Aquietar la mente poniendo la atención en la respiración
Lo primero que tenemos que hacer antes de empezar cualquier práctica de meditación o de escuchar alguna enseñanza es aquietar la mente. Esto lo hacemos concentrándonos en la respiración. Respiramos normalmente por la nariz; ni muy rápido, ni muy lento; ni muy profundamente, ni muy superficialmente y contamos los ciclos de respiración. Hay muchas maneras de contar. La forma más común es empezar el ciclo con una exhalación, después, sin hacer una pausa, una inhalación, y contamos después de la inhalación, pero sin contener el aliento. Sin embargo, para mucha gente es más sencillo empezar el ciclo con una inhalación, hacer una exhalación natural y pausar ligeramente en esta exhalación para contar. Siguiendo cualquiera de estos dos métodos, contamos hasta once y después repetimos el ciclo de once dos o tres veces dependiendo de nuestra velocidad. Por favor hagan esto.
Por cierto, sólo contamos nuestra respiración si nuestra mente está distraída. Si no lo está no necesitamos contar. Podemos solamente enfocarnos en la sensación del aliento que entra y sale conforme respiramos normalmente. Podemos mirar hacia el piso o tener los ojos cerrados, pero es preferible mantener los ojos abiertos. Si nuestros ojos están ligeramente abiertos, nos mantenemos aterrizados en lugar de desvincularnos de las otras personas y huir a la tierra de fantasía de nuestra mente. La escuela mahayana enfatiza el hecho de quedarnos conectados con la gente. Esta es la razón por la que los métodos mahayana sugieren meditar con los ojos abiertos, no cerrados.
Reafirmando nuestra motivación
Acto seguido, examinamos y reafirmamos nuestra motivación para estar aquí. En budismo, “ motivación” no significa solamente lo que significa en las lenguas occidentales. En nuestras lenguas occidentales, usualmente se refiere sólo a las razones emocionales que nos llevan a realizar lo que hacemos. El énfasis es más psicológico o emocional. Nuestra orientación psicológica es importante pero en el budismo la motivación se refiere fundamentalmente a nuestra intención. ¿Cuál es nuestro objetivo? ¿Qué es lo que pretendemos obtener al venir aquí? Cuando nos sentamos a meditar o a estudiar o cuando vamos a clases, necesitamos reafirmar lo que queremos alcanzar. Además de eso, en apoyo a nuestro objetivo, reafirmamos las razones por las cuales queremos lograr eso, tanto las racionales como las emocionales.
Lo que estamos tratando de hacer al escuchar una enseñanza o al meditar sobre lo que aprendimos de ella, forma parte del proceso completo que llamo “ir en una dirección positiva y segura en nuestra vida”. Generalmente se le llama “refugio”. La mayoría de nosotros tenemos esta dirección en la vida, misma que hemos escogido muy conscientemente. Esta dirección está indicada por el Dharma. El Dharma se refiere al estado totalmente realizado de un buda, en el que todas las limitaciones de la mente han sido retiradas, y en el que se han alcanzado completamente todas las cualidades y potenciales positivos. Esto es lo que queremos alcanzar. Las enseñanzas sólo nos indican cómo lograrlo.
Los budas nos indican esta dirección, en la medida en que ellos han alcanzado completamente este estado totalmente purificado y realizado. La sangha se refiere a los seres de más altas realizaciones, los aryas, aquellos que han alcanzado un entendimiento directo y no conceptual de la vacuidad. Ellos ya han alcanzado cierto grado de purificación. Se han liberado para siempre de algunas limitaciones y han alcanzado algunos de los potenciales positivos de la mente. Ellos realmente han llegado a algún lado.
La comunidad monástica es un símbolo que representa a la sangha. El uso de la palabra sangha para referirse a la gente que asiste a un centro de Dharma es una convención puramente occidental. Es la traducción a términos budistas de “congregación de una iglesia”, no tiene nada que ver con el budismo tradicional. Aunque la comunidad de un centro de Dharma es importante, no es para nada un objeto de refugio. La gente que acude al centro de Dharma puede estar muy perturbada. Un centro de Dharma es sólo un grupo de personas que pueden o no ir en la dirección de la liberación y la budeidad. La Joya de la Sangha la constituyen aquellos que realmente han dado pasos en tal dirección. Es importante entender esto.
