Cuando al-Salit bin-Abdullah al-Hanafi llegó al Tíbet, ya existían dos tradiciones religiosas patrocinadas por la corte imperial, la llamada “bon” y el budismo. La primera era la fe nativa del Tíbet, mientras que la segunda había sido introducida por el primer emperador del Tíbet, Songtsen-gampo (circa 617 – 649). Según los relatos tradicionales tibetanos, había mucha rivalidad entre los dos. Sin embargo, la erudición moderna presenta una situación más compleja.
La religión bon organizada y la tradición nativa tibetana
El bon no se convirtió en una religión organizada sino hasta después del siglo XI, momento en el que compartía muchos rasgos comunes con el budismo. Antes de eso, la tradición nativa prebudista del Tíbet, a veces también llamada de manera confusa “bon”, consistía principalmente en rituales para apoyar un culto imperial, como sacrificios elaborados para los funerales imperiales y para la firma de tratados. La tradición también incluía sistemas de adivinación, astrología, rituales curativos para aplacar a los espíritus dañinos y medicinas a base de hierbas.
En su literatura histórica, la religión bon organizada se remonta a Shenrab (gShen-rab), un maestro de la legendaria tierra de Olmo-lungring ('Ol-mo lung-ring) en el extremo oriental de Tagzig (sTag-gzig), quien lo trajo a Zhang-zhung (Zhang-zhung) en un pasado remoto y lejano. Zhang-zhung era un antiguo reino con su capital en el Tíbet occidental, cerca del sagrado monte Kailash. Algunos eruditos rusos modernos, basándose en análisis lingüísticos, identifican a Olmo-lungring con Elam en el antiguo Irán occidental y a Tagzig con Tayik, en referencia a Bactria. Aceptando la afirmación bon de que sus aspectos budistas son anteriores a Songtsen-gampo, estos eruditos postulan que el ímpetu original para el sistema provino de un maestro budista de Bactria que visitó Zhang-zhung, quizás a través de Jotán o Gilgit y Cachemira, en algún momento durante principios del primer milenio e.c. Zhang-zhung tradicionalmente tenía estrechas relaciones económicas y culturales con estas dos regiones vecinas. De acuerdo con el relato bon, explican que este maestro, una vez en Zhang-zhung, combinó muchos rasgos de tipo budista con prácticas rituales indígenas.
Otros estudiosos ven el relato del bon sobre su fuente como una interpolación del siglo XIV que amalgama muchos factores. La expansión del bon hacia el este por parte de Olmo-lungring sería paralela a la llegada del budismo por parte del Tíbet a Mongolia, y Tagzig, literalmente “La tierra de los tigres y los leopardos”, sería una combinación de la tierra feroz de los mongoles y, antes, de los kitanes.
"Tagzig" (pronunciado "tazi" o "tazig"), sin embargo, era la transliteración tibetana del término sánscrito tayi, un nombre utilizado para los invasores no índicos en la literatura de Kalachakra. El sánscrito tayi, a su vez, es una transcripción fonética del término árabe y arameo tayy (plural: tayayah, tayyaye) o de su forma persa moderna, tazi. Los Tayyayah eran la más fuerte de las tribus árabes premusulmanas, los Tayy'id, y, en consecuencia, “tayayah” se utilizó en siríaco y hebreo como nombre generalizado para los árabes desde el siglo I e.c. La forma persa moderna tazi fue el término utilizado en referencia a los invasores árabes de Irán, por ejemplo, por el último gobernante sasánida, Yazdgird III (circa 632 – 651), contemporáneo del emperador Songtsen-gampo.
Se podría argumentar que Zhang-zhung derivó la forma tagzig del persa medio “tazig”, utilizado en el período temprano del Imperio sasánida (226 – 650), que se extendió no solo por Irán, sino también por Bactria. Después de todo, los sasánidas eran zoroastrianos acérrimos y Balj, en Bactria, fue el lugar de nacimiento de Zoroastro. Además, los sasánidas toleraron el budismo en Bactria, donde había estado bien establecido durante varios siglos. Dado que el bon temprano tiene muchas características que se asemejan tanto al dualismo zoroástrico como al budismo, la afirmación del bon de que sus aspectos budistas son anteriores al emperador Songtsen-gampo y derivan de Tagzig parecería plausible.
