Practicar el budismo en Occidente

A menudo nos gusta pensar que estamos más ocupados y estresados de lo que nuestros ancestros estuvieron jamás; en Occidente también solemos pensar que la llegada del budismo plantea problemas específicos para nosotros, debido a diferencias culturales. En este artículo revisaremos qué ha cambiado, qué sigue igual, cómo podemos abordar estos temas y las prácticas imperecederas que se adaptan a todos los tiempos y culturas.

¿Existen dificultades específicas en el Occidente moderno para los practicantes budistas?

¿Existe algo especial acerca de la práctica del budismo en Occidente que sea diferente de la práctica del budismo en cualquier otro lugar y en cualquier otra época? ¿Hay algo especial en nosotros? ¿Por qué estaríamos interesados siquiera en saber si lo hay?

Podría haber varias razones. Es posible que algunas personas enfrenten dificultades que consideran específicas de nuestro tiempo y quieren saber cómo superarlas. Quizás otros estén buscando una excusa para no practicar tanto como lo han hecho otras personas en otras épocas; están buscando una ganga, quieren la iluminación a bajo costo. Dejando de lado esa motivación, revisemos con mayor seriedad si necesitamos enfrentar dificultades específicas.

Si estamos involucrados en el camino budista, una de las cosas más básicas que necesitamos desarrollar es la conciencia de que no hay nada particularmente especial en nosotros. Realmente no podemos decir que los occidentales de la actualidad tengamos más enojo, codicia o egoísmo que las personas de otras partes del mundo o de otras épocas. A lo largo del universo y a través del tiempo, las personas han trabajado con las mismas emociones perturbadoras, así que no hay nada de especial en el “ahora”.

Video: Dr. Alan Wallace — “Estudiar budismo como occidental”
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¿Qué tanto ha cambiado?

Algunas personas argumentan que ahora las circunstancias son diferentes. Por ejemplo, tenemos vidas muy estresantes y siempre estamos sumamente ocupados. Bueno, un esforzado agricultor de la Edad Media o de la Antigua India, que trabajaba en los campos durante dieciséis horas al día ¿estaba menos ocupado de lo que nosotros estamos ahora en nuestra oficina? Es posible que la actividad sea diferente, pero ciertamente estaban igual de ocupados. ¿Y la gente de las cavernas? Deben haber tenido una enorme cantidad de estrés y preocupaciones acerca de animales salvajes, encontrar comida y todo eso. También padecían mucho miedo a cosas como los relámpagos, los truenos y otros fenómenos que no alcanzaban a entender. Las personas siempre han vivido con miedo y estrés, ¿no es así?

¿Qué me dicen de la peste bubónica? Nosotros pensamos que tenemos estrés y miedo ahora, pero ¿se pueden imaginar vivir en aquel entonces? Me parece que no podemos decir que lo que es especial en nosotros es que nuestra vida sea muy ocupada y estresante. Quizá se trate de un tipo de estrés diferente, un sabor diferente de ocupación en términos de las actividades en las que estamos involucrados. Pero ¿estrés, preocupación, falta de tiempo? Eso ha sucedido siempre, en todas partes.

Después podrían decir que nuestra sociedad y cultura no comparten ninguno o casi ninguno de los supuestos fundamentales del budismo, por lo que es realmente ajeno a nuestra cultura. Pero podemos observar como ejemplo la transmisión del budismo a China, en tanto que los chinos no creían en el renacimiento. Ellos pensaban en términos de que, al morir, la gente se convertía en una especie de espíritu o alma, y entonces veneraban a esos ancestros. Eso es muy diferente del renacimiento, que en todo caso afirma que los ancestros ya no están presentes. Así que a los chinos les tomó bastante tiempo entender muchos de estos conceptos budistas básicos, fundamentales. No es nada nuevo que ahora nosotros enfrentemos un desafío similar.

Darnos cuenta de esto, que no somos “especiales”, puede ser muy útil. Pensemos en adolescentes o personas que tienen cierto tipo de problema, porque sus padres son alcohólicos o lo que sea. Con frecuencia piensan que son los únicos con ese conflicto y entonces se vuelve para ellos algo gigantesco. Si aprenden que existen muchas otras personas con las mismas dificultades, no se sienten solos y pueden ubicar el problema dentro de un contexto más amplio. Eso provee una perspectiva diferente que, de manera óptima, conducirá a desarrollar compasión por otros que padecen un problema similar, en lugar de pensar en ello de forma autocentrada: “yo, yo, yo”.

