El no darse cuenta, las emociones perturbadoras y las repercusiones kármicas no tienen principio
Ya hemos establecido que cada uno de nosotros tiene una continuidad mental individual que no tiene principio ni final, y que seguiremos teniendo renacimientos. Sin un principio, nuestra continuidad mental también se ha mezclado con el no darse cuenta, o dicho con un lenguaje simple, la confusión. Esto se refiere al no darse cuenta de la causa y el efecto conductual: no nos damos cuenta de que la infelicidad proviene del comportamiento destructivo y que la felicidad proviene del comportamiento constructivo. También se refiere a nuestro no darnos cuenta fundamental de la realidad: no nos damos cuenta de cómo existimos nosotros, todos los demás y todas las cosas. A partir de nuestro no darnos cuenta, desarrollamos emociones y actitudes perturbadoras, y después actuamos de formas destructivas o constructivas compulsivas que están mezcladas con la confusión. Esto deja una repercusión kármica en nuestra continuidad mental, la cual incluye las tendencias kármicas y la fuerza kármica positiva y negativa. Así, nuestra continuidad mental y la de todos los demás se ha mezclado con este no darse cuenta, las emociones perturbadoras y las repercusiones kármicas sin principio.
Cómo la repercusión kármica persiste en la continuidad mental
Las tendencias y potenciales kármicos no son ni un fenómeno físico, ni una forma de darse cuenta de algo. En lugar de eso, son simplemente imputadas sobre nuestra continuidad mental. Por ejemplo, si bebemos café hoy, lo bebimos ayer y antier y el día antes de antes de ayer, entonces, como una forma de organizar esto, decimos que existe una tendencia a beber café. Esta tendencia no es algo físico y no es una forma de darse cuenta de algo. Es solamente una imputación de algo basada en una secuencia de eventos similares.
Nuestro no darnos cuenta y nuestras emociones y actitudes perturbadoras también tienen unas tendencias que explican su continuidad. Al fin y al cabo, así como no estamos bebiendo café cada minuto del día, tampoco estamos enfadados cada minuto. Pero hay una continuidad y eso se explica en términos de tendencias. Es mediante las tendencias imputadas sobre nuestra continuidad mental que nuestro no darnos cuenta, emociones perturbadoras y repercusiones kármicas, han persistido en nuestra continuidad mental y persistirán, a menos que hagamos algo para detenerlo.
Aferrarse a una existencia verdaderamente establecida
El no darse cuenta de la realidad que subyace a nuestras emociones perturbadoras, así como a nuestro comportamiento kármico compulsivo, se basa en el hecho de que nuestra mente crea una apariencia de las cosas como si existieran de una forma imposible. De hecho, nuestra mente hace esto todo el tiempo. Con el aferramiento a una existencia verdaderamente establecida, percibimos esas apariencias ilusorias y creemos que corresponden con la realidad. Con el no darse cuenta, no sabemos que esas apariencias no son verdaderas.
El aferramiento a una existencia verdaderamente establecida y el no darse cuenta, las emociones y actitudes perturbadoras, y las tendencias y potenciales kármicos que dependen de ello, constituyen los obscurecimientos emocionales. Todo ello impide la liberación. Los hábitos de este aferramiento no solo dan surgimiento al aferramiento, sino también a la apariencia ilusoria de una existencia verdaderamente establecida, una forma imposible de existencia. Hacen eso continuamente y, por lo tanto, son “hábitos constantes”. Constituyen los obscurecimientos cognitivos que impiden la iluminación omnisciente. Antes de la liberación, estos hábitos dan lugar, tanto a la creación de apariencias engañosas, como al aferramiento, tanto de percibir como de creer en estas apariencias. Después de la liberación, pero antes de la iluminación, continúan dando surgimiento a la creación de apariencias, pero solo al aferramiento en el sentido de percibir esas apariencias. Ya no dan surgimiento a la creencia de que esas apariencias corresponden a la realidad.
