La rueda de las armas afiladas: Superar los tres venenos

Hemos estado hablando sobre tonglen, dar y tomar, como se aborda y se presenta en el lojong, las enseñanzas del entrenamiento mental. Encontramos esto al comienzo de este texto de Dharmarákshita, y también al comienzo de un texto posterior, Entrenamiento mental en siete puntos de Gueshe Chekawa. En ambas presentaciones, el énfasis está en la bodichita más profunda como la forma de poder destruir o deshacerse del aferramiento al yo. Esto es lo que realmente estamos tratando de hacer con la práctica del tonglen.                

Obviamente, estamos tratando de ayudar a los demás, pero para hacerlo tenemos que reconocer que la causa de sus problemas y de los nuestros es el aferramiento a un yo falso imposible o falsa identidad: de nosotros, de los demás, del sufrimiento, de causa y efecto y de todo. Esto proviene de una larga tradición budista india que incluye las enseñanzas de Nagáryuna, las enseñanzas de Shantideva, etc. 

En La rueda de las armas afiladas, nos enfocamos en tomar a las tres emociones venenosas, tóxicas y perturbadoras: deseo anhelante, enojo e ingenuidad.     

Confusión entre amor y deseo anhelante

Ponemos el mayor énfasis en el deseo anhelante, ya que generalmente se señala como el mayor obstáculo para la meditación y, específicamente, para la concentración. 

A veces es confuso para nosotros, los occidentales, porque confundimos el apego con el amor. Aquí hay una diferencia, particularmente en términos del amor romántico. La palabra “apego” en inglés tiene dos usos: uno es positivo, como el vínculo entre una madre y un bebé. El hecho de que no se establezca este tipo de apego positivo o sentimiento de conexión entre los dos, es extremadamente perjudicial para la salud del bebé. Cuando hablamos de superar el apego, no estamos hablando de deshacernos de un sentimiento de conexión con los demás. Eso no es en absoluto de lo que estamos hablando. Estamos hablando del tipo de apego no saludable en el que exageramos las buenas cualidades de alguien o de algo que tenemos y no queremos dejarlo ir. 

Ese tipo de apego destructivo es muy diferente del amor. Cuando hablamos de amor en el budismo, lo definimos como el deseo de que los demás sean felices y tengan las causas de la felicidad. Es incondicional; no importa lo que la otra persona haga o lo que haga por nosotros. No implica aferrarse a la persona y exigirle que nunca nos deje.      

Diferenciar entre una persona y su comportamiento

Al tratar con los demás, debemos diferenciar claramente entre la persona y su comportamiento. La persona es una imputación sobre su comportamiento, pero también sobre todo lo demás, como su cuerpo, su mente, etc. Si actúa de una manera destructiva, debemos rechazar ese comportamiento y verlo como algo que necesita superar. Pero no perdemos el deseo de que la persona sea feliz y deje de actuar destructivamente para que no siga acumulando las causas para ser infeliz y sufrir. 

Entonces, hay una gran diferencia entre una persona y su comportamiento. No queremos identificar y solidificar a la persona con su comportamiento negativo. De manera similar, cuando amamos a alguien, tampoco queremos identificarlo con su comportamiento, como en: “Te amo mientras seas amable conmigo, y si no eres amable conmigo, ya no te amo”. No nos referimos así al amor en el budismo.

Posesividad

Recordemos las características definitorias del deseo anhelante: exagera las buenas cualidades de alguien, agrega buenas cualidades que no existen e ignora el lado negativo. Por eso, realmente no lidia con la realidad de la persona. Las personas no son objetos que podamos poseer. Cuando amamos a alguien en el sentido budista, no queremos poseerlo, como al decir “tú eres mío”, y luego actuar como si fuera nuestra posesión. Podemos desarrollar este tipo de actitud destructiva en muchos tipos de relaciones. Puede ser en la familia: “Eres mi hijo y tienes que obedecerme”, o puede ser en una situación laboral: “Eres mi empleado y tienes que hacer lo que yo digo”. 

La posesividad se trata de “mi” y “mío”. Se basa en aferrarse a un “yo” sólidamente existente que puede poseer a un “tú” sólidamente existente o que puede poseer a una “cosa” sólidamente existente como “mío”. Esta posesividad viene acompañada de una de las actitudes perturbadoras raíz más fuerte, la que yo llamo una “perspectiva engañosa hacia un entramado transitorio” (’jig-lta). Es un término terrible, pero no hay una manera fácil de traducir la palabra sánscrita o tibetana. Si revisamos la definición, es una actitud que apunta al entramado de nuestros agregados en constante cambio: el cuerpo, la mente, todo lo que percibimos, las emociones, etc. Lo que hace esta actitud, en cierto sentido, es lanzarles una red. La red son los conceptos de un “yo” y un “mío” sólidamente existentes, que provienen del aferramiento al yo.

Hacemos esto todo el tiempo. Por ejemplo, arrojamos la red del concepto de un “yo” sólidamente existente sobre algún aspecto de nuestros agregados, por ejemplo, nuestra apariencia, nuestra riqueza, nuestra inteligencia, o lo que sea, y tomamos eso como la identidad sólida de este “yo” sólidamente existente. Y también lanzamos la red del concepto “mío” sobre algunos otros aspectos de nuestros agregados -por ejemplo, otra persona con la que interactuamos, como nuestra pareja, hijo o empleado-, y los consideramos como si tuvieran la identidad sólida de “mío”. Este soy “yo” y tú eres “mío”. Los atrapamos en nuestra red del concepto de un “mío” sólidamente existente y nos aferramos a ellos fuertemente como si nunca fueran a cambiar y como si siempre fueran a ser nuestra posesión. Nuestro deseo anhelante y nuestro apego por alguien se basa en esta perspectiva engañosa y la posesividad que conlleva, y que proviene del aferramiento al yo. 

Una variante común de esta actitud engañosa es cuando nos vemos en el espejo y notamos que tenemos sobrepeso y nos estamos poniendo grises. Hemos arrojado la red de un “yo” sólidamente existente sobre otra autoimagen y nos aferramos a que eso es “yo”, y entonces lo que vemos en el espejo: “¡Ese no soy yo!”. O vemos lo que muestra la báscula cuando nos pesamos y decimos: “Ese no puedo ser yo”. Tenemos esta idea poco realista de “yo”. Esto es parte del aferramiento al yo.

Liberarnos del aferramiento al yo

Si vamos a practicar con éxito el tonglen o cualquier otra práctica encaminada a deshacernos de este aferramiento a un “yo” falso, necesitamos reconocer que tal aferramiento conduce a estas emociones y actitudes perturbadoras. Necesitamos identificar estas emociones perturbadoras y ver que no funcionan como mecanismos para hacer sentir seguro a algo, ya que lo que pretenden proteger no puede ser protegido. Un “yo” falso sólidamente existente no se puede proteger porque no existe. Aferrarse a uno solo produce sufrimiento. 