Parece extraño, sin embargo, que el Zhang-zhung anterior a Songtsen-gampo hubiera adoptado la palabra utilizada por los sasánidas para referirse a los árabes para las tierras que estaban gobernadas por los sasánidas. Es muy poco probable que Zhang-zhung utilizara el nombre Tagzig en referencia a los propios árabes. Después de todo, los árabes omeyas no conquistaron el Irán de los sasánidas hasta el año 651, Bactria hasta el 663 y Bujará en Sogdiana hasta unos años más tarde. Esto ocurrió varias décadas después de la conquista de Zhang-zhung por el emperador Songtsen-gampo. Por lo tanto, si el nombre Tagzig se usó en el Zhang-zhung anterior a Songtsen-gampo y luego se tomó prestado al tibetano, solo podría haberse usado para referirse a áreas culturales iraníes que luego fueron gobernadas por los árabes o en las que los tibetanos lucharon más tarde contra los árabes. Esto es poco probable.
Lo más probable es que a principios del siglo VIII, cuando los tibetanos tuvieron contacto con los árabes en Bactria y habrían aprendido el nombre Tagzig para ellos, la facción bon en la corte tibetana haya tomado prestado el nombre y lo haya aplicado en retrospectiva al área bactriana de la cual derivó su religión. Semejante teoría no descartaría la afirmación de que la religión bon se derivó de fuentes bactrianas.
Además, si esta teoría sobre el origen del nombre Tagzig fuera cierta, entonces su adopción al tibetano habría sido anterior al uso de este término para traducir el sánscrito tayi en la literatura sánscrita de Kalachakra. Las primeras traducciones de la literatura de Kalachakra del sánscrito al tibetano no se hicieron sino hasta mediados del siglo XI; mientras que las primeras traducciones tibetanas dentro de esa literatura que contenían el término Tagzig no se introdujeron en el Tíbet sino hasta 1064.
La relación de Songtsen-gampo con Zhang-zhung
Songtsen-gampo fue el trigésimo segundo gobernante de Yarlung (Yar-klungs), un pequeño reino en el Tíbet central. En el curso de la expansión de su territorio y el establecimiento de un vasto imperio que se extendía desde las fronteras de Bactria hasta las de la China Han y desde Nepal hasta las fronteras de Turkestán Oriental, conquistó Zhang-zhung. Según sus registros históricos, Zhang-zhung en algún momento también abarcó toda la meseta tibetana. Sin embargo, en el momento de su derrota, incluía solo al Tíbet occidental.
Dejemos de lado las cuestiones de la extensión más alejada de las fronteras de Zhang-zhung, la presencia de rasgos de tipo budista en Zhang-zhung en el apogeo de su imperio y su posible origen. Aun así, podemos suponer razonablemente, a partir de la evidencia encontrada en las tumbas de los reyes Yarlung que precedieron a Songtsen-gampo, que al menos el sistema de rituales cortesanos de Zhang-zhung era común tanto en la región natal del emperador como en las tierras que conquistó en el Tíbet Occidental. A diferencia del budismo, los rituales de Zhang-zhung no eran un sistema extraño de práctica y creencia, sino una parte integral de la herencia pantibetana.
Para estabilizar las alianzas políticas y su propia posición de poder, Songtsen-gampo se casó con princesas primero de Zhang-zhung y luego, al final de su reinado, de la China Tang y Nepal. Después de casarse con la princesa de Zhang-zhung, hizo asesinar a su padre, Lig-nyihya (Lig-myi-rhya), el último rey de Zhang-zhung. Esto permitió que el foco del apoyo ritual nativo del culto imperial se desplazara hacia él mismo y su estado en rápida expansión.
