La emoción perturbadora del apego a alguien causa que perdamos nuestra paz mental y nuestro autocontrol. Con ella, exageramos las buenas cualidades de alguien, tal como su apariencia y, al convertir a la persona en un objeto, nos aferramos a ella y no queremos soltarla. Pero con diversos métodos de meditación podemos superar nuestro apego y desarrollar una relación saludable con la persona.
La falta de darse cuenta está en la raíz de nuestras emociones y actitudes perturbadoras como su causa más profunda. La falta de darse cuenta puede ser sobre la causa y el efecto (el efecto de nuestro comportamiento) o sobre la realidad. La falta de darse cuenta acerca de la causa y el efecto conductual se describe como ser responsable de actuar destructivamente y hacer las cosas equivocadas. Sin embargo, la falta de darse cuenta de la realidad o de las situaciones, podría subyacer cualquier tipo de comportamiento samsárico, constructivo o destructivo. Por lo tanto, si queremos ver cómo la falta de darse cuenta subyace a nuestras emociones y actitudes perturbadoras, tenemos que ver más en términos de la falta de darse cuenta de las situaciones, la falta de darse cuenta de la realidad.
Ahora, la palabra “realidad” es una palabra curiosa porque puede tener muchas connotaciones diferentes. Hay dos verdades acerca de cualquier cosa: la verdad relativa, convencional o superficial de lo que algo parece ser y la verdad más profunda acerca de cómo algo existe. No es que una verdad sea más verdadera que la otra, como la palabra “niveles” de verdad podría implicar; ambas son verdaderas. No me gusta utilizar el término “absoluto” con relación a la segunda de estas dos verdades, ya que “absoluto” suena a que una es más verdadera que la otra; prefiero la expresión “más profunda”. Así, las dos verdades son: la verdad superficial de lo que algo parece ser, y la más profunda, que se refiere a cómo existe.
¿Qué es el apego?
Revisemos las dos verdades con relación a las emociones perturbadoras, quizás así quede un poco más claro. ¿Qué es el apego o el deseo anhelante? Es el estado mental perturbador que exagera las cualidades positivas de algo, y se manifiesta en dos variedades principales: el deseo anhelante está dirigido a algo que no tenemos y la emoción es: “¡tengo que conseguirlo, tengo que tenerlo!”. El apego se dirige a algo que ya tenemos y se siente: “¡no quiero dejarlo ir!”. Ambos se basan en una exageración de las cualidades positivas de algo, o de lo que pensamos que son las cualidades positivas de algo. Una tercera variedad es la codicia, que también se dirige a algo que tenemos y, al no estar nunca satisfechos, siempre queremos más.
Con todas estas variantes, no nos damos cuenta de la verdadera realidad, la verdad real acerca de lo que algo es. En otras palabras, no nos limitamos a ver las cualidades positivas o los puntos buenos de algo, sino que los exageramos o le agregamos otros que ni siquiera están allí, lo que generalmente va aunado a que minimizamos o ignoramos por completo las deficiencias o los aspectos negativos. Por lo tanto, no nos damos cuenta de cuáles son en realidad los puntos positivos y los puntos débiles de algo. Ese “algo” podría ser, por ejemplo, una persona que conocemos y que nos parece atractiva y maravillosa, o podría ser un objeto, como el helado.
Consideremos el caso de alguien por quien sentimos deseo anhelante y apego. Exageramos, por ejemplo, lo bien parecido(a) que es o cualquier otra cualidad que encontremos muy atractiva; exageramos que es la persona más hermosa que hemos conocido y realmente tendemos a ignorar sus defectos, no queremos pensar demasiado en ellos, por ejemplo, en que puede ser irritante, que come de una manera chistosa o que ronca. Ahora, es posible que la persona sea relativamente atractiva y que, de hecho, la encontremos muy atractiva, no estamos negando eso, pero exagerar esa característica es lo que causa el deseo anhelante y el apego, e implica ignorar o minimizar los defectos de una persona. Tal estado mental producirá problemas tarde o temprano, porque en algún momento esa fascinación desaparecerá. Entonces, cuando los defectos de la persona empiecen a destacar, nuestro amor y apego pueden convertirse fácilmente en verdadero enojo y molestia.
El enojo o la molestia es justo lo contrario: exageramos las cualidades negativas, las deficiencias de alguien o algo, e ignoramos los puntos positivos. Por ejemplo, hacemos un gran escándalo por el hecho de que alguien no mantiene su habitación ordenada, es descuidado(a), no ayuda lo suficiente con los platos o lo que sea. Hacemos la gran cosa de ello, lo exageramos completamente fuera de proporción, nos enojamos y alteramos. Al mismo tiempo, tendemos a ignorar o perder de vista los aspectos positivos de la persona: que es muy amable, responsable, constante y demás. Lo único que destaca es: “no puedo soportar que deje sus calcetines sucios en el suelo”, y entonces nos enojamos.
