Cómo encontré a mi maestro espiritual – Tsenshap Serkong Rinpoche II

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Mi nombre es Tsenshap Serkong Rinpoche. Quiero hablar sobre cómo encontré a mi maestro. Interesante, ¿sí?

Encontrar un maestro es bastante difícil, pero yo tuve suerte. Estudié durante tres años en la India en el IBD, el Instituto de Dialéctica Budista. Estudié Madyámaka, la enseñanza del Camino Medio del Buda. Se necesitan tres años para completarlo. El primer año fue impartido por un maestro muy hábil, Gen Loyang-la. Escuché sus enseñanzas. Solía estar con nosotros.

La escuela tiene un sistema por el cual, una vez por semana, un maestro diferente viene a la clase. Podemos debatir o hacerle preguntas a este maestro espiritual, y él respondía y daba una respuesta. Una vez, un monje anciano, una persona muy humilde, Gen Gyatso-la, entró en nuestro salón de clases. Nos pusimos de pie e inclinamos la cabeza para mostrar respeto. Pero Gen-la no miró cómo nos inclinamos ante él. Fue directamente a su trono y se sentó allí. Hicimos nuestras postraciones y luego le hicimos algunas preguntas. Escuchó una pregunta y dijo: "Um, interesante". Y luego dijo: "Dame más". Tenía mucha curiosidad y me sentí muy extraño. Nunca había conocido a una persona que no hubiera dado una respuesta a la primera pregunta antes de formular la segunda.

Tomó seis o siete preguntas y luego miró a todos los estudiantes. Había, creo, 25 estudiantes. Y luego dijo: "¿Son todas las preguntas que tienen?". Dijimos: "Sí". Y luego dijo: "Está bien, ahora déjenme empezar", y comenzó a responder durante casi una hora y media. Entonces Gen-la dijo: “Bueno, aún no he terminado de dar la respuesta a la primera pregunta, pero ahora déjenme cubrirlas todas”. Habló durante casi tres horas.

Estábamos todos muy cansados. Miré a nuestros compañeros de clase y parecía que estaban muy cansados. Y lo más gracioso fue que ese día había una celebración, una celebración gueshe, donde el nuevo gueshe hace una ofrenda monetaria a todos los estudiantes. Además, en esas fechas tenemos comida especial. Teníamos que participar a tiempo, de lo contrario no quedaría nada bueno en los platos. Así que tuvimos que apresurarnos. La hora del almuerzo era alrededor de las 12:00, pero eran casi las 11:30 cuando Gen-la dijo: "Aún no he terminado de responder la primera pregunta". Entonces, tenía más por decir. Sus respuestas continuaron hasta casi la 1:00. Estábamos tan cansados. Bajamos y ya no quedaba comida. Gran sorpresa. Fue una sorpresa para mí porque, cuando lo escuché, no pude sentir ningún sabor bueno o fuerte en sus respuestas. Todo parecía relacionado, pero en realidad no volvía a nuestra pregunta. Hmmm, ¿es este un profesor adecuado o no?

El segundo año, Gen-la fue nuestro maestro principal, por lo que pudimos pasar más tiempo con él. Después de mucho tiempo, noté algo especial en él. Cuando responde, escucha a su propio corazón y siente que eso es lo mejor que puede ofrecer a los estudiantes. No se limitaba a mirar el libro de texto, luego decir lo que está escrito allí y luego cerrar el libro y salir del aula. Ese no es su estilo. Enseña desde su propio corazón y, a veces, se deja llevar. Profundiza en la meditación, ya que cuando hablamos de meditación, hablamos de meditación enfocada en un solo punto y meditación analítica. Creo que ese es el segundo punto que nos muestra.

Al final del segundo año, después de haber pasado tiempo con él, el consejo de Gen Gyatso-la fue: “Siempre que tengas tiempo, por favor, al menos unos minutos cada día, lee el libro de texto. Dedica un poco de tiempo a eso”. Sostuvo su copia del libro en sus manos y simplemente miró el libro y dijo: “No tengo tanta sabiduría como ustedes ni un cuerpo fuerte, un cuerpo muy sano como el suyo. Si puedo intercambiar ese cuerpo con ustedes, está bien, pero realmente no quiero intercambiar mi entusiasmo y mi esfuerzo gozoso. De eso ya tengo suficiente”. Con confianza, miró su libro de texto y nos dijo: “No quiero intercambiar mi esfuerzo gozoso con ustedes. Si puedo intercambiar algo, desearía intercambiar su cuerpo sano y el tiempo que tienen para que yo pueda estar muy saludable y pueda estudiar más este libro de texto y ser mucho mejor entendiéndolo y explicándolo”.

Luego, al final, parecía muy triste. Dijo: “He estudiado y aprendido este libro. Lo he leído muchas veces y he tratado de entender todo lo que puedo. Ahora tengo una petición. Cuando deje este mundo, realmente no quiero separarme de este libro. Así que, incluso cuando entre en meditación profunda al morir, quiero que algunos de mis amigos mantengan este libro en mis manos y me lo aten con una cuerda. Entonces, pueden quemar mi cuerpo así”.

Esa fue una enseñanza muy, muy fuerte para mí. He conocido a tantos maestros, a muchos maestros, pero en ese momento sentí que Gen Gyatso-la era quizás quien debería ser mi gurú, mi maestro. Hablé con muchos de mis compañeros de clase y les pregunté: "¿Qué fue algo especial que obtuviste de él?" Ellos respondieron: “Oh, él es muy humilde. Es un gran maestro. Es muy educado y su forma de responder es muy hábil”. Pero la mayoría de ellos nunca habló de lo que yo había visto y de lo que él había dicho. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Sentí: "Vaya, este es el tipo de entusiasmo y esfuerzo gozoso que quiero tener".

Es un gran maestro. No hay duda de lo que he elegido. Decidí, sin lugar a dudas, que lo tomaré como mi gurú y maestro. Así fue como conocí a Gen Gyatso-la y cómo él se convirtió en mi maestro, mi maestro espiritual.

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