Las dos verdades

Introducción

Las Cuatro Verdades Nobles

El Buda vivió hace alrededor de 2,500 años en la India. Debido a que sus discípulos tenían diferentes disposiciones y capacidades, le enseñó a cada uno de ellos de una forma individual que se ajustara mejor a la forma en la que entenderían. Pero lo primero que enseñó para todos fue su entendimiento vivencial básico de cómo alcanzó la iluminación: enseñó lo que se conoce como “Las Cuatro Verdades Nobles”. Estos son cuatro hechos verdaderos acerca de la vida que las personas ordinarias no ven como hechos, pero que los seres altamente realizados (aryas) que han visto la realidad de forma no conceptual, han visto que son verdaderos. En resumen, estas cuatro verdades responden a las siguientes preguntas:

  • ¿Cuáles son los tipos de sufrimientos y problemas que todos experimentan en la vida?
  • ¿Cuáles son sus causas?
  • ¿Es realmente posible deshacerse de estos problemas, para alcanzar una detención de ellos de tal forma que nunca recurran de nuevo?
  • ¿Cuál es el entendimiento que traerá esa detención, porque se deshará de las causas del sufrimiento?

La respuesta a estas preguntas constituye la estructura básica de lo que el Buda enseñó a profundidad por el resto de su vida, y esto es lo que enseñó primero.

Cuando revisamos estas Cuatro Verdades Nobles, vemos que no existen aisladas completamente por sí mismas. Surgen de una base y conducen a una meta cuando son plenamente comprendidas. En palabras simples, la base para estas cuatro verdades – estos cuatro hechos de la vida – es la realidad.

Si queremos resumir el budismo en una palabra, entonces, como dijo uno de mis amigos, que también es maestro budista, esa palabra sería realismo.

Si pudiéramos ver la realidad y entenderla y aceptarla sin proyecciones de algo imposible e irreal, seríamos capaces de lidiar con nuestras situaciones problemáticas de una forma realista.

Así que las enseñanzas sobre la realidad son la base para estas cuatro verdades. Sin embargo, la realidad impregna diversos niveles de cómo existen las cosas y cómo funcionan en la vida. El Buda enseñó acerca de todo eso.

Las Tres Joyas Preciosas

Desde estas Cuatro Verdades Nobles, lo que se vuelve claro es la dirección que necesitamos darle a nuestra vida para superar el sufrimiento y los problemas. Esta dirección es indicada por lo que en la jerga budista se conoce como las “Tres Joyas Preciosas” o “Tres Joyas de Refugio” – Buda, Dharma, Sangha. Cada una tiene muchos niveles de significado, pero en el nivel más profundo significan:

  • El Dharma – es la meta por la que nos esforzamos, esto es, deshacernos de nuestros problemas y de sus causas, y alcanzar el entendimiento pleno que nos liberará de ellos para siempre.
  • Los Budas – aquellos que han alcanzado esa meta plenamente y que nos enseñan cómo hacerlo por nosotros mismos.
  • La Sangha – aquellos que están siguiendo estas enseñanzas y que han alcanzado la meta en parte, pero no completamente.

Una plegaria a los 17 Maestros de Nalanda

Su Santidad el Dalái Lama escribió un muy hermoso texto como solicitud de inspiración a 17 grandes maestros budistas del gran monasterio budista de la antigua India. Se llamaba Nalanda y duró cerca de mil años. Conducida como un monasterio, fue la universidad más famosa de su tiempo y produjo los más grandes maestros de la tradición budista india. El Dalái Lama escribió este texto en la forma de una plegaria para cada uno de los más famosos 17 maestros: “Inspírame a seguir tus pasos”. Después de estos versos de solicitud individual, Su Santidad concluyó con muchos versos más generales dedicados a todos ellos.

Lo que me gustaría presentar es un comentario sobre uno de esos versos concluyentes. Resume lo que acabo de explicar acerca de la realidad (las dos verdades), las Cuatro Verdades Nobles y las Tres Joyas de Refugio. Refugio significa que, si vamos en la dirección indicada por estos tres, nos salvaremos a nosotros mismos del sufrimiento y de los problemas.