La introducción del budismo
Songtsen-gampo introdujo el budismo en el Tíbet a través de la influencia de sus esposas de la China Han y de Nepal. Sin embargo, no echó raíces ni se extendió a la población en general en ese momento. Algunos eruditos modernos cuestionan la historicidad de la esposa nepalí, pero la evidencia arquitectónica de la época indica al menos cierta influencia cultural de Nepal en esta época.
La principal manifestación de la fe extranjera fue un conjunto de trece templos budistas que el Emperador había construido en sitios geománticos especialmente elegidos alrededor de su reino, incluido Bután. Con el Tíbet concebido como una diablesa acostada boca arriba y las ubicaciones de los templos cuidadosamente seleccionadas de acuerdo con las reglas de la acupuntura china aplicadas al cuerpo de la diablesa, Songtsen-gampo esperaba neutralizar cualquier oposición a su gobierno por parte de espíritus malévolos locales.
De los trece templos budistas, el principal se construyó a ochenta millas de la capital imperial, en el sitio que más tarde se conoció como “Lhasa” (Lha-sa, El Lugar de los Dioses). En aquella época se le llamaba “Rasa” (Ra-sa, El Lugar de las Cabras). Los eruditos occidentales especulan que se convenció al Emperador de que no construyera el templo en la capital para no ofender a los dioses tradicionales. No está claro quiénes estaban a cargo de estos templos budistas, pero presumiblemente eran monjes extranjeros. Los primeros monjes tibetanos no se ordenaron sino hasta casi un siglo y medio después.
Aunque las historias piadosas describen al Emperador como un modelo de la fe budista y aunque sin duda se realizaban rituales budistas para su beneficio, no eran la forma exclusiva de ceremonia religiosa patrocinada por la corte imperial. Songtsen-gampo mantuvo en su corte a sacerdotes de la tradición nativa y la nobleza que los apoyaba, y encargó que se colocaran estatuas de deidades indígenas junto a las budistas en el templo principal de Rasa. Al igual que sus predecesores, él y sus sucesores fueron enterrados en Yarlung según los antiguos ritos pantibetanos prebudistas. Al igual que Gengis Kan casi seis siglos después, el emperador tibetano dio la bienvenida no solo a su tradición nativa, sino también a una religión extranjera, a saber, el budismo, que podía proporcionar rituales para aumentar su poder y beneficiar a su imperio.
Adaptación de la escritura jotanesa
Una prueba más de la política de Songtsen-gampo de utilizar invenciones extranjeras para aumentar su poder político es su adopción de una forma de escritura para el idioma tibetano. Aprovechando la larga historia de relaciones culturales y económicas de Zhang-zhung con Jotán, Gilgit y Cachemira, el Emperador envió una misión cultural, encabezada por Tonmi Sambhota (Thon-mi sambhota) a la región. En Cachemira, se reunió con el maestro jotanés, Li Chin (Li Byin). Li, la palabra tibetana para Jotán, indica claramente el país de origen de este maestro. Con su ayuda, la misión concibió un alfabeto para escribir el idioma tibetano basado en la adaptación jotanesa de la escritura india Gupta. Los relatos históricos tibetanos confunden el lugar de composición de la nueva escritura con el lugar de origen de su modelo, y así explican que el tibetano escrito se basa en el alfabeto cachemir.
Los eruditos tibetanos modernos han descubierto que, antes de este desarrollo, Zhang-zhung ya tenía una escritura y que esta era la base de las letras cursivas tibetanas. Sin embargo, el modelo para la escritura de Zhang-zhung también habría sido el alfabeto jotanés.
Songtsen-gampo supuestamente utilizó la nueva escritura para una traducción que encargó de un texto budista sánscrito que había llegado a Yarlung como regalo de la India dos siglos antes. Sin embargo, la principal actividad de traducción en ese momento fue de textos astrológicos chinos y de textos médicos chinos e indios, y fue bastante limitada. El Emperador empleó el sistema de escritura principalmente para enviar mensajes militares secretos a sus generales en el campo. Esto siguió la costumbre de Zhang-zhung de utilizar mensajes escritos codificados (tib. lde'u) para tales fines.
