Se llama Ornamento de joyas de la liberación a la combinación de corrientes de las tradiciones kadam y mahamudra (bka’-phyag chu-bo gnyis-‘dres). Su autor, Gampopa (sGam-po-pa bSod-nams rin-chen) (1079-1153), tuvo muchos maestros kadampa que le enseñaron las prácticas y puntos de vista de sus linajes. Después de que Gampopa recibió las enseñanzas y tradiciones mahamudra de su maestro, Milarepa (Mi-la Ras-pa bZhad-pa’i rdo-rje) (1040-1123), combinó las dos corrientes de enseñanzas en una.
Para apreciar y estudiar este trabajo, necesitamos conocer un poco de su autor, Gampopa. Sin una historia de la vida del autor, las enseñanzas no tendrían tanto significado. Necesitamos familiarizarnos con Gampopa, y conocerlo como un hombre que en realidad vivió como una persona ordinaria y quien, a través de su práctica, alcanzó verdaderos logros espirituales. Estas enseñanzas son el resultado de su experiencia y práctica del Dharma.
Profecías
Antes de que Milarepa recibiera a sus diversos discípulos, la figura búdica Vajrayoguini se le apareció en una visión y profetizó que en un futuro no muy lejano recibiría a un discípulo como el sol, un discípulo como la luna, y muchos otros discípulos que serían como las estrellas en el cielo. El discípulo como el sol resultó ser Gampopa, quien también es conocido como el Gran doctor de Dagpo (Dvags-po lha-rje). Se volvió uno de los discípulos principales de Milarepa, al lado de Rechungpa (Ras-chung-pa rDo-rje grags-pa) (1084-1161), y muchos otros.
Gampopa no era una persona ordinaria. Su presencia en este tiempo y universo había sido profetizada en muchos sutras, específicamente en el Sutra del loto blanco, en el que hay una clara predicción de su llegada, como se ve a continuación:
Un día, en el tiempo de Buda Shakyamuni, el Buda se volvió hacia su discípulo Ananda y dijo: "Ananda, después de mi entrada en el parinirvana, en la dirección norte de este hemisferio habrá un monje totalmente ordenado que se conocerá como el Doctor Bikshu". Gampopa era un bikshu, un experto doctor que tenía talento natural para la medicina. “Será alguien que ha pasado por muchas vidas previas de completa dedicación a la práctica del Dharma, y que ha tenido muchos maestros espirituales”.
Vida como jefe de una casa
Gampopa nació en un pequeño pueblo en el Tíbet, en la región sureña de Dagpo (Dvags-po), cercana a la frontera con Nepal. Su padre era un muy reconocido médico de ese pueblo. Sus padres tenían dos hijos, y Gampopa era el mayor de los dos. Cuando niño, Gampopa fue extremadamente inteligente. Aprendió la profesión de su padre y, en su momento, también se convirtió en un gran doctor. Cuando tenía alrededor de quince años de edad, estudió muchas escrituras nyingma y así adquirió un enorme conocimiento de esa tradición. Continuó con muchos estudios espirituales y cuando alcanzó la edad de veinte años se casó con Chogmey (mChog-med), la hija de una adinerada familia de un pueblo vecino. Después de su matrimonio, tuvieron un hijo y una hija.
Después de algunos años, su hijo murió repentinamente. Gampopa llevó el cuerpo de su hijo al cementerio e hizo lo que tenía que hacerse de acuerdo a las costumbres del lugar. Cuando regresó a casa después del funeral, encontró a su hija muerta también. Poco tiempo después de la muerte de su hija, su esposa se vio postrada por múltiples enfermedades. Gampopa, siendo doctor, le dio todo tipo de medicinas, consultó a otros doctores e intentó lograr su recuperación con diversas puyas, pero nada funcionó. Conforme su estado de salud empeoraba, perdieron la esperanza. Finalmente, Gampopa se sentó al lado de su cama y leyó un sutra como preparación para su muerte. Pero ella no murió.
Gampopa se preguntaba por qué no podía morir. ¿Qué le impedía morir? ¿Qué era a lo que ella no podía renunciar en esta vida, una vida sin esperanza, con sólo promesas de dolor y sufrimiento continuos? Sintiendo gran compasión por su esposa que yacía tan enferma, Gampopa le preguntó amablemente: “He hecho todo lo que he podido para curarte. He consultado a muchos doctores, probado remedios y todo tipo de oraciones y rituales para lograr tu recuperación, pero todos han fracasado. No han tenido efecto debido a tus propias acciones previas. Las fuerzas kármicas y oraciones de nuestras vidas pasadas nos unen. Pero ahora, a pesar del enorme afecto y amor que te tengo, debo preguntarte ¿qué es lo que en realidad te mantiene aquí? Si te mantiene aquí cualquier riqueza que tengamos en casa, cualquier posesión material que hayamos acumulado juntos, o si sientes un gran apego por cualquiera de esas posesiones, las regalaré todas. Las venderé o las regalaré al monasterio como una ofrenda, o las daré a los pobres. Me desharé de cualquier cosa que pueda estarte impidiendo morir. Haré lo que quieras que haga".
Chogmey respondió: "No estoy apegada a la riqueza ni a nada en la casa. No es eso lo que me detiene. Mi gran preocupación es tu futuro y, por ello, no puedo morir. Después de mi muerte, será fácil para ti volverte a casar y tener muchos hijos e hijas, incluso más de los que tuvimos juntos. Sin embargo, veo que este tipo de vida no tiene ningún significado para ti. Por eso me preocupo tanto por ti. Si me prometes que, en lugar de llevar una vida así, te volverás un practicante dedicado del Dharma (que es la forma más efectiva y eficiente de alcanzar tu propia felicidad y la felicidad de todos los seres sintientes) entonces podré dejar pacíficamente esta vida. De otra forma, permaneceré así durante largo tiempo”.
