La rectificación de los términos
Los títulos, particularmente aquellos en idiomas extranjeros, desconciertan a menudo a los occidentales, quienes frecuentemente evocan imágenes románticas que son inapropiadas. Esto sucede especialmente con los diversos títulos para maestros espirituales, tales como -en la tradición de budismo tibetano- gurú, lama, tulku, rinpoche, gueshe y kenpo. Cuando se los aplica a los maestros asiáticos tradicionales estos títulos son bastante desconcertantes. Se tornan incluso mucho más enigmáticos cuando los occidentales convertidos se rigen por ellos.
La filosofía clásica china enseña que las dificultades aparecen a menudo debido a la confusión sobre los términos. Este entendimiento se aplica acertadamente a las cuestiones de traducción. Los términos traducidos de manera imprecisa con frecuencia dan a las personas ideas equivocadas, especialmente cuando los dos idiomas implicados son de culturas ampliamente divergentes. Si los términos transmiten verdaderamente sus significados deseados, entonces las personas que tratan de encarnar los principios representados por las palabras pueden esforzarse para actuar de las maneras deseadas. Por lo tanto, Confucio demandó una “rectificación de los términos”. Si las personas saben cómo necesitan actuar y cuál es la relación apropiada entre un gobernante y un súbdito, o entre un padre y un hijo, pueden tratar de seguir ese modelo. El éxito de sus esfuerzos producirá la armonía en la sociedad. Por otro lado, si los roles sociales se tornan confusos y la gente no sigue pautas apropiadas, el caos y el desastre sucederán fácilmente. Podemos extender este principio a un maestro espiritual y un buscador espiritual. Si somos negligentes con nuestro uso de los términos y dejamos que cualquiera se llame a sí mismo un gurú o un discípulo, abriremos la puerta a relaciones desafortunadas.
Necesitamos parámetros. Así como las agrupaciones de consumidores vigilan atentamente la calidad de los productos, necesitamos una estrategia similar con respecto a los maestros espirituales. La estructura jerárquica del budismo tibetano difiere enormemente de la de una iglesia organizada. Ni el Dalái Lama ni los superiores de las cuatro tradiciones tienen la autoridad para dictar quiénes son maestros calificados o para declarar incompetentes a las personas. Además, hoy en día, debido a posibles pleitos judiciales en Occidente, no podemos esperar que los individuos o los consejos jerárquicos tomen la responsabilidad de garantizar la conducta ética de otras personas.
En su libro, Guía de instrucciones de mi totalmente excelente maestro espiritual, el maestro nyingma Peltrul indicó con franqueza el único método razonable: los buscadores espirituales necesitan asumir la responsabilidad ellos mismos. Los charlatanes y los sinvergüenzas se pueden presentar como grandes maestros. Incluso pueden tener profesionales que lancen efectivas campañas publicitarias para sus libros y giras de conferencias. No obstante, depende del público elegir si se convierten en sus seguidores o no. Si conocemos las normas, no dejaremos que las imitaciones nos engañen. Sólo estaremos satisfechos con Maestros 1 auténticos.
La procedencia de las palabras gurú y lama
Para obtener una comprensión de las connotaciones sutiles de los términos técnicos budistas, es necesario examinar la etimología de cada una de sus sílabas. En el caso del sánscrito cada sílaba, y a veces incluso cada letra, pueden implicar otros términos que contienen esa sílaba o letra. En el caso del tibetano, cada sílaba de una palabra puede constituir una palabra en sí misma o ser una sílaba de otro término. El tantra explicativo, Una guirnalda vajra, por ejemplo, indicaba los pasos más avanzados del camino tantra, codificados de esta manera en las primeras cuarenta sílabas sánscritas del Tantra de Guhyasamaja (Reunión de factores ocultos). Por lo tanto, como primer paso para implementar una rectificación de los términos, apliquemos esta herramienta analítica budista tradicional a las diversas palabras sánscritas y tibetanas utilizadas para maestro espiritual.
El término sánscrito más conocido para maestro espiritual es gurú. Aunque en varios países occidentales la palabra gurú connota negativamente el jefe de un culto, el término significa literalmente alguien importante o de peso. Eso no significa que los gurús sean necesariamente gordos, aunque de hecho muchos tienen sobrepeso. Ni significa que los gurús proporcionen una compañía opresivamente seria. La mayoría de los maestros budistas, especialmente los tibetanos, tienen un gran sentido del humor. Su Santidad el decimocuarto Dalái Lama, por ejemplo, se ríe y bromea siempre que algo le resulta gracioso, incluso cuando imparte los temas más profundos. La connotación, en cambio, como explicó Tsarchen, el fundador de la tradición sakya tsar, en Un comentario sobre “Cincuenta estrofas sobre el gurú” (de Ashvaghosha), es que los gurús tienen peso debido a sus cualidades. Gu es una abreviatura de guna, buenas cualidades, y ru se refiere a ruchi, una colección.
Más aún, los gurús son pesados en el sentido de tener una presencia sustancial. Cualquiera que se encuentre en una habitación con un verdadero gurú puede sentir, si es algo sensible, que las cualidades notables de la persona superan por mucho las de cualquier otro. Como gu también significa guhya, oculto, y ru alude a rupa, cuerpo, el campo entero de cualidades que encarnan los gurús excede extremadamente la imaginación. Así, los gurús son seres sublimes, dado que u alude a uttara, que significa supremo.
