Repaso
Estamos atravesando las etapas graduales del camino mediante las cuales nos desarrollamos progresivamente para alcanzar niveles cada vez más avanzados de motivaciones espirituales, con el objetivo, primero, de alcanzar mejores renacimientos, luego, de alcanzar la liberación de todos los renacimientos y, finalmente, de alcanzar el estado completamente iluminado de un buda.
Nivel inicial
Comenzamos con el preciado renacimiento humano, reconociéndolo, viendo sus causas y beneficios, lo inusual que es y lo fácil que puede perderse. Sin duda, se perderá al morir, y nada garantiza lo que vendrá después. Todo depende del potencial kármico que hayamos acumulado. Si observamos cómo hemos actuado, hablado y pensado a lo largo de nuestra vida, sin duda descubriremos que hemos estado bajo la influencia de emociones perturbadoras y que hemos actuado de forma destructiva con mucha más frecuencia que constructivamente. Lo que podría aguardarnos, entonces, es uno de los peores tipos de renacimiento.
Observamos cómo sería el renacimiento en estos reinos: como un ser en los llamados reinos infernales, esos reinos sin alegría, donde los seres están atrapados y es muy difícil salir; como un fantasma hambriento, o un espíritu aferrado; y como un animal.
Significado de “Preta”
Por cierto, busqué el término "preta", que en el hinduismo se denomina fantasma. Preta, en sánscrito, significa literalmente "lo que se ha marchado". Se refiere al fantasma de una persona fallecida antes de la ceremonia fúnebre. Si no se le ofrece una ceremonia fúnebre adecuada, seguirá existiendo en un reino fantasmal. Estos seres pueden ser benévolos y serviciales con los demás, o causarles problemas. Creo que de ahí es probablemente de donde los chinos desarrollaron la idea del espíritu hambriento. Según esta idea, incluso si se realizan todas las ceremonias fúnebres adecuadas, es necesario seguir haciendo ofrendas de comida al espíritu del difunto, especialmente a los antepasados.
No sé si, originalmente, en el budismo primitivo, el concepto de preta era así. En cualquier caso, el reino de los pretas pronto se conoció como uno de los peores estados de renacimiento del budismo. Los tibetanos interpretaban “preta” como “fantasma aferrado”. Tienen el cuello y la mente apretados, literalmente atados. Debido a su avaricia (que no formaba parte del concepto hindú original), no pueden disfrutar de nada, ni conseguir comida ni bebida, ni nada por el estilo. Además, hay mucha paranoia en ese estado.
Siempre me parece muy interesante analizar estos conceptos en su forma hindú. Nos da una visión más amplia de cómo se desarrollaron y utilizaron en el budismo. Esto no significa que el hinduismo necesariamente tuviera la idea primero. Es difícil determinar quién la tuvo primero. En cualquier caso, esos son los pretas.
Luego hablamos del miedo que desarrollaríamos al contemplar estos peores estados de renacimiento. No es un miedo paralizante, que nos haga sentir impotentes y desesperanzados. Es un miedo sano, que nos impulsa. Es como tener miedo de ser atropellado. No es que estemos aterrorizados; es que somos cuidadosos. Nos mantenemos alerta. De igual manera, nos mantenemos alerta para ver si hay alguna manera de evitar estos peores tipos de renacimiento. Y así como cuando tememos ser atropellados, podemos contar con una fuente externa, como un semáforo, que nos ayude a evitarlo, y también con un semáforo interno; por así decirlo, tenemos las Tres Joyas del Refugio: las Joyas del Buda, del Dharma y de la Sangha, como fuentes externas e internas que nos ayudan a evitar peores renacimientos.
Externamente, tenemos las enseñanzas de los budas y lo que ellos han comprendido, que son la verdadera detención de todas las emociones perturbadoras, tendencias y karma, etc., y las verdaderas mentes que son el camino que producen esas detenciones. Los budas las poseen en su totalidad, y la Sangha Arya las posee parcialmente. Las verdaderas detenciones y las verdaderas mentes que son el camino están, por supuesto, representadas por los propios budas, sus enseñanzas y la Sangha Arya. Serían como el semáforo externo. El semáforo interno serían estos estados que nosotros mismos alcanzaremos en el futuro. Los alcanzaríamos, primero, en parte, como la Sangha Arya, y luego, en su totalidad, como los budas.
Así pues, ir en esta dirección nos ayudará a evitar los peores estados de renacimiento. Sin embargo, inicialmente, lo que debemos hacer para evitarlos es refrenarnos de comportamientos destructivos. Esto dio origen a toda la discusión sobre el karma.
Nivel intermedio
Luego comenzamos el nivel intermedio de motivación. Aquí, vemos que incluso obtener un mejor renacimiento como humano o como uno de los dioses no aporta ningún beneficio final. No es una meta final, aunque es mejor que un peor estado de renacimiento. Sin embargo, dentro de estos estados de renacimiento superiores, un preciado renacimiento humano es lo que queremos alcanzar como un trampolín. En otras palabras, queremos seguir teniendo preciados renacimientos humanos hasta llegar a la liberación y, finalmente, a la iluminación.
