Desarmar los celos: Los conceptos dan color a las relaciones

Preguntas

¿Existe un derecho inherente a la felicidad?

¿Tienen los seres un derecho inherente a la felicidad?

¿Tienen los padres la responsabilidad de cuidar a sus hijos y amarlos tanto como sea posible? Yo diría que sí, si es que tomamos la decisión de ser padres. Sin embargo, no veo cómo podemos establecer o probar cierto derecho inherente desde el lado de los hijos. Su Santidad el Dalái Lama a menudo usa el ejemplo de las tortugas de mar que ponen sus huevos en la playa y los dejan, así que las tortugas bebés rompen el huevo y se tienen que cuidar por sí mismas.

Por tanto, es difícil decir que sea algo inherente a todos los seres. De cualquier manera, como padres, es nuestra responsabilidad amar y cuidar a nuestros hijos, independientemente de lo que ellos hagan. No tienen que merecer o ganar dicho cuidado y amor. Respecto a esto, Su Santidad habla a menudo en términos de que, entre los humanos, existe un afecto natural por los niños, por eso menciona que sería un experimento interesante llevar a la mamá tortuga con sus hijos, una vez que éstos salen de sus huevos, para ver si existe un afecto hacia ellos o si las tortugas marinas son una excepción a la regla. 

Su Santidad también usa el ejemplo de que todos queremos ser felices y no infelices, y que todos tenemos el derecho a ser felices y no infelices. Si examinamos esto de cerca, entonces sí, es una verdad convencional, pero si profundizamos, entonces hay una conclusión diferente. En nuestra búsqueda de la felicidad y de evitar la infelicidad, no tenemos el derecho de hacerlo a expensas de la felicidad de otros, o si eso los hace infelices. No es tanto que las personas, desde su lado, tengan el derecho a ser felices, sino que no tenemos derecho a hacer infelices a otros, o a bloquear su felicidad para conseguir la nuestra. Esto embona más con la forma más profunda de verlo desde una perspectiva budista. De esa manera, aun en la búsqueda de nuestra propia felicidad, está presente el punto de que todos los demás también quieren ser felices. 

¿Y qué pasa si una persona dice que las libertades que me estoy tomando la hacen infeliz? Al tomar en cuenta nuestro estilo de vida, por supuesto que podemos encontrarnos con dificultades porque no es posible hacer que todos sean felices.

En primer lugar, estamos diciendo que no tenemos un derecho inherente, “inherente” es la palabra clave. No tenemos el derecho inherente a ser felices sin importar lo que hagamos, pero eso no quiere decir que no tengamos derecho a ser felices. No es que no esté permitida nuestra felicidad, así que no malentendamos esto. Todo depende de la causa y efecto, así que, si solo tomamos y aceptamos más y más sin dar nada, entonces no estamos siendo razonables. Aquí me estoy refiriendo a compañeros o parejas, en los que ambos necesitan dar y recibir de manera equitativa para que la relación funcione adecuadamente.

Por ejemplo, una persona contribuye a la relación criando a los niños, así que, en un sentido convencional, se ha ganado el derecho a tener cierto tiempo libre. Ambos miembros de la pareja tienen que aportar algo para que sea justo. Esta no es una ley inherente, sino la forma en que funcionan las cosas de manera relativa. Por supuesto, si la otra persona no acepta esto, entonces el arreglo completo necesita reconsiderarse. No es que uno sea el mártir o la víctima y ceda, porque esa tampoco es una solución ideal, actuar como si no tuviéramos el derecho a ser felices y ser como unos sirvientes todo el tiempo.

El budismo siempre trata de evitar los extremos, y algunas veces, cuando apuntamos un extremo, es fácil obviar el otro. Es como negar que tal persona vestida como Santa Claus es Santa Claus, pero después olvidar el hecho de reconocer que ahí hay una persona. 

Aclaraciones de puntos sobre democracia y capitalismo

No estoy de acuerdo con su opinión sobre la democracia porque parece devaluarla. Desde mi entendimiento, no hay mejor manera de permitir que la gente tome parte del poder. Parece que usted solo la equipara con la rivalidad y los celos.