El verso dice:

Al conocer el significado de las dos verdades, la cual es la base, la forma en la que todas las cosas moran,

“Morar” significa cómo existen las cosas, cómo funcionan las cosas. En otras palabras, conocer la realidad.

Obtenemos certeza acerca de cómo, a través de las cuatro verdades, seguimos entrando, pero también podemos revertir nuestro renacimiento incontrolablemente recurrente.

Si entendemos la realidad, entenderemos, a través de estas cuatro verdades, cómo perpetuamos nuestros problemas, así como la forma en la que podemos deshacernos de ellos.

Producida por la cognición válida, entonces nuestra convicción de que los Tres Refugios son hechos se vuelve firme.

Recordemos que los Tres Refugios son formulados en términos de la verdadera meta que podemos alcanzar – una completa detención de todos nuestros problemas, de tal forma que nunca recurran, y el entendimiento que producirá eso.

Si desean practicar el camino budista, están dirigiéndose a una meta. ¿Cómo saben que es posible alcanzar esa meta? ¿Es solo una ficción? ¿Es una linda historia o es realmente un hecho? Muchas personas se esforzarán para alcanzar la meta únicamente basados en la fe: “Mi maestro dijo que así era. Y, bueno, quiero creer, así que creo”.

Eso puede funcionar para mucha gente, pero no es siempre la forma más estable de practicar. Después de practicar durante un largo periodo, lo que a menudo sucede es que se empiezan a cuestionar: ¿qué estoy haciendo? Esto es porque aún experimentas enojo, apego, egoísmo y más – los verdaderos causadores de problemas – y es realmente difícil deshacerse de ellos. Así que el progreso es muy lento. Pero es necesario darnos cuenta de que el progreso tampoco es siempre lineal: invariablemente tiene altibajos. A veces va mejor y otras veces va peor. Si estamos practicando los métodos budistas solo sobre la base de la fe, podemos desanimarnos porque parecerá que no vamos a ningún lado. Entonces podríamos preguntarnos: “Bueno, ¿es realmente posible alcanzar la meta?”.

Esa es la razón por la que el verso dice: “producida por cognición válida”. En otras palabras, cuando realmente hemos entendido – basados en la lógica y la razón – que la meta sí existe y que realmente es posible alcanzarla, entonces nuestra convicción en torno a la meta, la factibilidad de alcanzarla y de que hay personas que de hecho la han alcanzado, se vuelve muy firme. Creemos que estos puntos son hechos, no solo porque están escritos en algún libro sagrado. Estamos convencidos de que son verdaderos porque las dos verdades son realidad, y las cuatro verdades y los tres refugios siguen de forma lógica basados en la realidad.

Inspírenme para implantar esta raíz de la mente que es el camino que conduce a la liberación

Plantamos una semilla, pero aquí implantamos una “raíz”, no una semilla. Esta selección de palabras indica que la estructura de las dos verdades, cuatro verdades y tres refugios es la raíz para todo el camino budista, dado que todo surge a partir de eso. Con esta raíz firmemente implantada en nuestra mente, toda nuestra práctica está basada en la convicción. Entendemos lo que estamos haciendo, entendemos que es posible alcanzar la meta, y entendemos cuál es la meta.

Pienso que esta es una aproximación muy importante para el budismo, porque si vamos a seguir un camino espiritual, es muy importante estar convencidos de que es realista. No es una especie de fantasía idealista a la que somos atraídos solo por emoción, pero que ulteriormente es imposible. Si estamos convencidos de que lo que estamos haciendo en nuestra vida espiritual es realista, podemos invertir en ella emoción saludable. Necesitamos un equilibrio entre las dos: entendimiento y emoción saludable, tales como la compasión, el entusiasmo, la paciencia y similares.

Las dos verdades

Verdad convencional, relativa

Al conocer el significado de las dos verdades, la cual es la base, la forma en la que todas las cosas moran,

La primera línea en el verso habla acerca de las dos verdades: “verdad relativa” o “verdad convencional” y “verdad más profunda” — en otras palabras, dos hechos verdaderos acerca de la realidad de todo. Uno es el nivel más superficial y el otro es el nivel más profundo. Ambos son válidos desde diferentes puntos de vista. Existen muchas presentaciones de las dos, pero sigamos aquí la que Su Santidad el Dalái Lama a menudo utiliza cuando se dirige a un público en general.

