Meditación analítica de cuatro puntos sobre la vacuidad

El análisis de cuatro puntos: ni uno ni muchos

Hemos discutido la vacuidad o el vacío en el budismo, particularmente en términos de la ausencia de una identidad verdadera para nosotros mismos -la ausencia de un “yo” falso imposible- y hemos hablado un poco acerca de cómo meditar. Ahora unamos estos dos aspectos y veamos una de las formas más comunes de meditar en la vacuidad. Usualmente es conocida como “el análisis de cuatro puntos”, que utiliza la línea de razonamiento llamada “ni uno ni muchos”. El primer punto es reconocer el objeto a ser refutado; el segundo es convencerse de que la línea de razonamiento para refutarlo, a saber, “ni uno ni muchos”, en realidad lo refuta; el tercer punto es refutar “uno”, y el cuarto es refutar “muchos”. La conclusión es que, debido a que el “yo” falso no es ni uno ni muchos, el “yo” falso no existe en absoluto. El objetivo de la línea de razonamiento es que lleguemos a esta conclusión. Cuando alcanzamos esa conclusión, tratamos de discernirnos bajo la luz de lo que hemos entendido y después tratamos de estabilizar esa visión.

Ya hemos cubierto el primer punto durante el curso de nuestras discusiones: reconocer el objeto a ser refutado. Para simplificarlo, usemos la idea de que un “yo” falso es algún tipo de “cosa” sólida. Con una perspectiva engañosa respecto a un entramado transitorio, podríamos identificar a este “yo” falso con alguna parte de los agregados, como nuestro cuerpo, y después pensar: “Soy atractivo”. Al hacerlo, estamos viendo las cosas como si fueran sólidas, como si todo tuviera alrededor una línea sólida, como en un libro de colorear para niños. Pensamos que las cosas existen como si tuvieran líneas sólidas alrededor de ellas: “Este soy ‘yo’. Esto es mi ‘cuerpo’. Esta es mi ‘mente’”, y así sucesivamente.

Si las cosas existieran de esta forma, sólo podría haber una o muchas de tales cosas; o hay una cosa con una línea alrededor de ella o hay muchas cosas con líneas alrededor de ellas. Si no hay ni una ni muchas cosas con líneas alrededor de ellas, entonces no hay tal cosa como algo con una línea alrededor. Esa es la línea de razonamiento en una forma muy simple.

Entender esta línea de razonamiento y estar convencidos de que prueba lo que dice probar, requiere de un poco de análisis. Por ejemplo, si hubiera cucarachas en el dormitorio y no hubiera ninguna forma de que salieran o entraran, sólo hay dos posibilidades: o hay una sola cucaracha en el dormitorio o hay muchas cucarachas en el dormitorio. No hay otra posibilidad. Si no podemos encontrar ni una ni muchas cucarachas en el dormitorio, ¿cuál es la conclusión? Podríamos ser paranoicos y decir que las cucarachas se están escondiendo, pero la conclusión lógica es que estamos equivocados. No hay cucarachas en el dormitorio.

Es la misma línea de razonamiento con respecto a cosas que existen con líneas alrededor de ellas, tales como “yo”, un “cuerpo”, una “mente” y demás. O existe una cosa semejante o existen muchas cosas semejantes, y si no es el caso, no existen tales cosas. No es tan difícil de entender.

Pero necesitamos entender claramente lo que significa “uno” y “muchos”. “Uno” significa totalmente idéntico – uno y lo mismo – . Si estamos hablando de palabras, por ejemplo, “Alex” y “Alex” son uno; “Alex” y “Alexander” son dos: son muchos. No importa que se refieran a la misma cosa, son dos palabras.

¿Qué son las cucarachas de nuestro ejemplo? Las cucarachas son cosas con líneas sólidas alrededor de ellas, a saber, este “yo” y los agregados. ¿Son sólo una cosa? ¿Son idénticos? Cuando pensamos “soy sexy”, por ejemplo, estamos identificando al “yo” con un cuerpo sexy, parte de los agregados de la forma. Si el “yo” y el cuerpo sexy fueran totalmente idénticos, cualquiera que me viera debería ver un cuerpo sexy. Eso significa que incluso cuando me vieran un perro o un bebé, deberían verme como un cuerpo sexy. Pero no es así. Asimismo, todos deberían verme solamente como un cuerpo sexy cuando estoy ebrio y acabo de vomitarme encima. Pero eso tampoco sucede.