Analizamos los sufrimientos generales del samsara, los sufrimientos de cualquier tipo de renacimiento que podamos tener. Luego, analizamos los sufrimientos específicos de los humanos y comenzamos a analizar los sufrimientos específicos de los dioses. Concluimos nuestra discusión sobre los dioses en el plano de los objetos sensoriales del deseo, el llamado reino del deseo. Hoy, me gustaría terminar la discusión sobre los sufrimientos de los dioses y hablar sobre los dioses en el plano de las formas etéreas (gzugs-khams) y el plano de los seres sin forma (gzugs-med khams), generalmente llamados el "reino de la forma" y el "reino sin forma".
El sufrimiento de los dioses del reino de la forma
Los dioses en el plano de las formas etéreas viven sobre el Monte Meru. Esto es según la imagen de la geografía del abidharma. Tienen los llamados cuerpos de luz. Sus cuerpos son formas de fenómenos físicos hechos de elementos sutiles, es decir, no de los elementos burdos de los que están hechos nuestros cuerpos. Son formas de fenómenos físicos que tienen la naturaleza funcional de la mente (yid-kyi rang-bzhin gyi gzugs), a veces llamados “cuerpos mentales” (yid-lus). Por lo tanto, son como los cuerpos de los arhats en las tierras puras. Su naturaleza funcional (rang-bzhin), cómo funcionan, es similar a la de las formas de fenómenos físicos que solo pueden ser conocidos por la mente. Por lo tanto, se refiere básicamente a algún tipo de elementos sutiles.
Los seres en el plano de los objetos sensoriales del deseo desean los objetos de los sentidos, específicamente la comida, la bebida y las sensaciones físicas del sexo. Esta es la característica principal de todos los seres en el reino del deseo, desde los reinos infernales hasta los reinos de los dioses. Los seres en el plano de las formas etéreas no desean los objetos de los sentidos; sin embargo, sí desean y sienten apego por los objetos que aparecen en sus estados de absorción meditativa.
Aunque se dividen en masculino y femenino, carecen de órganos sexuales y, por lo tanto, no tienen relaciones sexuales. Las mujeres se distinguen de los hombres por tener voces más agudas. Carecen de consciencia nasal o lingual. Por ello, no huelen ni comen; se alimentan del alimento del samadhi. La ausencia de deseo por la comida, la bebida y el sexo es lo que los distingue de los seres del reino del deseo.
Los cuatro estados de estabilidad mental (Dhyanas)
Existen 17 clases de dioses en el plano de las formas etéreas. Se dividen en cuatro clases generales según los cuatro estados o niveles de estabilidad mental (dhyanas) en los que se absorben durante sus meditaciones.
Los dhyanas se describen ampliamente en los textos de meditación hindúes y budistas. Desde el punto de vista Mahayana, no es realmente aconsejable perseguir estos estados en la meditación debido a la facilidad con la que uno puede desarrollar apego y deseo por ellos. Estos dhyanas son estados muy profundos de absorción mental que uno alcanza después de haber alcanzado shámata (un estado mental tranquilo y estable). Son incluso más profundos y enfocados que el shámata. Bueno, no es que sean más enfocados: son más refinados. Uno podría perseguirlos, pero como digo, debido al peligro de apegarse a ellos y también por el desastroso resultado de apegarse, que es renacer en uno de estos reinos, el Mahayana no lo fomenta. Uno solo necesita alcanzar shámata, que técnicamente se conoce como la "etapa preliminar indispensable del primer estado de constancia mental" (bsam-gtan dang-po'i nyer-bsdogs mi-lcogs-med). Con esto, se alcanza un estado de unión entre shámata y vipáshana. El logro de shámata es un prerrequisito para alcanzar el estado de vipáshana, que, en el Mahayana, siempre es un estado de unión con shámata.
Participante: ¿Habría concentración de acceso justo antes del primer dhyana?
Dr. Berzin: ¿"Concentración de acceso"? No estoy familiarizado con este término. Pero, aunque alcanzar esta etapa preliminar indispensable del primer estado de constancia mental aún no es alcanzar un estado real del primer dhyana, ya es una mente del reino de la forma, incluso si se alcanza con un cuerpo del reino del deseo. "Indispensable" significa que es indispensable para alcanzar poderes extrasensoriales y extrafísicos.
Los dioses del primer Dhyana
El reino donde habita la primera clase general de dioses, aquellos del primer nivel de estabilidad mental, se conoce como el Reino de Brahma, llamado así por el gran dios Brahma del panteón indio. No entraremos en las divisiones de estos 17; no es tan necesario. Estos dioses, al igual que los de los niveles superiores, carecen de consciencia de la nariz y de la lengua, por lo que no saborean ni huelen nada. Sin embargo, sí tienen consciencia del ojo, del oído y del cuerpo. Y, como dije, no comen nada. Viven en samadhi, la concentración absorta. No sufren ni física ni mentalmente.
Entonces, ¿qué tipo de sufrimiento les queda?
