Cuando hablamos de meditación en un contexto budista estamos hablando de algo bastante específico. Hoy en día, a menudo escuchamos la palabra “meditación” en todo tipo de lugares, porque tiene muy buena reputación y muchas personas la están utilizando como una ayuda para la relajación y demás. Sin embargo, cuando se trata de realmente practicar la meditación la mayoría de las personas no tienen idea de qué hacer. Existe la idea de que necesitamos sentarnos y estar callados, pero ¿luego qué? ¿Hay algo más aparte de solo enfocarse en la respiración y tener pensamientos amables?
El término para meditación en sánscrito tiene la connotación de hacer que algo de hecho se convierta en realidad. Los tibetanos lo tradujeron con una palabra que significa construir un cierto hábito. Cuando desarrollamos un hábito estamos haciendo que algo se vuelva parte de nosotros y esto es exactamente lo que estamos tratando de hacer con la meditación. Queremos producir un cambio dentro de nosotros mismos que sea beneficioso. La pregunta que necesitamos hacernos primero es ¿por qué querríamos cambiar? Normalmente es porque no somos muy felices con la forma en la que llevamos nuestra vida o con cómo nos sentimos o con la forma en que nos relacionamos con otras personas o con nuestro trabajo. La lista sigue, pero el objetivo que la mayoría de nosotros tenemos es mejorar nuestra vida.
Lidiar con los problemas en lugar de escapar de ellos
Este es un punto importante: queremos cambiar y mejorar. No es que queramos escapar a una tierra de fantasía a través de nuestra meditación; hay muchos otros métodos que podríamos usar para eso, como las drogas y el alcohol. Podríamos escuchar música todo el día para no tener que pensar en nada. A menudo, cuando estamos bajo el influjo de esas cosas, nuestros problemas no parecen tan fuertes o reales, pero los problemas siempre regresan porque realmente no hemos aprendido a lidiar con ellos. Muchas personas usan la meditación como una droga, pero no será de gran ayuda a largo plazo. Podemos tocar campanas y tambores –un poco como si se tratara de una Disneylandia budista- pero eso realmente no incentivará un cambio dentro de nosotros: es solo un escape.
Sin embargo, si practicamos la meditación de la forma prevista en la tradición budista, no estamos tratando de escapar de nuestros problemas, sino de lidiar con ellos y superarlos. De hecho, es algo muy valiente y requiere mucho esfuerzo porque no es fácil. También necesitamos estar preparados para el hecho de que no necesariamente será divertido. Podemos compararlo con el entrenamiento físico que es duro y que hace que nuestros músculos terminen adoloridos, pero estamos dispuestos a soportar esta dificultad para volvernos más fuertes y saludables.
Es lo mismo cuando practicamos la meditación, excepto que estamos trabajando con la mente y no con el cuerpo. Hay algunas formas de budismo en las que se tiene una combinación de meditación y trabajo con el cuerpo, como las artes marciales, pero no en la tradición tibetana. No hay nada de malo con entrenar el cuerpo, de hecho, es muy útil. Sin embargo, aquí el enfoque principal es la mente, no sólo el intelecto, sino también nuestras emociones y nuestro corazón. Grandes maestros budistas enfatizaron que, al iniciar la práctica budista, lo principal es domar a la mente porque la forma en la que actuamos, nos comportamos y nos comunicamos con los demás están regidas por el estado de nuestra mente.
Observarnos a nosotros mismos con honestidad
Reconocemos que tenemos dificultades en nuestra vida y vemos que la fuente de esto es algo insatisfactorio dentro de nuestra mente. Si realmente nos examinamos de forma honesta, encontraremos que tenemos muchas emociones perturbadoras, del enojo a la codicia, egoísmo, celos, apego, arrogancia, ingenuidad, etc. Si profundizamos aún más, veremos que hay cierta inseguridad y confusión acerca de lo que es la vida. Con frecuencia parece que esas emociones perturbadoras dominan nuestro estado mental y provocan que actuemos, hablemos y nos relacionemos con otros de una forma que nos crea problemas a nosotros y a los demás. Incluso cuando estamos solos, a menudo nuestra mente está incómoda, en un frenesí incesante con todo tipo de pensamientos perturbadores. En términos simples, realmente no somos felices.