Otro ejemplo de “uno” sería una mujer que se identifica con ser “madre”. Con respecto a sí misma, ella cree que “yo” y “madre” son una y la misma cosa. Al pensar de esa forma, incluso cuando su hijo tenga treinta años, ella aún tendrá que ser madre y decirle a su hijo qué vestir y qué comer. Ella tiene que ser madre con todo el mundo, incluso con aquellos que no lo desean. Podemos ver que esto puede tornarse muy neurótico. Así que podemos concluir que un “yo” con una línea sólida alrededor de él, y algo en los agregados con una línea sólida alrededor no pueden ser una y la misma cosa.

Entonces necesitamos considerar: “Quizás haya muchas cosas con líneas sólidas alrededor de ellas; quizás haya muchas cucarachas en el dormitorio”. Si hubiera muchas cosas con líneas sólidas alrededor de ellas, entonces debería haber un “yo” con una línea alrededor por aquí, y un cuerpo con una línea alrededor por allá, y demás – todas estas cosas totalmente separadas, con líneas sólidas alrededor y sin ninguna relación entre ellas – . En un libro de colorear para niños, hay muchos objetos separados con líneas alrededor de ellos. No están interactuando los unos con los otros; sólo están colocados ahí. No es realista. Sí tenemos una relación con el cuerpo. No está completamente separado. Si cortamos el cuerpo, decimos que nos cortamos a nosotros mismos, ¿no es así? Reaccionamos. Hay una relación. Sobre la base de él sentimos dolor. No es que haya muchas cosas separadas con líneas alrededor de ellas, como muchas cucarachas en el piso del dormitorio.

Absorción total en la vacuidad

Si no hay ni una ni muchas cucarachas en el dormitorio, entonces tenemos que concluir que ahí no hay cucarachas. Convencidos de la verdad de eso, entonces observamos cuidadosamente en el dormitorio y discernimos que ahí no hay cucarachas. Vemos una ausencia de cucarachas y después nos enfocamos en tal ausencia. Este punto no es tan fácil. No nos enfocamos en el piso del dormitorio; nos enfocamos en el hecho de que ahí no hay cucarachas. En otras palabras, no vemos nada ahí. Si hacemos esto bien, eventualmente no aparece nada, excepto esta ausencia – como el espacio – .

Quizás este sea un ejemplo más sencillo con respecto a proyectar una identidad verdaderamente existente sobre alguien más. Siempre estamos buscando al príncipe azul o a la princesa caramelo, el compañero perfecto. Proyectamos esto sobre alguien y después nos enojamos mucho cuando nos decepciona al no actuar como el compañero perfecto. La conclusión de este tipo de análisis sobre la vacuidad es que no existe tal cosa como un príncipe azul o una princesa caramelo. Es un lindo cuento de hadas, pero no se refiere a ninguna persona real.

En este punto de la meditación, después de que nos damos cuenta de esta vacuidad o ausencia de un príncipe azul o princesa caramelo, no es que nos enfoquemos en nuestro amigo y veamos que ellos no son el príncipe azul o la princesa caramelo. Eso viene después. Aquí, con total absorción en la vacuidad, nos enfocamos en el hecho de que no hay tal cosa como un príncipe azul o una princesa caramelo. Es como cuando experimentamos la explosión de una burbuja. Nos damos cuenta de que nuestra proyección era sólo una fantasía de algo imposible; simplemente no existe, nunca existió y nunca existirá. Nos damos cuenta de que nos hemos estado dando de topes en la pared por nada. Creer en el príncipe azul y la princesa caramelo nos causó muchos problemas a nosotros y a la otra persona y ocasionó obstáculos en la relación. Ahora la burbuja se ha reventado y vemos que no existe tal cosa. Está vacío y, por lo tanto, ya no hay más bloqueos, nada que dificulte el movimiento, la actividad o la relación, porque no estamos proyectando esta forma imposible de existencia sobre la otra persona.