Los tibetanos tradujeron gurú como lama (bla-ma). La significa insuperable o sublime, mientras que ma significa madre. Los lamas se asemejan a las madres en cuanto a que interiormente han dado nacimiento a lo que es sublime. En otras palabras, los lamas son personas extraordinariamente avanzadas en el desarrollo espiritual. Además, los lamas ayudan a otros a dar nacimiento a sus propios logros de estados similares. La palabra lama, sin embargo, implica mucho más.
Como aquello que es insuperable, la se refiere a la bodichita, un corazón enteramente enfocado en la iluminación y totalmente dedicado a lograrla para beneficiar a los demás. Deriva del amor y la compasión. La iluminación es el nivel más elevado de auto desarrollo espiritual posible, alcanzado con la eliminación de todo rasgo negativo y con la realización de toda cualidad positiva. Su actualización es equivalente a la budeidad y trae aparejada la habilidad para ayudar a otros tan completamente como sea posible. Ma connota sabiduría, que es la madre de todos los logros espirituales. Los lamas, entonces, combinan corazones totalmente dedicados con sabiduría, y son capaces de guiar a otros a logros similares. Al poseer estas características sobresalientes, los lamas son de peso por sus buenas cualidades.
Como los gurús, los lamas también son personas sustanciales cuya presencia impresiona, eleva e inspira a otros. Otro uso de la implica esta habilidad y revela niveles más profundos de su significado.
La como fuerza cósmica
Los tibetanos antiguos usaron la en un sentido similar a la antigua palabra turca qut. De acuerdo con las creencias del antiguo pueblo turco de Asia Central, qut es una fuerza cósmica que conecta la tierra con el cielo infinito. Una montaña sagrada en Mongolia le sirve de ancla. Quienquiera que gobierne esta montaña encarna su qut. Consecuentemente, la persona obtiene el poder y el carisma para unificar las tribus turcas y convertirse en el Gran Khan (el grandioso gobernante). Así, como una fuerza integradora, qut potencia la grandeza y la majestuosidad. Le permite a un gobernante unir a su siempre enfrentado pueblo y organizarlo como una nación poderosa.
El concepto de qut, como la, se introdujo en la esfera cultural tibetana a través de la astrología del Asia Central. En este contexto, la es la fuerza del espíritu vital dentro de cada persona, que le da el poder o posibilita al individuo organizar sus asuntos y evitar que se dispersen. Los cálculos astrológicos pueden indicar la energía de esta fuerza durante períodos particulares. Cuando la fuerza del espíritu vital de las personas es potente, se tornan tan estables como una montaña. Cuando es débil o fuerzas dañinas la roban, pierden la capacidad para funcionar normalmente.
Otra dimensión de la deriva de su uso en las enseñanzas del kalachakra (ciclos del tiempo). Allí aparece como parte del sistema de energía sutil del cuerpo. Entre los componentes de ese sistema es una gota de espíritu vital. Esta gota o chispa de energía sutil (tigley, thig-le; sct. bindu), también llamada bodichita en sánscrito, pasa a diferentes puntos del cuerpo cada día durante un ciclo de un mes de duración. La energía del espíritu vital se acumula a su alrededor, haciendo que, ese día, el punto en el cual está localizada la gota sea el punto más potente del cuerpo para un tratamiento médico con acupuntura o cauterización.
Los tibetanos antiguos tradujeron aquí bodichita como la, indudablemente debido a la similitud entre la gota de espíritu vital en la fisiología india y la fuerza del espíritu vital en la astrología de Asia Central. Otro fundamento lógico para esta elección fue quizás que la bodichita, en su significado como un corazón totalmente dedicado, reina como el método insuperable para alcanzar la iluminación. Dado que la también significa insuperable, puede servir como un sinónimo para bodichita según los principios de la poética sánscrita y tibetana.
El significado original y completo de lama
Reunir los diversos significados de la proporciona un cuadro más completo de las cualidades sobresalientes que poseen los lamas, y que pueden llevar a otros a lograrlas. Los lamas tienen la fuerza para domar su comportamiento descontrolado y sus emociones aflictivas, de modo que se tornan tan estables y sustanciales como montañas. Con esta fuerza, los lamas pueden organizar sus vidas para beneficiar a todos. Esta fuerza de espíritu vital es un dedicado corazón de bodichita, que les confiere a los lamas el poder carismático de influir en los cambios más beneficiosos y sanadores en otros. Además, por la fuerza de su desarrollo espiritual, los lamas poseen el poder de domar a los discípulos descontrolados y ayudarlos a organizar su vida de la manera más significativa. Este poder procede de la compasión y el amor sinceros. Estos aspectos de la constituyen el lado del “método” de la realización del lama.
Ma, como madre, se refiere a la sabiduría encarnada en los Sutras del Prashñaparamita, la “perfección de la sabiduría”, los textos escriturales en los que Buda enseñó la conciencia discriminativa de largo alcance (sherab, shes-rab; sct. prashña) 2 , la “perfección de la sabiduría”. A estos textos y a sus contenidos se les llama con frecuencia la “madre de todos los budas”, dado que el dominio de ellos da nacimiento a la iluminación. Los lamas son aquellos que tienen el dominio de las escrituras y sus contenidos. Ellos combinan su sabiduría con todos los aspectos del método. Como buenas madres, los lamas nutren a los discípulos y los educan para que sean adultos espirituales maduros.
El significado original del término lama, entonces, es el de un maestro espiritual sumamente avanzado. Tales personas son plenamente capaces de guiar a los discípulos a lo largo de todo el sendero budista, hasta llegar a la iluminación, en virtud de las cualidades que implican las connotaciones de gurú, la y ma. La presentación de los textos clásicos sobre cómo relacionarse con un maestro espiritual se refiere a la relación óptima con una persona semejante. Para rectificar los problemas en las relaciones estudiante-maestro, es necesario que los maestros espirituales estén a la altura de este significado de los títulos de gurú y lama.
