El contexto budista para la discusión de la vacuidad
Cuando hablamos de vacío o vacuidad – esa es la forma en la que me gusta traducir shunyata – esto necesita entenderse dentro de un contexto. El contexto dentro del cual surge es, por supuesto, las enseñanzas budistas, y las enseñanzas budistas tienen detrás una motivación, un anhelo, que es ayudar a las personas a deshacerse de su sufrimiento, sus problemas, y también permitirles, en un nivel más avanzado, ayudar a otros de forma significativa a superar también sus dificultades y sus problemas.
Cuando hablamos de problemas no solo estamos hablando de “encontrar un empleo” o el tipo de problemas que atiende el área de servicio social, sino que estamos hablando a un nivel mucho más profundo, y ese nivel más profundo tiene que ver con el estado emocional. Cuando hablamos de problemas, estamos hablando de lo que surge de las emociones perturbadoras – como el enojo, la codicia, la hostilidad, la arrogancia, el orgullo, la envidia, la ingenuidad, ese tipo de cosas – y la compulsividad que surge de eso, con la que actuamos. Simplemente de forma compulsiva le gritamos a alguien porque nos enojamos, o simplemente de forma compulsiva compramos algo en una tienda porque se nos antoja, o compulsivamente nos atascamos con más chocolate, ese tipo de situaciones. Esto produce muchos problemas para nosotros mismos en términos de la infelicidad que experimentamos. Incluso la felicidad que podemos experimentar de atascarnos con chocolate cuando estamos de mal humor, no dura, no nos satisface, y la infelicidad vuelve de nuevo. Nuestro estado de ánimo es algo que nunca podemos garantizar que permanecerá estable.
Así que los métodos de las enseñanzas budistas están relacionados con ayudarnos a superar estos problemas. Y conforme superamos estos problemas, particularmente las cosas como el egoísmo, entonces podemos desarrollar más amor, compasión, interés por los demás, etc. Así que tenemos un espectro muy amplio de entrenamiento, el cual toca muchos aspectos de psicología, obviamente, y de nuestra conducta.
También, cuando observamos con mayor profundidad, encontramos que lo que está detrás de nuestras emociones perturbadoras y de nuestras actitudes perturbadoras, es nuestra confusión: nuestra confusión acerca de cómo existimos, cómo existen los demás y cómo todo existe, toda la realidad. Debido a que estamos confundidos, nos sentimos inseguros, y al sentirnos inseguros, surgen estas diversas emociones perturbadoras.
La motivación detrás de la creatividad
Podemos preguntar: ¿cómo eso influye o qué importancia tiene en la creatividad? Me parece que hay una gran conexión y esa conexión tiene que ver con el ego – ¿cuál es nuestra motivación para crear algo, para ser un artista y para mostrar algún tipo de trabajo artístico? Eso se relaciona con el tema o la pregunta: ¿cuál es la influencia de archivar o exhibir nuestro trabajo en el arte mismo? Diría que tenemos que refinar esta pregunta: ¿cómo influencia al artista? Después de todo, el arte es un objeto y tenemos que hablar en términos de la consideración que el artista tiene cuando hace una obra de arte o literatura.
Ahora, por supuesto que uno de los principios de cualquier tipo de proceso creativo, o incluso de un proceso de fabricación en general, es tomar en consideración al público. ¿Estamos creando algo para un público específico en un espacio específico para una, digamos, exhibición específica? ¿O solo nos estamos expresando y no nos importa en dónde se muestre o quién la vea, sino que es un proceso de expresión personal? Pienso que estas son dos avenidas en las cuales puede ir la creatividad. Una, ¿lo estamos haciendo por los demás? Otra, ¿lo estamos haciendo básicamente por nosotros mismos?
El vacío (vacuidad) es una ausencia
Cuando hablamos acerca de vacuidad, de lo que estamos hablando es de una ausencia. Y esa palabra – shunyata es el sustantivo abstracto (shunya “vacío”, shunyata “vacuidad”) – es la palabra sánscrita que se utiliza para “cero”, “ausencia”. Algo está ausente, y lo que está ausente aquí se refiere a nuestras fantasías. Tenemos muchas fantasías acerca de cómo existimos, acerca de cómo existe nuestro arte, cómo existe el público que verá el arte, y estas fantasías influenciarán nuestra forma de crear.
