Puntos para entrenar la mente

Otros idiomas

Resumen de los veintidós entrenamientos

Por último, en nuestra discusión está el séptimo punto, que consiste en la lista de veintidós entrenamientos, o puntos que entrenan a la mente para limpiar nuestras actitudes.

El primero de estos entrenamientos es:

Hacer todos los yogas con una.

Esto se refiere a que, sin importar lo que hagamos, intentar hacerlo con el propósito de ayudar a los demás. Cuando comemos y dormimos, lo hacemos para nutrirnos y refrescarnos para ayudar a los demás. Por ejemplo, antes de comer, podemos decir el verso: “No tomo este alimento por codicia o deseo, sino como medicina para poder ayudar a los demás”. Al momento de comer, también existe la práctica de que vamos a alimentar a los ochenta y cuatro mil gérmenes, bacterias y microorganismos de nuestro cuerpo. Si no podemos mantener este tipo de motivación durante toda la comida, al menos intentamos comenzar con esta intención.     

El segundo entrenamiento es:

Anular lo que está distorsionado con una.

Aquí, anular significa bajar algo, pisarlo. Para deshacernos de nuestras emociones perturbadoras, así como de todo lo que está distorsionado, usamos principalmente la práctica del tonglen. Tomamos más sufrimiento de los demás, de modo que podamos experimentarlo directamente y lidiar con él a través de los medios adecuados.

Si al hacer tonglen, nuestro sufrimiento parece volverse aún más fuerte antes de que podamos deshacernos de él, es una buena señal. Para deshacerse de cosas que no están manifiestas o que están ocultas dentro de nosotros, primero tienen que salir a la superficie antes de que se quemen. Es como el dicho: si enciendes un fuego y hay mucho humo para empezar, será un buen fuego; si solo hay un poco de humo, entonces no será un buen fuego. Además, es similar al proceso de obtener shámata, el estado mental tranquilo y estable con concentración perfecta. Al principio, parece haber más pensamientos y divagación mental que nunca antes, pero es solo porque los estamos notando ahora; antes, nunca prestábamos atención. Como podemos ver, al tomar más sufrimiento a través del tonglen, parece que tenemos emociones perturbadoras todo el tiempo de las que ni siquiera éramos conscientes. De hecho, es una muy buena señal que estas emociones están surgiendo. Tienen que aparecer antes de que podamos realmente trabajar para deshacernos de ellas. 

A veces hemos estado trabajando con el Dharma durante muchos, muchos años y pensamos que nos hecho hecho cargo de un problema: “Ya no me apego tanto, ya no me enamoro locamente ni pierdo el control y demás. Soy capaz de lidiar con emociones perturbadoras muy fuertes”. Y luego, diez, quince o veinte años después, experimentamos otro episodio de esta fuerte emoción perturbadora, que vuelve a surgir. Es mejor no molestarse por eso, sino aceptarlo y simplemente decir: “¡Denme más! Tráiganlas, porque obviamente aún hay algún rastro no manifiesto de eso con lo que todavía no he lidiado, ¡genial! Tráiganla, para que pueda trabajar con ella aún más”. Al pensar así, no nos desanimamos.

Esta es una actitud muy útil. Sin duda, este regreso de algunos problemas ocurre con los profesionales a largo plazo. Ciertamente lo he experimentado yo mismo. Creemos que no nos vamos a enojar; sentimos que hemos lidiado con nuestro enojo lo suficiente. Realmente ya no nos enojamos por nada y luego, veinte años después, algo sucede y nos enojamos mucho. Es importante recordar que no vamos a estar libres de todas estas emociones perturbadoras hasta que seamos un arhat, entonces, ¿qué esperábamos?

El tercer entrenamiento es:

Al comienzo y al final, tener las dos acciones.

