Algunas características comunes entre islam y budismo

Una conversación con Dr. Snjezana Akpinar y Dr. Alexander Berzin

Muchas personas en occidente mantienen una condición de ignorancia y temor respecto al islam. Con la esperanza de solventar algunos malentendidos comunes y explorar similitudes entre el islam y el budismo, Inquiring Mind convocó a una conversación entre Dr. Alexander Berzin y Dr. Snjezana Akpinar. 

Dr. Berzin vivió durante 29 años en Dharamsala, India, en donde trabajó como intérprete ocasional de Su Santidad el Dalái Lama. Actualmente vive en Berlín, Alemania, donde enseña meditación y filosofía del budismo tibetano. En sus numerosos viajes alrededor del mundo dando conferencias, ha explorado la interacción histórica entre los budistas y los musulmanes. Al llevar a cabo los procesos de investigación para su libro en internet: “La interacción histórica entre las culturas budista e islámica antes del imperio mongol”, se ha dirigido a auditorios en las universidades de Turquía, Jordania y Egipto, y ha hablado con académicos de Uzbekistán, Kirjistán, y Kazajistán.

La práctica de Dr. Akpinar es el budismo, pero sus estudios pertenecen al islam. Aunque ella es originaria de la República de Croacia, que formaba parte de la antigua Yugoslavia, su padre – un reconocido académico budista- fue a Sri Lanka en su madurez y se convirtió en monje. Dr. Akpinar pasa la mitad de la semana en la ciudad de los Diez Mil Budas, un monasterio de budismo chino en el Norte de California, enseñando a los budistas respecto a lo que es occidente, y la otra parte de la semana está en la Asociación Teológica de Graduados en Berkeley, ofreciendo cursos sobre islam y religiones comparadas, enseñando a los cristianos acerca de oriente.

Dr. Berzin, principalmente, usted ha presentado al budismo ante el mundo islámico. ¿Qué es lo que enfatiza al hablar de ello y cómo es recibido?

Dr. Berzin (AB): Mi aproximación ha sido aprender de las audiencias musulmanas. Les he explicado que pienso que el islam ha sido muy mal interpretado en función de los estándares históricos -en los que se señala que los musulmanes llegaron a las culturas budistas a destruir lo que encontraban a su paso-. En realidad lo que tuvo lugar fue una larga interacción entre el budismo y el islam, la cual fue muy constructiva. Cuando se analizan los aspectos destructivos, al parecer éstos fueron principalmente motivados por consideraciones políticas y económicas, más que por religiosas. Por lo tanto, he preguntado a fin de aclarar esta interacción histórica.

De manera natural, esto ha conllevado a que las audiencias musulmanas pregunten acerca del budismo. En los diferentes institutos teológicos que he visitado en el mundo islámico, los académicos islámicos han estado muy interesados en la discusión sobre Dios. He aprendido de mi experiencia en Indonesia -que es un país islámico- que no hay forma de decir a una audiencia islámica: “el budismo no cree en Dios”. Eso provocaría un cierre inmediato de la comunicación. En Indonesia existe la política de que cinco religiones son aceptadas debido a su creencia en Dios: el hinduismo, el islamismo, el protestantismo, el catolicismo y el budismo. Los budistas de Indonesia han sugerido la creencia budista en Dios al hablar en términos de Adibuda. Esto se deriva de las enseñanzas de Kalachakra (ciclo del tiempo), mismas que se han difundido en Indonesia desde hace poco más de mil años. Adibuda significa, literalmente, el primero o el Buda primordial. Los budistas indonesios no comprenden totalmente el término. Pero, sin explicarlo, ellos señalan: “Aquí tenemos el equivalente de Dios”. Naturalmente, cuando llegué a Indonesia, los budistas de este país me preguntaron qué significaba realmente Adibuda. Les expliqué que se podía hablar de ello en términos de la mente de luz clara. En cada persona, esta es la creadora de nuestras apariencias, de lo que percibimos; por tanto, en este sentido, es como un creador.

