ayudando o forzarlos a seguir nuestros consejos. No vamos a enojarnos con ellos ni hacerlos sentirse culpables cuando no hagan lo que sugerimos, porque ya hemos pasado por todo el proceso de trabajar con nosotros mismos: el auto-control, el enojo con nosotros mismos, la culpa y al final el hartazgo de todo esto que nos lleva a la determinación de liberarnos. Tomamos firmemente la decisión de salir de ese círculo vicioso. Al pasar por todo eso nosotros mismos ya no lo proyectaremos a los demás.

A lo largo de todo el proceso, también nos hemos tomado en serio. Reconocemos nuestra naturaleza búdica y sabemos que contamos con la habilidad y los factores que nos permiten crecer y alcanzar la iluminación para ayudar a los demás. Cuando nos tomamos en serio a nosotros mismos, nos respetamos. Desde la visión budista, el respetar a alguien no significa temerle, sino lo que nos hace pensar: “Me tomo en serio y me considero de manera positiva. Deseo ser feliz” Entonces podemos sinceramente tener la misma actitud hacia los demás: “También te respeto, respeto tu naturaleza búdica aunque en este momento actúes como un estúpido, me percato de que tienes el potencial de convertirte en una persona sabia y compasiva. Tal como tomo mis problemas en serio, tomo los tuyos en serio. Tal como sé que sufro a causa de ellos, aprecio que también sufres por tus problemas.” Una actitud así nos permite ser de beneficio y ayudar a los demás de una manera mucho más sincera.

El entendimiento del karma

Otra fuente de problemas es cuando tratamos de ayudar a alguien y no funciona, eso nos desanima. Un ejemplo drástico sería que tratáramos de ayudar un miembro de nuestra familia y esta persona se suicidara. Sería una situación terrible de la que fácilmente nos culparíamos: “Si tan sólo hubiera hecho esto o aquello, esta persona no se hubiera matado.” Podemos desanimarnos mucho en el proceso de tratar de actuar como un bodisatva. Cuando parece que hemos fallado, nos sentimos tan culpables que esto se puede convertir en un gran obstáculo en nuestro sendero.

El problema es que pensamos en términos de modelos incompatibles. Pensamos que somos Dios, o que deberíamos haber sido como Dios para haber sido capaces de evitar que le sucediera algo a alguien. En el budismo decimos: “Esto no es posible, nadie es omnipotente. Sólo hay una cantidad específica de energía en el universo.” Los científicos coinciden en esto. Un aspecto de la energía en el universo es la fuerza de la actividad de un buda, que es la influencia iluminadora que un buda puede ejercer sobre una persona, el otro aspecto es la energía de los impulsos que llegan a la mente de las personas, en otras palabras: el karma, que son los impulsos que llegan a nuestra mente basados en hábitos previos para hacer las cosas. Porque sólo hay una cantidad específica de energía en el universo, no es posible que anules al otro. Lo más que puede hacer un buda o un bodisatva es tratar de influir positivamente en una persona, no pueden evitar que hagan algo. Si el impulso de cometer suicidio es muy fuerte en la mente de la persona, lo va a cometer de cualquier manera.

Un día que estaba yo en Dharamsala, en la India, pasó algo muy interesante que puede servir de ejemplo. En frente de la biblioteca en donde yo trabajaba, se estaba ahogando un ratón en el drenaje. Uno de mis amigos lo rescató y lo puso en el suelo a que se recuperara. Tan pronto como el ratón pudo caminar paso volando un halcón y se lo llevó.

No pensemos, por el ejemplo, que no podemos ayudar a nadie porque lo que le sucederá es por su karma, no pensemos en el karma como en destino. “El destino de ese ratón es morir, así que no hay razón para ayudarlo ya que su karma es morir.” Tratamos de hacer lo mejor que podamos, si la persona a quien estamos ayudando tiene la semilla o el potencial para ser ayudado, entonces nuestro apoyo se conectará con eso y beneficiaremos a la persona. Si no hay tal semilla, será como el ejemplo del ratón que fue rescatado pero finalmente murió.

