Los agregados de otras variables y la conciencia

Los componentes del agregado de otras variables que afectan

El cuarto agregado, el agregado de otras variables que afectan, es la colección más grande de elementos. "Variable" significa que cambia y "afectar" significa que afecta nuestra experiencia. Esta agrupación contiene todos los fenómenos cambiantes que no están incluidos en los otros agregados. Es el agregado de todo lo demás, donde se encuentran todas las emociones positivas y negativas y todos los diversos factores mentales como la atención, la concentración y el interés. Los factores mentales contribuyen o califican lo que vemos, escuchamos y experimentamos. Además, aquí se incluyen factores que cambian de un momento a otro, pero no son formas de fenómenos físicos o formas de ser conscientes de algo, por ejemplo, tiempo, ubicación, cambio, edad y, lo más importante, el yo convencional, "yo".

Comencemos por revisar algunas de las principales variables que son las grandes causantes de problemas. Hay varios textos budistas que dan listas ligeramente diferentes de estos factores mentales, que van de 48 a 52, y que definen algunos de ellos de manera ligeramente diferente, pero en su mayoría son los mismos. Además, tengamos en cuenta que hay muchos más factores mentales que simplemente estos números especificados. Los enumerados son simplemente los más destacados.

Los cinco factores mentales siempre operantes

Hay cinco factores mentales que acompañan a cada momento. Ya hemos hablado de dos de ellos: sentir un nivel de felicidad o infelicidad y distinguir. Constituyen sus propios agregados, porque son esenciales.

Impulsos

El tercer factor mental siempre operante es lo que yo traduzco como "impulso" o "impulso mental" que, como una locomotora, mueve a todos los demás factores mentales para interactuar con un objeto y a nuestro cuerpo, palabra o mente para participar en una acción dirigida hacia o con ese objeto. Por ejemplo, movemos la cabeza hacia un lado y vemos algo.  

Según uno de los sistemas budistas, estos impulsos son equivalentes al karma, por lo que se habla de "impulsos kármicos". La palabra "karma" se usa a menudo como una enunciación muy amplia para todo lo relacionado con la causa y el efecto en términos de nuestro comportamiento. Sin embargo, más precisamente, el karma se refiere a los impulsos apremiantes, aparentemente compulsivos, que nos llevan a hacer, decir o pensar algo junto con conocer ese algo, y que luego tienen consecuencias.     

Tenemos impulsos de hacer cosas que son bastante inocentes, bastante neutrales: el impulso de rascarnos la cabeza, mirar a alguien, telefonear a alguien, tomar un trago de agua, etc. El impulso mueve nuestra actividad mental en la dirección de un objeto, en la dirección de hacer algo. Por ejemplo, podría haber una necesidad de mover el pie o alguna otra forma de moverse, como bailar. 

También experimentamos impulsos que nos llevan a hacer algo destructivo o constructivo. Por ejemplo, podría ser la necesidad de decir algo desagradable o amable. Podría ser la necesidad de ayudar o lastimar a alguien. También podría ser un impulso muy sutil y bastante difícil de reconocer que nos haga comenzar a pensar en algo, algo totalmente neutral, constructivo o muy destructivo. Y debido a que los impulsos surgen por hábito y de acuerdo con las circunstancias, agregan una compulsión a nuestro comportamiento.  

Cuando analizamos más profundamente, vemos que no es que primero surja un impulso o urgencia mental y que luego eso traiga al resto de los factores mentales a un objeto y a una actividad dirigida hacia el objeto. El impulso mental es parte del momento en que conocemos un objeto. Debido a ello, un impulso mental no puede detenerse ni retroceder una vez que surge, como si hubiera surgido un momento antes de conocer su objeto.       

Para algunos comportamientos compulsivos, como tomar y comer una quinta galleta durante la pausa para el café, la acción tiene muchos pasos y cada momento surge con su propio impulso. En cualquier momento durante estos pasos, podríamos evitar que se complete la acción. Mientras nuestra mano va hacia esa quinta galleta y comienza a ponerla en nuestra boca, en ese punto podríamos romper la secuencia compulsiva y dejar esa galleta.   

Pero incluso antes de que vayamos a tomar esa galleta, tenemos ganas de comerla. Esta sensación es el factor mental de la "intención", del que hablaremos en breve. Es entre sentir ganas de tomar la galleta, en otras palabras, tener la intención de tomar la galleta, y experimentar la secuencia de impulsos con los que realmente movemos nuestra mano hacia ella y la metemos en nuestra boca, rápidamente, antes de que alguien más la tome, que tenemos la mayor oportunidad de no llevar a cabo esa sensación. A partir de este ejemplo, podemos comenzar a ver la precisión que implica cambiar nuestro comportamiento.    