Al utilizar esta interpretación general de Adibuda, fui capaz de establecer un diálogo con los académicos islámicos en otros países. Los académicos islámicos tienden a tener una actitud muy abierta al respecto, debido a que, en el islam, Alá no tiene personificación. De la misma forma, este poder creativo que reside dentro de cada mente -lo que puede ser visto como algo similar a un dios creador que se encuentra dentro de cada persona- tampoco tiene personificación.

Tal y como es presentado en las escuelas nyingma, kagyu y sakya del budismo tibetano, el concepto de Adibuda se encuentra más allá de las palabras, más allá de los conceptos, es algo inimaginable. Los académicos islámicos pueden relacionarse con esto de muy buena manera. Además, los principios básicos de amor y compasión inherentes a estas enseñanzas, hizo que los académicos islámicos fueran muy abiertos a conocer más acerca del budismo.

Históricamente, los budistas en regiones tales como Afganistán, Asia Central y el subcontinente indio, no fueron reconocidos por los dirigentes musulmanes como “Gente del Libro”, en el estricto sentido coránico, para referirse a los cristianos y los judíos. No obstante, los budistas recibieron el mismo estatus y derechos que la “Gente del Libro”. Eso significó que podían mantener su religión, en la medida en que pagaran un impuesto al sufragio. Por tanto, en mis diálogos con los académicos musulmanes, exploramos juntos lo que significaba ser “Gente del Libro”. Tuve la oportunidad de reunirme con un líder sufí de África Occidental, de Guinea, quien me explicó que “ Gente del Libro” significa personas que creen en un principio abstracto superior de ética y moral que, en un sentido, ordena o creó al mundo. No necesariamente hace referencia a gente que acepta Los cinco libros de Moisés (La Torá). También, en mis últimas investigaciones, lo que me impresionó fue que en las versiones antiguas de las lenguas turca y sogdiana -las lenguas antiguas en las cuales se traducían los textos budistas, que están disponibles hoy en día en Uzbekistán y el norte de Afganistán- el término Dharma fue traducido con un préstamo lingüístico del griego “nom”, que significaba originalmente “ley”. Más tarde, el uso de la palabra “nom” para Dharma, fue tomada del sogdiano por otras lenguas de Asia Central, en las que los textos budistas fueron traducidos, tales como la lengua uigur (derivación del turco) y el mongol. En el mongol moderno, “nom” no es sólo la palabra que se utiliza para “Dharma”, también ha adquirido el significado adicional de “libro”, en el sentido de los libros que contienen el Dharma en forma escrita.

Pero ¿los budistas ni siquiera tienen realmente un libro, como los musulmanes, cristianos y judíos, que tienen en común Los cinco libros de Moisés ?

No, pero el tema de “el Libro” indica la importancia de leyes éticas como la base para el diálogo religioso y la armonía.

Dr. Akpinar (SA): Yo sigo una línea similar de pensamiento. Es interesante recordar que el padre de muchos aspectos de la cultura turca, antes de que se volvieran musulmanes, fue Chinggis Khan (Gengis Kan), quien los conquistó y gobernó de acuerdo a lo que se conoce como “yasa”, que significa “la ley”. Por supuesto, se trataba de una ley mucho más mundana, pero el concepto de yasa es muy similar al de Dharma. Es una ley eterna que mueve al mundo.

AB: El punto, pienso, es que se requiere el uso de una terminología común que permita a los seguidores de las dos religiones establecer un diálogo abierto.

SA: Así es. Las enseñanzas islámicas acerca de Sharia pueden sonar, en cierto sentido, muy budistas. La palabra arábiga sharia es la ley que la gente necesita obedecer para que el tráfico se mueva fácilmente en el mundo. Estos simplemente son los parámetros que permiten que la gente viva en armonía. De acuerdo a la sharia, cada uno tiene que saber cómo lidiar con sus instintos, sus dudas y su intuición. De tal manera que la sharia no es un conjunto de preceptos, sino un conjunto de métodos utilizados a fin de llegar a la verdad; es casi una meditación.

Y tariqah o “el sendero” es frecuentemente descrito como la mitad de la sharia. Si se piensa en la sharia como la circunferencia de un círculo, el tariqah conduce a la mitad del mismo. Si se piensa en sharia como una esfera, el tariqah es el centro de la esfera, que te conecta con otras esferas. Es una vía directa a Dios, que es el desconocido, la nada.