Es interesante que se diga muy específicamente que no tomamos dirección segura en la personalidad o la persona del Buda o de los aryas. La personalidad es muy variable. Lo que provee dirección segura son las realizaciones y los estados que ellos han alcanzado relativos a la eliminación de sus defectos.
De igual forma, en la formulación tibetana del refugio en la que incluimos al gurú, nunca tomamos refugio en la personalidad del gurú. En lugar de esto, el gurú representa la naturaleza búdica y la posibilidad de trabajar, purificar y alcanzar la total realización de la naturaleza búdica. Esto es lo que el Buda representa. Esto resulta muy importante porque si tenemos claro que nuestra dirección en la vida no tiene nada que ver con personalidades, o con las políticas de los centros de Dharma, o con toda esta basura samsárica, entonces nuestro refugio será muy firme. Es el Buda, el Dharma y los seres altamente realizados. Como digo una y otra vez: ¿Qué esperas del samsara? El samsara nos entregará basura y sufrimiento. La dirección de nuestra vida no nos la dará el samsara. Esto necesita quedarnos muy claro.
Así que, asistir a esta enseñanza es un paso en la dirección positiva; reafirmamos nuestro refugio. Queremos alcanzar la purificación de toda la basura que tenemos en nuestra mente y alcanzar la realización de nuestros potenciales en la forma en la que los budas lo han hecho por completo, y en la forma en la que los seres altamente realizados han empezado a hacerlo. El soporte emocional para ello es nuestro desagrado y disgusto hacia el incontrolablemente recurrente samsara, y nuestra confianza de que ir en la dirección segura nos liberará de él.
También reafirmamos nuestra bodichita. Al asistir a una plática sobre el karma y aprender sobre el karma , nuestro objetivo es ser capaces de ayudar a otros, tanto como nos sea posible. ¿Qué es lo que nos impide ayudar a otros tanto como sea posible? ¡Toda la basura kármica que experimentamos! Así que queremos aprender cómo entender y superar esto para ser capaces de ayudar más a otros. Ese es nuestro anhelo. Esto es lo que reafirmamos. Secundariamente, necesitamos reafirmar también nuestro amor y compasión, que son los soportes emocionales para nuestro anhelo de alcanzar la iluminación en beneficio de los demás.
Si hacemos todo esto antes de la meditación, ésta tendrá mayor significado. Sabemos lo que queremos lograr. Esta es la razón por la que nos sentamos. No estamos hablando de otros factores, como hacerlo obligadamente o mecánicamente, que también son importantes de considerar. Nuestro anhelo es esencial. La pregunta es: ¿Qué estoy haciendo aquí y por qué? Necesitamos hacer concientes nuestras razones. Si las tenemos claras, las reafirmamos. Este es un paso muy significativo, no tiene nada de trivial, no es sólo recitar un verso. Hagámoslo por un momento.
La práctica de las siete ramas
Después hacemos la práctica de las siete ramas. Puede hacerse de una forma muy ritualista y esto ciertamente tiene sus beneficios, pero necesitamos tener claro qué estamos haciendo. Así que déjenme explicarlo. Y en lugar de dar la explicación tradicional, les daré una explicación más aterrizada y práctica.
Siempre se dice que la primera práctica diaria de un practicante podría ser esta de las siete ramas. Hemos estado hablando este fin de semana sobre karma. ¿Cómo construimos karma con este tipo de práctica? Si se lleva a cabo con una motivación de bodichita, lo cual significa que dedicamos cualquier energía positiva generada por hacer esta práctica hacia la iluminación, entonces actúa como causa para la iluminación. Si no la dedicamos, si no tenemos este anhelo antes de iniciar la práctica y al terminarla, entonces sólo estamos haciendo algo positivo. ¿Qué resulta de esto? Sólo pasar un buen rato en el samsara. Y eso no en nuestro objetivo ¿o sí?