La intención aquí es ayudar a otros de antemano y luego dedicar la fuerza positiva, o mérito, después. Para ayudarnos a mantener este tipo de intención, podemos utilizar la técnica de piedras blancas y negras de Gueshe Benkungyal que mencioné anteriormente. Algunas personas hacen esto y lo encuentran útil. 

El cuarto entrenamiento es:

Cualquiera de las dos que ocurra, actuar pacientemente.

Cualquiera de las dos se refiere a que, sin importar si somos felices o sufrimos, actuamos con paciencia, dando felicidad a los demás y asumiendo su sufrimiento. Seamos ricos o pobres (estos dos extremos) no cambiamos; mantenemos la misma actitud. Por ejemplo, si de repente obtenemos mucho dinero y súbitamente lo perdemos, no nos volvemos orgullosos y arrogantes por un lado ni deprimidos por el otro. Si somos ricos, podemos usar nuestro dinero para ayudar a los demás, y si somos pobres, al menos podemos imaginarnos teniendo abundantes recursos para dárselos a los demás. Básicamente, podemos usar cualquiera de las circunstancias para ayudar a otros y desarrollar la bodichita. Entonces, cuando somos felices, nos imaginamos compartiendo nuestra felicidad con los demás: “Que otros tengan esta felicidad”. Sin embargo, lo hacemos sin hacer alarde de ello ni buscando constantemente confirmación: “¿acaso no nos estamos divirtiendo?”.

El quinto entrenamiento es:

Salvaguardar las dos a costa de mi vida.

Las dos aquí son: nuestros compromisos y votos generales, y las prácticas de vinculación estrecha y los entrenamientos del entrenamiento mental. Es muy importante revisar si podemos mantener los votos antes de tomarlos y ver si podemos conservarlos durante toda nuestra vida. Esto es especialmente cierto cuando se realiza una iniciación tántrica, no solo los votos, sino también los compromisos para realizar una práctica diaria. Deberíamos preguntarnos: “¿Realmente estoy dispuesto y puedo hacer esto todos los días durante el resto de mi vida?”. Si no cumplimos nuestros votos y, sin embargo, queremos pasar a prácticas avanzadas, es muy peligroso. “Algún día, esta casa sin cimientos colapsará”, como explicó Gueshe Dhargyey. Entonces, antes de pedirles a los maestros prácticas avanzadas, debemos preguntarnos acerca de nuestra propia autodisciplina.

El sexto entrenamiento es:

Entrenar en las tres cosas difíciles.

Las tres cosas difíciles se refieren a situaciones en las que surgen nuestras emociones perturbadoras. Lo primero difícil es tener recordación de los oponentes, lo segundo, revertirlos aplicando los oponentes, y lo tercero, cortar la continuidad de estas emociones perturbadoras, no dejar que surjan una y otra vez. Hacemos todo esto tratando de ser conscientes de las desventajas de las emociones perturbadoras, como el egocentrismo.

El séptimo entrenamiento es:

Tomar las tres causas mayores.

Las tres causas mayores del éxito en nuestro desarrollo son reunirse con maestros espirituales calificados y confiar en ellos; practicar las enseñanzas que recibimos de estos maestros y realmente ponerlas en práctica en nuestra vida diaria; y obtener las circunstancias favorables para la práctica. La circunstancia más favorable es la satisfacción, por ejemplo, estar satisfechos y contentos con una comida modesta, una vivienda modesta, una cantidad modesta de dinero, etc. Obviamente, necesitamos lo suficiente para poder vivir, pero cuando hayamos alcanzado este nivel, deberíamos estar satisfechos y contentos. No tratamos constantemente de tener más y más o mejor y mejor; en cambio, usamos lo que tenemos, particularmente si es suficiente y adecuado, como circunstancia para practicar.

El octavo entrenamiento es:

Meditar en las tres cosas que no declinan.