La verdad más profunda
Como en estos ejemplos, detrás de nuestro apego y de nuestro enojo se encuentra nuestra falta de darse cuenta sobre la verdad relativa o superficial acerca de alguien -cuáles son sus puntos positivos y negativos, sus fortalezas y debilidades-, sea que no los conozcamos, que los ignoremos, que los exageremos o que los entendamos de manera incorrecta. Pero también debajo de nuestro apego y nuestro enojo, en un nivel más profundo, se encuentra nuestra falta de darse cuenta de la verdad más profunda acerca de ellos, acerca de cómo existen.
Aunque podríamos discutirlo en un nivel sutil muy complicado, esta noche lo abordaremos en un nivel más sencillo. Nos parece que esta persona existe como una cierta entidad que tiene una gran línea sólida a su alrededor. Nos parece como si estuviera encapsulada en plástico o algo así, y ahí está frente a nosotros, existiendo sólo como aparece, congelada como en una fotografía. Es sobre la base de esa concepción errónea que pensamos en ella como una entidad concreta, establecida por sí misma, independiente de causas, condiciones, influencias y demás, y nunca cambiante, permanente. Eso es muy confuso y es incorrecto porque, de hecho, su estado de ánimo, su cuerpo y su estado emocional están cambiando constantemente. No hay nada sólido, como si estuviera encapsulada en plástico, de forma permanente, para siempre.
Basados en malentender el “tú” como una entidad concreta y permanente, pensamos por ejemplo: “¡siempre eres así, siempre dejas los calcetines en el suelo!”. Esta idea errónea y nuestra falta de darse cuenta que no corresponde con la realidad, es la base que subyace al hecho de que exageremos las cualidades negativas de esta “cosa” que está del otro lado de la cama, molestándonos. Nuestra falta de darnos cuenta de cómo existe esa persona también nos hace exagerar sus buenas cualidades como una “cosa” sólida aparentemente maravillosa. Nuestra confusión provoca que toquemos compulsivamente a la persona, que no podamos quitarle las manos de encima porque es muy atractiva; estamos tan apegados a ella que no queremos soltarla ni dejar siquiera que se vaya a dormir.
Así que si pudiéramos deshacernos de estos dos aspectos de la falta de darse cuenta con los que pensamos que alguien es concreto y permanente, entonces las emociones perturbadoras no surgirían. Nos daríamos cuenta de que la persona está en constante transformación, abierta al cambio, y que no es en absoluto una cosa concreta encapsulada en plástico. Cuando lo entendemos, ya no pensamos que esa cosa envuelta en plástico tiene un conjunto permanente de buenas cualidades que podríamos exagerar o incluso maquillar. Estaríamos abiertos a ver sus verdaderas cualidades positivas y negativas, y entenderíamos que todo el mundo tiene puntos positivos y negativos; ni los exageraríamos ni los negaríamos. Sobre esa base, podemos relacionarnos de una manera madura, amable y cariñosa, con tolerancia, paciencia, comprensión, etc. No nos apegamos ni nos enojamos.
El apego y el enojo dirigidos hacia las máquinas
Es exactamente lo mismo con la grabadora. ¿Qué es lo que subyace al hecho de estar apegados o enojarnos con ella? Primero que nada, es que la convertimos en una gran cosa sólida, al pensar: “pagué mucho dinero por ella”; ahí está esa cosa allá afuera, con una enorme línea sólida a su alrededor. Y luego podríamos exagerar sus buenas cualidades: “es totalmente confiable para grabar las enseñanzas”, y nos volvemos dependientes de ella. Ni siquiera prestamos realmente atención a la conferencia ni tomamos notas porque pensamos que la grabadora es infalible y permanente, y que siempre va a funcionar. Y si no funciona nos enojamos muchísimo con ella.
Pero después de todo, es sólo una máquina. Está hecha de piezas y las piezas se desgastan; nada es para siempre. Es cierto que puede grabar muy bien, pero a veces falla, es sólo una máquina, las pilas pueden agotarse y demás. Si lo entendemos, entonces no hacemos un drama cuando las pilas se acaban. Actuamos de manera responsable antes de utilizarla y comprobamos que la máquina esté funcionando correctamente y que las baterías estén cargadas. Pero si por algo no funciona, no nos alteramos y simplemente tomamos notas; no nos volvemos totalmente dependientes del aparato.
