Ejercicios para ajustar los diez factores mentales innatos

Preguntas y respuestas

Comencemos nuestra sesión con algunas preguntas.

Karma

Me pregunto si esta afirmación es correcta o no: cada percepción que tenemos a través de nuestros seis sentidos, junto con los factores mentales, es nuestro karma, nuestro karma acumulado en el pasado. ¿Son las percepciones que percibo a través de mis seis sentidos karma o no? 

Bueno, en realidad no. Con el karma de lo que estamos hablando es simplemente del impulso. El impulso acompañará a la percepción sensorial o al pensamiento mental y llevará a la conciencia y a los factores mentales acompañantes a hacer algo más con su objeto en el momento siguiente. Hay varias teorías y diferentes presentaciones del karma en el budismo, pero según la menos complicada, el karma es siempre este impulso mental.     

Tenemos karma mental, físico y verbal; en otras palabras, impulsos que nos llevan a realizar una acción de cuerpo, palabra o mente. De las diversas acciones que son provocadas por el karma, tenemos, como su repercusión, varias tendencias y fuerzas positivas y negativas, etc., que maduran en varias cosas. ¿En qué maduran? Por ejemplo, maduran en lo que tenemos ganas de hacer y pretendemos hacer, y esto es similar a lo que hemos hecho antes. Posteriormente, lo que sigue sería, junto con la intención, el impulso que nos lleva a hacerlo.       

Por ejemplo, veamos un tipo de comportamiento destructivo como regañar a alguien. En esta situación, lo que nos apetece hacer es regañar a la persona. Esta persona acaba de decir algo o hacer algo que pensamos que está mal y por eso tenemos ganas de regañarla. Tener ganas de regañarla es lo que madura de las tendencias previas de actuar y responder así. Lo que sigue es la intención de en realidad regañar a esta persona o, a menudo, podría ser la intención de pensarlo primero para decidir hacerlo. Si ese es el caso, entonces, junto con esa intención, tenemos el impulso de pensar en regañarla. A esto se le llama "impulso kármico incitador", porque puede provocar luego otro impulso kármico de realmente regañarla, aunque, por supuesto, podemos cambiar de opinión y decidir más tarde no hacerlo.                  

Junto con esa intención habría una emoción positiva o negativa acompañante. La intención y esta emoción juntas son lo que llamamos “motivadores” o, simplemente, motivación. En este caso, es la "motivación causal". Esta motivación causal podría ser, por ejemplo, que queremos corregir a la persona. Está cometiendo errores y realmente nos interesamos en ella. Entonces, hay un aspecto compasivo que acompaña nuestra intención de regañar. Entonces tendremos una línea de pensamiento, provocada por el impulso kármico incitador, que dice: “Voy a regañar a esta persona. La próxima vez que la vea, definitivamente la voy a regañar”.

Después de eso, cuando vemos a la persona, con la intención de regañarla, tendríamos lo que se llama un "impulso kármico incitador". Este es el impulso que nos lleva, en el momento siguiente, a la acción verbal de regañarla.      

En el momento en que pensamos en regañar a la persona, la intención era regañarla, y la motivación tal vez era la compasión. La compasión es lo que se llama motivación causal. Sin embargo, cuando estamos realmente en la situación y tenemos el impulso que nos lleva a decir algo, nuevamente, la intención es regañar a la persona. Sin embargo, debido a que estamos en el calor de la situación, la emoción detrás de ella podría ser la ira. Ese suele ser el caso. Al principio teníamos una supuesta buena motivación, pero en la situación real, nos enojamos. A eso se le llama "motivación contemporánea". Es contemporánea, lo cual significa que surge al mismo tiempo de que en realidad estamos a punto de involucrarnos en la acción y luego realmente nos involucramos en ella.                 

El impulso, la intención y la emoción acompañante van a continuar porque necesitamos algo que nos lleve a seguir regañando a la persona. Sin embargo, el regaño se ha convertido en gritos. En algún momento, algo tendrá que cambiar. Habrá el impulso de dejar de gritar, de terminar, junto con la motivación de por qué dejaremos de gritar. Es un proceso continuo.       

Cuando hablamos de las repercusiones y el resultado kármico de todo eso, podemos ver que, debido a que la motivación y el impulso real son factores separados aquí, pueden tener resultados diferentes. Debido a que estamos gritando palabras duras y demás a la persona, eso podría tener un resultado. Sin embargo, la motivación causal es la compasión, y eso tendrá un tipo de resultado diferente.      

Podemos ver con este ejemplo que la motivación para pensar en hacerlo y la motivación con la que realmente lo hacemos podría ser bastante diferente. Es muy importante comprender lo que entendemos por motivación en el budismo. Establecemos nuestra motivación antes de una enseñanza. Eso en realidad significa tanto una intención como una emoción acompañante. La intención es alcanzar la iluminación para ayudar a los demás. La emoción que hay detrás es la compasión. Esta combinación es lo que llamamos motivación en el budismo. A menudo, en Occidente pensamos que la motivación es solo el aspecto emocional.

Para repasar brevemente, con esta explicación, el karma no es la acción. El karma es el factor mental del impulso que nos lleva a la acción. La acción en sí es la secuencia de comportamiento a la que conduce el impulso. Sin embargo, lo que percibimos en el momento en que todo esto está sucediendo no es karma.        

No obstante, quizás lo que intentabas preguntar implica algo más. Usamos la palabra "karma" en un sentido muy vago en Occidente, por lo que diríamos que es nuestro karma que vimos tal o cual objeto o que nos encontramos con un accidente o lo que sea. Quizás esto es lo que estás preguntando. Entonces, aquí en Occidente también llamamos al resultado del karma con la misma palabra, "karma".    