Por lo tanto, hay conceptos en el islam que son muy similares a los del budismo. Para comenzar, la mayoría de ellos vienen del Asia Central, de manera que deben tener algo que ver con budismo, aún a niveles históricos. Es interesante notar que existen más nexos entre el budismo, el islamismo y el cristianismo. La teología de Algazael (Al-Ghazali), el gran teólogo del islam, es lo que impulsó a Tomás de Aquino a escribir su teología alrededor de los conceptos de fe y razón. Estos tópicos han sido discutidos con gran detalle en Asia Central, entre los budistas y los no budistas.

AB: Conceptos tales como jihad, que significa “esfuerzo apropiado”, también tienen resonancias en las enseñanzas del budismo.

SA: Su pensamiento puede ser un jihad. Todo lo que se hace puede ser un jihad.

AB: La calidad marcial que sugiere el término jihad también se encuentra en mucha de la terminología budista. Esto no es una sorpresa. Después de todo, el propio Buda provino de una clase dirigente, militar. Luego de realizar un esfuerzo apropiado, el Buda es descrito como El Triunfante, quien ganó la batalla sobre las emociones perturbadoras. ¿En donde tiene lugar esa batalla? Tiene lugar dentro de la mente; es una lucha contra la ignorancia, la avaricia, el apego, la ira y el odio.

También hubo mucha influencia mutua entre el movimiento sufí y el budismo, tanto en Asia Central como en la India. Se pueden encontrar en el sufismo prácticas similares a la recitación de los mantras. Así como los sufís recitan los nombres de Dios, los budistas alaban los nombres de Manjushri. Además, existen prácticas que son entendibles tanto para musulmanes como para budistas, incluyendo las circunvalaciones y el peregrinaje. En ambas religiones, se hace un gran énfasis en la generosidad y en el hecho de que todos los seres son iguales. Es difícil decir, respecto a las características individuales, si la influencia se originó de un lado o del otro, o si se desarrollaron independientemente la una de la otra.

SA: Durante siglos, ha existido mucho contacto directo entre la India y el Golfo Pérsico. En tiempos antiguos, Basora fue un puerto próspero, y siempre que las personas se enfermaban seriamente en el Golfo Pérsico, solían navegar hacia Bombay porque el monzón los llevaría rápidamente hacia allá. Desde épocas muy tempranas, también hubo intercambio en asuntos teológicos.

AB: Bagdad, por supuesto, fue construida por arquitectos nacidos en la India, como la nueva capital de la dinastía Abasida. Durante la segunda mitad del siglo IX, existió una casa del conocimiento en Bagdad; traductores budistas e hindúes llegaron allí a fin de traducir varios textos al lenguaje local, árabe. Existía un notable intercambio cultural. Una de las áreas de mayor intercambio fue la ciencia, en especial la astronomía, la astrología y la medicina.

SA: Y también filosofía. Una falla de Occidente, yo diría, es que cualquier filosofía que se discute en un contexto musulmán, está asociada a Grecia, pero muchos de los conceptos filosóficos en realidad no surgieron en Grecia, sino en la India o en Oriente.

AB: Este diálogo entre los líderes espirituales musulmanes y los de otras religiones es continuo, particularmente por personas como Su Santidad el Dalái Lama. Una vez, Su Santidad me solicitó que encontrara a un líder sufí negro del África Occidental -fue muy, muy específico-, para discutir acerca de las dos religiones. Ese líder casi cayó del cielo. Fue el Dr. Tirmiziou Diallo, el líder hereditario del sufismo de Guinea, África Occidental, a quien me referí antes, y a quien llegué a conocer a través de un amigo alemán en común, vinculado con el cuerpo diplomático. Lo acompañé a Dharamsala para las reuniones con Su Santidad. El tópico que tenían más interés en discutir era el de la compasión. En la forma de sufismo del África Occidental, los principios centrales son el amor y la compasión. El líder sufí se conmovió tanto por su experiencia con Su Santidad, que vino a una iniciación de Kalachakra que Su Santidad ofreció en Graz, Austria, el pasado octubre.