La cognición no conceptual de la vacuidad (vacío), es decir, que no existe tal cosa como una forma de existencia que corresponda con lo que aparece, nos libera de cada uno de estos obscurecimientos, dependiendo de la fuerza motivacional que esté detrás de este entendimiento: la renuncia o, tanto la renuncia, como la bodichita.
El significado de “existencia verdaderamente establecida”
Existen muchos grados de sutileza en las formas imposibles de existencia que nuestra mente hace aparecer. En el grado más profundo, el más sutil, es una apariencia de lo que llamamos “existencia verdaderamente establecida”. En los diferentes sistemas doctrinales del budismo indio, la existencia verdaderamente establecida se define de varias maneras, pero revisaremos principalmente la definición prasánguika, tal como se entiende en la tradición guelug.
El término “formas de existencia” se refiere a aquello que establece la existencia de algo. No es realmente hablar de la forma en que algo existe, aunque la diferencia es muy sutil. Esta palabra, “establece”, se refiere a aquello que demuestra o explica el hecho de que algo existe. Un argumento muy simplista para demostrar que algo existe, proveniente de los sistemas doctrinales antiguos, es que desempeña una función. Dado que hace algo, el desempeño de ese algo prueba o demuestra que existe. Esto se da en los sistemas doctrinales inferiores.
Cuando el sistema prasánguika habla de la existencia verdaderamente establecida, significa que existe algo del lado del objeto que establece que el objeto existe. Esto lo haría, o bien únicamente mediante su propio poder, o bien en conjunción con otros factores de etiquetado mental conceptual.
Cuando entendemos la vacuidad, vemos que hay ausencia de un referente real para esas formas imposibles de existencia; no existe tal cosa. Para entender esto, pongamos un ejemplo. Podríamos decir: “tengo un cuerpo fuerte”, porque nuestra mente hace aparecer que existe algo del lado del cuerpo que lo hace fuerte, sin que dependa de nada más. Todas las causas de “yo estoy fuerte y saludable”, como una buena salud, una buena dieta, ejercicio, etc. no aparecen ante nosotros. El cuerpo fuerte no parece surgir de eso, sino que parece ser un cuerpo fuerte, real, establecido por su propio lado, cuando miramos al espejo.
Si el hecho de ser un cuerpo fuerte estuviera establecido del lado del cuerpo, entonces debería ser fuerte en todas las situaciones, incluso comparándolo con otras cosas. Con relación al cuerpo de un bebé, un cuerpo adulto es fuerte; pero con relación al cuerpo de un gorila adulto macho, no es fuerte, es débil. La fuerza surge en dependencia de muchos factores. No depende solamente de la dieta y el ejercicio, sino también de otras cosas con las que lo estamos comparando. No solo esto, sino que también depende de la palabra y el concepto “fuerte”.
De alguna forma, señalamos las cosas que hacemos cada día y, basándonos en esto, tenemos la palabra y el concepto “fuerte”. En los tiempos prehistóricos, “fuerte” era solamente un sonido sin significado para las personas que empezaban el lenguaje, y después llegó a designar un concepto, una categoría, así como todas las cosas que la gente encaja en esta categoría. ¿Qué establece un cuerpo como “fuerte”? La única cosa que lo establece como “fuerte” es solamente lo que llamamos “designación” y “etiquetado mental”, nada más. Todo lo que podemos decir es que ser fuerte es solamente a lo que la palabra “fuerte” se refiere cuando se designa sobre algo como su base, y cuando ese algo es etiquetado mentalmente con una categoría: el concepto “fuerte”. No hay nada del lado de la base que establezca que algo es fuerte. No hay nada que se pueda encontrar.