Por ejemplo, si nos convertimos en o nos imaginamos como alguien realmente importante, pensamos “soy delicado” y demás, y concebimos al público como crítico, especialmente si tenemos baja autoestima, entonces nos sentiremos muy cohibidos mientras hacemos la obra de arte, mientras diseñamos o creamos algo, y estaremos sumamente preocupados por si a la gente le gustará – cuántos “me gusta” obtendremos en Facebook o algo así– y nos alteraremos mucho si no asiste mucha gente a nuestra exhibición. Estaremos parados en la puerta, contando a las personas y viendo sus reacciones.
Incluso si no estamos creando algo para una exhibición y solo lo estamos haciendo para nuestra propia expresión, aun así hay cierta preocupación. “¿Esto soy realmente yo? ¿Esto es realmente lo que siento?”. A menudo el perfeccionismo entra aquí, y el perfeccionismo, por lo general, está basado en pensar “tengo que ser bueno, tengo que ser perfecto”, lo cual está basado, de nuevo, en una exageración del yo.
Entender la vacuidad para deconstruir nuestras proyecciones
Así que, cuando hablamos acerca de vacuidad, de lo que estamos hablando es de que algo está ausente, y lo que está ausente es un verdadero yo o tú o público, etc., que correspondan con lo que nos estamos imaginando, con lo que estamos fantaseando. Bueno, esto se vuelve sumamente profundo porque lo que proyectamos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre nuestro trabajo, se vuelve más y más sutil. Podría ser muy burdo, por supuesto: “bueno, si no les gusta quiere decir que nadie me ama y eso prueba que no soy bueno y no valgo nada”, etc., o podría ser más sutil que eso.
Ahora, definitivamente estamos influenciados por el público, por el medio ambiente, por si vamos a hacer una exhibición o a archivar nuestro material de una forma u otra, porque el otro lado de la vacuidad – que las cosas no existen de forma imposible – es cómo existen realmente las cosas. Y la forma en la que existen es lo que se conoce como surgimiento dependiente. Las cosas surgen o suceden en dependencia de muchos, muchos factores diferentes. Así que cómo evoluciona nuestro arte, este proceso creativo, surgirá en dependencia de mi actitud hacia mí mismo, qué materiales tengo disponibles, la situación física, cuánto tiempo tengo, cuánta presión hay involucrada, si tengo que ganar dinero con esto o no, en dónde se mostrará, si de hecho se mostrará, quién la comprará, si necesito venderla – todas estas cosas influenciarán el arte. Además, por supuesto, lo que esté sucediendo en mi vida personal influenciará mi estado de ánimo, mi creatividad. Incluso el clima puede influenciar lo que creamos.
Es muy importante entender que todos estos factores están involucrados hasta cierto punto – diferentes porcentajes, obviamente, en diferentes situaciones – y lo que surge de todo ello depende de todos estos factores diferentes. Así que lo que queremos hacer es investigar, con los métodos budistas del análisis y la meditación sobre la vacuidad, cuáles factores están basados en la realidad y cuáles son influenciados por la confusión acerca de la realidad, porque aquellos que son influenciados por la confusión causarán problemas (y tales problemas son mi propio estado emocional, la preocupación, este tipo de cosas). Así que necesitamos eliminarlos.
Así pues, la vacuidad es sumamente útil. Bueno, no podemos decir que la vacuidad haga algo, sino el darse cuenta de la vacuidad, el darse cuenta de que mis proyecciones son exageraciones. Estoy exagerando, ya sea los puntos fuertes de algo, exagerando que “soy tan maravilloso, soy el gran artista”, etc. Es posible que seamos exitosos, es posible que seamos buenos – bien, nada especial. Hay muchas personas que son buenas en lo que hacen, pero cuando exageramos eso y lo convertimos en: “Oh, soy tan fantástico, soy lo máximo”, entonces, obviamente, lo que surge es inseguridad, porque está basado en una fantasía, en una proyección de la inseguridad. “Soy lo máximo, pero ¿realmente lo soy? ¿Y las personas lo reconocerán? ¿Todos lo verán? ¡Hey, aquí estoy!”. Este tipo de cosas. “Este es mi trabajo” – tenemos que firmarlo y hacer que todos se enteren de que es mío, soy yo. De hecho, nos proyectamos sobre el arte como si nosotros mismos estuviéramos ahí arriba siendo expuestos y juzgados por las personas; cuando tenemos ese tipo de actitud es un estado mental realmente muy infeliz e intranquilo. Así que necesitamos analizar qué es el yo.