Así que en términos de elaborar una práctica diaria de budismo, el problema de todos es el mismo: ¿cómo aplicamos las enseñanzas budistas para que nos ayuden a lidiar con las dificultades de la vida? Ese no es “mi” problema especial, sino un tema para todos aquellos interesados en practicar los métodos budistas en Occidente.

Tener demasiadas opciones

Sin embargo, no podemos negar que existen desafíos únicos en la vida occidental moderna. En el pasado, la mayoría de las personas enfrentaban los problemas relacionados con la carencia de comida e información. Antes de la invención de la imprenta, copiar un texto budista a mano era un acto de generosidad increíblemente positivo. Estabas elaborando un raro y precioso ejemplar más para que otros pudieran leer y estudiar; tan sólo proporcionar el papel y la tinta era un logro incomparable. ¡Hoy en día podemos sencillamente publicar un texto o un vínculo en nuestro perfil de Facebook!

Nuestro desafío único es que tenemos demasiada comida y demasiada información disponible. ¿Cómo podemos escoger lo que es adecuado para nosotros? ¿Cómo podemos discriminar cuando existen trescientas “marcas” diferentes de budismo? Ese es un gran problema, pero no existe una respuesta mágica. Sólo porque algo aparezca en primer lugar en una búsqueda en Google no significa que sea lo mejor o que se adapte a las necesidades de todos. Necesitamos utilizar nuestra inteligencia, discriminación y paciencia para determinar qué es lo mejor para nosotros. Necesitamos probar diferentes cosas para decidir qué es lo que nos conviene.

Budismo a la moda

Sin embargo, supongamos que después de un periodo de prueba, elegimos una tradición budista, un centro y un maestro con quien estudiar. Después enfrentamos otro asunto: existen muchos niveles diferentes de práctica del budismo y una enorme cantidad de formas en las que podríamos aplicarlo en nuestra vida diaria. ¿Cómo empezamos? Existe el nivel muy superficial, que no hace mucho por cambiarnos internamente. Luego está el nivel más profundo, en el que realmente trabajamos con nosotros mismos, con el objetivo mínimo de mejorar la calidad de nuestra vida y evitar que empeore. El hecho de que continuemos hasta anhelar la liberación y la iluminación depende de cómo nos desarrollemos. No hay manera de que tengamos esos elevados objetivos desde el principio. La mayoría de nosotros no tenemos la menor idea de lo que significan la liberación y la iluminación.

Al principio, muchas personas se sienten atraídas por el nivel superficial y entonces se ocupan de los aspectos externos. Con eso me refiero a que conseguirán un lazo rojo para colgarlo alrededor de su cuello o de su muñeca, ¡o en ambos! Usarán un mala, un rosario de cuentas, y algunas veces lo utilizarán mientras murmuran algo. Tendrán un buen suministro de incienso y velas y todos los cojines de meditación apropiados, pinturas e imágenes tibetanas y, con el tiempo, quizás incluso empiecen a usar cierto tipo de ropa tibetana. Se sientan de forma muy solemne en un escenario estilo Hollywood, pero no tienen la menor idea de qué hacer.

Recuerdo la primera vez que viajé a la India en el año 1969. Estaba el apogeo de la era hippie y había muy pocos occidentales en aquellas tierras, pero varios de los que ahí estaban vestían únicamente túnicas y trajes tibetanos, de lo cual recuerdo haber sido bastante crítico. Me parecía que era un poco ofensivo para los tibetanos: los occidentales sólo los imitaban. Después le pregunté al monje tibetano con el que vivía qué pensaba de que los occidentales anduvieran por ahí vestidos con ropa tibetana. Me dio una respuesta muy útil: “pensamos que les gusta la ropa tibetana”. No había ningún juicio en absoluto.

Sea que lo juzguemos o no, el sólo hecho de cambiar nuestra ropa o usar un rosario y muchos lazos bendecidos, realmente no nos cambia mucho, ¿o sí? No hace nada por nosotros a un nivel interno. No produce más “bendiciones”. Nuestra práctica budista necesita ser interna.