Así es, mencioné un extremo sin apuntar al otro, lo siento. No estoy defendiendo a la realeza o al despotismo, o a la anarquía ni nada por el estilo. Digo que es difícil cuando una campaña electoral está basada en denigrar a los otros candidatos y en buscar escándalos y demás, solo para mostrar lo malo que es el otro. Hay mucha diferencia entre una elección basada en una campaña de desprestigios y otra basada en la discusión de diferentes puntos y el establecimiento de las cualidades positivas y las calificaciones que se tienen para el puesto. Definitivamente es posible presentar las cualidades positivas de alguien sin tener que denigrar a nadie más, de manera que la gente pueda elegir. Y si esto se diera en una sociedad como la tibetana, en la que sería una falta de modestia establecer las propias cualidades positivas, entonces alguien más tendría que hacerlo en lugar del candidato.

Claro que esto es ser idealistas acerca de todo el sistema, pero, en realidad, si imagináramos un sistema ideal, ¿no sería aquel en el que el candidato fuera totalmente honesto en cuanto a sus cualidades positivas y no tratara de ocultar sus debilidades? Desde un punto de vista honesto, así es como sería. Nadie es perfecto, así que tratar de presentarse como perfecto es absurdo. Podríamos admitir que sí, fumamos marihuana cuando teníamos veinte, hace treinta y cinco años, ¿y qué con eso? No tratamos de ocultarlo, sucedió entonces y ya no sucede hoy.

Sin embargo, los políticos postulantes a un cargo, aunque no denigren a otros, a menudo suenan como esos sórdidos y poco confiables vendedores que nos presentan un coche en mal estado como lo más maravilloso de la Tierra. Si la democracia está basada en eso y vamos a elegir al mejor vendedor de coches, entonces es algo patético. Dedicar todo un año o a veces dos en campaña, es innecesario, se convierte en un deporte. ¡Nos iría mejor teniendo gladiadores! No digo que haya nada malo con la democracia en sí, solo presento cómo podría ser más ética en lugar de estar basada en emociones perturbadoras. 

Crítica constructiva en las relaciones personales

¿Cómo podemos ofrecer una crítica, en términos de mejorar las cosas, sin denigrar a la persona o convertirla en mala?

En primer lugar, necesitamos hacer sentir segura a la persona, particularmente si se trata de alguien hipersensible a la crítica, explicar que queremos ofrecer una crítica constructiva y preguntarle si le parece adecuado. Quizá tengamos que mencionar lo mucho que la queremos o amamos, y que no es una persona terrible; entonces podemos ofrecer la crítica. 

Hay una gran diferencia entre regañar y dar una sugerencia con respecto a lograr que la vida sea mejor, o a desempeñar mejor un trabajo. Esto también se ve afectado por la motivación que nos mueve y el tono de voz que usemos. Decir: “Estoy realmente molesto porque no hiciste bien ese trabajo”, y hacer una crítica detallada sobre la tarea, es muy diferente a decir: “Te pedí que hicieras eso porque estaba demasiado ocupado para hacerlo, es poco razonable de mi parte esperar que lo hagas exactamente de la manera en que me gustaría”. Con paciencia, podemos sugerir maneras de mejorar como: “No es exactamente la manera en que lo tenía pensado ¿podrías hacerlo así?”.

“El entrenamiento mental” budista: Darle la victoria a los demás

Yo trato de seguir la recomendación del entrenamiento budista llamado “entrenamiento mental” aunque prefiero el término “entrenamiento de actitudes” en la que aceptamos nuestra falla o derrota y le damos la victoria a los otros. Esto significa que decimos que es nuestro error por no explicar con suficiente claridad lo que queríamos. Esto le da la oportunidad a los demás para mejorar cuando nadie los está culpando. Esta es una forma indirecta y muy tibetana de hacerlo implícitamente; no hay necesidad de señalar a los otros sus errores, podemos echarnos la culpa nosotros mismos. 

