Repaso
Hemos revisado con lo que lidiamos en el entrenamiento de actitudes o el entrenamiento mental, que es nuestra experiencia cotidiana. Vivimos nuestra vida y experimentamos cada momento nosotros mismos. Incluso si publicamos todo lo que hacemos en Facebook y Twitter, aun así somos los únicos que lo experimentamos.
Hoy en día, parece que muchas personas son casi adictas a los mensajes de texto y a publicar sus sentimientos y actividades en Facebook y Twitter. ¿Cuál es la diferencia entre leer acerca de estas cosas en términos de la vida cotidiana de alguien más y nuestra propia vida diaria? Obviamente, existe cierta distancia entre nuestra propia experiencia de la vida y lo que alguien más está experimentando en la suya, especialmente cuando se pone en una muy pequeña cantidad de palabras.
Si bien podemos empatizar con otros y con lo que está pasando en sus vidas, aun así no es lo mismo que los sentimientos de felicidad, infelicidad o neutros que tenemos en términos de lo que experimentamos nosotros. En el nivel más fundamental, esto es con lo que tenemos que lidiar en la vida cotidiana; a veces nos sentimos felices, a veces infelices. Algunas veces es como si no estuviéramos sintiendo demasiado. Sin importar el hecho de que siempre nos gustaría sentirnos felices, nuestro estado de ánimo tiene altibajos todo el tiempo y no siempre parece corresponder con lo que estamos haciendo. Con frecuencia, tampoco parece que tengamos mucho control sobre nuestros estados de ánimo. Con el entrenamiento de actitudes, revisamos cómo sacar lo mejor de cada situación mientras atravesamos los momentos de nuestra vida, y mientras experimentamos lo que está sucediendo y lo que estamos haciendo.
Revisamos los dos puntos principales que son muy importantes en términos de cómo lidiamos con la vida: exageramos la importancia de lo que estamos sintiendo y exageramos la importancia de nosotros mismos. Por ejemplo, hacemos la gran cosa de sentirnos infelices, lo cual solo lo empeora. Cuando somos felices, nos sentimos inseguros de ello, lo cual lo destruye. Cuando nos sentimos neutros, nos descontrolamos porque sentimos que necesitamos que nos entretengan todo el tiempo. No nos sentimos satisfechos con sentirnos calmados y tranquilos, queremos que todo el tiempo esté pasando algo, sea televisión o música o lo que sea. Necesitamos cierto tipo de estimulación de forma constante, porque nos proporciona cierto sentido de vida.
Tengo una tía que siempre se duerme con la televisión encendida. De hecho, la tiene encendida 24 horas al día. Dice que le gusta porque si se despierta un poco durante la noche, la televisión está encendida. El silencio le asusta completamente. No solo es un poco extraño, también lo encuentro muy triste.
No hay nada especial en lo que estoy sintiendo
Lo primero que necesitamos ver, para poder mejorar nuestra actitud acerca de los altibajos de la vida, es que no es nada especial. No hay nada particularmente especial o peculiar acerca del hecho de que algunas veces no nos sentimos felices, y que algunas veces nos sentimos bien, algunas veces calmados y tranquilos. Esto es totalmente normal. Es simplemente como las olas en el océano, algunas veces la ola es alta, algunas veces estás en medio de las olas y algunas veces el océano está completamente calmado. Esa es solo la naturaleza del océano. ¿no es así? No es la gran cosa. Algunas veces quizás incluso haya una gran tormenta con gigantescas olas turbulentas; pero cuando pensamos en todo el océano, desde las profundidades a la superficie, realmente no es perturbado en las profundidades, ¿no es así? Es solo algo que aparece en la superficie como resultado de muchas causas y circunstancias, como el clima y demás. No hay nada sorprendente en ello.
Nuestra mente es como el océano. Es útil pensar así, para ver que en la superficie quizás haya olas que suben y bajan de felicidad, infelicidad, esta emoción, esa emoción, pero en las profundidades realmente no somos perturbados por eso. Esto no significa que no debamos tratar de tener un estado mental más calmado y feliz, porque eso es siempre preferible a la tormenta. Pero cuando la tormenta de las emociones y sensaciones extremas llega, no la convertimos en un huracán monstruoso. Simplemente lidiamos con ello en términos de lo que realmente es.
Muchas personas practican los métodos budistas y, con el paso de los años, realmente ven resultados de no enojarse tanto o no ponerse demasiado celosos, no ser horribles con los otros y demás. Luego, después de muchos años, quizás tengan un episodio de enojarse mucho, o enamorarse y experimentar un apego extremo y agitación emocional, y entonces se desaniman. La fuente del desánimo es que olvidan la perspectiva de “nada especial”, porque nuestras tendencias y hábitos están profundamente arraigadas y toma una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo superarlas. Podemos hacernos cargo de ellas de forma provisional, pero a menos que bajemos a la raíz de por qué nos enojamos y demás, recurrirá de tanto en tanto. Así, cuando vuelve a suceder, tenemos que asegurarnos de pensar: “nada especial”. Todavía no somos seres liberados, así que por supuesto que el apego y el enojo surgirán de nuevo. Nos atoramos cuando hacemos la gran cosa de ello.