Hay un dicho muy hermoso que proviene del budismo, el cual dice: “si no a todo el mundo le agradó el Buda, ¿por qué habría de esperar que a todo el mundo le agrade yo?”. Realmente es muy interesante. No a todo el mundo le agradaba Jesús, así que ¿por qué habría yo de agradarles a todos? ¿Por qué habría de gustarle lo que yo hago a todo el mundo? No hay ninguna razón por la que a todos debería gustarles nuestra pieza de arte. Así que, si tenemos esta fantasía de que “todos amarán esto” y “tengo que complacer a todo el mundo”, eso es imposible. Esa es una forma imposible de existencia de nuestra creación. Así que aceptamos eso. Si lo aceptamos, entonces no nos alteraremos cuando alguien critique nuestro trabajo. Por supuesto que alguien va a criticarlo – nada especial.
No hay nada especial en mí o en mi trabajo
Esa es una frase clave muy importante en todo en la vida, no solo en el arte: “nada especial”. “No hay nada especial en lo que he creado. No hay nada especial en mí. No hay nada especial en que a alguien le guste, en que a alguien no le guste. Esa es la realidad. Así es como son las cosas. Hay muchos otros artistas, hay muchos otros trabajos, y yo solo hago mi trabajo – en el mejor de los casos – con la idea de que algunas personas se puedan beneficiar de él”. Ese es un tipo básico de motivación budista: beneficiar a otros, hacer a los demás un poco más felices – abrillantar sus vidas, aunque no las abrillantará para siempre. Si ven la pintura que hicimos todos los días se cansarán de ella. Eso es natural. No hay nada especial en eso.
Cómo existe el yo y cómo nuestras fantasías acerca de él no corresponden con la realidad
Ahora, uno de los grandes enfoques de la meditación en la vacuidad es la vacuidad del yo – por supuesto, también la vacuidad de los demás, pero principalmente la vacuidad del yo – cómo existo yo. El budismo no dice que no hay un yo, que no hay un sí mismo. Hay un yo. Yo estoy pintando esto, nadie más. Estoy creando este espacio, nadie más lo está haciendo. Así que, por supuesto que lo estamos haciendo, pero ¿qué es ese yo? ¿Cómo existe ese yo?
Si pensamos en ese yo en términos de una pequeña figura sentada en nuestra cabeza, hablando -el autor de esa voz en nuestra cabeza- que está sentada frente a algún tipo de pantalla virtual, tomando la información que proviene del exterior y escuchando por los altavoces, y después presionando los botones para que el cuerpo haga esto o aquello, esa, obviamente, es una distorsión burda. No hay tal animal, no hay ninguna cosa – es como algo que sale de una película de ciencia ficción, de terror – sentada dentro de nuestro cerebro controlando lo que sucede. Sin embargo, así se siente, y eso es lo que es tan engañoso. Se siente como si hubiera alguien adentro hablando, y ese alguien que está adentro es por quien nos preocupamos: “¿Le gustaré a la gente? ¿Las personas me van a criticar o no les voy a gustar?”. Y ese pequeño yo adentro es el que pensamos que tiene que tener el control, tiene que ser perfecto, y estamos preocupados por ser perfectos: “Esta pieza de arte tiene que ser perfecta”, y demás. Este tipo de yo, esa forma en la que imaginamos (y así se siente) que el yo existe, no corresponde con nada real. No hay nadie sentado ahí, adentro de nuestra cabeza. ¿Acaso eso significa que yo no existo? Bueno, por supuesto que existo. Estoy haciendo esto. Estoy creando.
Así que esa palabra yo, ese concepto yo, se refiere a algo, a un individuo, pero no corresponde a un pequeño ser sentado dentro de nuestra cabeza, detrás del panel de control. Ahora, es difícil conservar presencia mental de esa comprensión que es tan profunda y difícil. Primero que nada, entender y comprender las implicaciones de todo eso y conservar presencia mental de ello – para recordarlo – cuando empezamos a preocuparnos, cuando nos sentimos inseguros, cuando estamos alterados, cuando nadie compra nuestro trabajo, cuando a nadie le gusta o cuando alguien lo critica. Muy importante. El objeto al que están dirigiendo su crítica - no hay un pequeño yo sentado en nuestra cabeza, detrás del panel de control. Eso requiere, como dije, que lo pensemos y lo contemplemos mucho.
¿Cómo existe ese yo? Bueno, la forma en la que por lo general nos aproximamos a eso es negando o refutando formas en las que no existe – saber cómo existe en términos de lo que no es. Esa es una forma india básica de conocer las cosas o de aproximarse a las cosas. Y si revisamos con mayor profundidad, entonces – más sutil que esta idea de un pequeño yo concreto sentado en nuestra cabeza que permanece igual (me levanto en la mañana: ahí estoy de nuevo, el mismo yo), este tipo de yo – observamos con mayor profundidad, con mayor sutileza, entonces tenemos este concepto de que hay un yo que podría ser conocido completamente por sí mismo, independientemente de todo aquello sobre lo que el yo está basado. ¿Qué significa eso?
