Introducción
Los doce eslabones de surgimiento dependiente (rten-‘brel yan-lag bcu-gnyis) describen el mecanismo del renacimiento. El renacimiento se refiere a la continuidad de la mente. Cuando hablamos de la mente en el budismo, no estamos hablando de algún tipo de “cosa” en nuestra cabeza. Más bien, hablamos de una actividad que está ocurriendo todo el tiempo. No estamos haciendo una división, como hacemos en el pensamiento occidental, entre la mente y el corazón, o entre el aspecto racional/intelectual por un lado, y el aspecto emocional/intuitivo por otro. Más bien, estamos hablando de un tipo de actividad que incluye tanto el lado racional como el lado emocional, tanto el pensar como el sentir. Estamos hablando también de percibir: ver, oír, oler, degustar y sentir sensaciones físicas. Así, de lo que realmente estamos hablando es de la actividad mental de experimentar, y siempre es la actividad mental de experimentar algo: la actividad mental siempre tiene contenidos. Además, es experimentar las cosas de forma individual y subjetiva, y este experimentar individual y subjetivo de las cosas continúa momento a momento sin descanso. Experimentamos estar despiertos, estar dormidos, soñar e incluso morir. Además, no tiene principio ni fin.
Nuestra experiencia individual y subjetiva de las cosas en este momento está mezclada con o manchada de confusión. La confusión también ha acompañado nuestra experiencia de las cosas sin principio, pero la confusión no es una parte intrínseca de nuestra experiencia. Puede ser eliminada o separada de nuestro experimentar las cosas. No sólo puede ser removida en el sentido de una eliminación temporal, sino que puede ser eliminada de tal forma que nunca recurra. Esto se debe a que la confusión puede ser sustituida por el entendimiento, y el entendimiento puede vencer a la confusión de tal modo que nunca vuelva a surgir. Y esto es debido a que cuanto más examinamos el entendimiento, más se valida; y cuanto más examinamos la confusión, más se desmorona.
Ya que no tiene principio ni fin, la continuidad de la experiencia individual y subjetiva de las cosas prosigue de una vida a otra. El renacimiento puede ocurrir de dos formas: en una, la confusión es parte de la experiencia de una vida a otra; al estar mezclada con la confusión, tenemos varios tipos de problemas como parte de nuestra experiencia. De hecho, el budismo dice que, si miramos más de cerca, veremos que cuando nuestra experiencia de las cosas está mezclada con la confusión, cada momento de nuestras vidas está lleno de problemas de un tipo u otro. A esto se le llama “samsara”. La forma en la que me gusta traducir samsara es “renacimiento incontrolablemente recurrente”. En otras palabras, el samsara se repite una y otra vez, está repleto de problemas y no tenemos control sobre él. En cierto sentido, se perpetúa a sí mismo.
Podría no parecer razonable decir que todo es sufrimiento, pero si decimos que todo lo que experimentamos o hacemos en la vida tiene problemas, podemos relacionarnos más fácilmente con ello. Por lo tanto, prefiero decir “problemas” en lugar de “sufrimiento”. Incluso cuando estamos experimentando felicidad hay un problema: no solamente no dura, sino que tampoco sabemos qué es lo que vendrá después. Nuestro estado de ánimo cambiará, nunca sabemos cuándo y tampoco sabemos cuál será el siguiente. Ese es un problema.
Debido a que la confusión es algo que puede separarse y eliminarse de nuestra experiencia de las cosas, el renacimiento puede continuar sin confusión. Técnicamente, esa situación en realidad no es renacer, sino la continuidad de nuestra experiencia individual y subjetiva de las cosas. Se le llama estado de “liberación” o “nirvana”, en el cual uno se encuentra libre del samsara.
El proceso de llegar a ser libre del samsara y alcanzar, no sólo la liberación sino también, con el tiempo, la iluminación de un buda, es complicado e implica atravesar varias etapas. La continuidad de la experiencia individual y subjetiva de las cosas prosigue a través de todo el proceso de purificación: desde estar completamente mezclado con la confusión hasta estar libre de la confusión y en un estado de completa realización de todos los potenciales que tenemos.