¿Nuestras experiencias y percepciones son el resultado del karma? Por ejemplo, te veo y te escucho haciendo una pregunta. El hecho de que entraras en la habitación y me hicieras una pregunta no es el resultado de mi karma. No soy responsable de eso. Tú eres responsable de eso. Eso puede sonar extraño, pero mucha gente malinterpreta el karma de esa manera. Piensan que cuando alguien es atropellado por un automóvil, es el karma de la persona lo que hace que alguien lo golpee con el automóvil. No es así. En lo que madura el karma es en que seas tú a quien yo experimento ver entrar en la habitación y hacer una pregunta. Eso es de mi karma. Sin embargo, que tú entres en la habitación y hagas una pregunta, es el resultado de tu karma.       

Pero no sobre-exageremos el karma como la causa de lo que sucede. Eso es solo un factor involucrado. También está la causa de que alguien organizó este curso, que alguien construyó este edificio, alguien voló el avión que me trajo aquí y también que alguien inventó el avión. Hay muchas, muchas causas. En el análisis budista, en realidad hay veinte tipos diferentes de causas que están involucradas en lo que sucede.  

Los tres criterios para una etiqueta mental válida 

Cuando surge un holograma mental en mi mente, cuando veo a una persona o una situación, ¿cómo discrimino si corresponde a la realidad?   

¿Cómo discriminamos cuando surge la apariencia, un holograma mental, que corresponde o se refiere a la realidad? Según el gran maestro budista indio Chandrakirti, hay tres criterios que deben cumplirse para establecer que una cognición es válida.       

Primer criterio: una convención

La primera es que debe haber una convención. ¿Qué es una convención? Por ejemplo, con los seres humanos, existe la convención de que cuando están felices, sonríen. Con los perros, existe la convención de que, cuando están felices, mueven la cola. Los humanos no mueven la cola. Es un ejemplo tonto, pero existen convenciones generales y convenciones individuales específicas. Por eso, cuando hablamos de estas formas en las que funciona nuestra actividad mental, una de ellas es unir las cosas en un patrón y ver que encajan igualmente en un patrón. Básicamente, hay ciertos patrones que son convenciones.        

Hay convenciones generales. Como dije, está el sonreír. También puede ser un ceño fruncido, cuando la cara está arrugada si estamos preocupados por algo o algo está mal. Entonces, hay ciertas expresiones, incluidas las más generales y algunas que incluso podrían ser específicas de una cultura en particular.

Además, puede haber algunas muy específicas. Cuando alguien está molesto, tenemos que conocer a la persona. Con una persona, la convención podría ser que hable mucho. La convención de otra persona podría ser que no dice nada; es muy callada y retraída. Tiene que encajar válidamente en una convención que sea apropiada.         

Esto es muy complicado porque podríamos encajar cierto patrón de comportamiento de alguien en la convención equivocada e interpretarlo incorrectamente. Digamos que nuestra convención de alguien que nos ama y cómo demuestra su amor es decir con frecuencia “te amo” y abrazarnos y darnos afecto físico. Sin embargo, esa podría no ser la convención de la otra persona sobre cómo expresa y muestra el amor. Puede ser que realmente cuide de alguien y demás, pero no se manifiesta a nivel físico. Sin embargo, debido a que no muestra afecto físico y no dice “te amo” todo el tiempo, la apariencia o el holograma es que no nos ama. Sin embargo, eso es incorrecto porque estamos encajando su comportamiento en la convención incorrecta.                  

Para usar la analogía que se le ocurrió a un psicólogo, lo que necesitamos aprender es aceptar pagos en diferentes monedas. Queremos que nos paguen en lats y la otra persona paga en euros. Tenemos que aprender a aceptar la otra moneda y reconocer que es equivalente.  

Segundo criterio: No es contradicho por una mente que ve válidamente la verdad convencional

Entonces, el segundo criterio es que la apariencia no sea contradicha por una mente que ve válidamente la verdad convencional. Un ejemplo de esto podría ser que pensamos que escuchamos a alguien decir algo realmente desagradable o lo que sea, pero no lo escuchamos correctamente. Cuando le pedimos a alguien que lo escuchó que repita lo que se dijo, en realidad fue algo completamente diferente. Escuchamos incorrectamente. Por lo tanto, fue contradicho por una mente o alguien que escuchó válidamente lo que se dijo. Por eso es muy importante que, cuando sucede algo extraño, pidamos más información o le pidamos a alguien que repita lo que sucedió y confirmemos que no escuchamos mal, entendimos mal o vimos mal. Por ejemplo, queremos que nuestro amigo apague el horno y lo apagó cuando no estábamos viendo. Luego los acusamos de no apagarlo porque no lo vimos hacerlo.    

Tercer criterio: No es contradicho por una mente que ve válidamente la verdad más profunda

El tercer criterio es que no es contradicho por una mente que ve válidamente la verdad más profunda. Hay muchos niveles de eso, pero veamos esto en un nivel muy simple. Supongamos que alguien nos dice algo desagradable, o no se presenta a una cita o a una reunión, y entonces perdemos totalmente de vista todo en nuestra relación y toda la historia, y simplemente nos enojamos y lo convertimos en algo concreto como: “Ya no me amas y hemos terminado”, y demás. Esto se contradice al ver la verdad más profunda, que este es solo un pequeño incidente en toda una relación. Es mejor no explotar ni exagerarlo todo.        

¿Alguna otra pregunta?

Convenciones generales

Mi pregunta es sobre las convenciones generales. Si todos los que están en un determinado grupo cambian esa convención, ¿eso significa que entonces podemos cambiar la realidad? Por ejemplo, podemos ordeñar un dibujo de una vaca, etc.

Bueno no. No creo que ese sea el caso. El hecho de que todos piensen que podemos ordeñar un dibujo de una vaca no significa que todos puedan.