Causa y efecto

¿Cuál es el nivel superficial de verdad acerca de todo lo que experimentamos? Esto es que todo lo que experimentamos está sucediendo en el presente solo debido a su relación con sus causas precedentes. En otras palabras, todo surge o pasa en dependencia de causa y efecto. La física también enseña este principio de causalidad, pero solo con respecto a los fenómenos físicos, tales como la relación entre patear una pelota y que la pelota se mueva. Esta relación es mecánica simple, causa y efecto.

La causalidad, por supuesto, puede ser explicada a un nivel mucho más complejo cuando consideramos todos los factores que producirán que algo suceda. Por ejemplo, si vemos los problemas económicos, el calentamiento global, las guerras regionales y demás, es obvio que no proceden de una sola causa. Tampoco provienen de ninguna causa en absoluto ni provienen de causas irrelevantes. En lugar de ello, todas las situaciones surgen en dependencia de muchos factores diferentes. Esto incluye, no solo lo que está sucediendo en el presente, sino también lo que sucedió en el pasado. Como en este país, Ucrania, no pueden separar la situación presente del pasado soviético o de la Segunda Guerra Mundial y todo eso. Las situaciones económicas y ecológicas de hoy en día han surgido como consecuencia de todo lo que ha ocurrido a lo largo de la historia. Así que no podemos decir que lo que está pasando ahora es la culpa solo de una persona o de una cosa que ocurrió. Las cosas surgen en dependencia de un enorme entramado de causas y condiciones. Esta es la realidad, ¿no es así?

O si lo vemos en términos de la psicología: si tenemos un problema en una familia, nuevamente no podemos decir que eso solo proviene de una causa o de ninguna causa. Cada miembro de la familia ha contribuido de forma causal al problema de la familia. De la misma forma, no podemos decir que la forma en la que cada uno de ellos se está comportando no tiene nada que ver con lo que está sucediéndoles en el trabajo, en la escuela y con sus amigos. Todo ejerce una influencia. Además, la situación familiar no existe aislada de la sociedad y de sus sistemas económicos, sociales y políticos. Todos estos, de una forma u otra, también influencian al problema.

Aquí, entonces, el realismo se refiere al hecho de que todo está interconectado e influencia a todo lo demás. Todo lo que sucede ocurre como resultado de un complejo y enorme entramado de causas y condiciones. Esa es la realidad.

Si este es el caso con los objetos físicos, así como con los asuntos globales y los problemas familiares, entonces ¿qué hay acerca de una escala individual, con cada uno de nosotros personalmente? ¿Qué hay acerca de la felicidad y la infelicidad? ¿Tienen una causa? ¿Provienen de ninguna causa? Después de todo, algunas veces nos sentimos felices, a veces no nos sentimos felices y no hay forma de saber lo que sentiremos en el siguiente momento. Así que, ¿eso sucede de ninguna causa? ¿O está sucediendo en dependencia solo de lo que estoy haciendo en el momento?  Bueno, eso no tiene sentido, ¿o sí? Podría comer la misma cosa dos días diferentes y un día me siento feliz de comer eso y otro día me siento miserable al comerlo, así que no es algo que proviene de la comida. Podría estar con la persona que más amo y, aun así, algunas veces me siento feliz y otras me siento infeliz. Podría tener riquezas y que las cosas me salgan bien y aun así ser infeliz.

Así que, ¿de dónde provienen esta infelicidad y felicidad? ¿Acaso son enviadas por algún ser superior que presiona un botón para que a veces nos sintamos felices y a veces infelices? Discúlpenme, no es mi intención ser ofensivo. Lo estoy llevando a un extremo absurdo. Pero si todo lo que experimentamos – como los objetos físicos que se mueven o quemarnos nuestra mano y que nos duela cuando accidentalmente tocamos una estufa caliente – sigue las leyes de la causa y el efecto, ¿la felicidad y la infelicidad no tendrían que seguir leyes de causalidad comprensibles? Esta es la pregunta y el punto principal acerca de la realidad con referencia a la verdad relativa en el contexto de este verso. Se refiere a la realidad de la relación causal entre nuestra conducta y nuestra experiencia de felicidad o infelicidad como resultado.

