Entender el abuso en un contexto budista
Algunas personas creen falsamente que el budismo enseña nihilismo, imaginando que el vacío o la vacuidad significa que nada existe y que, debido a ello, no existen causa y efecto. Toman esto como una justificación de que todos, incluido el maestro espiritual, pueden hacer lo que sea sin consecuencia alguna. Otros tienen una visión falsa de la causa y el efecto e imaginan que la conducta abusiva, especialmente en nombre del tantra, puede conducir al progreso espiritual. Tal ingenuidad abre la puerta a desastres espirituales.
Es importante entender cómo este mal entendimiento de conceptos budistas clave puede algunas veces permitir que los estudiantes toleren situaciones abusivas, sin importar el hecho de que las enseñanzas del Buda nunca permiten ningún tipo de acciones no éticas de parte de los maestros espirituales hacia sus estudiantes. En este artículo, revisaremos la causa y el efecto, la vacuidad y la ética, y exploraremos formas de lidiar con situaciones que implican abuso.
Vacuidad y causa y efecto
La vacuidad significa una ausencia; se refiere al hecho de que las proyecciones de nuestra mente no corresponden con la realidad. Lo que está ausente es una realidad que corresponda con nuestras proyecciones. Por ejemplo, cuando ven una página de internet en su computadora o en su teléfono celular, parece ser auto-establecida: ¡ahí está, apareciendo completamente por sí misma! Pero esa no es la realidad. No vemos los miles de horas de trabajo invertidas en producir esa página de internet y hacerla aparecer. Simplemente parece como si fuera auto-establecida, completamente por sí misma. Pero, aunque no existe de la forma en que aparece, aun así, funciona y aparece. Podemos ver esto de forma válida y, a través de la causa y el efecto, podemos aprender algo de ello. De esa forma, la vacuidad confirma la operación de causa y efecto. Dado que nada es auto-establecido –lo cual significa que nada existe independientemente por su propio poder– todo puede funcionar y producir efectos.
Así, debido a la vacuidad, la conducta del maestro espiritual y nuestra propia conducta tiene efectos. Decir: “Todo es vacío, el maestro es vacío, yo soy vacío, lo que él o ella haga es vacío” no puede y de hecho no disculpa ni niega la causa y el efecto en términos de nuestras conductas.
La ética en el budismo
La causa y el efecto es la base para la ética budista. Es importante entender que la ética budista no está basada en la obediencia de leyes ni en juicios morales de bueno y malo. No es como las religiones abrahámicas o como nuestras sociedades civiles, en las que las personas son consideradas buenas si obedecen los mandamientos o las leyes civiles, y son juzgadas malas si las rompen.
En lugar de ello, la ética budista está basada en el darse cuenta que discrimina, a menudo traducido como “sabiduría”. Necesitamos discriminar entre lo que es útil y lo que es dañino, lo que es constructivo y lo que es destructivo. El budismo define la conducta destructiva como las formas compulsivas habituales de actuar, hablar y pensar que son motivadas por emociones perturbadoras, tales como la codicia, el enojo y la ignorancia o ingenuidad. Son acompañadas por una falta de cualquier sentido de autovalía o interés por cómo nuestra conducta se refleja en nosotros mismos o en otros que respetamos.
Con esta perspectiva de la ética budista, necesitamos revisar y discriminar qué estaba pasando en nuestra relación con nuestro maestro espiritual. Si nuestro maestro está actuando con lujuria, codicia o enojo y estamos respondiendo con ingenuidad, las acciones de ambos son destructivas y causarán sufrimiento. No solo reflejan negativamente tanto a nuestro maestro como a nosotros, sino también a nuestra comunidad espiritual y al budismo en general. No podemos disculpar esta conducta equivocada con el pretexto de que está vacía de existencia verdaderamente establecida.
Ser realistas acerca de nosotros y nuestros maestros
Surgen más problemas por malentendidos acerca del tantra, los maestros tántricos, la visión pura y “samaya”, los vínculos estrechos con el maestro tántrico, simplemente porque muchas personas toman iniciaciones tántricas de forma prematura. Al carecer de una base estable de estudio y práctica prolongadas sobre las enseñanzas de sutra, tienen poco entendimiento del camino tántrico y no han examinado lo suficiente al maestro tántrico.
Hay muchos niveles diferentes de estudiantes y maestros, y existen largas listas de cualificaciones para ambos. Ciertamente no estamos en el nivel – y en la mayoría de los casos, tampoco nuestro maestro – de Naropa y Tilopa, o Milarepa y Marpa. Estos ejemplos de la historia budista son irrelevantes para nosotros ahora. Los llamados modelos de “sabiduría loca” no aplican para aquellos que carecen de las cualificaciones. Si, como Tilopa, el maestro puede comer un pez vivo, dejar sus huesos en el suelo, chasquear sus dedos y volver al pez a la vida, ¡muy bien! Pero ¿acaso nuestro maestro tántrico abusivo puede hacer eso? O, como se sugirió en el encuentro de Su Santidad el Dalái Lama con maestros occidentales en 1993: si el maestro puede beber un cóctel de diarrea, orina, pus y sangre como si fuera néctar, bueno, ¡háganles la prueba! En ese sentido, necesitamos ser realistas acerca de nuestro propio nivel y el de nuestro maestro.