Para ser capaces de liberarnos a nosotros mismos de la experiencia incontrolablemente recurrente del renacimiento con su confusión y problemas, es importante entender cómo ocurre y cómo se desarrolla. Esto se describe en lo que se conoce como los “doce eslabones de surgimiento dependiente”. Al buen estilo budista, no es una descripción simple ni lineal. Lo que vamos a intentar abarcar este fin de semana es una descripción de cómo funcionan estos doce eslabones. En otras palabras, cómo es seguimos experimentando el renacimiento incontrolablemente recurrente con problemas y confusión. También exploraremos cómo un correcto entendimiento de la vacuidad o la realidad es capaz de romper esta secuencia incontrolablemente recurrente, de tal forma que, con el tiempo, podamos experimentar la liberación y la iluminación.
Podemos discutir el mecanismo del samsara en términos de estos doce eslabones en muchos niveles de complejidad. Este fin de semana propongo explicarlo con un nivel de complejidad que no es ni muy simple ni muy complicado. Si es demasiado simple para ustedes, por favor sean pacientes. Si es demasiado complicado, por favor también sean pacientes. Además, algunas de las presentaciones de los doce eslabones describen a los doce ocurriendo a cada momento o dentro de una misma vida. Aquí sólo los discutiremos en términos del proceso de renacimiento; esta es su referencia más común.
“Eslabones” asimétricos
En este contexto se utiliza la palabra “eslabón” porque el proceso se describe como una cadena. Ya estamos advertidos de que no es una cadena lineal; no es que los doce vayan uno detrás del otro en una secuencia lineal.
En el pensamiento de la Antigua Grecia, lo que era verdad se equiparaba a lo bueno y esto a su vez se equiparaba a lo bello. Así que desde la perspectiva de la Antigua Grecia, la belleza es simétrica: la divina proporción. Todo funciona de forma equitativa, agradable y ordenada. La verdad debe ser así; entonces todo está bien. Tenemos esta herencia de la Antigua Grecia a un nivel inconsciente: si todo funciona de forma agradable, ordenada y simétrica, nos sentimos cómodos y satisfechos con ello. Si no es así, nos sentimos incómodos, ¿no es cierto?
Como uno de mis profesores tibetanos señaló, no hay motivo por el cual el universo deba ser simétrico o por el cual las cosas deban funcionar equitativamente. Si piensan en ello desde un punto de vista científico, si el universo fuera simétrico entonces, cuando empezó con una gran explosión, todas las estrellas se hubieran dispuesto simétricamente. Pero no son simétricas, ¿o sí? Esto demuestra que no hay una simetría innata en el universo. Como bien dijo otro de mis profesores: “la simetría es estúpida”. No nos aferremos a que los doce eslabones son algo simétrico, agradable y ordenado, porque no lo son. Intentemos expandir nuestro concepto de lo que es bello más allá de la simetría.
El primer eslabón: el no darse cuenta
El primero de los doce eslabones se llama “no darse cuenta” (ma-rig-pa). Aunque normalmente se traduce como “ignorancia”, no me parece una traducción satisfactoria ya que implica que somos estúpidos. Literalmente, es una falta de darse cuenta, en otras palabras, no darse cuenta. Cuando hablé de que la confusión está mezclada con nuestra experiencia de las cosas, me estaba refiriendo al no darse cuenta. Veamos su definición.
Los maestros indios Vasubandu y Asangha explicaron el no darse cuenta como la lobreguez o la pesadez del no saber. Según algunas otras descripciones, tales como la de Dharmakirti, puede incluir la turbiedad o pesadez de aprehender las cosas de una forma errónea o inversa: no sabemos algo o lo entendemos erróneamente.