Sin embargo, ¿qué sería un cambio de convención? Cuando era niño y me encontraba con un amigo, quizás nos dábamos la mano, pero sobre todo en los Estados Unidos, había poco contacto físico. Toda esa generación se crió según la forma de sus padres en su mayor parte y no mostraban mucho afecto físico; por supuesto, había excepciones. Sus padres vivieron en esta generación de la depresión económica antes y durante la Segunda Guerra Mundial y se vieron afectados por eso. Entonces, mi generación reaccionó al revés y cambió. Decidimos que nos gustaba el afecto físico y así, con el tiempo, la convención cambió. Cuando nos encontrábamos con un amigo, nos abrazábamos.    

Este cambio de convención puede entenderse de muy distintas formas. El abrazo se entendía de manera muy diferente cuando yo era un niño, y un apretón de manos se entiende de manera muy diferente ahora. Cuando alguien solo nos da la mano ahora, lo más probable es que sea un conocido y no realmente un amigo. En la época en que la gente se limitaba a dar la mano o no hacía nada, dar un abrazo se hubiera interpretado como una especie de avance sexual. Obviamente, hay muchos ejemplos similares. Las cosas cambian todo el tiempo, ¿no es cierto?     

Ejercicios para ajustar los diez factores mentales innatos

Hay ejercicios que podemos hacer, y el primero nos muestra que es posible ajustar nuestros factores mentales. Trabajaremos con cada uno de estos diez factores mentales, y lo que descubriremos es cómo diferentes factores mentales cambiarán la fuerza de otros factores mentales.

Impulso: Ejercicio

Empezaremos por los impulsos. Solo estamos viendo alrededor de la habitación y tal vez veamos este suéter que he puesto en medio de nuestro círculo, pero no es muy interesante o relevante para nada. Por favor, hagan eso.

No hay ninguna razón particular para ver el suéter, excepto quizás la curiosidad. “¿Por qué puso el suéter allí cuando hace tanto calor y estamos sudando?”. Sin embargo, imaginen que hace mucho frío en esta habitación. Es invierno, la habitación no tiene calefacción y tenemos frío. Entonces, hay mucho interés en ese suéter. Claramente, debido a las circunstancias, surgirá el impulso de verlo realmente con interés, ¿no es así? Si imaginamos tener frío, se ve bastante bien. Lo que se puede confirmar de esto, de ese impulso, es que, si nos motiva una actitud considerada, en el sentido de que nos interesamos por algo o alguien, entonces podemos generar el impulso de ver cómo les está yendo. Es como cuando hacía frío, teníamos el impulso de mirar el suéter. Si realmente nos interesamos por otra persona cuando nos llama por teléfono, no estaremos hablando todo el tiempo de nosotros mismos. Tendremos el impulso de preguntarle cómo está y qué le ha estado sucediendo.              

¿Acaso no conocemos todos personas que nos llaman y solo hablan de ellas mismas? ¿Que nunca preguntan cómo estamos ni muestran ningún interés en nosotros? No es muy agradable, ¿verdad? De hecho, podemos generar ese impulso de preguntarle a la otra persona: "¿Cómo estás?" si nos importa. Nos tomamos a los demás en serio. Son humanos y también tienen sentimientos. Algo ha estado sucediendo en su vida también, así que estamos interesados. Dejemos que eso se asiente. Es muy interesante.     

Su Santidad el Dalái Lama estaba enseñando en Toulouse, Francia, hace poco más de una semana, y explicó la diferencia en la dirección y el flujo de nuestra energía entre lo que llamamos en sánscrito, shamatha vipashyana. Shamatha es un estado mental tranquilo y estable, a veces denominado morar en calma. Vipashyana, vipassana en pali, es un estado mental excepcionalmente perceptivo. En ambos estados mentales, tendríamos el mismo objeto de enfoque.               

Cuando nos enfocamos en el objeto mientras intentamos lograr vipáshana, la energía es expansiva. Está saliendo, tratando de ver todos los detalles de una manera analítica. Por ejemplo, en nuestro caso, estamos pensando en este tema de un impulso. Hemos aprendido que, con una motivación adecuada, podemos generar el impulso de preguntarle a alguien cómo le va. Estamos contemplando todos estos detalles, todas estas diferentes facetas de ello y tal vez otros ejemplos y demás. De esa manera, la energía sale y se expande. Podríamos enfocarnos en una cosa, que es el impulso de preguntarle a alguien cómo está. La forma vipáshana de verlo incluye todos los aspectos de la motivación, porque son humanos, tienen sentimientos como nosotros, hay cosas que suceden en su vida, etc. Eso es expansivo.           

Ahora, con shámata nos enfocamos en ese mismo objeto, en este caso, el impulso de preguntarle a alguien cómo está. La energía se está cerrando, enfocándose cada vez más. En lugar de salir, la energía está entrando. A veces lo describo como "dejar que se asiente". Es una experiencia de quedarse con "puedo hacer eso". La energía se dirige a todos los detalles, pero realmente se enfoca en esta única cosa. El objeto es el mismo, pero la forma en que la mente se involucra con él es de una manera expansiva o de una manera enfocada, saliendo o entrando.    

Esto me parece realmente genial. En todos mis años de estudio y práctica del Dharma, nunca había escuchado una explicación tan clara y excelente de cómo realizamos estos dos tipos de meditación y qué está pasando con nuestra energía. Es muy, muy útil.  