La meditación tiene el propósito de ayudarnos a cambiar esta situación, pero no en el sentido de simplemente tomar unas drogas de tal forma que ya no pensemos en nada. Esa no es una solución, aun si algunas personas consideran a la meditación de esa forma. Piensan que si solo se sientan, cierran los ojos y excluyen todo lo demás, de alguna manera todos los problemas desaparecerán. Eso no funciona. En lugar de ello, necesitamos atacar activamente a nuestros problemas.
Encontrar al verdadero enemigo
A menudo encontramos que en la literatura budista se utiliza un lenguaje muy fuerte para describir a las emociones perturbadoras como nuestro verdadero enemigo. Esto no las convierte en una especie de monstruos a los que tememos o por los que nos sentimos paranoicos. Por el contrario, reconocemos que eso es con lo que tenemos que trabajar. Tenemos textos budistas muy hermosos que les hablan a estos alborotadores diciendo: “Ya he tenido suficiente de ti, que me causas todos estos problemas y dificultades. Tu tiempo ha terminado”. Así que nos remangamos, nos sentamos y tratamos de cambiar a nuestra mente. De esto es de lo que realmente se trata la meditación.
Puesto de manera sencilla, la meditación es un método por medio del cual nos entrenamos para desarrollar hábitos benéficos y cambiar los malos. Se refiere a los hábitos de la forma en que pensamos, la forma en que sentimos y la forma en que respondemos emocionalmente a las cosas. Esto requiere entrenamiento y repetición, es un método científico. Así como nos entrenamos en algún deporte o en tocar un instrumento musical o en bailar, al principio se siente bastante artificial. Pero después de que nos hemos familiarizado con algo, se vuelve muy natural para nosotros. Lo mismo es cierto para lo que hacemos con nuestra mente, nuestras emociones y sentimientos.
¿El cambio es posible?
Ahora, surge una gran pregunta. ¿Realmente podemos cambiar? De hecho, para trabajar en cambiar primero necesitamos convencernos de que en verdad es posible. Con frecuencia nos encontramos con personas que dicen: “Así soy y punto, no puedo hacer nada para cambiar, así que solo tengo que vivir con ello” o “soy una persona enojona, tengo mal temperamento y así es como soy”. Si nos identificamos tan fuertemente con algo, naturalmente será difícil cambiarlo.
Necesitamos observarnos a nosotros mismos con honestidad. ¿Por qué nos identificamos con ciertas cosas? Si realmente fuéramos una persona enojona, ¿no tendríamos que estar enojados todo el tiempo? También es posible que culpemos a otros: soy enojona o enojón porque mi mamá o mi papá hicieron esto o aquello. Eso realmente no es útil. Si observamos con mayor profundidad podemos tratar de encontrar de dónde provienen realmente las emociones. Aun si nos decimos a nosotros diariamente “no seas enojón, no seas codicioso, no seas egoísta”, es muy difícil realmente detenernos, ¿no es así? Así que tenemos que buscar un método que nos permita cambiar la forma en que nos sentimos emocionalmente.
Nuestra actitud afecta todo
El budismo dice que lo que subyace a nuestro estado emocional es lo que podemos llamar nuestra “actitud”. Esto significa la forma en la que vemos las cosas. Imaginemos que perdemos nuestro trabajo: podemos verlo como un desastre y entonces sentirnos enojados y deprimidos. ¿Por qué? Porque en ese momento pensamos que es la peor cosa que puede pasar en el mundo.
Hemos perdido nuestro trabajo, ese es un hecho. No podemos cambiarlo. Lo que podemos cambiar es la forma en que consideramos la pérdida de nuestro trabajo y eso es lo que significa la actitud. Así que podríamos tratar de verlo de forma diferente: ahora podemos pasar más tiempo con los niños o pensar en cambiar de trabajo. Es cierto, quizás no nos ayude económicamente, pero al menos no nos sentimos tan mal por ello. Así que esto es en lo que podemos enfocarnos en la meditación, en cómo consideramos las cosas, porque esto es lo que influencia cómo nos sentimos.