Meditar también significa habituarnos, convertirlo en un hábito. La primera cosa que no declina que necesitamos tener es confianza y admiración por nuestros maestros espirituales, obviamente, esto se refiere a los maestros espirituales adecuadamente calificados, pero también puede significar tener respeto y admiración por todos. Es muy importante practicar con humildad. Una razón por la que no podemos desarrollar la bodichita y concentrarnos en ayudar a los demás es porque despreciamos a algunas personas, sintiendo que somos mejores o los mejores. Consideremos, por ejemplo, a un erudito que tiene grandes conocimientos y es muy arrogante: el conocimiento de ese erudito no beneficiará a nadie, ni siquiera a él mismo. La gente a menudo se aleja tan solo con las vibraciones de alguien que es muy orgulloso; ni siquiera escucharán a semejante persona. 

Con orgullo, rechazamos los pensamientos de los demás; realmente no podemos aprender de ellos. En cambio, tratamos de imponer nuestras propias ideas, incluso si nos equivocamos, rechazamos los consejos de los demás, pero si somos humildes y escuchamos a los otros, podemos aprender mucho de las personas con muy poca educación y aprendizaje, o también de los niños. Con orgullo, ignoramos las palabras de los demás y nos ponemos muy a la defensiva. Por lo tanto, es importante tener este respeto constante, no solo por los maestros, sino también por todos.

La segunda cosa que no declina es nuestra voluntad de practicar. Significa que no debemos tomar este entrenamiento mental como algo que se nos está imponiendo, hacerlo por deber para complacer a nuestro maestro, o algo así. En cambio, si tenemos entusiasmo y alegría por ello, puede ser de gran beneficio. Cuando nos sentimos obligados a hacer algo o nos sentimos forzados a hacerlo, normalmente nos encontramos haciendo lo contrario. Tenemos que tener cuidado con esto.     

La tercera cosa que no declina son nuestros compromisos provenientes de este entrenamiento mental, que sean indeclinables. 

El noveno entrenamiento es:

Poseer los tres inseparables.

Los tres inseparables son cuerpo, palabra y mente. Debemos intentar que los tres estén siempre conectados a la práctica. Por ejemplo, tratamos de ser concienzudos y practicar para no sentarnos inquietos o movernos por todos lados. También tratamos de no solo balbucear, decir tonterías absolutas, o tener la mente llena de todo tipo de pensamientos extraños. En cambio, siempre tratamos de mantener una conexión con acciones constructivas y positivas. Como solía decir Gueshe Dhargyey: “No te vayas a dormir como un buey que simplemente se cae y se desploma”, sino haz tres postraciones antes de irte a dormir y al despertarte por la mañana. 

El décimo entrenamiento es:

Actuar puramente sin parcialidad hacia los objetos.

Esto se refiere al entrenamiento con todos los seres, tener estas actitudes constructivas con todos, no solo con nuestros amigos.

El undécimo entrenamiento es:

Valorar (el aplicar) amplio y profundo entrenamiento hacia todo.

Esto significa entrenar en estas actitudes positivas muy extensamente hacia todo, tanto con objetos animados como inanimados. Por ejemplo, no nos enojamos con nuestro automóvil o con nuestra computadora cuando no hace lo que queremos y simplemente se descompone, este tipo de cosas. El punto aquí está en relación con hacer tonglen en estas circunstancias: “Que el sufrimiento de todos a los que se les descompone la computadora venga a mí, lidiaré con eso”. “Que el spam del universo llegue a mi computadora. Tomaré todo el spam del universo”, este tipo de pensamientos. “¡Envíenme más!”.  

El duodécimo entrenamiento es:

Siempre meditar hacia aquellos apartados (como cercanos).

Apartados significa aquellos con los que estamos estrechamente relacionados (las personas con las que vivimos, nuestros padres, nuestros maestros espirituales) y no solo en el sentido de que nos agradan o con los que tenemos una relación positiva, sino también con nuestros enemigos reales o con personas a las que no les agradamos. Hay ciertas personas que parecen agradarnos o desagradarnos instantáneamente a primera vista; eso se debe a una relación kármica. Las personas que nos lastiman obviamente tienen una conexión kármica muy cercana con nosotros. Es muy difícil entrenar con todas estas personas en el sentido de tener ecuanimidad hacia ellas. Por lo tanto, debemos practicar especialmente bien con estos que son apartados como cercanos.    