Por ejemplo, en una ocasión, le pedí a alguien que tradujera algo de mi sitio web, pero en realidad esa persona no tenía experiencia, era su primera traducción. Cuando mandé su traducción a quienes estaban trabajando en la sección de ese idioma, me la regresaron con un gran número de correcciones, había demasiadas cosas incorrectas. Con una actitud de entrenamiento budista en actitudes, pude decir que fue mi culpa, no le había explicado claramente que esta sería su primera prueba y que no esperaba perfección alguna, y le dije que enviaría su traducción a revisión para que pudiera aprender de las observaciones y mejorar sus traducciones de esa manera. En realidad, fue mi error. Indirectamente, el nuevo traductor entendió el mensaje de tal manera que aprendió y sus traducciones mejoraron sin sentirse invalidado. 

Puedo aceptar esto a nivel personal, entre dos personas, pero qué pasaría en un nivel más amplio, como cuando una organización medioambiental tiene que enfrentarse a compañías industriales; ¿cómo podría hacerse una crítica de manera adecuada?

Existe una diferencia entre señalar hechos y condenar al otro por el daño que está haciendo. Al señalar hechos se presenta la información de manera objetiva; entonces tratamos de que las personas implementen políticas para actuar de acuerdo con la información. Insultar o etiquetar a los otros como maliciosos o malos, hace que quienes lo reciben se pongan a la defensiva y generalmente respondan atacando, ¿qué otro tipo de respuesta esperamos si estamos siendo tan agresivos?

Si estamos señalando debilidades en lo que otros están haciendo, es necesario ver el cuadro completo y no solo enfocarnos en un pequeño aspecto. Ellos también tienen una postura con sentido; si detenemos a toda la industria maderera en ciertos lugares, las personas de ahí dejarán de tener trabajo, ¿cómo van a mantener a sus familias? Es necesario que también se aborden estas preocupaciones con ideas para resolverlas, aunque las personas que estuvieran en riesgo de perder sus empleos fueran fabricantes de armas.

No podemos ser totalmente idealistas. Necesitamos encontrar una solución factible que resuelva las consecuencias negativas que derivarán de nuestra propuesta, de otra forma, vamos a ser nosotros el blanco del ataque. Si solo, idealistamente, decimos: “No más armas, no más nada”, ¿de qué va a vivir la gente?, necesita también haber un plan viable para estas personas, así estaríamos hablando de crítica constructiva y sería posible que se implementara un cambio, pues contarían con una alternativa.

Etiquetado mental: Dividir al mundo en dos categorías

Ya vimos este importante tema sobre las categorías y me gustaría continuarlo con el ejemplo de cómo dividimos al mundo en ganadores y perdedores. Aquí estamos entrando en el tema budista del “etiquetado mental”, que también se encuentra dentro de la discusión de la vacuidad. Esta dualidad de ganadores y perdedores es tan solo una pequeña variación de un tema mucho más amplio, y la palabra “categoría” es una palabra simple con la que la mayoría de la gente en Occidente puede relacionarse con facilidad. Así que veamos dichas categorías.

Las categorías son básicamente la manera a través de la que tratamos de entender al mundo y nuestra experiencia. Así que son totalmente creadas por nuestra mente, son cien por ciento construidas mentalmente. Podemos usar un ejemplo fácil de entender con colores, pero aclaro que no soy científico, por lo que les pido una disculpa si no soy preciso en mi exposición. Existe todo un espectro de longitud de ondas de luz, ¿cómo dividir este espectro de colores? Es algo totalmente arbitrario. En realidad, podríamos dividirlo de cualquier forma, porque no hay nada fijo desde el lado del espectro que divida a un color de otro. Cada cultura en particular decide inventando su propia definición de una categoría, determinando que el área entre tal y tal longitud de onda constituye una categoría de color.

No es relevante si lo definimos en términos de “de este número al otro” o en términos de “todo lo que sea más oscuro que esto es rojo y todo lo que sea más claro es anaranjado”, eso no importa. Estamos marcando los límites y dándole una definición. Este es el asunto que necesitamos examinar: ¿Son las definiciones inherentes en cualquier cosa o están determinadas por una cultura o por nuestra propia mente? El budismo afirma que definitivamente son creadas por nuestra mente, nosotros marcamos los límites y las definiciones estableciendo que esto es esto y aquello es aquello en el espectro de colores. No existen líneas afuera en el universo dividiendo al rojo del naranja; lo que sea que marque las bases para hacer la categoría es irrelevante; el punto es que los límites se establecen arbitrariamente. 