Aunque es difícil de hacer, tratamos de enfocarnos solamente en esta ausencia, que es como un espacio vacío. Con total absorción en esta vacuidad – que muchos traductores llaman “equilibrio meditativo en la vacuidad” – simplemente nos enfocamos en esta ausencia con perfecto entendimiento, convicción y concentración. En lenguaje simple, sentimos esta verdad profundamente. Hay una gran diferencia entre ver que no hay cucarachas en el dormitorio y la increíble sensación de alivio cuando esto realmente penetra en nosotros: “Aquí no hay cucarachas, no tengo que estar asustado”. Lo hemos asimilado.

Si nuestra absorción total se vuelve poco clara, tenemos que mirar nuevamente. “Oh, sí, no hay ninguna” y entonces penetra más. En otras palabras, necesitamos alternar los dos aspectos de la meditación que discutimos antes: la meditación de discernimiento y la de estabilización, ambas enfocadas en la vacuidad que es como el espacio.

Logro subsiguiente

Después de un periodo de absorción total en la vacuidad, continuamos nuestra práctica con la realización subsiguiente o fase de logro subsiguiente. Esta fase es usualmente traducida como el “periodo de post meditación”, pero tal traducción no es tan precisa. Esta fase de práctica puede ocurrir mientras aún estamos meditando o entre sesiones de meditación. Simplemente se refiere a lo que comprendemos, o el logro que alcanzamos, después de que surgimos de la absorción total en la vacuidad que es como el espacio.

Durante la absorción total, comprendimos – para continuar con nuestra analogía – que no hay cucarachas en el dormitorio. Nos enfocamos en esa ausencia, que fue como enfocarse en el espacio: una carencia de impedimento para la existencia espacial de algo. Durante la fase del logro subsiguiente nos enfocamos en ver el dormitorio sin cucarachas y darnos cuenta de que, a pesar de que parece que debería de haber cucarachas ahí, el dormitorio que aparece como si tuviera cucarachas es como una ilusión. Es como una ilusión en el sentido de que la forma en la que aparece no corresponde con la forma en la que existe. El dormitorio, sin embargo, es solamente como una ilusión. El dormitorio no es lo mismo que una ilusión. El dormitorio no es una ilusión: lo usamos cada noche para dormir.

Similarmente, durante la fase de logro subsiguiente nos enfocamos en nuestro compañero con el entendimiento de que él o ella no existen como el príncipe azul o la princesa caramelo, aunque aparezcan como tales. En otras palabras, mientras nos enfocamos en nuestro compañero, entendemos explícitamente que son humanos, como cualquier otra persona, y entendemos implícitamente que no son el príncipe azul o la princesa caramelo. Son una persona que meramente tiene la apariencia ilusoria de ser un príncipe o una princesa. Pero nuestro compañero es sólo como una ilusión, dado que aparece existir de una forma en la que no existe. Sin embargo, nuestro compañero no es una ilusión.

Es lo mismo con el “yo” convencional. Estoy sentado aquí y hablando. Podría haber cometido un error, pero soy un ser humano: los seres humanos cometen errores. Lo que está ausente es que sea un verdadero idiota que nunca puede hacer nada bien. La primera comprensión durante la fase total de absorción, es que no hay tal cosa como un “yo” que sea un “completo idiota”. La segunda comprensión durante la fase de logro subsiguiente, es que el “yo” convencional existe y efectivamente dije algo equivocado, lo cual surgió de causas y condiciones, karma y demás. No estamos negando el karma. No estamos negando lo que en realidad está ocurriendo. Eso sería nihilismo. Sin embargo, la realidad convencional de personas que cometen errores está desprovista de existir como “personas que son idiotas”, con una enorme línea sólida alrededor. Aunque lo que hayamos dicho pueda ser considerado convencionalmente como una idiotez, eso no nos hace existir sólidamente como un “verdadero idiota”.