Karma

Esto nos lleva a las enseñanzas budistas básicas sobre el karma. ¿Qué es el karma? Este no es un tema fácil. Hay muchas explicaciones y muchos malentendidos, pero básicamente:

Karma se refiere a la compulsividad que conduce y caracteriza nuestras formas de actuar, hablar y pensar.

Nuestra conducta, sea destructiva, constructiva o incluso neutra, es bastante compulsiva, si pensamos en ello.

  • Me siento molesto y tengo ganas de gritarle a alguien y entonces, compulsivamente, grito.
  • Soy sobreprotector y tengo ganas de revisar si el bebé está bien y entonces, compulsivamente, reviso una y otra vez, mucho más de lo que es necesario o saludable.
  • Tengo hambre y tengo ganas de ir al refrigerador para tomar un refrigerio y entonces, compulsivamente, simplemente voy.

¿De dónde proviene esta compulsión? Y ¿a qué conduce? Estas son las preguntas que hacen las enseñanzas sobre el karma. La explicación budista es que cuando actuamos, hablamos o pensamos de una forma compulsiva, eso desarrolla potenciales y tendencias en nuestra continuidad mental que continúan ahí en cada momento de nuestra experiencia posterior. Cuando son disparadas por diversas circunstancias, conducen a que tengamos ganas de repetir el patrón de conducta. Basada en esa sensación, surge la compulsión que nos lleva a repetir la acción. Esta compulsión es el verdadero karma involucrado.

Por supuesto que también podemos explicar este fenómeno a un nivel psicológico: actuar de ciertas formas construye y refuerza un camino neuronal, así que, en lo sucesivo, nos es más fácil seguir un patrón de conducta. El budismo ciertamente no niega esta base física; solo se aproxima al fenómeno desde el punto de vista experiencial, pero aun así lo analiza como un ejemplo más de la causa y el efecto.

¿Qué hay acerca de la felicidad y la infelicidad? El budismo los explica también en términos de causa y efecto kármico. Si experimentamos infelicidad, es el resultado a largo plazo de nuestra conducta compulsiva destructiva cometida bajo la influencia de las emociones perturbadoras. Si experimentamos felicidad ordinaria – el tipo de felicidad que nunca dura y nunca satisface, pero que aun así se siente bien – es el resultado a largo plazo de la conducta constructiva realizada bajo la influencia de las emociones positivas, tales como la paciencia y la amabilidad. Sin embargo, sigue siendo compulsiva, porque estaba mezclada con confusión acerca de cómo existimos, como al ser un bienhechor compulsivo o un perfeccionista compulsivo.

¿Cómo entendemos esta relación causal? Primero que nada, necesitamos entender la diferencia entre la conducta constructiva y destructiva. La distinción entre ambas no está bosquejada en términos de los efectos que nuestra conducta tiene en alguien más. Por ejemplo, si estamos muy enojados con alguien y lo apuñalamos con un cuchillo, eso es destructivo. Por otro lado, si como cirujano cortamos a alguien con un cuchillo para llevar a cabo una cirugía que le salvará la vida, eso es constructivo. Obviamente, la acción de encajarle un cuchillo a alguien no es el factor determinante aquí, o si el acto es constructivo o destructivo. Todo depende de la motivación: el estado mental con el que se hace la acción y la meta que intentamos alcanzar con el acto.

