Preguntas generales sobre el karma

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La complejidad del karma 

Este fin de semana vamos a hablar sobre el karma, y aunque el tema se anuncia como “Karma: libre albedrío versus determinismo”, eso será solo una parte de lo que hablaremos. Me gustaría entrar en detalles sobre qué es el karma, cuáles son los diversos factores mentales que están involucrados con el karma y cómo funciona el karma, para que tengamos una idea general de cómo encaja la cuestión del libre albedrío versus el determinismo en la presentación budista del karma. Además, sé que hay muchas preguntas que la gente tiene sobre el karma, por lo que me gustaría intentar tejer diferentes temas aquí en nuestro fin de semana para poder responder algunas de ellas. Y habrá mucho tiempo para preguntas. 

Necesitamos dejar muy claro desde el principio que el propio Buda mencionó que el karma es lo más difícil de entender en sus enseñanzas, mucho más difícil de entender que la vacuidad. Entonces, si es complicado y hay muchos aspectos que no podemos entender, no es algo que deba sorprendernos. Por supuesto, así son las cosas. Además, debemos darnos cuenta de que existen muchas explicaciones del karma dentro del budismo. No hay solo una explicación, y esto significa que podemos entender cómo funciona el karma de muchas maneras diferentes, y los diferentes sistemas nos darán ideas distintas sobre cómo funciona el karma. 

Hay una presentación en el sistema Teravada, que difiere en muchos aspectos de las presentaciones en los sistemas enseñados en Nalanda y que estudian los tibetanos. Será demasiado confuso y complicado tratar de cubrir también la presentación Teravada, pero al menos debemos ser conscientes de que es bastante diferente. Dentro de esas presentaciones que los tibetanos estudian y siguen, está la Vaibáshika, que proviene de Vasubandhu, un maestro indio, en su texto Abhidharmakosha, Tesoro de temas especiales de conocimiento. Sin embargo, en sus comentarios a menudo la criticaba y defendía la posición Sautrántika. En otros textos que escribió, dio la explicación Chitamatra. Este es un buen ejemplo de cómo un maestro puede explicar diferentes sistemas durante su vida, aunque es difícil saber qué sistema aceptó él mismo.  

Además de los textos de Vasubandhu, los tibetanos estudian los textos de Asanga. Uno de ellos es Abhidharmasamuccaya, Antología de temas especiales de conocimiento, pero Asanga también escribió varios otros, y los tibetanos toman material de todos sus textos. Asanga presenta el karma desde el punto de vista Chitamatra. Muchos de sus puntos se basan en lo que el Sautrántika afirmó antes de Asanga, pero los modificó para que se acoplaran a las otras afirmaciones Chitamatra. La presentación Madyámaka del karma es anterior tanto a Vasubandhu como a Asanga y presenta las características básicas que Vasubandhu desarrolló más tarde en su presentación de la versión Vaibáshika. La versión Madyámaka fue escrita por Nagáryuna y presenta el karma dentro del contexto de las otras afirmaciones Madyámaka.

Para aquellos de nosotros que estamos familiarizados con estos diferentes sistemas de principios, eso tiene algo de sentido. Para aquellos de nosotros que no, entonces realmente no importa, así que no se preocupen. Lo que pasa es que existen varios sistemas distintos para explicar el karma y podemos obtener conocimientos de todos ellos. Los tibetanos estudian principalmente las presentaciones de Vasubandhu y Asanga y hay suficientes puntos en común en estos dos sistemas con los que podemos trabajar en nuestra vida diaria. Intentaré explicarlo desde el punto de vista de ese material común, pero en ciertos puntos indicaré las principales posiciones diferentes. Además, debo señalar que no son solo los tibetanos los que siguen un curso de estudio que incluye los enfoques del karma tanto de Vasubandhu como de Asanga. Los chinos también hicieron lo mismo en las tradiciones chinas que enfatizan el estudio de la literatura budista india. 

¿Qué es el karma? 

El karma tiene básicamente dos variedades: esto es lo que dicen todas estas escuelas. Llamémoslos a ambos impulsos kármicos. Hay impulsos kármicos asociados con acciones de la mente e impulsos kármicos asociados con acciones del cuerpo y del habla. Los impulsos kármicos asociados con las acciones de la mente son el factor mental de un impulso (sems-pa, sct. cetanā). Un impulso es el factor mental que, si bien acompaña a una conciencia sensorial o mental y a los demás factores mentales que la acompañan (atención, concentración, emociones perturbadoras o lo que sea), los atrae hacia un objeto, como un imán que mueve limaduras de hierro adheridas a él. 

Es difícil encontrar una palabra que transmita adecuadamente a qué se refiere este factor mental y la palabra en inglés "urge" (impulso) no es del todo adecuada, ya que connota deseo o anhelo como parte del mismo. Este factor mental va acompañado de un deseo por un objeto, pero no incluye ese deseo. Es mejor pensar en este factor mental de impulso como una "conciencia propulsora". Mientras se da cuenta de un objeto, impulsa a la conciencia y a los factores mentales que lo acompañan. Sin embargo, no se trata de que el impulso surja primero, luego conozca algún objeto y luego mueva a la conciencia y a otros factores mentales hacia él. El impulso –esta conciencia propulsora – surge simultáneamente con el objeto y con la conciencia y otros factores mentales que mueve. Debido a que es un factor mental, la conciencia propulsora se diferencia del viento de energía o el lung, que es el componente físico que desempeña esta misma función de mover a la conciencia y a los factores mentales hacia un objeto.