Hay muchas cosas que podemos no saber o saber de una forma incorrecta. No sé el nombre de todos los que están en esta habitación, por ejemplo. Aquí no estamos hablando del no darnos cuenta de tales cosas, sino simplemente de dos temas específicos. El primero es la causa y efecto conductual. Esto no se refiere a la causa y efecto físicos, tal como saber cuán lejos llegará una pelota cuando la pateas con cierta fuerza. Estamos hablando de la causa y el efecto en términos del comportamiento. En otras palabras, la causa es nuestro comportamiento: cómo actuamos, hablamos y pensamos, y el efecto es lo que experimentamos. La causa y efecto conductual es acerca de la conexión entre nuestro comportamiento y lo que experimentamos como resultado.
Si no nos damos cuenta de la causa y efecto conductual, actuamos destructivamente porque no nos damos cuenta de cuál será el resultado. En consecuencia, experimentamos peores estados de renacimiento. Actuamos destructivamente y, en consecuencia, renacemos en estados que no son conducentes en absoluto para el progreso espiritual.
El segundo tema del que no nos damos cuenta es la naturaleza de la realidad, en otras palabras, cómo existe todo. No darnos cuenta de la realidad nos causa tener renacimientos samsáricos en general, tanto en situaciones conducentes como no conducentes para la práctica espiritual. Todos nosotros tenemos ambos tipos de no darnos cuenta.
¿Cuál es la función del no darnos cuenta? ¿Qué hace en nosotros? Asangha dijo que, en primer lugar, nos hace estar aturdidos o confusos. Desorientados es otra palabra. No sabemos qué hacer. No sabemos qué pasa, porque realmente no entendemos, estamos confundidos. En segundo lugar, nos vuelve indecisos: no estamos seguros de nosotros mismos; no sabemos cómo actuar o cómo relacionarnos con la gente, aunque tengamos todo tipo de ideas. Por lo general, adoptamos una actitud incorrecta y, por lo tanto, en tercer lugar, nos hace obstinados e insistimos en una forma extraña de entender las cosas.
Si observáramos el estado mental o emocional que se describe aquí, de estar confundidos, desorientados, indecisos y ser obstinados al insistir en algo de lo que básicamente no estamos seguros, ¿qué palabra lo describiría? ¿La reconocen? Es “inseguridad”. Todos nosotros la conocemos. Aunque no hay una palabra similar a “inseguridad” en el idioma budista original, me parece que podemos entender de lo que estamos hablando. El no darnos cuenta funciona para hacernos sentir inseguros.
El primer eslabón de surgimiento dependiente es el no darnos cuenta de la realidad, no el no darnos cuenta de la causa y efecto conductual. Esto es de lo que estamos hablando en general. Ahora tenemos que entender esto de una forma más precisa.
No darse cuenta de la realidad
Como parte de nuestra experiencia individual y subjetiva de las cosas, éstas parecen existir con algún tipo de identidad sólida; parecen existir sólida o concretamente. En estos puntos la terminología es muy difícil. Necesitamos usar términos generales para tener un entendimiento general, de tal forma que podamos discutirlo posteriormente con más detalle. “Sólidamente” es la palabra más simple que puedo pensar para utilizar en este contexto.
Por ejemplo, puede parecernos que realmente tenemos problemas en nuestra vida, sólida y concretamente. Tal vez nuestra pareja nos ha dejado. En ese momento, todo lo que en realidad está ocurriendo es que estamos mirando por la ventana y nos sentimos tristes, pero nos parece como si tuviéramos un problema monstruoso: concreto, sólido, pesado. Este tipo de cosas nos ocurren todo el tiempo; aprehendemos o percibimos las cosas de ese modo.
Aunque de hecho podamos tener un problema, un problema “monstruoso” no corresponde con la realidad. No hay una cosa enorme y pesada sentada en nuestra habitación. Una forma realista de verlo sería pensar que la persona se fue, no es fácil y nos sentimos tristes, pero así es la vida. ¿Qué esperamos del samsara? Lidiamos con ello e intentamos encontrar alguna solución. La forma en que esta situación parece existir, como un problema monstruoso, no corresponde con la realidad. Desafortunadamente, no sólo el problema parece existir de esa forma, sino que realmente se siente como si tuviéramos un gran problema horrible.