Como con la mayoría de las cosas, queremos obtenerlas a bajo costo. Estamos buscando una ganga: acceso al tantra sin hacer las prácticas preliminares y sin mantener los votos. Y aun si llevamos a cabo las prácticas preliminares de ngondro, solemos pensar que solo implican hacer postraciones y demás. Pero todos los textos establecen claramente que primero necesitamos completar los preliminares compartidos, como el estudio y práctica intensivos de “los cuatro pensamientos que voltean la mente hacia el Dharma”. Sin un entendimiento profundo de las cuatro verdades nobles y la naturaleza de Buda, y sin la renuncia, la autodisciplina ética, la concentración, el darse cuenta que discrimina de la vacuidad, la bodichita y demás, es bastante probable que la práctica prematura del tantra nos cause mucho daño. Esto es especialmente cierto con respecto a la relación con el maestro tántrico, la visión pura y el samaya.
Visión pura en la práctica del tantra
Con la visión pura, consideramos a nuestro maestro tántrico, a nosotros mismos y a todos los demás, como budas en la forma de yidams o “deidades tántricas”. Esto solo tiene sentido si lo hacemos basado en la naturaleza de buda, la bodichita y un entendimiento de la vacuidad y del surgimiento dependiente. Con la bodichita, permanecemos enfocados en nuestra propia iluminación, la cual aún no ha acontecido, pero puede acontecer sobre la base de nuestros factores de naturaleza de Buda. Hacemos eso con el anhelo de alcanzar la iluminación y estar más capacitados para ayudar a todos los demás. Enfocarnos en la iluminación, basados en los factores de naturaleza de buda de nuestro maestro tántrico, nos ayuda a siempre mantenernos enfocados en nuestra propia iluminación futura y así aumentar nuestra bodichita.
La visión pura no es una excusa para negar y tolerar la conducta abusiva ni siquiera de parte de nuestro maestro tántrico. Además, el vínculo estrecho samaya con el maestro tántrico no significa obedecer ciegamente órdenes como si estuviéramos en el ejército, ni negar toda la responsabilidad de mantener el darse cuenta que discrimina. La premisa principal de la relación con el maestro tántrico es que todo lo que él o ella diga o haga tiene la intención de ser un método para ayudarnos a alcanzar la iluminación. Su propósito es liberarnos del sufrimiento, no causarnos más dolor. Para entrar en tal relación, necesitamos haber examinado con sumo cuidado, durante un largo periodo, si el maestro tiene la compasión y la sabiduría para actuar de forma tan benevolente. También necesitamos habernos examinado a nosotros mismos para determinar si estamos listos para no enojarnos nunca con nuestro maestro, sino tratar de aprender de lo que sea que él diga o haga.
En los círculos del budismo tibetano, el término “devoción al gurú” se usa mucho, y parece haber una enorme confusión acerca de la relación con el maestro espiritual debido a esta palabra en particular, “devoción”. La connotación del término tibetano es de confianza y de apoyarse en alguien, el tipo de relación que se tendría con un doctor. Confías en el maestro porque lo has examinado bien y sabes que está calificado; te confías a su cuidado, así como te confías al cuidado de tu doctor.
Qué hacer en casos de abuso
Hay miembros de comunidades espirituales que negarán que hay algo mal incluso ante la evidencia abrumadora del abuso. A menudo llegan al budismo como un escape de los problemas del mundo, esperando un mundo ideal con maestros perfectos. Identificarse con las proyecciones de sus deseos ilusos los ciega a ver y aceptar la realidad. Un correcto entendimiento de la vacuidad puede ayudarlos a ellos y a nosotros a superar un estado de negación. El darse cuenta que discrimina imparcial es siempre fundamental.
Una vez que reconocemos que algo está mal en nuestra comunidad espiritual, ¿cuál es la forma más útil para responder ante una situación abusiva con nuestro maestro espiritual? Responder con enojo nunca es útil. Como emoción perturbadora, el enojo causa que perdamos nuestra paz mental y nuestro autocontrol. Sin embargo, no enojarse no significa que, si nuestro maestro actúa de forma no ética, no lo rechacemos ni tratemos de detenerlo. Las enseñanzas vinaya de la conducta monástica establecen claramente que un monje o monja nunca deben cumplir si su maestro les pide hacer algo que no está de acuerdo con el Dharma. Es así incluso en el tantra.
Al inicio de una iniciación tántrica, se acostumbra a leer a los iniciados el texto indio del siglo X, “Cincuenta estrofas sobre el Gurú”, en donde Ashvaghosha explica que, si un maestro nos pide hacer algo inapropiado o más allá de nuestra habilidad, no debemos obedecer ciegamente. Escribe: “Explica con palabras (educadas) por qué no puedes (cumplir)”. El Tantra de Kalachakra también establece que si la relación con el maestro tántrico sale mal y vemos que hay muchas fallas en la persona, es necesario mantener una distancia educada. Necesitamos diferenciar entre actuar con enojo y actuar de forma decidida con una mente clara.