Participante: Codicia.
Dr. Berzin: La codicia es una emoción perturbadora. Tienen codicia: quieren permanecer absortos cada vez más.
¿Cuáles son los tres tipos de sufrimiento? El sufrimiento del sufrimiento, el sufrimiento del cambio y el sufrimiento que todo lo impregna. No experimentan el sufrimiento del sufrimiento, ni a nivel mental ni físico. No experimentan dolor; no experimentan infelicidad física, ni sentimientos de infelicidad que acompañen a una sensación física. Tampoco experimentan infelicidad mental. Sin embargo, no están libres del sufrimiento del cambio. Cualquier felicidad que tengan llegará a su fin; no durará. También experimentan el sufrimiento que todo lo impregna, porque aún no se han liberado de los agregados obtentores manchados que contienen emociones perturbadoras y potenciales kármicos que impulsarán futuros renacimientos.
Tampoco sienten ira. Esto es bastante interesante. No sé por qué no la sienten. Supongo que la ira está asociada con el sufrimiento. Cuando sientes dolor o te sientes muy infeliz, estás impaciente por deshacerte de ello. Además, cuando sientes ira, exageras las cualidades negativas de aquello que te resulta desagradable, lo que te impulsa a querer deshacerte de ello con aún más fuerza. Así que, al no sufrir física ni mentalmente, me imagino que nunca se enojarían.
Piénsenlo. ¿Cómo sería? ¿Su ira está relacionada de alguna manera con algún tipo de malestar mental o físico?
Participante: No, cuando me siento amenazado.
Dr. Berzin: Eso es un malestar mental.
Participante: O cuando mi comodidad se ve amenazada.
Dr. Berzin: Así que, básicamente, el miedo... tienes miedo de perder tu comodidad. Entonces te enojas por... cualquier cosa, en realidad. Piénsenlo.
[meditación]
¿Acaso el hecho de que no experimenten sufrimiento alguno significa que a estos dioses no les sucede nada desagradable? Recuerden, uno de los sufrimientos generales del samsara es el sufrimiento de las cosas que no deseamos que nos sucedan. Pero no, a estos dioses les pueden suceder cosas que no querrían, pero no experimentan sufrimiento físico ni mental por ello; por lo tanto, no se enojan. No se enojan simplemente por su estabilidad mental.
[meditación]
Eso estaría muy bien. Sin embargo, el problema es que estos dioses creen haberse liberado. No es así. Simplemente se encuentran en un respiro temporal de algunos aspectos desagradables del samsara. Pero podemos ver cómo esto podría ser muy seductor. Y debido a la gran esperanza de liberarse del sufrimiento, depositaríamos toda nuestra esperanza en esta situación. Cuando llegamos a una situación feliz, deseamos tanto que dure que tenemos una gran esperanza de que ahora todo saldrá a la perfección. Pero, por supuesto, en algún momento, todo se derrumba porque aún sufrimos el cambio. Ese es un ejemplo clásico del samsara. Y estos dioses lo padecen gravemente. Así, uno intenta comprender el sufrimiento de este tipo de renacimiento.
Participante: Si tienes un cuerpo tan sutil, uno que es simplemente luz o algo así…
Dr. Berzin: La luz es solo una metáfora. Sus cuerpos están hechos de elementos sutiles.
Participante: Pero entonces no sería posible hacerles daño.
Dr. Berzin: Cierto, no podríamos hacerles daño. Y no pelean con nadie porque no sienten ira. Además, los dioses del reino inferior, los dioses del reino del deseo, no pueden alcanzarlos. Ni siquiera pueden verlos. Los únicos en los reinos del deseo que podrían verlos serían aquellos que han desarrollado algún tipo de consciencia avanzada, como la percepción extrasensorial, en su meditación. Y ciertamente no lo harían con intenciones dañinas. En cualquier caso, creo que en realidad no podrían alcanzarlos, aunque podrían verlos.
No tener ningún sufrimiento físico o mental es algo que incluso nosotros, como seres del reino del deseo, experimentaríamos si lográramos el primer dhyana en nuestra meditación.
Los dioses del segundo, tercer y cuarto dhyanas
A partir del segundo dhyana, no hay conciencia visual, auditiva ni corporal. No hay conciencia sensorial alguna en estos niveles, por lo que estos dioses no experimentan felicidad física. Aún poseen conciencia mental, que toma formas sutiles de fenómenos físicos como objetos de cognición, y los dioses del segundo dhyana aún experimentan felicidad mental.
A partir del tercer dhyana, tampoco hay sentimientos de felicidad mental. Allí, los dioses simplemente experimentan un estado mental tranquilo y apacible. Es un estado sereno y dichoso que no se encuentra en la categoría de la felicidad física ni mental.
A partir del cuarto dhyana, esto también desaparece. En cambio, solo hay un entumecimiento total, sin rastro alguno de felicidad ni infelicidad.
Como podemos ver, la mente se vuelve cada vez más sutil. La pregunta es: ¿querríamos eso?
Participante: No el número uno.
Dr. Berzin: No el entumecido, pero ¿te gustaría el sereno?