Lo mismo sucede cuando tratamos de ayudar a otros. Al ser aspirantes a bodisatvas tratamos de ayudar a otros lo mejor posible, si funciona, qué bueno. No nos felicitamos ni vamos por ahí anunciando a todo mundo lo compasivos y maravillosos que somos. Si no funciona, no nos sentimos culpables. No nos castigamos emocionalmente. Tratamos de hacer lo mejor y si la persona hubiera sido receptiva, habría funcionado. No lo fue, así que no se podía hacer nada. Nadie es un Dios omnipotente y menos nosotros. Nadie puede evitar que una persona haga algo cuando los impulsos en la mente de esa persona son lo suficientemente fuertes para hacerlo.

Cuando estamos tratando de ayudar a otros es importante ser realistas y caer en cuenta de que no podemos eliminar los problemas de todo mundo. Desarrollamos el deseo de ser capaces de hacerlo, nos interesamos genuinamente y tomamos la responsabilidad de ayudarlos. Si funciona, qué bueno; si no funciona, hicimos lo que pudimos, no nos desanimamos.

El propósito de la iluminación

Su Suprema Presencia, Su Santidad el Dalái Lama, ha dicho que cuando recitamos: “Que pueda yo alcanzar la iluminación en beneficio de todos los seres sintientes,” corremos cierto peligro en cuanto al orden en que hacemos las aspiraciones. A menudo, solemos poner énfasis en el “pueda yo alcanzar la iluminación.” ¿Por qué? Porque es la más alta, la más grande y la más gozosa. Después de todo, queremos tener el rango más alto, el título más alto, pero a: “pueda yo alcanzar la iluminación” le sigue: “en beneficio a todos los seres sintientes,” que parece como un impuesto desagradable que tenemos que pagar por la iluminación. No es realmente lo que queremos hacer, pero si nos convertimos en un buda, estamos obligados, tenemos que ayudar a todos los seres sintientes. Su Santidad ha dicho que el énfasis necesita hacerse totalmente al revés: “Quiero ayudar a todos los seres sintientes tanto como sea posible y para poder hacerlo, necesito convertirme en un buda.” El énfasis necesita ir en “quiero ayudar a todo mundo.”

Cuando pensamos en ser de beneficio a otros, en ocasiones podemos enfrentar el obstáculo de no ser sinceros en nuestra práctica. Decimos: “Voy a ayudar a todos los seres sintientes y amo a todos los seres sintientes,” pero cuando nuestros padres o nuestros hijos nos piden un favor, lo primero que sale de nosotros es: “¡No me molestes! ¿Qué no ves que estoy tratando de ayudar a todos los seres sintientes?” Como dice en las enseñanzas de lojong para limpiar nuestras actitudes (entrenamiento mental), necesitamos comenzar ayudándonos a nosotros mismos, luego expandir nuestra ayuda a nuestra familia, luego a las personas a nuestro alrededor y así seguir expandiéndonos poco a poco. En otras palabras, necesitamos ayudar a quienes tenemos cerca, no ignorarlos. A menudo las personas involucradas en trabajo social tienen hijos resentidos porque dedican tanto tiempo a ayudar a otros que nunca tienen tiempo para sus propias familias. Eso es muy injusto. Si seguimos el consejo del Buda, empezaremos por cuidar a nuestra familia.

Desarrollar la ecuanimidad no quiere decir: “Ahora voy a ignorar a mis hijos y sólo trabajaré por todos los demás” sino: “Así como tengo una actitud de amor intenso hacia mis propios hijos, lo voy a expandir para incluir a más y más gente. En lugar de tener dos hijos, ahora tendré, cinco, diez, cien, mil. . .” Ampliamos el rango de nuestra preocupación amorosa, no tomamos cuidados y cariño de un lado para transferirlo a otro. Es importante cuidar a quienes tenemos cerca y ampliar ese cuidado a otros: amigos, extraños y personas que no nos caen bien, animales, espíritus y seres de todos los reinos.

Desarrollar la bodichita significa ampliar nuestro corazón y eso no significa que podemos pasar de ser egoístas a tener cariño por todos los seres sintientes de un día para otro. Tenemos que ir trabajando en ello gradualmente, así seremos más sinceros. No es posible que seamos sinceros cuando decimos: “Estoy trabajando en beneficio de todos los seres sintientes,” y al mismo tiempo no cuidemos de nuestros padres o de nuestros hijos. La bodichita no se contradice con nuestros valores culturales comunes que le dan importancia a la familia, a los padres y a los hijos, se basa en estos principios y se extiende para tener cada vez más alcance.