Cuando aprehendemos algo como un problema monstruoso, no nos damos cuenta de que esa no es la realidad, o bien, la conocemos incorrectamente y pensamos que eso corresponde con la realidad. Esas son las dos definiciones del no darse cuenta. En cualquiera de los casos, significa sufrimiento.
Los dos tipos de no darse cuenta de la realidad
El no darse cuenta de cómo existen las cosas puede ser respecto a (1) cómo existen las personas o individuos (gang-zag), incluyendo a las cucarachas, o sobre (2) cómo existen las cosas (chos), como la mesa o un problema. Si usamos la palabra individuo, necesitamos limitarlo a los seres vivientes, y si usamos la palabra persona, tenemos que extenderla para incluir seres más allá del reino humano. Usemos “ persona” porque es la traducción común, pero por favor tengan en mente que esto incluye cucarachas, fantasmas y todos los demás tipos de seres.
El eslabón de no darse cuenta es específicamente el no darse cuenta de cómo existen las personas, tanto nosotros mismos como los demás. No incluye el no darse cuenta de cómo existen todos los fenómenos. Estamos confundidos acerca de cómo existen las personas. Parecen existir concretamente y se siente de esa forma. “¡Mi amigo es tan maravilloso!”, “mi amigo no me llamó”. Convertimos a esta persona, nuestro amigo, en algo concreto, sólido, pesado. Parece de esa forma, se siente de esa forma y nos lo creemos. No sabemos que él o ella no existen de ese modo. La gente cambia momento a momento. No hay un gran bulto sólido ahí llamado “nuestro amigo”.
Los dos niveles de no darse cuenta de cómo existen las personas
Hay dos niveles de no darse cuenta de cómo existen las personas: el no darse cuenta basado en la doctrina (kun-brtags) y el no darse cuenta que surge automáticamente (lhan-skyes). El primero a veces se traduce como no darse cuenta “basado intelectualmente”. Yo solía traducirlo como “no darse cuenta basado ideológicamente” o “no darse cuenta basado en la propaganda”, pero ahora prefiero el término basado en la doctrina.
El no darse cuenta basado en la doctrina es el no darse cuenta que proviene de conceptos que hemos aprendido de afirmaciones de uno de los sistemas filosóficos indios no budistas con respecto al “yo” (bdag, sct. atman) y que aceptamos como verdaderos. Según las visiones de estos sistemas, la identidad de una persona o el “yo” existe como una mónada estática, sin partes (un monolito permanente) independientemente de los factores agregados de cuerpo y mente.
La mayoría de los occidentales nunca hemos estudiado los sistemas filosóficos indios no budistas, por lo tanto, no tendríamos un auténtico no darse cuenta basado en la doctrina, derivado de aprender y creer en su visión compartida de que existimos como un “yo” con estas tres características definitorias. Sin embargo, me parece que podemos postular una forma análoga de no darse cuenta basado en la doctrina, derivado de conceptos adquiridos de otras fuentes que afirman solamente una o dos de estas características. Técnicamente, este no darse cuenta surgiría de una consideración incorrecta (tshul-min-gyi yid-byed), tal como considerar algo no estático como estático. Podría surgir de conceptos de cómo existimos que hemos adquirido por la influencia de nuestras familias, sociedad, televisión, religión, políticas, publicidad y demás. Podríamos no haber aceptado estos conceptos conscientemente y deliberadamente, con frecuencia los asimilamos inconscientemente.
Después, existe el no darse cuenta que surge automáticamente, que incluso los animales tienen. Pero no debemos pensar que los animales no tienen un no darse cuenta basado en la doctrina. Los animales tienen conceptos, aunque no sean verbales. Al igual que un humano, un perro, por ejemplo, podría llegar a ser muy neurótico respecto a sí mismo sobre la base de haber sido constantemente golpeado y de que se le hubiera dicho que es un perro malo.