El decimotercer entrenamiento es:

No ser dependiente de otras condiciones.

Es decir, si esperamos a tener las condiciones perfectas para practicar y hacer este entrenamiento, nunca las vamos a encontrar. Como dice un dicho tibetano: “La gente muestra todo su lado religioso cuando todo va bien, pero muestran sus verdaderas formas en situaciones difíciles, malas, cuando las cosas no van bien”. No deberíamos ser así. Si realmente queremos alcanzar la iluminación, no podemos depender de circunstancias externas. 

Como dijo Nagáryuna, no se nos puede sacar del samsara como un pescador que saca un pez del agua. Los maestros espirituales solo pueden ayudar. No podemos esperar que encontraremos a un gran gurú y obtendremos la liberación inmediata, como un destello mágico del gurú. La responsabilidad recae sobre nosotros, tenemos que pararnos sobre nuestros propios pies. Como solía decir Gueshe Dhargyey, si no hacemos nada y simplemente dejamos todo en manos de nuestros gurús, lo único que pueden hacer es darnos palmaditas en la cabeza y decir palabras agradables. Nuestra práctica no llegará a ninguna parte. ¿Qué vamos a hacer, simplemente sentarnos y mover la cola?

El decimocuarto entrenamiento es:

Practicar principalmente ahora.

Esto significa no convertirse en un turista del samsara, experimentar todo el samsara o recorrer cada práctica y cada maestro. Tenemos que elegir este entrenamiento de nuestras actitudes, decidiendo poner todo nuestro esfuerzo en desarrollar las dos bodichitas y alcanzar la iluminación. No pospongamos las cosas. Que nuestro foco sea el Dharma y no las cosas mundanas; en vidas futuras, no en esta vida; en la liberación, no en las cosas samsáricas; y en otros, no en uno mismo, como en la enseñanza de “separarse de los cuatro aferramientos”. 

El decimoquinto entrenamiento es:

No tener entendimientos inversos.

Esto se refiere a una lista de seis tipos de cosas que se invierten, que no deberíamos practicar.

La primera es la compasión inversa u opuesta. Por ejemplo, tenemos compasión y sentimos lástima por los practicantes del Dharma mal vestidos, en lugar de compasión por las personas ricas y mundanas bien vestidas, que actúan destructivamente. Por ejemplo, estaban estas tres hermanas adineradas que cuando vieron a Milarepa por primera vez dijeron: “Oh, sentimos tanta pena por ti, tenemos tanta compasión por ti, eres tan pobre”. Milarepa respondió: “No, en realidad soy yo quien siente una gran compasión por ti”.            

El segundo es la paciencia y la tolerancia inversas. En lugar de tener paciencia y tolerancia con los demás que se enojan con nosotros, somos más tolerantes con nuestras propias emociones perturbadoras y no hacemos nada al respecto. O no tenemos paciencia para sentarnos en una conferencia de Dharma durante varias horas, pero tenemos la paciencia perfecta para ir a pescar durante horas o hacer una larga fila para un concierto de rock, este tipo de cosas.     

La tercera es la intención inversa. Esta es para las cosas mundanas más que para el Dharma. En lugar de trabajar hacia la felicidad interior, tenemos la intención de tratar de obtener ganancias mundanas. 

El cuarto es un sabor opuesto o inverso. Aquí es cuando realmente no queremos tener la experiencia espiritual de escuchar, pensar y meditar en el Dharma, sino que queremos probar el sexo exótico, las drogas, la comida, etc.

