La forma de proceder
Permitan que inicie con este pensamiento que será como la probada a una caja de chocolates, para darles una idea de lo que tengo en mente. Por ejemplo, la forma habitual de iniciar una enseñanza budista consiste en asentar la motivación. De hecho eso no es muy fácil de hacer. Yo mismo lo encuentro difícil porque tenemos que lograr un equilibrio cuidadoso entre sólo decir palabras en silencio y realmente lograr sentir algo en nuestro cuerpo y en nuestro corazón.
Pienso que a muchos de nosotros nos resulta realmente difícil establecer claramente lo que significa sentir algo, en particular una motivación. Lo que quiero decir es que podemos, por ejemplo, sentirnos tristes, conocemos ese sentimiento; pero es más difícil saber a qué se refiere eso de sentir una motivación. Este es el tipo de temas que me parecería muy interesante abordar durante este fin de semana. Resultan temas un tanto difíciles, no son tan sencillos pero creo que serían de mayor beneficio que si les respondiera con un número a una pregunta como: “¿Cuántos signos de iluminación tiene un buda?” Pero nuevamente, como lo dije en un principio, me ha costado trabajo el solo hecho de tratar de establecer un orden lógico para este tipo de temas. Me gustan las cosas ordenadas, y esto no ha sido fácil.
Esto hace surgir un punto muy interesante, que quizá resulte relevante para muchas personas. Y esto es que frecuentemente no sólo tenemos percepciones generales, como el que todo requiera estar en un cierto orden lógico, sino que más profundamente, nos gusta sentir que tenemos control. Cuando tenemos control y todo se encuentra “en orden”, o al menos cuando pensamos que estamos en control, entonces de alguna manera nos sentimos más seguros y creemos que sabemos qué es lo que va a ocurrir. Pero la vida no es así. No siempre podemos tener el control de las cosas y estas no siempre ocurrirán ordenadamente. El otro aspecto de esto mismo es que nos gusta ceder el control a alguien más para que nos puedan dirigir o que puedan controlar la situación en la que nos encontramos. Este es el mismo tema del control.
Pero nadie, ni nosotros, ni nadie más, puede estar en control sobre lo que ocurre en la vida. Lo que ocurre se ve afectado por un millón de factores, no sólo por una persona. Por lo tanto, es necesario soltar. Soltar en el sentido de este aferramiento fuerte que tenemos a un “yo” sólido que existe independientemente de todo lo demás y que quiere mantener el control, más allá de lo que esté ocurriendo alrededor. Es este “yo” solidificado, el que piensa que logrará establecer una existencia segura al estar en control. Es como pensar: “Si yo tengo el control, yo existo. Si yo no tengo el control, entonces no existo.” Cuando seguimos el sendero budista, es necesario que en muchos sentidos abandonemos esta idea de estar “en control”. Eso también significa soltar el otro lado del mismo asunto, que es el de darle el control a alguien más, específicamente al gurú, al maestro, para que él tenga el control. Este es el mismo tema, ambas caras del control requieren ser superadas.
Me parece que lo que será verdaderamente necesario en este fin de semana, ya que estaremos tratando con asuntos muy humanos, será hablar entre nosotros como seres humanos. Yo me dirigiré a ustedes de un ser humano a otro. Espero poder dirigirme siempre así, de humano a humano, en vez de pararme, como la autoridad detrás del estrado, como si tuviera todas las respuestas.
Me parece que en vez de intentar mantener el control y dirigir el progreso de este curso en un orden lógico, será mejor entonces, permitir que el fin de semana se desarrolle como si pintáramos un cuadro. Daremos un brochazo por aquí y otro por allá, en vez de intentar dar una presentación muy ordenada. En vista de que muchos de los temas que discutiremos este fin de semana están interconectados y se van a traslapar, me parece que esta es la manera más sensata de proceder.
Motivación
Regresemos al primer chocolate que probamos de nuestra caja de muestra puesto que no he terminado de masticarlo, y quizá muchos de ustedes tampoco. Es la pregunta sobre cómo poder sentir una motivación. A veces pensamos, yo he pasado por esto en mi propio desarrollo, que los sentimientos necesitan ser un tanto dramáticos para que sean reales. Si tienen un tono dramático entonces cuentan como sentimientos y eso le da existencia; pero si no son dramáticos entonces no cuentan y entonces no existen verdaderamente. Yo creo que esto está un tanto condicionado por las películas y la televisión. Una película no resulta interesante si es muy sutil ¿no es cierto? Necesita tener un tono dramático con música de fondo conmovedora.
Algunas veces leemos algún texto budista que dice: “Nuestra compasión necesita conmovernos de manera que todos los cabellos de nuestro cuerpo se ericen y nuestros ojos se llenen de lágrimas”. Pero creo que sería bastante difícil llevar nuestra vida siempre así. Cuando pensamos en generar una motivación, a veces puede surgir la idea de que: “Debería sentir algo” y, por cierto, regresaremos a este tema del “debería” en contadas ocasiones durante el fin de semana. Pensamos que deberíamos sentir algo intensamente, que de otra manera realmente no estaríamos generando una motivación. Pero cuando generamos una motivación, generalmente es apenas una sensación, al menos desde mi propia experiencia. Resulta mucho más sutil que cuando se nos erizan los vellos de los brazos. Me parece que hablar así con ustedes resulta de mayor beneficio, no hablarles desde atrás del estrado sino, más bien, compartir con ustedes mis propias experiencias al hacer diferentes cosas en el budismo, y cómo es que he lidiado con estos problemas típicos con los que la mayoría de los occidentales nos topamos. Así que hagámoslo así.