Transformación personal

Sea en Occidente o en una sociedad budista tradicional, lo que la práctica budista requiere es que trabajemos con nosotros mismos. Necesitamos transformarnos, que es algo que no se hace a través de rituales. Es fácil aprender a hacer un ritual y recitar cualquier cosa en un idioma extranjero que no entendemos en absoluto. Pero eso no nos transforma. Aún nos enojamos, aún nos apegamos y aún no nos llevamos bien con nuestros padres. Su Santidad el Dalái Lama siempre dice que practicar esos rituales cuando no se tiene idea de lo que significan, no nos lleva muy lejos.

Nagarjuna, Aryadeva y todos los grandes maestros tibetanos han dicho que la práctica del budismo se reduce a domesticar a nuestra mente. Ésto significa, primero que nada, aprender las enseñanzas, los métodos en torno a cómo lidiar con nuestras emociones perturbadoras y situaciones problemáticas, y cómo analizar las diversas experiencias que tenemos. Conservamos la presencia mental, de tal forma que recordemos las enseñanzas y las apliquemos cuando sea necesario. De esta forma, nos ayudarán a superar al menos los problemas ordinarios de la vida, como el enojo, la preocupación y el nerviosismo, la enfermedad, el envejecimiento, los problemas en las relaciones, todo ese tipo de cosas y más.

Así que necesitamos trabajar con nuestra personalidad y mejorar nuestras actitudes básicas hacia la vida para transformarnos a nosotros mismos. Esto requiere una enorme cantidad de trabajo y no es fácil de hacer. Necesitamos paciencia, valentía y perseverancia. Nuestra tendencia en Occidente es que queremos las cosas a bajo costo, de forma fácil y, sobre todo, rápida. Queremos todas las enseñanzas al instante. Queremos obtener todas las maravillosas cosas de las que leemos, lo que un buda alcanza y demás, con la menor cantidad de trabajo posible.

Valorar las enseñanzas

Sin embargo, producir una transformación interna implica recibir enseñanzas, y recibir enseñanzas en Occidente tiene un costo. Este es uno de los puntos difíciles que es bastante único en la historia budista. Por lo general, jamás se pagaba por recibir enseñanzas; se hacía una donación voluntaria, pero nunca se solicitaba el pago en la puerta.

No obstante, si en Occidente queremos tener maestros e instalaciones, necesitamos apoyarlos, ya sea de forma voluntaria o mediante el pago de una cuota. Así es a un nivel práctico. El nivel más profundo es que si deseamos recibir algo precioso, concretamente las enseñanzas, necesitamos invertir una gran cantidad de esfuerzo en obtenerlas, de otra forma, no las apreciamos ni las valoramos.

Históricamente, para invitar a maestros al Tíbet, los tibetanos tenían, no sólo que caminar a la India, sino también reunir todo tipo de recursos para el viaje y las ofrendas. Hacían una enorme e increíble cantidad de esfuerzos para recibir enseñanzas. Las personas tenían que hacer grandes sacrificios para obtenerlas. Recuerden lo que Marpa le indicó a Milarepa que hiciera para tener acceso a las enseñanzas. Así que en cierto sentido, si realmente queremos recibir enseñanzas necesitamos esforzarnos, por ejemplo, reunir cierta cantidad de dinero o viajar a la India o a algún lugar en donde estén disponibles.

Ahora es más fácil. Aquí en Letonia solían vivir bajo el régimen de la Unión Soviética y no podían viajar lejos; en realidad, no podían ir a ningún lado. Ahora las enseñanzas están disponibles y, como miembros de la Unión Europea, tienen bastante libertad de viajar. Así que necesitan aprovechar esta situación y no sólo quejarse: “no hay nada disponible en donde yo vivo”. No quiero decirlo de forma severa, pero si nos tomamos en serio nuestra propia transformación, eso implica compromiso. Tiene que ser una prioridad en nuestra vida. Necesitamos valentía, bravura y energía para mover lo que sea o hacer lo necesario para obtener las circunstancias óptimas para el estudio y la práctica.

Ser honestos y realistas con nosotros mismos acerca de nuestro compromiso con la práctica del Dharma

Si no tenemos ese nivel de seriedad, está bien, pero podemos reconocerlo: “me gustaría aprender un poco de budismo. Quizás pueda ayudarme en mi vida, pero no estoy dispuesto a reubicarme si las circunstancias del sitio en donde estoy no son propicias. No tiene la mayor prioridad en mi vida, hay otras cosas que son más importantes para mí”. Si esa es nuestra situación, está perfectamente bien. Pero no esperemos obtener los mismos resultados que si le dedicamos el máximo tiempo y esfuerzo. Seamos realistas. Un poco de esfuerzo produce pocos resultados. Mucho tiempo y esfuerzo produce un resultado mayor.

