Pregunta: Me encanta esta idea de tener una actitud de “nada especial”. Pero me pregunto qué pasa cuando te enfrentas al resto del mundo con una actitud como esa. Por ejemplo, imagina que estás trabajando en un proyecto con otras personas y tienes esa actitud cuando algo sale mal. Entonces dices: “bueno, nada especial Estas cosas pasan”. Me temo que los demás piensen que no me tomo las cosas seriamente.
Dr. Berzin: No malinterpreten la actitud de “nada especial”. No es una actitud de no hacer nada. Tampoco es una actitud indiferente de no dar importancia a algo, como en: “me da igual lo que sea”. En lugar de eso, “nada especial” significa que no nos alteramos si nos sentimos felices o infelices, y no hacemos un escándalo de ninguna de las dos cosas. Por el contrario, simplemente lidiamos de forma muy racional y calmada con lo que sea que estemos haciendo. Simplemente hacemos lo que sea necesario hacer sin alterarnos.
¿Qué pasa si las otras personas se disgustan?
Si los demás se disgustan, tu calma puede ayudar a calmarlos. Para poner un ejemplo típico: imagina que estás escribiendo un documento en la computadora, aprietas la tecla equivocada y se borra todo. Estas cosas pasan. Disgustarse no va a ayudar. Si no tenemos una función de “deshacer” y no podemos corregirlo, el documento habrá desaparecido. Llorar porque esto ha pasado no va a hacer que regrese; disgustarse y sentirse infeliz tampoco va a ayudar en absoluto; de hecho, será un obstáculo. Simplemente decimos: “bueno”, y lo escribimos otra vez. Si estamos lo suficientemente bien entrenados para recordar lo que habíamos escrito, podemos reproducirlo y quizás la segunda vez incluso sea mejor que la primera. Simplemente lo enfrentamos y evitamos ser lo que llamamos “un rey o una reina del drama” por todas estas cosas. Si somos parte de un equipo y el documento era para el equipo, nuestra calma ayudará a calmar también a los demás integrantes.
¿Hablamos de sentirse feliz o infeliz por una circunstancia o en general?
Estoy hablando de lidiar con nosotros mismos. Si nos sentimos infelices o felices, simplemente seguimos con nuestra vida y no hacemos un escándalo por ello. ¿Qué pasa cuando otra persona se siente feliz o infeliz o disgustada? El bebé está llorando, por ejemplo. ¿Qué esperábamos? Es un bebé. No nos disgustamos: “oh no, ¡el bebé está llorando!”. No hacemos un escándalo por ello y simplemente cuidamos del bebé. ¿Por qué está llorando? Lo que tengamos que hacer, lo hacemos. Es así.
Shantideva lo dice de forma muy bonita, dice: “las personas son infantiles”. Por tanto, se disgustan, se alteran. Es como el bebé que llora. ¿Qué esperamos? No hacemos un escándalo por ello, sino que tratamos de calmarlo y poner las cosas más acordes con la realidad.
Disgustarse es inflar la existencia de algo, hacer una gran cosa de algo, exagerarlo. De eso se trata la vacuidad. No existen los grandes asuntos, los problemas enormes. Los problemas enormes no corresponden con la realidad. Las cosas pasan, eso es todo. Simplemente lidiamos con ellas. ¿Tenemos emociones? Por supuesto que sí, las emociones positivas, como el amor, la compasión y la paciencia son maravillosas. Pero no tenemos que reaccionar cuando tenemos emociones negativas como el enojo, la impaciencia y la intolerancia, porque no son útiles en absoluto.
Me parece que, si queremos llevar esto un paso más allá, sería como las enseñanzas de entrenamiento mental de lojong. Ciertamente, podemos aprender de nuestros problemas usándolos como peldaños para conseguir una comprensión más profunda de la realidad.
Eso es correcto.
¿Crees que este método de entrenamiento mental es poco realista? ¿Piensas que es más realista que las personas trabajen con la actitud de “nada especial, no es la gran cosa”?
Tenemos los métodos de entrenamiento mental de lojong para cambiar nuestra actitud. Por ejemplo, podemos considerar que las circunstancias negativas son circunstancias positivas. Estos métodos son fantásticos, pero me parece que tenemos que dejar de exagerar lo que estamos sintiendo y ver cuál es la situación en realidad antes de que podamos transformarla. Es muy complicado transformarla cuando ya la hemos exagerado hasta el punto de convertirla en un gran desastre. “Vaya, ¡esto es un desastre! El bebé ha vuelto a ensuciar el pañal”. Necesitamos tener una visión más realista, antes de poder cambiarla a: “que todos los pañales sucios vengan a mí. Yo cambiaré los pañales de todo el mundo”.