No todos los impulsos son kármicos; por ejemplo, aquellos que atraen a una conciencia sensorial para conocer un objeto sensorial o a una conciencia mental para conocer un objeto de divagación mental no son kármicos. Los impulsos que son impulsos kármicos son aquellos involucrados en acciones kármicas apremiantes de la mente. Hay dos tipos:

  • Un tipo impulsa a la conciencia mental conceptual y a los factores mentales que la acompañan a pensar y tomar una decisión sobre la realización de una acción específica del cuerpo o del habla con o hacia algún objeto específico. Estos se denominan “impulsos kármicos incitadores” (sems-pa'i las, sct. cetanākarma) ya que incitan una acción kármica del cuerpo o del habla y son apremiantes.  
  • Otro tipo de impulso kármico para una acción de la mente es el que se activa en el momento de la muerte, llamado “karma que arroja”, que impulsa al continuo mental hacia la muerte, el bardo y su próximo renacimiento. No es un impulso kármico incitador.  

Los impulsos kármicos compulsivos que están asociados con acciones kármicas del cuerpo y del habla también son de dos tipos: 

  • Uno es un impulso kármico incitado (bsam-pa'i las, sct. cetayitvākarma), un impulso kármico provocado por un impulso kármico incitador previo.  
  • El otro es aquel que no es provocado por un impulso kármico previo. No es un impulso kármico incitado.  

Asanga y Vasubandhu tienen afirmaciones muy diferentes sobre cuáles son estos impulsos kármicos asociados con las acciones kármicas del cuerpo y el habla. La versión Chitamatra de Asanga es un poco más complicada que la versión Sautrántika que desarrolla, así que usemos aquí la afirmación de la presentación Sautrántika para representar la posición de Asanga, ya que es más fácil de entender. Para Asanga, los impulsos kármicos asociados con las acciones kármicas del cuerpo y del habla son los impulsos kármicos para esas acciones. Son el factor mental de un impulso –una conciencia propulsora– que lleva a la conciencia sensorial y a los factores mentales que la acompañan a involucrar al cuerpo y al habla en la realización de la acción. El Teravada concuerda con esta posición.

Para Nagáryuna y Vasubandhu, estos impulsos no son impulsos kármicos asociados con las acciones del cuerpo y el habla, aunque llevan a la conciencia sensorial y a los factores mentales que la acompañan a involucrar al cuerpo y al habla en la realización de la acción. Los impulsos kármicos asociados con las acciones del cuerpo y del habla son los impulsos kármicos de las acciones, no los impulsos kármicos para las acciones. Son formas de fenómenos físicos, no el factor mental de una conciencia propulsora, un impulso. Hay dos tipos:

  • La forma reveladora de la acción es el movimiento del cuerpo o la emisión de los sonidos del habla como método implementado para causar que se lleve a cabo la acción del cuerpo o del habla. Revela el estatus ético de la mente que hace que surja como constructiva, destructiva o no especificada.
  • La forma no reveladora de la acción es una forma muy sutil de fenómeno físico que no revela ese estatus ético. Surge principalmente en el caso de determinadas acciones constructivas o destructivas fuertemente motivadas. Un ejemplo es una restricción de voto. Un voto es una forma sutil invisible que continúa incluso después de haberlo hecho y que hace que el cuerpo y la palabra se abstengan en cada momento de transgredir la acción que uno ha jurado no cometer.    

Es muy importante comprender que el karma no es en absoluto una acción. Es el factor mental que conduce una acción o es el movimiento del cuerpo o la emisión del habla como método implementado para provocar que se lleve a cabo una acción. Traducir la palabra “karma” como “acción”, entonces, es muy engañoso. Los tibetanos lo tradujeron con la palabra "las", que es la palabra coloquial para "acción", por lo que cuando los tibetanos lo traducen al inglés, llaman al karma "acción", y los traductores occidentales siguen su ejemplo. Pero si el karma fuera simplemente acciones, entonces para deshacerse del karma lo único que tendríamos que hacer es dejar de hacer cualquier cosa. Eso no tiene sentido. La palabra sánscrita "karma" deriva del verbo kṛ, “hacer”, pero no es tanto la acción, es lo que hace que la acción tenga lugar. 

Además, la traducción habitual en inglés de las palabras sánscritas y tibetanas para “impulso” (sems-pa, sct, cetanā) como “volición” y luego llamar a las acciones kármicas “acciones volitivas” también es engañosa. “Volición” implica un acto de voluntad y, por lo tanto, se acerca más al término sánscrito y tibetano que traduzco como la palabra “intención” (’dun-pa, sct. chandas). Un impulso y una intención son dos factores mentales bastante distintos, aunque siempre se acompañan uno al otro. 

Intención 

Asanga define la intención como “el deseo de ser el agente en conexión con tal o cual acción con respecto a un objeto deseado. Cumple la función de brindar el apoyo que requiere emprender la acción con perseverancia”. Gyaltsab Je elabora: “Una intención es un darse cuenta que, al haberse dirigido a un objeto intencionado, es diferenciado de acuerdo con el interés que tiene en él. Cuando se divide, la intención puede ser el deseo de encontrarse con él, el deseo de no separarse de él o tener un profundo interés en él”. Indica también una certeza individualizada acerca de objetos no pretendidos hacia los que uno no tiene intención alguna”. 

Gyaltsab Je continúa explicando que la intención podría ser el deseo de encontrarnos con algo que hemos conocido o hecho previamente, como la intención de ver a un amigo y decirle cosas agradables. O podría ser el deseo de no separarnos de algo que actualmente se está conociendo o haciendo, por ejemplo, la intención de no dejar de hablarle amablemente a nuestro amigo. O podría ser un gran interés en algo que se va a lograr o hacer en el futuro, como la intención de hablar amablemente con nuestro amigo cuando lo conozcamos. 