Postración
Primero, hacemos postraciones. Una vez reafirmada la dirección en la que queremos ir, a saber, alcanzar la iluminación para ser de mayor beneficio a otros y no sólo para pasar un buen rato, la postración nos arroja completamente en esta dirección. Nos conducimos a nosotros mismos en esta dirección, mostrando respeto hacia aquellos que han tomado esta dirección y la han alcanzado, respeto por la futura iluminación que anhelamos alcanzar con bodichita, y respeto por nuestra naturaleza búdica que nos permitirá alcanzar tal meta. En este sentido, mostramos respeto en los diferentes niveles del camino: el resultado, el camino y la base.
Observamos la representación que estemos usando como recordatorio de nuestra fuente de dirección segura (una pintura o una estatua, usualmente de un buda) y tratamos de tener presencia mental en lo que esto representa: las cualidades del cuerpo, la palabra y la mente de un buda. Esto es lo que queremos alcanzar para ser capaces de ayudar a otros tan completamente como sea posible. Hacemos postraciones con esta actitud. Así es muy significativo, nos entregamos completamente a ello, no hacemos postraciones nada más porque sí, sin pensamiento alguno.
Cuando hacemos la oración de las siete ramas, nos imaginamos las postraciones. En otras ocasiones, nos postramos físicamente, recitamos los versos (no importa en qué lengua se haga) y pensamos en las cualidades de las Tres Joyas como algo que deseamos alcanzar, como algo en que confiamos podemos alcanzar con bodichita, sobre la base de nuestra naturaleza búdica. En este sentido, arrojamos en esta dirección a nuestro discurso y a nuestra mente de la misma forma en la que lo hacemos con nuestro cuerpo. Imaginemos esto.
Hacer ofrendas con las ofrendas de samadi
Cuando hacemos ofrendas, los temas principales son también el refugio y la bodichita. ¿Qué estamos dispuestos a dar para ser capaces de ir en esa dirección segura, para alcanzar la iluminación y para beneficiar a otros? Un tazón de agua no es muy significativo. El agua sólo está representando algo. Lo que estamos dispuestos a dar es a nosotros mismos. Deseamos dar nuestro tiempo, nuestra energía, todo nuestro esfuerzo, nuestro corazón, para ir en esa dirección de trabajar con nosotros mismos para ayudar más y más a los otros.
Esto puede hacerse de manera elaborada o simple. Con frecuencia, ofrecemos siete tazones de agua. Estos pueden representar las siete partes de esta práctica de las siete ramas. En otro nivel tenemos lo que se llaman ofrendas externas, que son ofrendas de agua, flores, incienso, etc. Hay una enseñanza muy hermosa, de un gran maestro sakya, Chogyel Pagpa (Chos-rgyal ‘Phags-pa). Fue el maestro del Kublai Khan. Él llevó el budismo a los mongoles a mediados del siglo trece. Él enseñó que estos siete objetos que se ofrendan tienen una representación más profunda, que él llamó “las ofrendas de samadhi, absorción meditativa”. En otras palabras, nos concentramos en lo que estos objetos representan cuando hacemos una ofrenda. Esto me resulta muy útil al hacer la práctica de las siete ramas, la hace más significativa.
La primera ofrenda es agua. El agua representa nuestra lectura, nuestro estudio. Usaremos todo lo que leamos o estudiemos para ser capaces de ayudar a otros. No estamos sólo leyendo historietas para pasar un buen rato, sino cosas que son más significativas, que nos enseñarán cómo ayudar a otros, nos ayudarán a entendernos a nosotros mismos, a trabajar con nosotros mismos. Esto es lo que ofrecemos. Y no lo ofrecemos sólo a los budas; lo ofrecemos a todo el mundo, a todos aquellos que deseamos ayudar. Ofrecemos a todos, todo lo que hemos aprendido. Esto es lo que usaremos para ayudar a los demás.
Siguen las flores. Las flores crecen del agua. Lo que crece de toda nuestra lectura y nuestro estudio es nuestro conocimiento. Ofrecemos esto en forma de flores.
El incienso representa la disciplina ética, la disciplina ética que usaremos para ayudar a otros. No nos comportaremos simplemente como acostumbrábamos hacerlo. Nos disciplinaremos para actuar de forma benéfica y útil, sin lastimar a nadie. Ofrecemos este compromiso a los budas, a nuestros maestros, y a todos los demás. Los budas no necesitan nuestra disciplina. Estamos diciendo a los budas y a nuestros maestros: “Esto es lo que voy a hacer.” Les ofrecemos nuestra disciplina y nuestro servicio. Por cierto, el incienso tiene un bello aroma. Cuando alguien tiene disciplina ética pura, despide una hermosa fragancia, conocida como la “fragancia de la disciplina ética”. Esta es la razón por la que el incienso representa una ofrenda de disciplina ética pura.