La idea es que si entendemos y nos convencemos de que no hay nada especial acerca de lo que experimentamos o sentimos, entonces, pase lo que pase, incluso si es una caída de veinte extraordinaria, simplemente trabajamos con ello. Te golpeas tu dedo contra la mesa en la oscuridad y duele. Bueno, ¿qué esperabas? Por supuesto que va a doler cuando te golpees el dedo. Podemos revisar si hay un hueso roto, pero después simplemente continuamos. No es la gran cosa. No hay necesidad de brincar de un lado a otro y esperar que mamá venga a darnos un beso para sentirnos mejor. Así que tratamos de vivir nuestra vida de una forma relajada y fácil. Nos ayuda a permanecer calmados sin importar lo que suceda o lo que sintamos.
No hay nada especial en mí
El segundo punto, también, era la exageración. Esta vez, en lugar de nuestras sensaciones, exageramos la importancia de nosotros mismos. En realidad, este es el tema principal de las enseñanzas del entrenamiento de actitudes (entrenamiento mental), porque nuestros problemas y dificultades y demás provienen de una cosa: la actitud autocentrada. Esto significa que estamos obsesionados y siempre enfocándonos solo en “mi”, y somos la única persona por la que realmente estamos interesados. Tiene un aspecto de egoísmo y egotismo, y también de mezquindad y de preocupación exagerada por uno mismo. Hay muchas formas de describir esta actitud y las cosas que vienen con ella.
Cuando nos convertimos a nosotros mismos en algo o alguien especial, esta es realmente la fuente de nuestros problemas. Pensamos: “Soy tan importante. Por lo tanto, lo que siento es realmente importante”. Si estamos tan preocupados por “yo, yo, yo” por supuesto que nos vamos a preocupar por el hecho de que este “yo” esté feliz o infeliz o que no sienta nada.
¿Por qué compartimos nuestros sentimientos en las redes sociales?
El budismo siempre habla acerca de evitar los dos extremos, y dice que, en lugar de ello, es mucho mejor seguir un camino medio. Un extremo es exagerar todo lo que me sucede a “mí” y sentir que tiene que ser publicado a todo el mundo porque a todos realmente les importa. De hecho, a nadie le importa lo que comí en el desayuno esta mañana, o si me gustó o no me gustó. Pero aun así seguimos pensado que es sumamente importante. Y luego la gente le da me gusta a nuestras publicaciones. Pero ¿por qué nos importa a cuántas personas les gusta lo que desayunamos esta mañana? ¿Qué demuestra eso? Es algo interesante en lo que pensar.
¿Quizás las personas tienen una carencia de conversaciones en la vida real y tal vez solo desean compartir con otros? Bueno, sí, supongo que hay un cierto sentido de soledad. Pero en cierta forma te aísla aún más porque, en lugar de tener interacciones reales con otros, solamente lo estás haciendo en lo que piensas que es un ambiente más protegido, en tu computadora o en tu celular.
Lo que realmente estoy sugiriendo que revisemos es ¿por qué creemos que tenemos que compartir cómo nos sentimos? Por un lado, es porque pensamos que a todo el mundo le importa y que es importante para los demás saber lo que comimos en el desayuno y si nos gustó o no. Por supuesto, este es un ejemplo tonto pero, aun así, si pocas personas le dan “me gusta” a la publicación, nos apachurramos. Le damos demasiada importancia – “yo”, lo que estoy haciendo, lo que estoy sintiendo – y especialmente lo que otros piensan de eso. En lugar de tener autoconfianza y seguir con nuestra vida, pareciera que queremos publicarlo al mundo entero, casi pensando que somos tan importantes que dejarán todo para leer nuestro mensaje. ¿Acaso no es esto una exageración de nuestra importancia? Y encima de todo, tenemos inseguridad, lo cual no es un estado mental muy pacífico. Luego estamos revisando las publicaciones de los demás para asegurarnos que no nos perdimos de nada.
De cualquier forma, los dos extremos que necesitamos evitar son pensar que somos lo más importante en la vida o pensar que básicamente no somos nada. O todos tienen que saber lo que sentimos, sea que les importe o no, o ignoramos totalmente nuestros sentimientos.