"Si tal es el caso", dijo Gampopa, "entonces, por supuesto que te doy mi palabra de honor de que me convertiré en un dedicado practicante del Dharma y renunciaré a este tipo de vida”.
Chogmey respondió: "Aunque confío en ti, para hacerme completamente feliz y segura de tu promesa, por favor trae un testigo”.
Gampopa le pidió a su tío que fuera testigo de su voto. Parado delante de su amada esposa, con su tío como testigo, Gampopa hizo la promesa de dedicar su vida al Dharma. Esto hizo muy feliz a Chogmey, quien dijo: "Incluso después de mi muerte, te cuidaré”. Al decirlo, sostuvo la mano de Gampopa y, entre muchas lágrimas, falleció.
Gampopa preparó un elaborado ritual fúnebre para la cremación de su esposa. Con las cenizas, huesos y barro, hizo muchas tablillas votivas con impresiones de las estatuas de seres iluminados. La estupa que construyó en su honor, “La estupa de Chogmey" (mChog-med mchod-rten), permanece en pie hoy en día en el Tíbet.
Cuando Gampopa se quedó solo, dividió su riqueza en dos partes iguales. Una parte la vendió y, con el dinero, hizo ofrendas a las Tres Joyas y distribuyó limosnas a los pobres y necesitados. Conservó la segunda parte para el mantenimiento de su vida y sus prácticas religiosas.
Un día, el tío que fue testigo de la promesa de Gampopa ante Chogmey, lo visitó, esperando encontrarlo en profundo duelo por su amada esposa. Acudió a darle consejo, a decirle que no se preocupara y a consolarlo explicándole su situación bajo la luz de la ley del karma.
Gampopa le respondió que no estaba preocupado para nada. Al contrario, estaba muy feliz de que ella hubiera muerto. El tío se enojó mucho al escuchar esto y, tomando un puñado de polvo, lo aventó a la cara de Gampopa. “¿Qué quieres decir?”, le gritó. “¡No podrías haber encontrado mejor esposa, tan bella persona!”.
Sorprendido por el arrebato, Gampopa cuestionó a su tío: “¿Qué clase de testigo eres? ¿No estabas presente cuando prometí seguir las enseñanzas del Dharma? ¿No estabas escuchando?”. Con esto, el tío se avergonzó mucho y dijo: “Eso es muy cierto. Aunque soy un hombre viejo, nunca recuerdo hacer la práctica del Dharma, mientras que tú, siendo tan joven, tienes tanto valor para seguir el camino espiritual. Sería muy feliz si pudiera ayudarte de cualquier forma”.
Convertirse en monje y estudiar con maestros kadam
Un día, Gampopa empacó una buena provisión de comida y ropa, y decidió vivir en soledad. Sin decir palabra a familiares o amigos, dejó su pueblo para irse a la región de Penpo (‘ Phan-po) en busca de un maestro.
Poco tiempo después, conoció a Shawa-lingpa (Sha-ba gling-pa), un compasivo maestro de la tradición kadam, y le solicitó los votos de novicio y de monje completo. Recibió el nombre de ordenación de Sonam-rinchen (bSod-nams rin-chen). Como monje, practicó intensivamente con una serie de gueshes kadampa, meditando y estudiando con estos grandes maestros. Con frecuencia pasaba días sin comida o sin una gota de agua, absorto en la gozosa sensación física y mental de la concentración perfecta. Gampopa alcanzó tal nivel de logro de la concentración samadi que era capaz de estar sentado, completamente absorto en meditación, durante siete días.
Gampopa ya contaba con un profundo conocimiento interior y una gran confianza en su práctica del Dharma antes de emprender la búsqueda de su maestro, Milarepa. Ya había alcanzado maestría en las enseñanzas kadam completas y tenía sueños extraordinarios, tales como que era un bodisatva del décimo nivel. Frecuentemente soñaba que un yogui azul con un bastón colocaba la mano derecha sobre su cabeza, y que algunas veces le escupía. Pensando que este extraño sueño era un indicio de que un espíritu dañino estaba tratando de obstaculizar y de causar enorme interferencia en su práctica del Dharma, llevó a cabo un intenso retiro en Achala (Mi-g.yo-ba), El Inamovible. Achala es una figura de fiera apariencia sobre la que se medita especialmente en la tradición kadam para eliminar todos los obstáculos en la práctica. Sin embargo, después de su retiro, se le presentó el mismo sueño con más frecuencia, más firmeza y de manera más vívida que nunca. No se imaginaba que este sueño era una señal de que pronto conocería a su futuro maestro, el gran yogui Milarepa.
Encuentro con Milarepa
La primera vez que Gampopa escuchó el nombre de Milarepa estaba circunambulando una estupa en el camino, y escuchó de lejos una discusión entre tres mendigos. Uno de ellos se quejaba todo el tiempo de la hambruna que asolaba al país en ese entonces y de que hacía mucho tiempo que no comía. Otro respondía que deberían avergonzarse de sí mismos y no estar hablando de comida todo el tiempo, menos aún porque podría escucharlos el bikshu que estaba circunambulando la estupa, lo que sería muy vergonzoso. "Además", dijo, "nosotros no somos los únicos que no tenemos nada para comer. Está el maravilloso y reconocido yogui santo, Milarepa, quien nunca tiene nada que comer y sólo vive en las montañas dedicándose por completo a la práctica del Dharma. Nunca se queja por falta de comida. Todos necesitamos rezar para desarrollar ese sincero deseo de llevar una vida tan simple como la suya”.