Es bastante increíble cómo podemos tener tales emociones perturbadoras hacia las máquinas, como una grabadora, y en nuestra época actual, con las computadoras. Nos enojamos tanto cuando no hacen lo que queremos que hagan: “tiene una mente propia”, pensamos. Vamos, eso es ridículo. O pensamos: “ahí está y debería funcionar”, después de todo, se supone que debería ser perfecta. Pero es sólo una máquina y está compuesta de partes; además, está hecha por personas que cometen errores y que no saben cómo hacer las cosas de manera perfecta. Sin embargo, eso no quiere decir que no usemos la grabadora o la computadora. Las usamos, ya que pueden ser muy útiles, pero no nos apegamos a ellas; si funcionan, qué bien, y si no hacen lo que queremos, no nos enojamos. De esta manera, tenemos una actitud equilibrada y saludable hacia ellas. Eso no es fácil, sobre todo si la máquina es costosa.
Un método provisional para lidiar con el deseo y el apego hacia una persona
En el budismo existen dos métodos para lidiar con nuestras emociones perturbadoras: métodos temporales, provisionales, que básicamente nos ayudan a ver correctamente la verdad relativa de las cosas, y métodos últimos o más profundos, que implican comprender la verdad más profunda del objeto hacia el que se dirige la emoción perturbadora. Los métodos más profundos requieren mucho estudio y reflexión pero, dado que los métodos temporales y provisionales son más fáciles de entender y aplicar, en éstos nos entrenamos y los aplicamos primero. Revisemos algunos ejemplos de los métodos provisionales.
Pensar acerca de lo que está dentro del cuerpo
Si tenemos apego o deseo anhelante hacia alguien y, particularmente, si estamos muy enamorados y exageramos las cualidades de la belleza del cuerpo de una persona, o incluso si estamos apegados a nuestro propio cuerpo, entonces meditamos en lo que se suele llamar “la fealdad del cuerpo”. Bueno, usar la palabra “feo” ya nos desagrada un poco, es un término incómodo. Así que creo que podemos revisarlo sin utilizar la palabra “fealdad” o “suciedad”, que también suele utilizarse en este contexto. Ambas tienen una connotación poco saludable en nuestras sociedades contemporáneas, en las que la baja autoestima es muy frecuente. En lugar de ello, sólo veamos el cuerpo humano, el de otra persona o el nuestro, simplemente desde el punto de vista de lo que hemos estado discutiendo: la verdad relativa de lo que algo es.
Podemos usar la analogía de un paquete. Un paquete tiene una envoltura, digamos, como un regalo que tiene una envoltura en el exterior y un contenido en su interior. Del mismo modo, nuestro cuerpo o el de alguien más, está envuelto por piel en el exterior, que es lo único que normalmente vemos. La piel es, entonces, como un hermoso empaque; y así como un regalo se puede envolver con elegante papel costoso y cintas, también el cuerpo puede envolverse con hermosos y costosos vestidos, para que se vea más atractivo, pero la ropa es tan sólo el empaque. Para atraer aún más la atención sobre un producto en una tienda, los fabricantes invierten grandes esfuerzos en el diseño del empaque y añaden llamativos anuncios. Del mismo modo, muchas personas a menudo tratan de hacer que su piel se vea aún más atractiva con maquillaje, peinados extravagantes y perfumes, o con elaborados tatuajes, perforaciones, etc.
Pero un paquete no es sólo la envoltura; también están los contenidos. En el interior del paquete de un cuerpo está el esqueleto, los músculos, los órganos, etc. Si el contenido del estómago saliera, sería vómito. Adentro de los intestinos hay excrementos y adentro de la vejiga hay orina, y la sangre recorre todas las arterias y las venas. Esa es la realidad; esa es la verdad de lo que está dentro del paquete de la piel. Realmente no podemos negarlo. Y si sacáramos todo el vómito del estómago, toda la saliva de la boca, la mucosidad de la nariz, el excremento de los intestinos, la orina de la vejiga, la sangre de las venas y arterias, y nos quedáramos sólo con la piel, eso no sería realmente nuestro ser amado ¿verdad? La realidad de nuestro ser amado es que él o ella es el paquete completo. Nosotros no sólo queremos la piel de nuestro ser amado rellena de algodón o algo así, como en un museo de historia natural. Queremos que la persona esté viva, y esa es la realidad de lo que está dentro del paquete, nos guste o no.
