La preciada vida humana y renunciar a la obsesión con esta vida

Versos 2 al 4

El día de hoy me escucharán hablar, pero las palabras que salen de mi boca ya han sido pronunciadas por el Buda mismo muchas veces, y por Su Santidad el Dalái Lama muchas veces. Gyalse Togme Zangpo, el autor de este texto, nos enseña indirectamente. 

Aquí, como amigos del Dharma, hemos escuchado a Su Santidad y a otros maestros múltiples veces, pero aun así somos como piedras, ¡no hay mucho cambio! Cuando recitamos la plegaria de refugio, tratemos de pensar en las Tres Joyas y las razones para tomar refugio. Tomamos refugio porque sentimos que es necesario, no solo para beneficiarnos a nosotros mismos, a nuestra familia, a nuestro país, sino para beneficiar a todos los seres sintientes. Todos los seres sintientes tienen el derecho de ser felices y no ser infelices. Mantengan esto en mente. Así es como conservamos a todos los seres sintientes en nuestro corazón. Luego, cuando recitamos la plegaria de refugio, no solo serán palabras vacías que salgan de nuestra boca, sino que realmente provendrá de nuestro corazón. Ahora, asentemos nuestra motivación al tomar refugio. 

Tomo refugio hasta que me ilumine en los Budas, el Dharma y la Asamblea Suprema. Que por la fuerza positiva de mi dar y demás, pueda alcanzar la budeidad en beneficio de todos los seres. 

Aprovechar nuestra preciada vida humana

(2) La práctica de un bodisatva es dejar nuestro lugar de origen, en donde el apego por los amigos nos agita como el agua; el enojo hacia los enemigos nos quema como el fuego; y la ingenuidad, que hace que olvidemos lo que debe ser adoptado y abandonado, nos envuelve en la oscuridad.

Podemos decir que no hay nada particularmente equivocado en amar y tener apego por nuestro familia y desagrado por nuestros enemigos, pero todo es relativo. Necesitamos ser capaces de establecer límites. Por supuesto, necesita haber cierto amor y apego involucrados en cuidar a nuestra familia. De lo contrario, ¿por qué nos tomaríamos la molestia de cuidarlos? Y ciertamente, si alguien dice cosas malas acerca de nosotros o de nuestra familia y nos acusa falsamente de hacer algo malo, podemos decir: “¡No, no hice eso! ¡Me estás acusando falsamente!”.  

Este verso se trata del apego y el aferramiento, que todos tenemos. El problema es que simplemente no podemos soltar. Lo que necesitamos hacer es soltar, pero simplemente no podemos. Un buen ejemplo proviene de uno de mis maestros. Su hermana estaba casada, pero la relación iba mal porque su esposo la estaba engañando con otra mujer. Ella se sentía destrozada y llamó a mi maestro una vez que yo estaba sentado junto a él.  Empezaron a hablar y él escuchaba cuidadosamente. Él indicó que quería que yo escuchara, aun cuando la llamada era muy personal, ¡y yo me preguntaba si estaría tratando de enseñarme algo indirectamente! Así, ella se quejaba mientras él escuchaba. Y luego, le hizo una sola pregunta: “¿Amas mucho a tu esposo?”. Ella respondió entre lágrimas: “Por supuesto que sí”. Él dijo: “Entonces, si él es feliz con alguien más, ¿por qué no lo dejas ir?”.  

Esto es algo muy difícil de hacer, pero, de hecho, eso es amor puro. Este tipo de cosas nos van a suceder a nosotros y seguramente ya nos han pasado en nuestra propia vida, en nuestra vida familiar. Si la persona no es practicante, puede ser difícil explicar esta enseñanza. Si le damos este tipo de consejo a un amigo, ¡probablemente pensará que nuestro corazón está hecho de piedra! Entonces, ¿cuál es la cura cuando enfrentamos grandes problemas como la hermana de mi maestro? Bueno, cuando enfrentamos cualquier problema, siempre hay dos formas: aferrarnos o soltar. Siempre que nos sentimos perdidos, desesperanzados y solos, no tiene que ser así. El problema es que siempre nos aferramos. No podemos soltar las cosas. Esto es el samsara.  