¿Cómo es el “yo” convencional? Es como una ilusión. Aparece existir como un idiota con una enorme línea sólida alrededor, pero no existe de esa forma en absoluto. Nunca existió de esa forma y nunca lo hará. El “yo” convencional que dijo algo equivocado es meramente a lo que esa palabra “yo” se refiere cuando es etiquetada sobre un conjunto de agregados que incluyen hablar incorrectamente. Ese “yo” convencional es como una ilusión: aparece existir como un idiota sólido, pero los idiotas sólidos no existen en absoluto.

Este es un punto sumamente importante. Las cosas convencionales, por ejemplo “yo”, son como una ilusión, no son lo mismo que una ilusión. Hay una gran diferencia. Son como un sueño, no lo mismo que un sueño. Hay una gran diferencia entre decirle algo cruel a alguien en un sueño y decírselo en la vida real, ¿no es así?

Esos son los pasos de la meditación en la vacuidad: como el espacio y como una ilusión.

Preguntas

La base para el “yo” convencional

¿Puedes abundar en la base para etiquetar al “yo” convencional? Dijiste que es algún aspecto de la mente.

Permítanme tratar de explicar esto usando algunos ejemplos. Mi madre tiene la enfermedad de Alzheimer y se encuentra en sus últimas etapas. ¿Quién es mi madre? Su memoria se ha ido; su capacidad de reconocer a su familia se ha ido. Probablemente ni siquiera sabe quién es ella. No sé si todavía sabe su nombre. Su personalidad se ha ido. ¿Quién es ella? ¿Aún es mi madre? Sí, tenemos que decir que aún es Rose Berzin. La personalidad, la memoria y todo este tipo de cosas han desaparecido, pero debe haber algo todavía que sea la base para etiquetarla correctamente como mi madre, ¿verdad? Aún está viva; no se ha muerto.

Lo mismo puede ocurrir con el cuerpo. Alguien puede perder un brazo o una pierna; pueden tener un derrame y quedar paralizados; pueden ser terriblemente quemados en un incendio, pueden perder una gran parte de su cuerpo, e incluso pueden reemplazar partes de su cuerpo, como un corazón o un hígado. ¿Aún son tu madre? ¿Qué hay acerca de estar en coma? ¿Tu madre es aún tu madre si está en coma? Tienes que decir: “Sí, aún es mi madre”, a pesar de que la mente burda se haya ido. ¿Y si tiene muerte cerebral pero se mantiene a su corazón latiendo y se conserva artificialmente su respiración con una máquina de soporte vital? Esto se vuelve muy delicado, debido a que nadie se pone de acuerdo en la frontera tras la cual alguien en realidad está muerto.

El asunto de cuál es la base fundamental para etiquetar al “yo” convencional, y cuándo aún está presente y cuándo se ha ido, quizás se vuelve un poco más claro cuando vemos un cadáver. La mayoría de nosotros en Occidente no vemos cadáveres, excepto en un estado antinatural, acostados en un elegante ataúd, muy limpios, usando maquillaje y ropas elegantes. Es una pena. Ciertamente no es agradable ver un cadáver en su condición natural, pero el Buda aprendió mucho de ver un cadáver. Nosotros podríamos hacer lo mismo.

Fui muy afortunado por haber tenido una experiencia en la India hace alrededor de diez días, cuando un occidental que vivía en Dharamsala murió. Se fue a dormir con una estufa de carbón encendida en su habitación y olvidó dejar la ventana abierta, así que murió mientras dormía a causa del monóxido de carbono. A pesar de que yo en realidad no lo conocía personalmente, era responsabilidad mía y de algunos otros antiguos integrantes de la comunidad occidental ir a la morgue, recogerlo y cremarlo. Las autoridades indias ya le habían practicado una autopsia. Así que ahí estaba este hombre, yaciendo desnudo sobre el piso de concreto dentro de una cabaña de concreto, como un pez muerto, con el estómago cortado de tajo y sólo atado rudimentariamente con algo de cuerda, y apestando horriblemente. No habían hecho nada para preservar su cuerpo. Tuvimos que recogerlo, cargarlo al jeep y sentarnos junto a él mientras nos conducíamos a los terrenos de cremación. Al manipularlo, realmente se sentía como un pez muerto e incluso tenía colores similares. Era en verdad bastante increíble. Después tuvimos que sacarlo del jeep, tirarlo sobre una pila de madera y quemarlo, como se quema el papel o la basura.