Si la acción está motivada por una emoción perturbadora, tal como el enojo, el apego, la codicia, la ingenuidad, los celos, la arrogancia, el egoísmo y todo ese tipo de cosas, entonces es destructivo, incluso si estamos haciendo algo que por sí mismo es agradable. Por ejemplo, si le damos a alguien un masaje por deseo anhelante y con el deseo de abusar sexualmente de la persona, nuestro acto es destructivo. Por otro lado, si la acción está relativamente libre de estas emociones perturbadoras, entonces es constructiva, aun si la acción en sí misma no es agradable en absoluto. Por ejemplo, como padres, enviamos a su habitación a nuestro hijo que se ha portado mal, no por enojo, sino por amor y con interés de enseñarle a no portarse mal. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la acción destructiva aún será compulsiva por estar mezclada con un impulso inconsciente de obtener de nuestro acto un sentido de identidad verdadera – en este caso, de un buen padre o madre.

¿Cómo, entonces, entendemos la relación causal entre infelicidad y conducta destructiva basada en las emociones perturbadoras, y la relación causal entre felicidad y conducta constructiva que está relativamente libre de emociones perturbadoras? Esta es, no solo una pregunta muy interesante, también es crucial, porque el Buda identificó el karma, las emociones perturbadoras y la confusión acerca de cómo existimos, como las causas de cómo nos sentimos. Existen las causas para la infelicidad y para la felicidad insatisfactoria ordinaria. Necesitamos ir más allá de ambas para poder liberarnos del sufrimiento que los dos tipos de sensaciones implican.

Pensemos en ello. Cuando estamos actuando, hablando o pensando acerca de algo o alguien con enojo, por ejemplo, ¿nos sentimos tranquilos? ¿Nuestra energía está calmada? No, no está calmada en absoluto; está agitada. ¿Nos sentimos felices en esos momentos? No creo que nadie pueda decir que se siente feliz cuando experimenta enojo o cualquiera de las otras emociones perturbadoras. De la misma forma, si observamos nuestra energía cuando nos sentimos codiciosos, no estamos tranquilos; tememos no obtener lo suficiente. Cuando estamos muy apegados a alguien y lo o la extrañamos muchísimo, tampoco nos sentimos tranquilos; nuestra energía está muy perturbada. Mientras que cuando no sentimos nada de enojo, codicia, egoísmo o cosas así, y sólo tratamos de ser amables, nuestra mente está relativamente en calma, nuestra energía es más suave, ¿no es así? Básicamente nos sentimos felices, a pesar de que este puede ser un nivel sutil de felicidad, nada dramático. Incluso si eres un “bienhechor” compulsivo y quieres hacer todo perfecto, tu energía está más relajada y eres más feliz haciendo algo beneficioso, que cuando actúas por enojo. Por supuesto, si mientras haces algo positivo estás temeroso de cometer algún error o de no ser lo suficientemente bueno, entonces ciertamente no estás tranquilo con tales pensamientos y preocupaciones.

Lo que es notable aquí es que esta sensación de infelicidad o de felicidad relativa dura por un corto periodo, incluso después de que la acción ha terminado. Eso indica que lo que sentimos, incluso cuando estamos haciendo otra cosa, puede verse afectado por lo que hicimos previamente. Sin embargo, cuando el Buda habló acerca de la relación entre el karma y el nivel de felicidad o infelicidad que experimentamos, no se estaba refiriendo principalmente a lo que sentimos poco después de alguna acción. Estaba hablando de resultados a mucho más largo plazo. Sin embargo, podemos empezar a valorar su punto cuando pensamos acerca de la relación entre nuestra conducta compulsiva emocional y la forma en que nuestra energía fluye en nuestro cuerpo.

La verdad relativa acerca de todo lo que experimentamos, entonces, es que todo surge en dependencia de causas y condiciones, incluyendo nuestro estado mental general y no solo lo que tenemos ganas de hacer, sino también si estamos felices o infelices. Este es un aspecto de la realidad – la línea en el verso lo llama la base, la forma en la que todas las cosas moran – así, la forma en la cual todo existe y opera.

La verdad más profunda

La segunda verdad acerca de todo se enfoca en el nivel más profundo. Aunque puede parecer que las cosas existen y funcionan en formas imposibles debido a nuestras proyecciones fantasiosas, las formas imposibles en las que parecen existir no corresponden con la realidad.

Esa total ausencia de algo encontrable que corresponda con nuestras proyecciones se llama “vacuidad”, a menudo traducida como “vacío”.

