Aprendizaje SEE: Cultivar habilidades sociales

Aprendizaje social, emocional y ético, Universidad Emory, Marco abreviado

15:26
El aprendizaje social, emocional y ético (SEE) es un programa desarrollado por el Centro para las Ciencias Contemplativas y la Ética basada en la Compasión de la Universidad Emory. Su objetivo es formar a individuos, grupos sociales y comunidades más amplias emocionalmente sanas y éticamente responsables. En esta segunda parte, Aprendizaje SEE: Cultivar habilidades sociales, aprendemos a desarrollar una variedad de habilidades sociales que promueven el bienestar y la armonía en nuestras relaciones con los demás.

Las habilidades de alfabetización emocional y autorregulación que aprendemos en el Dominio Personal son sin duda de gran beneficio para nosotros a medida que avanzamos en la vida. Sin embargo, como los seres humanos somos sociales por naturaleza, es igualmente importante que podamos relacionarnos bien con los demás. Anteriormente se pensaba que los rasgos sociales son innatos e inmutables, pero la investigación científica reciente sugiere cada vez más que los rasgos sociales se pueden cultivar a través del aprendizaje, la reflexión y la práctica intencional. “Social” se refiere a nuestras interacciones interpersonales inmediatas, así como a las interacciones dentro de una comunidad a pequeña escala, como una escuela, oficina, familia o vecindario. Las comunidades de mayor escala, como una ciudad, una sociedad o el mundo en su conjunto, están cubiertas en el tercer y último dominio, Global.

Conciencia, compasión y compromiso en un contexto social

El Dominio Social es similar al Dominio Personal en muchos aspectos, excepto que ahora el enfoque está en los demás y no en nosotros mismos. Nuevamente, nos movemos a través de las tres dimensiones de Conciencia, Compasión y Compromiso. La conciencia aquí significa una conciencia básica de los demás, así como una conciencia de nosotros mismos como seres sociales, es decir, existimos en relación con los demás, necesitamos a los demás y nuestras acciones impactan a los demás. Esta conciencia también incluye una comprensión de lo que los seres humanos tenemos en común y lo que nos diferencia unos de otros. La compasión implica utilizar el conocimiento adquirido en el Dominio Personal para comprender ahora a los demás y sus emociones, de modo que seamos menos reactivos y críticos. También usamos esta comprensión profunda para desarrollar otros rasgos sociales, como la gratitud, el perdón, la generosidad y la humildad. Por último, la dimensión de Compromiso implica poner esta conciencia y comprensión profunda juntas para aprender cómo relacionarnos positiva y constructivamente con los demás. Así, los tres componentes del Dominio Social se pueden considerar como:      

  • Conciencia interpersonal.
  • Compasión por los demás.
  • Habilidades de relación.

Conciencia interpersonal

Si bien todos tenemos una tendencia natural a concentrarnos en nuestro propio interés personal, el entrenamiento para relacionarnos con los demás teniendo en cuenta sus mejores intereses es una habilidad que se puede aprender con el tiempo. Esto aporta un gran beneficio no solo a los demás, sino también a nosotros mismos. Por ejemplo, generar un sentido de aprecio por los demás mejora los sentimientos de bienestar, así como los sentimientos de conexión interpersonal. La conciencia interpersonal se cubre a través de tres temas principales:

  • Atender a nuestra realidad social.
  • Atender a nuestra realidad compartida con los demás.
  • Valorar la diversidad y la diferencia.

Atender a nuestra realidad social se refiere a la capacidad de reconocer nuestra naturaleza inherentemente social y la importancia de los demás y los roles que desempeñan en nuestra vida. Atender a nuestra realidad compartida con los demás implica valorar lo que compartimos con los demás en un nivel fundamental, como querer la felicidad y evitar el sufrimiento. Finalmente, apreciar la diversidad y la diferencia es respetar la diversidad, la singularidad y la diferencia de los individuos y grupos, y ver cómo se suman a nuestra vida colectiva.     