Al escuchar el nombre de Milarepa, Gampopa experimentó un gran gozo y felicidad. Le comentó esto a su maestro, quien le dijo: “Siempre he sabido que tienes una relación kármica cercana con dicho maestro de meditación. Ve con él y todo saldrá maravillosamente”.
Esa noche, Gampopa no pudo dormir. La mayor parte de la noche, ofreció intensas plegarias y deseos de poder pronto conocer al gran yogui Milarepa. Cuando finalmente se quedó dormido, tuvo un sueño muy especial en el que escuchó el sonido de una caracola blanca, el sonido más fuerte de la Tierra. También le comentó esto a su maestro, quien le dijo: “Esta es una señal extremadamente auspiciosa. Debes ir a encontrar a Milarepa inmediatamente”.
Gampopa corrió hacia donde los mendigos acampaban y les preguntó que si conocían personalmente a Milarepa, que si sabían en dónde estaba y, de saberlo, que si lo guiarían a él. Les dijo que tenía dieciséis onzas de polvo de oro y que les daría la mitad a ellos y la otra mitad la guardaría como una ofrenda al gran maestro, al encontrarse con él. El mendigo de más edad le dijo que conocía a Milarepa y accedió a guiar a Gampopa hasta su cueva.
El mendigo de más edad era un embustero y, en el camino, admitió que no conocía el camino hacia la cueva. Alegó que no se sentía bien y que no podía seguir guiando a Gampopa. Habían llegado a un lugar en el que no había casas, gente ni animales; estaba completamente desierto. El mendigo se fue y Gampopa se quedó solo. Vagó durante días y días, sin comida, hasta que finalmente se encontró a un grupo de mercaderes. Gampopa le preguntó a uno de ellos que si sabía dónde podría encontrar a Milarepa. El mercader respondió que él conocía bien a Milarepa, que era un gran meditador y un gran yogui. Le dijo a Gampopa que Milarepa cambiaba de morada con mucha frecuencia, que iba de cueva en cueva, de pueblo en pueblo, pero que en ese momento se estaba quedando en cierto pueblo y en cierta cueva. El hombre apuntó hacia la cueva, y le dio al aspirante a discípulo instrucciones claras para llegar con el gran yogui. Invadido de alegría, Gampopa abrazó al mercader en gratitud y no lo soltó por un largo rato.
Fue un viaje de varios días y, como viajaba sin comida alguna, finalmente se desplomó inconsciente en el suelo. Cuando despertó, pensó que no tenía el karma para conocer a este gran yogui y que seguramente moriría. Así que juntó las manos y, con profunda gratitud y respeto, rezó intensamente para poder renacer como ser humano y como discípulo de Milarepa.
Mientras Gampopa yacía en el suelo, esperando la muerte, lo vio uno de los maestros kadampa. Al ver que Gampopa había caído en el duro suelo, acudió a ayudarlo. Le preguntó: “¿Qué estás haciendo aquí?” Gampopa respondió: “Estoy buscando al gran maestro Milarepa. He viajado durante muchos días sin comida ni agua. Ahora siento que voy a morir, y lamento no tener el karma para ver a ese maestro”. El maestro kadampa le llevó algo de agua y comida y luego guió a Gampopa al pueblo donde se estaba quedando Milarepa.
Cuando llegó al pueblo, preguntó a muchas personas cómo podía conocer a este maestro y recibir el tipo específico de enseñanzas que estaba buscando. Finalmente, conoció a una persona que era un gran maestro y que era discípulo del realizado yogui. Gampopa le dijo que tenía un enorme anhelo de conocer a este maestro y de recibir sus enseñanzas. El maestro le dijo que no podría ver al gran yogui de inmediato. Le dijo que debía esperar unos cuantos días antes de poder realmente recibir enseñanzas.
Unos pocos días antes, Milarepa había tenido una reunión con sus discípulos, y les habló sobre de la llegada de Gampopa. Dijo que estaba esperando la llegada de un doctor bikshu quien, después de estudiar con él, recibiría las enseñanzas completas y las esparciría en las diez direcciones. Milarepa les contó un sueño que había tenido la noche anterior, en el que el doctor bikshu le llevaba una vasija de cristal vacía. Milarepa llenaba la vasija con agua, lo cual significaba que el nuevo discípulo vendría con una mente completamente abierta y receptiva para las enseñanzas, y que Milarepa llenaría el recipiente de su mente con el néctar de sus enseñanzas completas y sus entendimientos profundos.
Después, Milarepa rió con gran regocijo y dijo: “Ahora tengo la confianza de que el Buda Dharma brillará como el sol en todas direcciones”. Después cantó a aquellos que estaban reunidos en torno suyo: “La leche del león blanco es sin duda nutritiva, pero una persona que no la ha probado no se beneficia de sus nutrientes. Deben probar por sí mismos – aunque sea una sola gota- y después podrán apreciar los efectos nutritivos. Lo mismo es cierto para mis enseñanzas. Primero debes desarrollar la experiencia de ellas, su sabor, y después serán muy nutritivas”.
"No hay duda alguna sobre la validez y profundidad de las enseñanzas que provienen del linaje de Tilopa y Naropa. Pero si no meditas en ellas, no entenderás su profundidad. Sólo después de meditar en ellas y generar experiencia genuina puedes comprender sus profundidades. Mi gran maestro paternal, Marpa, las ha traído de India y yo, el yogui, he meditado en ellas. He probado la validez de estas enseñanzas y he desarrollado las experiencias correspondientes”.