Esa experiencia me pareció increíblemente útil, con todo y lo espantosa que fue. Se volvió muy claro en mi mente que esta persona no era su cuerpo y noté qué tan fuertemente nos identificamos con nuestro cuerpo. Todas estas cosas que hemos estado discutiendo comenzaron a volverse realmente muy relevantes y vívidas. ¿Quién es este tipo? ¿Era alguien que estaba viviendo dentro de ese cuerpo y que ahora se ha ido? Esa es una de las visiones erróneas engañosas, ¿no es así? ¿Era alguna cosa que entró en ese cuerpo e hizo uso de él, como usar una computadora, y que ahora va a hacer uso de algún otro cuerpo? ¿Cuál era la relación entre esta persona y este cuerpo? Se vuelve realmente muy interesante. Cuando se ve un cadáver en descomposición en su estado natural se experimenta como si fuera un pedazo de basura. Nadie lo quiere cerca. Quieres quemarlo lo más rápido posible porque apesta terriblemente.

La base fundamental para etiquetar el “yo” convencional no es este cuerpo; no es la memoria; no es el conjunto de este tipo de cosas. Como les digo, si podemos realmente ver un cadáver o visitar a alguien con Alzheimer, comienza a volverse más obvio. Una persona puede perder tantas partes y aún así ser etiquetada válidamente como un “yo” convencional, mientras que un cadáver ya no es un “yo”. Incluso si alguien no tiene un darse cuenta consciente del “yo”, como cuando se está en coma, todavía es una persona; todavía es un “yo”. Tal vez todavía conserva un sentido inconsciente del “yo”, pero es difícil de decir, ¿no? Nosotros aún tenemos un sentido del “yo” cuando estamos soñando, ¿pero qué tal cuando estamos dormidos sin soñar nada? No lo sé.

Sin embargo, la discusión del “yo” convencional en el budismo no es acerca de si una persona se da cuenta o está conciente o tiene un sentido de ser “yo” o no. El budismo simplemente aborda el asunto de si el “yo” convencional puede o no ser etiquetado válidamente sobre algo que nunca cesa y continúa de una vida a otra, sin ninguna interrupción en la continuidad, sin principio ni fin, incluso hasta la iluminación. Como discutimos anteriormente, nadie necesita etiquetar activamente ese “yo” – el acto de etiquetar es irrelevante para la discusión – . El “yo” convencional es simplemente a lo que la palabra, la etiqueta o el concepto “yo” se refieren, etiquetado o imputado sobre una base de etiquetado apropiada. El “yo” necesita ser imputable válidamente, no necesariamente imputado válidamente por alguien.

Entonces, en respuesta a tu pregunta, el budismo afirma que el nivel más sutil de la mente o actividad mental, unido a la energía sostenedora de vida más sutil, es lo que continúa incesantemente de vida en vida y, en forma última, esta es la base para etiquetar al “yo” convencional. En la clase superior de tantra, anutarayoga, este nivel más sutil de la mente o actividad mental se conoce como “luz clara”, “mente de luz clara”.

Recordar vidas pasadas

Algunas veces escuchamos decir a grandes maestros tibetanos que pueden recordar sus vidas pasadas. ¿Cómo pueden hacerlo?

Esto es muy interesante. Primero que nada, tenemos que pensar en las vidas pasadas sin concebirlas como mi vida pasada. No es como si hubiera un “yo” sólido que posee vidas pasadas y siempre mantiene la misma identidad fundamental, como pensar: “Alex tiene vidas pasadas”. Tenemos que tomar las vidas pasadas y futuras en forma totalmente impersonal, aunque la corriente de continuidad de vidas de cada persona es individual. Quizás sea útil pensar en las vidas pasadas como escenas previas de una película. Así como podríamos etiquetar “yo” sobre las escenas que están pasando en esta hora, podríamos etiquetar “yo” sobre las escenas que pasaron en la última hora, o en otro cuerpo en otra vida.