Necesitamos pasos: primero el bebé se ha ensuciado. ¿Y qué? Es un bebé. Le cambiamos el pañal. Ahora, mientras cambiamos el pañal, quizás eso no nos parezca un darse cuenta que contacta agradable, porque no huele bien. Entonces podemos usar la práctica de lojong como, por ejemplo: “al limpiar al bebé, que sea yo capaz de limpiar las manchas y la suciedad de todo el mundo. Que hacer esto sirva de causa para ser capaz de limpiar a todo el mundo”. Pero primero necesitamos deconstruir el hecho de que la situación sea un desastre. Hacemos esto paso a paso.
Estoy pensando en cambiar los pañales de todo el mundo. Qué desastre.
Cierto, nadie querría ser budista si tuviéramos que cargar con toda la porquería del mundo entero sobre nosotros, esto es verdad. Como principio general, si podemos usar ejemplos humorísticos de las cosas, se causa una impresión más profunda que si usamos ejemplos aburridos ¿verdad?
Me preguntaba cómo podemos incorporarlo a nivel del día a día cuando experimentamos algo desagradable, como una relación destructiva o lo que sea.
Si estamos en una relación destructiva y las cosas van mal, no decimos: “y qué, esto es el samsara”. Lo que queremos usar es nuestro darse cuenta que discrimina, lo que Su Santidad el Dalái Lama llama la “maravillosa inteligencia humana”. Necesitamos ser capaces de discriminar si una situación es útil o dañina. ¿Es beneficioso o no es beneficioso para nosotros y para la otra persona estar en esta relación? Si no es beneficiosa, si es dañina para ambas partes, la terminamos. Lo importante es ser capaces de pensar claramente y no con base en la exageración y las proyecciones de las cosas sobre lo que está sucediendo y que simplemente no corresponden con la realidad. A veces es mejor separarse, definitivamente. Pero es necesario tomar esta decisión con base en un pensamiento claro, un análisis claro.
¿Puede ser algo positivo tratar de darnos cuenta de nuestras emociones inconscientes y expresarlas honestamente?
A menudo experimentamos emociones, usando términos occidentales, a un nivel inconsciente. La pregunta es: ¿en determinadas circunstancias es mejor dejar que sean más manifiestas? Puedo pensar en dos casos diferentes que deberíamos examinar; en un caso se trata de una emoción destructiva y en el otro de una emoción constructiva. Examinemos el enojo o el amor, por ejemplo. Si sentimos una hostilidad inconsciente hacia alguien, ciertamente querremos darnos cuenta de ello. Llegar a darnos cuenta de ello no significa necesariamente expresar nuestra hostilidad hacia alguien. De nuevo, necesitamos analizar y diferenciar distintos aspectos de lo que está sucediendo.
Digamos, por ejemplo, que tengo amigos y, cuando interactuó con ellos, siempre les pregunto: “¿cómo están? ¿Cómo van las cosas?”. Sin embargo, ellos nunca me preguntan cómo estoy ni cómo me va. Nunca me preguntan y es irritante que sean tan egocéntricos y no piensen en preguntarme cómo estoy. Ahora, aquí hay una diferencia. ¿Existe una hostilidad inconsciente hacia esto? Podría haberla; sin embargo, expresarla y enojarme con mis amigos no ayudará a mejorar la situación. Decir “¡son muy egoístas! ¡Son terribles!”, conducirá a actuar compulsivamente de una forma destructiva y a gritarles. Eso no ayudará a mejorar la situación. Por ejemplo, “¿por qué no me preguntan cómo estoy? ¿Cuál es su problema?”. Este tipo de cosas no ayudan en absoluto. Si nos damos cuenta de que sentimos hostilidad hacia algo como esto, entonces realmente tenemos que procurar que no se manifieste, porque si se manifiesta perderemos nuestro autocontrol y actuaremos destructivamente.
