Los tres niveles de motivación del Dharma verdadero
El lam rim presenta tres niveles de motivación:
- Nivel inicial – pensamos en términos de garantizar uno de los mejores tipos de renacimiento, no sólo en nuestra próxima vida, sino en todas las vidas futuras.
- Nivel intermedio – nuestra motivación es obtener la liberación total del renacimiento incontrolablemente recurrente; queremos liberarnos.
- Nivel avanzado – anhelamos alcanzar el estado de un buda plenamente iluminado, para ayudar a que todos los demás se liberen también del renacimiento incontrolablemente recurrente.
Es bastante obvio que todos los niveles se basan en asumir el renacimiento. Sin embargo, como lo discutimos anteriormente, cada uno de los métodos que se presentan en el material de estos tres niveles puede ponerse en práctica también en el nivel del Dharma-light. Estas motivaciones no son algo que debamos trivializar porque, si las desarrollamos de forma sincera, realmente son excepcionales.
Dejar de sentir lástima por nosotros mismos al valorar nuestra preciosa vida humana
Con una motivación del nivel inicial, lo primero que tenemos que valorar es lo que llamamos “la preciada vida humana”. Incluso a nivel del Dharma-light, esto es muy útil para superar los sentimientos de “pobre de mí” y la depresión que se deriva de ello. Reflexionamos acerca de todas las situaciones terribles en las que podríamos estar y tratamos de apreciar lo maravilloso que es que no estemos en esas situaciones.
En la presentación convencional encontramos una lista enorme de situaciones terribles, pero no es necesario que la revisemos toda porque podemos pensar en términos generales. Por ejemplo, pensamos lo afortunado que es que no vivamos en una zona de guerra ni en medio de una hambruna, muriendo de hambre e incapaces de alimentar a nuestros hijos. Pensamos en la buena fortuna que significa no vivir bajo una dictadura severa en una sociedad restrictiva. Quizá sea más fácil para las personas mayores de aquí de Rumania relacionarse con esa idea. Qué afortunados somos de no estar severamente discapacitados, sea mental, física o emocionalmente. Obviamente, desde una perspectiva budista, también consideramos lo afortunado que resulta que no seamos una cucaracha que todo el mundo quiere pisar y matar.
Hay muchas variaciones de este tipo de pensamiento y cuando realmente nos vemos a nosotros mismos de forma objetiva, nos damos cuenta de que realmente somos increíblemente afortunados de tener esas libertades. No sólo estamos libres de esos estados, necesitamos entender que podemos perder esas libertades en cualquier momento, por ejemplo, al desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Actualmente existe una crisis económica terrible y las cosas podrían empeorar. De hecho, la palabra que se utiliza para describir el estado en el que estamos es “respiro”, lo cual significa que es sólo un receso de las situaciones realmente desagradables. Este respiro se puede terminar en cualquier momento.
Aparte de estas libertades, necesitamos revisar los diversos factores que enriquecen nuestra vida. Por ejemplo, la mayoría de nosotros estamos relativamente sanos. Por supuesto, muchos de nosotros nos enfermamos pero en este momento podemos funcionar. El Buda dio enseñanzas, éstas se han transmitido por generaciones y aún están disponibles para nosotros. Existen muchos maestros y libros de los cuales podemos aprender. Claramente, tenemos muchas oportunidades a la mano. En esta situación, necesitamos reconocer las libertades y los atributos que tenemos y realmente valorar a profundidad lo afortunados que somos.
Pensar acerca de la muerte y la impermanencia para no desperdiciar nuestras preciosas oportunidades
El siguiente punto del nivel inicial es entender realmente que la preciosa vida que tenemos no durará para siempre. Esto no se limita al hecho de que las situaciones cambian a lo largo de nuestra vida, sino a que realmente moriremos. Por lo tanto, encontramos diversas meditaciones acerca de la muerte. La mayoría de las personas en casi todas las sociedades tratan de ignorar a la muerte, que con frecuencia se convierte en un tema tabú. En verdad no aceptamos la realidad de que, en algún punto, todos vamos a morir. Esto incluye a nuestros seres queridos, a todos los que conocemos y a nosotros mismos. Esa es la realidad.
Hay muchas razones para apoyar el hecho de que definitivamente moriremos. Todos los que alguna vez vivieron ya murieron, ¿por qué habríamos nosotros de ser diferentes? La causa última de la muerte es haber nacido, de tal forma que si nacemos, moriremos. El cuerpo es bastante débil y empieza a decaer conforme envejecemos. No es tan fuerte como solemos pensar que es; puede lastimarse con gran facilidad. Necesitamos convencernos lógicamente de ello para que poco a poco penetre en nosotros a un nivel emocional.