Lo que dificulta el tonglen dirigido a las emociones perturbadoras es que no queremos hacerlo. Nos aferramos a un “yo” que no quiere experimentar nuestro sufrimiento, mucho menos el sufrimiento de los demás. Ni siquiera reconocemos que tenemos sufrimiento, como si hubiera un “yo” que está separado de todo lo que experimentamos. Es como si nuestro sufrimiento fuera una habitación: entro en la habitación y ahora lo experimento, y luego salgo de la habitación. O ni siquiera quiero entrar en esa habitación, así que aquí estoy. Podría describirse como un sentimiento dualista; hay muchas formas de describirlo. Es como si hubiera un “yo” que existe por sí mismo, aislado de todo. Creer que esto corresponde a la realidad me lleva a sentir que no quiero lidiar contigo; ni siquiera quiero lidiar conmigo. Es este tipo de cosas. 

Tenemos un hábito y una tendencia muy fuertes a sentirnos así. Es muy insidioso. No es solo que creamos esto, se siente así, eso es lo que lo hace tan irresistible. Cuando tenemos esta voz en nuestra cabeza, se siente como si hubiera un “yo” ahí adentro hablando, quejándose: “¿Qué debo hacer ahora?”. Luego tomamos una decisión como si presionáramos un botón dentro e hiciéramos funcionar esta máquina, este cuerpo, y ciertamente no es así.    

Tenemos esa tendencia: “No quiero tomar tu sufrimiento. No quiero tomar estas actitudes venenosas de todos”. Este sentimiento madura de las tendencias kármicas y la tendencia a aferrarse a un “yo” imposible. ¿Qué es lo que nos impide querer ayudar a otros a lidiar con su sufrimiento? Es por todas las cosas que experimentamos que están madurando de nuestro comportamiento destructivo.   

Causa y efecto kármico

Veamos la segunda sección del texto, que trata del karma. El karma es esta compulsión que nos impulsa a actuar de una manera similar a nuestro comportamiento pasado y a encontrarnos con que nos suceden cosas que son similares a lo que hemos hecho antes. 

Si queremos detenernos y deshacernos de estas obstrucciones que nos impiden ayudarnos a nosotros mismos y a los demás, primero necesitamos detener nuestro comportamiento destructivo. Cuando empezamos a tener ganas de hacer algo, debemos discriminar: ¿esto es útil o es dañino, beneficioso o perjudicial? Tenemos la libertad de decidir si lo hacemos o no. Si va a ser dañino, no lo hacemos. Este primer nivel de eliminar nuestro comportamiento destructivo implica el uso del autocontrol. Pero también queremos contrarrestarlo con algo positivo: un comportamiento constructivo. 

Cuando carecemos de discriminación y autocontrol, actuamos por esta compulsión. La forma en que se describe es que un impulso nos lleva a realizar una acción. Una vez que el impulso es activado, no tenemos control sobre él; simplemente lo hacemos. Solo podemos evitar que surja el impulso cuando simplemente tenemos ganas de hacer o decir algo. Llevar a cabo nuestros impulsos compulsivos deja repercusiones kármicas en nuestra continuidad mental.

Hay diversas variedades de repercusiones kármicas, pero no necesitamos entrar en todos los detalles. Por ejemplo, desarrollamos tendencias kármicas para repetir nuestro comportamiento pasado. En Occidente, hablamos de vías neuronales. Cuando fortalecemos una vía neuronal mediante la repetición de tipos de comportamientos similares, la tendencia a actuar de esa manera otra vez se vuelve cada vez más fácil. Además, nos involucramos en situaciones en las que experimentamos que nos suceden cosas similares a lo que les hicimos a otros. No solemos establecer esta conexión en nuestra forma occidental de ver las cosas, pero esto es más de lo que Dharmarákshita está hablando en esta sección. Es este segundo tipo de maduración que es similar a las causas.   

Aspectos de la repercusión kármica

En el primer tipo de maduración que es similar a su causa, la repercusión kármica madura en una sensación de agrado o deseo de repetir la acción. Queremos volver a ver nuestro teléfono; queremos volver a gritarle a alguien; queremos lidiar con algo de una manera muy egoísta, porque lo hemos hecho antes y estamos acostumbrados a eso. Es casi como nuestra configuración predeterminada. También puede ser un comportamiento más positivo, como acciones de tipo perfeccionista. Queremos limpiar la casa una vez más, o corregir nuestro trabajo una vez más, aunque lo hemos revisado muchas veces. Sin embargo, cuando tenemos ganas de repetir nuestro tipo de comportamiento anterior o queremos hacerlo de nuevo, entonces, como dije, sí tenemos el espacio para decidir si lo llevamos a cabo o no. Este primer caso es un poco más fácil de manejar. 

En el segundo caso de maduración que es similar a su causa, la tendencia kármica también madura en tener ganas de hacer algo, por ejemplo, mirar nuestro teléfono al cruzar la calle. Lo hacemos compulsivamente y lo que sucede es que esto actúa como una circunstancia para que experimentemos ser atropellados por un automóvil. Es muy importante entender esto en términos de la maduración de esta repercusión kármica. Nuestra repercusión kármica no causa que la otra persona nos atropelle. A menudo, tenemos ese malentendido: “Soy responsable por lo que hiciste. Todo es mi culpa”. Este no es el caso. 

La repercusión kármica madura en que experimentemos ser atropellados. Es su repercusión kármica la que madura en que nos atropellen. Cuando hablamos de la maduración del karma, estamos hablando de lo que experimentamos. Por ejemplo, experimentamos tener este tipo de cuerpo; eso es otra cosa que madura de la repercusión kármica. Experimentamos tener este tipo de cuerpo que envejecerá, colapsará y morirá. Eso es solo parte del aspecto incontrolablemente recurrente del samsara. 

Envejecemos, enfermamos y morimos con este cuerpo limitado y esta mente limitada que no puede entender todo. Cuando somos bebés estamos indefensos con el tipo de cuerpo muy ineficiente que tenemos en ese momento. Es realmente increíble que un cuerpo y una mente tan limitados siquiera operen y funcionen: pero, por otro lado, tener este tipo de cuerpo y mente limitados tiene muchas fallas. Tenemos este término “ser sensible”. Un buda no es un ser sensible, no es alguien con una mente limitada o, como yo también lo llamo, “hardware limitado”. 

Pero, para volver a esta maduración que es similar a la causa en lo que experimentamos, nos involucramos en situaciones en las que experimentamos que nos suceden cosas similares a lo que les hicimos a los demás, al tener ganas de hacer algo y el impulso de hacerlo. Eso hace que nos involucremos en una situación, por ejemplo, siempre sentirnos atraídos por una pareja que abusa de nosotros, alguien que siempre nos va a gritar, etc. Cuando nos sentimos atraídos por alguien, ¿por qué nos sentimos atraídos por este y no por aquél? Esa es la maduración del karma. Perseguimos compulsivamente ese tipo de relación y luego experimentamos que son crueles con nosotros, nos gritan, no nos tratan bien, etc. 