Sin embargo, cuando me doy cuenta de esa hostilidad, puedo tratar de remediar la situación sin enojarme. A menudo lo hago en forma bromista, encuentro que el humor es un medio muy útil para aligerar la situación. Después de que me hayan explicado toda su historia sobre cómo están, empiecen a cambiar de tema y nunca me pregunten cómo estoy, diría: “¿Y a ti cómo te van las cosas, Alex? ¡Vaya, gracias por preguntarme!”. Se convierte en un pequeño chiste y la otra persona se daría cuenta de que necesita ser recíproca y preguntarme cómo estoy. De esta forma, no habría hostilidad.
Es útil llegar a darse cuenta de que existe esa hostilidad subyacente, si la tenemos. Si no me molestara, entonces ¿qué pasaría? No me importa si me preguntan cómo van las cosas o no, es irrelevante. ¿Tengo que decirles lo que hago, cómo van las cosas? En realidad no. Si de verdad quiero contárselos, simplemente se los cuento. Es como si, por ejemplo, tus hijos adultos o tus nietos nunca te llaman y tú quieres saber de ellos; simplemente llámales, pero hazlo sin hostilidad y sin tratar de hacerlos sentir culpables por no haberte llamado.
¿Qué sucede con una emoción constructiva? Ahora, tenemos que empezar a analizar esto. Lo haré espontáneamente porque no es algo que haya analizado antes. ¿Quizás sentimos un amor no manifestado? ¿Qué significa eso? No estamos hablando de la emoción destructiva de una lujuria encubierta y oculta ni de la atracción sexual hacia alguien. No es como en “quiero llevarte a la cama”, o algo así. Bien, tenemos que hablar de una emoción muy positiva. Por ejemplo, queremos a nuestros hijos, ¿verdad? Queremos a nuestros hijos, pero ¿con qué frecuencia expresamos ese amor? ¿Queremos llevar esto a un nivel más manifiesto? Sí, eso podría ser útil.
Después, tendremos que usar el darse cuenta que discrimina porque no queremos agobiar al niño o niña. Por ejemplo, si nuestro hijo adolescente está con sus amigos y llegamos a decirle: “vaya, te quiero tanto”, lo abrazamos y lo besamos, lo avergonzaremos delante de sus amigos y eso es totalmente inapropiado. Otro ejemplo sería que estuviéramos constantemente llamando o enviando mensajes a nuestro hijo adolescente cuando saliera. Pensaría: “oh no, es otra vez mi madre preguntando si estoy bien”.
Necesitamos usar el darse cuenta que discrimina para determinar cuándo y cómo expresar nuestra emoción positiva. La forma de expresarla a un niño de dos años es diferente de la forma de expresarla a un niño de quince años. Está bien expresar las emociones positivas, pero, de nuevo, no tenemos que ser un rey o una reina del drama y convertirlo en un espectáculo dramático. Otros niveles más sutiles están bien.
Monedas emocionales
Esto conduce a otro tema que pienso que es muy útil. Un amigo mío, psiquiatra, puntualizó esta teoría usando términos económicos. Necesitamos aprender a aceptar que las personas tienen distintas monedas y pagarán con esas diferentes monedas. Necesitamos aprender a ser capaces de aceptar su moneda. Por ejemplo, algunas personas mostrarán su afecto físicamente, al abrazar o besar. Otras personas mostrarán su amor y preocupación cuidando de nosotros. No son físicamente afectuosos, pero cuidan de nosotros y nos protegen.
Un ejemplo clásico es el de las generaciones antiguas en las que el padre a menudo no era muy afectuoso con los hijos. Sin embargo, el padre expresaba su amor por sus hijos en el hecho de que salía a trabajar, ganaba dinero y proveía todo para ellos. Esta era la moneda con la que su padre pagaba. Como hijo, o incluso más tarde como adulto, necesitamos reconocer esto. “Mi padre me amaba y mostró su preocupación y cuidado. Quizás no me pagó con la moneda que me hubiese gustado o hubiese preferido, como que me abrazara o me dijera cuánto me quería, pero sí mostró su afecto”. Aprendemos a aceptar las diferentes monedas, como aquí en Dinamarca pagar en kroner en lugar de euros. El dinero sigue siendo dinero. Las diferentes personas muestran su afecto de forma distinta.
En la historia de antes hablabas de los amigos que no preguntan cómo estás. ¿Qué pasaría si no te enojas, pero tienes apego o la necesidad de que te tomen en cuenta y se preocupen por cómo estás? No significa que estés enojado, no quieres gritarles. Sólo te sientes un poco triste por ello, menos querido. Puedes decirlo, pero si no cambian ni toman en cuenta tu pequeña y gentil sugerencia, ¿cómo puedes entonces lidiar con esa tristeza? ¿Se haría tratando de superar tu propio apego a esas cosas?