De acuerdo, así que dejemos que esto se asiente. Nos estamos enfocando en el punto crucial de que, con una motivación adecuada, podemos afectar qué impulso surja. Será el impulso de preguntar cómo está alguien. Lo que se sigue es enfocarnos en la decisión de que vamos a intentar hacer eso. Podemos recordar hacer eso cuando llamamos a alguien o alguien nos llama. Cuando alguien nos pregunta cómo estamos, podemos decirle un poco, pero no continuamos durante quince minutos. Después de un rato, podríamos decir: “Bueno, ya basta de mí. ¿Cómo estás tú?”. Entonces, tenemos un poco sobre la otra persona, un poco sobre nosotros mismos, y es una comunicación real, sensible hacia ambos. Mientras hablamos de mí, de mí, de mí, luego, debido al interés por la otra persona (recordemos nuestra actitud considerada), surgirá el impulso de preguntarle: “¿Cómo estás?”.          

Distinguir: Ejercicio

Con la distinción, podemos distinguir muchas cosas cuando miramos alrededor de la habitación. Usando nuestro ejemplo del suéter, nuevamente, si estuviéramos interesados, distinguiríamos ese suéter del fondo. Y si estuviéramos preocupados por la moda, podríamos estar revisando el escote para ver si tiene cuello en V o cuello alto. Queremos distinguir eso, ¿no es así? Además, con interés en esto, podemos distinguir las mangas de la parte principal del suéter. 

Asimismo, si nos interesa, podemos optar por distinguir la expresión del rostro de alguien. Por lo general, ni siquiera prestamos atención a eso, pero si estamos realmente interesados en cómo le está yendo a esa persona, entonces distinguimos. Quizás no se vea tan bien hoy, por ejemplo. O, simplemente por la forma en que está vestida, es obvio que algo anda mal. Pero tenemos que distinguir eso. Podemos elegir hacer eso y podemos realmente hacerlo. Todo se interconecta aquí. Distinguimos cosas porque las consideramos importantes.    

Por ejemplo, una persona no se peinó. Su convención normal es peinarse, aunque mucha gente en estos días nunca se peina. De donde yo vengo, en Alemania, nadie se peina, no lo consideran demasiado importante. Sin embargo, aquí parece que todo el mundo se peina. Podríamos darle demasiada importancia a esta observación del cabello despeinado y luego encajarlo en la convención incorrecta. Podríamos pensar que esta persona está realmente de mal humor, por lo que no se peinó. También podría encajar en la convención de que estaba muy ocupada y no tuvo tiempo para peinarse. Claramente, la forma en que interpretamos lo que distinguimos es muy importante. No se trata de darle mucha importancia a estos detalles, sino observarlos, distinguirlos.      

Atención: Ejercicio

Entonces, el siguiente factor a practicar es la atención. Miremos alrededor de la habitación y notemos que ciertas cosas captarán nuestra atención y que nos involucramos enfocándonos en ellas. Otras cosas no nos llaman la atención y no les prestamos atención. Algunas personas prestan mucha atención a lo que visten otras personas. A algunas personas no les importa lo que llevamos puesto, y nunca le prestan atención. Nuevamente, ¿qué consideramos importante? Lo que nos importa afecta aquello a lo que prestamos atención. Por lo tanto, si cambiamos lo que consideramos importante y relevante para nosotros, entonces podemos cambiar aquello a lo que prestamos atención.               

Volvamos al suéter como ejemplo. Digamos que somos alérgicos al pelo de gato y queremos ponernos el suéter. Prestaríamos mucha atención al suéter para distinguir si hay o no pelo de gato en el suéter. ¿Por qué haríamos eso? Lo haríamos porque somos alérgicos al pelo de gato. Hay interés, y de esa manera prestamos atención, el tipo de atención minuciosa que le damos para ver si tiene pelo de gato.      

Por favor, inténtenlo y vean por ustedes mismos cómo prestar atención al suéter de manera normal y luego cambiar y prestar atención porque tiene pelo de gato, es una forma completamente diferente de prestar atención, ¿no es así? “¿Tiene pelo de gato? Quizás esté del otro lado”. Ahora tendríamos la intención de mirar del otro lado. Sin nuestra preocupación por el pelo de gato, no nos importaría si hay pelo de gato en el otro lado. ¿Por qué pensaríamos en querer mirar del otro lado?         

De manera similar, digamos que, si alguien está enfermo, podríamos prestar atención a cómo camina. ¿Está caminando de manera estable? ¿Sigue tembloroso? Prestaríamos atención a diferentes cosas. Eso cambiaría, y nuevamente podemos cambiar eso a propósito.    

Otro ejemplo es prestar atención a cuánto y qué tan rápido comemos. Digamos que tenemos un problema con comer demasiado y muy rápido. Si comemos demasiado rápido, no recibimos la señal de nuestro cerebro cuando estamos llenos. Vamos demasiado lejos antes de que el cerebro realmente envíe el mensaje de que estamos llenos. ¿Con qué frecuencia prestamos atención a la rapidez con la que comemos? Para la mayoría de nosotros, no es muy frecuente.    

Eso es en realidad un gran problema de sensibilidad a veces. ¿Han comido alguna vez con alguien que come muy, muy despacio? La persona que toma el tenedor, juega con la comida, toma un poco, y luego comienza a hablar y deja el tenedor. Entre cada bocado, siempre baja el tenedor y nos volvemos locos porque queremos irnos, pensando: “¡Termina de comer ya!”.   

Sin embargo, podría ser al revés. Estamos con alguien que simplemente devora su comida como un perro, y nos sentimos realmente raros de que nos esté tomando más tiempo. Nuevamente, debemos prestar atención a cómo comemos. En cuanto a la otra persona, ¿está ocupada? ¿Quiere un almuerzo agradable y tranquilo que le tome dos o tres horas o necesita volver al trabajo? Después de determinar esto, si realmente no podemos comer rápido, seamos lo suficientemente sensibles como para decir: “No tienes que esperar hasta que termine. Como despacio”. Dejemos que los demás elijan. Eso es ser sensibles. Una vez más, todo se reduce a la actitud considerada y a aquietar nuestra mente para poder prestar atención a algo más que solo a nuestra conversación. Nos importa, por eso prestamos atención. Distinguimos. Quizás la otra persona está mirando su reloj y está claro, por su lenguaje corporal, que realmente necesita irse. Prestemos atención a eso. Distingámoslo. Podemos decidir hacer eso y podemos hacerlo.             