Distinguir (’du-shes, sct. saṃjñā) es otro factor mental que acompaña a nuestros diversos tipos de conciencia y los factores mentales que los acompañan. Esta explicación sobre la intención indica que primero debemos distinguir a nuestro amigo, ya sea mientras lo vemos o pensamos en él, antes de que podamos tener la intención o el deseo de hacer algo dirigido a él, como decirle algo agradable. Otro punto es que una distinción y una intención de hacer algo no solo preceden a hacerlo, sino que también acompañan a hacerlo. Al hacer algo, todavía tenemos la intención de hacerlo y la distinción de la persona a quien va dirigido. 

Una de las cosas que madura de los potenciales kármicos es nuestro gusto por hacer algo. Por ejemplo, a partir del potencial kármico de hablar amablemente a los demás, que proviene de los actos de hablar amablemente y de los impulsos kármicos involucrados en ellos, nos gusta hablar amablemente a los demás; automáticamente hablamos amablemente con los demás. Ese gusto es lo que madura. Los impulsos kármicos no maduran a partir de impulsos kármicos. 

Por ejemplo, vemos a alguien, distinguiéndolo del resto de personas que también vemos. Esto desencadena nuestro gusto por decirle algo agradable y el surgimiento de un pensamiento que tiene una distinción de la persona y la intención o deseo de decirle algo agradable. Ese pensamiento es conducido por un impulso, una conciencia propulsora de la persona, y va acompañado de una intención: el deseo de decirle algo agradable. Entonces podemos tener la acción kármica de la mente para pensar en decir algo agradable y decidir decirlo. Esa acción kármica de la mente es conducida por una conciencia propulsora – es decir, un impulso que es un impulso kármico para una acción de la mente – y está acompañada por esa intención, el deseo de decirle algo agradable. 

Luego, al haber tomado esa decisión, si seguimos la presentación de Asanga, una conciencia propulsora – en este caso un impulso que es un impulso kármico para una acción del habla – conduce a la conciencia del cuerpo a involucrar el habla en decir algo agradable a la persona. La conciencia del cuerpo y el impulso todavía van acompañados de una intención, el deseo de decirle algo agradable. Tengan en cuenta que, a lo largo de estos pasos, hemos distinguido a la persona a la que deseamos decirle algo agradable y hemos distinguido lo que queremos hacerle: queremos decirle algo agradable. También podemos tener un impulso propulsor separado (en este caso, no kármico) que lleva a la conciencia ocular a mirar a la persona.

Vasubandhu define la intención simplemente como el deseo de hacer algo, y Jinaputra Yashomitra lo elabora como el deseo de un fenómeno intencionado. Según Vasubandhu, hay una intención en cada momento de cognición. No estipula, como lo hace Asanga, que la intención tenga que ser decisiva y que tenga que tratarse de hacer algo constructivo. Asanga lo estipula así ya que analiza especialmente los factores mentales involucrados en la meditación. Vasubandhu amplía la discusión sobre los factores mentales para incluir acciones constructivas, destructivas y no especificadas. En cada momento hay un impulso propulsor, una intención y una distinción. 

Esto nos da una imagen completamente diferente de lo que significa cuando, en Occidente, hablamos de ciertas acciones que son intencionales y ciertas acciones que no son intencionales. Digamos que conducimos nuestro coche y atropellamos a alguien. Bueno, no teníamos intención de golpear a la persona, pero sí teníamos la intención de conducir el auto y llegar al destino deseado de manera segura. La conciencia corporal que involucró a nuestro cuerpo en la conducción del automóvil estaba propulsada por un impulso, aunque según Vasubandhu ese impulso propulsor no era un impulso kármico. El impulso kármico en esta acción de conducir el automóvil fue el movimiento de las manos y los pies como método implementado para provocar que se llevara a cabo la conducción y requería distinguir lo que estábamos haciendo. Golpear a la persona y matarla mientras conducíamos nuestro automóvil no era el resultado que pretendíamos que ocurriera al conducir y no fue un acto intencional de matar a alguien. Nuestra conducción del coche propició la circunstancia de que la persona fuera atropellada y muriera. Conducir el coche fue una acción kármica acompañada de la intención de conducir nuestro coche, no fue la acción kármica de matar a alguien con la intención de matarla. 

Estas distinciones son muy delicadas y precisas; es importante hacerlas cuando se habla del karma. Perdemos estas distinciones cuando traducimos y entendemos el karma como "acciones" y los impulsos propulsores como "volición". Traducir así genera mucha confusión y malentendidos. Ese es siempre el problema a la hora de entender este material; simplemente nos guiamos por las palabras que los traductores anteriores han elegido y no conocemos las definiciones. Por eso, creemos que estos términos de traducción significan lo que significan en nuestros propios idiomas, y no es así. El problema realmente es que no tenemos términos en nuestros idiomas que correspondan exactamente a los términos sánscritos o tibetanos y, a veces, incluso los términos tibetanos no corresponden exactamente en significado a los términos sánscritos originales que están traduciendo.

La diferencia entre una intención y un impulso 

¿Podrías explicar una vez más el orden entre la intención y el impulso? ¿Qué está pasando ahí? ¿Existe algún espacio en algún momento en el que podamos tomar decisiones?  

Bueno, déjame explicarte. En primer lugar, sobre la base de nuestro gusto inconsciente por hacer algo, algo lo desencadena y tenemos el pensamiento de hacerlo con la intención o el deseo de hacerlo. Deseamos hacer algo que nos gusta y automáticamente nos sentimos atraídos a hacerlo. Queremos repetir lo que hicimos en el pasado, o queremos continuar y no detener lo que estamos haciendo ahora, o queremos hacer algo en el futuro. Esto es solo un pensamiento, lo llamaríamos: "Tengo ganas de hacer eso". No es una línea de pensamiento y, por tanto, el impulso que atrae a la conciencia mental hacia este pensamiento no es un impulso kármico. Pero podríamos detenernos aquí y no seguir pensando en actuar según este pensamiento.  