La llamada facción de oposición "bon"
Una facción de la corte imperial tibetana estaba en contra del patrocinio de Songtsen-gampo y de su dependencia del budismo. Sin duda, ellos estuvieron detrás de su decisión de no construir el principal templo budista en la capital imperial o incluso en el valle de Yarlung. Las historias tibetanas posteriores los llaman defensores de la religión "bon". Durante más de un siglo, incluido el momento de la visita de al-Salit, ofrecieron una fuerte resistencia a la política imperial. La falta de éxito del clérigo musulmán en el Tíbet debe entenderse en este contexto. Pero, ¿quiénes fueron estos seguidores del “bon” que se opusieron al budismo y, más tarde, fueron sin duda responsables de la fría recepción del islam? ¿Y cuáles fueron las razones de su hostilidad?
Según los eruditos tibetanos, la palabra bon significa un conjuro utilizado para controlar las fuerzas espirituales y se refiere a un sistema de doce partes que incluye adivinación, astrología, rituales curativos y hierbas medicinales.
Antes de finales del siglo XI, el bon no era una religión organizada. Según algunos estudiosos, la palabra tibetana bon ni siquiera se utilizaba todavía, en ese momento, para el sistema indígena prebudista de creencias y rituales que incluía las cuatro artes tradicionales de la adivinación, la astrología, los ritos curativos y la medicina herbolaria. Se aplicó únicamente a una facción específica de la corte imperial. Aunque esta facción bon incluía a ciertos sacerdotes (tib. gshen) de la tradición nativa y nobleza específica asociada con ellos, la característica definitoria del grupo no era su creencia religiosa, sino principalmente su posición política. Había seguidores de las tradiciones nativas de adivinación y demás, tanto dentro como fuera de la corte, incluido el propio Emperador, a quienes no se les llamaba “partidarios del bon”. Había nobleza “bon” en la corte que no necesariamente confiaba en estas cuatro artes tradicionales. Ni siquiera todos los sacerdotes de la tradición nativa formaban parte de esta facción. Por ejemplo, dentro de la corte había quienes realizaban rituales para apoyar el culto imperial y, tras la muerte del Emperador, llevaban a cabo los tradicionales ritos funerarios imperiales. Fuera de la corte, había quienes realizaban adivinaciones o rituales de curación para vencer a los espíritus nocivos. Ninguno de ellos fue considerado "miembro del bon".
El grupo “bon”, entonces, se limitaba a una facción anti-imperial, conservadora y, sobre todo, xenófoba de partidos con intereses personales en la corte. Eran una facción de oposición que deseaba tomar el poder. Al estar en contra del Emperador, se oponían naturalmente a cualquier cosa que pudiera aumentar la fuerza imperial, especialmente si se trataba de una invención extranjera. Por tanto, la hostilidad de esta facción hacia los rituales y creencias extranjeros no fue simplemente una manifestación de intolerancia religiosa, como implicarían las historias budistas tibetanas posteriores. Aunque podrían haber utilizado motivos religiosos para justificar sus recomendaciones de políticas antibudistas (por ejemplo, una presencia budista enojaría a los dioses tradicionales y provocaría un desastre), esto no implica que necesariamente apoyaran toda la tradición religiosa nativa. Después de todo, la facción “bon” no incluía a los sacerdotes que realizaban rituales indígenas para apoyar al Emperador.
El sentimiento antibudista de la llamada facción “bon” tampoco fue un signo de la insurrección de Zhang-zhung. Los sacerdotes nativos y la aristocracia de apoyo que formaron la oposición eran sin duda del Tíbet central, no forasteros de Zhang-zhung. Este último era un territorio ocupado, no un distrito político integrado del imperio. Es poco probable que sus líderes hubieran servido como miembros de confianza de la corte imperial.