La siguiente ofrenda es la luz, representada por lámparas de aceite, velas y otros elementos similares. Representa los entendimientos profundos que hemos tenido, que deseamos usar para iluminar a otros.
El siguiente es agua perfumada o agua de colonia, agua con fragancia para rociarlo sobre el cuerpo y refrescarlo. Esto representa la convicción firme. Hemos leído y estudiado (representado por el agua), hemos obtenido conocimiento (flores), estamos siendo disciplinados (incienso) al meditar sobre nuestros conocimientos y al usarlos en beneficio de los otros, y con esta disciplina hemos obtenido cierto entendimiento profundo y comprensión (representado por la luz). Ahora tenemos una convicción firme en las enseñanzas (agua de colonia). Nos refresca de la duda y de la indecisión que nos hace vacilar, es un gran regalo. Si estamos realmente convencidos con base en un entendimiento real y en la experiencia, no sólo en el fanatismo, ayudaremos a otros, también, a obtener cierta confianza, seguridad y firmeza.
La comida representa la absorción meditativa. Cuando alcanzamos altos niveles de meditación, nos sostiene la absorción meditativa y no necesitamos comida. Solamente cuando tenemos una firme convicción en las enseñanzas podemos dirigir nuestra absorción meditativa unipuntualmente en ellas. Si tenemos dudas, no podemos aplicar realmente la absorción meditativa. Cuando ayudamos a otros necesitamos estar concentrados, no pensando en otra cosa o quedándonos dormimos. Necesitamos estar ahí. Es un gran regalo que podemos ofrecer a otros.
La última ofrenda es la música, que en realidad representa el enseñar y explicar a otros. No tiene que ser necesariamente enseñanza formal o profunda y solemne. Puede ser simplemente hablar en forma significativa, de corazón a corazón, sin exageraciones ni timidez. Esta es la mejor música que podemos dar a los otros.
Este ofrecimiento puede ser de largo alcance, no es algo trivial. Por supuesto, también podemos dar flores, agua e incienso para crear una atmósfera agradable. Existe ese nivel de significado, pero es preciso entender que hay muchos niveles de significado para todo en el Dharma. Es muy útil empezar a revisar los niveles más profundos.
Como expliqué antes, en general decimos que anhelamos dar todo, nuestro tiempo, nuestra energía, o lo que sea necesario para ayudar a otros. Shantideva, el gran maestro indio, define la actitud generosa como “la disposición de dar”, sea que tengamos algo que dar o no. De otra forma, la gente pobre no podría desarrollar la generosidad. Ciertamente podemos dar nuestra energía, tiempo y corazón a esta dirección segura de trabajar con nosotros mismos para ser capaces de ayudar más a los otros.
Admitir abiertamente nuestros errores y limitaciones
La tercer rama de la práctica es usualmente traducida como “confesión”. Pero esto trae asociaciones innecesarias y quizás confusas con otros sistemas de pensamiento no budistas. En lugar de ello, admitimos abiertamente que no siempre somos capaces de ayudar a los otros; algunas veces somos flojos, estamos distraídos, nos portamos egoístas y demás. En el contexto del karma, admitimos que en algunas ocasiones hemos actuado en forma muy destructiva, pero nos arrepentimos y realmente desearíamos no ser así. No es que debamos sentirnos culpables, sino que realmente no deseamos ya ser así. Esto es muy diferente a sentir culpa.
Después decimos que haremos lo posible por ya no repetir ese comportamiento destructivo. Lo intentaremos. No podemos prometer jamás volver a ser destructivos. Eso sería absurdo. Pero trataremos. ¿Cómo haremos para superar esto? Caminando en la dirección segura del refugio y la bodichita. Reafirmamos que esto es lo que vamos a hacer. Esa es nuestra base. Finalmente aplicamos fuerzas de oposición para contrarrestar nuestros errores y limitaciones, lo cual significa que aplicaremos todo lo que aprendamos aquí como una fuerza de oposición. Lo usaremos para ir en esta dirección, no simplemente por hacerlo, sin razón alguna. Esta es la tercer rama, admitir abiertamente nuestros errores y limitaciones.