Ahora, necesitamos traer a colación la discusión budista de cómo opera la memoria. Lo que el budismo analiza como memoria no se refiere a la acumulación de información, sino a la recolección. El mecanismo es el mismo que para los hábitos. No se me ha ocurrido una buena traducción para la palabra tibetana usada para “hábito”, porque incluye la forma en la que opera la memoria. Recolectar algo es similar a repetir un hábito. En ambos casos, experimentamos una serie de eventos similares.

Por ejemplo, quizás hayamos fumado cigarros en muchas ocasiones pasadas. Sobre la base de ello, podemos etiquetar o imputar un hábito de fumar cigarros. No es que hayamos fumado el mismo cigarro cada vez que fumamos, o que hayamos fumado el cigarro cada vez con exactamente el mismo movimiento de mano para sostenerlo. Fumamos diferentes cigarros cada vez y lo hicimos de diferente manera. Pero cada cigarro que fumamos era similar a los anteriores, y cada acto de fumar era similar a los anteriores. Sobre la base de este hábito, podemos fumar otro cigarro similar en el futuro.

De la misma forma, experimentamos algo una vez, digamos encontrarnos con alguien, y después en muchas ocasiones recordamos ese encuentro. No pensamos exactamente el mismo pensamiento cada vez que recordamos el encuentro, ¿o sí? Pensamos algo similar cada vez, algo que se parece a ese encuentro, pero no el encuentro real en sí mismo. Sobre la base de esta secuencia de ocasiones de pensar algo similar con respecto al encuentro, podemos etiquetar o imputar una memoria. Es lo mismo que la repetición de acciones similares, sobre la base de lo cual etiquetamos un hábito.

De igual forma, podríamos recolectar algo similar a lo que ocurrió, no sólo previamente en esta vida, sino también en una vida anterior. Esto es debido a que hay una continuidad ininterrumpida de la mente sutil y del “yo” convencional. Los hábitos y las memorias -como una subcategoría de hábitos- tienen como su base de etiquetado esta continuidad de mente sutil, así como el “yo” convencional etiquetado sobre esa continuidad, y entonces las memorias y los hábitos tienen el mismo tipo de existencia que el “yo” convencional. No son sólidos ni encontrables en absoluto. No están almacenados físicamente en esta mente sutil o en el “yo”. Las memorias son meramente fenómenos no estáticos imputables que no son ni formas de fenómenos físicos ni formas de darse cuenta de algo.

Lidiar con el dolor

Si no hay un “yo” sólido, no deberíamos experimentar el dolor como dolor, ¿no es así? Podríamos pensar: “Es sólo dolor” y no estar tan deprimidos. Hay sufrimiento, pero no hay un sufridor.

Cuando te golpeas tu pie contra una mesa en la oscuridad, hay dos maneras de manejarlo. Una es saltar de un lado a otro y hacer un gran drama. “¡Oh! ¡Pobre de MI! ¡Me golpeé mi pie! ¡No es justo!”. Es como si quisieras que viniera tu mami a besar tu pie y hacer que todo esté bien. Detrás de esa forma de reaccionar está el aferramiento a un “yo” sólido verdadero. La otra forma de manejarlo es: te golpeas el pie, te duele y no haces gran alharaca por ello. Sólo piensas: “Bueno, me golpeé el pie. Realmente me duele; vamos a lo que sigue”. Después continúas haciendo lo que sea que estabas haciendo sin proyectar una enorme línea sólida alrededor del “yo”, del accidente o del dolor.

Sin embargo, de forma convencionalmente existente golpeaste tu pie. No es que no haya pasado nada. Así que revisas con calma si tu pie está sangrando o si te rompiste un hueso. Y si necesitas tratamiento médico lo consigues.