El no darse cuenta que surge automáticamente no es algo que necesitamos aprender. Desde que nacemos estamos confundidos acerca de cómo existimos. Aunque podríamos no sentir ni creer automáticamente que nosotros como personas tenemos las tres características que los sistemas indios no budistas afirman que el yo tiene, podríamos sentir automáticamente que tenemos una u otra de esas cualidades.
Cuando hablamos de este primer eslabón como el no darse cuenta de cómo existe la gente, estamos hablando de ambos tipos de no darse cuenta: basado en la doctrina y que surge automáticamente. Exploremos estos dos tipos de confusión. Me parece que es importante reconocerlos dentro de nosotros mismos, así que enfoquemos nuestro análisis en el no darse cuenta de cómo existimos nosotros mismos.
Este no darse cuenta se refiere a nuestro “yo” convencional y a cómo existe. Parece como si “yo” existiera como una entidad concreta, no afectada por nada, siempre uno y el mismo, una entidad separada de mi experiencia. A un nivel más profundo, pareciera que el “yo” es un jefe controlador sentado dentro de nuestra cabeza, que recibe información desde un monitor y unos altavoces, y que presiona botones y usa al cuerpo y a la mente como a una máquina. Veamos ejemplos de cada una de estas características para que podamos identificar a qué se refieren.
- Primero, veámoslas en términos de un no darse cuenta basado en la doctrina acerca de cómo existimos que es similar. Nuestras familias, la sociedad y la publicidad nos han dicho cómo ser un hombre o una mujer. “Sin importar lo que pase, no dejes que nada te afecte. Sé un hombre o una mujer. Mantente en tu sitio. Sin importar lo que pase, mantente tranquilo”. Pensemos en ello por un momento e intentemos reconocerlo en nosotros mismos. Observen si sienten como si hubiera un “yo” concreto que está siempre tranquilo e inafectado por lo que hacemos o por lo que ocurre. No nos deshacemos de él al pensar que es estúpido pensar de ese modo.
- Otro aspecto es que parece que siempre somos uno y el mismo – únicos. “Sé alguien en este mundo. Encuéntrate a ti mismo. Sé tú mismo. Sé siempre fiel a ti mismo”. Nuestra sociedad y familias nos dicen eso, está enraizado en nuestra cultura. ¿Qué hay detrás de ello? Sentir que siempre somos uno y el mismo “yo”, que es el “yo” verdadero, único. Si no nos hemos encontrado a nosotros “mismos”, necesitamos encontrarlo y permanecer siempre fiel a ello. Es raro, piénsenlo un momento. Está basado en la doctrina y enraizado profundamente, psicológicamente. Además, por favor tengan en cuenta que todos estos pensamientos son normalmente inconscientes.
- La tercera característica es que este “yo” aparentemente sólido parece separado de nuestra experiencia. “Siempre ser joven y verse bien”. Eso implica que podría haber un “yo” que está separado de sentirse mal o de envejecer, y que podría ser siempre joven y sentirse bien. Cuando nos levantamos por la mañana y estamos medio dormidos y nuestro pelo es un desastre, nos miramos en el espejo y pensamos: “ese no soy yo”. Esto implica que hay un “yo” separado de éste que luce diferente. Basados en esa creencia, hacemos que esta bola de carne con pelo se vea como el “yo” real. Entonces pensamos: “¡ahora sí soy yo! Antes no era yo”. Estamos condicionados por nuestras familias, la sociedad y demás para actuar de ese modo. Decimos: “simplemente hoy no soy yo mismo”. Bueno, ¿entonces quién somos? También decimos: “no me reconocí a mí mismo”; realmente se siente de esa forma. Es una lástima que no nos demos cuenta de que realmente no existimos de esa forma; pensamos que así es como somos realmente.
