La Primera Verdad Noble: Sufrimiento Verdadero

Un hecho básico de la vida es que todos quieren ser felices y nadie quiere ser infeliz. Es fácil ver, desde nuestra propia experiencia, cómo nadie quiere problemas ni sufrimiento. A pesar de ello, siguen surgiendo todo tipo de problemas a lo largo de nuestras vidas. De hecho, siguen llegando sin importar cuánto nos esforcemos por evitarlos. Siempre que enfrentamos un problema en la vida diaria, hacemos lo mejor que podemos para lidiar con él, pero lidiar con problemas de esta forma conforme surgen, uno por uno, es una tarea interminable. Cuando el Buda alcanzó la iluminación, entendió que hay muchos hechos acerca de la vida que son verdaderos para todos en cualquier lugar. Los llamamos las cuatro verdades nobles. La primera verdad noble de la que el Buda se dio cuenta y enseñó es que el problema verdadero, el sufrimiento verdadero que todos enfrentamos, es que en realidad nosotros mismos perpetuamos el surgimiento de los problemas. Si no dejamos de crear más problemas para nosotros mismos, nunca dejarán de surgir. El primer paso, entonces, es identificar correctamente qué es en realidad el sufrimiento verdadero.

Los altibajos de la felicidad y la infelicidad 

Hay muchos tipos de problemas y sufrimiento que enfrentamos. La vida puede ser frustrante y estresante. Nos esforzamos mucho para crearnos vidas felices, pero a menudo las cosas no salen como esperábamos. Nos pasan cosas que nunca hubiéramos querido, como que nos vaya mal en nuestra relación, que la gente nos trate mal, enfermarnos, perder nuestro empleo, etc. Por mucho que intentemos evitar que nos pasen estas cosas, simplemente suceden. Con frecuencia, nos deprimimos o simplemente tratamos de ignorarlas, pero, por lo general, eso solo empeora las cosas. Nos volvemos aún más infelices. 

Aun cuando tengamos éxito experimentando algo de felicidad, hay un problema con esa felicidad – no dura. Nunca nos satisface y siempre queremos más. De hecho, gastamos mucho tiempo y energía persiguiendo este “más”. Simplemente pensemos en nuestra actitud cuando publicamos una selfie en las redes sociales. Cada vez que obtenemos un “me gusta” con la respectiva felicidad -producto de la ligera liberación de dopamina-, ¿cuánto dura? ¿Qué tan rápido revisamos para ver si hemos obtenido más “me gusta”? ¿Y cuán mal nos sentimos cuando no hay muchos? Esto es sufrimiento, ¿no es cierto? 

Perpetuamos los cuerpos y mentes con los que experimentamos los altibajos

Así, la vida tiene altibajos todo el tiempo – algunas veces somos felices y nos sentimos muy bien, otras veces estamos tristes y nos sentimos infelices. A menudo, decimos: “así es la vida”, y no profundizamos en la situación. Pero, ¿así es como queremos que sea nuestra vida – sin nunca saber cómo nos vamos a sentir en el momento siguiente? Afortunadamente, el Buda sí observó a mayor profundidad y descubrió el problema verdadero subyacente a todo esto. El problema verdadero, el sufrimiento verdadero, es el tipo de cuerpo y mente que tenemos. Los cuerpos y mentes que tenemos son la base con la que experimentamos estos altibajos, a los cuales atraen como un imán. Si observamos a mayor profundidad, el problema verdadero es que, al tener tales cuerpos y mentes, creamos y perpetuamos más de estos altibajos, no solo ahora mismo ni para la siguiente semana, sino hasta nuestra muerte. No solo esto, sino que el Buda dijo que perpetuamos nuestros propios problemas no solo en esta vida, sino –en términos de renacimiento- en vidas futuras también. Incluso si aún no entendemos ni aceptamos la existencia del renacimiento, podemos ver cómo perpetuamos estos problemas para futuras generaciones también. Con la actual crisis climática podemos ver claramente cómo nuestras acciones perpetúan problemas que duran más allá de nuestra existencia en el planeta.

Entonces, ¿cuál es el problema real con nuestro cuerpo y nuestra mente? El problema es que son limitados. Nuestro cuerpo está limitado en el sentido de que se enferma, se degenera conforme envejece. Como una botella de leche, caduca; pero, aun peor que la leche, no tiene una fecha de caducidad clara. No tenemos idea de la fecha de caducidad de nuestro cuerpo. Mientras el cuerpo dura, pensemos en cuánto tiempo invertimos cuidándolo. Tenemos que limpiarlo, vestirlo, alimentarlo, llevarlo al sanitario, ejercitarlo, brindarle descanso y sueño, y cuidarlo cuando se lastime o se enferme. ¿Cuán divertido es todo eso? Como dijo un gran maestro budista, todos somos esclavos de nuestros cuerpos. 