Participante: Bueno, no me importaría.
Dr. Berzin: Entonces, ¿estarías dispuesto a renunciar a la felicidad mental?
Participante: Bueno, tal vez me gustaría aquel donde hay felicidad mental.
Dr. Berzin: Entonces, estarías dispuesto a renunciar a la felicidad física.
Participante: Bueno, sí.
Dr. Berzin: ¿Sí?
En fin, es interesante pensar en estas maneras en las que uno podría, en cierto sentido... Iba a decir "trascender" estos diversos niveles de felicidad e infelicidad, pero en realidad no es que los trascendamos. Es más bien que nuestra mente se vuelve tan sutil que no experimentamos nada de esto. ¿Querríamos eso? No lo sé.
Aquí hay un punto interesante, proveniente del abidharma: Como vimos, ninguno de los dioses del reino de la forma tiene conciencia de nariz o lengua, y los dioses del segundo, tercer y cuarto nivel de estabilidad mental tampoco tienen conciencia de ojo, oído o cuerpo. Sin embargo, los dioses de estos tres niveles de dhyana sí poseen los sensores cognitivos de ojo, oído y cuerpo del nivel de sutileza correspondiente a su estado. Y pueden ver, oír y sentir imágenes, sonidos y sensaciones físicas etéreas de sus respectivos estados de existencia. ¿Qué significa esto?
Para tener cognición (shes-pa), necesitamos tres cosas: conciencia, objetos de conciencia y sensores cognitivos, como las células de los ojos, etc. Cada uno de estos tres posee un cierto nivel de sutileza. En cuanto a los sensores cognitivos del ojo, el oído y el cuerpo, existen varios niveles de sutileza, dependiendo del nivel de sutileza de los elementos que los componen. Existen sensores del reino del deseo, pero también sensores de dhyana de primer, segundo, tercer y cuarto orden.
Así, en los cuatro reinos, hay visiones, porque tienen forma, hay sonidos (supongo que pueden comunicarse entre sí) y hay sensaciones físicas. A menudo, están absortos en meditación, pero no exclusivamente; también realizan otras actividades. Así, tienen estos objetos de cognición y los sensores cognitivos en cada uno de estos niveles, pero en el segundo, tercer y cuarto nivel, carecen de conciencia visual, auditiva o corporal (esto es lo que dice el abidharma). Sin embargo, tienen acceso a la conciencia en el primer dhyana, por lo que pueden usar las conciencias visual, auditiva y corporal del primer dhyana, junto con su propio aparato sensorial, para ver, oír y sentir sensaciones físicas en su nivel.
Participante: Entonces no tienen ese tipo de conciencia en sus propios niveles.
Dr. Berzin: No, tienen que utilizar un nivel de conciencia más bajo.
Se mueven entre los dhyanas. Por lo tanto, tendrían que descender a un nivel mental más burdo para poder usar su aparato sensorial para ver y oír. Para ver, oír o sentir algo, tienen que salir de los niveles más profundos de absorción.
Entonces, ¿qué implica esto?
Participante: Cambio.
Dr. Berzin: Esto también implica que no son muy funcionales en estos estados de absorción más profundos. Cuanto más absortos están, menos funcionales son y menos capaces son de comunicarse con nadie, incluso de ver a alguien. Se vuelven cada vez más introspectivos.
Participante: Supongamos que hay cinco de estos dioses sentados juntos, y todos están en el tercer o cuarto dhyana. ¿Podrían oírse o verse?
Dr. Berzin: Si están meditando, no se escuchan ni se ven.
Participante: Pero a veces algunos salen de ahí y llegan al primer dhyana. Me recuerda a la gente que se conecta a internet y ve que hay alguien más conectado.
Dr. Berzin: Me recuerda a un grupo de personas que se reúnen en una fiesta de drogas y están tan distraídos que no se dan cuenta de quienes los rodean. Solo cuando bajan de la euforia pueden notar a los demás. No pueden comunicarse realmente con los demás a menos que se bajen. Ese es un ejemplo con el que quizás algunos se sientan identificados.
Pensemos en este tipo de existencia y preguntémonos si nos resultaría atractivo. Una analogía sería la de quienes toman drogas fuertes para eliminar el dolor. No sentir dolor puede ser muy seductor. Pero, claro, aún existe el sufrimiento del cambio. No va a durar ni nos va a satisfacer; siempre vamos a querer más. Además, no elimina el problema en absoluto. E incluso si la droga nos da mucho placer, físico o mental, cuanto más drogados estamos, más nos sumimos en un trance aturdido, casi zombi. Así que incluso ese placer desaparece. No dura. Estos dioses también tienen este problema.
Además, al igual que los dioses del reino del deseo, estos dioses pueden ver qué tipo de renacimiento seguirá. Otro problema, tanto aquí como en los reinos sin forma, es que, al estar tan profundamente absortos, se vuelven muy estúpidos. Sus mentes se embotan. Esto ocurre especialmente en los reinos sin forma, cuando se centran en cosas como la nada. Eso no es vacuidad; es simplemente nada.
