(22) La práctica de un bodisatva es no asignarle a la mente características inherentes de los objetos tomados y de las mentes que las toman, al comprender realmente cómo existen las cosas. Sin importar cómo aparecen las cosas, son de nuestra propia mente; y la mente misma es, desde el principio, separada de los extremos de la fabricación mental.
La escuela chitamatra afirma que todo lo que aparece y existe, todos los fenómenos, son de la naturaleza de la mente. Sin embargo, Chandrakirti, de la escuela madyámaka, afirma que todo lo que aparece y existe no es inherentemente establecido como algo por su propio poder. Es establecido como algo meramente por el poder de cómo lo toma cognitivamente nuestra mente convencional. Esta existencia es convencional o superficial, la cual, por lo tanto, no es verdad última.
Si los fenómenos tuvieran una forma última de existir como algo inherentemente establecido en sí mismos, entonces cuanto más buscáramos esa forma de existencia con una mente que analiza la verdad más profunda, más clara se volvería. Pero, de hecho, la forma en la cual las cosas parecen existir, como algo inherentemente establecido por sí mismas, se desvanece lentamente hasta que no encontramos ninguna base o cimiento. Esto no se debe a que los fenómenos no existan en absoluto, porque no nos derivarían ningún beneficio o daño. Pero como sí nos derivan beneficio o daño, los fenómenos existen. Sin embargo, no podemos encontrar su forma aparente de existencia como algo con un modo de existencia inherentemente establecida desde su propio lado. Por lo tanto, se deduce que el fenómeno no existe como algo en sí mismo, inherentemente establecido por su propio poder, sino solamente establecido como algo a través del poder de cómo la mente convencional lo toma cognitivamente a través del etiquetado mental.
Por lo tanto, a pesar de que los fenómenos parecen existir verdadera e inherentemente como algo, este modo de existencia no resiste el análisis. Esto demuestra que nuestra manera habitual de conocer las cosas es engañosa e ilusoria. Como el séptimo Dalái Lama dijo:
Los objetos que atraviesan por la mente de una persona dormida no son más que un sueño. Son sólo apariencias, no hay objetos en sus bases. Son meramente apariencias mentales.
Si en este momento estuviéramos soñando que estamos en el Tíbet, al despertarnos sabríamos que realmente no estábamos en el Tíbet. Debajo de nuestra cognición del sueño de una apariencia del Tíbet, no había un Tíbet real como base, establecido como un lugar donde realmente estuviéramos. Del mismo modo, nosotros, los demás, el samsara, el nirvana y toda la existencia es solamente establecida por nombres y conceptos. Su existencia inherente, establecida sobre una base desde su propio lado, nunca existió, ni siquiera un átomo de ella.
Cuando los fenómenos aparecen, parecen existir como algo inherentemente establecido sobre la base desde donde aparecen. Sin embargo, de hecho no existen inherentemente establecidos como algo, en algún lugar que podamos señalar. Y aún así, con respecto a los objetos sensoriales, todo lo que aparece ante los seres como nosotros, drogados con el sueño de no darnos cuenta, parece existir verdaderamente como algo inherentemente establecido sobre una base. El séptimo Dalái Lama continuó:
Observen a sus mentes drogadas, vean cómo funcionan.
Sin embargo, a pesar de seruna apariencia engañosa, esta es la forma en quelos fenómenosparecen existirante los serescomo nosotros,engañadospor el velo dela falta de darnos cuentade nuestrasseisfacultades cognitivas. Lo que aparece, ya sea grande o pequeño, sea una cosao muchas,parece existir objetivamente, inherentemente establecido comoalgo desdesu propio lado, no sólopor el poder delos nombresy conceptos utilizados para designarlo.Todo pareceexistir inherentementeestablecido comoalgo fuera de nosotros: "¡Mira, ahí está! ¡Allí!".
Nada existe realmente de esta manera. Es una forma imposible de existencia y aún así es como aparece ante nosotros. El séptimo Dalái Lama continuó:
Entonces, con respecto a “mí” o a cualquier cosa, esta forma de existir como algo inherentemente establecido en sí mismo, que aparece ante la mente engañada, es el objeto sutil de negación. Negarlo y eliminarlo de nuestra mente es lo más precioso y raro.
Por lo tanto, todo lo que aparece, puro o impuro, existe convencionalmente establecido como algo debido a la mente. Incluso la mente misma, incluida en todos los fenómenos existentes, no se encuentra como algo, si buscamos examinando su verdad más profunda. La mente existe como un continuum de momentos de darse cuenta. El darse cuenta siempre está funcionando, vívidamente. Aún así, si dividimos el continuum en sus partes (sus momentos) y buscamos, no podemos encontrar la mente como algo.
El todo no existe como algo establecido en forma separada de sus partes y una parte no puede ser el todo. Las partes y el todo son diferentes. Si se rompe y se separan las partes, el todo no puede sobrevivir como algo. El todo existe como algo aparentemente en partes, pero cuando lo buscamos no podemos encontrarlo. No podemos decir con certeza: “Aquí está”.