Así es como experimentamos esta maduración del karma. No es simplemente que experimentamos enojarnos y gritarle a la gente, por lo que siempre seguimos gritándole a la gente. Es este segundo aspecto de la maduración kármica similar a su causa en la que Dharmarákshita se enfocará. Necesitamos desarrollar hábitos más positivos, vías neuronales más positivas, para que maduren y se conviertan en situaciones en las que las cosas funcionen y vayan bien de forma regular. 

Cuando se desarrolla la fuerza positiva, necesitamos dedicar esa fuerza positiva hacia la iluminación con bodichita. Hacerlo actúa como una causa que nos llevará a la iluminación, más que como una causa para que el samsara sea más agradable. Necesitamos tener un samsara más agradable en el sentido de que, si estamos abrumados por el hambre o viviendo en una zona de guerra, etc., hay muy poco que podamos hacer. 

Queremos mejores situaciones, pero ese no es el objetivo final. Ese es solo un paso provisional en el camino. La bodichita es realmente esencial aquí. 

Al final, todo se reduce al hecho de que somos nuestros peores enemigos. Somos los creadores de nuestra propia felicidad y los creadores de nuestra propia infelicidad. No podemos culpar a otros; necesitamos colocar la culpa en nosotros mismos. Esto no es en el sentido de un “yo” sólidamente existente al que le echamos toda la culpa y, por lo tanto, “soy culpable, soy malo” y todo eso. No es en ese sentido en absoluto.

Vemos ese egocentrismo: “Yo soy el más importante; siempre tengo que salirme con la mía”, ese es el problema. Se basa en creer que ese “yo” que siempre tiene que salirse con la suya es una cosa sólidamente existente. 

Dharmarákshita lo expresa muy bien:

(46) En breve, entonces, cuando sufrimientos desafortunados que no hemos deseado se estrellan contra nosotros como un trueno, es como el herrero que se quita la vida con una espada fabricada por él mismo. Nuestro sufrimiento es la rueda de las armas afiladas regresando sobre nosotros en un círculo completo, por los errores que hemos cometido. De ahora en adelante, tengamos siempre cuidado y conciencia para nunca actuar de formas no virtuosas.

En esta segunda sección, entonces, Dharmarákshita repasa una larga, larga lista de cosas negativas que nos suceden. Dharmarákshita resume la segunda sección diciendo que, básicamente, somos como la persona que hace espadas que muere a manos de una que ella misma ha fabricado. Ese es el resumen. 

Me gustaría dedicar tiempo a algunos de los versos del texto, trabajando con ellos, aunque no tenemos suficiente tiempo para revisarlos todos. Me parece que así es como podemos trabajar mejor con este texto. Podemos ver cómo algunos de estos síndromes que se explican en cada uno de estos versos pueden aplicarse a nosotros y ver que esto es lo que nos impide ayudar a otros con la práctica del tonglen, o simplemente ayudar a otros en general. Podemos ver que siempre nos estamos metiendo en situaciones difíciles y, como estamos en estas situaciones difíciles, eso nos impide ayudar a los demás. 

He elegido algunos versos para nosotros. Dediquemos un tiempo a cada uno de ellos, contemplando y viendo si cada uno tiene sentido en términos de nuestra propia experiencia. ¿Nos da una pista sobre en qué trabajar?  

Usar lenguaje duro y abusivo

(14) Cuando escuchemos solamente lenguaje abusivo y ofensivo, es la rueda de las armas afiladas regresando sobre nosotros en un círculo completo, por los errores que hemos cometido. Hasta ahora hemos dicho muchas cosas sin pensar; hemos calumniado y causado el fin de muchas amistades. De ahora en adelante, censuremos todo comentario desconsiderado. 

Cuando escuchamos a personas que nos dicen cosas desagradables, que nos dicen cosas crueles, que se burlan de nosotros, que nos critican todo el tiempo, cuando escuchamos este tipo de cosas desagradables, esta es la rueda de las armas afiladas que regresa a nosotros. Es el resultado de haber dicho cosas desagradables sobre los demás. 

Decimos cosas desagradables sobre los demás y luego nos involucramos compulsivamente en situaciones en las que nos encontramos con personas que nos van a decir cosas desagradables; nos pasa a nosotros. Si queremos romper ese síndrome, que simplemente se repite y se repite, primero tenemos que reconocer en nosotros mismos que les decimos cosas desagradables a otras personas. “Digo cosas crueles”. El texto dice que censuremos o desacreditemos todas las faltas en nuestro discurso.  

En lugar de decir cosas desagradables, di cosas positivas sobre los demás, o al menos cosas neutrales sobre los demás. Atisha lo dijo muy bien en La guirnalda de joyas de un bodisatva:  

(28) Cuando esté entre muchos, permítanme examinar mi habla; cuando esté solo, permítanme examinar mi mente.

Tenemos que ser cuidadosos con lo que decimos. Si va a ser algo desagradable o estúpido, no lo digas. Muérdete la lengua, como decimos en español, y trata de decir cosas positivas.

Examinemos nosotros mismos. Especialmente si encontramos que la gente nos dice cosas desagradables, ¿estamos diciendo cosas desagradables a los demás? ¿Estamos incluso pensando en cosas desagradables? Luego, tomamos la decisión de que, a partir de ahora, censuraremos todos los comentarios desconsiderados.

Un ejemplo de cómo nuestro lenguaje duro es un obstáculo

Hablando de ser juzgadores, es posible que no queramos ayudar a alguien, incluso si está sufriendo, y decimos: “Te lo mereces. No eres bueno; eres flojo y por eso no vas a trabajar y tienes hambre”, etc. No queremos ayudarlos ni tomar sobre nosotros sus problemas porque tenemos esta tendencia a decir cosas desagradables sobre ellos y a pensar cosas desagradables sobre ellos. Intentemos conectar esto con lo que realmente nos impide ayudar a los demás. 

Además, obviamente, si todos dicen que somos estúpidos y nos dicen cosas desagradables, entonces es muy difícil ser positivos. Es fácil desanimarse. Queremos cambiar ese patrón. Ese es el primer paso para poder realizar estas prácticas avanzadas como tonglen, estas prácticas del bodisatva.  

Meditación guiada sobre el lenguaje abusivo y ofensivo

Tomemos un momento para pensar en este primer tema, que es decir cosas desagradables sobre los demás. No necesariamente tenemos que decírselas en su cara; a menudo las decimos a sus espaldas. Somos muy buenos para decir cosas desagradables sobre varios políticos, ¿no es así? 

[pausa] 

Una vez más, hay una gran diferencia entre reconocer que un político, por ejemplo, o simplemente alguien está haciendo algo destructivo y querer que eso se detenga. Hay una gran diferencia entre eso y decirles palabras desagradables a ellos o sobre ellos. Es bastante diferente, ¿verdad? Aún podemos desear que la persona sea feliz y, al mismo tiempo, desear que deje de hacer las cosas destructivas que está haciendo. Tenemos que discriminar. 