Lidiar con maestros no éticos
Si nuestro maestro actúa de forma no ética o nos pide hacer algo no ético o más allá de nuestra habilidad, como aconsejó Ashvaghosha, de forma educada afirmamos que no somos capaces de cumplir y pedimos que nos aclare más. Si este es el procedimiento cuando hemos examinado apropiadamente al maestro y a nosotros mismos antes de entrar en la relación, lo es aún más cuando hemos tomado iniciaciones tántricas prematuramente, sin una revisión apropiada o sin preparación previa.
Si un maestro abusivo no se enmienda después de que lo o la hemos confrontado educadamente y le hemos pedido una explicación, no debemos darnos por vencidos. Aun si no somos capaces de impedir que surja el enojo, necesitamos reflexionar sobre la situación y no actuar precipitadamente. Actuar por enojo hace que nuestra mente no sea clara y perdamos el autocontrol, lo cual nos conduce a hacer cosas imprudentes que no solo nos perjudican a nosotros mismos, sino a otros miembros de la comunidad espiritual. Tomar medidas fuertes en tales situaciones – por ejemplo, volver público el problema para avergonzar al maestro hasta que desista – no significa hacerlo por enojo. Necesitamos abordar el problema con una mente compasiva. Con compasión, queremos ayudar a todos los involucrados a evitar el sufrimiento, incluyendo al maestro. Aun si necesitamos tomar medidas fuertes, cuando actuamos por compasión nuestra mente está clara, no estamos alterados y podemos elegir qué hacer de forma inteligente.
Superar la culpa
Las personas que se encuentran en situaciones de abuso a menudo enfrentan fuertes sentimientos de culpa. Es posible que piensen que si están en una situación abusiva es porque son malos y merecen la maduración de potenciales kármicos negativos a manera de castigo. Esta idea equivocada trae el concepto moralista de culpa a las enseñanzas budistas, y solo produce más sufrimiento.
La culpa surge de identificar que yo soy malo, el maestro es malo y lo que sea que yo hice y lo que el maestro hizo, es malo. Proyectamos que estos juicios están verdadera y permanentemente establecidos, nos aferramos firmemente a estas identificaciones y no las soltamos. Pero si las cosas existieran de estas formas imposibles como imaginamos que existen, nada podría cambiar nunca. La situación no podría ser afectada nunca por la causa y el efecto, y nosotros y nuestra comunidad nunca podríamos sanarnos del escándalo. Sería imposible purificar los potenciales kármicos negativos y sería imposible alcanzar la liberación y la iluminación. Existiríamos eternamente condenados como malos, y también el maestro. Esto no es budismo. La causa y el efecto siempre son válidos, e incluso la más dolorosa consecuencia de un desastre espiritual puede ser purificada y nosotros podemos sanar.
Como señala Su Santidad el Dalái Lama, es importante diferenciar entre la persona y la conducta de la persona. Rechazamos la conducta destructiva de la persona y nuestra propia conducta ingenua, pero nunca rechazamos a la persona. Con una mente clara y tranquila de darse cuenta que discrimina, mantenemos la compasión hacia ellos y hacia nosotros mismos.
En “Etapas graduales del camino: Instrucciones personales de Manjushri”, el quinto Dalái Lama señala que no debemos negar, con ingenuidad, los defectos de nuestro maestro espiritual. Como establecen muchos sutras, es casi imposible encontrar un maestro que tenga todas las cualidades positivas; pero al menos la persona debe tener más cualidades positivas que negativas. En el mismo tenor, nunca debemos negar las cualidades positivas incluso de un maestro abusivo. Nos beneficiaremos mucho más de valorar y reconocer las cualidades positivas y lo que hemos aprendido de la persona, que del hecho de molestarnos y quejarnos de su conducta destructiva, no ética.
Conclusión
Cuando hemos tenido una relación dolorosa con un maestro abusivo, ciertamente necesitamos rechazar su conducta, e incluso tomar medidas firmes para ponerle fin, si acaso las medidas más amables fallan. Pero no debemos aferrarnos a ello con tanta fuerza, pensar que fue “muy malo”, seguir quejándonos y nunca soltar. En otras palabras, lidiamos con la situación y luego soltamos, y hacemos hincapié en reconocer el beneficio que hemos obtenido de la persona y lo que hemos aprendido. No negamos eso. Esta aproximación concuerda con el consejo del Tantra de Kalachakra de mantener una respetuosa distancia. Eso abre la puerta para que una comunidad espiritual sane de tales tipos de ruptura. De lo contrario, todos permanecen en un estado de trauma y muchos se desaniman y abandonan su camino espiritual. Necesitamos ayudar a las personas a sanar. Esa es la razón por la que la compasión es tan importante; es la llave para toda la felicidad.