Así que ahora esto se vuelve muy interesante. ¿Qué nos parece hermoso y qué nos parece feo? ¿Qué nos parece limpio y qué encontramos sucio? Algunas personas pueden pensar que la piel es muy hermosa y el esqueleto feo, pero ¿qué hay de feo en un esqueleto? Es sólo un esqueleto. Y si presenciamos una operación en un hospital y vemos lo que hay dentro del cuerpo, ¿qué hay de feo o repulsivo en eso? Es nuestra actitud, ¿no es así? Ciertamente, a los médicos que realizan la cirugía no les parece feo ni repulsivo; es sólo lo que hay dentro del cuerpo.
Evitar la exageración de las buenas cualidades, como la belleza
El punto es no exagerar las buenas cualidades porque incluso éstas son relativas y subjetivas. Por ejemplo, es posible que una persona que a mí me parece muy hermosa para ustedes no lo sea en absoluto, o una persona que a mí me parece fea para ustedes sea muy hermosa. Es completamente subjetivo. Así que si la piel y y la forma del cuerpo de una persona nos parecen atractivas, eso está bien, es hermoso para nosotros, no hay nada de malo en ello. El punto es no exagerarlo. No hay nada de malo en el hecho de que nos dé placer ver a la persona, que nos guste cómo luce y que nos haga felices verla. Lo problemático es exagerarlo y sentir: “tengo que tocar su cuerpo todo el tiempo, tengo que abrazarlo cada vez que lo veo, tengo que tenerlo a mi lado todo el tiempo”. Ese es el problema. Si alguien más mira a esta persona con deseo, entonces nos enojamos: “esta persona y su cuerpo son míos”. En la calle vemos muchas personas muy hermosas, pero eso sólo es perturbador cuando pensamos compulsivamente: “me gustaría poder tocarla o hacer esto o aquello con ella”. Eso nos perturba mucho a nivel emocional.
Si empezamos a exagerar realmente el empaque (cómo luce la persona), es muy útil desarrollar algo así como una visión de rayos X e imaginar el esqueleto de la persona. No es tan difícil de hacer, especialmente si sabemos cómo es un esqueleto. No es una lección de anatomía, así que no tiene que ser perfecto, pero podemos imaginar el tipo de cráneo que hay debajo de la piel de la cara y la cabeza. Eso nos ayuda a recuperar la sobriedad. Si estamos acariciando el abdomen de alguien y pensamos: “es maravilloso”, tratemos de tener un poco más de presencia mental de lo que estaríamos acariciando si estuviéramos tres o cuatro centímetros por debajo de la piel. Esto no quiere decir que ahora sintamos repugnancia, sino que no hacemos la gran cosa del goce que experimentamos al acariciar el cuerpo de alguien. Aplicar estos métodos nos da más equilibrio emocional.
Estos métodos sólo son provisionales, no nos liberan del deseo anhelante y el apego. Sin embargo, disminuyen de manera temporal estas emociones perturbadoras cuando surgen en determinadas situaciones. Para deshacernos de ellas, necesitamos entender realmente cómo existe una persona y no convertirla en una “cosa”, pero esto es muy difícil y avanzado. Por lo tanto, primero aplicamos estos métodos temporales, provisionales. Ser capaces de hacerlo requiere de un proceso de tres pasos: escuchar, reflexionar y meditar.
Escuchar el método y pensar acerca de él
En primer lugar, tenemos que escuchar cuál sería el método. Si estamos muy apegados a alguien debido a su cuerpo y a cómo luce, el método sería ser conscientes también de lo que hay debajo de la piel, como el esqueleto, y lo que está en el interior del estómago. Después de escuchar acerca de este método, necesitamos pensar en él con el fin de entenderlo y convencernos de que, si fuéramos conscientes, no sólo del empaque sino también de lo que hay dentro, no nos sentiríamos tan perturbados por el deseo anhelante y el aferramiento hacia esa persona; tendríamos menos problemas con ella y con nuestra propia conformación emocional.
Aplicar los cuatro axiomas
Al pensar en estos puntos que hemos escuchado, necesitamos examinarlos desde la perspectiva de los llamados “cuatro axiomas”. Se trata de cuatro maneras de convencerse de algo.
El axioma de la demostración por razonamiento
Con el primer axioma, examinamos las enseñanzas para ver si son razonables y lógicas. En este caso, es bastante obvio que la gente no es sólo su piel, realmente no necesitamos demostrarlo. Pero si queremos examinar este punto con lógica, entonces por supuesto que una bolsa vacía de piel no puede ponerse de pie si no tiene un esqueleto en su interior. Si comemos, entonces debe haber algo adentro de nuestro estómago e intestinos. Por lo tanto, es perfectamente lógico que el cuerpo de una persona no sea sólo su piel, porque debe haber algo adentro de la piel.