En Occidente, parece que la mayoría de las personas prefieren practicar como laicos en lugar de como monjes o monjas, lo cual es un poco diferente del budismo tradicional. Debido a ello, en lugar de tener monasterios, tenemos Centros de Dharma. No existía tal cosa antes de que el budismo empezara a desarrollarse en Occidente.

¿Qué esperamos lograr al ir a un Centro de Dharma? Si vamos una vez a la semana después del trabajo, ¿qué resultados podemos esperar si estamos cansados la mitad del tiempo y cantamos una canción en tibetano pero realmente no sabemos de qué se trata? No mucho. Lo que es realmente triste es que la mayoría de los Centros de Dharma ni siquiera son un club social como las iglesias. Sea cristianismo, judaísmo o islam, parece haber un sentido de congregación, de comunidad. Si alguien se enferma o falta, la gente pregunta, llama y lleva comida. Esto parece faltar en los Centros de Dharma. Las personas asisten, hacen un poco de meditación, quizás una puya y eso es todo. He escuchado quejas al respecto: “¿de qué se trata el budismo? Estuve enfermo en el hospital y nadie me llamó ni me visitó, a nadie le importa”.

Si nuestra práctica diaria de budismo significa que vamos al centro por nuestra cuenta, hacemos una puya, meditamos y luego nos vamos a casa, pero no nos importan nuestros compañeros, ¿de qué se trata? Nos sentamos ahí y decimos: “Hago ésto por todos los seres sintientes; que todos los seres puedan ser felices…” pero si alguien se enferma, no nos importa ni nos tomamos el tiempo para visitarlo. Eso es inapropiado. Si nuestra práctica de budismo es así, entonces algo está mal. Podemos estar tan estrechamente centrados en nuestra propia práctica de hacer una puya o una meditación, que no pensamos en términos sociales de ayudar a otros que pertenecen a nuestro grupo. El budismo comprometido, que inició en Tailandia, es algo que realmente necesitamos más en Occidente. Algunos centros budistas cuentan ya con programas para las prisiones, por ejemplo. Unos cuantos voluntarios acuden a dar lecciones de Dharma a los presos, lo cual es maravilloso. Pero no es suficiente hacer eso y no visitar a alguien cuando se enferma.

Mostrar amabilidad humana básica

Sin embargo, ser budista no significa solamente ser una persona amable, aunque por supuesto que necesitamos serlo, esa es la base y no es algo exclusivo de las enseñanzas budistas. Ni siquiera necesitamos ser religiosos para saber que es importante ser amables. Por supuesto, en nuestra vida diaria deberíamos intentar ayudar a otros. Si no podemos ayudarlos, lo menos que podemos hacer es no lastimarlos; es lo mínimo. Si queremos decir que esa es nuestra práctica budista, está bien. Pero tenemos que entender que esa es una versión muy light del budismo.

Aunque es una versión light, es absolutamente necesaria. Tratamos de no enojarnos con los demás y, si lo hacemos, nos disculpamos tan rápido como sea posible. Tratamos de ser menos egoístas y más sensibles hacia las necesidades de otras personas y hacia el efecto que nuestro comportamiento tiene en los demás. Si hacemos negocios, tratamos de ser honestos. Si tenemos clientes, recordamos que son seres humanos como nosotros y que merecen ser atendidos con amabilidad, no con prisa y rudeza. El último cliente del día merece tanta atención, cuidado y amabilidad como el primero.

A todo ésto es a lo que el Dalái Lama llama “valores humanos básicos”, valores que no se basan en ninguna filosofía o religión particular. Necesitamos aplicarlos, no sólo con extraños, lo cual es más fácil porque los vemos sólo un par de minutos y no tenemos que tratar con ellos después. El verdadero desafío es aplicar estos valores cuando estamos con nuestra familia, con las personas con las que vivimos o con aquellos con quienes trabajamos. No ignoramos a quienes están más cerca de nosotros.