Siempre escuchamos en las enseñanzas que necesitamos relacionarnos con los otros como si fueran nuestra madre. “Reconoce a todos como tu madre”. Sin embargo, muchas personas tienen una relación difícil con su madre, así que podemos sustituir esa idea o imagen con la de nuestro amigo más cercano, porque el objetivo no es la “madre”, sino aquella persona con la que tengamos un tipo de vínculo emocional poderoso y positivo.
Por ejemplo, al asentar nuestra motivación esta noche, intento pensar en todos los presentes como si fueran mi mejor amigo. Cuando nos encontramos con nuestro mejor amigo, con nuestro amigo más cercano, somos sinceros. No montamos ningún tipo de espectáculo ni nos escondemos tras máscaras o roles ¿no es verdad? Y cuando nos encontramos con nuestro mejor amigo, realmente sentimos algo por esa persona, no siempre es algo dramático, pero es algo real.
Cuando comenzamos a aplicar enseñanzas tales como “ver a todos como si fueran tu madre” con el sentido de “mirar a todos como si fueran tu amigo más cercano” entonces realmente comenzamos a generar cierto tipo de motivación. Tenemos una motivación sincera, en verdad queremos hacer algo que beneficie a esa persona. Queremos que nuestro tiempo con esa persona sea significativo y de utilidad para ella, a menos que seamos tan egoístas que sólo queramos explotar a la otra persona para nuestro propio gozo y beneficio.
La importancia de mantener los ojos abiertos
También he descubierto, que al hacer las diferentes prácticas budistas de igualarnos y ponernos en el lugar de los otros, realmente no experimento que mi corazón se conmueva si practico a manera de visualización manteniendo los ojos cerrados. Claro, podría cerrar los ojos y visualizar a mi amigo más cercano, pero no es lo mismo que conectarme con la gente que se encuentra delante de mí, o con ustedes en este momento. Encuentro que estas prácticas resultan mássignificativas cuando las llevo a cabo con los ojos abiertos y mirando a la gente.
Sin embargo, cuando practicamos en solitario es diferente. Podríamos mirar fotos de personas si nos resulta difícil imaginarlas y me parece que eso es perfectamente correcto, pero aún si estamos visualizando a otros me parece que es más útil tratar de visualizar a personas específicas que con la abstracción “todos los seres sintientes” y procuro hacer esto con los ojos abiertos, sin desconectarme del mundo que me rodea, que es lo que sucede cuando cierro los ojos.
Cuando seguimos instrucciones con respecto a las visualizaciones de las prácticas tántricas (por ejemplo, el estado de generación en el anutarayoga tantra), un punto extremadamente importante es que ha de llevarse a cabo con la conciencia mental, no debe ser realizado con la conciencia sensorial. Ser capaz de llevar a cabo visualizaciones con la conciencia sensorial es algo que ocurre sólo durante el estado completo. El estado completo es muy avanzado y requiere poder manipular los vientos de energía de nuestras células sensoriales, para que estas generen las imágenes de la visualización. Eso significa que en el estado de generación, no estamos cambiando la forma en que percibimos las cosas, estamos cambiando la forma en que conceptualizamos o concebimos aquello que percibimos. En lugar de concebir aquello que vemos como existiendo en su forma ordinaria, lo concebimos como figuras búdicas o deidades, por dar un ejemplo.
Espero que estén entendiendo que para poder trabajar con el Dharma de una manera significativa, necesitamos incorporar todo lo que hemos aprendido desde el principio. Eso significa que cuando estamos visualizando a alguien como una deidad, o como en este ejemplo específico, si estamos visualizando a todos como nuestro amigo más cercano o nuestra madre, al principio no estamos cambiando nuestro sentido de percepción sensorial de esa persona, simplemente estamos cambiando la manera en que la conceptualizamos cuando la vemos.
Sin embargo, cuando vemos a la persona y preguntamos: ¿A qué nos referimos cuando decimos conceptualizar a la persona? ¿Qué es una cognición conceptual? Para contestar, necesitamos recurrir a las enseñanzas de lorig, las formas de conocimiento. En ellas aprendemos que la cognición conceptual es aquella en la que mezclamos al objeto que se encuentra frente a nosotros, digamos cualquier objeto físico, con la idea de una categoría. Sin embargo, tan sólo pensar en la idea de la categoría “mejor amigo” mezclada con la imagen mental de alguien, no tiene tanta fuerza, por así decirlo, como cuando pensamos en esta idea mientras estamos realmente viendo a alguien al mismo tiempo.
Por todo esto es que, hacer todas estas meditaciones con los ojos abiertos y de hecho viendo a la gente, es lo que les da fuerza. ¡No puedo ser suficientemente enfático! Esto realmente marca toda la diferencia en las diversas prácticas. Se dice muy claramente dentro de las enseñanzas mahayana tibetanas: “Lleva a cabo las meditaciones con los ojos abiertos”. Hay mucha gente que no toma en serio este consejo porque no es tan fácil de hacer. Para algunas personas meditar solos y con los ojos cerrados es muy conducente, especialmente si se distraen mucho. Y bueno, al tener gente alrededor se distraerán aún más. Pero si somos un poco más estables, las prácticas se tornan más significativas cuando las aplicamos a la gente de la vida real.
Lo que todo esto significa para este ejemplo de generar una motivación es, desde mi experiencia en este momento en este cuarto, que yo ahora los veo aquí en frente de mí y la forma en que los concibo y me relaciono con ustedes es como si fueran mi amigo más cercano. Y si ustedes realmente son mi amigo más cercano (no se me ocurre otra manera de decirlo más que de forma coloquial) no puedo hacerlos tontos, tengo que ser sincero, además, me surge, naturalmente, la motivación de beneficiarlos. Por supuesto que también podría repetir ciertas frases en mi mente tales como: “ Realmente espero que esto les sea útil y benéfico”. Y en un sentido, repetir esta frase, es hacer más consciente lo que ya establecí al ver a la gente que me rodea como mi mejor amigo.