[pausa] 

Tratemos de reconocer, detrás de decir palabras desagradables y crueles, ¿estamos exagerando las cualidades negativas de alguien o algo? Ese aspecto, como nuestra emoción motivadora, es en realidad enojo. “¡Tan terrible! ¡Lo peor del mundo!”, y por eso decimos cosas desagradables al respecto. Identificamos a la persona con lo que está haciendo: “¡Eres malo! ¡Eres tan horrible porque lo que haces es tan horrible!”. Esto es tirar la red de “tú” y “tuyo”; es lo mismo que “yo” y “mío”. 

[pausa]

Reconozcamos cómo, si decimos compulsivamente cosas desagradables sobre los demás, ¿por qué querríamos tomar sus problemas y ayudarlos? Es un gran obstáculo para querer hacer eso. 

Cuando alguien ha sido verbalmente muy desagradable con nosotros, ¿cómo respondemos? Cuando esa persona no está cerca, ¿decimos cosas desagradables sobre ella? ¿Cómo afrontamos ese tipo de situaciones? De ese tipo de experiencias es de las que estamos hablando. 

Pensemos en ello y reflexionemos sobre las experiencias con esta persona que siempre es tan desagradable con nosotros, y lo que nos dijo, gritándonos, criticándonos y burlándose de nosotros frente a los demás, etc. ¿Cómo hablamos de esa persona después con los demás?   

¿Podemos simplemente transformar eso y decir, bueno, esta persona tenía muchos problemas y eso la hizo actuar de maneras muy desagradables? Pero también tiene muy buenas cualidades, y de esa manera, ¿podríamos no guardarle rencor y no hablar mal de ella? 

Si hablamos mal de ella, esta es una causa kármica para encontrarnos e involucrarnos con personas que nos hablarán mal. Esa es la rueda de las armas afiladas que regresa como un búmeran hacia nosotros.    

Comentarios o preguntas

¿Qué comentarios o preguntas tienen sobre este ejercicio en particular, desde sus propias reflexiones, desde su propia experiencia?

¿Es justo que experimentemos consecuencias kármicas?

En mi contemplación, el habla es una cosa, pero ahora comprendo que también se aplica a nuestro pensamiento. No pensar mal de los demás, eso es mucho más difícil. A sus espaldas, podría pensar: “Qué persona tan horrible”. Lo pienso, pero podría haberlo dicho. Supongo que es lo mismo. También estaba pensando en la maduración. No sé si va de uno en uno, pero la maduración puede llevar mucho tiempo. Es posible que haya estado usando mucha calumnia en vidas anteriores, que solo ahora llega a madurar. Pensé que eso no era justo para mí. Eso es lo que pensé al respecto. Pero, por supuesto, es justo; he hecho eso. ¿Puedo entonces compensar este karma negativo acumulando mérito? ¿Sería eso justo entonces?

Para responder a eso, primero tenemos que entender el gran tema del mérito. Hay un artículo muy extenso sobre eso en el sitio web.   

¿El mérito significa que tenemos que ganar algo y luego lo merecemos porque entonces es justo? Toda esta idea del mérito implica eso. No es que tengamos que ganarlo o merecerlo para que suceda algo positivo. 

En lugar de los términos “pecado” y “mérito”, el budismo habla de potencial negativo y potencial positivo, fuerza negativa y fuerza positiva; simplemente causa y efecto. Si tenemos mucha fuerza negativa, queremos contrarrestarla con fuerza positiva; pero también queremos, de alguna manera, dejar de acumular más fuerza negativa y purificarla. 

Para hacer eso, necesitamos comprender los doce eslabones de surgimiento dependiente. Esto es central en las enseñanzas budistas. Los doce eslabones describen el samsara, el renacimiento incontrolablemente recurrente y las situaciones incontrolablemente recurrentes. Debido al primer eslabón, esta ignorancia, este no saber, no sabemos que la forma en que imaginamos que existimos nosotros y los demás no corresponde a la realidad. Basados en esa ignorancia, actuamos de forma perturbadora debido a las emociones perturbadoras que desarrollamos. Actuar de manera destructiva desarrolla repercusiones kármicas que continúan en futuros renacimientos. 

¿Cómo madura? Para experimentar los resultados kármicos de nuestras acciones anteriores en un futuro renacimiento, primero necesitamos el desarrollo del cuerpo, los agregados, etc. Después de que eso se desarrolla, la repercusión kármica madura en el agregado de la sensación. Existe la sensación de felicidad o infelicidad. También habla de sensaciones neutras, pero no se refieren al punto justo entre feliz e infeliz. Las sensaciones neutras se refieren a lo que experimentaríamos en algunos de los estados de concentración superior dhyana, donde estamos profundamente absortos en estados similares a trances en los que no nos sentimos felices ni infelices. A eso se refieren los sentimientos neutros. Normalmente, en cada momento nos sentimos en algún lugar del espectro de felices o infelices. 

Luego, tenemos lo que generalmente se traduce como “apego”, pero en realidad la palabra sánscrita significa “sed”. Nos estamos muriendo de sed. Por ejemplo, tenemos un poco de felicidad, luego queremos más y más y no queremos separarnos de ella, porque tenemos mucha sed. Si tenemos infelicidad, nuevamente como una sed, queremos deshacernos de ella. Estamos exagerando las cualidades de feliz e infeliz.   

A continuación, tenemos esta palabra que generalmente se traduce como “aferramiento”, pero no es la misma palabra en tibetano y sánscrito que en la expresión “aferrarse a una existencia verdaderamente establecida”. Es una palabra diferente en tibetano y sánscrito, que significa “obtener”. Yo lo llamo un “obtentor”. Es algo de lo que obtenemos el resultado. Aquí hay muchas subdivisiones, pero la principal está dirigida al “yo”. “Yo quiero no separarme de la felicidad y yo quiero ser separado de la infelicidad”. Estar sedientos y una actitud obtentora desencadena que la repercusión kármica madure; la activan. 

Esto es muy profundo si lo piensan y lo aplican en la vida cotidiana. ¿Qué está pasando realmente? “Tengo ganas de hacer algo porque me siento infeliz. Entonces, tengo ganas de gritarte y decir algo desagradable sobre ti porque estoy experimentando ser infeliz. Creo que, de alguna manera, si expreso mi infelicidad gritándote, eso me hará sentir mejor”. Pero, por supuesto, no es así. 

Creemos que hará que “yo”, este “yo” sólido, se sienta mejor. Eso desencadena la compulsión de realmente decir algo desagradable. Ese es el mecanismo de los doce eslabones. Es increíble la forma en que explica cómo opera todo este asunto kármico.