Mi maestro aconsejó a su hermana muchas veces y en algún momento ella decidió dejar de aferrarse. Le dijo a su esposo: “Ok, si quieres estar con otra mujer, ve con ella, ¡sé libre!”. Ahora, seis o siete años después, su esposo realmente la valora y siente amor puro por ella. Conocí a su esposo y hablamos sobre el consejo de mi maestro y como ella había practicado, y él lloró mucho, sintió que había hecho algo terrible. Este es el poder de la práctica. No es fácil, pero podemos hacerlo también. 

El verso dice que nuestro apego por nuestra familia y amigos es como un torrente. El apego lo une todo. El Buda dijo que hemos alcanzado nuestro cuerpo debido al apego. Nuestra mente constantemente está pensando: “Pienso esto, necesito esto, quiero esto, no me gusta esto”, etc. Ese es nuestro apego, es muy fuerte. Incluso cuando nos enojamos, a menudo es debido a nuestro apego, a nosotros mismos o a nuestras posesiones. Vemos a alguien tomando nuestras cosas e inmediatamente nos enojamos. Después de que nos tranquilizamos, probablemente nos damos cuenta: “Qué tonto soy, no debí hacer eso”. Todas estas acciones físicas y mentales surgen para “protegernos” de algo. Por eso peleamos. Alguien dice algo malo de nosotros y no podemos controlarnos, lo único que queremos hacer es destruir a esa persona. 

Pero, si pensamos en ello, cuando alguien nos dice palabras hirientes y queremos luchar contra esa persona, con quien estamos molestos es con las palabras. Así, ¿no deberíamos luchar contra las palabras? Pero no pensamos con claridad y perdemos el control. En Involucrarse en la conducta del bodisatva, Shantideva dice que nos enojaríamos mucho si alguien nos golpeara con un palo. Pero no nos enojamos con el palo – lo que realmente nos golpeó físicamente – nos enojamos con la persona que sostiene el palo. Shantideva continúa para decir que, de hecho, así como no nos enojamos con el palo sino con la persona que lo sostiene, deberíamos dirigir nuestro enojo hacia lo que está controlando a la persona: su propio no darse cuenta, enojo y apego. Esto es lo que tiene sentido lógico, pero nos es difícil pensar de esa manera. 

Cuando sentimos enojo y aversión, no podemos ver la situación con claridad. Cuando tenemos un fuerte apego, nos aferramos y sentimos desesperanzados. Tengo problemas con el apego, así que siempre le pregunto a uno de mis maestros al respecto. ¡Nunca le pido que me dé enseñanzas sobre el lam-rim! Le digo: “Tengo sentimientos por esta o aquella mujer. Ya traté de aplicar algunas de las enseñanzas, pero no me está sirviendo mucho, dame algunos consejos”. No todos los maestros pueden dar respuestas directas  a tales preguntas, pero él me entiende, de humano a humano. Y le digo: ¡por favor, no me des un discurso sobre la impermanencia! El consejo típico es pensar en la impermanencia y la forma en que el cuerpo está hecho de sangre, huesos y demás. ¡Vamos! Aun si vamos a una cremación abierta y se salen los sesos, eso no ayudará. Tengo muchos amigos que son doctores y engañan a sus esposas. Cada día, llevan a cabo cirugías y sacan órganos, ¡pero aún sienten un gran apego por el cuerpo humano! 

Así, este amable maestro siempre me dice que el apego es nuestro peor enemigo. Cuando hablamos de apego, nuestra mente automáticamente debería ver las desventajas. La primera desventaja del apego es que intentamos con mucha fuerza obtener algo, pero no hay ninguna garantía de que tendremos éxito en ello. Nos enamoramos, pero luego vemos a la persona que nos interesa salir con otras personas, y sufrimos mucho. Este es el primer dolor del apego.  