El axioma de la funcionalidad
Luego examinamos cómo una enseñanza particular podría funcionar para producir el resultado deseado. Por ejemplo, si fuéramos igualmente conscientes tanto de lo que está en el exterior como en el interior del cuerpo de esa persona, esa comprensión haría que no exageráramos lo uno e ignoráramos lo otro.
También podríamos analizar, si alguien fuera tan hermoso y atractivo, ¿por qué sólo su piel nos parece tan hermosa? ¿Por qué no nos parece también que el vómito de su estómago es hermoso? Obviamente, no nos lo parece. Así que el ser conscientes de los dos aspectos de su cuerpo, el exterior y el interior, no tiene la función de impedir que encontremos el exterior bello o de destruir nuestro disfrute de su belleza, sólo mantiene nuestro disfrute en perspectiva. Está bien, el cuerpo de esa persona puede ser bello por fuera, pero también está lo que hay dentro y esa es la forma en que todo el mundo existe.
Es muy interesante que, al trabajar con estos puntos, al pensar en ellos y tratar de convencernos de ellos, muy a menudo lo que sucede es que realmente no queremos creer en ellos. Hay una resistencia emocional a pensar en lo que está dentro del estómago y los intestinos. Es muy interesante verlo. El punto, sin embargo, es que esta es la realidad, esta es la verdad. A los tibetanos les gustan las imágenes concretas, aterrizadas. Dicen que si tuviéramos una gran pila de excremento, talláramos sobre ella la magnífica estatua de un cuerpo desnudo y lo pintáramos de color piel, sin importar lo hermoso que fuera, ¡seguiría siendo un pedazo de mierda!
La funcionalidad de este entendimiento también es que si, me doy cuenta tanto del exterior como del interior del cuerpo de una persona, eso sirve para no tener deseo anhelante y apego por ese cuerpo, porque no estoy negando uno ni exagerando el otro. Así, este entendimiento es incompatible con el enamoramiento. Con lo que sí es compatible es con el hecho de tener un compromiso estable y a largo plazo con la persona, con una actitud de amor sincero y paciencia con lo que le sucede a cualquier cuerpo a medida que envejece. Si exageramos su belleza presente, cuando comience a envejecer o a enfermarse y pierda esa belleza, quizás busquemos a otra persona que encontremos más atractiva. Pero si entendemos y aceptamos la realidad de que, tanto el exterior como el interior cambiarán de igual modo, esa comprensión profunda será compatible con tener una relación estable y amorosa con la persona.
El axioma de la naturaleza de las cosas
¿Por qué es que algunas personas pueden ser hermosas en el exterior, pero aun así tienen esqueleto, excremento y vómito en su interior? Bueno, eso es sólo la naturaleza de las cosas; somos seres vivos y eso es lo que constituye el cuerpo. No tenemos más remedio que aceptar que esa es la realidad. Así funciona el cuerpo.
El axioma de la dependencia
Finalmente, examinamos de qué depende que desarrollemos este estado mental, este entendimiento, para que seamos capaces de obtenerlo. Lo más importante es tener cierto autocontrol. Cuando vemos a la persona, tenemos que controlar la necesidad compulsiva de poner nuestras manos por todo su cuerpo. Necesitamos autocontrol para dar un paso atrás por un momento y aplicar el análisis y la introspección. Este autocontrol nos permitirá ser capaces de ver de forma más clara y profunda.
Más aún, necesitamos tener la disposición y la apertura para hacerlo y no temer que sentiremos tanta repulsión por la persona que no podremos relacionarnos con ella. Aplicar apropiadamente el método depende de todos estos factores. Si entendemos esto de antemano, sabremos qué necesitamos para prepararnos.
Meditación
Una vez que hemos recorrido el proceso de pensar, que significa entender la enseñanza y convencernos de que es útil desarrollarla y que es algo que queremos desarrollar, entonces hacemos lo que de hecho se conoce como “meditación”. La meditación es un método para integrar en nuestra vida las enseñanzas que hemos entendido y de las que estamos convencidos. Las integramos creando un hábito beneficioso al pensar repetidamente en ellas y al actuar de acuerdo con lo que se nos enseña hacer.