¿En dónde atacamos esto? Podemos decir que tenemos que deshacernos del no darse cuenta; tenemos que deshacernos de la ignorancia. Esto es cierto. Además, en un nivel práctico, cuando experimentamos sentirnos felices o infelices, no es “nada especial”. Esta es la expresión que el joven Serkong Rinpoche usa todo el tiempo. “Me siento feliz o infeliz; bueno, no hay nada especial en eso; ¿y eso qué?”. 

Pasará. Todo es impermanente. Cambia todo el tiempo. De esta manera, no tenemos que tener esta sed, este apego y todo lo que proviene de él. “Tengo ganas de ir a comerme un pedazo de pastel”, ¿y qué? No tenemos que hacerlo. Nos aferramos, como en: “Soy infeliz y comer chocolate me hará feliz”. Nos aferramos, pensando: “Estoy feliz de estar contigo, así que no me dejes. No te vayas nunca. No puedo vivir sin ti”. Nos aferramos y nos apegamos porque nos sentimos felices y no queremos que eso desaparezca.

“Quiero más y más”. Pero, ¿cuánta comida deliciosa tenemos que comer para disfrutarla? Es una pregunta muy interesante. Si comemos más, ¿la disfrutaremos más, realmente? Están todas estas cosas que podemos analizar dentro de nosotros. Si queremos romper estos síndromes, tenemos que ver en qué trabajar. 

Todo se reduce a esto: cuando, por sentirnos felices o infelices, queremos hacer algo, tenemos ganas de hacer algo, la sensación de felicidad o infelicidad está madurando a partir de una repercusión kármica, mientras que el deseo de volver a hacer algo está madurando de otra repercusión kármica. Podría provenir de todo tipo de cosas diferentes en vidas anteriores. Que sea justo o injusto, es irrelevante. Es solo lo que está sucediendo. 

Lo que queremos hacer es no actuar. No activar más repercusiones kármicas con lo que queremos hacer. Si nos hemos deshecho de cualquier posibilidad de que maduremos y activemos estas repercusiones kármicas, entonces no podemos decir que las repercusiones kármicas puedan obstaculizarnos de ninguna manera. Algo solo puede ser una causa con relación a un efecto. Si algo ya no puede producir un efecto, ya no es una causa. Se fue. Si nos deshacemos de lo que activará algo para producir un resultado (en el nivel más profundo, eso sería la comprensión de la vacuidad), entonces ese potencial ya no es un potencial. Ya no está ahí; ya no es una causa. Así es como nos deshacemos de él. 

Es muy importante comprender estos doce eslabones. No son solo un esquema intelectual. Nos dan una pista sobre cómo lidiar con el karma. ¿Cómo cambiamos nuestro comportamiento? Para reconocer esto, necesitamos investigar y aplicar la práctica de los cuatro emplazamientos cercanos de la recordación en las sensaciones de felicidad e infelicidad. Los reconocemos en términos de la causa del sufrimiento, la segunda verdad noble. Lo que causa todos nuestros problemas es cómo respondemos a sentirnos felices e infelices.

Entonces, nada especial; si somos felices, eso es agradable, y si somos infelices, no tan agradable. Pero, ¿eso qué? “No tengo ganas de ir a trabajar hoy”. ¿Y eso qué? Nada especial; vamos a trabajar de todos modos. Es así, ¿cierto? Este es el tipo de actitud. “Me gustaría dormir más. Estoy tan feliz acostado aquí en esta cama agradable, cálida y cómoda”. ¿Y eso qué? Tenemos que levantarnos. “Quiero quedarme en la cama porque estoy muy feliz aquí, pero no puedo y estoy muy frustrado”. “Yo, yo, yo, pobre de mí, tengo que levantarme. Pobre de mí, tengo que ir a trabajar”.    

Pensando así, sufrimos mucho, ¿cierto? Pero, si podemos aplicar este tipo de respuesta de “nada especial” a sentirnos felices e infelices, y simplemente lidiamos con lo que tenemos que lidiar de manera inteligente, no nos causaremos problemas ni sufrimiento a nosotros mismos. Simplemente hacemos lo que hay que hacer. Podríamos describir eso como actuar de una manera no dualista. Podemos describirlo de muchas formas. La dualidad sería lo que tenemos que hacer y el “yo” que no quiere hacerlo. Hay muchas formas de describir esta manera de actuar. El punto es simplemente hacerlo. Simplemente lo hacemos, con sabiduría y compasión, en ese sentido. 

Nuevamente, no hay ninguna razón por la que el universo deba ser justo. ¿Es justo que, cuando golpees tu pie contra la mesa, te duela? ¿Es justo? 

¿Por qué no debería ser justo el universo?

¿Por qué debería serlo? Si lo piensas bien, si pensamos que el universo debería ser justo, es porque fue creado por Dios y Dios quiere que todo sea justo. Por ejemplo, ¿es justo que mi inversión empresarial no haya funcionado? Es solo la realidad. Esto es causa y efecto. Lo justo tiene que ver con algún tipo de juicio y la implicación es que hay un juez que está fuera del sistema que lo juzga. La idea de equidad y justicia proviene realmente de un marco cultural diferente al budista. Gran parte de nuestro malentendido proviene de ver el budismo y tratar de encajarlo dentro de los constructos conceptuales de nuestro propio marco de referencia cultural. No encaja. Eso es proyección, proyectamos nuestros conceptos occidentales sobre el budismo. 

Otro ejemplo de proyección es el mérito. El mérito implica que tenemos que merecer resultados positivos. Tenemos que ganarlos. Podemos empezar a pensar en ello considerando: “¿Mi perro merece que lo alimenten?”. ¿Qué necesita hacer el perro para ganarse el derecho, el mérito, de ser alimentado por mí? ¿Esa planta merece ser regada? Se vuelve tonto después de un rato. Solo porque existe el perro necesita ser alimentado. No tiene que hacer nada para alimentarse. Esto es amor. 

El perro solo quiere ser alimentado. Cuando asumimos la responsabilidad de tener un animal, el animal no tiene que hacer nada para alimentarse. Cuando tenemos un bebé, el bebé no tiene que hacer nada; sea el bebé travieso o no, aun así, tenemos que alimentarlo. Ciertamente no pensaríamos: “No mereces ser alimentado; estuviste llorando toda la noche, me mantuviste despierto, así que hoy te voy a castigar y no te daré de comer”.

Este es un marco conceptual diferente, que tienes que ganar algo y luego mereces que te paguen. Desafortunadamente, la idea del mérito parece ser así; le da ese sabor, así que evito ese término. Es muy diferente a decir que las personas que traducen la palabra “mérito” son estúpidas y no sirven, que son malos traductores. Es muy diferente, ¿cierto?, decir que este término conduce a un malentendido y, por lo tanto, ofrecer una alternativa que no genere ese malentendido. Pero no juzgamos que los traductores que usan el término “mérito” son tontos ni decimos algo desagradable sobre ellos, como: “¡son terribles!”. 