Otros usos de la palabra lama
El budismo tibetano desarrolló cuatro tradiciones principales, nyingma, kagyu, sakya y guelug, y se difundió más allá del Tíbet a otras regiones de los Himalayas, Mongolia, gran parte del norte de China, Manchuria, partes de Siberia y otras varias culturas de Asia Central. Debido a esta diversidad, la palabra lama adquirió gradualmente otros significados. Una de las fuentes de confusión sobre lo que se denomina devoción al gurú proviene de pensar que la práctica se aplica a lamas en sentidos diferentes de la palabra. Un examen de los otros tipos de lamas puede ayudar a la rectificación de los términos.
Muchos practicantes serios de las tradiciones kagyu y nyingma realizan un retiro de meditación de tres años. Durante ese período se entrenan en los principales sistemas de figuras búdicas (yidam, yi-dam) de su linaje. Al pasar varias semanas o meses con cada sistema tántrico, dominan sus rituales y se familiarizan con sus prácticas de meditación. Las cabezas de algunas subdivisiones de estos linajes recientemente han comenzado la costumbre de otorgar el término lama como un título a los graduados más competentes de un retiro. En la tradición guelug, a los monjes que completan exitosamente el riguroso entrenamiento en una de las universidades monásticas tántricas cerca de Lhasa, se les llama lamas tántricos (lama gyüpa, bla-ma rgyud-pa). Tales monjes, sin embargo, no usan lama como un título, ni la gente se dirige a ellos como “lama”.
En ambos casos, lama significa un experto o maestro de ritual. Aunque tales lamas se han entrenado en la meditación, no necesariamente han alcanzado realización espiritual alguna. Ni están necesariamente calificados para guiar a otros a través del sendero budista. No obstante, pueden llevar a cabo los rituales correctamente y pueden instruir a otros para que hagan lo mismo. Entre los tibetanos, tales lamas cumplen en cierto modo una función semejante a la del cura de pueblo. Viajan de pueblo en pueblo y llevan a cabo rituales en los hogares de las personas. Esos rituales ayudan a traer prosperidad, salud y buena fortuna a las familias, y ayudan a remover cualquier obstáculo al éxito.
Ya sea que los lamas sean maestros sumamente realizados o simplemente maestros de rituales, pueden ser monjes, monjas o laicos. En Ladakh, sin embargo, y entre la mayoría de los grupos mongoles durante la era pre-comunista, lama se convirtió en un sinónimo de monje. Esto se asemeja a la costumbre india de llamar a los monjes budistas con el honorífico guru-ji. Independientemente del nivel de educación en las escrituras, del entrenamiento en rituales o de la realización espiritual de un monje, aún se le considera un lama en este sentido de la palabra.
Durante el período comunista, en la Unión Soviética y en la República Popular de Mongolia, las autoridades forzaron a los monjes budistas a dejar los hábitos y a romper sus votos. Nunca hubo monjas. Sin embargo, con fines propagandísticos, Stalin finalmente permitió que se reabrieran unos pocos monasterios y que algunos monjes llevaran a cabo rituales allí. Esas personas eran usualmente laicos que usaban hábitos durante el día como un uniforme de trabajo, y se lo quitaban por la noche cuando regresaban a sus hogares con sus esposas e hijos. También se les llamaba lamas. Incluso ahora, en la era pos-comunista, tales personas siguen llevando el nombre de lama. A menudo aconsejan a otros basándose en medios astrológicos o adivinatorios.
Las personas que son lamas simplemente en virtud de ser maestros de rituales, monjes o ejecutores de rituales monásticos, merecen respeto. Incluso si sus niveles de desarrollo espiritual no son particularmente avanzados, su entrenamiento, sus votos o los servicios que proporcionan los hacen dignos de estima. No obstante, aquellos que son lamas meramente en uno de estos sentidos honoríficos, no son las personas a quienes se refiere la relación discípulo-maestro clásica.
Lamas reencarnados: tulkus y rinpoches
Otro uso común de la palabra lama es en referencia a los tulkus, los lamas reencarnados. Aunque los tulkus son las reencarnaciones de practicantes tántricos sumamente avanzados, tales practicantes no tienen que haber sido necesariamente grandes maestros espirituales, ni monjes o monjas. Pueden haber sido meditadores laicos, por ejemplo, que vivieron solos como ermitaños en cuevas. Iniciar una línea de tulkus requiere usualmente sólo cuatro condiciones: (1) el conocimiento previo de que el reconocimiento de las encarnaciones futuras propias será de beneficio para otros; (2) una bodichita bien desarrollada como motivación; (3) plegarias sinceras para tomar renacimiento en una forma de beneficio para otros, que será reconocida como un tulku y (4) un cierto grado de maestría en la primera etapa de la clase suprema de tantra.
Aquí y en otras partes del libro, usaremos el término tantra supremo para referirnos tanto al anutarayoga de los sistemas guelug, kagyu y sakya, como a la unidad formada por el mahayoga, anuyoga y atiyoga (Dzogchen, rdzogs-chen; la gran compleción) de la tradición nyingma. En el primer nivel del tantra supremo, la etapa de generación, los practicantes generan visualizaciones vívidas para simular el proceso de la muerte, el estado intermedio (bardo, bar-do) y el renacimiento.