Atender a nuestra realidad social

Como dice el refrán: "ningún hombre es una isla". La realidad es que los humanos somos seres sociales y muchas otras personas juegan un papel importante en nuestra vida, nos demos cuenta o no. A veces perdemos de vista el hecho básico de que otros existen y experimentan el mundo como sujetos, al igual que nosotros. Esto hace que sea muy fácil caer en la trampa de pensar que somos los únicos que tenemos deseos y necesidades, que debemos cuidar, etc.

Para empezar, podemos reflexionar sobre las personas que han dado forma a quienes somos, que siguen afectando nuestra existencia y que nos afectarán en el futuro. Por ejemplo, podemos pensar en nuestros padres u otras personas que nos proporcionaron o aún nos proporcionan protección y necesidades básicas. Otros nos brindan compañía. En un nivel más amplio, innumerables personas cultivan los alimentos que comemos y fabrican la ropa que usamos. Reflexionar sobre estos hechos sienta las bases para cultivar el aprecio, la empatía y la compasión por los demás.

Atender a nuestra realidad compartida con los demás

Más allá del hecho de que otros existen y nos proveen, debemos reconocer que ellos también tienen vidas emocionales. La apreciación básica de los demás se realza aquí al reconocer nuestras similitudes fundamentales, y que cualquier diferencia no tiene por qué impedirnos apreciarlos. Las similitudes en las que nos concentramos son nuestras experiencias humanas básicas. Son comunes a todos los seres humanos. Otros, como nosotros, desean tener bienestar y no quieren dificultades y sufrimiento. Tienen vidas emocionales que incluyen deseos, necesidades, miedos, esperanzas, etc. Se enferman, tienen limitaciones, se topan con obstáculos, experimentan alegrías y contratiempos. El reconocimiento de estos puntos en común es una habilidad que se puede cultivar y hacer habitual. 

Una vez que hemos desarrollado un cierto grado de alfabetización emocional, incluido un mapa de la mente y la conciencia emocional en primera persona, es fácil notar las similitudes que compartimos con los demás. Al mismo tiempo, necesitamos explorar cómo los demás no son como nosotros. Aunque todos tienen deseos, necesidades, miedos y esperanzas, no necesariamente quieren, necesitan o temen las mismas cosas que nosotros. Este hecho debe ser reconocido y respetado. Además, otros tienen diferentes experiencias de vida, perspectivas y conocimientos, todos los cuales se pueden valorar. Reconocer nuestras diferencias y apreciar nuestras similitudes crea una comprensión de nosotros mismos y de los demás que sirve como un aspecto importante de las habilidades de relación.

Valorar la diversidad y la diferencia

Una parte de nuestra realidad compartida con los demás es que todos somos únicos y diferentes, y que pertenecemos a grupos sociales que tienen sus características distintivas y se diferencian de otros grupos. Cada uno de nosotros tiene una educación diferente, un entorno familiar diferente y experiencias únicas que dan forma a nuestras perspectivas, actitudes y aspiraciones. 

Por lo tanto, la diversidad es parte de nuestra realidad compartida y puede apreciarse como tal, algo que puede unirnos, en lugar de separarnos. Respetar las diferencias y la forma en que la diversidad contribuye a nuestra vida colectiva es un tipo de conciencia especialmente importante en nuestro mundo cada vez más plural y globalizado. Proporciona una base para una verdadera empatía y compasión.

Compasión por los demás

Se puede ver que todos los rasgos sociales provienen de la compasión por los demás y contribuyen a ella. Si bien la conciencia interpersonal allana el camino para el cultivo de una amplia gama de rasgos sociales, la compasión ayuda a colocarlos en un contexto ético. Hay tres formas de desarrollar la compasión por los demás:

  • Entender los sentimientos y emociones de los demás en contexto.
  • Apreciar y cultivar la bondad y la compasión.
  • Apreciar y cultivar otras disposiciones éticas.