Cuando hago esto, en realidad no se erizan los vellos de mis brazos, pero aún así hay algo ahí que ayuda a la relación que se genera entre nosotros. Me parece que esta es la manera general en que podemos generar cierto tipo de sensación para estas cosas tan sencillas que generalmente tomamos por dadas pretendiendo asentar la motivación repitiendo una frase hecha. Además generalmente lo repetimos en forma de cantos tibetanos, así que, para la mayoría de nosotros, las palabras que recitamos ni siquiera tienen significado.
Quizá podamos hacer un poco de práctica con esto que les acabo de decir. No quisiera que este fin de semana se tratara exclusivamente de escucharme y ya que no somos un grupo muy numeroso sentémonos en círculo. Cuando nos sentamos en filas uno atrás de otro, tendemos a experimentar una sensación incómoda de estar mirando el cojín o la espalda o la cabeza de la persona que se encuentra frente a nosotros y que se vuelve extraño después de un rato. Si nos sentamos en círculo podremos vernos a la cara.
Intentemos pues establecer la motivación. Repito, esto de “establecer la motivación” suena un tanto artificial, ¿no les parece? Pero lo que en realidad estamos haciendo, poniéndolo en otras palabras (pues verán, yo soy traductor, así que me encanta estar cambiando las palabras) es “generar un estado de ánimo” en nosotros. Y tal estado de ánimo es el de estar con nuestro amigo más cercano. ¿Qué se siente estar con nuestro mejor amigo? Cuando nos encontramos con él o ella, nos sentimos completamente relajados. No estamos “actuando”, no estamos “en escena”, no necesitamos aparentar nada, no necesitamos jugar ningún tipo de rol particular ¿o sí? Tenemos una manera muy curiosa de expresarlo en los idiomas occidentales, que parecería bastante anti-budista, pues decimos “podemos ser nosotros mismos” lo que sea que eso signifique.
Derribar las barreras
Se pueden derribar todas las barreras, todas las defensas pueden ceder cuando nos encontramos con nuestro mejor amigo, podemos abrirnos completamente para compartir simplemente y estar con esta persona, sin aferrarnos a ella. Hay cierta sensación de alegría, sin mayor escándalo, pero se da esta alegría sin la necesidad de hacer algo. Al mismo tiempo tenemos el sincero deseo de ser de beneficio para la otra persona, nos agrada esta persona de una manera muy sincera y humana.
Lo que estamos tratando de hacer entonces, es ver a todos en esta habitación de esta manera, estamos mezclando una idea con una percepción visual. No lo hagamos con los ojos cerrados pues corremos el riesgo de no generar sensación alguna. Necesitamos los ojos abiertos pues hay que ver a la gente que nos rodea de una manera particular, lo cual no significa que nuestra percepción visual haya cambiado de manera alguna. Nos confundimos fácilmente con esta palabra visualizar y pensamos que tenemos que hacer que algo cambie en nuestro sentido de la percepción visual, pero no se trata de eso, es un asunto de cognición en general. ¿Qué tipo de idea tenemos o en qué estado de ánimo nos encontramos mientras miramos a la otra persona?
Pienso que la sensación con la que queremos comenzar es de relajación y estabilidad, y para ello necesitamos derribar las barreras ¿no es cierto? Cuando las barreras se caen, podemos ser sinceros, así que hagamos esto mientras nos miramos los unos a los otros.
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Ahora agreguemos un tono extra con la sensación de: “Que pueda yo ser de ayuda”. Esta es la sensación de disponibilidad a ayudar, ese es el componente importante. No se trata de pensar: “ Tengo que ayudar, ¿qué haré? no sé qué hacer, qué incompetente soy” o cualquier cosa por el estilo. No se trata de un viaje negativo sino de estar dispuestos a ayudar y estar abiertos.
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Aprender a relajarse
Creo que, lo que acabamos de explicar, es la clave, el lineamiento de cómo comenzar con sentimientos sinceros. El lineamiento es primero bajar nuestras defensas. A veces nos da miedo sentir algo porque no sabemos lo que va a pasar, como si fuéramos a perder control. Ese es un gran “ yo” sólido dentro de las barreras, es esencial que nos relajemos.
Y relajarnos no significa solamente relajar nuestros músculos o relajar nuestras tensiones a un nivel físico, aunque obviamente esto es parte de ello, significa, más bien, relajar la mente y esto surge del entendimiento, al menos hasta cierto punto, de las enseñanzas de la vacuidad o el vacío. Vacuidad significa ausencia de formas imposibles de existir con respecto a nosotros mismos, a los demás y todo aquello que ocurre a nuestro alrededor. Nada ni nadie existe “sólidamente” por símismo, independientemente de todo lo demás y alienado de lo que está aconteciendo.
En el nivel más simple, podemos relajar la preocupación por nosotros mismos, nuestra inseguridad; esto nos da una pista de lo que sería tener cierto nivel de entendimiento. Así que, nuevamente, todo necesita concordar en las enseñanzas, podemos tener cierta noción acerca de la vacuidad aunque no lo hayamos estudiado a profundidad, puesto que en realidad lo experimentamos en cierta medida con nuestro amigo más cercano. Si entramos a las situaciones cotidianas asentando la motivación de esta manera, nos va a funcionar.
Eso significa que nos involucramos con las situaciones de una manera muy sincera, en vez que montar un teatro. No estamos tratando de vendernos, como si estuviéramos en una entrevista de trabajo, no estamos montando un acto, sino creando un ambiente de comodidad con todos y con todo, porque estamos básicamente cómodos con nosotros mismos. Esto por supuesto depende, obviamente de nuestro entendimiento del yo y se conecta con el entendimiento de cómo existe el yo; en otras palabras, vacuidad. El yo existe desprovisto de cualquier forma imposible. Así existen ustedes.