Podríamos preguntar: “pero, ¿no existen las características definitorias de “ser fuerte”? Alguien puede ser capaz de levantar 100 kilos, ¿no es esa una característica definitoria de “fuerte”, del lado del objeto? No, y esto es debido a que esa característica definitoria de levantar objetos pesados fue también creada por las personas y por una mente que ideó el concepto de “fuerte”. Hicieron una definición, la pusieron en un diccionario, y ahí tenemos “fuerte”, pero sigue siendo por completo algo construido mentalmente. Sin embargo, nuestra mente crea una apariencia de solo el cuerpo y su fuerza. “Acabo de hacer 100 flexiones, ¡soy tan fuerte!”. Como si la fuerza de nuestro cuerpo existiera completamente por sí misma como “fuerte”.
En función de esta apariencia y creencia de que se refiere a algo real, después exageramos la cualidad del cuerpo y generamos apego, orgullo y arrogancia. Vemos a otra persona a quien consideramos más fuerte y nos da envidia. O solo podemos hacer cincuenta flexiones y no cien, y nos enfadamos y nos frustramos. Así, experimentamos todas las emociones perturbadoras sobre la base de creer en la apariencia de algo que es totalmente imposible.
Esto no significa que, convencionalmente, no exista algo como “fuerte”. Convencionalmente, en términos de nuestras palabras y conceptos, somos fuertes. Ese no es ningún problema; no estamos diciendo que no existe absolutamente nada. Convencionalmente, nuestro cuerpo tiene fuerza, y en dependencia de la palabra y el concepto, podríamos decir que es fuerte en comparación a un bebé y demás. Pero nada del lado de la fuerza de nuestro cuerpo establece que seamos fuertes. Nada existe del lado de la base para el etiquetado y la designación mental, ni convencionalmente ni de forma última.
Esta es una explicación breve, pero necesitamos pensar en ello. Si hubiera algo del lado del objeto, por ejemplo, nuestra fuerza, que nos hace fuertes por sí misma, por su propio poder, entonces deberíamos ser fuertes siempre e independientemente de la enfermedad, la vejez o cualquier otra cosa. Cuando usamos la lógica, vemos que esto es ridículo.
Vacuidad (vacío)
Cuando ponemos el foco en la vacuidad (vacío), estamos enfocándonos en “no existe tal cosa”. Es la ausencia total de un objeto de referencia real para esa apariencia de existencia verdaderamente establecida. El modo de apariencia no corresponde con nada real. Nunca estuvo ahí en primer lugar. Otro término para esto es “soporte de apoyo”. No existe semejante cosa como un soporte de apoyo para esa apariencia de algo imposible. Cuando hay una sombra de algo en la cortina de una ventana, hay un soporte de apoyo de una persona real detrás de esa cortina que está proyectando la sombra. Aquí, aunque hay una apariencia de una existencia verdaderamente establecida, como la sombra, no hay nada detrás que lo soporte desde su propio lado.
Cuando nos enfocamos en la vacuidad y estamos totalmente absortos en ella, lo cual significa que tenemos una concentración perfecta, en ese momento la mente no está creando una apariencia de existencia verdaderamente establecida, y no está creyendo en ese tipo de existencia. Estamos hablando de que esto sucede de forma no conceptual. Si esto fuera conceptual, estaría mezclado con la categoría, el concepto de vacuidad. Esto es muy complejo.
Los obscurecimientos emocionales y cognitivos no son parte de la naturaleza esencial de la mente
Los obscurecimientos emocionales, tal y como se ha mencionado, se relacionan con el no darse cuenta y con las emociones y actitudes perturbadoras, así como con sus tendencias, más las tendencias kármicas y los potenciales kármicos. Estos obscurecimientos causan el renacimiento samsárico tal y como se describe en los doce eslabones. Surgen del aferramiento a una existencia verdaderamente establecida e impiden la liberación. Los obscurecimientos cognitivos se refieren a la creación de apariencias de existencia verdaderamente establecida, y eso proviene de los hábitos constantes de ese aferramiento. Cuando nuestra mente crea apariencias de existencia verdaderamente establecida, eso hace que las cosas aparezcan totalmente independientes y desconectadas las unas de las otras. Cuando percibimos esas apariencias, no somos capaces de ver la interconexión de todo, particularmente en términos de la causa y efecto conductual. Además, esas apariencias impiden nuestra omnisciencia y, por consiguiente, no sabemos cómo ayudar mejor a los demás. No podemos ver todas las causas sin principio de sus problemas, o cuáles serían los resultados sin final de algo que les enseñemos.