Regocijarse
La cuarta rama es regocijarse. Considero que es muy importante para nosotros como occidentales cambiar el orden en este punto. Usualmente, primero nos regocijamos en los budas y luego lo demás. Me parece que para nosotros, como muchos en general tenemos problemas de baja autoestima después de señalar nuestras limitaciones, necesitamos regocijarnos primero en nuestras cualidades. Acabamos de admitir que algunas veces actuamos destructiva y egoístamente, pero otras veces también actuamos constructivamente. Necesitamos reafirmar y regocijarnos en todo lo positivo y constructivo que alguna vez hayamos hecho. En un nivel más básico, todos tenemos la naturaleza búdica, lo que significa que todos tenemos la habilidad de ser de utilidad, de ser compasivos, de ser comprensivos. Esto es fantástico. ¡Es maravilloso! Es sobre esta base que podemos crecer y convertirnos en budas, a través de las cosas positivas y constructivas que hacemos. Es importante sentirnos bien con nosotros mismos y tener confianza en nuestras habilidades después de admitir nuestras limitaciones.
Después nos regocijamos en los budas, aquellos que de hecho han actualizado su naturaleza búdica, y también en aquellos que han estado trabajando en esa dirección. “¡Bien por ti! ¡Lo lograste! ¡Bravo!”. Pero más aún nos regocijamos en el hecho de que ellos enseñaron cómo hacerlo. Nos regocijamos enormemente en esto. “No puedo agradecerles lo suficiente, budas y grandes maestros de la India y el Tíbet, por haber enseñado esto, por haberlo explicado y por haberlo escrito. ¡Es increíblemente fantástico y amable de su parte! ¡Gracias! ¡Lo aprecio profundamente!” Ese es el sentimiento que queremos tener aquí. Ellos pudieron muy fácilmente haber alcanzado realizaciones y haberse ido a descansar a la tierra de los budas sin haberse molestado por nosotros.
Solicitar las enseñanzas
La siguiente rama es solicitar enseñanzas. Usualmente se le llama “poner en marcha la rueda del Dharma”, pero eso suena un poco abstracto. Estamos tan agradecidos por las enseñanzas de los budas que ahora decimos: “¡Por favor enséñenme! ¡Quiero aprender! ¡Soy totalmente receptivo!” Podemos hacerlo antes de entrar a una clase, antes de meditar, o antes de estudiar un texto de Dharma en casa. Al hacer esta petición no le estamos pidiendo a alguien que nos garantice algo, es una manera de inspirarnos. Queremos obtener algo, aprender algo. ¿Pueden apreciar cómo esto va construyendo un estado mental más receptivo?
Suplicar a los maestros que no se vayan
La sexta rama es suplicar a los maestros que no entren en parinirvana, lo cual significa que no se vayan. ¿Qué significa esto a un nivel práctico? Se le está diciendo a los budas y a los maestros: “Es en serio. No se vayan. Enséñenme todo lo necesario para mi iluminación. Quiero recorrer el camino completo. No me dejen a la mitad”. Este es el asunto principal: realmente vamos a hacer esto, no importa cuánto tiempo nos tome o cuántas vidas nos tome.
Dedicatoria
El paso final es la dedicatoria, es el paso más importante de todos. Dedicamos la energía positiva y la conciencia profunda que se haya generado con esta práctica a que tanto nosotros como todos los demás alcancemos la iluminación en beneficio de todos los seres.
Conclusión
Hacemos esta práctica preliminar de las siete ramas antes de la clase, antes de estudiar, antes de meditar, o de hacer cualquier cosa positiva. Nos ha tomado más de una noche tratar este tema aunque se trataba de un seminario sobre el karma. Sin embargo, hemos empezado ya a hacer énfasis en la práctica más que en la teoría, eso es bueno.