Darse cuenta que contacta y sentir cierto nivel de felicidad o infelicidad  

En términos del darse cuenta que contacta, recordemos que esto diferencia la experiencia del contacto con un objeto como agradable, desagradable o neutro. Esto se ve afectado por muchas otras variables, ¿no es así? Cuando consideramos algo como algo que nos gusta, es agradable tener contacto con él. Olemos que se está preparando nuestra comida favorita y entonces nos gusta. Por lo tanto, tenemos un darse cuenta que contacta agradable con ese objeto porque tenemos la costumbre de que nos guste, así que es agradable. Cuando prestamos atención a algo que no nos importa, entonces es desagradable.                  

Digamos que somos vegetarianos y pasamos por una carnicería con todos estos trozos de carne colgando. Debido a que no nos gusta la carne, y tal vez tengamos algunos pensamientos fuertes al respecto, entonces es muy desagradable ver esa carne colgando en la carnicería, ¿no es así?

Nuevamente, esto es algo que puede cambiar.

Ejercicio #1

Practiquemos de nuevo en la forma en que miramos el suéter. Veamos conscientemente el suéter como nuestra prenda favorita que nuestro ser querido ha tejido especialmente para nosotros. Cuando lo miramos con esa actitud, entonces, por supuesto, es muy agradable verlo y nos alegra verlo. Nos recuerda a nuestro ser querido que lo tejió para nosotros. Incluso si hace calor y no tenemos intención de usarlo ahora, es bueno verlo. “Oye, mi madre tejió eso para mí”. Esto es especialmente cierto si nuestra madre ya falleció, como es mi caso. Tengo una bufanda que me tejió mi madre y siempre me da un gran placer verla y usarla.   

Esto encaja bien con el entrenamiento budista de reconocer a todos han sido nuestra madre. Que se trate de nuestra madre, padre o mejor amigo, en realidad es irrelevante. La cuestión es que siempre que vemos a alguien, es agradable. “Es muy bueno verte”. Notamos esta cualidad con Su Santidad el Dalái Lama. No importa con quién se encuentre, es un placer para él. Está tan feliz de encontrarse con alguien, de ver a alguien. A partir de este tipo de entrenamiento, el darse cuenta que contacta con cualquiera que nos encontremos, incluida la mosca que entra en nuestra habitación, es realmente agradable.     

Hay tantas formas diferentes de entrenar en el budismo, como ver que estamos relacionados con todos, que todos de alguna manera han sido amables con nosotros, todos son iguales, que todos quieren ser felices, etc. Desde este punto de vista, cada vez que tenemos un darse cuenta que contacta con alguien, es placentero, agradable y entonces nos sentimos felices. Cuando una persona generalmente nos está molestando e incomodando, en lugar de tener una sensación automática de: "Uf, no tú otra vez", es agradable. Honestamente podemos decir: “Es bueno que hayas llamado, pero ahora estoy ocupado. Hablemos en otro momento”. Incluso con alguien muy desafiante, podemos estar felices de que nuestro maestro de la paciencia haya llegado.        

Esto es realmente muy profundo. Un cambio de actitud puede afectar cómo experimentamos las cosas en la vida. ¿Es bonito o no muy bonito? ¿Es agradable o desagradable? De hecho, podemos cambiar eso.   

Les daré un ejemplo extremo de mi propia experiencia. Solía tener una picazón crónica, y es muy gracioso que, cuando empiezo a hablar de eso, en realidad me da comezón nuevamente. Esta terrible picazón crónica estaba en mi cabeza y nadie podía averiguar qué la estaba causando. Sin embargo, en cualquier caso, la propia actitud hacia ella es muy importante porque normalmente consideraríamos una picazón como un sufrimiento terrible. Tendríamos que destruirla rascándola, lo que, por supuesto, solo empeora la comezón si es de tipo crónico. Sin embargo, cuando pude hacerlo, que no siempre fue así, considerarla un placer me ayudaba. Esto se debe a que en realidad no es dolor. Es un placer muy intenso. Es demasiado, así que tenemos que destruirlo. Sin embargo, cuando me relajé lo suficiente y encontré una manera de verlo como una sensación agradable, entonces pude lidiar con eso. Claramente, este es un cambio de actitud. Afecta mucho la forma en que experimentamos las cosas.   

Hay tantos factores que podemos cambiar. Es realmente asombroso. A medida que envejecemos, tenemos dolores y molestias. Nos duelen las articulaciones, nos duele la espalda o lo que sea. Nuevamente, si le prestamos atención y lo convertimos en algo realmente horrible, nos sentimos miserables. En lo que tenemos que entrenarnos es en notar que, cuando nos duela la cadera, por ejemplo, podemos pensar: "¿Y qué?". Realmente no tenemos que prestarle atención. Podemos concentrarnos en algo más en nuestra experiencia que esté sucediendo junto con el dolor de cadera, y puede ser agradable y podemos disfrutarlo, aunque nos duela la cadera. Eso es lo que llamamos "aprender a vivir con eso". Es una lección muy importante de aprender, porque la mayoría de nosotros tendremos dolores y molestias en diferentes momentos de nuestra vida. Nuestro amigo mayor que está en la parte de atrás de la habitación está de acuerdo. Así es como nos ocupamos de eso.     

Ejercicio #2

Volvamos a nuestro ejemplo del suéter. Ahora, enfoquémonos en el suéter como una molestia. Es una molestia porque deja pelusa por toda nuestra camisa cuando lo usamos. Cuando esa es nuestra consideración, que realmente no nos gusta usar este suéter porque siempre deja pelusa en nuestra camisa, entonces es desagradable verlo. Digamos que tenemos algunos suéteres en nuestro cajón y este lo evitamos y realmente no queremos usarlo. Cómo consideramos algo hace una gran diferencia.   