El quinto es un interés inverso, lo que significa animar a otros a interesarse en otras cosas que no sean una práctica espiritual. Por ejemplo, los alentamos a ingresar al mundo de los negocios, a ganar más dinero o mantenerse al día con las últimas modas y tendencias, etc. 

Finalmente, el sexto es el regocijo inverso. Esto sería regocijarnos por el sufrimiento de las personas que no nos agradan, en lugar de regocijarnos por su felicidad.

Entonces, estos son los seis entendimientos inversos. 

Para continuar, el decimosexto entrenamiento es:

No ser intermitente.

Intermitente significa practicar un día y no el siguiente, o practicar solo algunas veces. Necesitamos ser consistentes. Además, debemos tratar de evitar pasar a nuevas prácticas cuando no somos fuertes en las que ya estamos haciendo. No saltar de una práctica a otra, sino mantenerse firmes como un gran río. 

El decimoséptimo entrenamiento es:

Entrenar resueltamente.

Esto significa practicar de manera decisiva o directa con determinación resuelta, no estar mitad y mitad. Como decía mi madre, Rose Berzin, con gran sabiduría de madre: “Si vas a hacer algo, hazlo de arriba a abajo, no de lado a lado”. No estés a medias en la práctica. Si lo vas a hacer, hazlo correctamente y de la manera más completa posible. 

Estos dichos de la sabiduría materna a veces pueden ser muy útiles. Mi abuela, Jennie Berzin, tuvo otra, que se aplica a estas enseñanzas, sobre ser arrogantes y orgullosos de nuestra alta posición. Ella decía: “Tu alto título y cinco centavos te permitirán viajar en el autobús”. En otras palabras, nuestra alta posición o título de trabajo no hace ninguna diferencia en la vida cotidiana. No importa quiénes seamos, aún nos cuesta dos euros tomar el metro.

El décimo octavo entrenamiento es:

Liberarme a través – de la investigación – y el escrutinio.

Necesitamos utilizar la investigación para examinar nuestras actitudes en un nivel burdo; y, a través del escrutinio, verificar muy de cerca para ver si realmente hemos entrenado nuestras actitudes y realmente hemos limpiado nuestras actitudes negativas. En general, debemos determinar si hemos lidiado con nuestras emociones perturbadoras y nuestro egocentrismo de manera completa y efectiva, y no solo las hemos reprimido. La única forma en que nos vamos a deshacer de ellos y a liberarnos por completo es a través de una introspección cercana. 

El decimonoveno entrenamiento es:

No meditar con un sentido de pérdida.

Este punto puede referirse a varias cosas. Por ejemplo, en nuestra mente hacemos ofrendas: “Que todos los seres sintientes disfruten de esto”, “les doy esto a todos”, pero luego, cuando alguien viene a recibir o tomar algo de nosotros, lo envidiamos. En la India, solía imaginarme haciendo ofrendas de flores en mi meditación, pero un día cuando los niños locales vinieron a mi jardín y recogieron todas las flores, me enojé mucho; pero había hecho la ofrenda para otros, así que, si la gente viene y la toma, en realidad ya es de ellos, no mía. 

Además, esta práctica se refiere a no recordar a los demás los favores que les hemos hecho. No deberíamos decir: “He estado trabajando por tu bien”. Tampoco debemos jactarnos ni alardear sobre nuestra propia práctica: “Hice tantas postraciones”, o sentir que fue una pérdida, en el sentido de lo difícil que fue: “Qué alto precio tuve que pagar para tratar de iluminarme”. Esto no es apropiado en absoluto. Si hacemos, por ejemplo, 100,000 postraciones y lo hacemos con la motivación adecuada, entonces, por supuesto, obtendremos algo de fuerza positiva de eso. Pero no obtenemos más fuerza positiva o potencial al presumir ante la gente sobre lo que hemos hecho. Esto es especialmente cierto si entramos en un retiro largo, y luego, cuando salimos de él, miramos con desprecio a nuestros viejos amigos y familiares como: “Pobres criaturas lamentables del samsara”. Eso no es bueno. 