Entender los sentimientos y emociones de los demás en contexto

No comprender nuestras propias emociones puede llevarnos a juzgarnos a nosotros mismos; de manera similar, cuando vemos a otras personas actuar de maneras que no comprendemos o aprobamos, naturalmente reaccionamos con juicio. De la misma manera que comprender cómo nuestras emociones surgen de los deseos y necesidades conduce a la autoaceptación y la autocompasión, este proceso también funciona cuando se observa a los demás. 

Si entendemos que las acciones de otras personas son impulsadas por las emociones, y que estas emociones surgen dentro de un contexto y de una necesidad subyacente, puede conducir a la empatía y la compasión en lugar de a la ira y el juicio. La intención aquí no es excusar el comportamiento inapropiado, sino comprender a los demás y sus emociones a nivel humano.

Apreciar y cultivar la bondad y la compasión

Puede parecer obvio que deberíamos valorar la compasión sobre la crueldad, pero es fácil alejarse de este hecho básico. De nuestra propia experiencia y de ejemplos históricos podemos ver cómo nosotros mismos no siempre hemos valorado la compasión. A lo largo de la historia, existen innumerables ejemplos en los que los humanos han aceptado la crueldad de los demás o simplemente han rechazado sus propios actos crueles. 

La compasión es un principio poderoso que puede beneficiarnos enormemente, pero el simple hecho de ordenar a nuestra mente que sea compasiva no funciona. Necesitamos entender qué es y qué no es la compasión, y llegar a valorarla como algo que deseamos cultivar. Por lo general, es más fácil comenzar con la bondad, desarrollando una actitud considerada y afectuosa hacia los demás, antes de pasar a la compasión.

La compasión se define como el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás. Aunque muchos no ven la compasión como un aspecto central de la existencia humana, la investigación apunta a las raíces biológicas de la compasión. Todos los mamíferos y aves requieren cuidados maternos para sobrevivir, debido al hecho de que no pueden vivir por sí mismos después del nacimiento. El comportamiento altruista en varias especies, incluidos los humanos, crea vínculos recíprocos que apoyan la supervivencia y el florecimiento tanto a nivel individual como grupal. Por tanto, en muchos sentidos, la compasión es una cuestión de supervivencia. Esto explica por qué los seres humanos tienen una fuerte preferencia por la bondad desde una edad muy temprana y por qué respondemos de manera tan positiva a la compasión, incluso a nivel fisiológico.

Apreciar y cultivar otras disposiciones éticas

Aparte de la compasión, también podemos cultivar disposiciones que incluyen gratitud, perdón, satisfacción, humildad, paciencia, etc. Todas estas disposiciones éticas tienen en común que se refieren a cualidades internas, en lugar de posesiones o logros materiales, que aportan beneficios y felicidad a nuestra vida. Centrarse en valorar a las personas y apreciar cómo enriquecen nuestra vida es opuesto a la idea de que la autopromoción y la adquisición de posesiones son las claves para la satisfacción y la felicidad a largo plazo. Necesitamos llegar a apreciar cuán importantes son estas cualidades internas. Las investigaciones muestran que, si bien la satisfacción vital disminuye después de cierto nivel de bienestar material, existen fuertes vínculos entre la gratitud y la felicidad tanto en niños como en adultos. La gratitud no solo conduce a una mayor satisfacción con la vida; también puede ser un poderoso antídoto contra los mensajes materialistas transmitidos por las redes sociales, la publicidad y la televisión.