Estos son algunos puntos importantes para tomar en cuenta cuando nos involucramos en el sendero mahayana de expandir nuestros corazones hacia los demás, con nuestro corazón puesto en la meta de eliminar todas nuestras limitaciones y actualizar todos nuestros potenciales para poder ayudar a todo mundo de la mejor manera posible. Si tenemos esto en mente tendremos menos dificultades en el sendero.

Preguntas

¿Es posible saltarse algunos de estos pasos y tomar un atajo en esta vida si se ha obtenido experiencia en vidas pasadas?

Sí, es posible. Hay dos tipos de practicantes: aquellos a los que les sucede todo al mismo tiempo y quienes siguen un sendero gradual. Por lo tanto hay un sendero súbito y un sendero gradual. Uno de los grandes maestros tibetanos escribió un comentario sobre este punto en particular. Sin embargo dijo que era muy rara la persona a la que le sucedía todo al mismo tiempo. El haber acumulado todos los hábitos positivos y los instintos en vidas pasadas y que en esta vida sea capaz de saltarse pasos, es algo muy poco común. A menudo sucede que nos saltamos los pasos porque somos flojos y no queremos pasar por todas las etapas y tenemos la excusa: “Yo acumulé tal potencial en mis vidas pasadas que soy uno de los pocos a los que les sucede todo al mismo tiempo y puedo saltarme algunas etapas y adelantarme.” Necesitamos ser completamente honestos con nosotros mismos. Es extremadamente raro aquel que ha acumulado tanto potencial positivo en vidas pasadas. Por otro lado no estorba el pasar por todas las etapas, no es necesario que pasemos años en cada una de ellas. Uno de los textos sobre el camino gradual a la iluminación, afirma que aún cuando los instintos estén presentes, es bueno reafirmarlos pasando por cada uno de los pasos rápidamente, pero sin saltarnos ninguno.

¿Podemos ser amables y compasivos sin que abusen de nosotros?

Chogyam Trungpa Rimpoché acuñó una expresión excelente al respecto, la de “compasión estúpida” que es aquella compasión sin sabiduría. Por ejemplo, un bebé que constantemente pide dulces. Compasión estúpida sería siempre complacerlo porque él así lo pide. O un maníaco que nos dice: “Consígueme una pistola, quiero matar a alguien.” y nosotros contestamos: “Como yo practico la generosidad, le voy a conseguir una pistola.” esto es compasión estúpida.

De la misma manera cuando otras personas se aprovechan de nosotros, no es benéfico para ellos si continuamos dándoles. De hecho va en detrimento de su crecimiento. Hay ocasiones en que es muy importante ser firmes y estrictos. Necesitamos dar lo que los otros necesitan y quizá eso sea disciplina. Posiblemente necesiten alguien que les diga que “no”, quizá necesiten que alguien les ponga límites. Por ejemplo, un niño rebelde necesita disciplina. Hay una generación en occidente que fue criada con la filosofía de la no disciplina: “Dejen que los niños hagan lo que quieran, déjenlos libres.” Esta política fue desastrosa, muchos niños sintieron falta de amor e inseguridad porque otros padres ponían reglas a sus hijos y los suyos no. Sintieron que sus padres no los amaban y que no se interesaban por ellos lo suficiente como para ponerles reglas. Así que es muy importante a veces decir que “no”, poner límites y no permitir que abusen de nosotros.

La compasión estúpida no beneficia, necesitamos compasión con sabiduría. Esto es fundamental en las enseñanzas budistas y está expresado en el mantra om mani padme hum. Mani significa “joya” que representa a la compasión y padme significa “en el loto” que se refiere a la sabiduría, van ambas juntas.

En resumen, algunas veces es necesario decir que “no”, sin embargo esto puede herir a la otra persona por no entender las razones. ¿Es eso bueno? En las enseñanzas del karma se dice que cuando un acto provoca un poco de daño a corto plazo y trae mucho beneficio a largo plazo, es conveniente llevar a cabo la acción. Obviamente, si es benéfico tanto a corto como a largo plazo, es mucho mejor. Pero si, por ejemplo, le damos dulces a los niños para que dejen de llorar y podernos ir a dormir, es algo benéfico a corto plazo pero no a largo plazo. Es dañino para los niños porque se enfermarán por comer dulces constantemente. Además los vamos a echar a perder y a convertirlos en unos malcriados. En este caso es mejor causar un poco de incomodidad a corto plazo, porque a largo plazo será benéfico. Se requiere de sabiduría para percatarse de lo que será benéfico y lo que no, pero muchas de estas cuestiones son de sentido común.