Necesitamos hacer toda nuestra práctica rápida y silenciosamente, sin jactarnos. No debemos practicar de manera llamativa. Una forma llamativa sería, por ejemplo, llegar un poco tarde a una enseñanza y postrarnos frente a la multitud para que todos puedan ver lo devotos que somos, en lugar de postrarnos en la puerta trasera donde nadie puede vernos.         

Además, no debemos depender ni contar con la ayuda de otros. Confiamos únicamente en el Dharma - el Buda, el Dharma y la Sangha. No pensemos: “Pobre de mí, nadie me está ayudando. Estoy sufriendo mucho por ser un practicante de Dharma”. Si somos sinceros en nuestra práctica, entonces las cosas irán bien, aunque siempre recuerdo el dicho persa: “Confía en Dios, pero ata tu camello”. No seamos ingenuos ni pensemos que Dios proveerá sin que nosotros hagamos nada. Aunque en los textos se dice que no hay un meditador sincero que haya muerto de hambre, sin embargo, tampoco seamos ingenuos y ciertamente no nos quejemos de lo difícil que es la práctica del Dharma. Esto sería meditar con una sensación de pérdida al quejarse: “Es tan difícil entender estas enseñanzas sobre la vacuidad” o “¡es tan complicado!”, etc.     

El vigésimo entrenamiento es:

No restringirme con hipersensibilidad.

Esto significa enojarse ante la menor provocación. La hipersensibilidad realmente nos paraliza. Deberíamos tratar de no ser tan limitados: “Puedo aceptar algún tipo de crítica cuando estoy solo, de uno a uno, pero no puedo aceptarlo cuando estoy entre una multitud”. En esas situaciones, Shantideva decía que nos quedáramos como un tronco, como un bloque de madera cuando alguien nos insulta. Con el tiempo, la persona que nos insulta y nos grita se quedará sin cosas que decir o se aburrirá y se detendrá. Es como el perro del vecino que en algún momento dejará de ladrar, en lugar de que nosotros hagamos la gran cosa para tratar de que el perro se calle. Sin embargo, todo esto debe hacerse con una buena motivación. Si es una motivación negativa o neurótica, entonces simplemente estamos manteniendo dentro los pensamientos negativos y reprimiéndolos. Como resultado, podríamos tener una úlcera o intentar vengarnos después. Recuerden, la represión no funciona; los pensamientos y las emociones negativas suelen aparecer más tarde.

El vigésimo primer entrenamiento es:

No actuar meramente por un corto período.

En otras palabras, no seamos volubles, siempre cambiantes. El más mínimo elogio nos hace felices, pero cuando alguien nos frunce el ceño, no nos saluda ni se despide, nos deprimimos por completo. Si somos así, los demás nos considerarán inestables y desequilibrados. Por otro lado, si nos sobreexcitamos o nos enojamos con alguien que dice la más mínima cosa mal, realmente es estresante estar cerca de nosotros. Necesitamos ser fáciles de tratar, tomárnoslo con calma con los demás. Cuando estamos con otros debemos ajustarnos al estado de ánimo general. No debemos perder todo nuestro tiempo en chismes, sino saludar a nuestros amigos, preguntar por ellos, sonreírles y ser amigables. Y no debemos molestar a aquellos con quienes vivimos haciendo mucho ruido o tocando música a un volumen muy alto o, por otro lado, permaneciendo siempre en silencio y sin comunicarnos con ellos.    

Si somos flexibles, tranquilos y relajados con nuestra práctica del Dharma, podemos mantenerla durante toda nuestra vida, no solo por un corto tiempo. Sin embargo, cuando somos inflexibles y rígidos, generalmente nos damos por vencidos después de un tiempo. Además, no debemos volvernos demasiado fanáticos o tensos en nuestra práctica del Dharma. Sabemos cómo son las personas cuando están muy tensas con su práctica del Dharma y están estresadas por ello. Es debido a que son inflexibles que se dan por vencidas por el agotamiento.