Nuestros potenciales kármicos maduran no solo en nuestras sensaciones de felicidad o infelicidad, sino también en lo que tenemos ganas de hacer o pretendemos hacer. Por ejemplo, pueden madurar con ganas de comerse otra galleta y no una pieza de fruta, y por supuesto, nuestros potenciales kármicos no maduran en las galletas en sí. Luego, con un impulso, actuamos lo que tenemos ganas de hacer y, al hacerlo, construimos más potenciales kármicos. En un intento de romper este hábito kármico, podemos pensar: "Me permitiré comer solo cinco galletas en cada pausa para el café". Pero esto es realmente extraño porque tenemos este dualismo de un "yo" separado que le da permiso a este "yo" travieso al que le gustaría comer diez galletas cada vez.  

Tratemos de reconocer que hay impulsos en cada momento. No es tan fácil reconocerlos. Son bastante sutiles. La forma en que los reconocemos es por lo que hacen. Por ejemplo, nos rascamos o movemos la cabeza; por lo tanto, lógicamente, debe haber un impulso, un impulso mental que nos lleve a esa acción. Además, existe el impulso de seguir mirando algo, de no hacer nada, de seguir durmiendo, o el impulso que trae consigo un sueño, o el impulso que provoca el despertar. Cada impulso o urgencia mental es lo que nos lleva a la cognición y la acción del momento. Existe la necesidad de cerrar o abrir los ojos.     

Los impulsos son difíciles de reconocer. En los estudios de Dharma, primero obtenemos una comprensión aproximada y luego afinamos el análisis para ser más y más precisos. En este caso, cuando hablamos de un impulso, es una forma de ser consciente de un objeto. Es importante recordar esto. Hablamos de formas de ser consciente de los objetos. Cuando nos enfocamos, por ejemplo, en ver nuestra mano, el impulso o urgencia mental es lo que lleva a nuestra mente, a nuestra actividad mental, a la mano y a mirarla. Entonces, el impulso es una conciencia de nuestra mano.  

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Darse cuenta que contacta

Hasta ahora hemos explorado sentir un nivel de felicidad, distinguir algo y el impulso mental. El siguiente de los cinco factores mentales que siempre funcionan es el darse cuenta que contacta. Es una forma de ser consciente de un objeto que diferencia a un objeto y contacta con él como agradable, desagradable o neutro. Sirve como base para experimentar el objeto con sensaciones de felicidad, infelicidad o neutra.

Por ejemplo, al observar las formas coloreadas del cuerpo de una persona, las distinguimos como que constituyen la forma de un cuerpo y de una persona, separadas de las formas coloreadas de la pared. El darse cuenta que contacta de este objeto diferencia el ver este cuerpo y esta persona como agradable. Sobre esta base, nos sentimos felices, lo que significa que nos gustaría no separarnos de ver a esta persona. El impulso kármico es lo que lleva a nuestra mente a esta persona y a verla. Más impulsos kármicos harán que nuestra mente siga viéndola o aparte la mirada.

Intentemos reconocer e identificar este darse cuenta que contacta mientras vemos varios objetos en la habitación. Observen cómo todos estos factores mentales están interconectados. Si encontramos un objeto desagradable, nos sentiríamos infelices al verlo, lo que significa que nos gustaría separarnos de él. En consecuencia, miraríamos otra cosa. Al igual que con sentir un nivel de felicidad o infelicidad, el darse cuenta que contacta que nos hace conscientes de un objeto como agradable, desagradable o neutro no tiene por qué ser dramático en absoluto.

Seamos más precisos. Cuando vemos algo que diferenciamos como desagradable y nos sentimos un poco tristes al verlo, entonces surge el impulso que desconecta nuestra mente de mirar ese objeto. Cuando vemos algo que diferenciamos como agradable y nos sentimos felices al verlo, no queremos separarnos de él; por lo tanto, un impulso mantiene nuestra mente dirigida hacia ese objeto. Además, obviamente estamos distinguiendo el objeto de la pared.    

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Atención

El quinto factor mental siempre operante es prestar atención o, literalmente, "tener en cuenta". Este es el factor mental que realmente involucra a la actividad mental con un objeto. El impulso mental o urgencia mental es lo que atrae la atención y a todos los demás factores mentales hacia el objeto. No es que primero surja el impulso o urgencia mental, nos lleve hacia un objeto y luego la atención se involucre con él. El impulso mental y la atención son simultáneos.