El segundo es que, incluso cuando sí obtenemos algo, nuestro apego no tiene límite. Veamos cuántas relaciones fallan tan solo después de unos meses o incluso después de muchos años. Siempre nos aferramos a algo nuevo o excitante, y no solo con las relaciones – comida, dispositivos electrónicos, ropa. Esta es la razón por la cual Apple está haciendo tan buen trabajo, ¡gracias a nuestro apego! Incluso si ya tenemos mucha ropa que ponernos, vemos un nuevo estilo y pensamos: “¡Tengo que tener eso también!”. Nunca estamos satisfechos, y eso significa que nunca podemos “ganar”. Nunca llegaremos al punto en que estemos satisfechos y digamos: “Es suficiente”.  

Mi maestro dijo que, por supuesto, ninguno de nosotros piensa de esta manera cuando estamos en medio del apego, pero así es como debemos entrenarnos. No es que no debamos enamorarnos ni comprar un teléfono nuevo, sino que necesitamos darnos cuenta de las desventajas de ello y estar preparados.

Gyalse Togme Zangpo dice que deberíamos dejar nuestro lugar de origen. ¿Qué significa esto? ¿Deberíamos abandonar a nuestra familia? ¿Renunciar a nuestros pasaportes? ¿Debería mudarme lejos de mi hogar en Spiti, India? No, no significa eso. En realidad, significa soltar nuestro aferramiento, apego y enojo. Y cuando sentimos que surgen, los dejamos ir. Luego, si nuestro amigo dice algo bueno o malo de nosotros, estamos listos para aceptarlo y no actuamos alocadamente. Si nuestro amigo nos molesta o nos lastima – bueno, no somos perfectos, entonces ¿por qué tendría nuestro amigo que ser perfecto? Si nuestro enemigo nos odia y dice cosas malas de nosotros, podemos tomar distancia para resolver las cosas con calma. Dejar nuestro lugar de origen significa dejar atrás la rutina de nuestras formas habituales de reaccionar con apego y enojo. 

Es como cuando digo mis plegarias y hago mis prácticas. Hay una tendencia a pensar especialmente en la felicidad de mis padres, asistentes y mecenas, pero eso no es lo correcto. Cuando hacemos nuestras plegarias, nuestra motivación debería ser imparcial, como lo es la de los budas y bodisatvas. Si solo hago plegarias por mi familia y por aquellos que aprecio, y me olvido de todos los demás seres incontables, eso es aferramiento. Eso es construir nuestro lugar de origen. Así que dejar nuestro lugar de origen es algo mental, no es algo físico. 

Alcanzar la estabilidad mental a través del aislamiento

(3) La práctica de un bodisatva es confiar en el aislamiento en el que, al habernos liberado de objetos nocivos, nuestras emociones y actitudes perturbadoras se desgastarán gradualmente; al carecer de distracciones, nuestras prácticas constructivas se incrementan naturalmente; y al aclarar nuestro darnos cuenta, nuestra certeza en el Dharma crece.

Por lo general hacemos esto, ¿no es así? Cuando tenemos problemas familiares o laborales, queremos correr a algún lugar solitario, irnos de excursión o lo que sea. Y el fin de semana es muy importante en Occidente, quieren pasarla bien visitando la playa o el bosque, o teniendo una parrillada. El sábado se pasa muy rápido. ¡Y el domingo también! Estudié en Canadá, así que conozco esto. Pasamos toda la semana con nuestro jefe y nuestros compañeros de trabajo, así que el fin de semana sentimos que necesitamos escapar a un lugar solitario con nuestra familia, o incluso sin nuestra familia. Queremos encontrar algún tipo de paz mental ahí. Por un lado, este es un paso en la dirección correcta, pero realmente no es suficiente. Es un poco como emborracharse y perder la conciencia; después de unas horas todo vuelve a la normalidad de nuevo y tenemos que enfrentar la realidad, pero lo hacemos una y otra vez. 