Los seguidores de grandes maestros que han alcanzado algún nivel de realización en la etapa de generación, y que por lo tanto han llevado a cabo las meditaciones prescritas en la muerte, consultan primero a un distinguido maestro tibetano famoso por su percepción extrasensorial. En el caso de practicantes tántricos sumamente avanzados que no fueron percibidos como maestros, los maestros tibetanos pueden llegar a hacer investigaciones sin que se les pida. A través de diversos medios de adivinación, incluyendo el análisis de los sueños, el maestro determina si la persona en cuestión tuvo la intención de iniciar una línea de tulkus o no. Si es así, el maestro determina, además, si encontrar a la encarnación actual tendrá un beneficio especial.
La devoción de los seguidores de un maestro y su entusiasmo por encontrar a la reencarnación de su mentor, no son razones suficientes para encomendar una búsqueda. Algunos de los lamas más famosos, tales como Tsongkapa, no iniciaron una línea de tulkus. Además, algunos lamas, tales como varias encarnaciones sucesivas de Shamar Rinpoche, dentro de la tradición karma kagyu, no fueron reconocidos durante sus vidas debido a razones políticas.
Una vez que un gran Maestro ha autorizado la búsqueda de un tulku y ha dado, mediante más adivinación, alguna indicación sobre la identidad del niño y dónde buscar, los seguidores del maestro en cuestión, o un grupo comisionado por el Maestro autorizado, empiezan la búsqueda. Después de localizar a dos o tres candidatos prometedores de la edad apropiada, consultan una vez más al Maestro que dirigió la búsqueda. Basándose en las indicaciones que los niños hayan podido dar sobre sus identidades, tales como el reconocimiento de personas y posesiones de la vida previa, y a través de más adivinación, el Maestro hace la elección final.
Los jóvenes tulkus dejan usualmente a sus familias de nacimiento poco después del reconocimiento y, si sus predecesores fueron monjes o monjas y maestros destacados, crecen en los hogares monásticos privados (labrang, bla-brang) del predecesor. Si los predecesores no eran monásticos o si como monásticos no fueron maestros destacados – y por lo tanto no tuvieron hogares privados –, los niños entran de todos modos a instituciones monásticas y sus familias o los benefactores patrocinan la construcción de casas para ellos. Para celebrar su regreso, las propiedades monásticas del predecesor, o las familias de los jóvenes tulkus o los benefactores, hacen grandes donaciones a las instituciones monásticas afiliadas de los reencarnados y realizan amplias ofrendas a sus monjes y monjas. Los niños heredan todas las posesiones anteriores y reciben una educación y un entrenamiento especiales.
El sistema de los tulkus no ha sido infalible. Ocasionalmente, incluso los grandes Maestros han admitido que podrían haber cometido errores en su reconocimiento. Además, la corrupción ha manchado a veces el sistema cuando algunos Maestros han accedido a la presión política o al soborno para reconocer a ciertos candidatos. Las instituciones monásticas con maestros famosos que atraían grandes donaciones, a veces incluso declararon y reconocieron nuevas líneas de tulkus debido a su deseo de seguir recibiendo contribuciones.
Más de mil líneas de tulkus se han estado reencarnando entre los tibetanos, los mongoles, los butaneses y los diversos pueblos indios de los Himalayas. En décadas recientes, varias docenas han tomado renacimiento como occidentales o chinos. La gente se dirige generalmente a los lamas reencarnados como Rinpoche (rin-po-che), que significa Precioso. Sin embargo, no todos los rinpoches son tulkus. Abades y abadesas, actuales y retirados, también reciben ese título. Además, como signo de respeto, muchos discípulos llaman “Rinpoche” a sus mentores espirituales, incluso si los maestros no son ni tulkus ni abades o abadesas.
La palabra tulku significa un entramado de emanaciones (sct. nirmanakaya, cuerpo de emanación). No sólo los budas completamente iluminados generan y aparecen como un gran conjunto de emanaciones, así lo hacen practicantes avanzados de la clase suprema de tantra. El conjunto que generan se llama un entramado de emanaciones del nivel del sendero. Los fundadores de líneas de tulkus, entonces, pueden haber logrado cualquier nivel de realización espiritual que se extiende desde parte de la etapa de generación hasta la budeidad. Por consiguiente, ni siquiera necesitan haber alcanzado una percepción completa no conceptual de la realidad (vacuidad, vacío, la ausencia de modos imposibles de existencia). En resumen, sólo una minúscula fracción de los fundadores de líneas de tulkus abarca a seres iluminados.
Por esa razón, la mayoría de los tulkus aún tienen potenciales kármicos negativos además de un vasto entramado de instintos positivos (colección de mérito). Dependiendo de las circunstancias de su crianza y de las sociedades en las cuales viven, diferentes potenciales se destacan y maduran en cada vida. Así, algunos tulkus pueden llegar a actuar de maneras nada iluminadas. Sin embargo, por la fuerza de la meditación en la coyuntura de la muerte y las plegarias de los fundadores de sus líneas, sus siguientes encarnaciones aún pueden ser como rinpoches, localizados y reconocidos por los Maestros que han determinado que hacerlo tendría un beneficio especial. Esto puede llegar a ocurrir incluso si los tulkus en cuestión no han podido realizar la meditación de la coyuntura de la muerte cuando murieron.
El lamaísmo y el rol social tradicional de los tulkus
En las regiones culturales mongolas-tibetanas surgió un sistema social complejo alrededor de la institución de los tulkus. Los lamas reencarnados se convirtieron en algo así como señores feudales locales que poseían vastas extensiones de tierras alrededor de sus monasterios y conventos. Muchos campesinos trabajaban esas tierras y daban parte de lo producido para sostener a los grupos familiares de los rinpoches y a los monásticos bajo su guía.