El lenguaje: Establecer patrones acústicos

La cultura también involucra patrones acústicos que podrían ser cualquier cosa, por ejemplo: “na, ran, ja”. Estos sonidos no tienen significado alguno inherentemente en el mundo, pero las culturas los juntan y establecen que tienen significado: “naranja”. 

Es como si estableciéramos una definición entre ciertos puntos en el espectro de colores. No es como si nos sentáramos a planearlo, pero así es como funcionan nuestros procesos mentales. Hacemos palabras y frases cuando los patrones acústicos se enlazan, pero son solo sonidos. Si escuchamos un idioma que nos sea completamente desconocido, quizá ni siquiera podamos diferenciar las palabras; son solo sonidos, y los sonidos no tienen ningún significado inherente. 

Diferencias sociales en categorías

Así que establecemos categorías, y cada sociedad hace divisiones. Algunas pueden hacer las mismas divisiones, pero no todas las sociedades dividen las cosas de la misma manera. Una cultura puede tener las categorías: “rojo”, “naranja” y “amarillo”, mientras que otra solo tenga: “rojo” y “amarillo”, con la mitad del naranja en el rojo y la otra mitad en el amarillo, o quizá su rojo se acerque más a lo que consideraríamos café.

Cuando estaba en Harvard había unos experimentos interesantes, en los que se mostraban diferentes colores a personas de diferentes culturas para que los identificaran. En el mismo cuadro algunos decían “azul” y otros decían “verde”. No hay nada inherente desde el lado del color. Diferentes culturas establecen diferentes conceptos y límites de colores y categorías, incluso entre personas dentro de una misma cultura puede haber diferencias.

Pensamiento conceptual

Aquí estoy introduciendo lo que en el budismo conocemos con el término de “conceptos”. Con el pensamiento conceptual, pensamos en término de categorías, y aunque estas están profundamente conectadas con el lenguaje, esto no siempre es así necesariamente. Los animales definitivamente piensan en términos de categorías, aunque no tengan palabras para nombrarlas. Un perro formula la categoría “mi amo”, y piensa en términos de esta categoría cuando está solo, encerrado o extraña a su dueño. Los perros tienen conceptos de territorialidad, enemigo, intruso y demás; aunque ninguna de estas sea una categoría verbal, sin embargo, son categorías. Tenemos que afirmar que un perro piensa conceptualmente en términos de estas categorías.

Si entendemos esto en términos de colores, podemos entonces aplicarlo a temas más sutiles, como las emociones. Así que lo que una cultura llama “celos”, otra cultura puede definirlo como algo ligeramente diferente. Como ya hemos visto, es posible que no quepa dentro del concepto tibetano que se indica con una palabra diferente, son construcciones mentales, así que no necesariamente coinciden. No es solo con las emociones perturbadoras, sino con todas las emociones, los límites no siempre coinciden exactamente. Aun la diferencia entre “envidia” y “celos” no es exactamente la misma para las dos palabras alemanas: “eifersucht” y “neid”. En alemán, una se enfoca a relaciones personales, mientras que la otra es más para cosas materiales. Así que no solamente estamos hablando de diferencias entre puntos de vista europeos y asiáticos; aun entre las culturas europeas, las categorías con relación a las emociones pueden definirse de maneras muy diferentes. Aunque las palabras se superponen en muchos casos, no son correspondencias exactas. Por lo tanto, dentro de un mismo idioma, pueden existir diferentes definiciones, entendimientos y usos de las palabras.

Convenciones

Esto quiere decir que, en cuanto a las emociones, no existen límites sólidos que determinen categorías en el espectro de las emociones. Es algo que se decide por lo que el análisis budista llama “convención”. Nos hemos puesto de acuerdo en convenciones. Establecemos nuestras propias convenciones para la manera en que vamos a llamar algo, es algo conveniente. De hecho, la palabra “conveniente” está relacionada con convención. Es conveniente para la comunicación y para la comprensión de lo que está sucediendo.