Así pues, intenten imaginar cómo son estos estados y cómo, aunque puedan resultar seductores, esta situación también es simplemente samsara.
[meditación]
Y recuerden: ni comida, ni bebida, ni sexo.
Participante: Realmente ya no los necesitas.
Dr. Berzin: Supongo que cuando uno toma algunos medicamentos también experimenta eso.
[meditación]
¿Algún comentario? Creo que esta es una de las razones por las que el Mahayana recomienda ni siquiera ir en esa dirección en nuestra meditación: es demasiado seductor.
Participante: Dejan muy claro que es un callejón sin salida.
Dr. Berzin: Ese es el verdadero factor: que estos son callejones sin salida.
El sufrimiento de los dioses del reino sin forma
Los dioses del plano de los seres sin forma, los dioses del reino sin forma, se dividen en cuatro cielos según el tipo de meditación en la que están profundamente absortos. Está el Cielo del Infinito del Espacio. Más sutil que ese es el Cielo del Infinito de la Conciencia. Aún más sutil es el Cielo de la Nada. El más sutil de todos es el Cielo de Ni Reconocimiento ni No Reconocimiento. Tengo una vieja traducción aquí. "Reconocimiento" es en realidad "distinguir". Uno no distingue nada. No es que no estemos distinguiendo algo cuando podríamos; es que nuestro agregado de la distinción no está funcionando temporalmente. Este nivel mental es incluso más sutil que no experimentar nada. Cuando no experimentamos nada, al menos no distinguimos nada de algo. Entonces, estos dioses son realmente aburridos. Estos son estados mentales supremamente ausentes.
Los dioses aquí no tienen apego a ninguna forma de fenómeno físico, ni siquiera a formas de fenómenos físicos que podrían aparecer a la conciencia mental, porque no existen formas burdas o sutiles de fenómenos físicos en este plano de existencia. Los dioses en el reino de la forma todavía están apegados y tienen deseo por las formas sutiles que pueden ver, oír y sentir físicamente, y aquellas en las que pueden enfocarse en sus meditaciones. Pero aquí, no hay formas sutiles en absoluto, por lo que no tienen apego a tales cosas. Sin embargo, tienen apego a los niveles de absorción que experimentan. No tienen cognición sensorial porque no tienen sensores cognitivos físicos. Entonces, a diferencia de los dioses del reino de la forma que no tienen conciencia sensorial desde el segundo dhyana en adelante, pero que pueden tener cognición sensorial usando un nivel inferior de conciencia, los dioses del reino sin forma no tienen conciencia sensorial en absoluto.
Cuando renacemos como un dios del reino sin forma, no necesitamos pasar por un estado de bardo. Entramos en el reino sin forma con plena conciencia de nuestra condición al transitar de un estado a otro. Seguimos teniendo un cuerpo, pero es un cuerpo extremadamente sutil. Según la presentación del sutra, la base de la conciencia de un ser del reino sin forma es la fuerza vital, lo que se denomina "poder vital". En el tantra anutarayoga, se le denomina el viento o energía vital más sutil.
Nuestro renacimiento completo como un dios del reino sin forma se pasa en una meditación similar a la de un zombi, completamente absorto en el espacio o en la nada y similares. No nos damos cuenta ni aprendemos nada. Pero aún tenemos apego e ignorancia, con la cual erróneamente consideramos que esta meditación es la liberación. Este es un grave error, porque cuando nuestra vida está a punto de terminar, vemos que, después de esto, vamos a caer a un reino inferior y entonces nos damos cuenta de que habíamos pensado erróneamente que habíamos alcanzado la liberación. Lo que sucede entonces es que podríamos pensar que no existe tal cosa como la liberación del sufrimiento. Se dice que, como resultado de tener esa visión distorsionada, caeremos a uno de los infiernos más bajos. Si, después de eso, renacemos como humanos, debido a los eones que pasamos en meditación errónea, renaceremos como una persona muy estúpida y seremos propensos a la somnolencia todo el tiempo. Así que, piensen en eso.
[meditación]
Creo que, independientemente de si seamos meditadores consumados y hayamos alcanzado estas absorciones sin forma en nuestras meditaciones, si en nuestra vida cotidiana somos personas distraídas, propensas a simplemente sentarnos, mirando la pared, sin pensar en absolutamente nada, nos enfrentamos a las graves consecuencias de volvernos estúpidos, aburridos y somnolientos todo el tiempo. Lo que queremos desarrollar, especialmente ahora que tenemos preciados renacimientos humanos, es nuestra inteligencia: nuestra capacidad para distinguir y discriminar lo que es útil, lo que es dañino, lo que es real y lo que no.
[meditación]
Creo que una lección que podemos aprender de esto es que, cuando empezamos a sentirnos perdidos, tenemos que salir de esa situación lo más rápido posible.