"La leche del león blanco debe tener un contenedor especial. No puede ser colocada en uno ordinario. Si por ejemplo, se vierte en una olla de arcilla, tan pronto como la leche toque la olla, ésta se romperá. Para las vastas y profundas enseñanzas de este linaje, debe haber un tipo especial de practicante. Me rehúso a enseñar la tradición a cualquiera que venga a recibir mis enseñanzas que no se encuentre listo para ellas. Sólo las enseñaré a personas que estén completamente desarrolladas y que sean apropiadas, que estén listas para estas enseñanzas y para su práctica”.
Los discípulos preguntaron a Milarepa: "¿Cuando vendrá esa persona con la que has soñado?” Milarepa respondió: "Él llegará probablemente pasado mañana. Se ha desmayado y ha pedido mi ayuda. He usado mis poderes milagrosos para guiarlo hasta aquí”.
El siguiente día, mientras meditaba, Milarepa estallaba periódicamente en carcajadas. Alarmada por estos exabruptos, una fiel patrocinadora se acercó a él y le pidió una explicación: “¿Cuál es la causa de esto? Algunas veces está muy serio y otras veces riendo. Debe explicar este comportamiento porque la gente puede pensar que se ha vuelto loco. ¿Qué está pasando? ¡No puede ser misterioso acerca de esto!”
Milarepa respondió: "Estoy perfectamente bien. Mi estado mental es perfectamente normal y no estoy siendo misterioso. Veo algo gracioso que le está pasando a un discípulo mío que viene a verme. Primero se desmayó y ahora tiene todo el cuerpo adolorido y llagado, pero es valiente y está empleando una gran cantidad de esfuerzo para venir a verme. Ver esto me hace reír. Estoy feliz y al mismo tiempo pienso que es muy gracioso”.
"Llegará a este pueblo pronto, y quien sea que lo invite a su casa primero alcanzará la iluminación en corto tiempo debido a sus bendiciones. El generoso anfitrión o la generosa anfitriona obtendrá gran cantidad de entendimientos repentinos profundos y poderes para alcanzar sus metas con gran rapidez”.
Unos días después, llegó Gampopa, muy débil y enfermo. Sucedió que la primera casa a la que llegó fue la de la mujer que cuestionó a Milarepa. Ella lo estaba esperando y salió inmediatamente. Le preguntó quién era y qué deseaba. Gampopa explicó los detalles de su viaje en busca de Milarepa. La mujer inmediatamente supo que era el discípulo del que le había hablado Milarepa. Lo invitó a pasar y le hizo muchas ofrendas, recordando la predicción de Milarepa.
La mujer agasajó a Gampopa con historias de las predicciones de Milarepa. Ella dijo: “Tu lama te ha estado esperando; nos ha explicado a todos sobre ti. Nos dijo que te desmayaste y que te envió asistencia milagrosa, y ahora está esperando tu llegada impacientemente. Puedes ir a verlo de inmediato y tendrás una cálida recepción”. Con eso, Gampopa se infló de arrogancia y pensó: “Oh, debo ser una gran persona, mi maestro me estaba esperando”. Milarepa, viendo la arrogancia que Gampopa había desarrollado, no lo miró siquiera durante medio mes. Intencionalmente se negó a recibirlo y lo ignoró, por lo que Gampopa tuvo que encontrar otro lugar para quedarse.
Al final de dos semanas, la mujer guió a Gampopa a la casa de Milarepa y le preguntó si lo recibiría. Milarepa accedió. Cuando llegó Gampopa, Milarepa estaba sentado en el centro; Rechungpa estaba sentado a un lado de él en un asiento en el mismo nivel, y del otro lado, también en el mismo nivel, estaba otro discípulo. Todos estaban vestidos exactamente igual, todos de blanco. Se veían exactamente igual, sentados en la misma postura. Todos tenían exactamente la misma expresión en su rostro. Milarepa esperó a ver si Gampopa podía reconocerlo. Hábilmente Gampopa debió haber notado el sutil asentir de cabeza de Rechungpa, indicando que Milarepa estaba sentado en el centro del trío. Gampopa hizo postraciones a Milarepa, tomó todas sus ofrendas y las apiló delante de él. Habló de su intenso anhelo de conocer al maestro, recibir las enseñanzas y alcanzar la iluminación.
Milarepa entró en meditación durante algunos segundos, después alcanzó la pila de polvo de oro que Gampopa había ofrecido, tomó un poco y lo lanzó al aire: “Ofrezco esto a mi maestro Marpa”, declaró. Al mismo tiempo, el aire resonó con truenos, y resplandores abrasaron los cielos. Apareció un gran arco iris y muchas otras señales auspiciosas.
Milarepa había estado bebiendo algo de chang, un fuerte brebaje alcohólico. Descansaba sobre la mesa servido en su taza de cráneo. Después de un rato, levantó la taza de cráneo con el licor y se la ofreció a Gampopa, quien al principió dudó en aceptarla porque era un monje totalmente ordenado, con voto de abstinencia. Estaba avergonzado, sentado ahí en la presencia de todos los demás discípulos. Milarepa dijo: “No lo dudes más. Bebe lo que te ofrezco”. Así, sin más dudas, Gampopa lo bebió.
Después Milarepa le preguntó su nombre, y Gampopa le respondió que era Sonam-rinchen, el nombre que su maestro kadampa le había dado. Milarepa pensó que era un nombre muy auspicioso: Sonam significa “fuerza positiva”, y Rinchen significa “la gran joya”. Así que era la Gran Joya de Fuerza Positiva. Milarepa repitió amorosamente tres veces un verso de alabanza con su nombre incluido. Gampopa sintió que el nombre que se le había dado era muy significativo.