Pensémoslo, ¿es realmente verdadero que dos personas en una relación, aunque hablen el mismo idioma, puedan definir de manera muy diferente lo que la palabra “fiel”, o incluso “relación”, quieren decir? ¿Qué hace que nuestra convención sea más válida que la del otro? Tomemos un simple ejemplo como la educación, ¿qué es educado y que no es educado? y ¿todos los demás están mal? El error está en pensar que estas categorías existen por sí mismas y que el mundo, en realidad, existe en categorías inherentes desde su propio lado. “Inherente” significa que algo está totalmente establecido por sí mismo.

Definir características: Útiles imágenes de un libro para colorear

Encuentro útil usar imágenes de un libro infantil para colorear porque, aunque no sea de manera consciente, solemos pensar en el mundo como si existiera como un dibujo con líneas sólidas que delinean todo como “esto” o “aquello”. ¿Alguna vez tuvieron una de esas pinturas para colorear por número, que están divididas en diferentes partes en las que se indica qué color aplicar a cada una? Es como si las categorías estuvieran ahí afuera con una línea a su alrededor y un número asignado; pero todo esto es obviamente una estupidez. Los números son un ejemplo de esta falsa manera de pensar que las definiciones son algo inherente del lado de los objetos. Tenemos aquí este número, esta definición, por lo tanto, tenemos que pintar esta área de tal color, porque es algo inherente desde el lado del área. El término técnico budista para esto es “características definitorias”.

(meditación)

No es una gran sopa única 

El que digamos que no existen categorías o líneas inherentes ahí afuera, no quiere decir que todo el universo sea una gran, única e indiferenciada sopa. Es una conclusión errónea común pensar que todos somos uno y que no hay distinción alguna entre “tú” y “yo”. Si no existen límites, entonces puedo usar todo lo tuyo sin preguntarte; esta no es la conclusión a la que se tendría que llegar.

Necesitamos diferenciar. Las categorías y las palabras se relacionan con la forma en que son las cosas, se refieren a algo, pero el universo no corresponde a estas palabras o categorías. A lo que se refieren no corresponde con las referencias reales. Las palabras y categorías son convenciones, así que convencionalmente es verdad: “esta es mi casa, no es tu casa. Es mi pareja, no tu pareja”. Cuando usamos estas palabras y categorías, se refieren a algo, pero es solo una convención. Esta verdad convencional es cierta. 

Esto no significa que, como ganado, todo lo que tenemos tiene la marca “mío”, como si eso ya fuera así desde que salimos del vientre de nuestra madre, y las cosas en realidad correspondieran de manera permanente a categorías. Las categorías parecen algo fijo que podemos buscar en el diccionario y que, por lo tanto, los objetos están fijados a la palabra y al significado. Sin embargo, el universo no corresponde a esta idea. 

La conveniencia del lenguaje  

Al usar el lenguaje, sí se refiere a algo. Por supuesto que necesitamos el lenguaje, de otra forma, no podríamos comunicarnos. Si no tuviéramos categorías, no podríamos darle sentido a nada de lo que experimentamos. No podríamos reconocer que esto es una puerta y que eso otro también es una puerta, aunque en apariencia sean muy diferentes, ¿cómo podríamos funcionar sin estas categorías?, pero esto no solo se trata de palabras, sino también de significados. El budismo hace una diferencia entre “categorías auditivas” y “categorías de significado”. Que exista tal cosa como “puertas” definidas de tal y cual manera es una convención; el universo no comenzó con puertas. De cualquier forma, todos sabemos lo que es una puerta, independientemente de la palabra que tengamos para ella. Hasta una vaca sabe lo que es una puerta, porque no camina contra la pared cuando entra al establo; una vaca puede reconocer una puerta en diferentes construcciones. 

Queda claro que necesitamos todo esto y que no queremos deshacernos de ello, no se trata de pensar que son solo convenciones y que nos podemos olvidar de ellas. Estas convenciones son convenientes y las necesitamos para funcionar, pero también tenemos que saber que el mundo no corresponde a estas convenciones. 

Un buen ejemplo es un mapa. El mapa no es el territorio, y el mapa de las calles no son las calles. En muchas culturas no se tienen mapas y podría ser muy difícil explicar el concepto de un mapa a alguien de una tribu aislada, aunque nosotros lo demos por sentado. El mapa de una ciudad es útil pues se refiere al trazo de las calles en tal ciudad, pero el mapa no son las calles. No son del mismo color o tamaño ni nada por el estilo. Lo mismo con los conceptos y las categorías y el lenguaje que usamos. ¡Estos son puntos muy sutiles!