[meditación]
La determinación de liberarse del sufrimiento: la renuncia
La renuncia es compasión dirigida a uno mismo
La renuncia, que traduzco como “la determinación de ser libre” es, en este nivel intermedio, un estado mental en el que deseamos liberarnos de todo sufrimiento. La compasión es el estado mental en el que deseamos que todos los demás se liberen de todo sufrimiento. La renuncia es el mismo estado mental que la compasión; solo que se dirige a nosotros mismos en lugar de a los demás.
¿Qué tiene esto de interesante?
Participante: ¿Podrías repetir, por favor?
Dr. Berzin: La renuncia es el estado mental de desear separarnos del sufrimiento y de sus causas. Las causas del sufrimiento vienen a continuación en el lam-rim. Ahora pensamos en el sufrimiento. Si ese estado mental se dirige a nosotros mismos y a nuestro propio sufrimiento, es renuncia, la determinación de ser libres. Si se dirige a los demás, es compasión, la determinación de que ellos sean libres.
Entonces, ¿qué podemos deducir de esto?
Participante: Tal vez sería bueno abandonar el egocentrismo.
Dr. Berzin: Es cierto. Sin embargo, la actitud egocéntrica influye en las causas del sufrimiento.
Lo que estoy observando ahora es la calidad de la mente, el "sabor" de la mente. ¿Qué tiene la compasión? ¿Cuál es el sabor de la compasión?
Participante: Amor.
Dr. Berzin: El amor es el deseo de que los demás sean felices. La compasión es un estado mental cálido y empático.
Entonces, ¿qué implica esa cualidad sobre el estado mental de estar decididos a ser libres? Implica que no es un estado mental de castigo. Es, en cambio, un estado mental de verdadero deseo de beneficiarnos. Eso es muy diferente a decir: “Soy malo, así que tengo que renunciar a todo esto. Si no, seré castigado”. Muy diferente, ¿verdad? Somos amables con nosotros mismos al tener esta determinación de ser libres, así como somos amables con los demás al tener compasión por ellos. Este estado mental también implica que vamos a hacer algo con respecto a nuestro sufrimiento.
Participante: Se podría decir que la renuncia es compasión por nosotros mismos.
Dr. Berzin: La renuncia es compasión por nosotros mismos. Sí, si entendemos lo que significa la compasión. No es solo decir: "¡Ay, pobrecito!". Eso le da un toque muy diferente. Además, el término "determinación de ser libre" implica creer que existe una solución a nuestro sufrimiento; es decir, que la liberación es posible. Por lo tanto, no debe confundirse con el término "desesperación": desear ser libre pero no creer que exista una salida. Entonces, así como la compasión por los demás no es solo compadecerse de ellos —sentirse mal por su sufrimiento, pero pensar que no se puede hacer nada—, la compasión por nosotros mismos no es compadecerse de nosotros mismos: "Tengo todo este sufrimiento y desearía liberarme de él. Pero qué mala suerte". En cambio, hay esperanza.
Creo que deberíamos digerir cada uno de estos pasos.
[meditación]
Lo que creo que tenemos que superar especialmente es el sentimiento de que la renuncia es una forma de autocastigo.
[meditación]
Verán, al reflexionar sobre el sufrimiento, hemos distinguido que todas estas formas de sufrimiento —el sufrimiento del dolor, el sufrimiento del cambio y el sufrimiento que todo lo impregna— son cosas que no deseamos. Lo hemos distinguido muy claramente: distinguido y discriminado. Recuerden, el darse cuenta que discrimina simplemente añade certeza a la distinción. Así, con el darse cuenta que discrimina distinguimos: “Esto no es lo que quiero. Quiero liberarme de eso; quiero ser feliz”. Por lo tanto, la renuncia es mostrarnos bondad. Discernimos lo que sería mejor para nosotros.
Sin embargo, nuestro error reside en que no creemos realmente que estaríamos mejor si nos liberáramos de todo esto. La única manera de convencernos de que estaríamos mejor es meditar cada vez más sobre el sufrimiento, y no solo en teoría, sino pensando en nuestras propias experiencias. Cuanto mayor sea, obviamente, más experiencias tendremos.
Participante: Entonces, necesitamos meditar sobre el sufrimiento.
Dr. Berzin: Sí, y reconocer que esto no es lo que queremos.
Participante: Para poder meditar sobre el sufrimiento y poder soportarlo, hay que estar convencido de que existe una salida.
Dr. Berzin: Para meditar sobre el sufrimiento, tenemos que estar convencidos de que hay una salida, que nos lleva de nuevo al refugio, que nos lleva de nuevo a creer y comprender que la mente es básicamente pura y que el sufrimiento puede eliminarse.
Por eso suelo decir que, al principio, repasamos todas las etapas del lam rim de forma muy introductoria. Luego tenemos que retroceder, porque al principio no hay manera de comprender la pureza natural de la mente. Para comprenderla, debemos comprender la vacuidad, la naturaleza búdica y todo lo demás. Así que, primero, captamos la idea general. Captamos la esencia de los tres niveles, de la bodichita, etc., lo cual hacemos principalmente basándonos en: “Bueno, mis maestros piensan así. Mira lo que han logrado. Mira el tipo de persona que son. Me inspira. Me gustaría llegar a ser así”. Pero luego tenemos que retroceder y analizar las prácticas anteriores con mayor profundidad, utilizando lo aprendido en las prácticas más avanzadas, y afinar nuestra comprensión de ellas. Nada será realmente sincero hasta que estemos sinceramente convencidos de que existe una salida al sufrimiento, de que la liberación es posible. En realidad, no es nada fácil estar realmente convencido de ello. Si estamos convencidos, ¿para qué sufrir? ¿Por qué no intentarlo? Aunque vaya a ser muy difícil. No nos engañemos.