- También nos dicen constantemente que tengamos el control. Freud nos dice que hay un súper ego. Es una idea rara: hay un “yo” dentro de mí que controla a otro “yo” que necesita ser controlado, por lo que hay dos “yos”. Es como cuando decimos: “no me he permitido tener un buen rato últimamente, pero ahora me voy a soltar”. Si pensamos en ello, es realmente raro. Un “yo” le va dar permiso a otro “yo” para pasar un buen rato. Llega a ser algo enraizado psicológicamente de forma profunda y causa muchos problemas. Estos son aspectos diferentes del no darse cuenta basado en la doctrina acerca de cómo existimos.
Luego tenemos el no darse cuenta que surge automáticamente acerca de cómo existimos. Esto surge porque automáticamente parecemos existir en formas imposibles. Es parte de nuestra experiencia individual y subjetiva de las cosas. Veamos las características del “yo” concreto que es el objeto de este no darse cuenta que surge automáticamente. Podemos entenderlo con ejemplos.
- Parece como si hubiera un “yo” que no es afectado por nada, que es estático. “Me hirieron, pero aquí estoy, inafectado”, así se siente. Debido a que no subimos de peso inmediatamente, inconscientemente pensamos: “puedo comer esta galleta y no verme afectado por ello”.
- Siempre uno y el mismo. ¿No parece que el “yo” que se fue a dormir anoche es el mismo “yo” que se levanta por la mañana? “Fui a dormir y ahora me levanté. Aquí estoy otra vez: el mismo ‘yo’”. Simplemente parece de ese modo, automáticamente.
- Parece que hay un “yo” separado de mi experiencia o de mis agregados. “Me herí mi mano”. Piensen en ello. ¿No se siente como si hubiera un “yo” separado de nuestra mano? El “yo” que se lastimó su mano parece existir sólidamente separado de la mano, del mismo modo que el “yo” que comió el pastel parece existir sólidamente separado del pastel. Aparece automáticamente de esa forma. “Me estoy sintiendo fatal”. Parece que hay un “yo” que está separado de la experiencia de sentirse fatal. Automáticamente se siente como si hubiera algún “yo” separado.
- También aparece automáticamente que hay un “yo” que es el jefe. ¿Por qué? Porque hay una voz en nuestra cabeza diciendo: “¿qué debo hacer ahora?”.
Este es el primer eslabón de surgimiento dependiente. Es el catalizador principal de todo este proceso del samsara, este no darse cuenta de cómo existimos, tanto la forma basada en la doctrina como la forma que surge automáticamente; todos lo tenemos. No debemos pensar que sólo gente estúpida que anda por ahí lo tiene, ¡nosotros lo tenemos! Sin embargo, tener esta confusión no significa que seamos estúpidos, es normal tenerla. Es parte de experimentar. ¡Así se siente! Sin embargo, no corresponde con la realidad. Cuando no entendemos esto, compramos la idea y creemos en ella.
Lo dejaremos aquí por esta noche y mañana exploraremos cómo este no darse cuenta de cómo existimos nosotros y los demás perpetúa el samsara. El punto importante de esta noche es que el primer eslabón no está hablando de algo teórico y abstracto. Es fundamental para todos, todos lo tenemos. Es la experiencia más cotidiana que tenemos. Acompaña nuestra forma de experimentar las cosas, tanto si somos conscientes de ello como si no.
Preguntas sobre cómo existe el “yo”
¿Puedes decir más sobre las características del no darse cuenta de cómo existe el “yo”?
Cuando decimos: “me lastimé la mano”, es como si hubiera un “yo” que está separado de algo diferente de sí mismo que lo posee y que ahora le duele. Decimos: “ahora iré al mercado”, como si recogiéramos a un “yo” que está separado de todo esto y lo lanzáramos a la experiencia de ir al mercado.
Es realmente importante trabajar con todo esto. Estas características de no ser afectado, ser uno y el mismo y estar separado están hablando de la misma cosa, un “yo” aparentemente concreto.