Este es un proceso doble: primero hacemos una meditación de discernimiento, algunas veces llamada meditación analítica. En una situación controlada, en otras palabras, sentados solos, sin tener frente a nosotros a la otra persona, trabajamos con ese apego, por ejemplo, el deseo anhelante provocado por cómo luce. Trabajamos con una foto de la persona o simplemente pensamos en ella e investigamos: “sí, tiene un esqueleto, tiene algo en su estómago”. Imaginamos que su cuerpo es transparente y, al imaginar su esqueleto, el contenido de su estómago y todo lo que hay dentro de su piel, tratamos de discernir que su cuerpo los contiene. Así, nos convencemos de que esta visión es cierta. Es como tener visión de rayos X, pero sin perder de vista el aspecto externo de la persona, que de hecho puede ser bastante hermoso. Ver el interior de su cuerpo no invalida su belleza convencional exterior.
Después de un período de realizar esta meditación analítica, en la que nuestra energía mental en cierto sentido sale hacia nuestro objeto de atención (el cuerpo de la persona) cambiamos a la meditación de estabilización. Durante esta segunda fase, nuestra energía mental se dirige hacia el interior, mientras tratamos de dejar que lo que hemos discernido se asiente en nosotros. Tratamos de realmente sentir: “sí, esta es la realidad; esta es la verdad de lo es el cuerpo de esta persona, desde su exterior hacia su interior. Sí, esto es cierto”. Y si hemos identificado a la persona exclusivamente con su cuerpo, nos recordamos que también tiene una mente, emociones, etc. Pero ese es un tema para otra meditación.
Aplicar el método en la vida diaria
Una vez que hemos desarrollado cierta familiaridad con esta forma de lidiar con el deseo anhelante y el apego, una vez que se ha arraigado como un hábito, entonces empezamos a aplicar estos métodos en situaciones reales de la vida diaria. Los aplicamos cuando los necesitemos, como cuando tengamos un fuerte sentimiento de apego o un intenso deseo anhelante por acariciar a la otra persona. Al examinar nuestros motivos nos damos cuenta, por ejemplo, que no sólo queremos poner nuestras manos sobre la persona porque ella necesite un poco de consuelo o para masajearla, sino reconocemos que tenemos que tocarla porque estamos muy aferrados a ella. En ese momento, podemos aplicar la misma manera de discernir sobre su cuerpo que practicamos en la meditación; discernimos que tener un esqueleto y vómito en el estómago es la forma en la que realmente existe y tratamos de sentir que eso es un hecho.
Como resultado, experimentamos más claridad mental para ser capaces de ver lo que es apropiado e inapropiado en una situación. Sin embargo, después de todo sólo estamos trabajando con un método que es temporal, provisional. Así que si aún sentimos que queremos tocar a la persona o tomar su mano, nos damos cuenta de que lo estamos haciendo porque nos haría sentir mejor a nosotros, no porque la persona lo necesite realmente. Pero al aplicar esta meditación en ese momento, no exageraremos lo que estamos haciendo, también nos permitirá revisar: ¿esto hará que la otra persona se sienta cómoda? ¿Le parece bien que hagamos esto? Y si ese no es el caso, seremos más capaces de ejercer el autocontrol de refrenarnos de tocarla.
Con el tiempo, natural y espontáneamente actuaremos en forma equilibrada y considerada; no exageraremos, no nos aferraremos, etc. En consecuencia, si la otra persona tiene cierta sensibilidad hacia nosotros, lo percibirá. Esto es porque, si tomamos su mano todo el tiempo -porque en realidad nos sentimos inseguros, solitarios y creemos que de alguna manera sostener su mano nos hará sentir mejor y resolverá nuestros problemas-, entonces habrá una vibración perturbadora acerca de nosotros y este aferramiento no será cómodo para la otra persona. Si ella tiene algún nivel de sensibilidad, podrá sentirlo. Pero si no exageramos el placer del contacto físico y pensamos: “muy bien, estoy sosteniendo la mano de alguien, es un contacto agradable, sé que dentro de su mano hay huesos y demás”, no es: “¡oooohhh, es algo tan fantástico!”. Por el contrario, nos damos cuenta de que “es agradable, ciertamente me hace sentir un poco mejor, pero no va a resolver todos mis problemas en el mundo”, y entonces nos relajamos al respecto. Es espontáneo, natural y la otra persona no lo encuentra artificial, por lo que también se siente más tranquila con ello. Eso es lo que estamos buscando. El objetivo no es pensar: “no toques a nadie, todos son sólo una bolsa de excremento”. Estamos buscando el equilibrio, para que podamos realmente trabajar en beneficio de los demás.
Cuando leemos acerca de estos métodos en algunos de los grandes textos budistas, como en el texto de Shantideva, Involucrarse en el comportamiento del bodisatva, necesitamos apreciar y comprender el contexto en el que Shantideva, por ejemplo, aborda este tema: obtener estabilidad mental y concentración. Una de las mayores distracciones en la meditación es pensar constantemente en alguien por quien sentimos deseo anhelante y apego. Así, con el fin de obtener estabilidad mental y concentración en cualquier práctica de meditación, necesitamos aplicar este método, incluso cuando no estemos con la persona por la que sentimos esa atracción. Ese es el contexto en el que estos métodos se explican.