Si comenzamos a decir cosas terribles sobre ellos, ellos comenzarán a decir cosas terribles sobre nosotros. Funciona así, ¿cierto? Este es el punto. No es que perdamos nuestra capacidad de discriminar lo que es útil y lo que es dañino. Aún podemos discriminar sin decir cosas desagradables sobre lo que es dañino y sobre la persona que lo hace. Es importante diferenciar.

Mantener la distancia de alguien que nos dice cosas desagradables

Pensando en esto, tengo un ejemplo con alguien que fue muy desagradable, y sentí pena por esa persona. Tenía la sensación de que debería ayudarla de alguna manera, pero es difícil porque la relación es muy mala. No pienso ni hablo mal de ella, pero dejé la relación. Siento que esta persona es como una hermana a la que debería cuidar, incluso si es desagradable conmigo. Es muy extraño. Ahora, también me siento culpable y pienso: “No he hablado con ella durante tres meses; ahora debería hablar con ella de nuevo”. No puedo librarme de eso. ¿Puedes decir algo sobre esto?

El hecho de que no les respondamos cosas desagradables ni digamos cosas desagradables sobre ellos, es muy útil en términos de los hábitos kármicos que desarrollamos. Pero, tomar cierta distancia de la persona cuando no está receptiva a nuestra ayuda, también es una política muy sabia. Cuanto más nos quedamos con ellos, más les ofrecemos las circunstancias para que nos sigan diciendo cosas desagradables. Para ayudarlos a evitar que sigan acumulando más consecuencias kármicas negativas, tomamos una distancia. Esto es muy útil, no es que los estemos abandonando. Podemos tomar esa distancia con la motivación de ayudarlos a evitar más sufrimiento.     

El concepto “debería” es un poco pesado. “Debería hacer esto, porque si no hago esto, soy malo”. Si podemos calmar eso un poco, entonces la pregunta es simplemente si es útil o no contactar a esta persona. Puedes intentar ver cuál es su respuesta si te comunicas con ella o esperar hasta que se comunique contigo. Quizás no quiera tener más contacto. Pero creo que lo inicial es intentar, tras un tiempo suficiente, y ver cómo responde. Todo se desarrolla con el tiempo; las cosas cambian. Presionar a la persona cuando no está lista, especialmente si se obtiene una respuesta negativa, no es útil. 

He tenido la misma experiencia. Quería establecer contacto nuevamente con alguien y envié un correo electrónico con algo como: “¿Cómo estás?”. La persona respondió con una palabra, “bien”, y eso es todo. Obviamente, la persona no quería involucrarse.

Explicar el karma sin mencionar vidas pasadas

Mi pregunta es sobre las consecuencias kármicas y cómo lidiar con ellas. Entiendo que es útil lidiar con las cosas de una manera diferente, para cambiar los patrones habituales. Pero, en algunas culturas asiáticas, la explicación kármica se ha utilizado incorrectamente para explicar cómo y por qué las cosas son como son. “Es karma”. En cierto modo plantean el problema, por ejemplo, “todos estos niños se mueren de hambre”. No puedo decirles que no tienen la actitud correcta y que deberían lidiar con el hambre de una manera más constructiva. No lo ven como causa y efecto. Es problemático. Pero, cuando se trata de hacer que las personas sean más capaces de ayudarse a sí mismas, es complicado dar explicaciones sobre el karma, especialmente para explicar las cosas que hicieron en vidas anteriores.

Para empezar, explicar las cosas en términos de vidas anteriores no es muy hábil, especialmente si decimos: “Te lo mereces, así que cállate”. Pero cuando hay sufrimiento, y hay gente en una hambruna o no tienen agua potable, como ahora en Puerto Rico, tenemos que darles lo que podamos. Si quieres hablar sobre el karma en esa situación, lo que quieres animarlos a hacer es compartir todo lo que puedan con todos. Las causas de la pobreza son no compartir, no dar y no ser generosos. Por lo tanto, si al repartir comida y agua, o algo así, la gente simplemente acapara todo para sí y no comparte con los demás, eso va a generar más causas kármicas para tener más pobreza y más hambre. Al dar, definitivamente das y animas a todos los involucrados a compartir con todas las personas que están sufriendo. Creo que esa es la única forma de lidiar con esto de una manera budista. Pero ciertamente no se dice que te mereces esto, porque en una vida pasada hiciste esto y aquello.

Tanto si una persona cree en vidas pasadas como si no, lo que queremos hacer es reconocer la relación de causa y efecto. La explicación del karma es que, si hemos actuado de cierta manera, tendremos la tendencia a repetir ese comportamiento, y la tendencia a involucrarnos en situaciones en las que nos suceda algo similar. Por ejemplo, si otros no comparten con nosotros, debemos examinar: “No comparto y tengo la tendencia a no querer compartir, a acumular cosas, pero después nadie compartirá conmigo, lo cual es simplemente natural”. 

No tenemos que pensar en términos de lo que hicimos en una vida pasada para reconocer si otros no quieren compartir con nosotros. Lo que viene junto con el paquete de eso es que yo no quiero compartir con ellos. 

Vemos en nosotros mismos: cómo estoy actuando de manera egoísta que no quiero compartir, y eso nos da una pista de cómo mejorar la situación. “Si comparto contigo, es más probable que compartas conmigo”. 

Podemos lidiar con esto sin tener que explicar vidas anteriores, porque eso puede hacer que la gente se sienta mal y pueden malinterpretarlo como: “te mereces esto, así que cállate”. Queremos evitar esta actitud moralina.

El sistema legal y la falta de justicia en el universo

Me preguntaba por qué tenemos estos sistemas de puntuación. En Noruega, tenemos un tribunal que se supone que tiene el ideal de ser justo e imparcial. Puedo entender que el universo no tiene por qué ser justo. Me pregunto por qué nos esforzamos por tener un sistema judicial que se supone que es objetivamente justo.

Creo que el sistema judicial y la justicia existen porque si alguien está causando mucho daño, queremos evitar que cause más daño. Que eso sea justo o no, es irrelevante. Es solo el hecho de que, por compasión, queremos evitar más sufrimiento. Por tanto, hacemos lo que sea necesario, diferenciando a la persona de su comportamiento. No lo vería como, “eres malo y tengo que castigarte”, sino más bien, “te estoy ayudando al evitar que causes más daño”. 

No estoy tan familiarizado con la ley noruega, pero parece que es mucho más amable en la administración de la ley que en muchos otros países donde ejecutan a criminales o ponen a alguien en una horrible situación carcelaria donde son golpeados y violados y suceden cosas horribles. 

Es por bondad que queremos ayudar a esta persona; y si tiene tan arraigado un hábito negativo y es muy difícil ayudarla, al menos podemos evitar que cause más daño. Desde un punto de vista kármico, se han causado tanto sufrimiento a sí mismos, que es como decir “por qué patear a un perro moribundo”, causándole más dolor. No hay razón para eso.