Mi amigo más cercano murió la semana pasada. Es triste. Sí me siento triste, eso es saludable, no hay nada de malo en ello. ¡Por supuesto que no me siento feliz de que haya muerto! Pero ¿cómo puedo trabajar con mi estado mental en esta situación? Una semana antes de que muriera tuve la sensación de que debía llamarlo pero nunca lo hice. Estaba perfectamente bien, tomó un baño, tuvo un ataque cardíaco y simplemente cayó muerto en la ducha. Fue completamente inesperado y repentino. Por supuesto, podría sentirme tremendamente arrepentido por no haber hablado con él cuando lo pensé una semana antes, o podría enojarme mucho conmigo mismo, pensando en todas las cosas que hubiera querido decirle de haber sabido que iba a morir. Pensar de esa forma habría resultado en que me sintiera mucho, mucho peor.
En lugar de ello, recordé todos los momentos felices que pasamos juntos y cuántas cosas fantásticas compartimos (fuimos amigos durante 35 años) y cuán privilegiado fui de haber conocido de manera tan cercana a una persona tan maravillosa. Fue probablemente el practicante occidental de Dharma más sincero y auténtico que he conocido. Lo considero una gran inspiración para continuar aúncon mayor fuerza mi propia práctica. Así como cuidaba a su esposa, sé que se sentiría muy reconfortado si supiera que lo estoy haciendo ahora, y así lo he hecho.
Este es el resultado de la meditación. No obtienes poderes sobrenaturales ni nada exótico. Lo que obtienes es que, cuando enfrentas una situación difícil y te encuentras a ti mismo entrando en un estado mental negativo e infeliz, primero que nada tienes el entendimiento suficiente para saber que si sigues así solo empeorarás las cosas. Adquirimos mejores formas de entender estas situaciones difíciles y, con suficiente entrenamiento, podemos cambiar totalmente la forma en que vemos las cosas. Quizás aún sintamos tristeza, como yo la sentí cuando perdí a mi amigo, pero somos capaces de incorporar ideas que añaden una cierta felicidad para suavizar esa tristeza.
Convencernos de nuestro propio potencial
Así que preguntamos, ¿somos capaces de cambiar la forma en que vemos las cosas? Y la respuesta es sí. Si recordamos lo que nos parecía interesante y maravilloso cuando éramos niños, ahora nos parece bastante tonto y aburrido. Nuestras actitudes han cambiado mucho conforme hemos envejecido. Una vez que nos convencemos de que es posible cambiar más, entonces tenemos que aprender algunos métodos para hacerlo. Esto tiene tres pasos:
- Obtener la información correcta – necesitamos aprender cuál sería un hábito más benéfico, lo cual proviene de escuchar, leer o aprender acerca de él. Este paso no necesariamente significa que lo entendemos, sino que podemos discriminar que se trata de un método budista.
- Contemplar su significado – necesitamos considerar la información que hemos obtenido, pensar acerca de ella y analizarla desde diferentes ángulos, de tal forma que podamos entenderla. Tenemos que llegar a la conclusión de que lo que estamos revisando es verdad y no solo basura. También necesitamos convencernos de que es de beneficio para nosotros y de que seremos capaces de incorporarlo en nuestra vida.
- Meditar – ahora estamos listos para meditar con el fin de desarrollar como un hábito beneficioso lo que hemos aprendido y entendido.
Información y contemplación correctas
Obtener información correcta no es tan fácil como pensamos. Hay muchas personas que afirman enseñar métodos budistas auténticos, pero solo porque alguien escriba un libro y consiga que lo publiquen, no significa que el contenido del libro sea correcto. Y el hecho de que el maestro sea muy popular o carismático no significa que lo que enseña es correcto. Hitler era muy carismático y popular, pero lo que enseñó obviamente no era correcto.
Así, en el budismo se enfatiza que utilicemos nuestra inteligencia. ¿Qué es lo que nos diferencia de los animales? Un animal puede ser entrenado para hacer muchas cosas, pero lo que nos separa de ellos es el intelecto. Somos capaces de discriminar entre lo que es útil y lo que no. Aun si no entendemos algo al principio, podemos usar nuestra inteligencia para resolverlo, que es exactamente lo que necesitamos hacer cuando escuchamos o leemos enseñanzas.