Pero estos métodos, obviamente, tienen una gran aplicación fuera de las situaciones en las que estamos tratando de meditar y obtener concentración. Tienen una gran aplicación en nuestras relaciones ordinarias con los demás. Así que, cuando leemos en los textos acerca de estos métodos para lidiar con el deseo anhelante y el apego, tenemos que pensar en su uso dentro de un contexto más amplio que su sola aplicación como antídotos para la distracción en las meditaciones de concentración.
Los textos también contienen análisis detallados y presentaciones de varios métodos para contrarrestar otras emociones perturbadoras, tales como el enojo, los celos y demás, pero realmente no tenemos tiempo para revisarlos ahora. Sin embargo, me parece que este ejemplo de cómo podemos manejar el apego y el deseo anhelante hacia alguien, nos da una buena idea de la metodología.
Lidiar con la inseguridad
Si observamos con mayor profundidad, descubrimos que debajo de nuestro apego y nuestro deseo anhelante por alguien se encuentra nuestra inseguridad. Anhelamos la seguridad y esperamos encontrarla en una relación con una persona. La inseguridad, como una de las emociones perturbadoras más profundas se alimenta del miedo, la soledad, etc. ¿Cómo nos liberamos de eso?
Para ello necesitamos entender realmente la verdad más profunda, la realidad más profunda acerca del “yo”, concretamente, que no existe un “yo” sólido envuelto en plástico, aislado de todo y de todos, que podría asegurarse. No hay nada así que pueda asegurarse. Estamos tratando de asegurar algo que es una exageración de cómo existimos realmente. La realidad es que estamos cambiando constantemente: nuestro estado mental está cambiando constantemente, al igual que nuestro cuerpo y nuestras emociones. De forma convencional, todo eso se etiqueta como “yo”, pero no hay ningún “yo” sólido que exista de forma separada de todo eso, y que tenga que sentirse seguro. Todo está cambiando todo el tiempo.
Si todo lo que convencionalmente se etiqueta como “yo” está cambiando todo el tiempo, entonces lo único que podemos tratar de hacer es tener una dirección clara y segura (que es lo que significa el refugio). Esa dirección segura es trabajar de forma realista en desarrollar más actitudes positivas, mejorarnos a nosotros mismos, etc. Pero no hay nada que hacer sentir seguro, no hay nada que defender. Nada existe separado y aislado de verse afectado por todo lo demás. Si lo entendemos de forma profunda y estamos convencidos de ello, entonces los problemas de inseguridad y soledad gradualmente se desvanecerán. En cierto sentido, no hay nada que temer. Pero al deconstruir el sentido de un “yo” sólido y permanente, es importante no caer en el extremo nihilista de pensar que no existimos en absoluto y entonces no hacernos responsables de nuestras acciones. Es posible que no estemos seguros de los resultados de nuestras acciones, pero aun así hacemos nuestro mejor esfuerzo.
Ahora, obviamente esto se refiere a lidiar principalmente con la inseguridad emocional, pero existen otros aspectos de la inseguridad, como la inseguridad finaciera y demás. En esas áreas también necesitamos reconocer la verdad relativa acerca de “mí” y mis responsabilidades. Ciertamente necesitamos tratar de cuidar los aspectos económicos o cualesquiera otros que nos darían un cierto sentido convencional de seguridad. Pero al hacerlo, así como en la esfera emocional, también es necesario que no exageremos la realidad de la situación. La realidad de nuestra situación económica es que no está completamente bajo nuestro control. La situación económica del mundo entero afectará nuestra propia seguridad financiera, el sistema social y demás. Si el comunismo se desploma, por ejemplo, y existe una nueva forma de gobierno y de sistema social, las cosas cambiarán. Y entonces lo único que nos dará estabilidad y seguridad es seguir una dirección segura y tener cada vez más herramientas que nos permitan lidiar con todo lo que se nos presente, con lo que sea que suceda. Sólo podríamos estar seguros si la vida fuera absolutamente estática y nunca cambiara, porque sabríamos lo que va a suceder, pero eso es imposible.
Asimismo, necesitamos sentirnos satisfechos, saber cuándo es suficiente. Conozco personas que tienen un millón de dólares y aun así se sienten inseguros porque dicen: “no tengo diez millones de dólares. Si tuviera diez millones de dólares me sentiría seguro”. Traten de no ser así, es un estado mental muy infeliz.