Podría surgir una objeción al pensar: “Bueno, ¿y si derribo mis barreras, no me muestro vulnerable a ser herido?”. Yo no creo que sea así. Si ponemos como ejemplo la práctica de las artes marciales, vemos que cuando estamos tensos no podemos reaccionar suficientemente rápido si alguien se lanza sobre nosotros, pero sin las barreras de la preocupación por uno mismo, estamos totalmente atentos a lo que está ocurriendo de manera que nos es fácil reaccionar muy, muy rápidamente a cualquier cosa que pueda estar ocurriendo.
Repito, esto tiene que ver con lidiar con el factor miedo ¿no les parece? Es el temor lo que necesitamos superar, puesto que es temor que nos impide soltar las defensas. Tenemos miedo de salir lastimados si derribamos las barreras y esto sucede por mantenerlas levantadas y en realidad, así es como nos estamos hiriendo a nosotros mismos. Pero necesitamos aprender estos hechos a través de la experiencia personal y el entendimiento. Lo cual nos lleva a otro tema por demás importante, que es el tema del “entendimiento”.
Generar una sensación con base en un entendimiento inferencial
Mucha gente se desanima con algunos de los enfoques del budismo, en particular del budismo tibetano sobre todo de la escuela gelugpa del budismo tibetano. Me refiero al énfasis que se le da a la lógica y al entendimiento inferencial. Pero no hay nada que temer con esto ya que todo el tiempo funcionamos con este tipo de entendimiento. Entender no siempre implica un complicado proceso intelectual. Cuando en las mañanas escuchamos la alarma del despertador, entendemos que ya es hora de levantarnos. ¿Por qué es hora de levantarnos? Porque está sonando el despertador. Hay una línea de razonamiento consciente y también es la forma que tiene nuestro cerebro de funcionar de manera inconsciente. La línea de razonamiento lógico para entender que es hora de levantarnos es: “Si suena la alarma del despertador, es hora de levantarse. La alarma está sonando, por lo tanto es hora de levantarse.” Podemos expresarlo así, lógicamente en un silogismo, sin tener que llevar a cabo un ejercicio intelectual complejo para entender a partir de esa señal (esta es exactamente la palabra que utilizamos en tibetano) que es la señal o el indicador de que es hora de levantarse. El sonido del reloj despertador es la señal en la que confiamos para entender que llegó el momento de levantarse.
De manera similar, al ver a alguien como nuestro amigo más cercano es una señal o indicador confiable que nos permite entender que no hay necesidad de poner barreras. Porque no hay nada que temer y no necesitamos montar un teatro para esa persona. ¿Y cómo sabemos esto? Por haber visto la señal y haber hecho la inferencia lógica a partir de ella. La señal es ver a esa persona como nuestro mejor amigo y por lo tanto obtenemos un entendimiento inferencial que se deriva de una simple inferencia, más que a través de un proceso complejo de lógica.
El ser capaces de generar sensaciones y sentimientos está relacionado con el entendimiento. Muchas personas quedan perplejas ante cómo pasar de algo intelectual a sentir algo. Este es un problema serio que se presenta con la manera occidental de pensar que considera al intelecto y a las emociones como dos cosas totalmente separadas, casi inconexas.
La manera de superar esta dificultad es, primero darnos cuenta de que sentir algo tiene dos aspectos: el sentir algo como verdadero, o en otras palabras creer que algo es cierto y después tener un sentimiento basado en esa creencia. Entender algo, creer que es verdadero y sentir cierta emoción sobre ello, se dan en ese orden. El que estos tres pasos no tengan relación entre ellos, es una manera imposible de existencia.
Por ejemplo: obtenemos un entendimiento de algo al confiar en algún tipo de señal. Podemos expresar este proceso en forma lógica: “Si estoy con mi amigo más cercano no necesito estar a la defensiva. Esta persona es mi mejor amigo, por lo tanto, no necesito estar a la defensiva”. Porque este entendimiento está basado en un silogismo lógico, podríamos quizá llamarlo un entendimiento intelectual, pero eso es perder el punto. El punto es que, basados en este entendimiento, creemos que es cierto que no necesitamos estar a la defensiva con esa persona. Basados en esta creencia, las barreras pueden ser derribadas y podemos sentirnos más relajados. Si las defensas no se derrumban y no nos sentimos relajados, la falla generalmente recae en nuestro entendimiento y creencia. Claro que pueden existir algunos otros factores externos que nos influencien, tales como la tensión de otras situaciones por las que estemos pasando en ese momento. Pero creo que entienden a qué me refiero.
Lo que necesitamos ser capaces de reconocer es qué significa entender algo. Si podemos reconocer lo que significa entender algo, entonces es mucho más fácil hacer la conexión entre sentir que un hecho es cierto y sentir una emoción basados en la creencia de ese hecho. Pensemos en un ejemplo. Bueno, un ejemplo fue el del reloj despertador, pues con ello entendemos intelectualmente a través de un proceso de inferencia, que el sonido del despertador significa que es hora de levantarse.
Ahora, tratemos de enfocarnos en qué es lo que se siente el entender que es hora de levantarse. ¿qué características podemos reconocer aquí?
De alguna forma ha aprendido que necesita levantarse cuando el reloj despertador suena y se da cuenta de que si se levanta lo suficientemente temprano llega al trabajo sin complicaciones, de otra manera llega tarde.
Cierto, pero ahora profundicemos, no es sólo una cuestión del deber o la obligación, eso es secundario, a un nivel más profundo necesitamos trabajar con dos temas emocionales básicos con relación a la creencia de lo que entendemos al escuchar el despertador. El primero es el no estar dispuestos a aceptar que lo que escuchamos, lo que entendemos; que realmente tenemos que levantarnos. Ese es el primer tema y el principal. El segundo es tomar la decisión de aceptar la verdad y de hecho levantarnos de la cama, y ahí pueden existir aspectos secundarios de por qué tomamos tal decisión, ya sea por un sentido del deber, por culpa o por lo que sea. Podemos tomar la decisión por muchas razones y es aquí donde tiene cabida lo que señalas.