Otras personas nos benefician de muchas maneras, y ni siquiera es necesario que sea intencional que experimentemos los beneficios. También podemos apreciar lo que otros no han hecho: no nos han robado, dañado o insultado. En un nivel más avanzado, incluso podemos aprender a apreciar el beneficio que recibimos cuando otros actúan de manera dañina. Podemos estudiar los ejemplos de personas que experimentan dificultades extremas y, sin embargo, sobreviven a ellas, logrando transformar sus perspectivas y llevar una vida más feliz y satisfactoria. Si bien no debemos condonar el comportamiento incorrecto de los demás, esta capacidad de adoptar una nueva perspectiva es una forma poderosa de liberar la ira, el resentimiento y el odio. Nuestra exploración de las formas en que otros nos benefician puede resultar en el cultivo de un sentido de gratitud genuino y permanente, que a su vez sirve como un vínculo y conexión poderosos con los demás.

Cuando reflexionamos sobre las desventajas de una actitud egocéntrica y cómo nuestra propia felicidad y bienestar dependen de los innumerables actos de bondad mostrados por los demás, naturalmente sentiremos gratitud. 

También necesitamos cultivar la empatía, que es la capacidad de reconocer y ser sensibles a las experiencias de los demás, incluidas tanto sus alegrías como sus tristezas. La mayoría de nosotros automáticamente sentimos empatía con nuestros amigos y seres queridos, pero es posible expandirla para que sea de amplio alcance e imparcial. Cuando combinamos la empatía con el conocimiento de nuestras similitudes fundamentales compartidas, puede surgir una empatía genuina que está menos restringida por prejuicios. Relacionarse con los demás de manera empática implica hacer un esfuerzo por comprender su punto de vista y su situación. Por ejemplo, en lugar de decir "esta persona es egoísta", podemos decir "su comportamiento puede considerarse egoísta". Esto nos ayuda a no ver a la persona como una egoísta permanente y nos permite estar abiertos a notar casos en los que está siendo desinteresada. 

A medida que exploramos nuestras similitudes con los demás y desarrollamos gratitud y empatía, también comenzamos naturalmente a generar perdón. Cuando hayamos liberado nuestras expectativas poco realistas y cultivado la autoaceptación, será más fácil liberar la ira y el resentimiento que tenemos hacia los demás. El perdón se convierte así en un regalo que nos damos a nosotros mismos.

Habilidades de relación

De manera rutinaria tenemos que navegar por interacciones sociales complejas, desde las amistades hasta el drama familiar y la dinámica de la oficina. La capacidad de adaptarse a una amplia gama de entornos sociales es necesaria para ser feliz y tener éxito. El bienestar a largo plazo está relacionado significativamente con la capacidad de formar y mantener relaciones significativas y positivas, al mismo tiempo que se pueden reconocer y terminar aquellas que sean dañinas.

Los dos componentes anteriores de este curso, la conciencia de nuestra naturaleza social, combinada con la comprensión de las emociones de los demás en contexto, crean una base sobre la cual podemos construir las habilidades, comportamientos y prácticas reales que son más propicias para nuestro bienestar y el de los demás. Incluso si nuestro comportamiento se basa en la empatía y la compasión, a veces nuestras acciones resultan contraproducentes. Es posible que tengamos buenas intenciones, pero podemos terminar provocando inadvertidamente dificultades para nosotros y para los demás. Podemos disminuir esto adquiriendo más experiencia. Podemos practicar activamente cualquier habilidad aprendida hasta que la personifiquemos y se vuelva natural. Hay cuatro aspectos en los que nos podemos entrenar:

  • Escucha empática.
  • Comunicación hábil.
  • Ayudar a otros.
  • Transformación de conflictos.

Escucha empática

La escucha empática es escuchar a los demás con la mente abierta y no cerrarse debido a la reactividad emocional. Se basa en el respeto y el aprecio por la otra persona, incluso si sus puntos de vista difieren de los nuestros. Podemos practicar la escucha empática con ejercicios de “escucha profunda” en los que intentamos escuchar a los demás sin comentarios o juicios durante unos minutos a la vez. O podemos mirar o escuchar a las personas que dicen cosas con las que podríamos no estar de acuerdo, pero luego hacer una pausa para parafrasear o volver a expresar lo que dicen antes de reaccionar emocionalmente. 