El maestro cuenta su historia
Después Milarepa dijo: "Primero que nada, te contaré un poco de la historia de mi vida. Pero antes de hacerlo, todos haremos homenaje y postraciones a nuestro gran maestro, Marpa, la fuente del linaje de la tradición de práctica que seguimos”. Después de hacer el homenaje y las postraciones, Milarepa contó su historia:
"En India, hoy en día, los seres realizados mahasiddhas más famosos son Naropa y Maitripa. Marpa es el gran hijo espiritual de estos dos grandes y famosos mahasiddhas indios. Y nuestro gran maestro Marpa es el depositario y fuente de todas las enseñanzas que hemos seguido de tan cerca. Los dakas, las dakinis, y los protectores del Dharma hacen que su fama sea conocida en todas las direcciones. Después de conocer la espléndida reputación de Marpa, sin importar las dificultades con las que me enfrentaría, estaba determinado a encontrarlo. Al conocer a Marpa, no contaba con ofrenda material alguna, así que ofrendé mi cuerpo, mi palabra y mi mente. En respuesta a mi sincera solicitud, Marpa admitió gentilmente que tenía métodos efectivos para alcanzar la iluminación en una sola vida, mismos que le habían sido transmitidos por su gran maestro, Naropa”.
"Pasé muchos años ahí, recibiendo intensivas enseñanzas y prácticas de mi maestro, viviendo una vida sin pretensiones, completamente dedicado, puramente motivado, lleno de gran valentía y determinación de alcanzar la iluminación por el bienestar de todos los seres sintientes. Había recibido todas las enseñanzas completas de Marpa. Mi maestro juró que no había nada más que pudiera enseñarme. Había llenado la vasija de mi mente hasta el borde con el cabal néctar de las enseñanzas de mi maestro Marpa”.
"Esto es lo que Marpa me dijo, es un consejo muy importante: ‘Ahora es el tiempo de las cinco degeneraciones y, especialmente en este momento, la esperanza de vida humana está degenerándose. Está en decrecimiento, no en crecimiento. No tengas sed de conocimiento por todo. Trata de entender la esencia de la práctica del Dharma y trata de perfeccionar esa esencia. Sólo entonces serás capaz de alcanzar la iluminación en una sola vida. No trates de tener maestría en todos los ámbitos”.
"Yo, con extraordinaria determinación, de acuerdo con las enseñanzas de mi maestro, Marpa, y por un concienzudo entendimiento de la impermanencia, después de aprovechar la fuerza de la perseverancia, alcancé y experimenté muchos entendimientos profundos fructíferos de estas enseñanzas. Obtuve un claro reconocimiento de los tres kayas, los cuerpos de los budas: una completa confianza y reconocimiento de ellos a través de mi experiencia, práctica y meditación. Tengo confianza en alcanzar estos tres kayas. Y así como he desarrollado estos entendimientos y experiencias a partir de mis prácticas, estoy deseoso de entregarte todas estas enseñanzas que he recibido de mi gentil maestro, Marpa. Tú tampoco deberías tomar estas enseñanzas sólo como teoría, como mero entendimiento intelectual del Dharma. Debes desarrollar la experiencia real de ellas tal como yo lo he hecho”.
Después Milarepa le dijo a Gampopa: “Llévate tu ofrenda de polvo de oro, porque no tiene valor para un viejo como yo. Y llévate el té que has ofrecido – un viejo como yo no tiene teteras ni cocina para prepararlo. No necesito oro ni té; llévate todas tus ofrendas. Si te ves a ti mismo listo para entregarte totalmente a mí, y para vivir bajo mi guía y mis enseñanzas, deberás vivir como yo lo hago. Debes vivir una vida simple e imitar mi forma de vivir y mi forma de practicar”.
Gampopa respondió: "Si no aceptas mi té porque no tienes tetera ni cocina, entonces iré a algún otro lado a hacer té”. Así que Gampopa fue a una casa vecina, hizo el té, y regresó a su maestro con la ofrenda. Milarepa estaba muy complacido. Llamó a los otros discípulos y juntos disfrutaron el delicioso té que Gampopa había preparado.
Milarepa enseña a Gampopa
Milarepa preguntó por las enseñanzas y prácticas que Gampopa había recibido. Gampopa dio una completa descripción de todos los maestros que había tenido y las enseñanzas que había recibido, y de las meditaciones que había hecho. Milarepa recalcó que todas eran excelentes enseñanzas, y que Gampopa tenía una base completa para la enseñanza de tumo (gtum-mo), el calor interno, un hábil método de comprender la verdadera naturaleza de la realidad como vacuidad.
Milarepa continuó: "Aunque todos los empoderamientos, enseñanzas y bendiciones que has recibido de tus maestros previos son perfectamente aceptables en mi tradición, debo darte otra iniciación, sólo para asegurarme de que todas las otras que has recibido no se han invalidado debido a tus circunstancias de vida. Te iniciaré en la práctica de Vajrayoguini". Después del empoderamiento, Milarepa le dio todas las enseñanzas en un corto periodo. Gampopa inmediatamente se sumergió en las prácticas y rápidamente desarrolló las experiencias y entendimientos profundos de dichas enseñanzas. Cada día sus entendimientos repentinos profundos crecían más y más, como un retoño brotando de la tierra. Estaba completamente satisfecho y extremadamente feliz con su progreso.
Meditó en tummo, y cada día tuvo una nueva experiencia. Una noche de invierno extremadamente fría, estaba meditando completamente desnudo en una cueva para probar el calor interior que había desarrollado. Permaneció tibio a lo largo de la noche, pero en la mañana, cuando dejó de hacer la práctica de tummo, se congeló por completo. Hizo esta meditación por una semana y, al final de la misma, tuvo visiones de los cinco diyani budas. Cuando fue a contarle a su maestro todas estas experiencias y visiones, Milarepa dijo: “No es bueno ni malo. Esfuérzate más para lograrlo. No te sientas atraído por tales visiones, perfecciona el poder del calor interno”.