No es sólo el sentido del deber lo que siente, sino que basado en su experiencia, sabe que si se levanta lo suficientemente temprano, entonces tendrá algunos minutos extra para relajarse y comenzar el día más fácilmente, por lo que la sensación al levantarse de la cama es más positiva.
Eso es muy importante, porque lo que está ocurriendo aquí es que, basado en un entendimiento, aceptamos la lógica de que necesitamos levantarnos cuando suena la alarma, así que tomamos la decisión de levantarnos. Entendemos que si en verdad nos levantamos, entonces estaremos un poco más relajados al salir de casa en vez de estar frenéticos porque tenemos dos minutos para estar listos y salir corriendo. Así que, ya que existen ciertas ventajas al levantarnos un poco más temprano y que entendemos tales ventajas, nos sentimos cómodos al levantarnos. En todo caso la realidad es que tenemos que levantarnos, ya sea que la emoción que acompañe a esta acción sea de resentimiento o de comodidad. Sentimos resentimiento cuando pensamos en las desventajas de levantarnos, no podemos permanecer en nuestra acogedora camita un poco más. Y sentimos alivio cuando pensamos en las ventajas de levantarnos al momento.
Si vemos la estructura de las enseñanzas budistas, notaremos que siempre proporcionan ventajas para cada punto. Hay ciertas ventajas al derribar las barreras, hay ventajas al ver a todos como nuestra madre, al tener presencia mental acerca de tener una preciada vida humana, al tener presencia mental en la impermanencia, etcétera. Necesitamos entender las ventajas de aceptar y creer la verdad acerca de algo. Nuevamente, recae primero en el entendimiento. Sin embargo, una vez que hemos entendido algo aún tenemos que trabajar con el asunto de aceptarlo. El color de nuestra emoción dependerá de si aceptamos o no la verdad de nuestro entendimiento, y de cómo es que lo aceptamos.
Aceptar algo que entendemos
La aceptación es de hecho un tema bastante difícil. Puede ser que tengamos dificultad para aceptar que tenemos que levantarnos cada mañana, como en el ejemplo del reloj despertador, aunque también conocemos dificultades de otros ejemplos de nuestra vida. Como puede ser que un día queramos comer un pedazo de chocolate y busquemos por toda la casa sin encontrar un chocolate; por lo tanto la conclusión lógica es que no hay chocolates en la casa. Eso puede ser bastante difícil de aceptar.
Otro ejemplo es que nos encontremos fuera de la casa y busquemos las llaves en todos los bolsillos, y bolsas pensando que deberían estar ahí. Pero si no las encontramos en ninguno de estos lugares en que buscamos, eso es una señal válida para concluir lógicamente que hemos perdido las llaves o que hemos olvidado llevarlas con nosotros. Así que nos hemos quedado afuera. Eso es algo difícil de aceptar ¿no es así? Así que buscamos las llaves frenéticamente una y otra vez. Estos son ejemplos sencillos, pero cuando tenemos que aceptar que no hay un “yo” sólido después de que hemos estado buscando por todos lados y no lo hemos encontrado, eso no es tan fácil de aceptar.
Este tema de pasar de entender algo a sentirlo emocionalmente, es bastante difícil, por la manera en que concebimos el proceso. Lo vemos como si fuéramos de algo intelectual a algo emocional y con estos dos aspectos totalmente separados el uno del otro. Pero aún tratar de concebir el proceso como pasar de un entendimiento (que me parece una manera más constructiva de verlo) a una sensación, no es tan fácil por el asunto de aceptar aquello que hemos entendido.
Lograr el valor para derribar nuestras barreras
Bien, ahora la pregunta es ¿cómo aprendemos aceptación? Regresemos a un ejemplo sencillo. ¿Cómo bajamos las defensas?, ¿quién quiere responder?
Cuando entendemos que puede sernos útil, es más fácil de aceptar. Mientras mejor entendamos que nos puede ser útil, más fácilmente lo aceptaremos.
Bien. Aceptamos derribar las barreras y de hecho tratamos de hacerlo, una vez que hemos entendido y aceptado como verdaderas las ventajas de derribarlas. ¿Alguien más?
Para aceptar algo, necesitamos experimentarlo. Así que primero lo intentamos. Quizá si saltamos al agua nos hundamos, pero primero necesitamos del valor de saltar y probar, de tener la experiencia de hundirnos.
Eso es verdad. Para derribar nuestras barreras, realmente necesitamos mucho valor. Pero el simplemente saber que es posible bajar las defensas requiere, para empezar, de cierto grado de entendimiento. Tal entendimiento proviene de la experiencia de haber sido heridos repetidamente en nuestras relaciones cuando nos mantuvimos a la defensiva, basados en esta experiencia y luego basándonos en lo que alguien más nos dice y en ver en ellos lo que significa haber derribado las barreras, nos armamos de valor y lo intentamos nosotros mismos.
Así que ahora podemos trazar un brochazo en la parte de la pintura donde aparece el gurú, porque obtenemos inspiración al ver el ejemplo de alguien que ha derribado sus barreras, alguien que resulta ser un maestro apropiado, porque discúlpenme, pero hay muchos que no son maestros apropiados. Con un maestro apropiado veríamos un ejemplo vivo de lo que es bajar las defensas. Nos proporciona la inspiración y el valor para intentarlo en nosotros mismos.