Otro ejemplo es que alguien que ha sido abusado y maltratado piense: “puedes herir mi cuerpo, pero no puedes alcanzarme a mí”. Igualmente, una prostituta podría pensar: “puedes tener mi cuerpo, pero no puedes tenerme a mí” . Una persona hermosa podría pensar: “quiero alguien que me ame por mí misma y no sólo por mi cuerpo”. Lo que es realmente engañoso es que se siente de ese modo; se siente como si existiéramos como una entidad sólida.
¿Cómo podríamos decir que hemos sido golpeados de forma que no implique una separación?
Está simplemente la experiencia de ser golpeado. Por ejemplo, hace unos minutos, estaba la experiencia de ver la televisión. Ahora es la experiencia de ver a mi padre entrando en la habitación, la experiencia de escucharle gritar, la experiencia de él pegándome y diciéndome que deje de ver la televisión y vaya a conseguir un trabajo. Después está la experiencia de ver a mi padre salir de la habitación y la experiencia de ver la televisión mientras siento dolor. Eso es todo lo que ocurrió.
Si quisiéramos juntar todas esas experiencias y referirnos a toda la experiencia, diríamos que se refiere a “mí”. Es una experiencia individual y subjetiva de una secuencia de eventos conectados. ¿Qué está pasando cuando pensamos: “él está golpeando mi cuerpo, pero no puede realmente tocarme a mí, no voy a dejarme sentir el dolor y la ira, voy a ser un hombre?”. Lo único que está pasando es el pensamiento de esos pensamientos.
Sólo porque pensemos algo no significa que corresponda con la realidad. También podemos sentir cosas que no necesariamente corresponden con la realidad. Lo único que está pasando es el sentir, pensar y experimentar. El punto está en no hacer una gran cosa de ello. Ocurrió debido a causas y circunstancias de mi parte, y también de parte de mi padre. Lo que seamos capaces de cambiar, lo cambiamos; añadimos algunos ingredientes más en la sopa kármica que está afectando lo que sucede. Cuando nos sentimos como la víctima sólida, bueno, puede sentirse de esa forma, pero realmente no es así como son las cosas.
Si tengo un dolor de cabeza, ¿es la suma total de mis momentos previos? Pero al mismo tiempo, cada momento es nuevo. ¿Cómo podemos unir esto?
El proceso completo de cómo madura el karma es extremadamente complicado; lo discutiremos un poco mañana. Básicamente, todas la distintas acciones que hemos cometido con al menos cierto nivel de motivación, sea positiva o negativa, resultan en un potencial para experimentar esto o aquello o experimentar felicidad o infelicidad. Hay un incontable número de potenciales. Es cuestión de cuáles se van a activar en cualquier momento particular para dar surgimiento a esta experiencia o aquella experiencia, este estado de ánimo o aquél estado de ánimo. Lo que hacemos ahora puede proveer las circunstancias para activar el potencial de experimentar tanto algo desagradable como algo agradable. Si empezamos a pensar que somos la pobre víctima, esto ciertamente va a activar un potencial para sentirnos infelices, ¿cierto? Si pensamos en la situación de ser golpeados como el resultado de muchos factores diferentes, puede que no active un potencial de sentirnos encantados, pero al menos nuestra experiencia de ser golpeados cambia. Entender la situación y tener paciencia desarrolla un potencial para ser capaz de repetir ese entendimiento y paciencia más fuertemente en el futuro.
Hay una idea de la nueva era de tener que encontrar nuestro “verdadero yo”. ¿No contribuye esto a la confusión?
Una vez, un amigo me envió una postal que tenía una foto de un joven haciendo excursión por las montañas, con botas especiales y todo el equipamiento. En el camino, conoció a alguien que se parecía a él, pero que estaba ataviado con un traje de tres piezas y un maletín. Mi amigo modificó el pie de foto para que dijera: “mientras hacía una excursión por el Himalaya, Alex encontró su verdadero yo”.