Gampopa meditó intensivamente por tres meses, y al final de este tiempo sintió que el universo entero estaba girando como una enorme rueda. Después de sentir esto por un largo rato, fue con Milarepa a pedir su consejo. Su maestro respondió: “No es bueno ni malo. Es un signo de que los diversos pensamientos y energías que van dentro de los diferentes canales sutiles de energía están entrando ahora en el canal central. Debes esforzarte más y meditar más”.
Después de practicar más tuvo la visión de que Avalokitesvara penetraba a través de la coronilla de su cabeza, se disolvía y se fusionaba con él. Cuando preguntó a Milarepa acerca de esto, su maestro dijo: “No es bueno ni malo. Es un indicio de que el centro de energía del chacra de tu coronilla se está abriendo”.
Al meditar, Gampopa experimentó una serie de cambios físicos internos. Sintió un violento viento y una corriente de aire caliente que subía y bajaba por su espina dorsal. Cuando le reportó esto a Milarepa, él respondió: “No es bueno ni malo. Es un indicio de que los canales de energía sutil se están conectando unos con otros en el cuerpo. Cuando obtienes control de estos canales sutiles de energía y se conectan, experimentas estas sensaciones. Ahora debes regresar y meditar más”.
En otra ocasión, tuvo una visión completa de todos los diferentes estadios de los seres divinos, las deidades. Tuvo una visión pura de las más elevadas deidades vertiendo néctar blanco e iniciando a las deidades de menores niveles. Milarepa explicó: "No es ni bueno ni malo. Es un indicio de la apertura del centro de energía del chacra de la garganta. Las diversas fuentes y lugares de gozo se están desarrollando en cada uno de estos lugares de tu cuerpo”.
En este punto, Milarepa puso a hacer a Gampopa muchos ejercicios de yoga, ademanes mudra de mano y movimientos de cuerpo para abrir los otros centros sutiles de energía. Le dijo: “No te sientas atraído por estas cosas. Sólo tómalas como señales de tu progreso, pero no dejes que te distraigan. En lugar de ello, sólo ve y perfecciona estas prácticas”.
En este nivel de la meditación, es extremadamente importante para el discípulo vivir en estrecho contacto con su maestro, porque el discípulo debe recibir orientación muy específica. Si el discípulo vive muy lejos de su maestro, entonces éste no podrá darle la orientación personal y oportuna que es crucial para el progreso del estudiante. Y si el maestro mismo no tiene experiencia personal acerca de lo que el estudiante está atravesando, esto representa un problema serio. Todo el progreso del discípulo se detiene en ese momento. Por lo tanto, es esencial contar con un maestro extremadamente realizado y experimentado, y recibir orientación cotidiana para cada uno de los pasos de la experiencia meditativa.
El progreso de Gampopa
En esta etapa, Gampopa era capaz de alimentarse completamente de la concentración samadi, en lugar de comida ordinaria. Una noche, Gampopa soñó con un eclipse lunar y un eclipse solar. En la astrología tibetana se cree que cuando ocurre un eclipse, el sol y la luna son devorados por un demonio. También soñó que había dos tipos de seres que devoraban al sol y a la luna: uno, del tamaño de un cabello de la cola de un caballo, y el otro, parecían ser delgadas franjas de insectos. Cuando Gampopa fue a consultar la opinión de Milarepa sobre el sueño, éste le dijo que no se preocupara de ir por un camino falso, que no era ni bueno ni malo. El sueño era una señal de su progreso en meditación. Significaba que los vientos sutiles de los dos canales de energía laterales estaban comenzando a entrar en el canal central.
Entonces Milarepa lo animó a continuar su práctica, dado que reconocía que todos eran indicios de los logros de su discípulo. Cuando un practicante es capaz de canalizar las respiraciones y los vientos de energía sutil de los canales laterales al canal central, significa que ha logrado un gran adelanto. El sistema de energía sutil es igual en todos los seres sintientes. Comúnmente, los seres sintientes respiran predominantemente a través del canal derecho y por ello tienen mucho apego, o respiran principalmente por el canal izquierdo y por ello experimentan mucho enojo. Rara vez desarrollamos pensamientos constructivos, que se originan en el canal central, porque este canal está bloqueado con nudos. Cuando los yoguis experimentados son capaces de respirar a través del canal central, es porque han desatado los nudos. Son capaces de dirigir la respiración y las energías sutiles de los dos canales laterales al canal central, generando con esto sólo intenciones positivas.
Después de esto, cuando Gampopa visitó a Milarepa, éste parecía estar muy complacido. Pero todo lo que decía a Gampopa después de cada nuevo entendimiento profundo o experiencia era: “Y ahora después de eso (de-nas), ahora después de eso, ahora después de eso”, lo que significa que conforme las experiencias se desarrollaran, Gampopa debía seguir con la siguiente hasta alcanzar la iluminación. Milarepa no se atrevía a hablarle directamente de su progreso, temiendo que Gampopa se volviera arrogante, lo cual impediría su progreso en el camino.
Entonces, Gampopa se fue a meditar un mes en una cueva. Al final de este retiro, tuvo una visión completa de Hevajra junto con el mandala y la comitiva de la figura búdica de Hevajra. Tan pronto como lo vio, pensó que esto era a lo que se refería el lama al decirle: “ahora después de eso, ahora después de eso, ahora después de eso”. Esto era a lo que, ulteriormente, lo estaba conduciendo su práctica. Pero, con el tiempo, la visión era seguida por otras visiones de mandalas y de otras figures búdicas. Un día tuvo una visión de una forma de Heruka que incluía el mandala completo hecho de huesos de la deidad. Milarepa lo previno de pensar que eso era un gran logro, diciendo que no era ni bueno ni malo. Era sólo un indicio de la apertura del chacra central en el ombligo. Cuando abres completamente el chacra del ombligo, ves todo blanco, blanco como huesos blanqueados al sol, porque la energía de la energía blanca de la bodichita se ha desarrollado plenamente.