Esta atención puede ser fuerte o débil, ya que existe un espectro completo de cuánta atención prestamos a un objeto. Por ejemplo, miramos la pared y le prestamos muy poca atención. Hay un impulso que nos lleva a mirar a la pared, pero apenas podemos prestar atención y nos movemos a otra cosa. Empieza a complicarse, por supuesto, porque no prestamos la misma atención a todo en nuestro campo de visión. Esto implica algo más; por ejemplo, nuestro interés.

Solo para dar un ejemplo divertido: me quedé en la casa de un amigo en Gales durante unos cuatro meses. Después de un tiempo, fuimos a comprar una cortina de ducha nueva para el baño y estábamos tratando de decidir qué se vería mejor. Mi amigo me preguntó: "¿De qué color iría la cortina con la pared del baño?". Le confesé que no tenía idea de qué color era la pared del baño. Entonces mi amigo preguntó: "¿De qué color son las paredes de tu habitación?". De nuevo, no tenía ni idea porque no le había prestado atención. No me interesaba en absoluto el color de las paredes, así que no lo recordaba. Reímos y reímos.   

Algunos de nosotros que podríamos estar muy interesados en la ropa y la moda prestaremos atención a lo que la gente usa hoy aquí y lo recordaremos. Otras personas que no están interesadas en lo más mínimo no prestarán atención y no recordarán en absoluto. La atención es la fuerza con la que la mente se relaciona con el objeto. ¿Es débil o fuerte, apretada o suelta? No se trata simplemente de la percepción sensorial, sino que también implica el pensamiento. ¿Cuánta atención le prestamos a la cantidad de pensamientos aleatorios que pasan por nuestra cabeza?

Otra dimensión es cómo prestamos atención a algo. ¿Cómo lo consideramos? ¿Prestamos atención a algo de forma correcta o incorrecta? Por ejemplo, ¿prestamos atención a algo impermanente como permanente o algo impuro como puro?

De nuevo, tomemos un momento para intentar notar este factor mental de atención. ¿Cuánta atención estamos prestando a lo que vemos o escuchamos? Recordemos que estamos viendo, escuchando, oliendo, probando, sintiendo sensaciones físicas y probablemente pensando, todo al mismo tiempo. La cantidad de atención que acompaña a cada uno de estos es obviamente diferente, ¿no es así?

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Ser inconsciente de ciertas cosas

En Occidente, cuando hablamos de ser consciente o inconsciente de lo que pasa en nuestra mente, de hecho, es a este factor de atención al que nos referimos. Por ejemplo, podría haber enojo asociado con el hecho de hablar con alguien del que no somos conscientes. Esta ira u hostilidad inconsciente significa que no hay atención a esa ira. Incluso si se le presta atención, ¿lo consideramos puro o impuro, limpio o sucio? ¿Es algo que consideramos perfectamente apropiado y, por lo tanto, está bien? ¿O estamos prestando atención a esta hostilidad como algo impuro de lo que realmente nos gustaría deshacernos?

Es muy interesante a medida que comenzamos a analizar más y más. Digamos que hay hostilidad acompañando este momento de nuestra experiencia, ya sea que estemos hablando con alguien, mirando la pared o simplemente sentados en nuestra habitación. Esa hostilidad no se debe necesariamente a que seamos hostiles o estemos enojados con la persona, la habitación o la pared. Podría no tener ninguna relación, como un incidente que sucedió en el trabajo u otra cosa. Aún así, hay hostilidad en este momento que es totalmente irrelevante. Si podemos analizar y deconstruir, entonces veremos que nuestra hostilidad es inapropiada y no está relacionada. Sin embargo, tenemos que ser conscientes y prestarle atención.

Con este nuevo nivel de atención, cambiamos la forma en que somos conscientes de los demás mientras hablamos con ellos. ¿Cómo solemos prestar atención a los demás? A menudo, prestamos atención a otra persona como una especie de objeto generalizado. En cambio, podemos prestar atención a otra persona y darnos cuenta de que este es un ser humano que tiene sentimientos, al igual que nosotros. Luego, agregamos otro factor mental llamado actitud considerada. Nos preocupamos por cómo nuestro comportamiento y nuestra forma de hablar afecta a otra persona. En otras palabras, nos tomamos la causa y el efecto más en serio.

Entonces, reconocemos que hablar con alguien con hostilidad, por razones que no tienen nada que ver con él, es inapropiado y lo va a hacer sentir mal. Por tanto, ejercemos la disciplina ética del autocontrol y dejamos de actuar de esa forma. Basándonos en prestar atención y notar lo que está pasando, cambiamos la forma en que nos relacionamos con los demás. Simplemente lo hacemos.   