Nuestra continuidad mental ha sido “manchada” por estos obscurecimientos emocionales y cognitivos sin principio. Por este motivo no estamos ni liberados del samsara ni iluminados. Pero, ¿pueden las manchas de estos obscurecimientos emocionales y cognitivos ser eliminadas? ¿Son parte de la naturaleza esencial de la mente o son lo que llamamos “manchas temporales”? Si fueran una característica definitoria de la naturaleza de la mente, estarían presentes en cada preciso momento. Sin embargo, no lo están. Hay ocasiones, como cuando estamos totalmente absortos en la vacuidad, en que esas “manchas” no están presentes. Esto demuestra que no son parte de la naturaleza de la mente.
Los obscurecimientos emocionales y cognitivos pueden ser eliminados para siempre
La siguiente pregunta es: “si esos obscurecimientos son manchas temporales y no son parte de la naturaleza esencial de la mente, ¿pueden ser eliminados para siempre?”. Para siempre significaría su cesación verdadera, la cual es la tercera realidad de los nobles. Porque las diferentes tendencias del no darse cuenta, las emociones perturbadoras y el karma, así como el hábito constante del aferramiento a la existencia verdadera pueden, sin embargo, estar aún imputadas sobre una mente que está totalmente absorta en la vacuidad de forma no conceptual; después, cuando la mente emerge de ese estado, el aferramiento y todos los demás problemas se repetirán. Entonces, ¿cómo es posible eliminarlos, para que nunca se repitan?
Las tendencias y los hábitos están imputados sobre una secuencia de eventos similares. Solo podemos decir que hay una tendencia que acontece en el presente en nuestra continuidad mental si existe una reiteración futura de lo que se está repitiendo. Si no hubiera reiteraciones futuras, entonces lo único que podríamos decir es que existía una tendencia o hábito previo o pasado. Pero ese hábito no existe en el presente. Por ejemplo, tengo el hábito de escribir con mi mano derecha, el cual es un hábito que acontece en el presente, porque aún podré escribir con mi mano derecha en el futuro. Pero si pierdo mi mano derecha en un accidente, ¿seguiría teniendo ese hábito en el presente? No. Hubiera tenido previamente el hábito de escribir con mi mano derecha, pero no podría hacerlo más porque ya no tendría esa mano. Es solo un hábito pasado, no uno presente. Si pudiéramos impedir todas las reiteraciones de la creación de apariencias de existencia verdaderamente establecida e impedir, tanto la percepción como la creencia en esas apariencias, entonces el hábito terminaría para siempre. No volvería.
La absorción no conceptual en la vacuidad elimina el aferramiento a una existencia verdaderamente establecida
Cuanto más podamos estar absortos en la vacuidad de forma no conceptual, sin ninguna apariencia de existencia verdaderamente establecida y sin aferramiento a ella, más débiles se volverán las tendencias y los hábitos. El no darse cuenta está basado en la creencia en el hecho de que las apariencias corresponden a algo real, pero con la absorción meditativa en la vacuidad, experimentamos más y más momentos durante los cuales nos enfocamos en que no existe tal cosa como algo que en realidad corresponda a ellas. Por consiguiente, cuanto más permanezcamos absortos en la vacuidad, con el tiempo dejaremos de creer que las apariencias ilusorias que percibimos fuera de nuestra absorción total corresponden a algo real. En otras palabras, el hábito de aferrarse a una existencia verdaderamente establecida se volverá más y más débil, hasta que deje de dar surgimiento a esa creencia.