En resumen, la llamada facción antibudista “bon” que más tarde contribuyó a hacer insignificante la visita del clérigo musulmán no era un grupo definido ni religiosa ni regionalmente. Estaba formado por opositores al gobierno imperial en Yarlung motivados por razones de poder político. Resistieron y obstruyeron cualquier vínculo extranjero que pudiera fortalecer la posición política del emperador tibetano, debilitar su propio estatus y ofender a sus dioses tradicionales. Incluso después de la muerte de Songtsen-gampo, la xenofobia de esta facción siguió creciendo.
Los reinados de los dos siguientes emperadores tibetanos
El presentimiento de la facción xenófoba en la corte tibetana resultó bien fundado cuando, durante los primeros años del reinado del siguiente emperador tibetano, Mangsong-mangtsen (Mang-srong mang-btsan, circa 649 – 676), la China Tang invadió el Tíbet. Las fuerzas chinas Han llegaron hasta Rasa y causaron grandes daños antes de ser finalmente rechazadas y derrotadas.
Durante los años siguientes de su gobierno, Mangsong-mangtsen estuvo dominado por un poderoso ministro de otra facción que buscaba expandir aún más el imperio. Este ministro conquistó Tuyuhun, un reino budista al noreste del Tíbet que seguía al budismo jotanés, y Kasgar, también dentro del ámbito cultural jotanés. En el 670, conquistó Jotán y tomó el control del resto de los estados oasis de la cuenca del Tarim, además de Turfán. El rey jotanés huyó a la corte imperial Tang, donde el emperador chino le ofreció apoyo y elogió su resistencia a los tibetanos.
Según relatos jotaneses, los tibetanos causaron mucha destrucción durante la conquista del estado oasis, incluyendo daños a monasterios y santuarios budistas. Sin embargo, poco después se arrepintieron de sus acciones y se interesaron mucho por la fe budista. Este piadoso relato, sin embargo, puede ser una interpolación del modelo del rey Ashoka, quien destruyó muchos templos y monumentos budistas antes de arrepentirse y adoptar el budismo. Sin embargo, algunos estudiosos occidentales rastrean la implicación más seria del Tíbet con el budismo a partir de este punto. Si el budismo ya hubiera sido fuerte entre los tibetanos, habrían honrado, no devastado, los monasterios jotaneses.
Adoptando la manera jotanesa de traducir el vocabulario técnico budista a través de una etimología de cada sílaba, los tibetanos ahora comenzaron a importar y traducir algunos textos budistas jotaneses selectos. El contacto cultural fue en ambos sentidos, ya que los eruditos también tradujeron al jotanés una obra médica india que anteriormente había sido traducida del sánscrito al tibetano. Cuando la corte imperial estableció vínculos extranjeros tan fuertes como estos, la aprensión de la oposición xenófoba comenzó a crecer una vez más.
Una lucha de poder entre el posterior emperador tibetano, Tri Dusong-mangjey (Khri 'Dus-srong mang-rje, circa 677 – 704), y el clan de este ministro anterior debilitó gravemente a la corte de Yarlung. El Tíbet perdió su control militar y político sobre los estados de Tarim, aunque mantuvo una presencia cultural en sus oasis del sur. El Imperio tibetano, sin embargo, seguía siendo ambicioso. En el 703, el Tíbet se alió con los turcos orientales contra la China Tang.
El gobierno de las emperatrices
Durante este período, la emperatriz china Wu (circa 684 – 705) encabezó un golpe de estado que derrocó temporalmente a la dinastía Tang al declarar que ella era Maitreya, el futuro Buda. La reina madre tibetana, Trima Lo (Khri-ma Lod), madre del emperador Tri Dusong-mangjey, pertenecía a un poderoso clan del noreste del Tíbet que no solo tenía simpatías budistas jotanesas debido a la influencia de Tuyuhun, sino también estrechos vínculos con la China Tang. Estaba en comunicación con la emperatriz Wu, y cuando su hijo, el emperador tibetano, murió en el 704, depuso a su propio nieto y gobernó como emperatriz viuda hasta su muerte en el 712. Hizo arreglos con la emperatriz Wu para que una princesa china Han, Jincheng (Chin-ch'eng), acudiera al Tíbet como esposa de su bisnieto, Mey-agtsom (Mes ag-tshoms), también conocido como Tri Detsugten (Khri lDe-gtsug-brtan), que era solo un niño en ese momento. La princesa Jincheng era una budista devota y trajo consigo a un monje chino Han para enseñar a las damas en la corte tibetana.