Por eso estudiamos y aprendemos a aplicar los cinco agregados, para mejorar la forma en que vivimos nuestra vida. En este agregado de otras variables que afectan, estos y muchos otros factores mentales están conformando este momento de experiencia de cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea y con todos en él.     

Ésta es la idea general sobre los factores mentales siempre operantes. Nuestro tiempo restante es algo corto, así que introduzcamos brevemente algunos otros elementos que se incluyen en este cuarto agregado.  

Los cinco factores mentales determinantes

Además de estos cinco factores mentales siempre operantes, también tenemos cinco factores mentales determinantes. Algunos textos dicen que también tenemos todos estos en cada momento; sin embargo, depende de cómo los definamos. Los cinco factores mentales determinantes permiten a la mente conocer un objeto con certeza sobre él.

Intención

El primero es la intención, que es el deseo de tener un objeto deseado, hacer algo con él o a él, o lograr una meta deseada. Es a lo que nos referíamos antes como "tener ganas de hacer algo". Por ejemplo, al mirar a alguien, ¿cuál es nuestra intención? ¿Deseamos seguir viendo a la persona, besar a la persona, o deseamos golpearla en la cara? ¿Cuál es la intención? Siempre hay algún tipo de intención, incluso si es la intención de no hacer nada.

En cierto modo, este factor también implica interés. No especificamos el interés como un factor mental separado, aunque obviamente lo es. La intención de seguir mirando a alguien o hacer algo con la persona se basa claramente en encontrarlo de interés o no. Este es un factor muy importante porque es algo que podemos ajustar. Por ejemplo, cuando alguien viene y nos hace una pregunta, es posible que al principio sintamos que estamos muy ocupados y no queremos que nos molesten. Sin embargo, en lugar de decir que no, aumentamos nuestro interés; después de todo, hay un ser humano y tiene una pregunta. Por lo tanto, desarrollamos más interés y, como resultado, prestamos más atención.

Considerar

También está el factor de la consideración, que se refiere a considerar que un objeto tiene ciertas buenas cualidades, que van desde ninguna hasta la cosa más maravillosa del mundo; o podrían ser buenas cualidades que van desde las más insignificantes hasta las más importantes. Nuevamente, el interés también está involucrado aquí.

Por supuesto, este tipo de mirada puede ser acertada o inexacta y es algo que obviamente tenemos en cada momento, ¿no? Básicamente es cómo valoramos lo que escuchamos, vemos, etc. Por ejemplo, escuchamos el sonido del tráfico y consideramos que no tiene buenas cualidades en absoluto; es simplemente molesto e incluso podríamos enojarnos por eso.

Recordación

El siguiente factor es la recordación (presencia mental). A menudo escuchamos sobre la meditación de mindfulness (recordación), pero debemos ser muy precisos sobre tal definición en nuestro contexto actual. Esta palabra "mindfulness" o presencia mental es la misma palabra que recordar o rememorar. Es como pegamento mental. Es lo que evita que se pierda la sujeción mental de un objeto. Cuando recordamos o rememoramos algo, eso es lo que impide que se pierda nuestra sujeción del objeto. Lo recordamos, sostenemos y no soltamos ese objeto.

La recordación, entonces, no es simplemente prestar atención a lo que surge en cada momento. Cuando escuchamos a alguien hablar, ¿hay recordación involucrada o no? ¿Hay un pegamento mental que sostiene, manteniendo la atención en las palabras de alguien para que podamos recordarlas? O, ¿no hay recordación y la sujeción mental está completamente suelta, por lo que no podemos recordar lo que se dijo?

La recordación es el pegamento que mantiene nuestra atención en lo que se dice. La atención puede ser fuerte o débil, pero eso está determinado por el pegamento, la fuerza o la debilidad de la recordación involucrada en mantenerla en la conversación.

Estos factores mentales determinantes, como la recordación, se vuelven cruciales cuando practicamos la meditación y tratamos de obtener concentración. Al estudiarlos e identificarlos, podemos diferenciar estos diversos factores para saber qué corregir cuando hay una falla.

Fijación mental

El siguiente es la fijación o concentración mental. Ese es el factor mental de permanecer realmente en el objeto. ¿Cuánto nos quedamos fijos en el objeto de nuestro enfoque? ¿Nada en absoluto o hay una fuerte permanencia?    