Esto es muy personal porque estuve en el tribunal, arrestado por contraatacar a un oficial de policía, cuando la policía estaba usando violencia innecesaria. En realidad, arremetí por instinto. No pensé si esa persona se lo merecía o no. Me sentí atacado y asustado. La gente me estaba haciendo daño con la fuerza, estaban más entrenados y eran más fuertes que yo, y luego realmente no sé qué pasó. Cuando lo pienso parece que, cuando recibí el castigo en la corte, fue injusto. ¿Por qué el oficial de policía no obtuvo un resultado similar? Me di cuenta de que era muy difícil escuchar que el universo no es justo.

El instinto de contraatacar es el comportamiento compulsivo. Esperamos que sea justo: “Si tengo que experimentar consecuencias negativas por haber usado la violencia, entonces el oficial de policía también debería tener que hacerlo”. Debería ser justo. Pero el universo no es necesariamente justo, y el punto no es enojarse por eso. Sencillamente así es como es. ¿Qué podemos hacer? 

Recordemos el surgimiento dependiente. No depende solo de nosotros. Está el juez, el jurado, los valores y las cosas políticas que están sucediendo, y otro tipo de consideraciones sobre por qué la policía no es tan disciplinada al usar la violencia como nosotros. 

Puedes explicar esto en términos de cosas kármicas, vidas pasadas, etc., si eso tiene algún sentido para ti, o no. El punto es no enojarse por toda la situación y simplemente lidiar con ella. Pero cuando nos atacan, por supuesto, hay una diferencia entre defendernos sobre la base de la ira y el miedo o defendernos, en teoría, sobre la base de la compasión. Con compasión: “Quiero evitar que hagas algo que también será desastroso para ti”. No se actúa sobre la base de la ira y eso es difícil. Es muy, muy difícil, pero ese es el ideal. No obstante, eso no solo significa que dejas que todos te den una bofetada.       

Es un poco difícil equilibrar lo que acabas de decir. Estaba en modo de “lucha o huida”, pero -por supuesto- lo ideal es que, si alguna vez me encontrara en una situación similar, me comportaría de manera diferente. Pero no siento que tuviera ningún control sobre la situación.

Exactamente; ese es el gran problema que enfrentamos en términos de karma. Que tenemos ganas de hacer algo, y luego instantáneamente lo hacemos de forma compulsiva. Cuando nos volvemos más atentos a lo que sucede en nuestra mente, entonces lo que está sucediendo se ralentiza, en cierto sentido. Al menos nuestra percepción de lo que está sucediendo en nuestra mente se ralentiza, de modo que podemos usar nuestro juicio para decidir si ayudará o no golpear a este realmente fuerte policía. ¿Qué va a resolver eso? No va a resolver nada. Solo provocaré que me golpeen más. Entonces quizás lo mejor sea recostarse tranquilamente en el suelo y cubrirse la cabeza o algo así. 

Puede que no sea justo que este sea el caso, pero si esa es la situación tenemos que lidiar con ella. Este es el punto. Si podemos tomar alguna acción política para cambiarlo, podemos hacerlo, pero hay muchas cosas que no son justas; simplemente así es como funciona en el samsara. A esto es a lo que me refiero cuando digo que el universo no es necesariamente justo, o que debería serlo.

Intentamos generar cambios para hacer que las cosas sean más razonables. Tomemos un ejemplo más del texto.

No poder terminar nada

(21) Cuando estamos frustrados desde las profundidades de nuestra mente porque nuestros trabajos nunca se logran, es el arma afilada del karma negativo regresando a nosotros por haber causado interferencia a las acciones de los venerables. Ahora, deshagámonos de toda nuestra creación de interferencias.

Me parece que este es un verso muy relevante. Si nunca logramos terminar algo de lo que comenzamos porque siempre hay interrupciones y no podemos concluir, es el resultado de haber interrumpido a otros, de tal forma que les impedimos que terminaran lo que estaban haciendo. 

Mucha gente está haciendo eso en estos días con mensajes de texto constantes y todo este tipo de cosas. Interrumpimos constantemente a los demás como si fuéramos tan importantes y, por supuesto, no terminamos lo que estamos haciendo porque estamos constantemente realizando múltiples tareas. Si nos interrumpen constantemente y compulsivamente siempre tenemos que mirar estos mensajes en nuestro teléfono, realmente no podemos ayudar a nadie. Justo en medio de cualquier tarea recibimos un mensaje y somos tan adictos que tenemos que mirarlos y responderlos. Desde un punto de vista kármico, si dejamos de interrumpir a los demás, esa sería la forma de conseguir que los demás dejen de interrumpirnos. Entonces podríamos lograr algo.   

Esto es muy relevante. No somos tan importantes como para tener que decirle a todo el mundo y enviarles una foto de lo que desayunamos o de lo que vemos por la ventana del autobús. ¿A quién le importa? Creemos que es muy importante: “Te lo enviaré y será mejor que te guste y me envíes algo de vuelta”. De alguna manera, eso nos hará sentir seguros, conectados y amados. Lo que está sucediendo en el mundo ahora es un síndrome realmente extraño, con todos estos mensajes y la esperanza de que sentirnos conectados nos hará sentir más seguros. Pero no es así; ese es el problema. 

Todo este punto de interrumpir es esencial. Cuando escuchamos hablar de los diez tipos de comportamiento destructivo, la charla ociosa se refiere básicamente a interrumpir a otra persona. En el texto se refiere a los venerables, alguien que está haciendo algo positivo. Estamos interrumpiendo con algo que no tiene sentido y que consideramos significativo. ¿Es realmente significativo que la gente vea lo que desayunamos, lo apruebe y le guste? Eso es charla inútil. Causar interrupciones es lo que realmente está detrás de eso.     

Meditación guiada sobre interrumpir a otros

Revisémoslo en nosotros mismos. ¿Hacemos esto?

Cuando enviamos un correo electrónico o un mensaje, o llamamos a alguien por teléfono (a las personas mayores todavía les gusta usar el teléfono y hablar con alguien), ¿esperamos que dejen todo y hablen con nosotros? Enviamos un mensaje y esperamos que el destinatario deje todo y nos responda de inmediato. ¿Nos enojamos e impacientamos cuando no lo hacen: “¿¡Por qué no me has respondido!?”.

Es muy divertido. Dentro del equipo central de mi trabajo, tenemos un servicio de mensajería que usamos para comunicarnos entre nosotros. Hay una persona en el equipo que escribe y luego lo apaga. No espera a que yo responda; encuentro eso terriblemente frustrante. Respondo y tengo que esperar hasta más tarde, cuando vuelva a encender el servicio de mensajería, lo mire y luego responda. Este es el tipo de cosas que debemos examinar. ¿Espero ser tan importante, “yo, yo, yo”, este “yo” sólido, que tienes que dejar todo y responderme instantáneamente porque soy más importante que lo que estás haciendo? 