En este punto, habremos eliminado los obscurecimientos emocionales y habremos alcanzado la iluminación. Esto es debido a que habremos eliminado para siempre el no darse cuenta y sus tendencias, por las cuales no sabíamos que esas apariencias no correspondían con la realidad. Es ese no darse cuenta el que hace surgir inicialmente nuestras emociones perturbadoras y nuestras acciones kármicas compulsivas que conducen a las repercusiones kármicas; y son, a su vez, esas emociones perturbadoras las que activan esas repercusiones kármicas que producen renacimientos samsáricos futuros. Cuando ya no hay no darse cuenta, entonces ya no hay nada que active las repercusiones kármicas ni nada que plante más repercusiones kármicas y, por lo tanto, el renacimiento incontrolablemente recurrente termina para siempre.
Si pudiéramos permanecer enfocados en la vacuidad para siempre, como haría un buda, ya no habría más creación de apariencias de existencia verdaderamente establecida. Nuestra mente no produciría ese sinsentido y seríamos omniscientes, porque seríamos capaces de percibir la interconexión de todas las cosas. Así es como establecemos la existencia y la posibilidad de lograr la liberación y la iluminación.
La renuncia no elaborada como la fuerza detrás del entendimiento de la vacuidad para lograr la liberación
La mente que entiende la vacuidad necesita tener cierta fuerza para ello. Podríamos entender la vacuidad únicamente como un ejercicio intelectual en nuestra clase de la universidad, pero eso no tendría demasiada fuerza. De hecho, ese tipo de entendimiento podría conducir a mucha arrogancia. Si ese entendimiento tiene detrás la fuerza de la renuncia no elaborada (el surgimiento automático de renuncia sin necesidad de crearla), entonces tiene suficiente energía como para ser capaz de deshacerse de las tendencias del no darse cuenta y las emociones perturbadoras, así como del no darse cuenta y las emociones perturbadoras mismas.
¿Por qué? Porque a lo que estamos renunciando es, de hecho, el resultado de las emociones y tendencias perturbadoras. Estamos renunciando al renacimiento samsárico. Es de lo que estamos determinados a liberarnos y de lo que deseamos abandonar las causas. Estamos renunciando al sufrimiento que todo lo impregna de esos agregados. Cualquiera puede renunciar al sufrimiento, porque nadie quiere tener más dolor, ese no es ningún gran logro, incluso los animales pueden hacerlo. Además, otras religiones renuncian a la felicidad mundana para ir a algún tipo de paraíso, así que ese tipo de renuncia no es específicamente budista. A lo que estamos renunciado aquí es al tercer tipo de sufrimiento, el cual es la base del samsara. Este punto es muy importante.
Renunciar al samsara: la determinación de ser libres
¿Qué caracteriza al samsara? Tiene altibajos. Unas veces nos sentimos bien y somos felices, y otras nos sentimos mal e infelices. No tenemos ninguna manera de predecir cómo nos sentiremos en el momento siguiente. Incluso cuando nos sentimos bien, tenemos que separarnos de ello; o después ya no nos sentimos lo suficientemente satisfechos, como en “no me siento lo suficientemente bien”. Esta es la situación samsárica a la que estamos renunciando. No renunciamos a la existencia o a la vida. Por supuesto, los bloqueos mentales pueden aparecer, con los que pensamos que, si no tenemos los altibajos “emocionantes”, entonces nuestra vida será vacía y aburrida. Pero si analizamos esto en profundidad, veremos que, cuando logramos la iluminación, todavía tendremos los agregados que construyen cada momento de nuestra experiencia, y todavía tendremos sentimientos, pero no serán perturbadores. Tendremos felicidad y ecuanimidad no perturbadora. Tendremos amor, compasión, paciencia, generosidad, afecto, etc. sin ninguna emoción perturbadora.
En resumen, estos son los aspectos con los que trabajamos para volvernos realmente alguien del nivel intermedio. Estamos seguros de que nuestra continuidad mental durará para siempre y no está manchada en su naturaleza por los obscurecimientos emocionales y de que éstos, por consiguiente, pueden ser detenidos para siempre. También tenemos una identificación correcta de aquello a lo que estamos renunciando. Cuando tenemos claro todo esto, entonces estamos en el camino de ser realmente alguien del nivel intermedio.