A pesar de los inevitables abusos del sistema, la mayoría de la gente consideraba ese arreglo como una forma de crear un potencial positivo (mérito) para ellos y para sus familias. Los tulkus proporcionaban dirección espiritual y social. Hacían las veces de encarnaciones de identidades regionales y eran los puntos focales alrededor de los cuales consolidar y expresar lealtades regionales o tribales. La gente tenía una fe enorme y trataba a sus tulkus locales reverentemente, con un protocolo sumamente elaborado. Ante los forasteros, casi parecía como que le rendían culto a sus lamas. Quizás algunos lo hacían, ya que muchos consideraban que sus rinpoches tenían poderes sobrenaturales.
Para diferenciar esta forma de budismo de las escuelas tradicionales de budismo chino, los gobernantes manchúes de China de finales del siglo diecisiete, acuñaron la palabra lamajiao (lamaísmo). Llamaron a las formas chinas de budismo simplemente fojiao (budismo). Hacer esta distinción era indudablemente parte de su plan de acción para tratar de ganarse la lealtad política de los tibetanos y mongoles de su imperio. Lo hicieron tratando de subrayarles a los dos grupos étnicos su camaradería con el pueblo manchú, establecida en virtud de una religión común, distinta de la Han china. Muchos eruditos occidentales antiguos adoptaron esta costumbre y perpetuaron esa distinción artificial.
Además, los manchúes forzaron a ciertas líneas de tulkus a servir en el gobierno imperial como recolectores de impuestos y administradores locales. Para explotar aún más la reverencia y la obediencia del pueblo a los lamas políticamente útiles, los manchúes llamaron a todos los tulkus hefo en chino, que quiere decir “budas vivientes”. Algunos eruditos y periodistas occidentales aún siguen esta convención, creando aún más confusión acerca de los lamas.
En resumen, como enfatizó Su Santidad el decimocuarto Dalái Lama en la conferencia de tulkus en el exilio, en 1988, simplemente porque los tulkus llevan nombres famosos no significa que ahora califican como mentores espirituales. Significa meramente que son las reencarnaciones de grandes Maestros espirituales y que han nacido con una enorme cantidad de potencial positivo. Ahora, los tulkus necesitan probarse a sí mismos como mentores, a través de sus logros en esta vida.
Debido a los potenciales que heredaron, los lamas reencarnados imponen respeto naturalmente. No obstante, puede suceder que las circunstancias no permitan la plena activación de esos potenciales o que no conduzcan a su uso óptimo. Por ejemplo, debido a que un rinpoche puede ser aún un niño, los potenciales pueden simplemente permitirle al niño o niña avanzar con rapidez. Ocasionalmente, la excesiva reverencia que muestran los seguidores puede actuar meramente como una circunstancia para el éxito en políticas de poder o en la construcción de imperios. En algunos casos, la deferencia excesiva, los regalos fastuosos y las altas expectativas pueden incluso echar a perder a los jóvenes rinpoches o activar potenciales negativos para que se rebelen cuando sean mayores. Diferenciar el término lama reencarnado de lama, ya sea en su significado de mentor espiritual o como un buda viviente, puede ayudar a impedir la decepción.
“ Reyes-Dioses”
A lo largo de los siglos, los líderes espirituales tibetanos reconocieron a varios de los tulkus más políticamente influyentes como emanaciones de figuras búdicas. Los Dalái Lamas y los Karmapas, por ejemplo, eran emanaciones de Avalokiteshvara; las cabezas de linaje sakya eran Manjushri; y los Panchen Lamas y Rinpoches Shamar, Amitaba. La costumbre se extendió más allá de las figuras religiosas para incluir a los primeros reyes tibetanos como Avalokiteshvara; a Confucio y a los emperadores manchúes de China como Manjushri; al Gengis Khan y a sus descendientes como Vajrapani; a los zares de Rusia como Tara; y a la reina Victoria como Palden Lhamo.
Las consideraciones políticas pueden haber influido en este desarrollo. Avalokiteshvara, Manjushri y Vajrapani son las figuras búdicas que los budistas tibetanos consideran que poseen la responsabilidad de salvaguardar el bienestar del Tíbet, China y Mongolia, respectivamente. Por lo tanto, de acuerdo con la forma tibetana de pensar, los gobernantes legítimos de cada uno de esos países deben ser emanaciones de su figura búdica guardiana. Esto explica las identidades de los primeros reyes tibetanos, los Dalái Lamas, los emperadores manchúes de China, y los Khans mongoles. Según algunos eruditos, el nombre manchú deriva, de hecho, de Manjushri.
La costumbre de identificar a lamas políticamente influyentes con figuras búdicas, comenzó ya en el siglo trece, cuando el segundo Karmapa, como Avalokiteshvara, era un candidato para convertirse en el gobernante del Tíbet. Sin embargo, el Kublai Khan, el primer emperador mongol de China, les confirió ese rol a las cabezas de linaje sakya. Como Manjushri, las cabezas de linaje sakya ayudaron a unificar el imperio haciendo las veces de jefes espirituales, tanto para los budistas chinos, como para los tibetanos y mongoles.
Avalokiteshvara pertenece a la familia búdica de Amitaba. De esta manera las líneas de Panchen Lamas y Rinpoches shamar eran emanaciones de Amitaba, porque sus figuras fundadoras eran los mentores del Dalái Lama y el Karmapa de su época, respectivamente. Además, Tara y Palden Lhamo son la ayudante y la protectora asociadas con Avalokiteshvara. De esta manera, cuando el decimotercer Dalái Lama buscó la protección rusa y británica contra los chinos a principios del siglo veinte, se dirigió a los gobernantes de esos países con los nombres honoríficos de esas figuras budistas, indicando indirectamente sus roles naturales.