SA: Cada uno de los capítulos del Corán empieza con una invocación al dios de la misericordia y la compasión. Veo al Corán básicamente como una interpretación de Los cinco libros de Moisés , porque todos conocían las historias de Los cinco libros de Moisés en los días de Mahoma. Sin embargo, lo que Mahoma introdujo en la antigua tradición de los semitas, es el concepto de compasión dentro de la ley sagrada. Al referirse al refrán tradicional “ojo por ojo”, señaló que Dios es compasivo, y si se puede encontrar esa compasión dentro de uno mismo, mucho mejor. Pero si no se puede, al menos toma sólo un ojo y no más. De tal manera que en todo el Corán ya existe una referencia a la ley de la retribución.

Existe una hermosa historia del islam que aborda el importante tema: ¿por qué pelean los musulmanes? Al principio Mahoma, como todo profeta inspirado por Dios, no era violento. Pero su comunidad estaba muriendo y estaban siendo atacados. Finalmente se dio cuenta de que no podría contener más a sus seguidores de la necesidad de la lucha. Fue allí cuando Mahoma pronunció su famoso dicho: 

Veo que no puedo detener esto, así que si tienen que luchar, luchen. Pero no olviden que de ahora en adelante, la carga de sus acciones estará sobre ustedes y su religión no será pura a menos de que se vuelvan responsables de la carga de sus acciones. 

Ahí está la ley del karma en esas enseñanzas.

La palabra qadr significa fuerza. Por lo general, en Occidente también se entiende qadr como destino. Sin embargo, la palabra destino también puede ser interpretada como karma. Nótese cómo Mahoma continuó: 

Cuando tengan a su enemigo arrinconado, con la espada en su garganta, y él implore clemencia, si pueden encontrar una expresión de compasión dentro de ustedes, lo mejor que pueden hacer es perdonarlo ahí mismo y convertir a ese enemigo en un amigo. Si no pueden encontrar un ápice de compasión por esa persona dentro de ustedes, continúen y mátenla. Pero traten de encontrar esa compasión porque son responsables ante Dios.

De hecho, muchos de los primeros musulmanes se convirtieron a la fe en el campo de batalla. Pero la idea es que no es quien es perdonado, sino quien perdona la vida, el que llega a ser mejor persona.

Dentro de la actual jihad islámica, ¿en dónde encaja la compasión?

SA: No parece que la compasión encaje en ello. Hoy en día, tenemos algunas versiones muy militantes del islam que han roto con el linaje tradicional. Estos neo-musulmanes frecuentemente sostienen que no existe necesidad de aprender el Corán, aún cuando es su libro sagrado, la base misma del islam. Para ellos, basta con aprender sólo el primero y segundo capítulos y olvidarse del resto. Una vez que se comienza a hacer eso, se mutila la fe.

AB: Es muy importante resaltar que solamente una pequeña minoría de musulmanes son militantes, fanáticos y fundamentalistas. Se tienen fanáticos fundamentalistas en todas las religiones, incluyendo al budismo.

¿Existen enseñanzas en el islam que conducirían o que justifiquen un bombardeo suicida?

SA: En el islam, situación que es similar en el cristianismo, se pueden tener mártires. Quienes llevan a cabo ataques suicidas se consideran a sí mismos mártires, pero ellos toman su propia vida, se suicidan. La primera norma es: “No matarás”, particularmente a ti mismo. Estas personas no son mártires, son sólo “suicidas”.

Muchos budistas en Occidente conocen al islam a partir de obras de poetas sufís, tales como Rumi y Hafiz, quienes enfatizan el amor y la devoción completas hacia Dios, o bien, Dios como su manifestación a través de todas las cosas. A pesar de que a mucha gente le gustan esos poetas y disfrutan esa aproximación, ese amor embelesado del que hablan no parece tener mucho lugar en el budismo que muchos budistas occidentales han adoptado, basado en la meditación silenciosa y en la investigación interna.