Después tuvo una experiencia que no fue exactamente un sueño. Sintió que se volvía enorme, un gigante. Sintió que todos los tipos de seres sintientes de los diversos estados de renacimiento se arrastraban por sus miembros, los dedos de sus pies, y por todas las diferentes partes de su cuerpo. Este era un indicio de que había desarrollado un sistema sutil de energía totalmente realizado. Hasta este nivel, había estado haciendo solamente la meditación general del tummo, la meditación en el calor interior. Ahora, podría recibir instrucciones sobre los niveles más avanzados de la práctica de tummo.
Experiencias, sueños, y logros
Es de resaltar que, cada vez que Milarepa escuchaba los reportes de los diferentes estadios de experiencias de Gampopa, siempre decía: “No es ni bueno ni malo. Medita más”. Le explicaba cabalmente a su discípulo lo que significaban estas experiencias, pero nunca lo alababa. Y así necesita ser, así es como un maestro necesita dirigir a sus discípulos. Si un maestro alaba o anima demasiado diciendo cosas como: “Esto es extremadamente importante” o “ahora has tenido una gran experiencia”, el discípulo se dejará llevar por la emoción, lo cual será un gran obstáculo. No mejorará, se apegará a las diversas experiencias y será abrumado por ellas.
Aunque la historia de su vida ha sido descrita en unas cuantas páginas, Gampopa meditó durante meses y meses; no fue fácil desarrollar dichas experiencias, tomó años de meditación intensiva. En este estadio, Gampopa tuvo sucesivamente treinta y tres sueños especiales, pero como son muchos como para mencionarlos uno por uno, sólo se detallará el último de ellos.
Milarepa les pidió a sus tres discípulos principales, Gampopa, Rechungpa y Lingrepa (Gling ras-pa) que le contaran sus sueños. Lingrepa le contó su sueño de un amanecer. Le dijo a su maestro que, en el sueño, conforme el sol surgía de lo alto de la montaña, los rayos se concentraban en su corazón y éste se transformaba en una gran luz. Rechungpa le contó a Milarepa que había soñado que cruzaba tres pueblos haciendo un gran escándalo.
Gampopa no quería contarle su sueño a Milarepa. Solamente hizo postraciones, lloró y puso su cabeza en el regazo de su maestro. Sollozaba que no valía la pena contar su sueño. Era tan terrible que seguramente significaba que era una persona horrible. Temía que significara que tenía una gran cantidad de obstáculos y rogó a Milarepa que no lo obligara a contárselo. Milarepa le dijo a Gampopa que él sabía cuándo un sueño era bueno o malo, que sólo se lo contara.
El sueño de Lingrepa, que parecía ser el mejor de todos, hizo pensar a Lingrepa que era el mejor de los tres discípulos, porque su sueño parecía repleto de señales auspiciosas. Milarepa interpretó su sueño como el peor de todos. Dijo que indicaba que la compasión de Lingrepa era muy pequeña y que su beneficio para los seres sintientes sería extremadamente limitado. Los rayos del sol concentrados en su corazón significaban que iría a la tierra búdica de la dakini Vajrayoguini en esta vida. Interpretó que el sueño de Rechungpa significaba que no podría alcanzar la iluminación en una sola vida. Tendría que esperar tres vidas más porque había roto su promesa de hacer algo por Milarepa en tres ocasiones.
Lo que a Gampopa le había parecido una pesadilla era que él se encontraba en un campo abierto con muchos animales, y él iba de un lado a otro cortándoles la cabeza. Gampopa se sorprendió cuando Milarepa se mostró complacido con este sueño aparentemente terrible. Cuando terminó de contar su sueño al maestro, Milarepa dijo: “Dame la mano”, y se la tomó cariñosamente. Dijo que tenía gran confianza en Gampopa, y que había superado sus expectativas. Les dijo que cortar las cabezas de los animales significaba que Gampopa sería capaz de liberar a muchos seres sintientes de su atadura al samsara.
Milarepa dijo: "Ahora mi trabajo por el beneficio de los seres sintientes, mi trabajo por la preservación y propagación del Dharma, ha terminado. Cuento con alguien que puede tomar mi lugar”.
Gampopa había alcanzado el estado en el que ya no respiraba como los seres sintientes ordinarios, él inhalaba y exhalaba sólo una vez al día. Experimentaba una corriente de continuos entendimientos profundos y visiones de los budas en sus formas verdaderas, incluyendo a los ocho budas de la medicina, y los treinta y cinco budas de la confesión.
Milarepa le dijo a su estudiante que estaba listo para recibir enseñanzas de un sambogakaya (un cuerpo de buda de formas sutiles que solamente pueden ver los arya bodisatvas, aquellos con una percepción no conceptual de la vacuidad). En poco tiempo, sería capaz de experimentar un dharmakaya (el cuerpo de una mente omnisciente, que sólo es accesible para los iluminados).
Caminos que se separan
Un día, Milarepa le dijo a Gampopa: "Soy muy viejo y me gustaría pasar el resto de mi vida contigo. Pero, debido a la fuerza de algunas oraciones previas, debemos separarnos y tú debes ir a la provincia central de U (dBus)".