La facción xenófoba de los sacerdotes y la nobleza nativos se agitó extremadamente ante este acontecimiento. Su influencia en la corte fue ahora cuestionada una vez más por los monjes budistas chinos Han, como en los días de Songtsen-gampo. Esta vez, sin embargo, la amenaza era más grave ya que los extranjeros ahora estaban presentes en la propia capital. Con las fuerzas sobrenaturales de esta religión extranjera invitadas nuevamente a impulsar el poder imperial, temieron una represalia por parte de sus dioses nativos, como se había manifestado sesenta años antes con la invasión Tang del Tíbet central. Por el momento, sin embargo, la facción “bon” solo podía esperar el momento oportuno.
La emperatriz viuda Trima Lo, que era amiga de la corte china, desvió las ambiciones militares del Tíbet de esa dirección y formó una alianza en el 705 con los turcos shahis en Gandhara y Bactria, esta vez contra los árabes omeyas. Cuando la emperatriz viuda falleció en el 712 y Mey-agtsom ascendió al trono (circa 712 – 755), él todavía era menor de edad. La emperatriz Jincheng, al igual que la difunta emperatriz viuda, ejerció posteriormente una fuerte influencia en la corte tibetana.
La alianza tibetana-omeya
Mientras tanto, continuaba la lucha por el poder en Turkestán Occidental. En el 715, después de que el general árabe Qutaiba recuperara Bactria de manos de los turcos shahis, el Tíbet cambió de bando y se alió con las fuerzas omeyas contra las que acababan de luchar. Luego, las tropas tibetanas ayudaron al general árabe a tomar Ferganá de manos de los turgueses y se prepararon para avanzar contra Kasgar, controlada por los turgueses. La alianza de los tibetanos con los turcos shahis y luego con los omeyas fue sin duda una conveniencia para mantener un punto de apoyo en Bactria con la esperanza de restablecer su presencia militar, económica y política en la cuenca del Tarim. Los impuestos provenientes del lucrativo comercio de la Ruta de la Seda fueron el señuelo siempre presente para sus acciones.
Uno podría verse tentado a especular que la anterior alianza tibetana con los turcos shahis para defender Bactria de los omeyas se debió a que la facción llamada “bon” la identificaba con Tagzig, la patria del bon, y deseaba impedir la profanación de su monasterio principal, Nava Vihara. Esta conclusión, sin embargo, no se sigue incluso si se admitieran sus dos premisas falaces de que el bon en ese momento era una religión organizada y que la facción bon era un grupo definido religiosamente. Incluso si algunos aspectos de la fe bon pudieran haber tenido un origen budista bactriano, los seguidores del bon no identificaban estas características como budistas. De hecho, seguidores posteriores del bon afirmaron que los budistas del Tíbet habían plagiado muchas de sus enseñanzas.
Por lo tanto, la facción bon en la corte tibetana no estaba liderando una “guerra santa” en Bactria. Además, tampoco lo estaban haciendo los budistas, como lo indica el hecho de que después de la pérdida de Bactria y la devastación de Nava Vihara, los tibetanos no continuaron defendiendo el budismo en Bactria, sino que cambiaron de alianza y se unieron a los árabes musulmanes. La principal fuerza motivadora detrás de la política exterior de los tibetanos fue el interés político y económico, no la religión.
Análisis de la misión musulmana al Tíbet
Para no disgustar a sus aliados omeyas y poner en peligro su relación, la corte tibetana había acordado en el 717 invitar a un maestro musulmán ante la insistencia del califa Umar II. Sin embargo, tenía poco que ver con un interés real en las doctrinas del islam. En el mejor de los casos, la emperatriz Jincheng podría haberlo visto como el emperador Songtsen-gampo había considerado originalmente al budismo, es decir, como otra fuente de poder sobrenatural que podía fortalecer la posición imperial. Los sacerdotes conservadores y la nobleza de la corte tibetana, por otra parte, habrían sido hostiles hacia el clérigo árabe. Habrían temido otra influencia extranjera más, cuyos rituales podrían fortalecer aún más el culto imperial, debilitar su propio poder e invitar al desastre al Tíbet.