La relevancia: Ponerme a “mí” en una categoría

Es importante que no perdamos la relevancia de todo esto que es, principalmente, que ponemos al “yo” en una de estas categorías de ganador, perdedor, exitoso, fracasado, etc. Son tan solo categorías. Convencionalmente, una persona gana la carrera y otra pierde, eso es cierto: “Tú obtuviste el ascenso en el trabajo y yo no”, “mi pareja está ahora contigo y no conmigo”. Convencionalmente esto puede ser cierto y describir la situación actual, pero eso es todo lo que hace, describir la situación; no significa que ninguno de nosotros estemos sólidamente en esta categoría de “perdedores” o “ganadores”, y tampoco significa que además “no lo merecíamos”. 

Cuando todo esto realmente va asentándose en nosotros, realmente entendemos que es verdad, nuestra respuesta emocional a las situaciones se transforma totalmente. No tenemos una línea gruesa entre el entendimiento intelectual y el entendimiento emocional, en tanto que también son solo categorías. Cuando realmente entendemos algo, lo sentimos. No cambiaremos de una manera de ver las cosas a otra; el entendimiento realmente afectará definitivamente nuestras emociones.  

(meditación)

Más preguntas

Cómo ir más allá de lo conceptual

¿Cuál es la diferencia entre la cosa en sí misma y el concepto? La apariencia tiene que ver con el concepto que yo formo de ella y, conforme tengo mejores conceptos a lo largo del tiempo, ¿hay alguna manera de llegar al objeto mismo, más allá de los conceptos?

Es una buena pregunta y un tema que también tenemos en la filosofía occidental de “la cosa en sí misma”. En términos de conceptos y categorías, definitivamente, algunos son más precisos que otros y algunos son totalmente imprecisos. Existen diferentes criterios para determinar la precisión, pero esa sería una larga discusión sobre cognición válida.

Si formulara la pregunta de una forma budista, sería si en realidad podemos encontrar al objeto, a la cosa en sí misma, e ir más allá del concepto. Esta es una pregunta que se aborda de manera muy seria en la filosofía budista, para la cual encontramos diferentes niveles de explicación. Es difícil saltar a la explicación más sutil y sofisticada, así que podemos ir abordándola en etapas, ¡eso toma muchos, muchos años! Todo el asunto de la vacuidad, en su nivel más profundo, es abordar el tema de si cualquier cosa se puede encontrar de manera última o no. 

Por consiguiente, no hay una respuesta sencilla. ¿Qué prueba que algo existe? En el budismo la palabra “existe” se define como algo que es “válidamente conocible”. Es posible que yo crea que hay un invasor de la quinta dimensión bajo mi cama, pero ese no es un pensamiento válido. No está ahí, sin importar qué tanto creamos que existe. Así que también tenemos una larga discusión sobre lo que significa “válidamente conocible”; de todas maneras, el solo hecho de que yo piense algo, eso no prueba su existencia.

Las explicaciones menos sofisticadas aceptan todo este asunto sobre las categorías y las convenciones, pero dicen, sin embargo, que hay un objeto que se puede encontrar al que se refieren los conceptos y las palabras; si lo podemos encontrar, entonces eso prueba que existe. Cuando decimos “flor”, claro, es una categoría y una convención, pero ahí está esa flor que ha crecido en la tierra, por sí misma. Eso es lo que esta explicación dice que prueba que existe; lo que puede ser encontrado es el referente de la palabra que se usa para designarlo.

No estamos hablando a un nivel simplista en el que no podemos encontrar al invasor bajo nuestra cama, pero podemos encontrar un gato. No estamos hablando a este nivel de literalmente encontrar algo; de otra forma, nunca encontraríamos las llaves o nuestro camino de regreso a casa. 