¿Es inútil que intentemos deshacernos de la falta de darse cuenta?
Podrían objetar y decir: “somos limitados, no somos budas, así que no podemos ver o conocer todas las consecunecias de nuestras acciones y no podemos ver la realidad de nosotros mismos y de los demás. Así que, ¿acaso estamos condenados a sufrir y a ser infelices? ¿Alguna vez podremos deshacernos de nuestra falta de darse cuenta y nuestra confusión?”.
No, ciertamente no estamos condenados porque es posible deshacerse de esa falta de darse cuenta. No será fácil y es un proceso largo, pero la mente tiene la habilidad de entender las cosas y la posibilidad de unirlo todo. Así, lo que hacemos es tratar de ampliar nuestro entendimiento. Tratamos de obtener cada vez más comprensiones profundas y entender cada vez más cosas de tal forma que, aunque no sepamos con exactitud cuál será el efecto de nuestra conducta porque no conocemos todas las variables involucradas, sabemos cada vez más y más y más. Sobre esa base, podemos hacer una conjetura educada acerca de cómo enfrentar mejor cualquier situación, basados en la probabilidad y la experiencia, y después continuar trabajando en mejorarnos a nosotros mismos.
Para mejorar nuestras habilidades al tratar con otros, intentamos obtener tanta información como podamos acerca de la otra persona, de las circunstancias y demás. Tratamos de ver los patrones de lo que usualmente pasa: cuál es el patrón de reacción de la persona, etc., y también tomamos en cuenta la individualidad de la situación y de la persona. Sobre esa base, al menos tenemos cierta idea de qué intentar en términos de cómo relacionarnos con la persona y saber qué hacer.
Todos tenemos esas habilidades porque así es como funciona la mente. De forma natural recibimos toda la información sensorial que nos rodea. Quizás no le prestemos atención a toda, quizás no nos interese, pero toda la información sensorial se encuentra ahí, está entrando y somos perfectamente capaces de ver patrones. Podemos ver, por ejemplo, que estas tres personas son mujeres, y podemos ver el patrón de cómo encajan las cosas. Podemos unir la información en patrones y darle sentido. Podemos reconocer que mi mano derecha no es mi mano izquierda y así nos damos cuenta de la individualidad de las cosas. También tenemos la habilidad de relacionarnos con distintas cosas de forma diferente. Sabemos cómo hablarle a un bebé y a un adulto, y no le hablamos a los dos exactamente de la misma forma. A menos que seamos realmente insensibles, tenemos esa flexibilidad. Así que contamos con todos los materiales básicos.
Por cierto, estas diferentes formas en las que opera nuestra mente son algunas de las características conocidas como “naturaleza de buda”. Todos tenemos esas cualidades de naturaleza búdica que nos permitirán convertirnos en budas plenamente iluminados. Sólo tenemos que reconocerlas y entrenarnos en ellas.
Resumen
En resumen, así es como lidiamos con las emociones perturbadoras, entrenándonos para ser capaces de aplicar métodos hábiles. Existen muchos métodos para lidiar con cada tipo de emoción perturbadoa y es muy útil aprender, practicar y ser capaces de aplicar una amplia variedad de ellos. Esto es porque en algunas situaciones es posible que un método nos ea tan efectivo o realmente no somos capaces de aplicarlo muy bien. Pero si tenemos métodos alternativos, es posible que sean más efectivos en esa situación particular. O como sucede algunas veces con ciertas enfermedades, necesitamos aplicar una combinación de medicias, de manera similar, es posible que necesitemos aplicar una combinación de métodos para lidiar con una emoción perturbadora especialmente fuerte. Así, mientras más aprendemos y nos entrenamos, más seremos capaces de lidiar con y evitar situaciones problemáticas y difíciles.
Para ello es muy útil leer y estudiar el texto de Snahtideva, Involucrarse en el comportamiento del bodisatva, porque toda la presentación está orientada a examinar: “¿por qué permito que estas emociones perturbadoras me controlen? ¿Por qué hago que estén tan cómodas en mi mente? Son el verdadero enemigo y realmente ni tienen fuerza alguna. Una vez que me deshaga de ellas, cuando las saque de mi mente, ¿a dónde irán? No pueden quedarse ahí afuera y atacarme de nuevo como un enemigo ordinario; no hay nada sólido en ellas”. Es muy útil pensar de esa forma y convencernos de que es verdad. Nos da una base firme para trabajar en deshacernos de estas emociones perturbadoras. No caer bajo su control nos permitirá tomar una mejor responsabilidad sobre la calidad de nuestra vida.