Todo lo que el Buda enseñó tiene la intención de beneficiar a los demás. Sin embargo, podemos revisar por nosotros mismos si las cosas que enseñó son de beneficio o no. Para ello, también necesitamos ver los efectos a largo plazo, porque los efectos a corto plazo quizás no sean tan placenteros. Es como algunos tratamientos médicos que no son placenteros en absoluto, pero que tienen beneficios a largo plazo, como la quimioterapia para el cáncer.
Si no hemos hecho lo anterior, examinar la enseñanza y relacionarla con nuestra vida y nuestra propia experiencia, entonces ¿cómo podemos realmente meditar en ella? Es como comprar algo sin pensar si lo necesitamos o lo queremos, o si de hecho es bueno.
Meditación formal
Por supuesto, el proceso de pensar acerca de las enseñanzas es muy beneficioso y algunas personas quizás incluso lo consideren una forma de meditación. Pero lo que podemos llamar más formalmente “meditación” es un proceso a través del cual integramos este estado mental más beneficioso en nuestra forma de ser, en nuestra vida ordinaria. Esto implica dos pasos:
- Meditación de discernimiento – esta primera fase a menudo se llama “meditación analítica” y es en la que nos enfocamos en algo con una actitud mejorada, discerniendo minuciosamente todos los detalles y factores sustentadores.
- Meditación estabilizadora – la segunda fase es cuando ya no discernimos activamente todos los detalles, sino que solamente nos enfocamos en nuestro objeto de una manera más comprimida, solo con la conclusión principal de nuestro análisis y nuestra actitud hacia ella.
Cuando empiezan a meditar, muchas personas aprenden a enfocarse en la respiración. Aquietamos nuestra mente y nos enfocamos en la respiración que entra y sale. Suena simple pero en realidad es algo increíblemente difícil de hacer. ¿Qué intentamos hacer cuando nos enfocamos en la respiración? Primero que nada, estamos tratando de silenciar la voz en nuestra cabeza que nos despliega todo tipo de emociones y sentimientos perturbadores. Esto es como deshacerse de la estática que hay detrás, pero al mismo tiempo podríamos enfocarnos en la respiración con cierto entendimiento de ella que hayamos escuchado, contemplado y entendido. Aquí es donde entran la meditación de discernimiento y estabilizadora. Por ejemplo, podríamos considerar la respiración como un ejemplo de la impermanencia: está cambiando todo el tiempo; podríamos observar el hecho de que no hay un “yo” separado de la respiración, después de todo ¿quién está respirando? Pero ese análisis podría ser un poco difícil para los principiantes.
Un mejor lugar para empezar sería, de nuevo, observarnos a nosotros mismos. Siempre estamos bajo una gran cantidad de presión por nuestro trabajo, familias, la sociedad en general, y así nuestra mente siempre está corriendo con preocupaciones y pensamientos problemáticos. ¡Es difícil relajarse! Así que para nosotros sería muy beneficioso simplemente ser capaces de estar más relajados y sentirnos más aterrizados. Aunque esto no resuelve nuestros problemas de forma última, es un primer paso constructivo. Al enfocarnos en la respiración, podemos entrar en contacto con la realidad de nuestro cuerpo: “¡estoy vivo”! La respiración es una buena indicación de eso porque continúa hasta que morimos. Sin importar qué tan difícil pueda ser la vida, la respiración siempre está ahí. Si podemos tener más conciencia de eso, nos ayuda a entender que la vida continúa; sin importar lo que pase, la vida sigue. Incluso esto es útil. Como cuando mi amigo murió porque entiendo que, bueno, la vida sigue.
Así que tenemos esta información, hemos pensado acerca de ella, la hemos entendido y nos convencemos de que tiene sentido. ¿Sería benéfico ser capaces de ver que la vida sigue y estar más conectados con nuestro cuerpo y no totalmente perdidos en nuestros pensamientos temerosos y depresivos? Sí, sería benéfico. ¿Soy capaz de estar enfocado y consciente de mi respiración? Sí, incluso si sólopausamos nuestra otra actividad por uno o dos segundos, podemos notar nuestra respiración: siempre está ahí. Así, no necesitamos tener un nivel de entendimiento muy profundo o sofisticado. Por supuesto, mientras más profundo sea, mejor, pero es suficiente para empezar.
