Aunque el hinduismo y el jainismo lograron sobrevivir a la invasión gúrida del norte de la India, el budismo nunca se recuperó del todo y comenzó a desaparecer gradualmente. Si bien esta pérdida fue un fenómeno complejo, examinemos algunos de los factores que podrían explicarla.
Los hindúes y los jainistas no tenían universidades ni grandes monasterios. Sus monjes vivían solos o en pequeños grupos en regiones remotas, estudiando y meditando en privado, sin rituales ni ceremonias comunitarias. Como no representaban ninguna amenaza, no valía la pena que los invasores emplearan tiempo ni esfuerzos en destruirlos. Solo dañaron los templos hindúes y jainistas que se encontraban en las principales ciudades para laicos. Los budistas, en cambio, tenían grandes e imponentes universidades monásticas, rodeadas de altas murallas y fortificadas por los reyes locales. Su destrucción tuvo claramente un significado militar.
El hecho de que solo las instituciones budistas sufrieran una destrucción severa, y sobre todo las que se encontraban en las principales rutas de avance de las tropas, es una prueba más de que, aunque los gúridas calificaron su campaña de guerra santa, su objetivo real no era convertir a los infieles al islam. Si lo hubiera sido, se habrían centrado en las comunidades religiosas de hindúes, jainistas y budistas por igual, independientemente de su tamaño o ubicación.
Para los laicos de la India, el budismo era principalmente una religión de devoción centrada en los grandes monasterios. Aunque existía una tradición en el bosque para la meditación intensa, quienes deseaban estudiar profundamente se convertían en monjes o monjas célibes. Los jefes de familia ofrecían comida y apoyo material a los monjes. Acudían dos veces al mes a los monasterios para cumplir un día con sus votos de disciplina ética y escuchar sermones basados en las escrituras. Sin embargo, no se consideraban un grupo separado de la mayoría hindú. Para las ceremonias que marcaban los ritos de paso en sus vidas, como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, recurrían a los rituales hindúes.
Cuando el hinduismo identificó al Buda como una manifestación de su dios supremo Visnú, los budistas no pusieron objeciones. De hecho, en toda la India septentrional, Cachemira y Nepal, el budismo ya estaba mezclado con muchos elementos del hinduismo devocional. Por lo tanto, cuando se destruyeron los principales monasterios, la mayoría de los budistas fueron fácilmente absorbidos por el hinduismo. Todavía podían centrar su devoción en el Buda y ser considerados buenos hindúes. El hinduismo y el jainismo, por otro lado, estaban más orientados a la práctica de los laicos en el hogar y no requerían instituciones monásticas. Cuando los teólogos hindúes identificaron a Jina Rshabha, una de las principales figuras jainistas, como una encarnación de Visnú, los jainistas protestaron.
Además, los hindúes y los jainistas resultaron útiles a los conquistadores musulmanes. Los hindúes tenían una casta guerrera que podía ser reclutada para el servicio, mientras que los jainistas eran los principales comerciantes locales y fuentes de impuestos. Los budistas, por otra parte, no tenían una ocupación o servicio distintivo como pueblo en su conjunto. Ya no desempeñaban un papel en el comercio interregional como siglos antes, cuando los monasterios budistas salpicaban la Ruta de la Seda. Por lo tanto, todos los esfuerzos que se hicieron para la conversión al islam se dirigieron principalmente hacia ellos.
Además, muchos budistas eran considerados de las castas inferiores de la sociedad india y habían recibido un trato prejuicioso bajo el gobierno hindú. Muchos de los que aceptaron el islam se sintieron, sin duda, atraídos por la promesa de igualdad y hermandad para todos los que aceptaran esta fe. Por otra parte, los hindúes conversos al islam eran considerados parias por otros hindúes, independientemente de su casta de origen. Como los budistas ya eran tratados como parias, no sufrieron un cambio de estatus social dentro de una comunidad predominantemente hindú cuando se convirtieron.
Así, aunque la mayor parte del norte de la India siguió siendo hindú, con algunos sectores jainistas, el Punyab y Bengala Oriental fueron los que gradualmente fueron sumando más conversos. Los budistas del primero fueron los que tuvieron el contacto más prolongado con el islam, particularmente reforzado por la avalancha de maestros islámicos de Irán y Medio Oriente que buscaron refugio allí de los ataques mongoles que comenzaron a principios del siglo XIII. Bengala Oriental, por otra parte, siempre ha sido una tierra con muchos campesinos empobrecidos que estarían listos para el atractivo de la igualdad con el islam.