SA: Existen muchos musulmanes que tampoco son extáticos. Esa poesía es muy fuerte y probablemente tiene sus raíces en el hinduismo o en otras tradiciones devocionales de la India. Pero existe otra tradición que se origina en el Asia Central, que enlaza al islam y al budismo de forma muy interesante. Es lo que los chinos llamarían “versos pareados” o cuartetos. En los lenguajes turcos se le denomina koshma, lo que significa “aquello que corre a través de tu mente”. Es un pensamiento que se captura mientras se escapa; un pensamiento que deberías dejar ir, pero capturas de todas maneras. Se escribe un cuarteto y añades una línea final que voltea el significado, al decir algo que no tiene sentido. Es un koan, en esencia. Famosos poetas utilizaron este procedimiento, como Omar Khayyam, así como muchos sufís, especialmente en Asia Central. Un famoso poeta popular turco, Yunus Emre, conocido también como sufí, es un buen ejemplo de ello. Muchos de sus poemas dan inicio con una contemplación sobre una tumba o un cementerio, la cual constituye una forma común de meditación.

¿Existe la meditación silenciosa en el sufismo?

SA: Sí, dependiendo de la orden. Algunas órdenes gritan, vociferan y danzan. Otras son silenciosas.

AB: Por otra parte, los aspectos devocionales que se pueden encontrar en muchas de las tradiciones sufís, también pueden encontrarse entre occidentales que practican en muchos centros budistas mahayana. Muchos practicantes budistas gustan de reunirse para cantar y corear, y algunos participan conjuntamente en lo que se llaman “danzas vajra”.

¿Podría hablar más acerca del concepto de Alá, en comparación con los conceptos de Dios en otras religiones y con enseñanzas budistas relacionadas?

AB: El budismo tiene ciertos aspectos que pueden ser atribuidos a Alá, o en general a Dios, pero no se colocan bajo un solo término. Sin embargo, el budismo no afirma un principio o realidad completamente más allá o separado de nosotros y de nuestro universo de una forma trascendental dualista. El principio budista superior que unifica todo es “vacuidad”. Vacuidad se refiere al hecho de que nada existe de formas imposibles, fantasiosas, verdaderamente independientes de todo lo demás, sino que todos los seres y todas las cosas surgen interdependientemente los unos de los otros. Si se habla en términos de vacuidad, tal concepto no está separado de nosotros o de nuestro mundo, aunque algunas tradiciones tibetanas se refieran a ello como más allá de las palabras y los conceptos. Debido a que todas las criaturas y el ambiente son interdependientes, uno debe tener compasión y preocupación por todos los demás. La calidad de la compasión no está separada o más allá, sino dentro de todos nosotros.

SA: Yo diría que Alá es la nada, en la nada y cuando se dice el mantra básico del islam “ La Ilaha ´Ila Al-lah” (que está escrito en la bandera saudita) se está realmente invitando a que se repita constantemente: “No hay otro Dios sino Alá”, una y otra vez conforme se pasa cada sílaba, o un “ lah” a la vez.

Lah” significa “no”, de manera que es una negación. Y por lo tanto, Alá es el Gran “No”. Alá es algo que no es posible imaginar porque está más allá de todo, y por lo tanto es el gran “ah” al final de la palabra lah que designa la nada. Cuando se repite “La Ilaha Illa Al-Lah” se quitan las capas de todo lo que es imaginable. Se repite y se descartan sílabas hasta que se queda con el “ah” que es hua (Él), el puro aliento de Dios.

AB: La vacuidad es también una negación o eliminación -en este caso, una anulación de todas las fantasías acerca de cómo existen las cosas-. Eso también se representa por la vocal no escrita “a”, la cual en los lenguajes indios es inherente a cada consonante sánscrita. También “a” en sánscrito es el prefijo de la negación. Más aún, en tantra, la disolución de los aspectos más burdos de la actividad mental y su confusión asociada, es representada por una visualización de las partes de la sílaba hum, disolviéndose las unas en las otras hasta que sólo queda la mente de luz clara, la base para la apariencia y la interdependencia de todo. Por lo tanto, aunque la vacuidad es la forma profunda, no obvia, en la que todo existe, y no se refiere a nada trascendental, en esto hay muchas similitudes con las enseñanzas islámicas, que permiten el diálogo y el entendimiento entre estas dos grandes religiones del mundo.

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