Permítanme compartirles un ejemplo de mi propia experiencia. Cuando mi madre aún vivía, yo solía visitarla y ella quería que me sentara a su lado a ver televisión por las noches. Le gustaban especialmente los programas de concursos y trataba de animarme para que adivinara las respuestas: “¿cuánto cuesta ese refrigerador?”. En este tipo de situaciones necesitamos ser pacientes y generosos y no sólo sentarnos ahí, con cara de aburrimiento, a murmurar mantras para luego exclamar molestos: “¡Qué pregunta tan tonta! ¿A quién le importa cuánto cuesta?”. Tratamos de responder a la pregunta, sin importar lo tonta que nos parezca. Tratar de responder ese tipo de preguntas era su forma de mantener activa su mente en la vejez, y mostrar apoyo por lo que estaba haciendo era, de hecho, un acto humano básico de amabilidad y generosidad.

Cómo hacer del budismo una forma de vida

Si deseamos practicar el budismo en Occidente, entonces necesitamos ir más allá de sólo trabajar con nosotros mismos para ser personas más amables. El budismo ofrece una enorme cantidad de prácticas adecuadas para una amplia variedad de mentalidades y habilidades, que incluyen tanto el estudio como la meditación. No hay nada particularmente asiático u occidental en eso. Sin embargo, el punto principal es que necesitamos integrar en nuestra vida cotidiana aquello que estudiemos o meditemos. Necesitamos convertir nuestra práctica budista en nuestra forma de vida.

Empezamos asentando la intención para el día cuando nos despertamos. ¿Cuál es nuestra motivación? Recordamos cuál es nuestra meta y qué estamos haciendo con nuestra vida, y entonces creamos la intención de realmente perseguir eso. Lo ideal sería que cuando nos levantemos, pensemos: “Estoy agradecido por no haber muerto durante la noche; es maravilloso que ahora tenga todo un día por delante para trabajar aún más en el camino budista”. Tener ese tipo de pensamientos cuando despertamos es mucho mejor que: “¡oh, no, un día más!”.

Hacemos lo mismo por la noche. En lugar de pensar: “¡bendito sea que el día terminó, no puedo esperar a caer en la inconsciencia!”, pensamos: “no puedo esperar a que sea mañana para continuar”. A lo que ésto se refiere realmente es al “refugio”. No uso mucho esa palabra porque me parece que en realidad se refiere a darle una dirección a nuestra vida. Esta es la dirección que mostraron los budas, sus enseñanzas y logros personales, y la comunidad espiritual que los ha seguido. Es una dirección segura y que nos protege del sufrimiento.

Tener una dirección en nuestra vida que tenga significado y propósito nos es de enorme utilidad. Trabajamos para deshacernos de toda nuestra confusión y de los estados perturbadores de la mente, y para desarrollar todos nuestros potenciales positivos. Darle esta dirección a nuestra vida significa que estamos tratando de seguir los pasos de los budas y de su comunidad espiritual. Encontraremos que vale mucho la pena dar incluso un pequeño paso en esta dirección. Pero necesitamos confirmarlo por nuestro propio análisis cuidadoso y experimentación. El Buda nos dijo que no aceptáramos ninguna de sus palabras meramente por fe. Como occidentales, quizás podamos apreciar con mayor facilidad esta aproximación científica que el Buda enseñó. Siempre debemos mantener una actitud crítica.

Esta dirección en nuestra vida es algo que necesita internalizarse profundamente. Eso es lo que realmente nos hace ser budistas. El sólo hecho de ser una buena persona no nos hace budistas. Requiere una total convicción de que es posible alcanzar lo que buscamos alcanzar. Si no pensamos que es posible superar nuestras limitaciones y desarrollar nuestros potenciales positivos, ¿cuál es el sentido de tratar de alcanzar una fantasía?

Al principio no creeremos con toda certeza que es posible alcanzar alguna de las metas espirituales budistas. Es posible que tengamos fe basada en algún maestro carismático, o incluso, en fantasías. Requiere trabajo convencernos de que realmente es posible alcanzar tales metas, paso a paso, y una vez que estamos convencidos realmente pondremos todo nuestro corazón y energía en ello.

Como budistas, ésto es parte de nuestro trabajo. Esas metas son muy importantes y ayudan a que la dirección en la que vamos se vuelva estable. Así que empezamos el día reafirmando esta intención. Lo terminamos con una dedicatoria y una revisión de lo que hemos hecho, cómo hemos actuado. Si nos enojamos o lo que sea, lo admitimos, sentimos arrepentimiento y lo purificamos. Cualquier cosa positiva que hayamos hecho, la dedicamos a ser capaces de lograr las metas positivas que tenemos. El gran maestro Tsongkapa dijo que necesitamos conservar nuestra intención todo el tiempo, no sólo al principio y al final. Eso significa que nos la tenemos que recordar durante el día.