Si nuestras vidas terminan prematuramente ¿estaremos casados con la misma persona en nuestras vidas futuras?

No necesariamente, aunque puede ser posible. Puede suceder si la conexión es muy fuerte. Existen ejemplos como el de un niño que nació en una familia y murió siendo bebé. Ese individuo tenía una conexión tan fuerte con esa familia que volvió a nacer ahí. Eso sucede, pero en general hay muchas posibilidades kármicas. Al momento de la muerte, pueden activarse diferentes impresiones kármicas que nos lanzan a diferentes renacimientos.

Además, no tenemos relación únicamente con una persona como una esposa o esposo, hemos tenido relaciones con una serie de diferentes personas en varias vidas diferentes. Esas relaciones cambian continuamente. En el término de una vida, alguna interacciones con otra persona ocurren y nuestra relación cambia, por lo tanto, la continuidad de esa relación no es necesariamente en la misma forma de esposa o esposo. Quizá renazcan como dos vacas que van a pastar juntas o dos hormigas trabajando juntas en el mismo hormiguero. Depende de cómo se desarrolló la relación anteriormente. Además cabe la posibilidad de que no nos encontremos con esa persona en la próxima vida o la siguiente, puede que no se de hasta miles de vidas en el futuro.

Es importante combinar el entendimiento del renacimiento con las enseñanzas básicas de la falta de existencia inherente como una persona sólida. No es que vaya a encontrarme con mi esposo, como sea que se llame, o mi esposa, como sea que se llame, en una vida futura. Cada persona es una continuidad, una continuidad de energía, una continuidad de conciencia, una continuidad de hábitos y tendencias. En algunas vidas futuras, las continuidades de dos personas se encontrarán, pero no serán tú y yo tal como somos ahora.

Todos hemos experimentado caminar en una multitud y encontrar a una o dos personas que atraen nuestra mirada, que nos provocan un sentimiento de cercanía y calidez y que nos invitan a hablarles. Por otro lado, otras personas nos despiertan repulsión y la sensación de no querer relacionarnos con ellas. ¿Por qué sucede esto? Esto nos indica una conexión previa con esa persona. Tenemos conexión con millones y millones de seres, algunas de estas más recientes o más fuertes por lo que las experiencias con estas personas nos afectan más. Otras conexiones pueden ser débiles, podemos nacer en la misma ciudad y nunca conocernos.

Algunas personas llevan consigo pequeñas estatuas del Buda como protección. ¿Cómo funciona esto?

Hay dos factores involucrados en esto. Uno desde el lado del objeto. Estatuas como esa, están consagradas por lamas de alto rango, muchos maestros se reúnen y recitan om mani padme hum diez millones de veces y soplan sobre los objetos. Un lama solo podría hacerlo o se podría sentar en meditación profunda y concentrada. Para usar una analogía científica diré que la recitación de un mantra y la concentración, cambian el campo magnético, el campo de energía, del objeto para darle una cualidad magnética espiritual.

El segundo factor es la fe y la confianza de la gente que usa los objetos, así como sus acciones previas o karma. Si las personas tienen fe y confían en que algo los va a proteger, su propia confianza puede protegerlos. Quizá no los proteja de una bomba atómica, pero puede protegerlos en el sentido que les permite manejar situaciones difíciles de maneras benéficas al darles confianza en ellos mismos.

Si pusiéramos un cordón bendecido o una imagen alrededor del cuello de un cerdo, no creo que lo pudiera proteger de ser sacrificado en el rastro, sin embargo, si una persona tiene el potencial que permite que esta bendición funcione, entonces, funciona. Se necesitan ambos factores. Es como dos piezas de un rompecabezas que embonan.

1 Se eligió la palabra “desagrado” para traducir “dread”, término que el mismo autor define en el texto como la sensación que nos produce la anticipación de tener que pasar una tarde con alguien odioso y desagradable. Explica que es diferente al miedo que paraliza. (N. T.)

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