Por lo tanto, la mente ha existido, sin principio, más allá de los extremos de existir inherentemente establecida como algo y de no existir en absoluto como algo existiendo independientemente por sí misma como una nada negruzca o totalmente no existente en lo absoluto. No existe inherentemente no existe inherentemente establecida como algo. Así, el séptimo Dalái Lama continuó:
Una base de existencia del samsara y del nirvana es siempre una interpolación proyectada por nuestra mente. También la mente, si se analiza, carece de un verdadero surgimiento y de una verdadera cesación. La naturaleza de cómo existen las cosas realmente es increíble.
Por lo tanto, todo lo que aparece y existe, el samsara y el nirvana, son de la naturaleza de la mente y la mente misma carece de verdadero surgimiento y verdadera cesación. Más aún, la persona que posee una mente también carece de un verdadero surgimiento y una verdadera cesación.
Como dijo un gran maestro:
Yo soy un yogui del espacio, carente de surgimiento. Nada existe verdaderamente. Yo soy un gran manejador de falsedades, que ve todas las apariencias, oye todos los sonidos como una gran ilusión. Lo que es sorprendente es el par unificado de la apariencia y la vacuidad (vacío). He encontrado la certeza del surgimiento dependiente no engañoso.
Para este yogui manejador de falsedades, todas las apariencias y los sonidos parecen existir inherentemente establecidos como algo, y aún así, al mismo tiempo, nada existe inherentemente establecido como nada. Si todo existiera verdadera e inherentemente establecido como algo, nunca podría haber contradicción alguna. Sin embargo, por ejemplo, un árbol en primavera tiene un hermoso follaje y flores, pero en invierno está desnudo y feo. Si la belleza existiera inherentemente establecida en el árbol, debería permanecer siempre allí y nunca transformarse en fealdad. Ocurre lo mismo con las personas que a veces parecen hermosas y otras veces feas. Si su belleza existiera inherentemente establecida en ellas nunca se podría transformar en fealdad. Además, si nuestra mente envilecida existiera inherentemente establecida como envilecida, nunca podría transformarse en la mente completamente purificada y omnisciente de un buda.
Sin embargo, lo que está envilecido puede dejar de estarlo; lo que es feo puede volverse hermoso. Esto demuestra que nada existe inherentemente establecido como lo que aparece. Para una base que existiera inherentemente establecida como algo, los cambios basados en la causa y el efecto serían imposibles; sin embargo, existe la causa y el efecto, el bien y el mal. Por lo tanto, estas categorías y cualidades sólo se pueden aplicar basadas en la existencia no inherentemente establecida. Estas categorías y cualidades nunca pueden ser aplicadas a bases inherentemente existentes como algo. El hecho de que categorías y cualidades contradictorias puedan ser aplicadas a un mismo fenómeno, demuestra que el fenómeno no existe inherentemente establecido como algo.
Por lo tanto, “lo que es sorprendente es el par unificado de la apariencia y la vacuidad”. Las cosas aparecen manifiestamente en diferentes formas, pero su verdadera naturaleza es que carecen de existencia inherentemente establecida como lo que aparecen. Por lo tanto, cambian de acuerdo con las circunstancias. Aparecen de diversas formas ante diferentes mentes y en diferentes tiempos, lo cual significa que su vacuidad de existencia inherente no niega su apariencia y su apariencia no niega su vacuidad. Debido a que la naturaleza de los fenómenos es carecer de existencia inherente, aparecen en diversas formas, y como aparecen en diversas formas carecen de existencia inherente.
Mi comprensión de estos puntos no es muy buena, pero estoy tratando de mejorar. Estos son temas muy difíciles y tenemos que acostumbrar a nuestra mente a ellos. A veces tenemos que meditar en la vacuidad, otras veces en la apariencia, y hacerlo en forma equilibrada. Con suerte, algún día la vacuidad y la apariencia surgirán en nuestra mente como sosteniéndose la una a la otra. “Lo que es sorprendente es el par unificado”, como dijo el maestro, cuyo nombre no puedo recordar en este momento.
Lo que quiero transmitir es que si todos los fenómenos existieran inherentemente establecidos como algo por sí mismos, independientemente de cualquier otra cosa, siempre existirían permanentemente como eso. Pero cuando analizamos correctamente las cosas, encontramos que las cosas no existen en absoluto de esa forma imposible. Si esta conclusión surge como certeza definitiva en nuestra mente, las apariencias engañosas de su previa forma aparente de existir vívidamente de repente se colapsa sin soporte; se cae. Anteriormente parecían tener un soporte fuerte, pero súbitamente se disuelven sin tener nada atrás.
Si permitimos que nuestra mente more gentilmente en el colapso de esta apariencia engañosa, gradualmente podremos jurar desde lo más profundo de nuestro corazón, nuestra certeza de una ausencia absoluta de esta forma imposible de existencia. Si nuestro poder de concentración no es muy fuerte, no podremos permanecer enfocados durante mucho tiempo en esta ausencia y en la certeza de ella, pero aunque lo hagamos por un breve instante, es extremadamente beneficioso. En ese breve instante, la previa apariencia vívida de esta forma engañosa de existencia se colapsa y sólo queda la anulación no implicativa, la ausencia absoluta de existencia inherente. En ese momento no hay posibilidad de que otras apariencias surjan en nuestra mente.