La fijación mental es diferente del pegamento o la recordación, aunque son muy similares. El pegamento evita que perdamos la atención en un objeto; mientras que la fijación mental es el factor mental que mantiene la atención en el objeto. No es tan fácil diferenciarlos entre sí.        

Por ejemplo, vemos las formas coloreadas del cuerpo de alguien. En ese momento, el impulso es lo que está moviendo a nuestra atención y a todos los demás factores mentales que lo acompañan hacia esta forma. La atención es lo que se relaciona con el objeto. La fijación o concentración es lo que hace que la atención se quede. El pegamento, la recordación, evita que se vaya. Por supuesto, este proceso interactúa y se interconecta con el interés que tenemos en este objeto, así como con la intención de verlo y tal vez decirle algo a la persona. Además, distinguimos la forma de esta persona de la pared y de la de otras personas. Con el darse cuenta que contacta, encontramos este objeto agradable y la sensación es de felicidad, lo que significa que no queremos separarnos de este objeto. Nosotros consideramos que esta persona tiene buenas cualidades; es una buena persona. Todo esto se interrelaciona.

Darse cuenta que discrimina

El quinto factor en este grupo se llama darse cuenta que discrimina, que también se traduce como sabiduría; sin embargo, el término "sabiduría" es vago y engañoso, porque nuestra discriminación puede ser correcta o incorrecta.  

El darse cuenta que discrimina es la determinación que nos ayuda a sostener un objeto con certeza, diferenciando los puntos fuertes de un objeto de los puntos débiles. Además, diferencia las buenas cualidades de las falsas y determina si algo es correcto o incorrecto, constructivo o destructivo. El darse cuenta que discrimina agrega certeza a nuestra distinción y a nuestro tomar un objeto. Por ejemplo, vemos a una persona y discriminamos que es nuestro amigo y no un enemigo. Podemos discriminar un nombre de otro nombre con una cierta cantidad de convicción y certeza.

Componentes adicionales de otras variables que afectan

Dentro de este cuarto agregado, también tenemos varios grupos más de factores mentales, relacionados con lo que llamaríamos en Occidente "emociones". Sin embargo, este grupo también incluye elementos que probablemente no llamaríamos emoción. De hecho, es difícil encontrar un término general para todos ellos. Independientemente, primero hay un grupo de constructivos; solo presentaremos algunos de los más notables. 

Creencia en los hechos

El primero de estos factores mentales constructivos es la creencia en que un hecho es verdadero, a menudo traducido como "fe". Esa es una traducción engañosa porque la fe podría estar en algo que sea verdadero o falso. Con este factor mental, estamos hablando de creer que son verdaderos solo los hechos que son realmente verdaderos, no de creer que las falsedades son verdaderas. Por ejemplo, creo que esta persona es Gabi, lo cual es correcto. Si creo que ella es María, esa sería una falsa discriminación y no este primer factor mental constructivo.    

Auto-dignidad moral e interés por cómo nuestras acciones se reflejan en los demás

Otros dos factores mentales constructivos son la auto-dignidad moral y el interés por cómo nuestras acciones se reflejan en los demás. Con un sentido de auto-dignidad moral, no actuamos de manera terrible. Tenemos un sentido de autovalía. Sin eso, andamos como un rufián y hacemos todo tipo de cosas dañinas.  

También se presta atención a cómo nuestras acciones se reflejan en los demás. No actuamos terriblemente por lo que la gente piense de nuestra familia, nacionalidad o religión. Por ejemplo, pensamos, ¿cómo se refleja en los budistas si actuamos de cierta manera? Tal vez la gente piense mal de todos los budistas si nos emborrachamos por completo y nos comportamos mal.  

Estos dos factores mentales, la auto-dignidad moral y el cuidado de cómo nuestras acciones se reflejan en los demás, son la base de la ética en el budismo. En Occidente, a menudo pensamos que ser considerados sobre cómo nuestras acciones afectarán a otras personas es la base de la ética. Sin embargo, desde una perspectiva budista, este criterio no siempre es confiable porque, en realidad, no tenemos idea de cómo nuestras acciones afectarán a los demás.   

Por ejemplo, en la India, la gente tiene altavoces para transmitir música a todo el pueblo. La intención es hacer felices a todos, y asumen que tocar esta música fuerte será edificante. Esperan que a todos les guste; mientras que, como occidentales, puede que no nos guste en absoluto. Es un ejemplo divertido de que no hay certeza de cómo algo afectará a los demás; por lo tanto, ser considerados no es una base confiable para la ética. Una vez más, esto se debe a que no hay certeza de los resultados o efectos de nuestro comportamiento en los demás. Sin embargo, la consideración de cómo nuestro propio comportamiento nos afectará realmente es algo completamente diferente.