Cuando tenemos un intenso dolor físico durante un periodo muy prolongado, como cuando se tiene cáncer, es mucho más difícil de manejar, porque la reacción de deprimirse o enojarse vuelve una y otra vez. ¿Cómo podemos liberarnos de esa reacción compulsiva?

Me parece que es lo mismo. Hay muchas formas de lidiar con el dolor del cáncer. La meditación en la presencia mental de enfocarse en la respiración es muy útil. Nos confirma que estamos vivos y nos conecta con algo más estable y duradero que el dolor. Si somos muy fuertes en nuestra práctica mahayana también podemos hacer la meditación de dar y tomar, tonglen, que consiste en imaginar que tomamos el dolor del cáncer de todos los demás y les damos calma, felicidad y buena salud. Pero esa es una práctica muy avanzada que es muy difícil de hacer de forma sincera. Es más fácil hacer esa práctica cuando estamos simplemente sentados sin mucho dolor.

También podríamos intentar hacer meditación en la vacuidad como una forma de lidiar con el dolor crónico. ¿Qué está pasando aquí? ¿Hay un “yo” sólido con una enorme línea alrededor? ¿Una enfermedad sólida con una enorme línea alrededor? ¿Un dolor sólido con una enorme línea alrededor? ¿Son como tres cucarachas? ¿O no son sólidos en absoluto? Cuando pensamos “¡pobre de mí, la víctima! ¡Tengo este dolor y es tan terrible!”, el primer punto es reconocer lo que será refutado: el “yo” verdadero como la víctima, este dolor verdadero y este desastre. El hecho de que nos dejemos llevar por esta mentalidad de víctima, sólo añade una tremenda cantidad de sufrimiento mental al dolor físico. Necesitamos darnos cuenta de que no existe tal cosa como una víctima sólida. Esta comprensión nos puede ayudar a liberarnos del estado estrecho de cuerpo y mente que acompaña a la mentalidad de víctima.

Pienso que podemos entender esto con otro ejemplo. Cuando nos ponen una inyección podríamos estar realmente asustados pensando: “¡ME va a lastimar tanto!”. Entonces nuestros músculos se tensan y se aprietan y seguramente nos dolerá mucho más. Si en lugar de ello pensamos: “Bueno, me van a poner una inyección” y estamos relajados, nuestros músculos estarán relajados y, sí, la inyección duele, pero es soportable y lo dejamos pasar.

Es lo mismo con cualquier tipo de dolor. Cuando nos aferramos a un “yo” sólido, literalmente nos volvemos tensos y nerviosos. Nos estamos aferrando. Si somos así y estamos sentados en la silla del dentista, será como una tortura. Es mucho mejor si estamos relajados. El entendimiento de la vacuidad nos ayuda con eso. Podemos lograr algo similar con la meditación en la impermanencia. Podemos darnos cuenta de que no estaremos en esa silla del dentista por el resto de nuestra vida, y eso nos ayuda a relajarnos. Pero la meditación en la vacuidad es mucho más fuerte.

Pienso que todos los que estamos aquí somos quizás muy débiles como para empezar con tan sofisticado método de meditación, como lo es la meditación en la vacuidad. Si uno simplemente permanece gozoso en el sufrimiento, hay un elemento en ese estado mental que ya ha superado el sufrimiento.

Sí. Hay muchos métodos en el lojong o enseñanzas sobre el entrenamiento de actitudes. Si nos golpeamos el pie podemos pensar: “Estoy muy feliz de que no me rompí el pie” o “Estoy muy feliz de haberme liberado de cualquier tipo de obstáculos kármicos que pudieran haber ocurrido. Ahora el karma negativo ha terminado de una forma no tan mala”. Hay muchas formas de transformarlo.

Esto nos conduce al final de nuestro curso. No tuvimos tiempo de realmente hacer la meditación en la vacuidad juntos y lo lamento, pero pienso que lo describimos lo suficiente como para ser capaces de practicarla por nosotros mismos.

Que cualquier potencial positivo y entendimiento que se haya generado por la explicación y la escucha a esta explicación actúe como una causa para que todos alcancemos la iluminación en beneficio de todos los seres. Gracias.

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