Por supuesto que hay situaciones en las que es importante comunicar lo que estamos sintiendo, por ejemplo, si estamos en una relación con alguien y somos muy infelices en ella. Cuando hay necesidad de que alguien sepa cómo nos sentimos, es bueno decírselo a otros y no solo guardarlo dentro: “Lo que dijiste realmente me lastimó”, etc. Podemos hacerlo de forma equilibrada, sin exagerar, pero tampoco sin negarlo. Por supuesto, si estamos hablando de una relación, entonces se trata de dos personas, y es tan importante (e igualmente tampoco la gran cosa) lo que la otra persona siente.
Cuando hablamos del entrenamiento de actitudes, no es solo mi actitud sino también la actitud de todos los que están involucrados en la situación. En otras palabras, mi perspectiva no es la única, ¿o sí? Ese es uno de los principios esenciales utilizados en la terapia familiar, en la que cada integrante se relaciona con lo que él o ella está experimentando en casa. Así, si los padres pelean entre sí, pueden aprender de los hijos cómo eso los afecta. De lo contrario, es posible que no se den cuenta. Sus propios puntos de vista no son lo único que sucede en esta configuración dentro de la familia.
Formas de superar la actitud autocentrada
Así, el énfasis principal en el entrenamiento de actitudes o el entrenamiento mental tradicional, está en superar esta preocupación egocéntrica que por lo general llamamos “actitud egocéntrica”, y abrirnos a pensar en los demás. Revisamos antes algunas formas en las que podemos hacerlo, como imaginarnos a nosotros mismos de un lado y a todos los demás del otro, y pensar: “¿Quién es más importante, yo como individuo o todos los demás juntos?”, y utilizamos el ejemplo del tráfico: “¿Soy más importante que todos los demás que están atorados en el tráfico, de tal forma que yo tengo que llegar a mi destino y no me importan los demás?”.
Lo importante es que, cuando nos abrimos a pensar en todos los demás que están atorados en el tráfico, esto está realmente basado en la realidad. La realidad es que todos están atorados en el tráfico. No somos los únicos, ¿verdad? Así que cuando hablamos de mejorar nuestra actitud, lo hacemos sobre la base de la realidad; vemos lo que la realidad es y hacemos que nuestra actitud concuerde con eso. Uno de mis amigos, un maestro budista, decía que podemos resumir la aproximación budista en una sola palabra: “realismo”.
Debido a la forma en la que algunas veces se presenta el budismo, las personas piensan que tiene que ver con visualizaciones fantásticas y rituales, una especie de Disneylandia budista. Pero ese realmente no es el impulso del budismo en absoluto. Esas cosas están ahí, no las negamos, pero son un método para tratar de estar más de acuerdo con la realidad. Cuando se usan estos métodos, entendemos la diferencia entre la realidad y la fantasía, y el poder de la imaginación.
Somos seres humanos, así que ¿qué es lo que nos distingue de los animales? Hay muchas cosas que podemos señalar, pero lo principal es que tenemos el poder de la inteligencia y la imaginación. Podemos aprender a usar ambas. Un ejemplo de ello es cuando tenemos mucho deseo sexual por alguien. Eso puede ser muy perturbador. Así que lo modificamos, utilizando tanto nuestra inteligencia como nuestra imaginación.
El gran maestro budista indio Aryadeva escribió en su Tratado de 400 Versos (sct. Catuhshataka-shastra-karika) (III.4):
Cualquiera puede encontrar atractiva a cualquier otra persona, y sentirse enamorado de ella y regocijarse en su belleza. Pero, dado que esto es común incluso entre los perros y demás, ¡oh, tonto distraído! ¿por qué estás tan apegado a la tuya?
En otras palabras, si el perro o el cerdo encuentran a su pareja sexual muy atractiva, ¿qué hace a la nuestra tan especial? La cualidad del atractivo sexual proviene totalmente de la mente de los individuos; no es algo inherente al objeto de atracción. De lo contrario, a un cerdo podría parecerle que nuestra pareja es realmente hermosa y atractiva, y nosotros tendríamos que pensar que la pareja del cerdo es atractiva. A nivel intelectual esto es completamente correcto. Con nuestra imaginación, nos imaginamos a los cerdos y eso nos ayuda a que esto tenga sentido. Así que no hay nada realmente especial en alguien que encontramos atractivo. Esa persona me parece atractiva, aquella persona encuentra atractiva a otra. Es como en un restaurante: una persona quiere esto del menú, otra persona quiere aquello. ¿Y qué? Nada especial.
Cuando podemos ampliar este tipo de pensamiento, se vuelve muy interesante. ¿Por qué a todos debería gustarles hacer las cosas como yo las hago? Obviamente hay egocentrismo detrás de este pensamiento: “La forma en que yo lo hago es correcta”. Entonces nos molestamos cuando alguien más organiza el escritorio o los folders de la computadora de una manera diferente: “¡Eso está muy mal!”. Es bueno reconocer que hay muchas formas diferentes de hacer las cosas, así como hay muchos objetos diferentes de atracción sexual.