También tenemos elementos constructivos como el desapego, no aferrarse a alguien o algo. Tenemos la imperturbabilidad, en la que nada nos va a enojar. También tenemos falta de ingenuidad y perseverancia. Con perseverancia seguimos esforzándonos en algo positivo y lo disfrutamos.

Hay muchas emociones constructivas que no están incluidas en la lista estándar, pero, por supuesto, el budismo también las analiza. El hecho de que no esté en la lista no significa que no exista. Cosas muy básicas como el amor, la compasión y la paciencia, por ejemplo, no están en esta lista de emociones constructivas.

Emociones y actitudes perturbadoras raíz

En cuanto al lado destructivo, hay un grupo de seis factores mentales llamados "emociones y actitudes perturbadoras raíz". Son raíces en el sentido de que las secundarias surgen de ellas. Por ejemplo, la ira es la raíz de las emociones perturbadoras secundarias del odio y el resentimiento.

El primero de ellos, el deseo anhelante, se basa en exagerar las buenas cualidades de algo. Hay varias posibilidades: por ejemplo, si no tenemos algo, con anhelo anhelante, simplemente tenemos que tenerlo. Si tenemos algo, no queremos dejarlo ir. Esto es apego. E incluso si tenemos una cierta cantidad de algo, con la codicia queremos más.

El deseo anhelante es una emoción perturbadora, lo que significa que cuando lo experimentamos, perdemos la paz mental y el autocontrol. Decimos y hacemos cosas que normalmente no haríamos. Con deseo anhelante, exageramos las buenas cualidades y pensamos que eso que debemos tener nos va a hacer felices. No tenemos paz mental ni satisfacción.     

Con la siguiente de estas emociones perturbadoras raíz, la ira, exageramos las cualidades negativas de algo y, por eso, tenemos que deshacernos de ello. Con ambas emociones, incluso podríamos inventar buenas cualidades o agregar malas cualidades negativas que no existen.   

También tenemos no darse cuenta. Este es el verdadero alborotador, esta confusión que siempre está presente. Tenemos este no darse cuenta y no conocemos ni la causa y efecto del comportamiento ni la naturaleza de la realidad. Más precisamente, se define como una mentalidad turbia, es decir, una pesadez de cuerpo y mente; está turbio como si estuviera cargado de nubes. En Occidente, nos referimos a esto como una sensación, una sensación de turbiedad en el sentido de que simplemente no sabemos qué está pasando. No nos damos cuenta del efecto de nuestro comportamiento en nosotros mismos y en los demás, ni de cómo existen realmente las cosas. No estamos hablando de no saber el nombre o el número de teléfono de alguien, que puede ser un evento constante más amplio. Con la turbiedad, estamos realmente bastante confundidos. La mente no es liviana y clara. Hay una gran turbiedad en el hecho de que realmente no sabemos cuál será el efecto de todo lo que digamos o hagamos. Realmente no sabemos cómo existimos o cómo existe todo y todos los que nos rodean. Básicamente, no sabemos qué está pasando en la vida.

Una analogía para la mentalidad turbia es como caminar con una bolsa de papel sobre la cabeza. Realmente no podemos ver nada con claridad. Todas las demás personas con las que interactuamos también tienen bolsas de papel sobre la cabeza. Parece realmente inútil, ¿no? Sería una buena caricatura. Sin embargo, la razón por la que nos esforzamos tanto por tener claridad y ver lo que está pasando es porque la naturaleza de la mente no tiene una bolsa de papel encima.   

La ingenuidad es una subcategoría de este no darse cuenta. La ingenuidad es el no darse cuenta que acompaña al comportamiento destructivo. Somos realmente ingenuos sobre cómo decir esto o aquello lastimará a alguien o no lo lastimará.   

A continuación, tenemos la arrogancia. Estamos exageradamente orgullosos de “mí” o de alguna cualidad como nuestro dinero, riqueza, buena apariencia, juventud, etc. 

Otra emoción inquietante es el titubeo indeciso. ¿Debemos llevar una camisa azul o amarilla? ¿Qué comeremos? Esto suena relativamente inocente, pero debido a que somos indecisos y vacilantes, también puede ser muy perturbador. Podemos estar indecisos sobre qué hacer a continuación, cómo manejar un gran problema, ¿deberíamos decir esto o deberíamos decir aquello? Nos paraliza, ¿cierto?   

Todas estas son emociones perturbadoras que nos hacen perder la tranquilidad y el autocontrol. Recuerden, estos elementos constructivos y destructivos acompañarían nuestro ver a alguien, prestar atención y todos los demás factores mentales mencionados anteriormente. 