Los bodisatvas van a lugares solitarios para prepararse con el fin de estar listos para luchar en contra de los problemas y obstáculos. En ausencia de las distracciones, naturalmente obtenemos fortaleza. Es por eso que el Buda trazó el camino de ser monje o monja, porque generalmente hay menos distracciones con la vida samsárica cuando se es monje o monja. El Buda estableció algunas restricciones, muchas cosas que se pueden hacer o que no se pueden hacer. Todas ayudan a que nuestra práctica funcione sin problemas. 

Los bodisatvas necesitan ir a lugares solitarios y quedarse en equilibrio meditativo, pero no pueden quedarse así para siempre. El Buda lo dijo. Los bodisatvas pueden entrar en equilibrio meditativo para combatir las emociones perturbadoras, enfocándose en la vacuidad. Se pueden quedar así por semanas y meses, pero no durante años o eones. En los sutras, se dice que los bodisatvas en meditación profunda son despertados por los budas. Es como un chasquido o una alarma. No una alarma real, sino que ya está establecida de alguna manera en la mente del bodisatva. Algunas veces notamos que nos despertamos antes de que suene nuestra alarma; me pasó el día de hoy, quizás cinco minutos antes. Es lo mismo para los bodisatvas, están muy comprometidos. Su principal propósito es ayudar a los demás. Su práctica es ayudar a los demás. Así, no pueden irse y permanecer en meditación para siempre. 

Estamos tratando de seguir los pasos de los bodisatvas. Necesitamos revisar nuestras emociones negativas y tratar de entender cómo surgen. ¿Cuál es el antídoto de nuestras emociones perturbadoras? Empezamos desarrollando shámata, un estado mental tranquilo y estable. Lo que nos falta son hábitos benéficos. Pero, afortunadamente, todo es temporal, así que podemos cambiar. Es como las burbujas en el océano. Hay muchas hermosas burbujas en el océano, surgen por unos segundos y luego desaparecen. Cuando escuchamos enseñanzas de grandes maestros como Su Santidad, las escuchamos en la mañana, ¡pero en la tarde ya desaparecieron todas de nuestra mente! Para poder sostenernos de las enseñanzas, necesitamos enfocarnos con shámata. Para desarrollar shámata, no podemos seguir viviendo la vida como normalmente lo hacemos. Realmente necesitamos enfocarnos. Por eso los bodisatvas van a lugares solitarios. Las emociones no saludables y perturbadoras gradualmente desaparecen y tienen la oportunidad de enfocarse más en las ventajas de la bodichita y la vacuidad.  Eso es realmente esforzarse en el shámata. 

Conforme practicamos la virtud, automáticamente obtenemos fortaleza. Con el claro enfoque del shámata, obtenemos convicción en las enseñanzas. No necesitamos intentarlo durante mucho tiempo. Solo inténtenlo, quizás todos los días durante una hora o treinta minutos. Pero háganlo todos los días, y luego regresen a las enseñanzas de Su Santidad.  

Una vez hablé con un amigo, una persona laica, sobre lo que Su Santidad nos aconsejaba hacer. Él escuchaba y practicaba. De hecho, él debería ser mi maestro. Después de un año, regresó y dijo: “Rinpoche, ahora que escucho las enseñanzas de Su Santidad, pienso que ha mejorado mucho”. Le respondí: “¿Qué quieres decir con eso?”. Él dijo: “Hace dos años que lo escuché no noté mucho, pero esta vez me sentí tan conectado con él, y las enseñanzas que dio me hicieron sentir tan increíblemente que no puedo explicarlo”. Dijo: “Quizás Su Santidad mejoró como maestro”. De hecho, Su Santidad es la misma persona; es mi amigo quien cambió a través de su práctica. 

Podemos hacerlo también. Si nos enfocamos, muchas cosas hermosas pueden pasar dentro de nuestra mente. El día de ayer hablé con un amigo. Alguien le había dicho algo muy malo y no había podido dormir durante la noche. Lo único que quería hacer era pelear con él. No había mucho que yo pudiera hacer. Se volvió muy estrecho de miras y parcial, así que tuve que esperar a que se calmara. Pero si tenemos nuestra propia práctica, no necesitamos escuchar a otros. A menudo, cuando nuestros amigos nos apoyan, su ayuda en realidad es negativa. Podríamos decirle a nuestro amigo: “Esa persona me dijo algo malo” y entonces ellos dicen: “¡Sí, esa persona es muy mala!”. Quieren ayudarnos y apoyarnos, pero realmente no nos ayudan. Quizás alguien efectivamente nos dijo algo malo, pero una vez que nuestros amigos llegan y nos apoyan, la persona se vuelve 100% una mala persona. ¡No necesitamos este tipo de ayuda de los demás! 