Nuestra mente, junto con nuestras emociones y sensaciones, también es limitada. Necesitamos educar y entrenar a nuestra mente e, incluso entonces, hay muchas cosas que no entendemos. No podemos ver la imagen completa de nada – por ejemplo, las consecuencias del calentamiento global, la inteligencia artificial, la robótica, los ambientes de realidad virtual y demás, ni qué decir de lo que sucede en nuestra vida cotidiana. Peor aún, nuestra mente, como nuestro cuerpo, se degenera con la vejez –  nuestra memoria a corto plazo se acaba, nuestra mente trabaja con mayor lentitud, nos confundimos con facilidad.  

Además de esto, nuestros sentimientos se lastiman fácilmente y nuestras emociones corren a toda velocidad, impidiéndonos siquiera pensar con claridad. Pero el verdadero problema con todo esto es que nuestros cuerpos, mentes, emociones y sensaciones limitados se perpetúan a sí mismos; solo producen más de sí mismos. 

Los cuatro aspectos del sufrimiento verdadero según se ejemplifica con nuestros cuerpos limitados 

El Buda ejemplificó el sufrimiento verdadero con cuatro aspectos de nuestros cuerpos limitados.  

  • En primer lugar, son impermanentes. Algunas veces tenemos buena salud y nos sentimos bien, pero la más mínima cosa puede sacar a nuestro cuerpo de su equilibrio, y entonces nos enfermamos y nos sentimos muy mal. Solo vean cuán frágiles son nuestros cuerpos – lo más mínimo puede causarles daño y dolor. Subyacente a todo está que cada momento nos acerca más a nuestra muerte. Imaginamos que podemos conservar nuestros cuerpos saludables y fuertes para siempre y que, incluso siendo viejos, aún podemos comer lo mismo y hacer lo mismo que hacíamos cuando éramos jóvenes. Pero nos estamos engañando a nosotros mismos; nuestra lucha interminable para permanecer jóvenes solo nos causa más preocupación y estrés. 
  • En segundo lugar, nuestros cuerpos mismos son problemáticos. Podemos pensar que, si hacemos que nuestro cuerpo luzca atractivo usando perfume y maquillaje o desarrollando más músculos, seremos más felices. Pero, sin importar cuán bellos tratemos de lucir, aún estamos preocupados porque no lucimos lo suficientemente bien o porque estamos empezando a perder nuestro buen aspecto. Sin importar cuánto maquillaje usemos o cuánto músculo desarrollemos, o cuán saludable sea nuestra dieta, el problema con nuestro cuerpo es que aún nos enfermamos, aún envejecemos y aún podemos tener un accidente y lastimarnos. 
  • En tercer lugar, nuestro cuerpo huele mal si no nos bañamos, nuestro aliento apesta si no nos lavamos los dientes, y la orina y las heces que expulsamos hieden. Si masticáramos y escupiéramos comida y la ofreciéramos a alguien, ¿quién consideraría que está limpia y es adecuada para comer? El problema aquí es que no somos entidades independientemente existentes llamadas “yo” que se puedan disociar de su cuerpo y vivir en el mundo imaginario de la “belleza corporal”. Estamos atados a estos cuerpos, más allá de sus defectos, y necesitamos cuidarlos y hacer un uso apropiado de ellos en nuestros esfuerzos por superar el sufrimiento y ayudar a los demás.  
  • En cuarto lugar, solo podemos ser vistos en la vida real porque otros ven nuestro cuerpo. Podemos crear un avatar en línea para que los demás nos vean en un videojuego; aun así, cuando alguien nos conoce en el “mundo real”, ve nuestro cuerpo como es. Incluso si, cuando tenemos 60 años, en nuestra mente nos imaginamos que lucimos como cuando teníamos 20, aun así, cuando los demás nos vean, verán un cuerpo de 60 años. Si no entendemos ni aceptamos eso, solo nos estamos engañando a nosotros mismos y podemos causar problemas al actuar de formas que sean inapropiadas para nuestra edad.

Resumen

Nuestro cuerpo limitado es un ejemplo de sufrimiento verdadero porque es impermanente, problemático, no podemos separarnos de él y es lo que los demás ven cuando nos ven, nos guste o no. Tener ese tipo de cuerpo ya es suficiente problema, pero el sufrimiento verdadero que el Buda dijo que necesitamos reconocer es que perpetuamos tener tal cuerpo de vida en vida como la base con la que experimentamos un ciclo recurrente aparentemente interminable de infelicidad y de placer y felicidad insatisfactorios. ¿Es eso realmente lo que quieres? 

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