También tenemos actitudes engañosas, lo que significa que son incorrectas. Hay cinco de estas. Por ejemplo, aunque todos los agregados y los elementos que los componen cambian todo el tiempo, nos aferramos a uno de los elementos y nos identificamos con él como "yo" o "mío". Pensamos: "Ese soy yo". Si es nuestra juventud, por ejemplo, a medida que envejecemos, incluso a los sesenta años, siempre pensamos en nosotros mismos como una persona que otras personas van a encontrar joven, sexy y atractiva. Es absolutamente absurdo, ¿no? Pero tenemos esta actitud engañosa de cómo nos consideramos a nosotros mismos. "Mi juventud durará para siempre".

Otros elementos incluidos en el agregado de otras variables que afectan

También hay una larga lista de emociones perturbadoras secundarias que provienen de estas raíz: odio, resentimiento, celos, avaricia, etc. Hay pretensión, pretender tener cualidades que no tenemos y ocultamiento de nuestras deficiencias cuando escondemos nuestras faltas. Hay pereza y divagación mental; de hecho, hay una lista muy larga y bastante desalentadora. Pero cuanto más sepamos de estas, más podremos identificarlas en este momento de nuestra experiencia: podemos identificar los componentes mientras intentamos deconstruir cosas. Por ejemplo, quizás no tengamos ganas de hablar o ver a alguien en absoluto. Ese deseo de no ver a una persona básicamente significa que no hay interés. Sin embargo, ¿qué lo acompaña? ¿Es pereza u hostilidad? ¿Qué es? Intentamos reconocer los factores mentales que acompañan a este momento.

Por supuesto, además, subyacente a todo está la confusión acerca de cómo existimos y el efecto de nuestro comportamiento en esa persona si no la vemos o no le hablamos. Quizás la otra persona se alegrará mucho de que no le hablemos, o quizás no. Como se mencionó, en realidad no conocemos el efecto de nuestro comportamiento en los demás; por lo tanto, nuestro no darse cuenta se refiere específicamente al efecto de nuestro propio comportamiento en nosotros mismos. De hecho, esto es lo único seguro. Es definitivo que evitar hablar con esta persona reforzará el hábito de no lidiar con las cosas difíciles. La confusión que tenemos es acerca de cómo la forma en que actuamos afecta nuestras experiencias futuras.

Por ejemplo, hay un mosquito en la habitación y lo matamos. ¿Cómo va a afectar nuestro comportamiento futuro? Estamos reforzando el hábito de matar todo lo que no nos gusta o nos molesta. Tenemos una reacción violenta, no una solución pacífica. La forma en que nos comportamos refuerza todo tipo de hábitos en nosotros. Es por eso que queremos desarrollar nuevos hábitos mejores.  

El último conjunto de factores mentales incluidos en el agregado de otras variables que afectan es el grupo de factores cambiantes. Estos son factores mentales que pueden ser constructivos o destructivos, según la situación. Por ejemplo, arrepentimiento: si nos arrepentimos de haber hecho algo negativo, es una actitud constructiva. Si nos arrepentimos de haber hecho algo positivo, como hacer una donación a esta o aquella causa constructiva, sería destructivo.

Por último, en este agregado están los factores no estáticos que no son ni formas de fenómenos físicos ni formas de darse cuenta de algo. Estos incluyen la edad y las colecciones de sílabas que constituyen las palabras. Pero lo más significativo es que incluyen al "yo" convencional, el yo que realmente existe convencionalmente. Estos elementos son los denominados "fenómenos de imputación", fenómenos que solo existen y solo pueden conocerse sobre la base de otros elementos en los agregados. La edad solo existe en términos de nuestro cuerpo y solo se puede conocer en términos de nuestro cuerpo. De manera similar, nuestro yo, “yo”, solo puede existir y ser conocido en términos de los cinco agregados que componen cada momento de nuestra existencia.

Es en este cuarto agregado de otras variables que afectan, el agregado de todo lo demás, que queremos eliminar al verdadero alborotador, este no darse cuenta. Queremos fortalecer el darse cuenta que discrimina, para poder discriminar entre lo que es correcto y lo que es incorrecto, especialmente sobre uno mismo. Queremos discriminar con precisión la vacuidad y la creencia de que las cosas no existen de la forma en que aparecen en nuestra mente confusa.