Aunque existen muchos niveles de sutileza en las formas imposibles de existencia que nuestra mente proyecta por nuestra confusión habitual, podemos empezar a trabajar con la verdad más profunda al trabajar con uno de los niveles más generales: las cosas no existen en formas imposibles. ¿Cómo podrían? La realidad es que no existe nada que corresponda con los sinsentidos imposibles que nuestra mente confusa proyecta. Es totalmente ausente, no existe tal cosa.

Consideren un ejemplo clásico: un niño piensa que hay un monstruo debajo de la cama. De hecho, hay un gato debajo de la cama, pero el niño proyecta sobre el gato que es un monstruo. Entonces, debido a que el niño cree que realmente hay un monstruo ahí, a pesar de que es un sinsentido, el niño está muy asustado. Así que proyectar este sinsentido tiene un efecto sobre el niño, pero eso ciertamente no convierte al gato en un monstruo real, porque no existen los monstruos. Así, la vacuidad es la total ausencia de un monstruo real que corresponda con la fantasía del niño. Nunca hubo un monstruo y nunca habrá uno. Pero si quitamos la proyección, aún hay un gato bajo la cama; no es que no haya nada ahí.

Por hábito, nos imaginamos que las cosas existen en la forma en la que de hecho aparecen ante nosotros. Solo nos damos cuenta de lo que está frente a nuestros ojos o de lo que estamos sintiendo en el momento. Por ejemplo, quizás me esté sintiendo infeliz ahora y pareciera que eso surgió por sí mismo sin ninguna razón en absoluto. Solo me siento infeliz. No sé por qué. Me siento aburrido; me siento bla; soy infeliz y no parece estar relacionado con lo que estoy haciendo o con las personas con las que estoy. Simplemente de pronto me siento desanimado, me siento infeliz. No tiene que ser algo dramático. También puede ser una sensación baja de insatisfacción. Así que ¿cómo aparece? Aparece como si no hubiera ninguna causa. Pero eso es imposible, eso no corresponde con la realidad. Esa es la verdad más profunda.

La verdad convencional, relativa, entonces, es que todo, incluyendo mi infelicidad o mi felicidad, surge de un proceso de causa y efecto. Aunque esa es la realidad, no aparece así ante mí. Aparece como si lo que yo siento viniera de la nada por ninguna razón. La verdad más profunda es que, como aparece ante mí, no corresponde con la realidad – es una proyección de algo imposible. Eso es algo realmente muy profundo, si pensamos en ello.

Permítanme darles otro ejemplo. Supongamos que tengo un amigo cercano que algunas veces me grita. Tenemos una relación maravillosa, pero de pronto mi amigo se enoja por algo y me grita. ¿Cómo aparece eso ante mí? Aparece como “ya no me amas más”. Me altero mucho porque lo único que aparece ante mi mente es mi amigo gritándome y yo lo identifico totalmente solo con eso y con nada más. Pero esa proyección no corresponde con la realidad. Ese hecho de gritar no surgió de la nada, ni existe completamente separado de ser solo un incidente en el contexto de una amistad a largo plazo. Quizás esto les ha pasado también a ustedes.

Lo que sucede es que perdemos de vista la totalidad de la relación que tenemos con nuestro amigo – todas las demás veces que hemos estado con esta persona, todas nuestras demás interacciones. Pero esa no es la única cosa; también perdemos de vista la imagen más amplia. No somos la única persona en la vida de nuestro amigo y nuestra amistad no es la única cosa que le está sucediendo en la vida. Nuestro amigo tiene toda una vida además de nosotros y eso también afecta lo que siente y cómo actúa. Quizás tuvo un día difícil en el trabajo o tuvo un problema con sus padres y eso lo puso de mal humor, por eso me gritó. La verdad más profunda es que lo que proyecté es imposible: simplemente no es la realidad que el hecho de que me gritara exista solo por sí mismo, independientemente del contexto del resto de nuestra amistad y del resto de lo que está sucediendo en su vida. Una realidad verdadera que corresponda con esa apariencia de eventos independientemente existentes no puede existir, no existe tal cosa. La total ausencia de semejante modo de existencia es llamada “vacuidad”, “shunyata” en sánscrito, la cual es la misma palabra que se utiliza para “cero”.