Estoy pensando en otros ejemplos: hemos ganado peso a lo largo de los años y la ropa favorita que tenemos, ya sea una camisa o una chaqueta que antes nos quedaba, ahora ya no nos queda. La forma en que experimentamos verlas es muy diferente, ¿no es así? Por tanto, allí todo es una variable.

Nuevamente, este darse cuenta que contacta puede cambiar, ya que es una variable. Puede resultar muy agradable. Por ejemplo, nos alegra ver a alguien, pero también distinguimos que está molesto y no es muy agradable ver que está molesto. No estamos muy contentos de ver que está molesto. En este caso, hay una mezcla de sentimientos. ¿De qué estamos felices? ¿De qué estamos infelices? En esta interacción, como estamos felices de ver a nuestro amigo y es agradable verlo, aunque no es agradable ver que está molesto y no estamos muy contentos por eso, no permitimos que eso anule el hecho de que es bueno verlo. Si nos enfocamos demasiado en lo desagradable de ver a nuestro amigo molesto y le damos demasiada importancia a eso, entonces esto puede deteriorar en no querer escuchar sobre sus problemas. Es la sensación de que tenemos suficiente con nuestros propios problemas, y entonces ya no es agradable estar con nuestro amigo. Obviamente, la prioridad y la importancia que le damos a estas cosas es crucial para que podamos seguir siendo sensibles a la persona. En consecuencia, escuchamos sus problemas y tratamos de lidiar con su disgusto, y es bueno poder ayudar a esta persona porque es bueno estar con ella.       

Pensamos en eso desde nuestra propia experiencia. ¿Somos capaces de mantener algún tipo de equilibrio? Estamos con alguien y realmente nos gusta esta persona. Es agradable estar con ella, pero está realmente molesta. Tiene un problema y no es muy agradable. ¿Dejamos que el disgusto y la tristeza de su problema se apodere de la situación de tal forma que ahora es molesto y desagradable estar con ella? En cierto sentido, emocionalmente, si no físicamente, la rechazamos. Pensemos en eso por un momento a partir de nuestra propia experiencia. No es tan fácil de equilibrar, ¿verdad?    

Nos enojamos con la persona cuando nos enojamos con el estado de ánimo en el que está. Son bastante diferentes la persona y el estado de ánimo, ¿no es así? Cuando es nuestro propio hijo, se vuelve aún más interesante. Si realmente nos importa alguien, es bueno estar con esa persona. No importa lo que estemos haciendo. No importa en qué estado de ánimo estemos, qué tipo de problema tengamos alguno de los dos, sigue siendo agradable estar juntos. Si podemos distinguir eso, entonces nos permite estar con alguien sin importar lo que esté pasando. Entonces, podemos tener un tipo de amistad realmente firme.    

Interés, recordación y concentración

Cuando vemos alrededor de la habitación, hay algunas cosas que naturalmente nos interesan más que otras. Cuando vemos algo de interés, nuestra atención se involucra sin esfuerzo con ello, la recordación se sujeta a ello sin esfuerzo y, con la concentración, esa atención permanece fija en el objeto porque es interesante. Recordemos, encontramos interés en algo cuando nos enfocamos en sus buenas cualidades. Esas buenas cualidades pueden ser que sea entretenido, divertido o instructivo. Por ejemplo, es agradable estar con una persona, así que es una buena cualidad. Una buena cualidad puede ser que podamos ayudar a alguien. Entonces, hay más interés en cómo podemos ayudar.          

Ese factor del interés significa que, en lugar de buscar siempre malas cualidades y centrarnos en lo que no nos gusta, buscamos buenas cualidades que sean admirables. Eso es muy importante. No significa que negamos que alguien tenga malas cualidades o debilidades. Sin embargo, concentrarse en ellas y criticarlas, etc., es una experiencia muy desagradable, ¿no es así? No estamos contentos mientras criticamos o nos quejamos. Pero cuando nos enfocamos en cualidades positivas, buenas cualidades, entonces es muy bueno. Es agradable estar con la persona. No es agradable cuando solo estamos criticando. ¿Tiene sentido?      

¿Qué pasa con alguien a quien le gusta quejarse todo el tiempo? Estoy seguro de que todos conocemos a algunas personas cuyo único modo de comunicación es quejarse del clima, de su casa, de sus amigos, de ellos mismos, de los demás, de cualquier cosa. ¿Estan felices? No, no están contentos de quejarse. ¿Por qué se quejan? ¿Les gusta quejarse? 

Les gusta.

¿A ellos? ¿Qué les gusta?

Esperan llamar la atención, creo.

Les gusta la atención que reciben de las quejas, pero la actividad real de quejarse es una expresión de insatisfacción. Si pudiéramos entender eso, entonces cuando estemos con alguien que se queja todo el tiempo, se vuelve un poco más tolerable, porque básicamente podríamos entender que están muy solos, por lo general, y quieren atención. Con eso en mente, de alguna manera podríamos desviar la conversación de las quejas. ¿Qué estamos haciendo aquí? Estamos cambiando lo que distinguimos. Más que distinguir todas las palabras de su queja, bastante desagradables de escuchar, distinguimos su soledad y su necesidad de atención. Nos ocupamos de eso en lugar de abordar todas sus quejas. Sin embargo, nuevamente, el equilibrio es muy importante.          