Un ejemplo clásico de esta falsa idea es que “quiero que alguien (o las personas en general) me quieran por mí mismo. No por mi dinero, no por mi apariencia, no por ser un artista famoso. Quiero que me amen por mí mismo”, como si hubiera un yo que pudiera ser conocido de forma separada de mi arte, de mi cuerpo, de mi apariencia, de mis logros, de cualquier cosa. De hecho, si pensamos en ello, es algo muy profundo.
Estoy hablando con alguien por teléfono. Bueno, ¿estoy hablando con la persona? En cierto sentido sí, por supuesto que estoy hablando con la persona, pero, ¿es solo la persona? No, lo que estoy escuchando es a la persona sobre la base de la voz, no a la persona misma.
“Quiero que alguien se relacione conmigo”. Bueno, ¿con qué se podrían relacionar? ¿Se podrían relacionar con un yo aparte de relacionarse con mi apariencia, con lo que digo o lo que hago? No hay un yo que pueda ser conocido de forma independiente de una base para el yo.
La relevancia del entendimiento de la vacuidad para el proceso creativo
Así que ¿en qué sentido es relevante? Esto es relevante no solo en el hecho de que yo quiero agradarles a las personas. Pensamos que, si les gusta mi arte, por lo tanto, les gusto yo – pero realmente mi enfoque es que quiero gustarles yo y que me aprecien a mí, lo cual a menudo está detrás de cualquier esfuerzo que hacemos, no solo el arte. Pero toda esta idea en el arte de “tengo que expresarme a mí mismo” – ¿qué estoy expresando? – como si hubiera un yo que pudiera ser conocido independientemente de mi arte, o de mi cuerpo o de cualquier otra cosa, que pudiera ser expresado. “Estoy tratando de encontrarme a mí mismo” – ¡vamos, qué estás tratando de encontrar! – como si hubiera un yo separado de todo lo que he hecho en mi vida que pudiera encontrar. No existe tal yo. Soy un individuo, sí, basado en toda mi historia, todo lo que hago. No estamos negando la individualidad, pero es este falso concepto de yo el que crea problemas, inseguridad, preocupación.
Así que si nos vamos a involucrar en esfuerzos creativos – arte o lo que sea – entonces es muy importante que detrás de ello no haya inseguridad, el deseo de ser amados por nuestro trabajo, el deseo de ser considerados importantes, el deseo de expresar mi verdadero yo, todo este tipo de cosas. Solo creamos – simplemente lo hacemos – sea nuestra motivación consciente o no. “Quiero beneficiar a la gente. Quiero crear algo que le guste a la gente, que los haga sentirse cómodos, etc., algo que colgará en la casa de alguien”, lo que sea. Hay una motivación, sea que la sepamos o que no seamos tan conscientes de ella. El budismo trata de enfatizar que es importante tener nuestra motivación ahí. Pero simplemente hacerlo. No estar preocupados por ello: “¿Le gustará a la gente? ¿No le gustará? ¿Será mi verdadero yo el que estoy expresando?”, todo este tipo de cosas. ¿Está siendo logrado o no? Bueno, eso significa que tomo en consideración que otras personas lo verán. Bueno, ¿y eso qué?
Ahora, por supuesto que si tienes que vender tu pieza de arte para poder mantenerte financieramente, eso es algo a considerar. Tienes que estar al pendiente del mercado, de qué se puede vender y todo ese tipo de cosas, pero entonces lo que podría causar problemas es sentir: “me estoy vendiendo a mí mismo, estoy comprometiendo mi creatividad”. Bueno, ¿quién es el yo al que estoy comprometiendo? ¿Cómo existe ese yo? ¿Es esa pequeña criatura sentada en mi cabeza? No. Si tienes que ganarte la vida, tienes que ganarte la vida. ¿Y eso qué? No es nada especial. No estás comprometiendo nada. No hay nada ahí que pueda comprometerse. Solo estás haciendo lo que necesita hacerse, punto. Realidad. Sentido práctico. Si quieres hacer otras cosas que quizás no se vendan, está bien; haz eso también.