La bodichita no elaborada como fuerza detrás del entendimiento de la vacuidad para lograr la iluminación
En el nivel avanzado, cuando tenemos la fuerza del anhelo de la bodichita no elaborada como fuerza mental que entiende la vacuidad, entonces esa fuerza es capaz de permanecer enfocada en la vacuidad para siempre, y también es capaz de deshacerse de los obscurecimientos cognitivos.
¿Por qué? Tenemos esta continuidad mental sin principio ni final, no manchada por los dos obscurecimientos, tal como todos los demás. Esto es lo primero de lo que tenemos que darnos cuenta y, sobre esta base, tenemos ecuanimidad hacia todo el mundo. Por ejemplo, cuando vemos una continuidad mental que, debido a su karma, ahora está conectada con el cuerpo de un insecto, eso no significa que esa continuidad mental esté establecida desde su propio lado como la continuidad mental de un insecto (aunque nuestra mente lo haga aparecer así). No existe tal cosa como la continuidad mental de insecto, o de hombre, de mujer, de humano, de mexicano o de lo que sea. Lo importante es que nuestra continuidad mental también está desprovista de existir de formas imposibles, completamente por sí misma, con grandes paredes a su alrededor, de forma independiente. Todas nuestras continuidades mentales han interactuado unas con otras y han sido influenciadas por cada una de las demás en términos de lo que experimentamos, sin principio.
Cuando tomamos como factor el tiempo sin principio, vemos que no solo nos hemos ayudado los unos a los otros antes, sino que, entre otras cosas, hemos sido la madre y el padre los unos de los otros. Por si fuera poco, todos quieren ser felices y nadie quiere sufrir. Este es el principio básico de cada continuidad mental, y somos iguales en esta base. Todos estamos interconectados los unos con los otros y todos tenemos lo que llamamos “naturaleza búdica”, la cual es la pureza básica de la continuidad mental que nos permite a todos volvernos iluminados. De hecho, estamos convencidos de que todo el mundo puede alcanzar la liberación y la iluminación. Cuando entendemos la vacuidad de la continuidad mental, entonces también entendemos que es posible influenciar y ayudar a los demás. Esta relación causal es posible entre las continuidades mentales, sin exagerar o negar lo que es posible, en función de entender realmente la causa y el efecto.
Gracias al entendimiento de que todas las personas pueden alcanzar la liberación y la iluminación por igual, tenemos una gran compasión dirigida hacia todo el mundo sin excepción. Podemos ver la interconexión de todas las cosas, quizás no de forma muy clara, pero por lo menos entendemos este principio. Ahora empezamos a ver cómo la fuerza del anhelo de la bodichita es tan vasta que puede actuar como una causa para realmente alcanzar la mente omnisciente de un buda en ese nivel de vastedad.
El anhelo de la bodichita está basado en esta compasión y en tomar la responsabilidad de conducir a todo el mundo a la iluminación. Llamamos a esto “resolución excepcional”. Vemos que solo si nosotros mismos nos convertimos en un buda, seremos totalmente capaces de ayudar a los demás, y por este motivo tenemos que deshacernos, tanto de los obscurecimientos emocionales, como de los cognitivos. En este punto, nos enfocamos en nuestra iluminación aún no acontecida, la cual se refiere a la tercera y cuarta realidades de los nobles. Estas son las cesaciones verdaderas de los dos obscurecimientos y el estado mental que es el camino que todavía no ha acontecido en nuestra continuidad mental, pero que puede acontecer.