Al dejar de concebir cualquier apariencia de una conciencia que toma un objeto y un objeto tomado, y al no tener otras apariencias manifiestas, mora en esta ausencia (vacuidad).
Como se ha dicho: “No ver es el supremo ver”. Así, mantener nuestra mente absorta en esta anulación evidente, esta absoluta ausencia o vacuidad, es lo que se llama la conciencia profunda que es como el espacio.
La conciencia profunda que es como una ilusión es para lidiar con los fenómenos convencionales durante los periodos del logro subsecuente (postmeditación), después de que salimos de la meditación en la vacuidad.
(23) La práctica de un bodisatva es, al encontrarnos con objetos placenteros, no considerarlos como verdaderamente existentes, aún a pesar de que aparezcan bellos, como un arcoíris de verano. Y (por lo tanto) deshacernos del aferramiento y el apego.
El propósito de comprender profundamente la vacuidad es entender la forma correcta de hacer frente a la existencia. Cuando comprendemos la vacuidad, vemos la verdadera naturaleza perdurable de todos los fenómenos, su forma real de existencia. Comprendemos entonces que nuestra manera habitual de conocer todos los fenómenos ha sido falsa y engañosa. Cuando comprendemos que su apariencia es engañosa, sabemos cómo responder en consecuencia. Si sabemos cómo lidiar con algo que parece ser lo que no es, no seremos engañados.
Alcanzar el logro de la vacuidad no significa rechazar todas las apariencias y negarlas mentalmente. El objetivo de obtener la realización de la vacuidad es detener la interpolación de la existencia inherente que nuestro aferramiento por la existencia inherente proyecta sobre los objetos cuando nuestra mente los hace aparecer. Necesitamos dejar de proyectar esta interpolación de las cosas existiendo inherentemente establecidas como algo, para terminar con el fuerte apego o con el odio por las cosas. Me parece que este debe ser el objetivo o propósito de la meditación en la vacuidad y tal meditación ciertamente es muy beneficiosa. Con la conciencia profunda que es como el espacio, meditamos en la vacuidad. Acto seguido, el punto no es rechazar todo, sino verlo todo sin interpolación o exageración para detener el fuerte deseo y el apego.
Cuando vemos algo atractivo pero entendemos su verdadera naturaleza perdurable, esto no impide que veamos su atractivo convencional o relativo. Sin embargo, elimina el fuerte apego al mismo. El apego está siempre respaldado por la falta de darse cuenta y el aferramiento por la existencia inherente. Así que, si primero hemos realizado la verdadera naturaleza de algo, esto marca la diferencia en nuestra forma de lidiar con ello.
Por lo tanto, cuando nos encontramos con un objeto atractivo, éste se vuelve como un arcoíris en verano. Aparece como hermoso -convencional y relativamente puede serlo- pero no lo vemos como inherentemente hermoso. En consecuencia, no surge el aferramiento a él como inherentemente hermoso. Si lentamente perdemos el aferramiento al objeto como inherentemente hermoso, no surgirá el apego a él debido al no darse cuenta. “Cualquier apego o aversión está acompañado por una falta de darse cuenta perturbadora”. Como dijo Aryadeva en sus Cuatrocientas estrofas:
(VI.10) Así como el poder cognitivo del cuerpo (impregna todo el) cuerpo, la ingenuidad mora en todas (las emociones perturbadoras). Por lo tanto, al destruir la ingenuidad, todas las emociones perturbadoras serán destruidas.
Por lo tanto, aunque un objeto aparezca como hermoso, en la medida en que vemos que carece de existencia inherente como hermoso y que es impermanente, esto destruye nuestro apego. Esta es una nueva manera de deshacernos del apego. En los versos previos de estas Treinta y siete prácticas del bodisatva, nos liberamos del apego al comprender que el objeto de nuestro apego es impuro. Aquí nos liberamos de él al comprender que el objeto carece de existencia inherentemente establecida, por ejemplo, como hermoso.
Si practicamos los dos métodos, esto tiene un gran efecto. El primer método es una solución temporal, suprime nuestro apego pero no lo erradica. Si comprendemos la falsa naturaleza engañosa del objeto de nuestro apego, si podemos tener una fuerte certeza de esto y si vemos claramente la verdadera naturaleza del objeto, esto será de gran ayuda para detener por completo nuestro apego.
(24) La práctica de un bodisatva es, en el momento en que nos encontramos con condiciones adversas, verlas como engañosas, porque diversos sufrimientos son como la muerte de nuestro hijo en un sueño. Y tomar (tales) apariencias engañosas como verdaderas es una pesada basura.
El odio puede surgir de circunstancias desagradables o del sufrimiento. Por lo tanto, si nos damos cuenta de que tal sufrimiento carece de existencia inherente y lo vemos como si fuera sólo una ilusión, esto nos ayuda a detener el odio. La práctica de un bodisatva es acercarse de esta manera a las circunstancias desagradables.