Aprender a derribar nuestras barreras
De niño uno no tiene todo este sistema de defensas, pero a partir de las malas experiencias, de ser maltratados, vamos creando estas barreras y por lo tanto ahora, si se supone que hay que derribarlas, se topa con que el miedo persiste ahí. Pero ahora que tiene contacto con las enseñanzas budistas, intenta bajar sus defensas pero sigue habiendo este temor de que alguien abuse de su apertura.
Este es precisamente el punto al que quería llegar. ¿Cómo aprendemos que bajar las defensas es en realidad algo benéfico? ¿Cómo podemos aprender a sentir esto o a generarlo? Proviene del hecho de que cuando derribamos las barreras obtenemos una experiencia directa de su beneficio, y es así cómo lo sabemos. Pero los beneficios no siempre llegan instantáneamente, así que este primer paso del aprendizaje no es tan fácil
La segunda manera en que podemos aprender es tratando de entender qué salió mal las veces que bajamos las defensas y resultamos heridos. También es a partir de experiencias previas. Algunas veces resultamos heridos o se aprovecharon de nosotros. En muchas ocasiones, si entendemos qué salió mal, podemos corregirlo. Podemos preguntarnos en una situación particular ¿estuvo el problema en haber bajado las defensas? o ¿en que hubo algo inapropiado en la manera de manejar la situación en términos de cómo nos concebimos a nosotros mismos?
Veamos un ejemplo: Estamos con alguien y esa persona se enoja con nosotros. Podemos enfrentar tal situación de dos maneras, con barreras o sin barreras. Y dependiendo de la elección reflexionar: “Bajé mis defensas y por lo tanto estaba vulnerable, me hablaron con enojo y salí herido” o bien: “Si hubiera conservado mis defensas, no me habrían lastimado”.
Necesitamos tener esto muy claro, porque resulta bastante alocada la manera en que formulamos nuestros razonamientos. ¿Cómo es que no hubiera resultado herido de haber conservado las barreras? ¿Qué hubiera sucedido?
En realidad hubiéramos resultado heridos con o sin barreras. Todo depende de cómo nos estamos concibiendo a nosotros mismos. Si alguien nos lanza un puño de lodo y nos quedamos ahí parados esperando a que nos pegue en la cara, es como vernos de una manera muy sólida. Pero si somos muy flexibles y alguien nos lanza lodo, nos hacemos a un lado y evitamos que nos de en la cara. Las palabras de enojo pueden pasarnos de lado, si la persona está de mal humor, no nos lo tomamos personalmente.
Esa es la clave, ser flexibles y no tomar las palabras ofensivas de manera personal, no dejar que nos golpeen la cara. Pero si tenemos esta concepción sólida de nosotros mismos, somos inflexibles y nos tomamos todo de manera muy personal, entonces cuando bajamos las defensas nos encontramos en una situación muy vulnerable y sentimos todo como una bofetada.
Pero si tenemos esta concepción sólida de un YO que se toma todo de manera personal, mantener la guardia dentro de las barreras no nos protege en lo absoluto pues de todas maneras nos seguiremos tomando todo de manera personal. O bien, estaremos escondiéndonos detrás de las barreras atemorizados e inseguros. Inconscientemente salimos lastimados o nos bloqueamos para no sentirnos heridos, pero en lo profundo nos sentimos heridos. Es un estado de negación, pero en realidad estamos lastimados. Ese es ese “yo” sólido acobardándose detrás de las barreras, por lo que es bien importante tener claro lo que está ocurriendo. ¿Cuál es la causa de salir herido? La causa de resultar herido no tiene que ver con bajar la guardia, la causa de resultar herido es esta concepción errónea de un “yo” sólido.
Quizá se entienda de manera intelectual la problemática y el asunto del referirnos a la vacuidad del “yo” sólido e inherente. Pero si durante la situación existe la sensación de ser herido, no se puede aplicar esto a la sensación y no se puede integrar el entendimiento a los sentimientos. Por ejemplo si resulta herida puede pensar: “Ok, no existe el ego” pero de igual manera se siente herida, así que esa sensación de haber sido herida no se disuelve sólo porque lo considere bajo lo términos de la no existencia del ego.
Eso es cierto. Hay etapas en el camino. El dolor, el sufrimiento y todas esas cosas no desaparecen instantáneamente. Aún si logramos obtener una cognición no conceptual desnuda de la vacuidad eso no significa que ha terminado nuestro sufrimiento. Tal cognición desnuda necesita ir penetrando en nosotros poco a poco, tiene que ir arraigándose durante un periodo largo de tiempo y con mucha experiencia antes de que realmente elimine el sufrimiento. Hay una gran brecha entre ser un arya, alguien que ha logrado la cognición no conceptual de la vacuidad, y ser un arhat, alguien que se ha liberado completamente del sufrimiento. La cuestión es que no debemos esperar más de lo que normalmente sigue en el progreso de cómo cada individuo obtiene la liberación. Se logra a través de etapas, es un proceso gradual.
Aquí nos es útil recordar la primera verdad noble: ¡la vida es difícil! Esa es la primera verdad noble. Aún si logramos entender la vacuidad, nuestros problemas no van a desaparecer instantáneamente, ¡la vida es difícil! El sufrimiento no desaparece instantáneamente, es un proceso largo y gradual. Al principio podemos sentirnos heridos pero la diferencia sería no enganchamos a ese sentimiento. .Si podemos hacer eso, el sufrimiento pasará mucho más rápido, esa sería una diferencia notable. Tendríamos que sentirnos felices con ese resultado, pues eventualmente, con mayor familiaridad, el efecto va perfeccionándose. No hay que desanimarnos con lo obtenido, podríamos sentirnos animados.
Decir: “No”
Hay otro punto que quiero abordar con respecto a derribar las barreras. Esto es algo que mucha gente experimenta cuando baja la guardia, sienten que siempre tienen que decir “sí” y que no pueden negarse a nadie. En lugar de ser heridos directamente por la otra persona, involuntariamente no satisfacen sus propias necesidades porque nunca dicen que “no” y entonces resultan lastimados indirectamente. ¿Les resulta familiar esto?