Pero si no nos detenemos ahí, entonces podríamos pensar en hacerlo y tomar la decisión de hacerlo. Esa línea de pensamiento es una acción kármica de la mente. Es propulsada por un impulso que es un impulso kármico de la mente y va acompañada de la intención o deseo de hacerlo. El simple hecho de tener la intención o el deseo de hacer algo no significa que hayamos decidido hacerlo. Podríamos detener la línea de pensamiento antes de tomar una decisión, e incluso podríamos decidir no hacer lo que deseamos hacer. Pero, incluso si decidimos hacerlo, podríamos quedarnos ahí y no hacerlo. Entonces, hay espacios entre cuando simplemente tenemos ganas de hacer algo y pensamos en hacerlo, entre cuando empezamos a pensar en hacerlo y decidimos hacerlo, y entre haber decidido hacerlo y realmente hacerlo.

Incluso cuando en realidad estamos haciendo algo (tomemos el ejemplo neutro de ir al refrigerador a comer algo), hay pasos en el acto. Necesitamos caminar hasta el frigorífico, abrir la puerta, meter la mano y tomar algo. Podríamos parar en cualquier momento. Incluso si sacamos algo de la nevera, podríamos decidir guardarlo de nuevo y no comerlo. Hay tantos espacios en los que podemos decidir no ir más allá.

¿Cómo es con algunas cosas, por ejemplo, las ganas de ir a la cama?  

Primero, sentimos sueño. Notamos que tenemos sueño, entonces llega cierta información y eso desencadena la idea de irnos a la cama. Tenemos ganas de irnos a la cama. Tenemos interés en irnos a la cama y deseamos hacerlo: esa es la intención. Entonces, hay un impulso propulsor –un impulso kármico de la mente– que conduce a la mente a pensar en ir a la cama y decide: “Me voy a la cama ahora”. Entonces tomamos la decisión: "Ahora me voy a la cama". Luego, hay un impulso propulsor que conduce a la mente a involucrar al cuerpo en la acción de acostarse, y ese es un impulso kármico para una acción del cuerpo. 

Pero lo que estás diciendo es que podría haber otra intención, que en realidad no quiero irme a la cama. Quiero quedarme despierto y meditar toda la noche.  

Bien, entonces tenemos – esto es interesante – entonces surge otra intención, un deseo de quedarnos despiertos toda la noche y meditar. Ahora bien, debido a que nos gusta tanto irnos a la cama como quedarnos despiertos y meditar, surgen dos pensamientos contradictorios. Luego, en la línea de pensamiento sobre qué hacer y tomar una decisión, está el factor mental del titubeo indeciso (the-tshoms): “¿Qué debo hacer, esto o aquello?”. El resultado de ese acto kármico de la mente es que llegamos a una decisión. Al tomar una decisión, nuestra línea de pensamiento va acompañada del factor mental del darse cuenta que discrimina (shes-rab), que discrimina entre lo que voy a hacer y lo que no voy a hacer. El factor mental de la convicción firme (mos-pa) añade decisión a ello. El impulso kármico de un impulso es lo que propulsa toda esta línea de pensamiento. Incluso después, digamos que decidimos quedarnos despiertos y meditar, el teléfono puede sonar y nos interrumpen y después de la llamada estamos demasiado cansados y decidimos irnos a la cama después de todo. Si nos sentamos a meditar, existe el impulso kármico propulsor que conduce al cuerpo a sentarse y el impulso kármico propulsor que conduce la mente a la meditación analítica. 

¡Y luego te quedas dormido!  

¿Qué es eso? La somnolencia surge como un factor mental que acompaña a la meditación. Desencadena el pensamiento: "Tengo ganas de irme a dormir". Puede que ni siquiera tengamos ese pensamiento o línea de pensamiento para decidir si dejar de meditar e irnos a la cama. Un impulso propulsor, pero no kármico, podría llevar la conciencia mental a un estado de sueño incluso antes de levantarnos y acostarnos. 

¿Cuál es el papel del darse cuenta que discrimina aquí?  

El darse cuenta que discrimina en el sistema de Asanga diferencia entre esto es lo que quiero hacer y eso es lo que no quiero hacer; esto es beneficioso y aquello no es beneficioso. Solo aparece cuando llegamos a una decisión al final de una línea de pensamiento sobre si hacer o no algo. Cuando Gyaltsab Je dice: “(Una intención) indica también una certeza individualizada acerca de objetos no pretendidos hacia los que uno no tiene intención alguna”, esta certeza no es la convicción firme que se obtiene con el darse cuenta que discrimina. Está hablando de la certeza involucrada con la exclusión (sel-ba). Cuando tenemos la intención de desear hacer algo, excluye el deseo de hacer otra cosa. Tenemos la intención explícita de hacer algo e implícitamente pretendemos no hacer otra cosa. En este sentido, nuestra distinción de lo que deseamos hacer tiene certeza. 

Por lo tanto, el simple hecho de tener ganas de ir a dormir con la intención o el deseo de hacerlo no implica darse cuenta que discrimina. El darse cuenta que discrimina está involucrado cuando hemos pensado si irnos a dormir y tomamos la decisión de irnos a dormir. La intención o el deseo de dormir respaldado por esa decisión se ha basado en el darse cuenta que discrimina.

