Muchas personas y animales sufren todos los días. Hay muchas maneras de ayudarlos, pero eso depende de reconocer su situación y entender cuál es la mejor manera de ayudar. Ser compasivos y hábiles no es suficiente, también necesitamos ser generosos con nuestro tiempo y tener autodisciplina, paciencia, perseverancia, concentración y sabiduría. Aquí presentamos once formas de ayudar a los demás. Estas no solo ayudan a quienes lo necesitan, sino que también nos ayudan a romper nuestro caparazón de soledad y a que nuestra vida sea más significativa.
1. Ayudar a aquellos que sufren
Necesitamos cuidar a aquellos que están enfermos, discapacitados o que padecen dolor. Si vemos que alguien está batallando con una carga pesada o una tarea difícil, nos ofrecemos para compartir su carga.
2. Guiar a aquellos que están confundidos acerca de cómo ayudarse a sí mismos
Si lo solicitan, ofrecemos consejo a aquellos que están confundidos en torno a qué hacer en situaciones difíciles, o al menos ofrecemos nuestra escucha. Si nuestro perro o gato están atrapados en una habitación, abrimos la puerta para que puedan salir. Incluso aplicamos este consejo cuando una mosca está sobrevolando la ventana. La mosca no quiere estar en nuestra habitación, quiere salir, así que le abrimos la ventana para que escape.
3. Retribuir la bondad de quienes nos han ayudado
Es importante valorar todo el trabajo de quienes hacen que el mundo gire y tratar de ayudarlos, como a nuestros padres, quienes han hecho tanto por nosotros. Esto debe hacerse con gratitud sincera, no solo como producto de sentimientos de culpa o de obligación.
4. Consolar y proteger a quienes están sobrecogidos por el miedo
Tratamos de hacer lo mejor que podamos para consolar a las personas y a los animales que están asustados. Si alguien necesita ir a algún lugar peligroso en donde pueda salir lastimado, nos ofrecemos a acompañarlo y protegerlo. A los refugiados que han escapado de pasados violentos, les brindamos seguridad y los ayudamos a establecerse. Aquellos que han sido traumatizados por la guerra o por alguna forma de abuso, necesitan especialmente nuestra comprensión y ayuda para sanar sus heridas emocionales.
5. Consolar a aquellos que están abrumados por algún duelo
Cuando las personas están en duelo por un divorcio o por la pérdida de un ser querido, tratamos de consolarlas de forma compasiva. No adoptamos una actitud condescendiente, “oh, pobre de ti”, sino que tratamos de ponernos en sus zapatos y compartir su dolor.
6. Dar ayuda material a los desfavorecidos
Es bueno dar donaciones a instituciones de caridad, pero también es importante dar a los mendigos que encontramos en la calle. Necesitamos superar cualquier reticencia que tengamos, especialmente si el mendigo luce tan sucio y poco atractivo que ni siquiera queremos mirarlo, ya no digamos sonreírle y tratarlo con respeto. Imaginemos si esa persona que vive en la calle fuera nuestra abuela o nuestro hijo: ¿cómo podemos simplemente evitarlos con frialdad, como si fueran un pedazo de basura maloliente?
7. Introducir el Dharma a aquellos que están apegados a nosotros
También necesitamos trabajar para ayudar a aquellos que quieren estar con nosotros todo el tiempo. No queremos que se vuelvan dependientes, pero si tienen una conexión muy fuerte con nosotros, podemos tratar de ayudarles enseñándoles los métodos budistas básicos para alcanzar la felicidad y ayudar a los demás, pero solo si muestran interés en ello. No se trata de convertir a la gente, sino de proveer ayuda general y consejo. De esta forma, podemos hacer que la relación sea significativa.
8. Ayudar a los demás de acuerdo con sus deseos
Deberíamos intentar ayudar a los demás de forma que sea adecuada para ellos. Si alguien nos pide que le enseñemos algo, aun si no es nuestra actividad favorita, si es apropiado para ellos y podemos hacerlo, lo hacemos de la mejor forma que podamos. Es como cuando vamos a un restaurante con nuestros amigos: es desconsiderado y egoísta que siempre insistamos en comer lo que a nosotros nos gusta; también podemos aceptar lo que otros quieren algunas veces. Como en una relación de pareja, necesitamos llegar a un acuerdo entre lo que nosotros queremos y lo que quiere la otra persona. No todo tiene que ver siempre con nosotros y con lo que nos gusta.
9. Alentar a quienes llevan una vida digna
Podemos ayudar elogiando a aquellos que llevan una vida digna, personas que siguen un camino positivo y que hacen un buen trabajo, al tiempo que somos cuidadosos de no fortalecer su arrogancia. Esto es especialmente importante cuando tratamos con aquellos que tienen baja autoestima. En el caso de aquellos con buenas cualidades que ya son arrogantes, podemos alabarlos en presencia de otros, pero no frente a ellos. Aún los alentamos a usar sus habilidades para beneficiar a los demás, pero también los ayudamos a disminuir su arrogancia al señalarles cualquier error que cometan.
10. Enseñar conducta constructiva a aquellos que llevan vidas destructivas
Si nos encontramos con personas que llevan vidas muy negativas y destructivas, nunca debemos simplemente descartarlas, rechazarlas o condenarlas. En lugar de juzgar a las personas, deberíamos de intentar mostrar formas para superar la conducta negativa, si es que están abiertos a cambiar.
11. Cuando todo lo demás falle, utilizar cualquier habilidad extraordinaria que tengamos
Algunos de nosotros tenemos habilidades que están más allá de lo ordinario. Es posible que seamos expertos en artes marciales, pero no presumimos ante los demás. Aun así, si viéramos que alguien está siendo atacado, deberíamos usar nuestras habilidades para vencer al atacante, si no hay otra forma de detenerlo.
Hay muchas formas de beneficiar a los demás. La habilidad es saber no solo cómo ayudar y a quién ayudar, sino también cuándo ofrecer tal ayuda y cuándo hacernos a un lado para que los demás puedan aprender por sí mismos. Aquellos que están claramente sufriendo, sea física o mentalmente, necesitan nuestro cuidado inmediato. Pero la ayuda debe aplicarse en la medida correcta, ni mucho ni poco. Necesitamos ayudar a los desafortunados a ponerse en pie de nuevo, pero quizás la mejor ayuda a largo plazo sea proveer las condiciones y las herramientas a los demás para que sean capaces de continuar y cuidarse a sí mismos.