Estoy pensando en el ejemplo de una persona muy vieja y solitaria. Vamos a verlos o les llamamos y son todas quejas, pero en realidad es una expresión de soledad. Ahora, tenemos que darles tiempo para quejarse un poco. No solo decimos: "¡Cállate!" o los interrumpimos después de la primera oración y decimos: "Vamos a caminar", o lo que sea y dominamos por completo la dirección del intercambio. Necesitamos ser sensibles a su necesidad de quejarse. De nuevo, ¿qué estamos cambiando aquí? Este es el punto importante de todo este fin de semana, que podemos cambiar lo que nos interesa.   

Recuerdo una amiga que se quejaba todo el tiempo, y cuando estaba con ella se quejaba sobre el hecho de que no podía encontrar el material adecuado para la fabricación de nuevas cortinas de su ventana. Realmente no tenía ningún interés en sus cortinas, así que no había forma de que me interesara qué material podría conseguir, o qué tienda vendía este material y qué tienda no lo tenía. Sin embargo, podía estar interesado en ella, en su estado mental y en su felicidad. Así, abordamos eso en el intercambio. Entonces, podemos cambiar la interacción de ser un encuentro realmente tortuoso con esta persona a algo que sea un poco más productivo y no tan malo.    

Ejercicio 

Una vez más, trabajemos con nuestro amigo, el suéter. Esta vez, imaginamos que el suéter se convierte de repente en lo máximo de la moda. Miramos el suéter y luego nos interesa mucho porque es muy elegante y queremos estar a la moda. Si estuviéramos realmente interesados en él, nuestra recordación permanecería fija en él, se mantendría en él, y nuestra concentración permanecería allí porque realmente estamos interesados en él. Con un cambio en nuestra actitud, se vuelve mucho más fácil enfocarnos y concentrarnos en algo. Tenemos que encontrarlo interesante, lo que significa ver una buena calidad en él. Con la moda, el marketing quiere que lo compremos y lo usemos, y luego estemos a la moda. La publicidad es que entonces le agradaremos a todo el mundo.      

Discriminación 

Trabajemos un poco con la discriminación, concretamente cuando acompaña a la cognición conceptual. Allí, el darse cuenta que discrimina agrega certeza sobre la categoría que distinguimos como la categoría adecuada en la que encajar lo que discriminamos con la percepción sensorial. Cuando miramos alrededor de la habitación, automáticamente discriminamos diferentes cosas según lo que consideramos importante. Así es como las consideramos. Para algunos de nosotros puede ser muy importante que todo esté ordenado y organizado correctamente. Así que discriminamos que la thangka, la pintura de pergamino, está chueca en la pared, y luego, por supuesto, surge una intención de que queremos enderezarla para que quede perfectamente vertical. A otras personas no les importa y ni siquiera lo verían. Ni siquiera lo distinguirían, y mucho menos lo discriminarían como algo que está chueco.                 

¿Qué discriminamos cuando miramos alrededor de la habitación? Podríamos discriminar si las flores son frescas o viejas, por ejemplo. Podríamos discriminar cuántas personas hay aquí en la sala, si eso es importante para nosotros. Cuando no es importante para nosotros, nunca pensaríamos en contar cuántas personas hay en la sala. ¿Cuántas personas son hombres, cuántas personas son mujeres? ¿Realmente nos importa? Si nos importara, si estuviéramos realizando una encuesta, no solo distinguiríamos eso, sino que también lo discriminaríamos y contaríamos específicamente.          

¿Qué discrimina cada uno de nosotros? Realmente indica lo que consideramos importante. Es muy interesante. Lo que lo delata es lo que nos molesta. Si miramos los platos después de una comida, ¿nos molesta que se laven o no inmediatamente o que se dejen ahí hasta la mañana? En las habitaciones de los niños, ¿nos molesta que los juguetes estén por todo el suelo o no? ¿Qué discriminamos?  

Ejercicio 

Trabajando una vez más con el suéter, imaginemos que queremos comprarlo. Ahora, debido a que queremos comprarlo, entonces verificaríamos y discriminaríamos si es del tamaño correcto. Antes de quererlo, es posible que ni siquiera hayamos prestado mucha atención a lo grande que era, pero ahora queremos discriminar si nos queda o no. Además, discriminamos: "¿Cuál es el precio?". A veces, simplemente caminamos por la tienda y solo vemos las cosas porque es divertido, pero ahora realmente queremos comprarlo y tenemos que verificar el precio, por lo que discriminamos. Podríamos discriminar revisando si nos queda. Es interesante cómo esencialmente no tenemos que verbalizar nada para discriminar. No estamos verbalizando: "¿Es demasiado grande o demasiado pequeño?". Simplemente sabemos que nos quedará o, cuando no lo sabemos, nos lleva al siguiente factor mental, la intención: “Me lo probaré y veré si me queda bien”.               

Necesitamos reconocer que todo de lo que estamos hablando es lo que está involucrado en nuestra vida cotidiana. No hay nada exótico en esto. Sin embargo, debido a que podemos cambiar la forma en que estamos interactuando con este suéter -en este caso, que estamos discriminando algo al respecto- esto confirma que, si estamos motivados de manera similar, podemos decidir ver la expresión de alguien con discriminación. Queremos determinar: ¿Está esta persona de buen o mal humor? ¿Está ocupada o no? ¿Es este un momento apropiado para hablar con ella sobre este tema o aquel, o es inapropiado?     

Es muy importante poder discriminar el momento correcto para discutir algo con alguien. Digamos que tenemos un problema en nuestra relación o un problema personal. No solo hablamos de eso en cualquier momento, porque tal vez la otra persona esté cansada, ocupada, de mal humor, o hay algo que haría que la discusión fuera improductiva. Realmente necesitamos discriminar. “¿Cómo se ve la otra persona? ¿Se ve cansada?”. Intentamos decidir. Todo es parte de la sensibilidad, ser sensibles a cuándo es el momento adecuado para discutir algo con alguien.       