No hacer un gran escándalo de lo que estamos haciendo, solo hacerlo. Y, en el mejor de los casos, quizás el proceso sea disfrutable. Quiero decir, en general, esa es la razón por la que hacemos las cosas. “Crear me da placer”. Bueno, para mí es placentero hablar con ustedes. Trabajar en mi página de internet me brinda enorme placer. Me encanta, es muy divertido. Así que hacer su arte también debería ser divertido. No hay nada malo en disfrutar lo que hacemos. De hecho, nos ayuda en términos de uno de los muchos factores que estarán involucrados en lo que yo llamo, lo que el budismo llama, surgimiento dependiente – surgirá en dependencia de eso. Si disfrutamos lo que hacemos, obviamente eso se reflejará en lo que producimos. Si lo hacemos pensando: “Oh, es solo un trabajo y tengo que hacerlo para alimentar a mi familia”, con frecuencia lo que producimos no tiene ese gozo.
La compasión como motivación para la creatividad
La compasión es una motivación más extensa y amplia que podemos incluir en nuestro trabajo. Desde la perspectiva budista, la compasión se define como el deseo de que los demás estén libres de su sufrimiento e infelicidad y de las causas de su sufrimiento e infelicidad. ¿Cómo se enlaza la vacuidad con eso? Se enlaza muy bien porque podríamos exagerarnos a nosotros mismos al pensar: “Soy el salvador del mundo. Voy a traerles felicidad a todos. Voy a resolver los problemas de todos con mi pieza de arte”. ¡Vamos! Esa es una exageración burda. No somos los salvadores del mundo. No somos Dios Todopoderoso que cambia la realidad con su creación. No será así. Así que, cuando tenemos compasión, es muy importante tener una idea realista de lo que podemos hacer. ¿Qué puedes lograr al crear una pieza de arte? ¿Vas a eliminar todo el enojo de todos en el universo, para siempre? Obviamente no, así que no imagines que serás capaz de hacer eso. Sé realista: “Puedo contribuir”.
Hay un dicho budista muy hermoso que dice: una cubeta de agua no se llena con la primera ni con la última gota, se llena con cada gota, una por una. Así que podemos añadir nuestra gota a la cubeta, con nuestra creación artística, para tratar de traer un poco de felicidad, eliminar un poco de infelicidad en el mundo, con el entendimiento de que no durará. Quizás alguien se vaya de nuestra exhibición y durante unas cuantas horas esté de buen humor, pero ¡vamos! Las personas tienen el resto de su vida, así que lo que sucede – de nuevo, surgimiento dependiente – no surge de una sola causa: lo que hagamos no será la única causa que influenciará la vida de alguien. Puede jugar un papel. Es una gota en la cubeta. Podría ser una gota más grande, podría ser una gota más pequeña, pero es solo una gota en la cubeta. Así que, sin esa exageración de nosotros mismos, las cosas avanzan con mayor suavidad – menos problemas con nuestro arte.
Básicamente, estos son mis pensamientos acerca de la conexión entre shunyata (vacuidad) y creatividad. No debemos pensar que la vacuidad se refiere a nada, que el budismo es nihilista y que enseña que nada existe: “Yo no existo. Tú no existes, así que, ¿por qué molestarnos en hacer algo?”. Eso no es en absoluto de lo que habla la vacuidad. No habla de un espacio vacío que le permite a la gente hacer sus cosas o lo que sea. No trivialicemos la vacuidad. Vacuidad significa que nuestra proyección de cosas imposibles, formas imposibles de existencia, no corresponde con la realidad. Así, lo que tratamos de hacer con la meditación budista es reventar el globo de nuestras fantasías. Solo reviéntenlas, ¡pop!
El ejemplo que siempre utilizo es imaginar que allá afuera, en algún lugar, existe el compañero perfecto que me va a complementar totalmente de todas las maneras, el príncipe o la princesa en su caballo blanco. Obviamente, no existe tal cosa – nadie existe de esa manera – pero proyectamos eso sobre una pareja o potencial pareja, esperamos que de alguna manera esté a la altura de eso, y cuando no lo hace, nos enojamos y nos alteramos. Quizás esa relación termine, pero nunca nos damos por vencidos: aún estamos buscando al príncipe o a la princesa en su caballo blanco. Eso no corresponde con la realidad. Nadie existe de esa manera. Así que, lo mismo: “Yo no existo como el gran salvador. Yo no existo como un don nadie insignificante que nadie ama”, ninguna de ellas.
Así que tratamos de obtener ese entendimiento de la vacuidad. Es una ausencia de esas formas imposibles de existencia. “No existe tal cosa”. Despéjenlo en este sentido y entonces todo el proceso creativo, y la vida en general, fluirá con mayor suavidad.