Enfocarnos en nuestra iluminación individual que aún no acontece
Cuando hablamos del “futuro” en un contexto occidental, suena como algo que sucede en algún lugar ahí fuera; nos parece que, si fuéramos más rápido que la velocidad de la luz, podríamos viajar al futuro. Ese no es el entendimiento budista. En el budismo hablamos de eventos que ya han acontecido, que acontecen en este momento y que todavía no han acontecido. Solo cuando algo es posible podemos hablar de ello como algo que todavía no acontece. Nuestra iluminación no ha acontecido ahora, pero puede acontecer, sobre la base de la pureza de la continuidad mental y las causas acumuladas, como los entramados de fuerza positiva y del darse cuenta profundo que hay imputados sobre esa continuidad mental, o las llamadas “colecciones de mérito y sabiduría”. La iluminación que aún no ha acontecido está imputada sobre sus causas y sobre la base de la pureza de la mente.
Anhelamos, con la bodichita, tener un alcance mental increíblemente enorme y vasto. Esto es el mahayana, el vehículo vasto de la mente. No hablamos de “vehículo” como un automóvil, sino de un entendimiento que nos llevará a la iluminación. Es enorme, porque pensamos en términos de todos los seres y la interconexión entre ellos. También pensamos en términos de la pureza total de nuestra propia continuidad mental y la de todos los demás. Esto nos da la fuerza para el entendimiento de la vacuidad de tal forma que seamos capaces de cortar a través de los hábitos del aferramiento a una existencia verdaderamente establecida. En otras palabras, seremos capaces de permanecer en una absorción total en la vacuidad para siempre.
La renuncia no invalida el gozo de la vida ordinaria
Esto es lo que tenemos en los niveles intermedio y avanzado. Queremos transformarnos en personas que tienen cada uno de estos niveles de forma no elaborada todo el tiempo. Como alguien del nivel intermedio, sin importar con qué nos topemos en nuestra experiencia samsárica, se supone que lo veremos como una forma de sufrimiento. ¿Significa esto que ya no disfrutaremos más y estaremos desalentados todo el tiempo? ¡Claro que no, de ninguna manera! Significa simplemente que ya no somos engañados por lo que vemos. Incluso si es a un nivel superficial, vemos que todo ha surgido sobre la base de causas y condiciones, que va a cambiar y que no durará. Y disfrutamos todo lo que nos suceda sin exagerarlo. Sí, necesitamos comer, podemos disfrutar de nuestras comidas, pero sin pensar: “vaya, esto es tan estupendo y maravilloso, ¡quiero comer más y más y más!”. Estamos tranquilos y disfrutamos las cosas tal como son.
Tener una actitud realista acerca de los cuerpos de las personas por las que nos sentimos atraídos
En nuestra interacción con las personas, habrá algunas con las que estemos enojados, otras por las que nos preocupemos y, por supuesto, aquellas por las que nos sintamos atraídos. Incluso si no podemos aplicar un entendimiento de la vacuidad, podemos aplicar unos antídotos más temporales o provisionales, como la visualización. Podemos imaginar que tenemos una visión de rayos-X y miramos el esqueleto de alguien por quien nos sentimos atraídos o atraídas; o incluso más efectivo: podemos hacer como Shantideva aconseja y quitarle imaginariamente la piel. Imaginamos a la persona en términos de sus músculos, intestinos, estómago, pulmones y demás órganos, y pensamos que, sin importar lo atractiva o repulsiva que pensemos que es, está bajo la influencia de las emociones perturbadoras y los estragos de la edad, y tendrá dolores de espalda y demás. Esto nos ayuda a desvanecer la atracción, la repulsión o el enojo, porque la mayoría están basadas en apariencias superficiales. Es realmente útil intentarlo y visualizar así todo el tiempo.
Renunciamos, en el sentido de que ya no queremos tener este tipo de atracción o repulsión, porque nos causa problemas, infelicidad y sufrimiento. Hemos tomado la determinación de liberarnos de esos problemas, lo cual significa que necesitamos aplicar algunos oponentes para deshacernos de ellos. No se trata solo de tener un bonito deseo, pero que no hagamos nada con él, como en: “quizás mis emociones perturbadoras se vayan si rezo lo suficiente”.