Aunado al hecho de que definitivamente moriremos, el segundo punto es que nunca sabemos cuándo. No necesitamos ser viejos o estar enfermos para morir; muchas personas jóvenes y sanas mueren antes que los viejos y los enfermos. Hace poco hubo un accidente aéreo muy grande; ninguno de los viajeros imaginó que el avión se estrellaría. Un autobús podría atropellarnos en cualquier momento. Mi amigo más cercano, que tenía 54 años y estaba en perfecto estado de salud, murió repentinamente de un paro cardíaco hace apenas dos semanas.
Hay muchas razones que sostienen el hecho de que la muerte puede suceder en cualquier momento. La muerte no va a esperar a que terminemos nuestro trabajo, nuestra comida o lo que sea que estemos haciendo. No podemos decirle a la muerte: “espera un minuto, sólo déjame terminar esto”. Cuando la muerte llega, llega, y nuestra vida termina. Cuando se nos acaba el tiempo no hay mucho que podamos hacer para extenderlo. No podemos sobornar a la muerte. Podríamos seguir vivos gracias a una máquina de soporte vital, pero ¿cuál sería el punto de quedarnos en un estado vegetal si aún de esa forma nuestra vida terminará en algún momento?
El tercer punto acerca de la muerte es examinar qué nos será de ayuda cuando estemos a punto de morir. No podemos llevarnos dinero, amigos ni familia. Aun si construimos una pirámide y los enterremos a todos con nosotros, de hecho no nos acompañarán. Desde la perspectiva budista, decimos que lo que es realmente de ayuda en el momento de nuestra muerte son los hábitos positivos que hemos desarrollado en nuestra continuidad mental.
Quizás hayamos hecho mucho trabajo positivo y ayudamos a otros, o quizás progresamos mucho en el camino espiritual con respecto a disminuir nuestro enojo, egoísmo y demás. Eso dejará una profunda impresión en nuestra continuidad mental. Desde la perspectiva del Dharma-light, entonces podríamos morir sin arrepentimientos y sentir que llevamos una vida valiosa y positiva, especialmente si cuidamos a nuestros seres queridos o, en mayor escala, si hicimos alguna contribución a la sociedad. Tendremos esa paz mental al pensar y sentir: “tuve una vida buena y valiosa”.
En términos del Dharma verdadero, podremos morir con cierta confianza de que estos hábitos, tendencias e instintos positivos en nuestra continuidad mental seguirán en vidas futuras. Moriremos sintiendo: “en vidas futuras seguiré teniendo un precioso renacimiento humano; naceré como un niño con instintos muy positivos”. Esto es algo que podemos ver en los niños. Desde muy pequeños, algunos siempre están llorando y enojados, mientras que otros están calmados y son amables con los demás. Este es el resultado de hábitos positivos que han desarrollado en vidas previas. Tener un estado mental pacífico en el momento de morir es de gran ayuda. La cantidad de dinero que tengamos en el banco no nos dará ninguna comodidad, porque al momento de la muerte serán sólo números en una pantalla.
Meditación sobre la muerte
Debido a lo anterior, tenemos la meditación sobre la muerte con la que podemos imaginar que hoy es nuestro último día. Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿estás listo para morir en cualquier momento? Si muriera hoy, ¿tendría remordimientos por la forma en la que he conducido mi vida? Definitivamente, el objetivo no es deprimirnos, sino animarnos a aprovechar esta preciosa vida humana y todas las oportunidades que tenemos ahora; ese es el objetivo de la meditación. No es sólo que envejecemos día con día, sino que nos acercamos constantemente a la muerte. Cada vez que un día termina, tenemos un día menos para vivir. El tiempo corre y no sabemos cuánto tiempo nos queda. Por lo tanto, realmente deseamos aprovechar nuestra vida al máximo y no desperdiciar nuestro tiempo. Es terrible morir con un estado mental con el que nos damos cuenta de que realmente hemos desperdiciado nuestra vida y que hubiéramos podido lograr más.