No estoy diciendo que nuestros amigos que tratan de ayudarnos tengan malas intenciones, en absoluto. Pero la forma en que nos ayudan es completamente errada. Cuando tenemos nuestras propias prácticas podemos enfrentar estos problemas. Algunos de mis amigos tienen problemas con su “enemigo” y yo les digo: “No, no, él no es así, dijo eso porque se sintió así y tú también hiciste algo malo”. Entonces ellos dirán: “Bueno hay algo de verdad en tu consejo, así que mañana trataré de sonreírle”. Uno de ellos más tarde dijo: “Solo le sonreí cuando no me estaba viendo”. Bueno, ¡al menos ese es un comienzo! 

Renunciar a la obsesión con esta vida

(4) La práctica de un bodisatva es renunciar a la preocupación de estar totalmente con esta vida, en la cual amigos y relaciones largo tiempo juntos deben partir por sus propios caminos; la riqueza y las posesiones acumuladas con esfuerzo deben ser dejadas atrás; y nuestra conciencia, la invitada, debe dejar nuestro cuerpo, su casa de huéspedes.

Construimos todo tan fuertemente en nuestra mente. Él es mi familia, ella es mi amiga, ellos son nuestros enemigos. Cuando hacemos que todo sea tan sólido, es una señal de que estamos obsesionados con la permanencia. Pensamos que todo es permanente. Necesitamos soltar eso. 

Siempre planeamos nuestra vida como si todo fuera permanente. Gyalse Togme Zangpo dice que, incluso siendo tan cercanos de nuestro mejor amigo que comamos del mismo plato y compartamos la misma ropa, llegará el momento en que tendremos que separarnos. Sin importar cuánto ganemos, sin importar cuántas lágrimas y esfuerzos invirtamos en ganar dinero, tendremos que separarnos de todo aquello que hemos acumulado. Lo más difícil es cuando nuestra conciencia deja nuestro preciado cuerpo. Nuestro cuerpo es solo como un hotel, pero nunca queremos escuchar estas palabras, ya no digamos creerlas. Pero nuestro cuerpo es como un hotel o una casa de huéspedes, y nos quedamos ahí alrededor de 60 u 80 años. 

Si vemos la vida, los amigos cambian uno por uno, las cosas que tenemos envejecen y compramos nuevas, nuestro cuerpo cambia, nuestra mente cambia. Esta ya es una señal de que tendremos que dejar todo detrás de nosotros. Compramos una casa y, después de cierto tiempo, compramos una casa mejor. Podemos cambiar todas estas cosas sin ningún dolor. Pero cuando nuestra conciencia tiene que dejar la casa de huéspedes de este cuerpo, eso nos causa un gran dolor. Aún no hemos aprendido la lección. Nuestros ancestros y abuelos, e incluso personas que son más jóvenes que nosotros, han muerto. Nos sentimos tristes, pero nunca pensamos que, un día, eso también nos pasará a nosotros. Siempre nos sentimos permanentes.   

Si vemos las noticias, siempre hablan de este o aquel accidente, en los que mueren muchas personas. Podemos ver eso y tener fuertes sentimientos, pero si no nos ponemos a nosotros mismos en esa situación, nos sentimos bastante seguros. Pero todas esas personas que estuvieron en el accidente también habían visto alguna vez las noticias y pensaron exactamente lo mismo: eso no me pasará a mí. Nunca sabemos lo que podrá acontecernos. Por lo general, aun si pensamos acerca de la posibilidad de que tengamos un accidente, simplemente lo bloqueamos, no pensamos más. 