Cuando visualizamos el interior de alguien, lo que vemos está realmente ahí. No es una fantasía; pero, de igual manera, su apariencia superficial también está ahí. No negamos la apariencia externa. Con el tiempo, llegaremos a un punto en el que ya no estaremos demasiado influenciados por el deseo y todo eso. Entonces podremos simplemente disfrutar la belleza de alguien, o una flor, una comida, sin estar perturbados por ello, porque entenderemos el nivel más profundo. Como resultado, en realidad empezaremos a ver la belleza en muchas más cosas de lo que solíamos ver antes.
Para hacer un breve resumen, el enfoque del nivel intermedio está en la renuncia a las emociones perturbadoras y a toda la situación samsárica que éstas crean. La versión Dharma light es pensar solo en esta vida. El Dharma Auténtico es pensar en términos de cómo, si no nos deshacemos de las emociones perturbadoras, éstas se perpetuarán por sí mismas para siempre con los renacimientos incontrolablemente recurrentes. ¡Ciertamente no queremos eso!
Pensar siempre en los demás
Cuando nos volvemos alguien del nivel avanzado, no solo nos enfocamos en superar nuestras propias emociones perturbadoras hacia todo el mundo y todas las cosas, sino en extender la compasión hacia todos los demás al ver que todos estamos en la misma situación. Todos estamos bajo la influencia del karma y las emociones perturbadoras, y tenemos los altibajos del sufrimiento del samsara. ¡Qué terrible que todo el mundo esté en un estado tan horrible como el nuestro!
Al enfocarnos en que todos esos seres ya no están aconteciendo como mis madres, que están aconteciendo en el presente como un insecto, y aún no acontecen en su forma de buda, nos relacionamos con ellos en los tres niveles sobre la base del entendimiento de la pureza de la mente o la naturaleza búdica. Esta no es una tarea fácil, no estamos hablando solo de aquellos seres que ahora tengan una forma humana. ¡Imaginen si fuéramos capaces de hacer esto con todos, y realmente lo hiciéramos con todos simultáneamente!
Resumen
Nuestra continuidad mental no tiene principio ni final, y ciertamente tenemos renacimientos. No nos enfocamos solamente en lo que acontece ahora, sino que pensamos en términos de lo que aún no acontece. Si no hacemos nada al respecto, nuestra situación samsárica que acontece en este momento continuará para siempre. A pesar de no tener principio, nuestra continuidad mental se ha mezclado con las emociones perturbadoras, pero podemos eliminarlas por completo. Existe una liberación que aún no ha acontecido que podemos imputar sobre nuestra continuidad mental. Exactamente lo mismo aplica en términos de nuestra naturaleza que no ha sido manchada por los obscurecimientos cognitivos. Podemos mirar hacia adelante a la iluminación que aún no ha acontecido sobre la base de nuestra continuidad mental. También entendemos que un número incontable de otras continuidades mentales están en la misma situación que nosotros, y vemos la interconexión de todos nosotros.
Con esto en mente, abandonamos nuestro enfoque únicamente en esta vida y pensamos en términos del futuro. Entonces, realmente abandonamos el enfoque del futuro dentro de los límites del samsara, y vemos más adelante, hacia el estado de liberación. Después de esto, incluso abandonamos nuestro enfoque de la liberación y ponemos toda nuestra atención en nuestra iluminación aún no acontecida. Cada una de estas etapas tiene una renuncia, en la que abandonamos algo. Aquí, en la fase avanzada, también tenemos bodichita. Todo esto es posible porque entendemos la vacuidad de nuestra continuidad mental.
Estos son los tres aspectos principales de los estados mentales que son el camino, tal como lo enfatizó Tsongkapa. Tenemos renuncia, bodichita y el entendimiento de la vacuidad. Si seguimos los pasos del lam-rim, con el anhelo sincero de volvernos gradualmente individuos de los tres niveles, aunque no sea fácil, no hay duda de que progresaremos en el camino de convertirnos en un buda y beneficiar a todos los seres limitados.