En esta situación, necesitamos reconocer que cuando decimos “no” y satisfacemos nuestras propias necesidades, eso no es equivalente a volver a levantar barreras. Obviamente esto es algo que puede ocurrir pero no significa eso necesariamente. Podemos permanecer totalmente abiertos y receptivos y simplemente decir: “Lo siento mucho, pero no puedo hacer eso” o “Necesito descansar” y nuestra actitud sigue siendo de apertura. Pero cuando tenemos esta idea de un “yo” sólido, entonces el “ pobre de mí” “están abusando de mí” se manifiesta y nos alteramos. O sentimos: “Si me atrevo a decir que no, la otra persona “me” va a abandonar, así que mejor mantengo la boca cerrada” y entonces dirigimos toda esa hostilidad, culpa y enojo internamente hacia ese “yo”. Repito, todo esto gira alrededor de la idea de un “yo” sólido. Esa es una idea equivocada que necesita ser abandonada.
Responder a quienes tienen las barreras en alto
Hay otra cosa que sucede en mi vida todo el tiempo. Tengo expectativas como: “ Si yo bajo la guardia, lo justo es que la otra persona también la baje, porque no hay nada que temer, así que ¿por qué no lo hacen?” y si se mantienen a la defensiva entonces me enojo mucho.
Al escucharte vienen dos cosas a mi mente. La primera una conversación que tuve recientemente con una mujer en un tren a quien le platiqué que doy clases sobre budismo y sobre cómo superar el egoísmo, a lo que ella respondió: ¿Qué tiene de malo ser egoísta? Si todo mundo es egoísta y yo no soy egoísta, entonces soy una tonta” Esto es muy similar a lo que dices, si todos los demás están a la defensiva, y yo no lo estoy, entonces soy un tonto. Mi respuesta para ella fue: “Bueno, siguiendo ese tipo de lógica, si todo mundo anda por ahí disparándole a la gente, si tu no haces lo mismo eres una tonta.” Así que, obviamente necesitamos ser un poco más objetivos acerca de los beneficios y los perjuicios de ir por ahí disparando a las personas y de estar a la defensiva con las barreras en alto.
La segunda cosa que me viene a la mente es el ejemplo de mi madre. Mi madre solía ponerse muy alterada viendo las noticias en la televisión. Ella veía las noticias y al escuchar sobre los asesinatos, los robos y las violaciones que habían ocurrido durante el día se enojaba mucho y decía: “¿Por qué hace estas cosas la gente?”.
Ahora, me parece que este es un asunto de una postura moralista. Podemos ser moralistas muy abiertamente, mi madre no era así, pero también podemos serlo de una manera más sutil. Me parece que así era ella, una moralista sutil de: “Yo soy tan maravillosa y los demás son tan malos” y nuevamente, me parece que esto gira alrededor de la concepción equivocada de un “yo” sólido. En otras palabras, nos identificamos con una forma de actuar que es benéfica, como bajar las defensas o no ir por ahí robando y matando a la gente. Identificamos a un “yo” sólido con eso y lo utilizamos para fortalecer nuestra identidad en un intento de asegurar a este “yo” , luego usamos todo este mecanismo de rechazo acentuado hacia otros que no actúan de la misma manera que nosotros, para que ese “yo” se sienta menos amenazado y todavía más seguro.
Podemos entender cómo podríamos responder de diferente manera con el siguiente ejemplo: tomamos agua de un vaso como este, nuestro perro no toma agua como nosotros, así que si estuvieran muchos perros tomando agua con la lengua de tazones en el piso, ¿acaso nos pondría eso en la postura moralista de pensar que nosotros bebemos agua de la manera correcta y que todos ellos están mal porque beben de manera equivocada? No ¿Por qué no nos incomoda eso?
Por otro lado, ¿por qué nos incomoda estar abiertos y que todos los demás no lo estén? ¿Cuál es la diferencia entre eso y ver a un animal beber agua de manera diferente? Me parece que la diferencia radica en la identificación de un “yo” sólido que sostiene cierta postura. No importa la manera en que bebemos, eso es algo trivial, así que no nos importa cómo beben los perros. Pero este “yo” sólido dice: "Estoy intentando tan intensamente ser abierto y es tan difícil ser ‘bueno’. . ."
Ahora necesitamos dar otro brochazo en otro lado de la pintura con respecto al punto que nos perturba cuando otros no se comportan como nosotros. Este brochazo tiene que ver con esta cuestión del “deber”, “yo debo hacer esto”.
No darle importancia a lo que los otros dicen o hacen
Dice que hay otra forma de verlo. Si quieres ser una persona respetable y alguien te dice que eres un idiota, entonces te enojas. Pero si a ti no te importa ser una persona respetable y alguien te dice que eres un idiota diez veces, entonces no te importa. De la misma manera si alguien te quiere quitar a tu esposa y por alguna razón tú quieres conservarla, entonces te preparas para pelear, pero si piensas: “Está bien, si mi esposa se quiere ir, está bien, lo acepto” porque a ti no te interesa conservarla, no inicias una pelea.
Necesitamos diferenciar dos verdades aquí. Las llamamos verdad última y verdad convencional, o la verdad más profunda y la verdad convencional. Desde la perspectiva de la verdad más profunda, es cierto, tratamos de no apegarnos a las cosas observando que no tienen una existencia sólida. Pero desde la perspectiva de la verdad convencional hay “cosas que son aceptadas y cosas que son rechazadas”. Desde el punto de vista convencional es más benéfico ser abierto que cerrado y es más benéfico proteger a nuestra esposa que permitir que cualquiera venga, la viole y se la lleve. Eso no contradice a la verdad más profunda de no estar apegados. Tenemos que ser muy cuidadosos de no confundir estas dos verdades.