Había un gran maestro en el Tíbet que escribió increíbles poemas. Escribió uno acerca de la impermanencia, en donde dice que los humanos somos bastante estúpidos, más estúpidos que las cabras y las ovejas. Estos animales son agarrados por el carnicero, quien le cortará la cabeza al primero de ellos; el que sigue en la fila temblará de miedo al saber que será asesinado. Pero los humanos vamos a los funerales con abrigos negros y solo decimos: “Descanse en paz”; aun así, no tenemos temor alguno. Por ello, de algunas formas, somos más estúpidos que los animales.  

¿Cuál es el punto del miedo? No estoy diciendo que deberíamos temer a la muerte. Aquí, Gyalse Togme Zangpo dice que deberíamos temer el hecho de desperdiciar nuestra preciada vida humana. En realidad, podríamos hacer cosas maravillosas con nuestra vida, pero a menudo somos demasiado flojos. Nuestra pereza se apodera de nosotros y luego, de repente, nuestra vida termina. Piensen en todas las cosas buenas que podríamos estar haciendo. Si vemos la razón por la cual no las estamos haciendo, es porque nuestra mente está llena de la idea de permanencia. Pensamos que duraremos para siempre. Esta es una forma de pensar totalmente errónea. Deberíamos pensar en la enfermedad, los malestares y la muerte, no para que nos asustemos, sino para no desperdiciar la preciada oportunidad que tenemos en esta vida. También nos permite sentirnos listos para cuando algo suceda. Deberíamos estar listos para morir. Deberíamos estar listos para dejar atrás a nuestra familia de una forma muy positiva. 

Tengo un buen ejemplo de cuando viví en Canadá y fui invitado a un hospicio. Había una mujer de alrededor de 50 años que tenía un tumor cerebral. Se enteró de que había un Rinpoche en el área y quería conocerme. Pensé que quizás tenía miedo de morir. Fui a verla y hablé sobre que no había necesidad de temer a la muerte. Escuchó con mucho cuidado; ya saben cómo puedo seguir y seguir y no me detengo. En algún punto me detuve y ella dijo: “He estudiado budismo durante 30 años y he usado toda mi energía para practicar, y no tengo el más mínimo temor de la muerte. Estoy lista para morir. Mi miedo es que, debido al dolor en mi cuerpo, los doctores me dan medicamentos. Bajo el efecto de estos medicamentos, no puedo pensar acerca de mis prácticas. Si muero sin pensar acerca del Dharma, ¿qué le pasará a mi vida futura?”. 

No esperaba esto de ella. Aprendí de esa mujer. Me senté ahí durante cinco minutos en silencio, pensando mucho. Y luego recordé una de las enseñanzas de Su Santidad, una maravillosa enseñanza. Su Santidad dijo que la influencia de nuestra práctica es increíble. Cuando tenemos algo muy preciado en nuestras manos, digamos que tenemos el iPhone más nuevo y caro, incluso si nos quedamos dormidos, automáticamente seguimos sosteniéndolo. ¡Esto me ha pasado a mí! Aunque nuestro enfoque no está aquí, automáticamente está la influencia de “no puedo soltarlo, tengo que sostenerlo”. Cuando lanzan un nuevo iPhone, los protectores y los estuches de los teléfonos ya están también en venta; saben cómo funciona nuestra mente. Después de gastar mucho dinero en un teléfono nuevo, también compraremos un protector. Queremos conservarlo, no soltarlo. Es lo mismo con nuestra práctica. Una vez que sentimos la bodichita o la vacuidad, no la soltamos. Esto no se trata de aferrarse, se trata más bien de ver lo valiosa que es. Cuando tenemos un accidente, no tenemos tiempo para practicar. No pensamos sobre el Dharma, pero la influencia de nuestra forma de practicar está ahí, la estamos sosteniendo. Esto fue lo que le dije. Tenía lágrimas en sus ojos. Me agradeció por ir y me dijo que estaba esperando esa respuesta. Ella conocía la respuesta. De alguna manera, solo necesitaba que alguien más se la dijera. Esto es algo que quería compartir con ustedes. 

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