¿Una intención está pensada racionalmente o no?  

Si limitamos el análisis de tu pregunta a la intención que acompaña al impulso propulsor que conduce a la conciencia del cuerpo a involucrar al cuerpo o al habla en la realización de una acción del cuerpo o del habla, entonces esa acción puede o no estar precedida por haber pensado racionalmente sobre cometer la acción y decidir realizarla. Recuerden que mencioné los impulsos kármicos incitadores y los impulsos kármicos incitados. Los impulsos kármicos incitados son impulsos propulsores para acciones kármicas del cuerpo o del habla que están precedidos por impulsos kármicos incitadores que son las acciones kármicas propulsoras de la mente para pensar y decidir cometer esa acción. 

Entonces, esto lleva a toda la discusión sobre las acciones que realizamos sin haberlas deliberado antes y aquellas que hemos deliberado antes, y cuáles son los resultados de cada una de ellas. Ya sea que una acción del cuerpo o del habla haya sido deliberada antes, aún hay una intención, un deseo de realizar esa acción para lograr un objetivo específico, que acompaña a la acción. No confundamos esta cuestión de pensar y decidir hacer o decir algo con la cuestión de que la acción que decidimos hacer provoque un resultado no deseado en el que no pensamos y decidimos que eso es lo que queríamos que resultara. 

Por ejemplo, si conducimos nuestro automóvil y atropellamos y matamos insectos, la intención que nos acompañó al conducir el automóvil fue conducirlo para llegar a nuestro destino. Nuestra intención no era conducirlo para matar insectos. Puede que hayamos deliberado o no de antemano si conducir nuestro coche para llegar a nuestro destino o tomar el autobús, y decidimos conducir. En cualquier caso, nuestra intención al conducir era la misma: llegar a nuestro destino. Al conducir el coche, el resultado fue el esperado: llegamos a nuestro destino. Un resultado secundario e involuntario fue que matamos insectos en el camino. Dado que nuestra intención al conducir no era el deseo de matar insectos, no habría surgido la cuestión de si matar o no insectos en el camino con nuestro automóvil. Hipotéticamente podríamos haber tenido en cuenta que, al conducir nuestro coche, inevitablemente atropellaríamos hormigas en el camino y aun así decidimos conducir de todos modos. Pero, incluso en ese caso, nuestra intención al conducir no habría sido la de atropellar y matar hormigas en la carretera.

Tanto Asanga como Vasubandhu distinguen los impulsos kármicos sobre los cuales existe certeza de cuándo madurarán los potenciales kármicos que dejan, y los impulsos kármicos sobre los cuales no existe tal certeza. Uno de los criterios para distinguir los dos tipos es si han sido deliberados previamente. Cuando se delibera y se decide de antemano, dependiendo de las acciones que impulsaron, hay certeza de si su potencial kármico madurará en esta vida, la siguiente o cualquier vida posterior. Cuando no se deliberan y deciden de antemano, no hay certeza sobre cuándo madurarán, pero madurarán en algún momento. En el sistema de Asanga, al ser Mahayana, es posible purificar los potenciales kármicos para que no maduren en absoluto, pero en el sistema de Vasubandhu, al ser Hinayana, eso no es posible. Debido a esa diferencia, Vasubandhu afirma que las acciones no intencionales, como nuestro ejemplo de matar insectos mientras conducimos nuestro automóvil, no tienen consecuencias kármicas. Asanga y Nagáryuna, sin embargo, dicen que sí tienen consecuencias, aunque mucho más débiles que las acciones deliberadas; sin embargo, estas consecuencias pueden evitarse mediante prácticas de purificación.   

Estos son temas que espero abordar este fin de semana. Estos son sistemas bastante complejos, pero una vez que tenemos la idea, en realidad no es tan difícil entender los principios generales de lo que implica el karma. Sin embargo, hay que ser bastante precisos acerca de los factores mentales y los pasos involucrados. 

Pero a veces el proceso parece ser bastante inconsciente, hacemos algo sin pensar en hacerlo; por ejemplo, puede haber algunas galletas en la mesa y pensamos que no vamos a tomar una, pero la tomamos de todos modos.  

Aquí debemos diferenciar entre el impulso propulsor que es el impulso kármico para que la acción de la mente piense y decida no comer la galleta y el impulso propulsor que es el impulso kármico para la acción del cuerpo de tomar y comer la galleta. Cada uno de estos impulsos kármicos es un "motivador". Un motivador es algo que hace que surja algo más. Los impulsos motivadores van acompañados de alguna emoción constructiva o destructiva. El motivador causal de pensar en no comer la galleta podría haber sido no ser codicioso, pero el motivador contemporáneo de tomarla y comerla podría haber sido la codicia. Así es como suceden cosas como tu ejemplo. Nuestra codicia pesó más que nuestro no ser codiciosos.

Asanga ofrece una larga lista de diferentes tipos de motivadores de nuestras acciones. Tomar la galleta no tiene por qué estar motivado necesariamente por la codicia o el deseo por la galleta. Puede surgir simplemente de un fuerte hábito. No tenemos hambre, realmente no pensamos en comer la galleta o ni siquiera queremos comerla, pero simplemente por costumbre nos la metemos en la boca. 