Sin embargo, tenemos que establecer el estado mental “no voy a desperdiciar mis oportunidades” de forma equilibrada. Debemos evitar volvernos fanáticos y vivir en un estado de miedo, siempre temerosos de dejar de trabajar o meditar. Necesitamos relajarnos y tomar un descanso, de tal forma que obtengamos la fuerza para continuar. Mi koan zen favorito es: “La muerte puede llegar en cualquier momento; relájate”. Si pensamos en ello, realmente tiene mucho sentido. Sí, podemos morir en cualquier momento, pero estar tensos y obsesionados es contraproducente.
El mensaje principal es aprovechar esta vida humana increíblemente preciosa que tenemos, pero hacerlo de forma equilibrada. Podemos relajarnos cuando lo necesitemos y ser honestos con nosotros mismos cuando no estemos cansados y sólo tengamos flojera. Debemos tratar de mantener en mente nuestra motivación.
Obviamente, las meditaciones sobre la conciencia de la muerte pueden practicarse tanto desde la perspectiva del Dharma-light como del Dharma verdadero. Por ejemplo, si tenemos cosas inconclusas, como no decirle a alguien que lo amamos y que valoramos lo que ha hecho, o disculparnos y hacer las paces con alguien, no esperemos. Esa persona puede no estar aquí mañana y nosotros tampoco. Esta es la lección de Dharma-light que podemos obtener de la conciencia de la muerte. En cualquier nivel es muy benéfico y útil no negar la muerte y estar preparados para ella. Incluso podemos visualizar nuestra propia muerte y funeral, lo cual puede hacerlo un poco más real para nosotros. ¡Sólo asegúrense de no obsesionarse con eso hasta convertirse en personas macabras o deprimidas!
Desarrollar la determinación de no querer experimentar peores estados de renacimiento después de nuestra muerte
Seguimos con un análisis de lo que sucede después de morir. En este punto, hay una presentación de los peores estados de renacimiento que podemos experimentar y el por qué necesitamos tomárnoslo en serio. De nuevo, no es fácil en absoluto porque la presentación budista incluye, no sólo renacimientos animales que son peores que el que tenemos ahora, sino también formas que ni siquiera podemos ver.
Cuando consideramos el renacimiento animal necesitamos recordar que incluye todos los tipos de insectos, peces y cada una de las especies y subespecies existentes. Hay muchos ejemplos de lo terrible que sería renacer en el reino animal, con todo el miedo y el sufrimiento que padecen. Cuando pensamos en renacimientos animales no pensamos en la vida de un poodle con las uñas pintadas que vive en una mansión. Más bien pensamos en las ratas y las cucarachas que a la mayoría de las personas les desagradan, en los pequeños insectos y los peces que son tragados vivos por animales más grandes y, por supuesto, en los animales que son criados y masacrados industrialmente por los humanos.
La emoción generada ante tales perspectivas futuras con frecuencia se traduce como “miedo”, pero no estoy seguro de que esa sea la mejor palabra porque implica desesperanza, como si no pudiéramos hacer nada al respecto. Sin embargo, podemos hacer algo para evitarlo y por ello prefiero la frase “determinación de evitar que suceda”, que significa que realmente no deseamos que ocurra, bajo ninguna circunstancia.
Por ejemplo, supongamos que tenemos que asistir a una junta de negocios sumamente aburrida. Detestamos tener que ir, pero no tenemos miedo de ir. Esa es la emoción que tenemos que generar. Será aburrida y horrible pero no tenemos miedo de ir. Tenemos esta preciosa vida que podemos perder en cualquier momento, por lo que queremos aprovecharla para asegurarnos de que no seremos una cucaracha en la siguiente. Sería realmente horrible ser una cucaracha y en verdad no queremos que eso pase, así que tenemos que hacer algo para evitarlo.
En el Dharma verdadero no sólo hablamos de renacimientos como animales e insectos, sino también de renacimientos en reinos fantasmales e infernales. No deberíamos sentirnos avergonzados de incluirlos; no es justo con el budismo que mantengamos estas descripciones ocultas en el armario. En lugar de ello, podemos actuar con mente abierta y decir: “realmente no lo entiendo”.
Cómo entender los estados de renacimiento no humanos
Podemos relacionarnos con esto en términos de la actividad mental o, en otras palabras, cada momento de experimentar algo. En cada momento tenemos el surgimiento de un holograma mental, que es lo que significa ver, conocer o pensar algo, etc. Cada momento de la experiencia es acompañado por una cierta sensación de felicidad o infelicidad. De hecho, esto es lo que al parecer nos diferencia de las computadoras. Hay información dentro de la computadora, con la que interactúa y que, en cierto sentido, conoce. Pero la computadora no se siente feliz o infeliz y realmente no experimenta la información. El hecho de que tengamos sensaciones felices e infelices es lo que define la experiencia, y el espectro de la felicidad y la infelicidad es extremadamente amplio. La cantidad del espectro que somos capaces de experimentar depende de nuestro hardware, en otras palabras, del tipo de cuerpo que tenemos.