Ejercicio final
Ha llegado el momento de poner fin a la sesión de esta noche, terminemos pues con un poco de práctica experiencial y hagámoslo nuevamente observando a nuestro alrededor de manera abierta. Queremos estar abiertos no en el sentido de un “yo” sólido que ha derribado las barreras y al que le darán directo a la cara si lanzan lodo en su dirección. Sino que más bien bajamos la guardia y no hay nada sólido que pueda ser herido por lo que tengamos que preocuparnos. Pero obviamente, estamos aquí. Reaccionamos a lo que sucede sin necesidad de estar a la defensiva con una forma de aferramiento intenso, con temor. ¿De dónde viene el temor? El temor viene de pensar que hay un “yo” sólido susceptible a ser herido y entonces, por supuesto, experimentamos temor.
La verdad convencional es que si alguien arroja algo en mi dirección, me muevo y lo esquivo, si alguien demanda demasiado de mí, digo que “no”. Convencionalmente lidiamos con estas cosas con una atención discriminatoria o la capacidad de distinguir objetivamente, en lugar de hacerlo con juicios subjetivos y moralistas.
¿Tiene que ver el bajar las barreras con la flexibilidad, de tal forma que si escuchamos cosas agradables o desagradables, de cualquier manera queremos ayudar? ¿Ser capaces de hacer esto significa que somos flexibles?
Exactamente. Sólo cuando bajamos la guardia, podemos ser realmente flexibles, espontáneos y todas esas cosas. Si construimos barreras realmente no podemos responder libremente, estamos muy rígidos, pues vamos por ahí caminando con todas estas barreras a nuestro alrededor.
Bajar las defensas significa en gran medida ser flexible, pero no solamente eso ¿o si? ¿El bajar las barreras no sólo implica ser flexible?
Exacto, no sólo significa ser flexible, también significa ser capaces de relacionarnos de manera apropiada. Significa muchas cosas. Todo se encuentra interconectado. También podemos ser más sensibles cuando bajamos las barreras. Si somos más sensibles somos más flexibles. Si somos más sinceros, hacemos que la otra persona se sienta más relajada en nuestra presencia, implica muchas cosas que están todas interconectadas. Si no ponemos barreras y somos capaces de ver lo que le está sucediendo a otros, es mucho más fácil tener una atención discriminatoria y ver claramente lo que se necesita hacer. Se dice que la discriminación y los medios hábiles surgen naturalmente cuando derribamos las barreras.
Aún si no podemos generar el tipo de sentimientos de haber derribado las barreras, basados en el entendimiento de la vacuidad, podemos generarlos sobre la base de ver a todos como a nuestro mejor amigo. ¿Por qué? porque hay varios métodos de viajar nos llevan al mismo destino y varias causas nos pueden llevar al mismo resultado que queremos alcanzar, tal como derribar las barreras. Eso proviene de las enseñanzas sobre la vacuidad de la causa y el efecto. Así que hay muchas maneras diferentes para alcanzar un entendimiento y hay muchos niveles de entendimiento, y todos pueden ser útiles.
Así que, tratemos de generar esta apertura bajo la luz de la compasión, al ver a todos como nuestro amigo más cercano. Y si entonces podemos generar, además, esta apertura bajo la luz de un entendimiento correcto de la vacuidad, eso será mucho más útil. Las dos formas están siempre conectadas; compasión y sabiduría ¿recuerdan? Es la imagen de dos alas.
Tomar responsabilidad por otros
Pero si ves al otro como si fuera tu mejor amigo, eso significa que tienes que tomar toda la responsabilidad por el otro y ese punto de vista, le asusta.
¿Por qué tememos? Por esta idea de un “yo” sólido: “Yo voy a fallar”. Eso significa que necesitamos dar otro brochazo a nuestra pintura, también desde la perspectiva de la vacuidad de la causa y el efecto. El ejemplo típico que el Buda utilizó era aquel de la cubeta de agua que no se ha llenado con la última o la primera gota de agua, sino con la combinación de todas las gotas de agua. Cuando intentamos ayudar a alguien a superar el sufrimiento, esto no depende total y únicamente de lo que nosotros hagamos. Esa es la concepción de un “yo” sobre inflado, el resultado se dará por la combinación de muchas, muchas, muchas causas.
Por un lado, no decimos que somos los únicos responsables en el sentido de que si el otro no mejora somos culpables de ser un fracaso, pero por otro lado, tampoco nos vamos al otro extremo, que es no hacer nada. Contribuimos de la mejor manera que podemos. Pero si serán capaces o no de superar su sufrimiento, depende en gran medida de lo que ellos hagan.
Nuevamente, este es un tema que nos permite agregar algunos brochazos a nuestra pintura. Pero mañana veremos esto a mayor profundidad, toda esta idea del “yo debería”. El: “Yo debería hacer esto, debería ayudarles, debería ser capaz de resolver sus problemas, etcétera. Y si esto no funciona y no resuelvo sus problemas, entonces soy culpable de haber hecho algo mal”.
Y esto nos lleva naturalmente a la discusión de Dios, de donde proviene toda esta forma de pensar de “debería”. Nos imaginamos que como Dios, deberíamos de ser todopoderosos y ser capaces de lograr cualquier cosa que queramos, por nuestro propio poder. Mañana veremos eso.
Así que terminemos con unos cuantos minutos de estar abiertos, sin temor y que a esto le siga el deseo: “Sería maravilloso si todos pudieran estar abiertos y sin temor. Que todos puedan lograr esto, que yo pueda ayudar a que todos logren esto”.
Recuerden, siempre tenemos que preguntarnos: ¿A qué le tememos? ¿Por qué tememos? y por supuesto: ¿Quién es el que teme?
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