Ahora podrían preguntarse: "¿Dónde entra el 'yo' que tomó la decisión de comerse la galleta?". Me estoy adelantando a nuestra discusión, pero también podríamos traerlo aquí como parte de nuestra discusión introductoria. Tenemos que recordar que no existe un “yo” independiente separado de lo que elegimos hacer. Pensamos: "Soy independiente de todo y por eso voy a elegir comerme la galleta o no". Esa es una visión completamente falsa del “yo” como totalmente independiente de los agregados: el cuerpo, la conciencia, los factores mentales, etc. El “yo” es lo que es un fenómeno de imputación que existe y solo puede ser conocido a partir de todos los componentes de lo que pensamos, decimos o hacemos. Desde un punto de vista experiencial, se experimenta como “yo tomé la decisión”, pero no es que haya un “yo” separado de todo el sistema involucrado en la toma de la decisión. La decisión ha ocurrido, y ha surgido sobre la base de muchos, muchos, muchos factores.

Podemos adentrarnos en toda la discusión budista sobre la causalidad. Un tipo de causa para que algo suceda se llama “causa que actúa” (byed-rgyu). Todo lo demás que realmente sucede es la causa que actúa de lo que sucede, ya sea directa o indirectamente. Todo está interconectado en el universo. Toda la historia, el desarrollo de este universo, etc., son responsables de que la galleta esté sobre la mesa y del impulso propulsor que nos conduce a tomarla y comerla. Todo está involucrado en el proceso de causalidad. 

Muy bien, entonces no es culpa nuestra.  

Esto lleva a otro punto, que nuevamente hay un “yo” independiente y separado de todo el sistema que tiene la culpa. Toda esta cuestión de quién toma decisiones y si existe libre albedrío o determinación debe entenderse en términos de la explicación budista de cómo existe el yo. Todas las falacias surgen de pensar que hay un "yo" independiente de todo el sistema de lo que está sucediendo. Entonces, uno realmente tiene que entender la relación entre el “yo” y los agregados. El yo es parte de los agregados, no está separado de ellos, y sí cometemos acciones; no es que no las cometa nadie o las haga alguien más. El karma es muy complicado y difícil de entender, más que la vacuidad, porque la vacuidad, especialmente la vacuidad del yo, es solo una pequeña parte que tenemos que entender para poder entender el karma. 

Con respecto a ciertas acciones que hacemos en nuestra vida, tenemos la intención de que algo suceda, por lo que cometemos una acción con la que esperamos lograr ese objetivo, pero no logra ese objetivo en absoluto. ¿Qué es esto? 

Esto se analiza muy a fondo en la presentación budista del karma. En el sistema de Asanga, un impulso propulsor que es un impulso kármico conduce a la conciencia y a los factores mentales que la acompañan a cometer una acción. La acción se llama “camino del impulso kármico” (las-lam) y el impulso kármico que la conduce no se considera parte de su propio camino. El camino incluye una base a quién o hacia quién se dirige la acción, una distinción de esa base, una intención, alguna emoción, un método implementado para hacer que la acción ocurra y el logro de un resultado o final. 

El método implementado para provocar que se lleve a cabo la acción debe iniciarse y debe lograr el resultado previsto. Podemos iniciar una acción, pero es posible que no consiga como resultado el objetivo previsto. Disparamos a alguien con la intención, el deseo de matarlo, y podemos fallar o golpearlo en el brazo y que no muera. El acto de disparar el arma ha alcanzado su resultado, pero ese resultado es herir a alguien, que no es lo que pretendíamos que sucediera cuando apretamos el gatillo. No hemos cometido la acción de matar a alguien, aunque esa era nuestra intención; hemos cometido el acto de herir a alguien. Habrá dos potenciales kármicos separados que se habrán construido y madurarán en diferentes resultados kármicos. Uno es del potencial kármico de haber pensado matar a alguien y decidir hacerlo. El otro es por haber herido a alguien. 

Tenemos que empezar a analizar con mucha más precisión lo que está pasando. No es el caso que iniciemos una acción y siempre llegue a la conclusión que pretendíamos. En absoluto. Hablaremos de esto el fin de semana, pero todos los diferentes factores en el camino kármico tienen que estar completos para que ocurra una determinada acción. Cuando algunos de los factores no existen, lo que sucede es que la acción prevista se deconstruye en una acción diferente. En este ejemplo de dispararle a alguien para matarlo, se deconstruye y simplemente hiere a alguien. No hay karma de matar, es cierto, pero existe el karma de pensar en matar y existe el karma de herir a alguien. No es que no haya karma. Estoy usando la palabra "karma" aquí en un sentido muy vago. 

Estaba pensando en una película de vaqueros que vi recientemente en la que había alguien cuyo padre fue asesinado por el “malo”. Pasó los siguientes veinte años entrenando para ser el mejor tirador de Occidente, hasta que finalmente mató al malo. Entonces, presumiblemente todo eso también está relacionado. Si intento dispararle a alguien, pero no he aprendido a disparar, entonces es diferente a si hubiera pasado los últimos diez años aprendiendo.  

Correcto, como en la película de vaqueros, cuando alguien pasa diez o veinte años entrenando para ser un buen tirador para poder matar al malo y realmente lo mata, los resultados kármicos de ese asesinato son mucho más pesados que cuando alguien que, sin ningún entrenamiento, simplemente dispara y atina al malo, y lo mata, claro. Esto entra en la gran y larga discusión de todos los factores que hacen que la maduración del potencial kármico sea más pesada o más ligera. Cuánto lo planeamos, cuánto esfuerzo le ponemos, etc., afectan, por supuesto, la fuerza de lo que madura. 

Con el tiempo, cuanto más pensamos en el karma, más y más grande se vuelve nuestra mente porque tenemos que incorporar muchos factores diferentes. Al final tendremos que incorporarlo todo. Por eso es lo más difícil de entender, y por eso solo un Buda puede entenderlo plenamente porque solo un Buda tiene la omnisciencia de conocerlo todo. Se basa en que un Buda lo sepa todo (siendo omnisciente) y conozca específicamente todos los factores del karma, que un Buda conozca todos los factores causales que afectan por qué alguien se encuentra en un determinado estado mental y qué sería lo mejor enseñarle en ese momento y el efecto que eso tendrá, no solo en esta persona, sino también en todos los que esta persona conozca, para siempre. 