El último entrenamiento, el vigésimo segundo es:

No desear gratitud (alguna).

Esto se refiere a no desear fama, gratitud ni nada por el estilo, ni esperar ningún agradecimiento por hacer este entrenamiento de nuestras actitudes.

Con relación a esto, debemos intentar practicar sin altibajos sobre las ocho cosas transitorias de la vida, los llamados ocho dharmas mundanos. A veces me refiero a estos como los ocho sentimientos infantiles. Por ejemplo, cuando recibimos obsequios, etc., todos estamos contentos, pero nos sentimos infelices cuando no recibimos ninguno; o nos emocionamos cuando las cosas van bien, pero nos deprimimos cuando no; o cuando escuchamos cosas agradables o todo está tranquilo y silencioso, nos ponemos felices, pero si escuchamos cosas desagradables o hay ruidos, nos enojamos mucho; o nos emocionamos mucho cuando nos elogian, pero realmente nos enojamos cuando nos degradan. Es solo cuando esperamos recibir cosas, que las cosas vayan bien y que la gente nos hable amablemente, nos elogie, etc., que nos metemos en problemas en nuestra práctica. Son estas ocho cosas transitorias - alabanza, culpa, etc. - que hacen que nuestro estado de ánimo tenga altibajos, tener todos estos sentimientos infantiles en respuesta. Básicamente, queremos evitar reaccionar de forma exagerada pase lo que pase.     

¿Por qué las llamo las ocho cosas “transitorias”? Bueno, así es como las explicaría Serkong Rinpoche. El término tibetano generalmente traducido como “mundano”, jigten, consta de dos palabras. La segunda significa “la base de algo” y la primera significa “se desmorona”. Esto es lo que significa mundano, algo que no tiene una base que nos pueda sustentar, porque se desmorona, perece. Esto se opone al estado de un arya, cuando hemos tenido una cognición no conceptual de la vacuidad. Eso está más allá, “extra-mundano” es como se suele traducir, pero significa que es estable, no es algo transitorio, “que su base se derrumbará”. Eso tiene mucho sentido.         

Esto completa la lista de los veintidós puntos para entrenar nuestras actitudes y los siete puntos de este entrenamiento mental. Gueshe Chekawa termina el texto con dos versos. El primer verso dice:   

(De esta forma,) transformar en un camino a la iluminación este (tiempo cuando) los cinco deterioros están desenfrenados.

Es decir, con estas prácticas seremos capaces de transformar situaciones difíciles en el tiempo de los cinco deterioros. El primer deterioro es que nuestra esperanza de vida ha disminuido. Mucha gente está muriendo más joven que antes. Aunque las personas también viven más tiempo, este punto se refiere a cómo, con guerras, accidentes, sobredosis de heroína, enfermedades como el SIDA, etc., muchas personas mueren cada vez más jóvenes. O, si lo examinamos en un sentido más moderno, las personas atraviesan sus vidas mucho más rápidamente. A los niños ya no se les permite tener una infancia prolongada. En estos días, cuando tienen trece años, ya han experimentado la bebida, las drogas, el sexo, etc.       

La segunda degeneración son las actitudes perturbadoras. Esto se refiere a aquellos que dejan sus hogares para convertirse en monjes o monjas. Incluso ellos tienen las tres actitudes venenosas, o emociones venenosas, que consisten en el deseo anhelante, el enojo y la ingenuidad.     

La tercera es una perspectiva o visión deteriorada y se refiere a los jefes de hogar. No tienen respeto por nada ni por nadie en tiempos degenerados.  

El cuarto se refiere a los seres degenerados y al hecho de que las personas y los animales son menos capaces de cuidarse a sí mismos, por ejemplo, los animales que necesitan vivir en un zoológico y ya no pueden sobrevivir en la naturaleza. Además, muchos animales se están extinguiendo.    