La idea de que tenemos que encontrar nuestro verdadero yo no es exclusiva del movimiento de la nueva era. Un gran psicólogo occidental, Erik Erikson, habló sobre la crisis de identidad al final de la adolescencia. De hecho, él acuñó el término crisis de identidad. La gente necesita establecer una identidad separada de la que tenía con sus padres y familias, y esto puede ser muy estresante; es muy importante para la salud sicológica resolver esta crisis.
En cualquier caso, necesitamos diferenciar lo que en el budismo llamamos el “yo” convencional del “yo” falso. El “yo” convencional existe; es necesario tener un sentido de un “yo” convencional que sea capaz de funcionar en el mundo. Es importante ser introspectivos y llegar a conocernos a nosotros mismos, conocer nuestros talentos, nuestros puntos fuertes, nuestros puntos débiles, nuestras necesidades, nuestras limitaciones y demás, para ser capaces de funcionar de una forma sana. Esto no es lo mismo que encontrar nuestra verdadera identidad, un “yo” sólido que nunca cambiará, que es único y demás. Cuando se atraviesa una crisis de identidad es importante hacer esa diferenciación. No tiene que ser al final de la adolescencia, podría ocurrir en cualquier momento de nuestra vida.
También, hay una diferencia entre la preocupación excesiva por uno mismo y la autoconsciencia. La preocupación excesiva por uno mismo es lo que los adolescentes sienten cuando tienen granos en la cara y sienten que todo el mundo los está mirando. De hecho, probablemente nadie los mira porque realmente a nadie le importa. Esa es una píldora difícil de tragar: todo el mundo está preocupado por sus propios problemas, no están interesados en los nuestros. La preocupación excesiva por uno mismo gira en torno al “yo” falso aparentemente sólido.
La “autoconciencia” es darnos cuenta de nuestras motivaciones, cuáles son nuestros sentimientos, tener presencia mental de lo que está pasando adentro en cada instante. Está enfocado en torno al “ yo” convencional y en lo que de hecho está ocurriendo. Si encontrarnos a nosotros mismos o conocernos significa llegar a ser autoconscientes, de tal forma que nos demos cuenta de nuestras motivaciones, y nos demos cuenta de cuando estamos experimentando emociones perturbadoras, entonces es muy sano. Pero tenemos que ser cuidadosos de que esto no se desborde en una preocupación excesiva por uno mismo y en narcisismo, y se vuelva la única cosa en la que nos enfocamos, de tal modo que no nos importe nadie más. Por otro lado, si encontrarnos a nosotros mismos significa intentar descubrir el objeto de la preocupación excesiva por uno mismo como si ese fuera el “yo” real, entonces es muy poco sano.
Es posible que no sepamos realmente cuál es nuestra motivación, o pensemos que es esta cuando es aquella. Ese tipo de no darse cuenta no es al que nos referimos cuando hablamos del primer eslabón de surgimiento dependiente. En lugar de ello, nos referimos al no darse cuenta de cómo existimos: como si existiéramos en forma separada, como uno y el mismo, único, no afectado por nada, y como un jefe.
Cuando la forma en que experimentamos las cosas está mezclada con esta confusión, experimentaremos problemas con cualquier vivencia que tengamos. Por ejemplo, simplemente conocerte y verte podría experimentarlo como un problema. ¿Por qué lo experimento como un problema? Porque se siente como si hubiera un “yo” sólido dentro de mí, y pienso que el “yo” sólido debería recibir atención y ser amado por todo el mundo. Así que al encontrarme contigo, estoy realmente preocupado por pensamientos tales como: “¿realmente me va a prestar atención? ¿Realmente le gustaré?”. Todo el encuentro se torna repleto de problemas y de no darse cuenta. Y todo gira en torno a esta creencia en un “yo” sólido. Así se siente, por eso lo creemos. Lo único que realmente está ocurriendo es que te estoy viendo, estoy hablando e interactuando contigo. Eso es todo. Entender este primer eslabón es realmente esencial. Es la clave para ser capaces de detener todo el proceso samsárico por el que cual nos producimos problemas a nosotros mismos.