Tipos de factores que causan que el potencial del karma madure 

Cuando alguien dispara a alguien y falla, ¿es el resultado del karma de quién?  

Bueno, todo lo que sucede es el resultado de muchos, muchos factores diferentes, no solo el resultado de una cosa. El Buda dijo que un cubo no se llena con la primera ni con la última gota, sino con un conjunto completo de gotas de agua. La persona podría disparar, pero como se le movía la mano o estornudó o algo así, se distrajo y perdió la concentración. Esa podría ser la razón por la que falló. O podría ser que la persona a la que apuntaba se movió y, por ese motivo, falló. Estas son algunas de las diversas circunstancias que podrían haberse presentado. 

Digamos, por ejemplo, que como víctima potencial, nos movimos y el tirador falló. ¿De qué es resultado eso? Quizás habríamos querido hacer algo constructivo, algo destructivo o algo neutro como ir a comer. Quizás simplemente estábamos cansados de estar en esa posición. Estas son las circunstancias que se dieron para que no nos mataran. Pero si el tirador falló y no nos mataron, eso no significa necesariamente que el tirador careciera del potencial kármico para matarme y yo careciera del potencial kármico para ser asesinado por él. Ambos todavía podríamos tener esos potenciales, pero las circunstancias no estaban dadas para que ocurriera el asesinato. 

En otras palabras, lo que estoy diciendo es que hay muchos, muchos factores diferentes que intervienen en por qué una acción no alcanza el resultado previsto, algunos de los cuales suceden por nuestra parte, otros suceden del lado de la persona y algunos de los cuales son circunstanciales, como que se levantó un fuerte viento que desvió la bala de su rumbo. 

Necesitamos tener claro qué es lo que realmente madura del potencial kármico. El impulso kármico que impulsa a nuestra mente a involucrar al cuerpo en alguna acción como matar a alguien no surge de potenciales kármicos y tampoco lo hace la intención de matar a alguien. Lo que sí madura es el gusto por matar cosas. Basado en que nos guste eso, ciertas circunstancias desencadenarán la idea de matar a alguien con el deseo de matarlo, etc., como ya lo he descrito en detalle.

Tomemos el ejemplo de cruzar la calle y ser atropellado por un coche. ¿Nuestro karma hizo que el auto nos golpeara? Bueno, realmente no podemos decir eso. Si decimos eso, entramos en una visión muy solipsista del universo, de que todo es causado por nosotros. No hicimos que la otra persona condujera el coche en ese momento. ¿Nuestro karma madura para que crucemos la calle justo en el momento en que la otra persona va a conducir? Bueno, no, tampoco podemos decir eso, porque eso nuevamente parece implicar que estamos influyendo en la otra persona que conduce. Tenemos que decir que son muchísimas las causas y circunstancias que van madurando por parte de la otra persona para que conduzca el coche en un momento determinado. Hay otra circunstancia por nuestra parte que estamos cruzando la calle también a esa hora. Puede que estemos atravesándola sin mirar por nuestro gusto de hacer cosas sin revisar, como cruzar la calle sin mirar. Esto podría estar relacionado con nuestra falta de paciencia y nuestra falta de atención. La causa mecánica de que seamos atropellados por el coche es el coche en movimiento, pero esa no es una causa kármica, es una causa mecánica. Sin embargo, el hecho de que tengamos una vida corta por haber sido atropellados por un automóvil y morir jóvenes es un resultado que madura por una causa kármica. Necesitamos diferenciar entre una causa de algo y una circunstancia, e identificar correctamente qué tipo de causa o circunstancia es algo. 

Siempre existe un entramado de circunstancias para que madure algún potencial kármico. Luego, entramos en la muy difícil discusión de qué causa que este potencial madure, y es esta circunstancia, pero no aquella. Tiene que haber circunstancias suficientes para que madure algo además de lo que está ocurriendo por nuestro lado. Hay muchos, muchos factores involucrados, y entonces la pregunta es: ¿hasta dónde vamos a llegar? Si nuestro potencial kármico para ser atropellado proporcionó las circunstancias para que el potencial kármico de la otra persona nos atropellara, entonces tenemos que empezar a preguntarnos ¿cómo supo mi potencial kármico que la otra persona iba a conducir el automóvil en ese momento, de modo que nos cruzamos justo en ese momento? Eso se vuelve bastante extraño. Lo que sucede es solo un surgimiento dependiente de muchas, muchas cosas. 

¿Cuál es la relación entre las causas kármicas y las circunstancias para que maduren?  

Digamos que conducimos nuestro automóvil y hay una tormenta, el camino está resbaladizo, tenemos un accidente y nos estrellamos contra un árbol. ¿Nuestro karma causó la tormenta? Realmente no podemos decir eso. La tormenta se debió a muchas, muchas otras causas. Actuó como una circunstancia. Nuestros potenciales kármicos maduraron al nacer en un lugar que tiene tormentas y al gustarnos conducir un vehículo, pero no maduraron en la tormenta. 

Todo esto tiene que ver con la pregunta muy complicada: “¿Es todo lo que sucede en el universo el resultado de nuestro karma? ¿Todo lo que va mal en el universo es culpa nuestra? Me acuerdo de alguien que conocía que, cuando iba a un partido de fútbol y su equipo perdía, decía que su equipo había perdido porque él estaba allí; era su culpa. Eso es realmente enfermizo, ¿no es cierto? 