Esto puede entenderse en términos no sólo de felicidad e infelicidad, sino también con relación a cada uno de nuestros sentidos. Algunas personas pueden ver más que otras, algunas pueden escuchar mejor y otras son más tolerantes al calor y al frío. Con respecto a los animales, un perro puede escuchar frecuencias más agudas que los humanos porque tiene un tipo de cuerpo diferente y, por lo tanto, un hardware diferente. Un águila puede ver mucho más con sus ojos de águila que con ojos humanos. Si es así con los diferentes sentidos, ¿por qué no habría de serlo con relación a las sensaciones de felicidad e infelicidad?
Podríamos incluir placer y dolor en esta discusión, aunque no son exactamente lo mismo. La felicidad y la infelicidad se experimentan a un nivel mental, mientras que el placer y el dolor, al menos con las palabras que utilizamos en español, son principalmente sensaciones físicas. Con respecto a nuestro hardware humano, cuando el sufrimiento físico se vuelve muy intenso caemos en la inconsciencia. Con el dolor emocional, experimentamos un shock y nuestro cuerpo puede sencillamente colapsarse.
Por otro lado, el placer es interesante. Si analizan la comezón, en realidad se trata de placer intenso. No es dolorosa en absoluto, por el contrario, es tan placentera que de manera instintiva la destruimos rascándonos. Esa es una forma de lidiar con problemas crónicos de la piel que causan comezones intensas: considerar la comezón como placentera. El hecho de sólo tratar de relajarse y disfrutar es muy avanzado y muy difícil; no obstante, es posible. En cualquier caso, si pensamos en términos de placer sexual, mientras más intenso es, más rápidamente deseamos alcanzar el orgasmo o el clímax, es decir, destruirlo.
Así, podemos ver que este hardware humano que tenemos sólo puede experimentar una cierta parte del espectro de la felicidad y la infelicidad, del placer y del dolor. También hemos establecido que los animales pueden experimentar más en diferentes espectros sensoriales, tales como la visión y el sonido. Por lo tanto, es lógicamente posible que existan otros tipos de hardware capaces de experimentar más en los espectros del dolor, el placer, la felicidad y la infelicidad. ¿Por qué no?
Es esta actividad mental de la que hablamos en términos de continuidad de vida en vida. No hay razón por la que no se pueda experimentar el espectro entero de intenso sufrimiento y dolor hasta profundo placer y felicidad. Es sólo cuestión del hardware o equipo físico que tenemos en cada vida. Esta es una manera lógica de tratar, al menos, de tener una mente lo suficientemente abierta como para considerar esas otras formas de vida que se describen en el budismo y que no podemos ver. No podemos ver directamente a las amibas, no obstante, con el desarrollo científico de los microscopios, podemos verlas y aceptarlas como una forma de vida. De manera similar, es posible que no podamos ver a los fantasmas, pero quizá podamos hacerlo con el desarrollo de la mente.
La versión Dharma-light reduce todos los reinos a tipos de experiencias humanas. Por ejemplo, alguien podría estar tan perturbado mentalmente que podría parecer que vive en el infierno. Esto puede ayudarnos a generar empatía por esa persona y desear no ser así en el futuro. Eso está bien como una función del nivel Dharma-light. Sin embargo, el verdadero Dharma no habla sólo de la experiencia humana, sino de experiencias que todos podemos tener sobre la base de tener una continuidad mental. Esta actividad mental puede estar acompañada por cualquier cosa que esté dentro del espectro de la felicidad a la infelicidad, del placer al dolor. Ciertamente no queremos tener una base limitada y que sólo pueda sostener experiencias dolorosas en el futuro. Eso está claro.
¿Existe una forma de evitar eso? ¡Esa es la pregunta importante! En primer lugar, tenemos que dar una dirección positiva a nuestra vida, la cual nos permitirá evitar esos peores renacimientos. De hecho, no sólo servirá para eso, sino que también nos conducirá a la liberación y la iluminación.