Finalmente, el quinto, tiempos degenerados, es cuando hay muchos desastres naturales. Hoy podemos ver esto como resultado del calentamiento global. 

Así pues, transformar en un camino a la iluminación este (tiempo cuando) los cinco deterioros están desenfrenados. Como mencioné anteriormente, todo el mundo siempre se considera viviendo en el peor de los tiempos.     

El segundo verso dice:

Esta esencia del néctar de las enseñanzas quintaesenciales proviene del linaje de Serlingpa.

Ya hemos hablado del linaje de esta enseñanza, por lo que no es necesario repetirlo. La palabra néctar en sánscrito, amrta, es algo que previene la muerte: el néctar de la inmortalidad. La palabra tibetana, dutsi, tiene la connotación de algo que reprime u oprime a Mara - Mara es el demonio de la muerte. Esta práctica de la bodichita y valorar a los demás nos trae la budeidad y con eso, superamos el tipo ordinario de muerte samsárica.      

Observaciones finales

Gueshe Chekawa termina el texto con un verso que resume cómo recibió estas enseñanzas y cómo le han ayudado. Él dice: 

Del despertar de los residuos kármicos de haber entrenado previamente, mi admiración (por esta práctica) abunda. Y debido a esa causa, ignorando sufrimiento -e insulto-, solicité las instrucciones para domar mi aferramiento al yo. Ahora, aún si muero, no tengo remordimientos.

Como resultado de los fuertes instintos kármicos de Gueshe Chekawa de vidas anteriores, su admiración e interés en esta práctica fueron muy fuertes. Tan pronto como se enteró, supo que realmente quería estudiarla. Durante los seis años que pasó estudiándola, no le importó el sufrimiento y los insultos que recibía por pedir este tipo de enseñanzas. Al contrario, las encontró bastante beneficiosas. Como dice en la última línea, ahora, aún si muero, no tengo remordimientos de lo que he hecho.    

Si entrenamos bien, hay tres formas en las que podemos morir. La mejor manera de morir es con un estado de ánimo feliz, que somos felices porque nos hemos entrenado bien y seguiremos progresando en vidas futuras. La forma intermedia sería morir con un estado mental relajado; y la última forma, la forma mínima, es morir sin remordimientos. 

Al final de esta enseñanza, Gueshe Ngawang Dhargyey solía dar el consejo que necesitamos para hacer nuestro mejor esfuerzo por entrenar fuertemente en el Dharma, particularmente este entrenamiento mental. Si lo hacemos, nuestros instintos para ello surgirán con fuerza en vidas futuras, similar a lo que sucedió con Gueshe Chekawa. Este consejo es importante para poder morir con un estado de ánimo feliz. Si nos hemos esforzado tanto en entrenarnos muy bien, podemos estar seguros de que esos instintos madurarán aún más en nuestras vidas futuras.        

Además, sea cual sea la situación en la que nos encontremos, debemos intentar desarrollar la bodichita. Si vamos a estar en situaciones difíciles, necesitamos practicar de antemano y entrenar para ser cuidadosos y estar protegidos de estas circunstancias. Es como cuando conducimos, si vemos que hay una curva adelante, tenemos cuidado y disminuimos la velocidad. De manera similar, si tenemos cuidado de entrenar adecuadamente para enfrentar las situaciones difíciles de la vida, entonces podremos progresar de manera constante, aunque, por supuesto, diariamente se tienen altibajos. 

Como dije anteriormente, lo que expliqué en esta serie de nueve partes se basa principalmente en una explicación de Gueshe Ngawang Dhargyey, que dio en varias ocasiones diferentes. También lo he combinado con comentarios de Serkong Rinpoche y Su Santidad el Dalái Lama. Estas enseñanzas son bastante avanzadas, pero increíblemente útiles y profundas. 

Leer y escuchar el texto original “Entrenamiento mental en siete puntos” de Gueshe Chekawa.

Top