Cuando leemos o escuchamos acerca de este entrenamiento de actitudes en donde el énfasis principal es detener la actitud autocentrada y empezar a pensar en los demás, no tenemos que llevarlo a toda la extensión de pensar que estamos trabajando para beneficiar a cada uno de los seres en el universo. Podemos hacerlo, por supuesto, como decíamos antes: “Soy uno de los siete billones de seres humanos en este planeta, junto con incontables animales e insectos. Todos se sienten felices, infelices o neutrales, así que no hay nada especial en mí”. Pensamos en lo que estamos sintiendo en el contexto de todos, y nuestra mente está mucho más abierta, en lugar del habitual “yo, yo, yo”. Es como con el calentamiento global; tenemos que considerar cómo afectará a todos, porque no solo concierne a una persona.
Aun así, no tenemos que ir a ese grado para de hecho llevar a cabo un cambio beneficioso, ir de la actitud autocentrada a valorar a los demás. También podemos hacerlo a una escala más modesta, observando nuestros propios alrededores inmediatos – “no soy la única persona en esta relación” o “no soy la única persona en esta familia”. De esta forma, poco a poco nos preocupamos más por el grupo más grande. Quizás todavía no podamos incluir a todos los seres del universo, pero podemos empezar con esta escala, no solo en un nivel superficial de “me gusta” de Facebook, sino encuentros personales reales con otros.
Sí, esto es limitado, porque podemos alcanzar a muchas más personas a través de una red social de lo que podemos hacer en la vida diaria. Pero cuando una red social virtual reemplaza el contacto interpersonal real y las relaciones, ahí es cuando empieza el problema. Puedes estar con alguien, pero no estar realmente ahí, porque estás enviándole mensajes a otra persona. Ahora ese es un fenómeno común, no solo entre los adolescentes, sino también entre niños que reportan sentirse muy abandonados, porque sus padres están constantemente enviando mensajes y no les ponen atención.
Diferentes formas de practicar el entrenamiento mental
Hay muchos niveles en los cuales podemos practicar el entrenamiento mental. No necesita involucrar ningún tipo de práctica exótica; lo único que necesitamos es usar nuestra inteligencia en términos de lo que nos parece realista. Lo que es realista es que no somos la única persona en el universo, y no somos la persona más importante en el universo, pero obviamente tampoco somos nada. Somos uno de los muchos seres en el universo, somos parte de esto. Podemos usar nuestra imaginación en términos de empatía, para tratar de entender la situación y los sentimientos de otras personas y la forma en la que ellas experimentan las cosas.
Nuestra inteligencia y nuestra imaginación son dos grandes herramientas que podemos usar. Entrenamos nuestra inteligencia con lógica, y entrenamos nuestra imaginación con cosas como la visualización, no para convertirnos en computadoras con nuestro intelecto o ganar una medalla por imaginar todo tipo de detalles fantásticos, sino para superar dificultades y problemas en nuestra propia vida. Desde una perspectiva más amplia, también lo hacemos para ser capaces de ayudar a otros a hacer lo mismo. Es bueno tener esta perspectiva más amplia y abarcadora, con la que podemos entender y empatizar con todos en términos de todo lo que les ha sucedido a ellos, lo que les está sucediendo ahora y lo que podría sucederles potencialmente en el futuro. ¡Eso implica tanto la inteligencia como la imaginación!
Podemos llevar esto a nuestra vida cotidiana en una variedad de formas. El nivel más simple es tener esta sensación de “nada especial”, el cual llega a un entendimiento de que, pase lo que pase, bueno o malo o neutro, no es nada particularmente especial. A lo largo de la historia, al menos desde los antiguos griegos hasta ahora, todos han dicho: “Esta es la peor época: la generación más joven está totalmente degenerada, horrible y corrompida”. Si revisamos la literatura a lo largo del tiempo, todos han dicho esto, pero no es realmente cierto. No hay nada especial en lo que está pasando, nada especial en mí, nada especial en lo que estoy sintiendo. Simplemente fluye y fluye y fluye, conducido por innumerables causas y condiciones que interactúan unas con otras. Simplemente necesitamos lidiar con ello de la forma más beneficiosa posible, usando nuestra inteligencia e imaginación para empatizar con nosotros mismos y con los demás.
Resumen
Cada uno de nosotros somos solo uno entre más de siete billones de humanos en este planeta, pero ninguno de nosotros es tan diferente de los demás. Cuando tratamos de superar nuestra actitud autocentrada, automáticamente nos volvemos más realistas: vemos cómo todos estamos en esto juntos, en lugar de que todos estén en contra de nosotros. No hay nada particularmente especial en nosotros, un entendimiento que trae una gran mejoría en la calidad de nuestro bienestar emocional y en la interacción con otros.