Darle una dirección positiva y segura a nuestra vida: Tomar refugio
El término “refugio” no es de mis favoritos, porque parece un poco confuso al sonar demasiado pasivo, como si acudiéramos al Buda como un salvador: “oh, Buda, ¡sálvame!”. Tampoco es que seamos como animales que llevan a un refugio de vida silvestre. Estamos hablando de algo muy activo y no pasivo en absoluto. Yo lo describo como darle una “dirección segura” a nuestra vida; si vamos en esta dirección nos protegemos de experimentar peores renacimientos o de experimentar el renacimiento incontrolablemente recurrente en su totalidad, así como de la incapacidad de ayudar a otros tan eficientemente como sea posible.
“Dharma”, la palabra que por lo general se utiliza para referirse a las enseñanzas del Buda, en realidad se refiere a una medida preventiva. Es algo que incorporamos en nosotros mismos para prevenir o evitar problemas y sufrimientos futuros. Aplicamos estas medidas en nuestra vida para evitar los tres problemas: los peores renacimientos, el renacimiento en general y la incapacidad de ayudar plenamente a los demás.
¿Cuál es la dirección que indicó el Buda? La dirección es, de hecho, lo que el Buda mismo alcanzó, que es una detención completa de todos los obstáculos, limitaciones, confusión y emociones perturbadoras. Al mismo tiempo, el Buda ha desarrollado todos los potenciales positivos que la mente tiene. Esa es la dirección de la que estamos hablando. Realmente a eso nos referimos cuando hablamos de la dirección segura de las Preciosas y Raras Joyas del Buda, Dharma y Sangha. El Dharma realmente es lo que el Buda ha logrado y sus enseñanzas sobre cómo podemos todos alcanzar lo mismo. El Buda representa a alguien que lo ha logrado a plenitud. La Sangha no se refiere sólo a las personas de un monasterio o de nuestro centro budista, sino más bien a la comunidad monástica. De hecho, incluso ésta no es realmente nuestra dirección segura. La Sangha, como parte de las Tres Joyas, se refiere a aquellos seres altamente realizados que han logrado parte de lo que el Buda logró a plenitud.
Por lo tanto, esto es lo que necesitamos hacer primero. Necesitamos sinceramente darle una dirección segura a nuestra vida; hacia eso trabajamos. Trabajamos para alcanzar lo que el Buda ha alcanzado, lo que el Buda ha hecho a plenitud y lo que la Sangha ha logrado en parte. Darle esta dirección a nuestra vida representa una enorme diferencia en todos los niveles, porque ahora nuestra vida realmente tiene significado y dirección. Estamos trabajando con nosotros mismos para deshacernos de nuestras limitaciones y desarrollar nuestros potenciales. Si lo hacemos así, entonces por lo general nos sentiremos emocionalmente más felices porque no pensaremos: “no sé de qué se trata la vida, no sé qué estoy haciendo aquí, mi vida no tiene sentido”. Ese es un estado mental terrible y cuando las personas lo tienen con frecuencia significa que su vida gira en torno al dinero. Aunque suene como un cliché, la verdad es que “el dinero no puede comprarnos la felicidad”.
Evitar la conducta destructiva
Ahora, le hemos dado esta dirección segura a nuestra vida. Sobre esta base, ¿cuál es la forma de evitar los peores renacimientos? El método es evitar actuar en formas destructivas, sea física, verbal o mentalmente. Eso significa que tratamos de evitar cualquiera de éstas tres bajo la influencia de una emoción perturbadora, tal como el enojo, la codicia, el apego, la ingenuidad, los celos, la arrogancia y una larga lista. La mejor manera de aprovechar esta preciosa vida humana ahora mismo, en este nivel inicial, es que evitemos actuar, hablar y pensar en formas destructivas.
Sin embargo, necesitamos hacerlo dentro de un marco contextual budista. En general, todas las religiones enseñan a no actuar de forma destructiva, como matar y robar, pero la base budista distintiva es que no se trata de una ley. No hay ninguna ley creada por algún ser divino o por una legislatura o gobierno. La ética budista no se basa en la obediencia a la ley como en: “obedece la ley, de lo contrario serás castigado”. Con respecto a la ley civil, podemos ofrecer sobornos o quizás contratar a un buen abogado que nos ayude a escapar del castigo. Además, no es que seamos buenas personas por obedecer la ley y malas o criminales por desobedecerla. La obediencia no es la base de la ética budista.