Existen dos formas posibles de tristeza en esta situación. Está la tristeza del egocentrismo, como en “estoy triste porque no me prestan atención. No estoy enojado, pero ojalá me prestaran atención”. Esto está basado en el pensamiento de “yo, yo, yo”. Ese es un tipo de infelicidad. Sin embargo, también podríamos estar tristes de que sean tan auto-centrados, pero no lo tomamos como un asunto personal en absoluto. En este caso, estamos tristes de que tengan ese problema. Esto nos lleva a desarrollar compasión hacia ellos. Entonces podemos pensar en algunas maneras para tratar de ayudarles.
Si nuestra tristeza está basada solo en el interés por nosotros mismos, como en “estoy triste porque la gente no me presta atención”, entonces realmente tenemos que trabajar con esto. Incluso si la gente nos prestara atención, ¿qué queremos? ¿Queremos paparazzis a nuestro alrededor tomándonos fotos todo el tiempo? ¿Necesitamos que nos presten tanta atención? Quiero decir, por favor, eso no nos satisfará. Incluso si los demás nos prestan atención exactamente como nosotros queremos, es una felicidad ordinaria y no va a durar. Por otro lado, como en el ejemplo de un padre o madre que sobreprotege a su hijo, alguien puede prestar demasiada atención, preguntando cada cinco minutos: “¿cómo estás, estás bien?” o “¿va todo bien?”.
Yo podría pensar que mi relación está bien, pero la otra persona no. Deberíamos hablar sobre monedas, “yo soy así y tú eres asá”. Nos volvemos conscientes el uno del otro. Podemos trabajar en los gustos de cada uno y aprender. Es bueno hablar de ello, comunicarlo y ser conscientes de ello.
Si se trata de una relación en curso y la otra persona es receptiva, podríamos hablar de ello. “Me gusta que el afecto se muestre de esta manera”. La otra persona puede expresar que le gusta que el afecto se muestre de esa otra manera. Eso sería en una relación de pareja, pero no funciona demasiado bien en una relación de padre o madre e hijos. Si el padre o la madre ya han fallecido y recordamos nuestra infancia, no se puede negociar. Es importante ver si las dos personas relacionadas están razonablemente en las mismas condiciones. ¿Podrían cambiar y lidiar con la comunicación? Podría pasar que el jefe nunca pregunte en el trabajo cómo están las personas. No negociamos con el jefe sobre ese tipo de asuntos. Con un jefe deberíamos estar preocupados por asuntos relacionados con el trabajo como, por ejemplo: “me estás dando demasiado trabajo. No estoy muy contento con esto”. Necesitamos ver la situación y observarla con darse cuenta que discrimina.
Supongamos que no hemos actualizado un nivel de darse cuenta de la vacuidad y que aún sentimos que tenemos razones muy reales, quizás incluso razones que no son exageradas, para enojarnos. Evitamos que esto suceda y no expresamos nuestro enojo. Tratamos de no hacer un escándalo de ello, pero, ¿existe algún mecanismo por el cual esto se pueda convertir en algo poco saludable psicológicamente?
Esta pregunta lleva al tema de la represión. Cuando no hemos actualizado o logrado ningún nivel de actualización de la vacuidad y lo que estamos haciendo es reprimir la hostilidad, por supuesto que esto se voltea en nuestra contra. Eso podría causar todo tipo de problemas. ¿Qué hacemos entonces? Si vamos a manifestar nuestro enojo o disgusto, y esto tiene que ser expresado, pues otra vez, usamos el darse cuenta que discrimina para elegir el momento adecuado. No es el momento de expresar enojo cuando la otra persona también está muy, muy disgustada, o muy, muy ocupada. Usamos la inteligencia para ver cuándo podría ser el momento más apropiado para expresar el enojo. No expresar el enojo cuando sea demasiado intenso porque podría descontrolarse.
Todo se reduce a usar nuestro sentido común e inteligencia. ¿Cuándo será útil? ¿Cuál es el momento apropiado? Si la otra persona está totalmente exhausta y sólo quiere irse a dormir o está medio dormida, ese no es el momento de entrar en una conversación profunda y significativa sobre su insensibilidad. Esto también aplica si están súper ocupados en el trabajo. Ese no es el momento. ¿De acuerdo?