Para los tibetanos, el Dalái Lama es Avalokiteshvara. Él salvaguarda su país, su religión y su cultura. El Dalái Lama, entonces, no sólo encarna la figura búdica que representa la compasión; encarna al Tíbet y al budismo tibetano. Como tal, ejerce la función de símbolo de la esperanza para todos los tibetanos de preservar su nación y forma de vida durante los tiempos difíciles de la ocupación militar china. Aunque los autores y periodistas occidentales le atribuyen al Dalái Lama el término “rey-dios”, no es un dios en ningún sentido occidental de la palabra.
Humor tibetano
Los mentores espirituales tibetanos poseen a menudo un sentido del humor travieso. Como una manera juguetona de mostrar un cálido aprecio, a veces llaman a sus discípulos occidentales “Lama”, “Rinpoche”, o incluso “Protector del Dharma”. Ocasionalmente, algunos de estos occidentales no comprenden el sentido del humor tibetano y anuncian que han sido oficialmente reconocidos. Como la mayoría de los tibetanos son demasiado educados como para hacer una desautorización pública, la confusión e incluso el abuso de poder han surgido ocasionalmente de lo que empezó como una broma inocente. De manera análoga, algunos padres occidentales pueden llamar afectuosamente a sus hijos “ verdaderos demonios”. Que tal niño asuma, más tarde en la vida, el título de demonio, sería claramente absurdo.
Amigos espirituales
La palabra que se traduce comúnmente como gurú en la expresión devoción al gurú, no es en realidad ni gurú ni lama. Es, en cambio, kalyana-mitra en sánscrito y gewe-shenyen (dge-ba’i bshes-gnyen) en tibetano, abreviada como gueshe (dge-bshes). El término aparece en esta expresión exclusivamente dentro del contexto de las enseñanzas del mahayana (gran vehículo) para alcanzar la iluminación, y los traductores lo transmiten usualmente en cualquiera de los dos idiomas como amigo espiritual. Observemos atentamente las implicaciones de los términos originales para que nos ayuden a evitar malentendidos.
Muchos traductores usan la palabra virtuoso como el equivalente inglés para kalyana o gewa, el componente para espiritual en esta expresión. Sin embargo, las expresiones “amigo virtuoso”, un “amigo de la virtud”, y un “amigo que guía a otros a la virtud”, transmiten en inglés el sabor sutil de alguien mojigato, estirado y con pretensiones de superioridad moral. Constructivo sería quizás una traducción más apropiada. En el budismo, el comportamiento constructivo es actuar, hablar y pensar de una manera que construya hábitos que, en el largo plazo, conduzcan a la felicidad personal. Los amigos espirituales, entonces, son amigos constructivos, amigos de aquello que es constructivo y amigos que guían a otros a un comportamiento constructivo.
Comprender las implicancias más profundas de lo que significa ser un amigo espiritual, requiere una comprensión del concepto budista de comportamiento constructivo. Las escuelas tibetanas basan sus sistemas éticos en dos obras indias, Tesoro de temas especiales de conocimiento de Vasubandu y Antología de temas especiales del conocimiento, de su hermano Asangha. La combinación de sus explicaciones proporciona un cuadro más completo.
Las acciones constructivas son aquellas que están motivadas por estados mentales constructivos. Tales estados mentales consisten en conjuntos de actitudes y cualidades positivas. Contienen confianza en los beneficios de ser positivo y un sentido de los valores de respetar las cualidades positivas y a las personas que las poseen. La conciencia discriminativa de que el comportamiento destructivo conduce a la infelicidad, un sentido de escrúpulos que permite evitar un comportamiento descaradamente negativo, y un sentido de la aptitud de ser capaz de evitar tal acción, también acompaña tales estados mentales. Además, los estados mentales constructivos surgen de tener un sentido del orgullo y la preocupación de no avergonzar a los maestros espirituales personales, a la familia o a la nación, al actuar destructivamente. Una ausencia de ciertos componentes negativos también caracteriza los estados mentales constructivos. Carecen de codicia, apego, hostilidad, ingenuidad y otros factores mentales perturbadores, tales como inconstancia, embotamiento, imprudencia y pereza.
En resumen, los estados mentales constructivos tienen una fuerte convicción en los principios éticos y tienen la habilidad para seguirlos. Tal convicción y habilidad produce naturalmente la restricción del comportamiento destructivo. Como amigos espirituales, los mentores espirituales son maestros con estados mentales constructivos que guían hacia formas constructivas de actuar, hablar y pensar. Además, son capaces de inspirar y enseñar a los discípulos a pensar y a comportarse de forma similar.
El término constructivo se refiere también a los logros espirituales últimos, la liberación de los problemas recurrentes del renacimiento incontrolable (sct. samsara) y, más allá de eso, a la iluminación como un buda. El logro de cualquiera de esos estados es fundamentalmente constructivo. Sin embargo, dado que aquí kalyana-mitra es un término mahayana, el estado constructivo al que los maestros espirituales guían a los discípulos, es específicamente la iluminación.
