La meditación del gurú del nivel sútrico

Nuestro análisis de algunos de los problemas que han causado relaciones malsanas con maestros espirituales en Occidente ha sugerido la meditación kadam del gurú del nivel sútrico como un marco para el proceso de sanación. En varios casos pareció apropiado adicionarle pasos a la meditación, pero dentro del contexto del método tradicional. Resumamos nuestras conclusiones en función de una relación discípulo-mentor mahayana.

La meditación comienza con imaginar a nuestros mentores o mirar fotografías de ellos y ofrecer la invocación de siete partes: postrarse, hacer ofrendas, admitir los errores, alegrarse por las virtudes de otros, solicitar enseñanzas, suplicarle a los gurús que permanezcan en este mundo, y dedicar el potencial positivo de la práctica. Como parte de la admisión de los errores, también podemos reconocer los agravios que podamos haber experimentado por parte de maestros no tan perfectos.

Después de la invocación recordamos las ventajas de enfocarnos en las buenas cualidades de nuestros mentores y las desventajas de hacer hincapié en sus defectos. Luego, recordamos las deficiencias de los maestros, despejamos las inexactitudes convencionales y meditamos en los defectos convencionalmente exactos como carentes de existencia como defectos inherentes. Podemos repetir el procedimiento con nuestras propias deficiencias. Posteriormente, podemos seguir un procedimiento similar, primero con respecto a nuestras propias buenas cualidades, y luego con las de nuestros mentores. El proceso implica recordar las cualidades, despejar cualquier valoración exagerada o interpolación, y luego enfocarse en las que son convencionalmente exactas como carentes de existencia como maravillas inherentes.

Libres de ingenuidad, nos enfocamos en las buenas cualidades reales de nuestros mentores con la creencia lúcida de que tienen esas cualidades. Cuando las cualidades reales son perfectamente claras, reforzamos nuestra confianza en su presencia al pensar en el proceso por el cual nuestros mentores las han obtenido, y al recordar los efectos positivos que tienen en otros y en nosotros. Después nos enfocamos con convencimiento en el hecho de que esas cualidades se pueden lograr y en la conclusión de que nosotros podemos alcanzarlas, y que lo haremos, para beneficiar a los demás. Esta sección de la práctica concluye al enfocarse con plena atención en nuestros mentores, con una firme convicción y confianza, y posteriormente, al permitir que una concentración total en estos sentimientos nos impregne para integrarlos completamente.

Después dirigimos la atención a la bondad de nuestros mentores. Podemos complementar este paso recordando nuestros sentimientos de su falta de bondad, examinando cualquier regresión degenerativa que pueda estar afectando nuestros sentimientos, y despejando las inexactitudes convencionales y exageraciones del comportamiento de nuestros mentores. Luego nos enfocamos en los hechos exactos como carentes de existencia como indicadores de que nuestros mentores son inherentemente desconsiderados o crueles. Al recordar que a veces las personas muestran la bondad en formas diferentes de aquellas que normalmente podemos reconocer o desear, traemos a nuestra mente la bondad de nuestros mentores. Despejando cualquier exageración o interpolación, nos enfocamos en la bondad convencionalmente exacta como carente de existencia como un favor o bendición inherente. Si nos parece relevante, también podemos enfocarnos en nosotros como carentes de defectos congénitos que nos tornarían, por sus propios poderes, inherentemente indignos de bondad o amor. Al igual que cuando nos enfocamos en nuestros mentores con una firme convicción, nos enfocamos atentamente en ellos con un aprecio lúcido, sincero, con respeto afectuoso, y nos dejamos impregnar por esos sentimientos.

Con una firme convicción, confianza, aprecio y respeto afectuoso por nuestros mentores, ahora solicitamos inspiración. La inspiración entra en nuestro corazón en la forma de luz blanca o amarilla que emana del corazón de nuestros mentores – blanca para disminuir deficiencias tales como baja energía y amarilla para estimular las buenas cualidades-. Después, imaginamos que pequeñísimas imágenes de nuestros mentores se acercan a la coronilla de nuestra cabeza. Se quedan sentadas allí durante el resto del día para actuar como testigos de nuestro comportamiento y pensamiento, y para servir como fuentes continuas de inspiración. Antes de ir a dormir por la noche, podemos imaginar que estas pequeñísimas imágenes vienen hasta nuestro corazón y se disuelven, o podemos imaginar que nos quedamos dormidos con la cabeza apoyada en el regazo de nuestro mentor.

La meditación finaliza con la dedicación del potencial positivo de la práctica. Pensamos: “Que el legado positivo de las buenas cualidades y la bondad de mi mentor pueda integrarse con mi entramado de buenas cualidades, potenciales positivos y darse cuenta profundo. Que pueda madurar y afectar mi comportamiento de modo que pueda transmitir este legado a otros y ayudarlos a obtener bienestar emocional, un renacimiento más afortunado, la liberación y finalmente la iluminación para beneficio de todos”.

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