Involucrarse en la conducta constructiva
Es importante saber qué se entiende en el budismo por conducta constructiva. Podemos verlo en términos de las conductas destructivas. Por ejemplo, una forma de matar o quitar una vida sería cazar. Pero si nunca hemos cazado y no tenemos interés en hacerlo, el hecho de que no lo hagamos no cuenta como conducta constructiva, aunque sea algo bueno. La conducta constructiva se refiere a que, cuando tenemos ganas de aplastar un mosquito, no lo hacemos. Entendemos que, si actuamos nuestro deseo, estaremos actuando nuestro enojo, nuestro hábito de pensar sólo en nosotros, etc. Además, sabemos que si matamos al mosquito eso creará un fuerte hábito de querer matar todo aquello que no nos guste. Así que en lugar de aplastar al mosquito encontramos una forma pacífica de lidiar con él, como atraparlo con un vaso y sacarlo. La acción constructiva es refrenarnos de matar a otro ser cuando realmente queremos matarlo. Nos refrenamos porque entendemos la causa y el efecto. Este tipo de acciones constructivas acumulan potenciales positivos en nuestra mente.
La base de la ética budista es entender la causa y el efecto conductual
Así pues, en el budismo toda la base de la ética es entender que actuar de ciertas formas creará cierto tipo de resultados, y discriminar entre lo que será dañino y lo que será útil. Por ejemplo, si actuamos de formas destructivas, eso nos producirá un estado mental infeliz o perturbado. Actuamos de esa forma debido a nuestra confusión básica. En primer lugar, es posible que no sepamos que actuar destructivamente es, de hecho, autodestructivo, como cuando nos volvemos adictos a las drogas o al alcohol. Además podemos pensar, por el contrario, que si nos drogamos o nos emborrachamos todo el tiempo podremos evitar nuestros problemas.
Así que, con un entendimiento de la base para la conducta ética, nos damos cuenta de que cuando actuamos de forma destructiva no es porque seamos malos, sino porque estamos confundidos. Cuando otros actúan de forma destructiva no es que sean malos y merezcan ser castigados, sino que están muy confundidos y perturbados. Se vuelven objetos de compasión y entonces queremos ayudarlos a deshacerse de su confusión. Sí, quizás tengamos que encerrarlos si existe alguna posibilidad de que lastimen a otras personas, pero eso debería hacerse con una mentalidad diferente. No necesitamos castigarlos ni lastimarlos, sino en cierto sentido tratar de ayudarlos. Tienen una continuidad mental que seguirá para siempre y si no tratamos de rehabilitarlos de alguna manera ahora, sólo seguirán actuando de formas sumamente destructivas en el futuro.
Sin embargo, en este nivel inicial nos enfocamos principalmente en nosotros mismos y en querer evitar situaciones terribles en el futuro, lo cual puede ser en esta misma vida desde la perspectiva del Dharma-light, o en vidas futuras desde la perspectiva del Dharma verdadero. En este nivel, así es como usamos esta preciosa vida humana: encontrando una dirección segura. Llegamos a valorar esta vida porque sabemos que vamos a perderla y queremos asegurarnos de que seguiremos teniendo preciosas vidas humanas en el futuro. Necesitamos estas vidas humanas porque tomará un largo tiempo alcanzar las metas de la liberación y la iluminación. Así como el Dharma-light es un peldaño para el Dharma verdadero, este nivel inicial que hemos revisado es un peldaño para los niveles intermedio y avanzado.
Resumen
La motivación inicial empieza por apreciar esta vida humana increíblemente preciosa que tenemos. Tenemos este cuerpo, tenemos oportunidades y, por encima de todo, tenemos nuestra inteligencia humana; no hay casi nada que no podamos alcanzar si nos lo proponemos.
Esta increíble situación en la que estamos ahora no durará para siempre, porque nada lo hace. No importa qué tan ricos o qué tan famosos seamos, cuántos amigos tengamos, cuán fuerte sea nuestro cuerpo; moriremos. No sólo no existe nada que pueda detener este hecho, sino que tampoco hay manera de saber cuándo sucederá. Se ha dicho que, si realmente nos damos cuenta del hecho de la muerte, será imposible que llevemos una vida ordinaria.
Cuando vemos que esta vida es frágil y puede terminar en cualquier momento, empezamos a pensar en lo que hay más allá de la muerte. Debido a que hay diversos estados de renacimiento posibles, muchos de los cuales son terroríficos, le damos una dirección segura a nuestra vida.
Esta dirección segura nos insta a refrenarnos de las acciones destructivas, las cuales causan sufrimiento futuro, y a involucrarnos en acciones constructivas que causan felicidad futura. De esta forma aseguramos nuestros futuros renacimientos en mejores estados.