El concepto budista de amistad
El segundo componente del término amigo espiritual, mitra en sánscrito, es la palabra común para amigo. Como raíz de la palabra maitri, que significa amor, su connotación deriva de la definición budista de amor. El amor es el deseo de que los demás sean felices y tengan las causas de la felicidad. Como deseo desinteresado, no implica un apego aferrado a las personas que uno ama o el deseo de algo a cambio, ni siquiera amor, afecto o aprecio recíprocos. Tampoco implica necesitar los objetos de nuestro amor para tener una seguridad emocional o un sentido de autoestima. Un amigo, entonces, es alguien con una actitud puramente altruista, no alguien que por razones neuróticas trata compulsivamente de agradar a los demás o hacerlos felices.
La tradición budista define además a un amigo como aquella persona que ocasionaría que uno se sintiera avergonzado de actuar, hablar o pensar destructivamente en su presencia, o tan sólo al pensar en ella. En este sentido, un amigo verdadero es en realidad un amigo espiritual, alguien que ayuda a los demás a ser constructivos. El comportamiento constructivo, después de todo, es la causa de la felicidad, que es el deseo primordial que tiene un amigo por alguien. En contraste, un amigo falso aleja a otros del comportamiento constructivo y los lleva, ya sea a desperdiciar el tiempo, o a actuar, hablar o pensar destructivamente. Tal comportamiento lleva a la experiencia de sufrimiento e infelicidad, el resultado opuesto al del deseado por el amor.
Shenyen, la traducción tibetana para mitra, significa literalmente amigo-pariente. En muchas culturas asiáticas, la gente se dirige a los mayores de una manera amistosa llamándolos “tío” o “tía”. A los que tienen su misma edad, los llaman “hermano” o “hermana”, y se dirigen a cualquier niño como “hijo” o “hija”. De este modo, un amigo se convierte automáticamente en parte de la propia familia. Esto conlleva sólo una connotación positiva, es decir, que la persona entra en la jerarquía de aquellos con quienes uno tiene una relación íntima, afectuosa y armoniosa.
La mayoría de los asiáticos vive en familias grandes y extensas, varias generaciones residen su vida entera bajo un mismo techo. Con frecuencia, una pared rodea el hogar para proteger a la familia del daño. Estar con la familia y con amigos-parientes implica sentirse seguro, física y emocionalmente, con una confianza certera de que uno no será atacado, abusado o llevado por mal camino. De modo similar, los mentores espirituales y los discípulos forman familias espirituales y se sienten enteramente a gusto unos con otros. Además, ser un miembro de una familia asiática tradicional, de modo muy parecido a lo que sucede con un miembro de una familia mediterránea tradicional, nutre y sostiene la fuerza del propio espíritu vital. Ser un miembro de la familia espiritual de un mentor funciona de modo similar. Proporciona la fuerza para organizar y mantener una vida espiritual sana y vigorosa.
Aunque los mentores espirituales pueden ser mayores, más jóvenes o de la misma edad que sus discípulos, los maestros siempre son los mayores espiritualmente. La palabra tibetana común para maestro, gegen (dge-rgan), usada con frecuencia en su forma abreviada gen (rgan) como un término familiar, significa de hecho mayor espiritualmente. De nuevo, espiritual aquí es una traducción imprecisa de la palabra que se utiliza para constructivo. Como mayores espiritualmente, los mentores requieren la mayor deferencia, aunque por supuesto ambas partes se respetan mutuamente, profundamente. Los discípulos respetan el logro de las cualidades de los maestros, mientras que los maestros respetan los potenciales de los discípulos.
La amistad espiritual, entonces, en el sentido estricto del término budista técnico, no implica que las dos personas involucradas sean iguales del modo en que lo serían dos compinches. En una amistad occidental ambas partes se llaman amigos, mientras que aquí sólo al mentor espiritual se le conoce como el amigo espiritual. Aunque compañeros de estudio de Dharma o compañeros discípulos pueden ser amigos espirituales en el sentido occidental de amigos, no son los mentores o guías espirituales unos de otros. Incluso si la convivencia los conduce a pensar y a actuar constructivamente, los compañeros de estudio no pueden guiarse mutuamente a la iluminación como budas. En el mejor de los casos, pueden ser compañía mutua.
La analogía occidental que más se acerca a un amigo espiritual en el sentido budista, es quizás la de un amigo platónico en su sentido clásico. Un amigo platónico, como una persona más madura y experimentada, es un maestro y mentor cuya relación eleva y lleva a una persona más joven al nivel más exaltado de ideal espiritual. Una ausencia de romance, sexo y emociones ruines, caracteriza la relación afectuosa entre los dos. Sin embargo, a diferencia del pensamiento griego antiguo, el budismo no concibe la relación en el contexto de la belleza ideal, la bondad y la verdad espiritualizadas. En lugar de ello, formula la relación en función de la intimidad familiar y la apunta al logro de la iluminación.
Gueshes y kenpos
Gueshe, la forma abreviada del término tibetano para un amigo espiritual, era originalmente un título usado en la tradición kadam para grandes maestros espirituales. Simplicidad, humildad y grandeza oculta, caracterizaban a los gueshes kadampa. Especialmente conocidos por sus enseñanzas sobre lojong (blo-sbyong), la limpieza de actitudes (entrenamiento mental), encarnaban todo lo que enseñaban.
La tradición guelug reunió los linajes kadam fragmentados, reformó las corrupciones y continuó como su sucesora. Posteriormente, el quinto Dalái Lama tomó prestado el título de gueshe y lo usó para reemplazar los títulos anteriores utilizados para el grado que se otorgaba al concluir exitosamente el sistema de educación monástica guelug. Actualmente, el término conserva ese uso. Hasta ahora, sólo los monjes han recibido este título, aunque en el exilio, monjas y laicos han empezado a estudiar para conseguirlo.