Entonces, somos amables con nosotros mismos y entendemos que hay una salida.
La renuncia no es solo seguir prácticas ascéticas y austeras
Siguiente punto: Además, seguir prácticas ascéticas de austeridad —simplemente negarlo todo y ser una persona muy severa— no refleja necesariamente una mente de renuncia. Este es el ejemplo tibetano: Sentarse en una cueva, andrajoso y comiendo ortigas, obsesionado con el deseo de que los demás nos consideren grandes meditadores, no indica renuncia en absoluto.
Lo que debemos abandonar es la atracción compulsiva por los placeres mundanos en esta vida y en las futuras, no necesariamente el placer en sí. Es el apego al placer a lo que debemos renunciar. No hay nada malo en el placer, nada malo en la felicidad, excepto que, por supuesto, no dura, etc. Es cuando la sobreestimamos y creemos que durará (consideración errónea) que tenemos problemas. La felicidad es simplemente felicidad; es un estado neutral, ni constructivo ni destructivo.
Renunciar a los ocho dharmas mundanos
Entonces, lo esencial es desapegarnos de las ocho cosas transitorias de la vida, los ocho dharmas mundanos:
- Elogios y críticas: emocionarnos mucho cuando nos elogian (“Oh, soy tan feliz cuando me elogian. ¡Esto es genial!”) y deprimirnos mucho cuando nos critican o nos culpan.
- Escuchar buenas y malas noticias: a menudo extiendo eso a escuchar sonidos agradables y desagradables, como el ruido del tráfico, música tecno alta, etc., cuando intentamos dormir.
- Ganancia y pérdida: nuestras acciones suben o bajan, este tipo de cosas.
- Que las cosas vayan bien y que las cosas vayan mal, lo que podría incluir, por supuesto, problemas de salud, problemas de relación, podría incluir cualquier cosa.
Por supuesto, la forma en que lidiamos con estas ocho cosas transitorias de la vida y nuestros sentimientos mundanos hacia ellas (emocionarnos mucho porque exageramos las buenas y deprimirnos mucho porque exageramos las malas) es un tema muy amplio.
De todas formas, estas son las cosas a las que tenemos que renunciar.
Participante: Creo que tengo otra traducción. ¿No hay una pareja de dolor y felicidad?
Dr. Berzin: No está en la lista que tengo. Sin embargo, eso podría indicar que las cosas van bien o no.
No tenemos que limitarnos a estos ocho. Podemos ampliarlos. La cuestión es que, en general, cuando se trata de cosas buenas, nos emocionamos mucho y nos apegamos a ellas, y cuando se trata de cosas malas, nos deprimimos mucho y les tenemos aversión. A eso es a lo que debemos renunciar. Las cosas van a suceder. Y de nuevo, pensamos: ¿Queremos convertirnos en uno de estos dioses del reino de la forma o del reino sin forma, ser totalmente insensibles e indiferentes a todo y no sentir nada? Es una pregunta muy interesante: ¿Queremos no tener ningún sentimiento? Esto es lo que algunas personas a veces critican al budismo.
Digamos que alguien muere. ¿Se sentiría triste un buda? Bueno, no. ¿Se sentiría feliz de que esa persona muera? No. ¿No sentiría nada un buda? Bueno, no. Un Buda sentiría compasión por quienes están tristes. Así que hay sentimiento ahí, para usar "sentimiento" en el sentido occidental laxo de la palabra. Y también hay alegría cuando las cosas van bien. Por ejemplo, ganamos la lotería: nos alegramos de poder beneficiar a mucha gente. Creo que ese es un tipo diferente de felicidad. Debemos tener cuidado de no llegar al extremo de querer adormecer todos los sentimientos y convertirnos en uno de esos dioses del reino de la forma o del reino sin forma.
Participante: O perder el interés en todo.
Dr. Berzin: Así es. Esto es lo que pasa con estos dioses. No les interesa nada más que sus propias absorciones.
Participante: Me pregunto, uno de los cuatro brahmaviharas es la ecuanimidad. No conozco la palabra en inglés, pero hay algo que parece ecuanimidad, pero no lo es; es simplemente un estado de despreocupación.
Dr. Berzin: En los cuatro brahmaviharas, las cuatro moradas de Brahma (“los cuatro inconmensurables” es otro término para ellas), existe una ecuanimidad inconmensurable. La ecuanimidad inconmensurable se entiende de muchas maneras en diferentes tradiciones, pero algo que no es, es un estado de despreocupación por todo. Ciertamente no es eso.