Lo que analizamos es si las características definitorias del lado del objeto bajo la cama, que lo hacen ser un gato, pueden probar en realidad que ahí hay un gato. Tiene una cola larga, hace un sonido peculiar cuando lo acaricias y cosas así. ¿Dónde está esa característica definitoria? y ¿puedo encontrarla?, ¿está en esta célula?, ¿está en la cola?, ¿está en las garras?, ¿dónde está? A medida que lo vemos más cercanamente, aún bajo un microscopio, nos daremos cuenta de que no podemos encontrar al “gato”.

¿Existe algo del lado del gato que lo hace ser un objeto conocible?, ¿existe una línea a su alrededor que lo separe de lo que es un átomo fuera de él?, ¿y qué hay con el espacio entre sus pelos que no es el gato?, ¿existe una línea a su alrededor que lo haga un objeto sólido? No podemos encontrar tal línea. ¿Dónde comienzan los átomos del gato y terminan los del aire a su alrededor? No hay tal línea. ¿Dónde está la línea que separa los campos de energía de los dos átomos? ¿Se puede encontrar?

Esto va más profundamente que solo pensar en categorías. Proyectamos que las características definitorias están del lado del objeto, generando así una línea a su alrededor, y convirtiéndolo en una “cosa” totalmente conocible. Proyectamos que el objeto tiene algo en sí mismo que lo hace ser una cosa individual y conocible, independientemente de la categoría en que lo pongamos. Todo esto es una construcción mental; no deberíamos pensar que cuando entendemos conceptos como “gato” o “invasor” estamos entendiendo todo, pues es mucho más profundo que eso. Está la categoría más profunda de “cosa” conocible; no podemos encontrar una “cosa”, no hay nada allá afuera que haga que algo pueda ser una “cosa” conocible con una línea a su alrededor.

Las convenciones no prueban que el objeto pueda ser encontrado

¿Podemos medir la concentración del pelo de un gato?

Esa también es una convención en la que decimos: “Arriba de este número está esto y abajo del número está esto otro”. Todas estas son convenciones. Tampoco estamos diciendo que todo sea una gran sopa, que sería el otro extremo. El extremo en el que generalmente caemos es que en realidad hay algo que podemos encontrar ahí afuera, inherente desde el lado del objeto, que no es una convención. Construir la categoría de dónde termina el gato sobre la base de la densidad de su pelo, sigue hablando de números, pero ¿dónde está la línea? Sigue siendo una convención, pero no estamos negando que las convenciones funcionen. 

Decir que algo se puede encontrar, no prueba que exista. Es como decir que lo que prueba que yo existo es que puedo ir a la quinta dimensión, que es una razón totalmente ridícula. Primero que nada, porque la quinta dimensión no existe como un lugar que pueda encontrarse, así que ¿cómo podría llegar ahí?, eso es algo que no podemos encontrar. Finalmente, no podemos decir que nada que se pueda encontrar del lado del objeto, prueba que dicho objeto exista. Lo único que podemos decir es que meramente tenemos convenciones, que tenemos un gato, y que los límites convencionales entre perros y gatos son de esta manera o de esta otra. Quedémonos satisfechos con esto, porque sobre estas bases funciona todo. De esto se trata la vacuidad. Es imposible ser encontrable. En última instancia, no podemos hacer declaraciones en términos de qué prueba, desde el lado del objeto, que algo exista; eso es lo que está vacío. 

El gato es una convención, y se refiere a esa cosa debajo de mi cama. Pero ¿dónde podemos encontrar tal cosa? No podemos ¿está en este átomo o en aquella célula? Bueno, no podemos encontrarla.

Lo mismo sucede con el “yo”. Decimos: “Yo perdí mi trabajo” que obviamente se refiere a algo, pero no hay nada del lado del “yo” que pueda ser encontrado y que me haga ser un perdedor por su propio poder. ¡No hay nada inherentemente perdedor en nosotros mismos! Entonces ¿es este “yo” tan solo un concepto? Abordaremos más esto en la siguiente parte. Un gato no es solo un concepto, porque no todo es solo una ilusión en nuestra cabeza. El lenguaje puede ser engañoso, así que necesitamos ser cuidadosos. Eventualmente tendremos que ir más allá del lenguaje, porque nos da la idea equivocada, pero por el momento, necesitamos trabajar con él, de otra forma no podríamos comunicarnos.

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