Por supuesto, las consecuencias kármicas son que nunca vamos a lograr nada, porque estamos haciendo muchas tareas a la vez y siendo interrumpidos, estando distraídos y demás.  

[pausa]

Este hábito de interrumpir a los demás es realmente muy delicado. Hay dos situaciones: una es interrumpir a otros con algo sin sentido y la otra es si estamos trabajando como parte de un equipo y necesitamos comunicarnos entre nosotros para pedirle a alguien que haga esto o aquello para poder continuar con lo que estamos haciendo.   

Me enfrento a esto todo el tiempo. Alguien en el equipo tiene una pregunta sobre el trabajo que están haciendo y, si no respondo de inmediato, eso retrasa su trabajo. Pero, el resultado de eso, al menos en mi caso, es que nunca puedo terminar lo que necesito hacer porque estoy respondiendo las preguntas de todos. 

Cuando necesito algo de ellos, ciertamente tampoco me gusta que me hagan esperar. Puede ser una situación con la que es muy difícil lidiar en un ambiente laboral. Una es no enviar correos electrónicos relacionados con el trabajo después del horario laboral o durante el fin de semana; sin embargo, no trabajo en horas determinadas. Básicamente trabajo todo el tiempo y no me tomo los fines de semana libres ni cosas así. Si estoy haciendo algo el fin de semana, mi pensamiento es que, si no les pido que lo hagan ahora, lo habré olvidado para el lunes. 

Pero, si envío el correo electrónico, es posible que se molesten o no lo vean. Soy culpable de esto. En las universidades hay horarios de oficina, y si los estudiantes quieren venir y hacer preguntas, estos son los horarios designados. Aparte de eso, los estudiantes no pueden ir a molestar a nadie. Eso no funciona cuando se trabaja en equipo, ¿verdad?

En cuanto a estos correos electrónicos, cuando está fuera del horario laboral, no es mala idea ponerlos en la bandeja de salida y enviarlos el lunes por la mañana. Seamos pacientes respecto a no obtener una respuesta durante el fin de semana o por la noche si trabajamos hasta tarde. Eso es muy duro. Necesitamos preguntar a los miembros individuales del equipo cuáles son sus costumbres y respetarlas. 

Una pauta, al menos con las conversaciones personales que no están relacionadas con el trabajo, es comenzar preguntando: “¿Estás ocupada?” o “¿Tienes un momento?”. Si una persona está ocupada, pregúntale cuándo sería un buen momento para volver a llamar y charlar. Me parece que esta es una estrategia muy útil. 

Pero ese “yo, yo, yo”, que desea esa gratificación instantánea, no en términos de gratificación instantánea de obtener un “me gusta” en una página de Facebook, sino la gratificación instantánea de obtener una respuesta a algo que necesitamos para poder continuar con nuestro trabajo, eso es difícil. 

En nuestra sociedad moderna en la que realizamos múltiples tareas todo el tiempo, realmente es muy difícil lograr algo, ¿no es así? ¿Cómo lidiamos con eso, cuando todos los demás son multitarea? 

Discusión

¿Cuál es su experiencia? ¿Trabajan en equipo?

Mi experiencia es que hay una diferencia entre enviar un correo electrónico y esperar que sea leído y respondido. Trabajo en el gobierno, no en una empresa privada. Y solía recibir mensajes de texto y correos electrónicos enviados por mi oficial superior durante la noche y también el fin de semana, pero teníamos un acuerdo. Ella solo quería sacarlo de su pecho ya que tenía una gran carga de trabajo y trabajaba tantas horas. Sin embargo, no esperaba que le respondiera. Por supuesto, tuve que aceptar eso porque ella era la jefa, pero pude ver que estaba trabajando duro.
Si la gente no desea recibir correos electrónicos de su trabajo durante los fines de semana, ni siquiera los revisarán. Creo que es una cuestión de expectativas. Si piensan que tienen que responder de inmediato, se frustran. Se puede acordar enviar correos electrónicos para que el flujo de trabajo no se detenga y no esperar que otros tengan que verlos antes del lunes, y eso está bien.

Creo que eso es muy sabio. Pero luego tenemos que negociar qué funciona y qué no con cada miembro del equipo.

También podemos apagar el sonido de notificación. Siempre apago ese sonido, porque entonces siento que estoy en un experimento, ¿sabes? Nadie debería tener estos sonidos activados.

Silenciar el dispositivo móvil o la computadora portátil para que no emita ese sonido cuando recibamos un mensaje. Casi instintivamente sentimos que tenemos que responder. Nuevamente, esta idea de que “no quiero perderme algo, tal vez sea importante”.  

Trabajo con mi equipo de una manera similar a la mencionada y creo que funciona bastante bien. No esperamos que otros lean los correos electrónicos durante la noche y los fines de semana, pero si algo es realmente urgente, enviamos un mensaje de texto.

Correcto; tenemos que establecer alguna convención. Sé que, en mi trabajo, si el sitio web se cae, tengo que contactar a mi técnico para reiniciar el servidor; de lo contrario, estará inactivo durante todo el fin de semana. Hay ciertas cosas que son muy urgentes. Nuevamente, tenemos que negociar de acuerdo con los horarios y las circunstancias. Algunas personas pueden trabajar solo por la noche y no por la mañana. Cada persona es diferente.     

Descubrí que es una buena idea disciplinarme. No tengo que decir algo en el momento en que lo pienso y molestar a la otra persona. Si tengo miedo de olvidarlo, lo escribo y luego lo digo cuando es apropiado, en lugar del momento en que surge. Eso puede resultar muy perturbador.

Correcto; podemos anotarlo o escribir el correo electrónico, ponerlo en la bandeja de salida y no enviarlo. Hay ciertas estrategias que podemos utilizar. Esto tiene dos caras: la compulsión de interrumpir a las personas, querer enviar una comunicación y obtener una respuesta instantánea, y la compulsión de revisar y responder cualquier cosa que llegue a nuestra bandeja de entrada. Esto es difícil de resistir. Incluso si las personas apagan el sonido para no escucharlo, a menudo siguen revisando su teléfono todo el tiempo. Se vuelve adictivo que siempre estemos mirando. Esto es difícil. 

También está el problema si no respondemos cuando llegan los correos electrónicos, nos asaltan las sorpresas y los problemas a primera hora del lunes por la mañana.

El problema que tengo al supervisar alrededor de cincuenta y cuatro personas -y otros que supervisan a grandes grupos de personas también pueden tenerlo- es que si, no respondo y me encargo de las cosas a medida que llegan, lo expreso como “recibo un castigo”, porque entonces tengo cincuenta correos electrónicos que responder a la vez y es simplemente abrumador. ¿Cómo lograr ese equilibrio? Es muy difícil. Cuanto más nos permitimos, más sucede. 

Lidiar con el karma no es muy fácil, pero al menos tenemos estas pautas del texto para ayudarnos.

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