Con todos estos análisis sofisticados, listas y cosas que encontramos en las enseñanzas budistas, en realidad estamos hablando de cosas muy prácticas que podemos usar en nuestra vida en situaciones cotidianas. Es solo cuestión de saber aplicarlos. Si somos budistas y hemos aceptado esta dirección en nuestra vida, Buda, Dharma y Sangha, ¿qué significa eso? Significa que aceptamos que todo lo que el Buda enseñó fue en beneficio de todos los seres. Si esta fuera nuestra suposición, entonces, si los beneficios de algunas enseñanzas no fueran tan obvios, intentamos investigar y descubrirlos. Tiene que haber alguna aplicación práctica para esto, de lo contrario, ¿por qué el Buda simplemente daría una lista? No hay razón. A menudo, no es muy obvio cuál podría ser el beneficio. Tenemos que revisar cada vez con mayor profundidad, discutir con los demás, descubrir las experiencias de otras personas, etc.  

Intención

Bien, investiguemos el último factor mental de nuestra lista, la intención. Según lo que discriminamos, según el interés, etc., la intención surge automáticamente. Discriminamos que la habitación está caliente, por lo que la intención es abrir la ventana. O bien, discriminamos que las flores están marchitas, por lo que la intención es comprar unas nuevas.               

Ejercicio   

Con nuestro amigo el suéter, discriminamos que nos queda y podemos pagarlo, así que la intención es comprarlo. Ahora, miramos el suéter con la intención de comprarlo. Es solo un factor mental, ¿no?       

Así, cuando interactuamos con alguien, nos interesa cómo le va, por lo que prestamos más atención. Distinguimos la expresión de su rostro, a partir de ello y de su tono de voz discriminamos que la persona está molesta, y luego tenemos la intención de hablarle amablemente para tratar de ayudarla, quizás preguntándole: “¿Qué te molesta?”, etc. Esa intención surge, y luego un impulso nos lleva a involucrarnos de una forma u otra con la persona.           

Es posible que la otra persona no diga nada. Esto es muy interesante. Incluso podría ser por teléfono. En realidad, no dice que algo la está molestando, pero debido a que estamos interesados y debido a que realmente distinguimos y discriminamos que algo no encaja en la convención de que todo está bien, y sí encaja en la convención de esta persona de que algo la está molestando, entonces, aunque no es el tema de la conversación, le preguntamos: “¿Hay algo que te molesta? Pareces molesta por algo”. Podemos decirlo por el tono de voz o por la forma en que se expresa. Al preguntar, confirmamos si esto es cierto o no. Tal vez nos equivocamos y fue una apariencia engañosa. La otra persona podría decir: “No, en realidad no estoy molesta, estoy realmente cansada". Sin embargo, obtuvimos más información y entonces la conversación puede continuar influenciada por eso. Podríamos simplemente sugerir que hablemos en otro momento o lo que sea.              

Breve resumen

En resumen, si somos conscientes de todos estos factores y componentes mentales que conforman cada momento de nuestra experiencia y nos damos cuenta de que todos pueden ser ajustados, sin esta sensación dualista de un “yo” sentado en la cabeza en un panel de control, entonces, como dije, simplemente lo hacemos. Simplemente generamos más interés en el suéter o más interés en lo que la otra persona está diciendo al enfocarnos en algún otro aspecto de lo que está sucediendo. En lugar de enfocarnos en la aburrida queja, como mencionamos, nos enfocamos en otro aspecto, por ejemplo, que la otra persona está sola. Simplemente lo hacemos.        

Además, es mejor, por supuesto, poder hacer esto sin hacer comentarios verbales en nuestra cabeza, como: “Vaya, esta persona está realmente molesta. Será mejor que hable con más amabilidad”. No tenemos que comentar así. Simplemente lo hacemos. Entonces es más espontáneo y natural, fluye más libremente. Esto se debe a que, tan pronto como comenzamos con este comentario de “vaya, está molesta, será mejor que hable con más amabilidad”, entonces este gran “yo” empieza a surgir, y así tal vez nos preocupemos de que no le vaya a gustar “yo” si decimos esto, o que tal vez cometamos un error, etc. Eso agrega estrés a la situación. Entonces, fluye con menor suavidad.   

Preparación para la próxima sesión

Esto nos lleva al final de nuestra sesión. En la próxima sesión, me gustaría presentar dos ejercicios. Por un lado, colocaré algunas fotos de revistas que recorté, y podemos practicar el ajuste de nuestros factores mentales mientras vemos a estas personas. Para el otro, podemos usar un espejo si tienen uno, y lo haremos mirándonos a nosotros mismos, la expresión de nuestro rostro, etc. 

Sin el espejo, hay otro ejercicio en el que solo tratamos de notar cómo nos sentimos, qué está pasando en términos de nuestros sentimientos, nuestro estado de ánimo, etc. Es un poco más difícil que mirarse en el espejo porque es más sutil, pero si no tenemos espejo, se puede hacer así. De hecho, este método es mucho más relevante en realidad, porque no nos miramos en el espejo con tanta frecuencia. Ser capaces de solo checar a veces cómo estamos es útil. A menudo, no nos damos cuenta ni prestamos atención al hecho de que estamos cansados o muy estresados, y es importante darnos cuenta de eso, distinguirlo y tomar algunas medidas para lidiar con ello antes de que se vuelva realmente crítico. Sin embargo, esto es de forma equilibrada, sin ser hipocondríacos. No es que tengamos que tomarnos el pulso o la presión arterial cada diez minutos. No es así.  

Por ahora, terminamos con la dedicatoria. Pensamos que cualquier comprensión y cualquier energía positiva que haya surgido de esta discusión, sea cada vez más profunda y actúe como una causa para desarrollar una sensibilidad equilibrada y, con el tiempo, la liberación y la iluminación para el beneficio de todos.       

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