El maestro vietnamita contemporáneo Thich Nhat Hanh tiene un maravilloso método para hacer ésto. Tiene una “campana de la presencia mental” que suena al azar en diferentes horas del día. Todos se detienen por unos instantes para recobrar la atención plena en su intención. Uno de mis alumnos ha programado su celular para que suene en diferentes momentos del día. Así que hay diversos métodos que podemos utilizar para ayudarnos a recordar nuestra motivación, si no es algo a lo que acudimos de forma automática.

Su Santidad el Dalái Lama siempre enfatiza que lo que más necesitamos es lo que se conoce como “meditación analítica”, que en nuestro nivel se refiere a pensar acerca de las enseñanzas y relacionarlas con nuestra vida personal y nuestras experiencias. Un ejemplo sería analizar por qué tenemos problemas con una persona del trabajo. ¿Cómo podemos lidiar con ello? Necesitamos desarrollar paciencia. ¿Cuáles son las enseñanzas sobre la paciencia? ¿Cuál es el método? Nos sentamos en silencio y practicamos ser pacientes mientras pensamos en esa persona. Esa es la práctica budista, esa es exactamente la palabra “práctica”. Estamos practicando para poder ser pacientes en situaciones de la vida real.

Al final del día revisamos lo que hemos hecho. No tiene caso sentirnos culpables si no estuvimos a la altura de nuestras buenas intenciones, porque recordamos que la principal característica de la vida es que tiene altibajos. El progreso nunca es lineal. Sin importar cuánto lo intentemos, algunos días serán buenos y otros serán malos. Así que cuando cometamos algún error y lastimemos a alguien, lo reconocemos y nos determinamos a hacer lo mejor que podamos para no repetir esa conducta.

Todos estos altibajos seguirán sucediendo hasta que nos volvamos seres liberados. Es un largo camino por recorrer. Hasta entonces, tendremos codicia, enojo y demás. ¡Eso puede resultar muy preocupante! La actitud más útil para abordar ésto es la “ecuanimidad”. Cuando estamos cansados, tomamos un descanso, no hay problema. Cuando tenemos ganas de continuar, lo hacemos; eso también está bien, no hay problema. Tenemos que evitar los extremos de ser muy duros con nosotros mismos o de tratarnos como si fuéramos un bebé. Simplemente seguimos, sin importar nada más. A ésto le llamamos “perseverancia como armadura”: nos protege en cualquier situación.

Un ejemplo práctico: darle la victoria a otros

Permítanme darles un ejemplo de cómo evitar desanimarnos al aplicar los lineamientos budistas. Yo vivo en una transitada esquina en Berlín. Hace un par de años, en la planta baja construyeron un café sumamente popular. Abre desde las siete de la mañana hasta las 3 de la mañana, los siete días de la semana. En el verano, las personas se reúnen cada noche a tomar cerveza, charlar y reír a todo volumen. Después de un tiempo de dar vueltas en mi cama tratando de dormir con todo ese ruido, mientras imaginaba que vertía sobre ellos unas tinas con alquitrán ardiente, recordé la enseñanza: “Dale la victoria a los demás, acepta tu derrota”.

Mi cocina es la única habitación de la casa que no da a la calle, así que mudé mi colchón ahí. Duermo en el piso de la cocina durante todo el verano. Es silencioso, cómodo y yo me siento muy feliz: le di la victoria a los demás. Esa es una aplicación práctica de esta enseñanza. Realmente dormir en la cocina no es la gran cosa.

De esa forma, necesitamos ser imaginativos y creativos con las enseñanzas, y luego necesitamos aplicarlas de verdad. Por supuesto, para poder hacerlo necesitamos conocer las enseñanzas y por ello es muy útil que cada día nos refresquemos la memoria leyendo, por ejemplo, uno de los textos clásicos en torno a cómo afrontar situaciones difíciles. Las treinta y siete prácticas del bodisatva, La guirnalda de joyas de un bodisatva y Ocho versos del entrenamiento mental, por ejemplo, están llenos de consejos extremadamente prácticos. Si los leen con frecuencia, no sólo les ayudará a tener presencia mental de ellos, sino que, conforme los revisan, también pueden mostrarles respuestas apropiadas a situaciones que estén experimentando.