Milarepa le dio a Gampopa gran cantidad de consejos, alertándolo sobre la arrogancia, específicamente porque él tenía muchos poderes milagrosos. Le aconsejó que no se sintiera abrumado por su conocimiento del pasado y del futuro, o por sus extraordinarios poderes físicos; estos podrían convertirse en grandes obstáculos para él. Especialmente le aconsejó no buscar faltas a su derecha o a su izquierda, queriendo decir con esto que debía ser cuidadoso de no buscar las faltas en aquellos que lo rodearan. Le enseñó que uno nunca sabe cómo son en realidad las demás personas, que solamente ellas se pueden juzgar a sí mismas. No había forma en la que Gampopa pudiera juzgar a los demás con precisión, no podía juzgar si sus acciones eran para bien o para mal.
Entonces, Milarepa le dijo a Gampopa que fuera a cierto lugar y estableciera ahí un monasterio, explicándole que ahí encontraría a todos sus discípulos, a toda la gente con la que estaba kármicamente conectada para preservar el Buda Dharma. Aconsejó a Gampopa que no viviera en estrecho contacto con aquellos que eran esclavos de los tres venenos emocionales (apego, aversión e ignorancia – cerrazón mental) porque podían infectarlo. Le advirtió también que no viviera rodeado de personas con muchos problemas de atracción y repulsión. Añadió que debería evitar a personas mezquinas, y le explicó que, de vivir mucho tiempo con ellas, acabaría guardando hasta los pequeños pedazos de madera. Aconsejó a Gampopa que tuviera mucha paciencia y que nunca despreciara a sus maestros, aunque se viera a sí mismo como iluminado. Debía permanecer limpio, prolijo y afable con toda la gente. Finalmente, Milarepa le dijo a Gampopa que incrementara todas las fuerzas de sus logros continuando su meditación y sus prácticas hasta que alcanzara la meta última, la iluminación.
Milarepa despidió a Gampopa de la misma forma en la que su maestro, Marpa, lo había despedido a él. Hizo muchos preparativos, llevó comida y lo acompañó un trecho del camino junto con otros de sus discípulos. Antes de separarse de su maestro, Gampopa recitó muchos versos de alabanza, reconociendo la buena fortuna de haber conocido a Milarepa en esta vida. Cantó acerca de cómo había sido su único anhelo conocerlo y lo agradecido que estaba, no sólo de haber podido estudiar de acuerdo a la tradición de Milarepa, sino de haber tenido el buen karma de combinar esos conocimientos con las enseñanzas que había recibido de sus maestros kadampa. Gampopa estaba seguro de haber hecho pleno uso de su preciada vida humana.
Un último puente por cruzar
Llegaron a un puente y Milarepa dijo: "Ahora vas tú solo. Despídete de mí. Por razones auspiciosas no cruzaré el puente”. Después bendijo a Gampopa, quien cruzó. Cuando hubo cruzado el puente, Milarepa lo llamó de nuevo. “Regresa una vez más, tengo una enseñanza muy especial que darte. Si no te doy a ti este consejo, ¿a quién podría dárselo?”
Gampopa preguntó: "¿Debería ofrecerte un mandala por esta enseñanza especial y este consejo?" Milarepa dijo que no era necesario hacer una ofrenda. Le aconsejó no desperdiciar el consejo, sino guardarlo en el hueco más profundo de su corazón. Entonces Milarepa le dio la espalda a Gampopa, se levantó su toga, y le mostró su trasero desnudo. Gampopa vio que el trasero de Milarepa estaba todo calloso, como un cuero curtido.
Milarepa dijo: "Para la práctica no hay nada mejor que la meditación (siempre y cuando sepas qué meditar y cómo hacerlo). Yo, que he obtenido conocimiento y entendimiento de muchos métodos diferentes de meditación, medité hasta que mi trasero se volvió tan duro como el cuero. Necesitas hacer lo mismo. Esta es tu última enseñanza”.
Después le dijo a Gampopa que era hora de partir. El discípulo dejó a su maestro, y fue al sur de Lhasa, en donde estableció su monasterio de acuerdo con la profecía de Milarepa.
Conclusión
El ornamento de joyas de la liberación es el resultado de las experiencias que Gampopa desarrolló a partir de las enseñanzas y meditaciones de los maestros kadampa y de la tradición de Milarepa. Cuando escribió este texto, era un ser realizado de acuerdo a ambas tradiciones, y combinó en él la sabiduría de las dos escuelas.
Es la tradición de los tratados que siempre se explique una breve biografía del maestro que ha escrito la enseñanza, de tal forma que las palabras del autor tengan un mayor efecto en los discípulos. Si sólo se lee un libro o si sólo se estudia algo sin conocer nada sobre su autor, no será tan significativo. Estoy siguiendo dicha tradición.
En realidad, no hay ninguna diferencia entre nosotros y Gampopa o Milarepa. Al principio, Milarepa era una persona ordinaria, colmada de las fuerzas negativas de todos sus hechos dañinos y destructivos. Pero trabajó arduamente para eliminar sus emociones perturbadas y engaños, y gradualmente desarrolló entendimientos profundos y experiencias. Lo mismo ocurrió con Gampopa; tuvo que trabajar con mucho ahínco para alcanzar sus logros espirituales. Cuando iniciaron el camino, no eran grandes seres iluminados, y no fue fácil para ellos meditar y desarrollar sabiduría y logros. Milarepa fue incluso peor que la mayoría de nosotros, probando con ello que siempre existe la posibilidad de alcanzar logros si estamos decididos a trabajar con empeño. Cuando desarrollemos la perseverancia y el valor de los grandes maestros, entonces nosotros mismos podremos ser como Milarepa y Gampopa.
El ornamento de joyas de la liberación es el producto de un gran maestro quien, para nuestro beneficio, combinó las dos corrientes de las tradiciones kadampa y mahamudra en un sólo claro camino.