La fría recepción que recibió el maestro musulmán en el Tíbet se debió principalmente a la atmósfera general de xenofobia difundida por la facción de oposición en la corte tibetana. No era un indicio de un conflicto religioso islámico-budista o islámico-bon. Durante casi setenta años, la hostilidad de esta facción se había dirigido hacia el budismo y seguía siendo así. Para apreciar cómo su actitud hacia el islam encaja en este patrón de xenofobia, veamos brevemente los acontecimientos que siguieron en el Tíbet.
Monjes refugiados de Jotán en el Tíbet
La dinastía Tang había restablecido su dominio en el 705 con la abdicación de la emperatriz Wu. Sin embargo, la situación no se estabilizó hasta el reinado del nieto de la emperatriz, Xuanzong (Hsüan-tsung, circa 713 – 756). Este nuevo y poderoso emperador siguió una política antibudista para intentar debilitar el apoyo al movimiento de su abuela. En el 720, un simpatizante antibudista del emperador Tang depuso al rey budista local de Jotán y tomó el trono. Siguió mucha persecución religiosa y muchos budistas huyeron. Dado que una gran afluencia de monjes refugiados bactrianos había llegado a Jotán cinco años antes debido a los daños omeyas de Nava Vihara, no es descabellado sospechar que habrían sido los primeros en huir de Jotán, temiendo que se repitiera su traumática experiencia en Bactria.
En el 725, la emperatriz Jincheng dispuso que los monjes budistas refugiados de Jotán y la China Han recibieran asilo en el Tíbet y construyó siete monasterios para ellos, incluido uno en Rasa. Este paso puso aún más frenéticos a los ministros xenófobos de la corte. Cuando la emperatriz murió en el 739 en una epidemia de viruela, aprovecharon la ocasión para deportar a todos los monjes extranjeros del país a Gandhara, gobernado por el tradicional aliado budista del Tíbet, los turcos shahis. Convencidos de que sus dioses habían sido ofendidos una vez más y habían recibido venganza, los ministros declararon que la presencia de los extranjeros y sus ritos religiosos en el Tíbet habían sido la causa de la epidemia generalizada. Gandhara era un destino razonable para los monjes, ya que los turcos shahis también habían sido los gobernantes de Bactria, de donde sin duda procedían muchos de los monjes. Un gran número finalmente se estableció en la región montañosa de Baltistán, al norte de la parte Oddiyana de Gandhara.
El poder de esta facción xenófoba culminó dieciséis años después, cuando, en el 755, asesinaron al emperador Mey-agtsom por sus fuertes inclinaciones hacia la China Tang y el budismo. Cuatro años antes, el mismo año en que las fuerzas Tang fueron derrotadas masivamente y expulsadas de Turkestán Occidental, el Emperador había enviado una misión tibetana a la China Han para aprender más sobre el budismo. Estaba encabezada por Ba Sangshi (sBa Sang-shi), hijo de un ex enviado tibetano a la corte Tang. Cuando el emperador Tang Xuanzong fue depuesto en una rebelión en el 755, la facción “bon” estaba convencida de que, si no impedían que Mey-agtsom continuara con su locura, como resultado de esta misión de indudablemente seguir invitando a más monjes chinos Han a la corte tibetana, no solo perderían poder, sino que seguramente se produciría nuevamente un desastre para el país, como le ocurrió a la China Tang. En consecuencia, después de asesinar al Emperador, instituyeron una persecución de seis años contra el budismo en el Tíbet. La falta de receptividad del Tíbet hacia el islam, entonces, a pesar de la invitación de un maestro musulmán por parte de la corte imperial, fue otro incidente más en esta historia de lucha político-religiosa interna tibetana.