El agregado de la conciencia

En el orden de estos agregados, el quinto agregado, el de la conciencia primaria, es el más sutil y el más difícil de reconocer. No es una traducción exacta, la palabra "conciencia", pero es la palabra que se usa comúnmente. En Occidente, hablamos de un solo tipo de conciencia que lo impregna todo, pero en el budismo, según el sistema, diferenciamos seis tipos de conciencia primaria: conciencia visual, auditiva, olfativa, gustativa, corporal y mental.  

Se conocen como conciencias primarias. Esto significa que cuando son conscientes de un objeto, solo son conscientes de la naturaleza esencial de ese objeto y nada más. La naturaleza esencial de un objeto es básicamente qué tipo de cosa es, de la manera más general. ¿Es algo visible, un sonido, un olor, un sabor, una sensación física o un objeto mental? Eso es todo de lo que es consciente la conciencia primaria. Como ocurre con la radio o la televisión, nuestra mente puede estar operando en el canal visual, el canal auditivo, el canal olfativo, etc. Nuestra mente puede jugar en varios canales a la vez, y lo que aparece en cada canal es diferente.

No estamos hablando de identificar mentalmente algo visible o un sonido. Por ejemplo, cuando vemos algo, estamos viendo formas de colores. La conciencia visual es simplemente consciente de algo visible como si fuera algo visible. Es consciente de ello como información visual. Eso es todo lo que hace la conciencia primaria. Todos los factores mentales que son conscientes de las buenas y malas cualidades, y que agregan interés, atención, discriminación de lo que son o no son las cosas, sentirse feliz o infeliz, etc., todos ellos acompañan a la conciencia primaria de algo visible.   

Si queremos examinar esto desde un punto de vista occidental, tenemos información que entra, pero ¿cómo la estamos clasificando y manejando? ¿La estamos tratando como información visual, auditiva u olfativa? Es la conciencia primaria la que lo reconoce como uno u otro tipo de información. Es muy sutil, el más sutil de los agregados. 

Me viene a la mente la imagen de una computadora. Cuando digitalizamos sonidos e imágenes, necesitamos poder diferenciar algunos de los ceros y unos digitalizados en la codificación como información visual y otros como información de audio. Cómo lo hace una computadora es otro tema; sin embargo, desde un punto de vista occidental, toda la información que llega a nuestra mente son impulsos eléctricos. ¿Cómo podemos diferenciar los impulsos eléctricos que se denominan vista de los que se denominan sonido? Según el análisis budista, lo hacemos con el tipo más básico de conciencia de esta información, la conciencia primaria. Es una forma de ser consciente de algo como información visual, información de audio, etc.

Todos los demás factores mentales acompañan a este nivel de conciencia. Por ejemplo, somos conscientes de algo como información visual, algo visible, y los factores mentales que lo acompañan pueden ser interés, atención, sentirse feliz y todas estas otras cosas.

Conclusión

Esta ha sido una introducción básica a los cinco factores agregados, un esquema de clasificación de todos los componentes que cambian momento a momento y que conforman nuestra experiencia diaria. Si queremos eliminar los problemas y el sufrimiento de nuestra experiencia, debemos ser capaces de deconstruir cada momento, particularmente los momentos de dificultad, y comprender lo que realmente está sucediendo para que podamos, en cierto sentido, reparar las cosas.

Cuanto más estudiamos y aprendemos sobre todos los componentes, más precisamente podemos deconstruir lo que estamos experimentando. Es un método muy útil. De lo que queremos deshacernos particularmente es de nuestra confusión acerca del “yo” y cómo ese “yo” existe realmente.   

Hay un "yo", lo que se llama el "yo" convencional. Está en el cuarto agregado, el agregado de otras variables que afectan. Este “yo” es algo que no es ni una forma de fenómeno físico ni una forma de darse cuenta de algo, cambia todo el tiempo y no puede existir ni ser conocido independientemente de los agregados como base. Pero estamos confundidos acerca de cómo existe. Debido a esta confusión, nuestra mente hace que ese "yo" parezca como si fuera algo sólido separado de nuestro cuerpo y nuestra mente, que se sienta dentro y los controla. Sin embargo, esto es incorrecto y no corresponde con la realidad.

Básicamente, con el no darse cuenta, no sabemos o entendemos, cómo existe el "yo" de una manera incorrecta e inversa. Este no darse cuenta trae nuestro sufrimiento e infelicidad, que se incluyen en el agregado de sentir un nivel de felicidad.   

No obstante, en el cuarto agregado también tenemos darse cuenta que discrimina. Es con el darse cuenta que discrimina centrado en la vacuidad, que podemos eliminar el no darse cuenta y así deshacernos del sufrimiento para siempre.

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