En términos de las dos verdades, entonces, cuando las cosas están desprovistas de existir aisladas e independientes unas de otras, entonces la causa y el efecto opera. Esto es porque la causa y el efecto solo existen con relación a y en dependencia la una de la otra. Algo no puede existir como una causa, a menos que de ella surja un posible efecto. Si algo no puede producir un efecto, ¿cómo puede existir como una causa de algo? La verdad relativa, entonces, de las cosas, específicamente sus relaciones causales, solo puede funcionar debido a la verdad más profunda acerca de todo: nada existe en la forma imposible de estar desconectado de todo lo demás. El hecho de que las dos verdades se apoyan la una a la otra de esta forma es, como se mencionó en el verso, la base, la forma en la que todo mora. “Base” también indica que es la base de lo que viene en la siguiente línea. Es sobre la base de ver la realidad, concretamente las dos verdades, que el Buda entendió después las cuatro verdades.

Preguntas

Experimentar la realidad verdadera

¿Es posible experimentar directamente la realidad verdadera sin ninguna concepción falsa? ¿O eso es algo imposible?

No, no, es posible. Aunque nuestra actividad mental hace que las cosas aparezcan en formas imposibles, sin embargo, dado que en realidad no corresponden con la realidad, es posible deshacerse de lo que causa la distorsión. Esto es porque hay una cosa como la realidad y porque distorsionar la realidad no es parte de la naturaleza básica de la actividad mental. Es posible que la actividad mental funcione sin proyecciones o distorsiones.

Sobre esa base, entendemos que, cuando nuestra actividad mental distorsiona la realidad, eso causa problemas, sufrimiento e infelicidad. Pero dado que es posible hacer que nuestra mente deje de proyectar esa distorsión, ya no crearemos ni experimentaremos problemas por nosotros mismos. Una vez que entendemos que nuestra mente es capaz de alcanzar esa meta, entonces alcanzarla es la dirección más segura que podemos darle a nuestra vida para evitar e impedir el sufrimiento. Esta dirección segura es nuestro llamado “refugio”. Pero solo podemos anhelar la meta cuando estamos convencidos de que realmente es posible alcanzarla. Nuestra convicción proviene de darnos cuenta de que todo lo que he mencionado está basado en la realidad y en nuestra habilidad para percibirla.

Pero requiere de un entrenamiento muy largo familiarizarnos a nosotros mismos con la realidad, de tal forma que cortemos a través de los bloques mentales. Aquí es donde entra la meditación. La meditación, en este contexto, es un entrenamiento para familiarizarnos con la realidad al desarrollar el hecho de ver la realidad como un hábito beneficioso. Si construimos ese hábito, entonces, siempre que nos encontremos con alguien, nos habremos acostumbrado a nosotros mismos a verlos no solo de la forma en la que de hecho aparecen ante nuestros ojos. En lugar de ello, estamos plenamente conscientes de que alguna vez fueron un bebé, tuvieron una infancia y una vida adulta, y que muchas cosas los han influenciado a lo largo de su vida. Y probablemente envejecerán y serán influenciados por muchas cosas más. De esta forma, vemos la realidad de todo el contexto de la vida de la persona y vemos que todo lo que ha sucedido en ella está interrelacionado. Ver esta realidad de la persona nos permite interactuar de una forma mucho más beneficiosa y realista que solo verla limitadamente como una fotografía estática frente a nuestros ojos.

Pero necesitamos entrenarnos para hacer eso. Indudablemente, no sabemos todos los detalles de su vida y sus influencias, pero eso no importa. Solo ser conscientes de que esta persona tiene una historia pasada con muchas influencias y que muy probablemente tendrá un futuro, nos abre mucho a la realidad de la persona. Así que, si vemos un bebé, por ejemplo, no solo lo vemos como un bebé; aquí hay un adulto potencial y todo lo que hagamos ahora afectará cómo se convierta en un adulto. Vemos la imagen completa. Estamos en contacto con la realidad.

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