Sigamos adelante. Me gustaría terminar esta lista.
La renuncia no es escapismo
Además, la renuncia no significa escapismo. Renunciar a nuestra obsesión por los placeres mundanos y desear intensamente liberarnos del sufrimiento que conlleva no significa huir de nuestros problemas; al contrario, los enfrentamos directamente. Solo cuando tomamos conciencia de las causas de nuestro sufrimiento podemos encontrar la verdadera solución al dilema del samsara. No podemos huir de él.
La renuncia no es una determinación impulsiva y pasajera
Tampoco es una determinación efímera y llena de entusiasmo por ser libres. Una determinación efímera y llena de entusiasmo es lo que podríamos sentir por frustración cuando algo mundano no funciona, como ser robado, lesionarse, fracasar en el trabajo, etc. Debido a esta experiencia traumática, de repente nos entusiasmamos mucho y pensamos: "¡Ahora voy a ser libre!", y empezamos a trabajar con mucho ahínco con el Dharma. Pero es impulsivo. Simplemente actuamos por impulso. Es superficial. Y no dura. Tenemos que tener mucho cuidado de no llegar a ese extremo por alguna conmoción que hayamos podido tener. Solo cuando vemos que la existencia incontrolablemente recurrente está llena de problemas, queremos liberarnos de todos ellos para siempre y nos determinamos a romper su continuidad.
E incluso cuando llegan las "crestas", los puntos culminantes del samsara, no nos impresionan: "Nada especial", como decía el joven Serkong Rinpoche. ¡Ganamos la lotería, nada especial! Vemos que solo trae sufrimiento: el impuesto que tendremos que pagar, las personas que querrán ser nuestras amigas solo para quedarse con nuestro dinero, el tiempo que tendremos que dedicar a asesores de inversiones para decidir qué hacer con el dinero (asesores que probablemente solo querrán estafarnos o aprovecharse de nosotros de alguna manera), etc. Es solo sufrimiento. ¡Hablen con quienes han heredado mucho dinero! Hay muchos problemas que eso conlleva.
La renuncia no es una comprensión pasajera e impulsiva de la impermanencia
El último punto: Asimismo, no se trata de una comprensión pasajera e impulsiva de la impermanencia, como la que alguien podría tener al morir al ver que tiene que separarse de su familia, amigos y riqueza, y luego deprimirse. Este tipo de comprensión de la impermanencia es superficial; no surge de haber reflexionado profundamente sobre ella. Solo debido al trauma de la muerte de un amigo cercano, de enfrentarse repentinamente a una enfermedad terminal, o algo similar, desarrollamos una comprensión de la impermanencia. Pero luego, si las cosas mejoran, la olvidamos.
Así que, debemos tener cuidado con estas cosas: estas realizaciones superficiales que surgen de repente y nos entusiasman con el Dharma. Pero no perduran porque no se basan en una reflexión profunda.
Pensemos en ello.
Participante: Pero ese tipo de cosas podrían ayudarnos a desarrollar un sentimiento por el Dharma.
Dr. Berzin: Sí, cuando estas cosas suceden. Pero no pienses que es lo real. En otras palabras, compleméntalo con algo más profundo, algo que pueda mantenerse. Para usar la analogía de una carrera de larga distancia: si gastamos toda nuestra energía al principio porque estamos tan entusiasmados con la carrera, nos cansaremos demasiado al poco tiempo y no podremos terminar. Necesitamos ser constantes y estables.
Es muy común, debo decir, que las personas, especialmente los jóvenes en una edad idealista e influenciable (generalmente veinteañeros), se enamoren del Dharma y se conviertan en pequeños Milarepas. Se vuelven muy determinados en su práctica —sentándose en meditación perfecta, etc.— y, por lo general, se vuelven terriblemente estrictos. Estas personas suelen agotarse después de un tiempo. Luego, simplemente abandonan porque su práctica no es estable; no se basa en una reflexión profunda. Por lo tanto, no hay que ser demasiado idealista. Ciertamente, hay que tener la convicción de que practicar como Milarepa es posible, pero no idealizarlo.
De nuevo, recuerdo mi koan favorito: “La muerte puede llegar en cualquier momento. Relájate”.
[meditación]
Otro ejemplo son las personas que van a hacer ngöndro, estas prácticas preliminares. Dicen: "Voy a hacer mil al día". Quizás puedan mantenerlo durante cierto tiempo, pero después de un tiempo, se dan cuenta de que es demasiado. Es mejor hacer una cantidad más razonable cada día para poder mantenerlo durante los cien mil. Eso no significa que uno no pueda esforzarse por hacer mil al día. Se puede. Hay personas que hacen incluso más que eso al día, pero no los principiantes.
[meditación]
Con esto concluimos esta extensa sección sobre el sufrimiento. La próxima vez, comenzaremos la sección sobre las causas del sufrimiento, las emociones perturbadoras, que es otra sección extensa. Analizaremos la lista completa de ellas tal como se describen en las enseñanzas budistas e intentaremos comprender cómo causan nuestros problemas, nuestro sufrimiento.