La escucha empática debe ser una escucha que preste atención no solo al contenido superficial, sino también a las necesidades y aspiraciones subyacentes que pueden proporcionar el contexto para comprender el contenido de lo que dice la gente.

Comunicación hábil

Escuchar es muy importante, pero también necesitamos poder comunicar lo que queremos decir de una manera que sea considerada, productiva y empoderadora para nosotros y los demás. El concepto de "comunicación empoderadora" se refiere a nuestra capacidad para hablar de manera respetuosa y articulada, no solo por nosotros mismos, sino también por aquellos que no pueden hablar por sí mismos. El debate puede ser una herramienta muy poderosa. Por ejemplo, podríamos elegir debatir con amigos y tomar partido con el que normalmente no estaríamos de acuerdo. Dado que, como seres humanos, tenemos una tendencia a deslegitimar o incluso a deshumanizar a quienes se oponen a nuestros puntos de vista, tales ejercicios pueden ayudar a cultivar la humildad, la curiosidad intelectual y un sentido de humanidad común.

Ayudar a otros

Escuchar y comunicarse son fundamentales, pero existen innumerables formas de ayudar a los demás. Ayudar a los demás siempre debe ser apropiado para las necesidades de los demás y también proporcional a nuestra propia capacidad. Desde el servicio comunitario hasta el voluntariado y los “actos de bondad al azar”, las investigaciones muestran que brindar ayuda contribuye aún más a nuestro propio bienestar que recibir ayuda. 

Podemos tomarnos un tiempo para reflexionar sobre el proceso de ayudar a los demás: cómo nos sentimos cuando lo hacemos, qué aprendemos de él, cómo podríamos mejorarlo y qué impacto tiene en aquellos a quienes estamos tratando de ayudar. Por último, podemos explorar qué tipo de ayuda pueden necesitar los demás para su bienestar a largo plazo, más allá de lo que pueda parecer superficialmente.

Transformación de conflictos

Inevitablemente encontramos conflictos a lo largo de nuestra vida. El conflicto no es necesariamente malo en sí mismo; pero aprender a navegar los conflictos por nosotros mismos y los demás es una habilidad vital. La resolución de un conflicto es solo una parte del camino hacia una transformación de las circunstancias y las relaciones que pueden mejorar el bienestar de ambas partes. Para ello, debemos ser capaces de responder de manera constructiva al conflicto y facilitar la colaboración, la reconciliación y las relaciones pacíficas.

La paz interior sirve como base para la paz exterior. Asimismo, la reconciliación interior puede conducir a la reconciliación exterior. Tratar con nuestro mundo interior maximiza las posibilidades de una transformación exitosa del conflicto. Sin el cultivo de la humildad, la empatía, la compasión, el perdón, la imparcialidad y el reconocimiento de nuestra humanidad común compartida, la transformación y resolución de conflictos es difícil, si no imposible. Cuando estas habilidades están presentes, la tarea de resolución de conflictos puede convertirse en una experiencia profunda y verdaderamente transformadora para todas las partes involucradas.

Resumen

En la primera parte de este curso, desarrollamos la alfabetización emocional para comprendernos mejor a nosotros mismos. En esta segunda parte, usamos este entendimiento para relacionarnos con otros: nuestra familia, amigos, colegas y los extraños con los que nos encontramos. El cultivo de las habilidades para relacionarse está ligado a los principios de bondad y compasión. Una vez que las practicamos lo suficiente, las habilidades sociales no se quedan simplemente como un conjunto de técnicas; se transforman en un resultado natural de nuestro sentido de aprecio y preocupación por los demás. Cuando adoptamos y practicamos estrategias positivas en los contextos sociales que experimentamos, nuestras relaciones no solo son más armoniosas, sino que nos volvemos más felices y más realizados.


Si desea profundizar, lea la versión completa del Marco de aprendizaje SEE y conozca los otros programas del Centro para las Ciencias Contemplativas y la Ética basada en la Compasión.

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