El punto principal es que no solamente deseamos crear buen karma; queremos hacer acciones constructoras de iluminación. Así que si hacemos esta práctica de las siete ramas como una acción constructora de iluminación, es fantástica como práctica diaria. No toma mucho tiempo, podemos hacerla en un minuto, o en media hora, o en una hora. Depende de cómo nos guste hacerla. Si queremos recitar algunos versos, maravilloso. Podemos recitar algunos versos después de haber integrado su significado en nuestro corazón. Si generamos primero el significado, no se tratará sólo de versos vacíos. Incluso si no hacemos ninguna otra meditación formal, ésta es en sí misma una práctica significativa.
Por favor no trivialicen la práctica de las siete ramas. Es muy fácil trivializarla, así como es muy fácil trivializar el refugio.
Preguntas acerca de hacer ofrendas
Algunas veces colocamos ocho recipientes y en los dos primeros ponemos agua, luego flores y demás. ¿Por qué es eso?
En la tradición budista hay muchas maneras de hacer todo, así que no hay sólo una manera “correcta”. Es muy importante darnos cuenta de ello. Nuestra tendencia en Occidente es pensar desde una perspectiva bíblica: una verdad, un Dios, una forma correcta, y todo lo demás es incorrecto, una herejía. Los ocho recipientes incluyen dos ofrendas de agua. Cuando hay nueve, tres ofrendas de agua. Cuando hay diez, cuatro ofrendas de agua, y así sucesivamente.
En un nivel literal, estamos invitando a los budas y a los bodisatvas a venir a nuestra casa como si llegaran descalzos de un camino caluroso y polvoriento de la India. Primero, les damos agua para beber, después, agua para lavarse los pies. Esto es si solamente estamos ofreciendo dos recipientes de agua. El tercero podría ser para rociarlos a manera de regadera. Después, los invitamos a una comida, así que el cuarto recipiente de agua podría ser para ayudarlos a enjuagarse la boca.
En la mesa tenemos hermosas flores. Con frecuencia, los indios esparcen flores en el piso sobre el que el honrado invitado camina hacia la mesa. O ponen una guirnalda de caléndulas alrededor del cuello del invitado. Después encienden incienso. Con frecuencia, si se trata de un gurú, encienden el incienso y lo usan para dirigir al invitado a la mesa, o colocan en la mesa para ofrecer una fragancia agradable. Después encienden velas en la mesa. El agua de colonia es como las servilletas que tienen un dulce aroma. Nosotros tenemos costumbres similares ¿verdad? Y luego ofrecemos una rica comida y música agradable. Este es el origen literal de tales ofrendas, es lo que nos gustaría ofrecer en nuestra casa para recibir a los budas y bodisatvas, de tal forma que se sintieran a gusto y cómodos.
Hacer este tipo de ofrendas es una muy buena manera, no sólo de dar regocijo a nuestros maestros y a los budas, sino también de regocijarnos nosotros mismos y deleitarnos con ello de una manera no perturbada. No nos estamos quejando de que las flores no son suficientemente buenas, o que el incienso nos hará toser, que la comida nos hará engordar, etc. Ninguna de estas preocupaciones está ahí, sólo gozo puro y placer. Es maravilloso poder cultivar el no quejarse.
No todos los recipientes tienen agua, algunos tienen arroz. ¿Cuál es el significado del arroz? ¿El recipiente de las flores debería tener agua o arroz?
Ambos son correctos. Las flores que los tibetanos usan normalmente son unas vainas secas que se encuentran en el sur de India y a las cuales no les va muy bien en el agua. No querríamos poner estas vainas o los palitos de incienso en un recipiente de agua. Es sólo por razones prácticas que se ponen en arroz. No hay ninguna diferencia.
No puedo hacer el suficiente énfasis en el hecho de que hay muchas maneras de hacer una misma cosa. Que no nos sorprenda ni ofenda de una manera moralista cuando vayamos a otro centro o a la India a diferentes monasterios y veamos que hacen las cosas un poco diferente. No vayamos a creer que lo están haciendo “mal” y que nuestra forma de hacerlo es la “correcta”. Incluso dentro de una misma tradición, diferentes monasterios harán las cosas de manera distinta. Lo que es importante al hacer ofrendas es el estado mental y tener cierta forma o estructura que sea al menos respetuosa y placentera estéticamente, porque queremos generar gozo en la mente.