Estas son algunas de las prácticas diarias de budistas en Occidente. Como mencioné antes, para obtener algún resultado necesitamos dedicar una gran cantidad de arduo trabajo, y no será a bajo costo.

¿Hacer que las enseñanzas budistas estén accesibles fácilmente es contraproducente?

Video: Khandro Rinpoche — “¿El budismo es demasiado accesible?”
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Hoy en día, las enseñanzas están bastante disponibles. Como revisamos antes, si bien es cierto que muchos Centros de Dharma o eventos sobre el tema cobran alguna cuota, aún así hay una gran cantidad de material de Dharma disponible de forma gratuita (¡como esta página de internet!). Si tienen una computadora y acceso a internet, realmente no necesitan viajar ni pagar nada. Sin duda alguna, la cantidad de material se incrementará en el futuro.

Podríamos argumentar que valdría la pena esconder las enseñanzas en bibliotecas de tal forma que sea difícil acceder a ellas, o asegurarnos de que la gente pague por ellas, porque entonces tendrían que hacer un esfuerzo adicional para recibirlas. Por otro lado, a pesar de que las enseñanzas estén disponibles de forma gratuita en todos lados, aún así es necesario esforzarse por leerlas y estudiarlas, e invertir una gran cantidad de trabajo en practicarlas.

Sin importar cuántos beneficios tengamos en la vida moderna, en términos del fácil acceso a las enseñanzas, aún así nosotros tenemos que aportar el trabajo duro. Toma tiempo entender e internalizar las enseñanzas; eso es algo que nunca cambiará. No hay una forma barata o fácil de lograrlo y, en este sentido, no hay nada de especial en nosotros, practicantes occidentales. Así que realmente necesitamos aprovechar todas las oportunidades que tenemos, sobre la base de ser personas amables, pero trabajar en verdad por alcanzar las metas budistas: obtener la liberación de todas nuestras limitaciones y dificultades y alcanzar la iluminación con la realización plena de todos nuestros potenciales positivos.

Cómo relacionarnos con las metas budistas superiores

Sin embargo, sólo podemos trabajar de forma realista para alcanzar la liberación y la budeidad, una vez que estamos convencidos de que es posible alcanzarlas. Pero, ¿cómo nos convencemos? La convicción proviene del entendimiento de lo que significa “mente”, la continuidad mental. ¿Cuáles son las características principales de esta actividad mental? Continúa momento a momento, con un objeto diferente a cada instante. Aunque la característica definitoria permanece igual, la confusión, el enojo y las demás emociones son fugaces, como una nube. Estas nubes pueden ser removidas porque no forman parte integral de la mente.

Ésto no sólo requiere un estudio profundo de la naturaleza de la mente, de qué son las apariencias y cómo surgen, sino también la experiencia real de observar qué está pasando en nuestra mente momento a momento. Así, por supuesto, necesitamos estudiar y conocer qué significa realmente estar liberado o iluminado. Si para nosotros sólo son palabras, nos resulta demasiado vago.

Aun sabiendo qué es realmente la iluminación, no es un tema fácil, porque los puntos que aborda son extremadamente sutiles. Al principio damos “el beneficio de la duda”. No estamos seguros, pero asumimos que es posible. Estudiamos y meditamos más, de tal forma que nos convencemos de ello. Esa es una buena base de trabajo para empezar.

Uno de mis amigos dice: “No sé con certeza si la liberación o la iluminación son posibles. No sé si Su Santidad el Dalái Lama es realmente un ser iluminado. Pero si yo pudiera ser como él, como el Dalái Lama, en la forma en la que actúa y enfrenta problemas enormes, eso sería suficiente”.

Resumen

De la caverna, al campo, a la oficina, nuestros problemas básicos no han cambiado tanto. Si bien el entorno puede haber cambiado, las personas siempre han estado estresadas y ocupadas. Al darnos cuenta de ésto, podemos ver que los métodos budistas, con más de dos mil años de antigüedad, aún son sumamente relevantes.

Anteriormente, las personas invertían enormes esfuerzos por obtener las enseñanzas budistas, así que somos realmente afortunados de tener acceso a una gran cantidad de enseñanzas, no sólo vía internet, sino en muchas ciudades alrededor del mundo. Debemos aprovechar estas ventajas mientras recordamos que la cantidad de esfuerzo que tenemos que dedicar no ha cambiado, y nunca lo hará.

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