Llegar a ser un gueshe requiere memorizar textos, estudiarlos durante más de veinte años con la lógica y el debate, y pasar varios niveles de exámenes intensos. No requiere incorporar el sentido de los textos en el desarrollo personal, ni implica experiencia ni pericia en la meditación. El título g ueshe, entonces, se asemeja al de un doctorado. Como su contraparte occidental, no garantiza las habilidades o el carácter para enseñar de su poseedor. Muchos gueshes, por supuesto, poseen esas habilidades y están espiritualmente realizados. Sin embargo, sus títulos indican meramente pericia académica.
Lo mismo le corresponde al título kenpo (mkhan-po), que significa erudito. Equivalente al título de gueshe, lo otorgan los monasterios kagyu y nyingma a los graduados exitosos de sus sistemas educativos. Los que completan la educación monástica sakya también reciben el grado de gueshe. Sin embargo, sólo usan gueshe como un título cuando viajan fuera de sus monasterios para enseñar. Dentro de los monasterios, los monjes usualmente los llaman “kenpo”. Kenpo significa también abad de un monasterio. Todas las tradiciones tibetanas llaman “Ken Rinpoche” a los abades.
Si las cualificaciones de un gueshe o un kenpo son meramente las de un profesor, la persona ciertamente requiere respeto por su conocimiento y aprendizaje. Sin embargo, como en el caso de los lamas y rinpoches, los gueshes y los kenpos no son necesariamente mentores espirituales capaces de guiar a los discípulos a la iluminación. Sólo aquellos que viven de acuerdo con el significado y la implicación originales de sus títulos tienen esa capacidad.
Resumen
Para que los maestros espirituales sean y actúen como mentores espirituales es necesario que tengan el peso de las buenas cualidades y combinen la compasión y la bodichita con una profunda comprensión de la realidad. Además, es necesario que tengan el poder de elevar e inspirar a los discípulos para que logren lo mismo. Es necesario que sean amigos espirituales en el sentido de que actúen, hablen y piensen constructivamente de formas que nunca causen un daño a largo plazo, sino sólo un beneficio último. Esas formas no tienen como motivación la codicia, el apego, la ira o la ingenuidad. Surgen, en cambio, del amor y la compasión y provienen de la sabiduría. Además, los mentores espirituales guían a los discípulos a un comportamiento constructivo, como amigos en quienes se ha llegado a confiar, miembros íntimos de la familia. Fundamentalmente, los mentores espirituales guían a los discípulos a la liberación y la iluminación.
Cuando los maestros espirituales tienen las cualidades adicionales asociadas con los significados secundarios de lama, pueden ser mentores aun más efectivos para inspirar a los discípulos. Por ejemplo, si personas laicas que cumplen el rol de mentores espirituales, prestan servicio en ambientes monásticos, los discípulos potenciales generan más confianza en su compromiso y autoridad que si prestan servicio fuera de ese ambiente. Si además los mentores espirituales son monjes o monjas, sientan ejemplos potentes. El tantra de kalachakra abreviado explica la razón: las personas que mantienen votos monásticos imponen respeto como representantes de la Sangha del Refugio, aquellos que tienen una comprensión directa, no conceptual, de la realidad. Aunque tales personas pueden ser laicas u ordenadas, la comunidad de monjes y monjas representa a la sangha como un objeto de respeto. El uso de Sangha como un equivalente para la congregación de miembros, ya sea de un Centro de Dharma específico o de un grupo de centros, es puramente una convención occidental.
Además, si los mentores espirituales son maestros de rituales que han completado el retiro de meditación de tres años, o que se han entrenado en una de las universidades tántricas, la gente siente que eso certifica sus cualificaciones. Lo mismo es cierto si han completado exitosamente la educación monástica formal y han recibido el título de gueshe o de kenpo. Finalmente, si las autoridades reconocieron a mentores espirituales como las reencarnaciones de grandes maestros tántricos, mucha gente tiene automáticamente una fuerte fe en sus habilidades.
Por otro lado, las personas pueden ser meramente monjes, monjas, laicos prestando servicio en ambientes monásticos, maestros de rituales, personas con títulos monásticos, reencarnaciones reconocidas, o alguna combinación de estas cosas. Tales personas merecen ciertamente respeto y pueden ser capaces de enseñar muchas cosas. No obstante, sin las cualificaciones adicionales indicadas por el pleno significado original de gurú, lama y amigo espiritual, no son mentores ni guías espirituales capaces de guiar a los discípulos hasta la iluminación. Si rectificamos los términos, podemos evitar la desilusión y un posible daño espiritual.
1 Nota de la traductora: El idioma inglés tiene dos palabras para referirse a una persona que enseña. Una es “teacher” que se refiere de manera genérica a cualquier persona que enseña. La otra es “ master”, que entre sus varias acepciones (amo, dueño, señor) se refiere a una persona que domina cabalmente un tema o un arte. Para marcar la diferencia, cuando el texto habla de un “teacher”, se tradujo como “maestro”. Cuando habla de “master”, se tradujo con mayúscula, “Maestro”.
2 Del glosario de los archivos budistas del Dr. Alexander Berzin: shes-rab, sánscrito prajña, inglés: discriminating awareness. El factor mental que distingue decisivamente entre lo correcto y lo incorrecto, o entre lo útil y lo dañino, o entre lo apropiado y lo inapropiado, o entre aquello que es realidad y aquello que no es realidad. Cuando está en unión con un objetivo de la bodichita, se convierte en una actitud de largo alcance. (Jeffrey Hopkins lo traduce como “sabiduría”).