El Chitamatra no dice que seamos los únicos que existen en el universo y que todo se crea a partir de nuestra mente. Habla de karma colectivo o karma compartido, pero no hay una base reconocible afuera que todos compartamos. Por supuesto, la posición del Chitamatra de que no hay fenómenos externos y cómo explicamos la existencia de otros seres sintientes es bastante difícil. Ciertamente no dice que todos existen en nuestra cabeza y que nuestro potencial kármico es lo único que influye en todo lo que sucede en el universo. Ciertamente no. Todo está interconectado. Podemos decir, sin embargo, que un factor que afecta la forma en que evoluciona un universo es el potencial kármico colectivo compartido por cada ser con el potencial kármico de nacer en ese universo. El universo debe ser capaz de soportarlos.

Esto nos lleva a otro tema, que no tenemos tiempo de abordar esta noche, es decir, qué son acciones kármicas y qué son acciones no kármicas. ¿Hay ciertas cosas que suceden que no son karma? Esto tenemos que revisarlo con bastante atención. Vasubandhu tiene una presentación, Asanga tiene una presentación y el Teravada también tiene una presentación. Ya hemos visto que los impulsos propulsores que conducen a nuestra conciencia a mirar algo, por ejemplo, no son impulsos kármicos.

La pregunta es realmente bastante compleja, pero lo que está claro es que el hecho de que la persona se haya movido cuando le disparamos no se debe a nuestro potencial kármico. Además, su movimiento hacia un lado no se debió a un potencial kármico que estuviera madurando para no ser asesinados. Si no tuvieran el potencial kármico para ser asesinados, no serían asesinados, pero sí existe el potencial kármico para no ser asesinados. El impulso propulsor que llevó a la conciencia corporal de la otra persona a moverse hacia un lado para que solo la hiriéramos no fue un impulso kármico. Aunque teníamos la intención de matar, las circunstancias no estaban completas para que el camino kármico de matar a alguien se completara. Las circunstancias externas también podrían haber contribuido. El clima, cayó un rayo o un trueno y nos asustamos y fallamos. No nos hemos liberado de nuestro potencial kármico de matar a alguien – aún está ahí – pero no estaban completas las circunstancias para que madurara plenamente ahora. 

¿No es tu culpa que no pudiste matar a la persona, así que ahora tienes menos karma con el que lidiar?  

No, no es que tengamos menos potencial kármico con el que lidiar; No es que nos hayamos deshecho de cualquier potencial de matar al fallar cuando disparamos. Es solo que hemos pospuesto la maduración. La víctima potencial no está muerta, por lo que esa acción particular de dispararle no ha sido una acción de matar, pero todavía tenemos ese potencial para matar, por lo que surgirá en una situación diferente. 

La palabra "karma" se usa en un sentido vago 

La palabra "karma" se usa a menudo para referirse a la secuencia completa de componentes involucrados en la causa y efecto kármico, pero eso no es preciso. En el sistema de Asanga, el karma es el impulso propulsor que conduce a la conciencia y a los factores mentales que la acompañan cuando se dedica a realizar una acción kármica del cuerpo, la palabra o la mente. Luego está la acción kármica real, y se llama el “camino del karma”. Esa acción en sí misma actúa como una fuerza kármica, ya sea una fuerza kármica positiva (bsod-nams, sct. puṇya) o una fuerza kármica negativa (sdig-pa, sct. pāpa). La fuerza kármica positiva suele denominarse “mérito”. La fuerza kármica negativa a veces se traduce como “pecado” o algo así. Después de que ha ocurrido el final o resultado de la acción, la fuerza kármica continúa, pero ahora ha adquirido la naturaleza esencial de un legado kármico (sa-bon-gyi ngo-bo gyur-ba). 

Hay dos tipos de legados kármicos (sa-bon, sct. bīja). Hay uno que es la continuación de las fuerzas kármicas positivas y negativas; tenemos que tener palabras diferentes para estos, por eso los llamo “potenciales kármicos”, aunque son los mismos términos sánscritos y tibetanos que “fuerza kármica”. Luego, están los legados kármicos que generalmente se denominan “semillas kármicas”, a las que yo llamo “tendencia kármica”. 

Si queremos simplificar esto, hay potenciales kármicos y tendencias kármicas. Los potenciales kármicos son constructivos o destructivos, las tendencias kármicas son no especificadas. Ambos maduran solo de forma intermitente. También hay hábitos kármicos constantes (bag-chags, sct. vāsanā), que se afirman solo en los sistemas Mahayana. Maduran continuamente en cada momento creando apariencias de existencia verdaderamente establecida y limitando a la mente. “Repercusiones kármicas” es un término que he acuñado para referirme a todo esto: fuerzas kármicas, potenciales kármicos, tendencias kármicas y hábitos kármicos constantes. 

Lo que madura es esta repercusión kármica y no el karma en sí. Entonces, en el sistema de Asanga, hay impulsos kármicos, que son impulsos kármicos propulsores, hay acciones kármicas, hay repercusiones kármicas y hay resultados kármicos.

Entonces, ¿a veces, de manera vaga, puedes usar la palabra karma para ambos? 

Sí, incluso los textos clásicos sánscritos y tibetanos usan el término “karma y sus resultados” (las-’bras), por lo que usan la palabra “karma” de manera muy vaga para cubrir todo el proceso hasta el resultado. Sin embargo, técnicamente eso no es lo que significa el término “karma”, sino que ese es su uso popular. Cuando hablamos de karma, necesitamos ser conscientes de usar los términos técnicos correctamente y no hacerlo confuso al decir que el karma madura, aunque esa es una forma más fácil de decirlo. Lo que madura son las repercusiones de las acciones provocadas por el karma.

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