El proceso de la meditación
Llegamos a un entendimiento de enfocarnos en la respiración cuando tenemos dos factores mentales, los cuales son estados mentales que acompañan nuestro enfoque:
- Detección burda – notar algo a nivel burdo.
- Discernimiento sutil – entender algo a un nivel muy detallado.
El ejemplo tradicional utilizado para describir la diferencia entre estos dos estados mentales es observar una pintura. Con la detección burda notaríamos que es una pintura, quizás de alguna persona. Al saber esto, la mente ni siquiera parece estar diciendo esto, solo lo sabe al verla. Esto es lo que llamaríamos “entendimiento” en un lenguaje muy general. Con discernimiento sutil, observaríamos la pintura con mayor detalle y entenderíamos que es una imagen de esta o aquella persona con ciertas características.
Esto es lo que hacemos mientras nos enfocamos en la respiración. Detectamos y entendemos que la respiración es algo que continúa todo el tiempo, y discernimos el detalle de que entra y sale por la nariz. Sin importar lo que suceda, continuará mientras estemos vivos, así que en ese sentido es estable, segura y confiable. Esta es la razón por la que la llamamos “meditación de discernimiento”, porque es algo que notamos activamente. No estamos analizándola, sino solo viéndola y entendiéndola desde una cierta perspectiva en una cierta manera.
El segundo paso, la meditación estabilizadora, es en la que no tenemos que discernir activamente de esta forma, simplemente lo sabemos. Este es un estado mental bastante diferente entre entender activamente algo y simplemente saberlo. Meditamos y el resultado de ello es que estamos mucho más aterrizados y nos sentimos mucho más estables y seguros. Esto surge si practicamos una y otra vez, y de preferencia todos los días.
Aplicar nuestra práctica a la vida diaria
Especialmente, tratamos de recordar esta práctica cuando nos sentimos particularmente alterados. Por supuesto, es difícil, y hemos utilizado antes la analogía del ejercicio físico, pero con el tiempo el entendimiento se vuelve tan profundamente enraizado en nosotros que lo sabemos todo el tiempo. Siempre sabemos que la vida sigue y, en un nivel muy profundo, cualquier cosa que suceda, no hay problema. Lo sabemos de manera tan profunda que se vuelve un hábito que cambia la forma en la que vemos la vida. Este es el resultado de la meditación. Si lo olvidamos, siempre podemos volver a enfocarnos en la respiración y recordarnos y refrescarnos. Lo que hacemos es producir un cambio real es nuestros estados mentales, en términos de cómo lidiamos con la vida cotidiana. No es un escape de nuestros problemas al ir a una tierra de fantasía, sino que es un proceso activo que seguimos para ser capaces de mejorar nuestros estados mentales y emocionales y, en última instancia, la situaciones en las que nos encontramos.
Lo que hemos revisado también puede ser visto como un sofisticado método de psicología. Está bien verlo de esa manera, pero tenemos que ser cuidadosos para no creer que eso es lo único que el budismo es: solo otra forma de psicología. El budismo es mucho, mucho más que eso. En el budismo nuestro objetivo va mucho más allá (la iluminación, ayudar a todos) pero necesitamos atravesar este muy importante primer paso.
Resumen
Es muy fácil simplemente tratar de escapar de nuestros problemas, ya sea escuchando música todo el día o manteniéndonos constantemente ocupados, o emborrachándonos para olvidar todo. Estas medidas temporales nunca ayudan mucho y el problema siempre reaparece. Al realmente contemplar y luego meditar en el Dharma, podemos transformar totalmente la forma en que nos vemos a nosotros mismos, a los demás y a las experiencias que atravesamos. Si bien esto nunca hará que todos nuestros problemas desaparezcan instantáneamente, nos permite enfrentarlos con el conocimiento de que somos lo suficientemente fuertes como para lidiar con ellos.