Integrar nuestra vida: el deseo de ser feliz y el yoga del gurú

Resumen

Hemos estado buscando algunos métodos que nos ayuden a integrar nuestra vida. También hemos analizado los antecedentes de los que se derivan estas prácticas. En el contexto budista más amplio, nuestro objetivo es garantizar que nuestra vida futura continúe teniendo una forma humana preciosa como la que tenemos ahora, como base de trabajo para continuar nuestro desarrollo. Esto se debe a que comprendemos que nuestra continuidad mental individual no tiene principio ni final. Momento a momento, nuestras experiencias se ven fuertemente afectadas por emociones y actitudes perturbadoras, y nuestro comportamiento impulsivo basado en eso simplemente perpetúa el síndrome.     

Todo esto se deriva de nuestra confusión sobre causa y efecto y sobre la realidad, que puede contrarrestarse con una comprensión correcta que es mutuamente excluyente con tal confusión. Si podemos mantenernos enfocados con esa comprensión correcta todo el tiempo, entonces esa comprensión incorrecta nunca podrá surgir nuevamente. Y cuando esa comprensión incorrecta ya no esté presente, las emociones perturbadoras y el comportamiento compulsivo basado en esa confusión tampoco volverán a repetirse. Por lo tanto, tampoco surgirán los diversos problemas asociados con nuestra experiencia de la vida momento a momento. Entonces, entendemos la pureza básica de la mente, que todos estos alborotadores son lo que llamamos “manchas fugaces”. Oscurecen la naturaleza pura de la mente, pero son fugaces en el sentido de que pueden eliminarse. La continuidad mental va a durar para siempre, y dado que nos damos cuenta de que es posible que nuestra experiencia de la vida esté libre de todos los problemas, insatisfacción y frustración que tenemos ahora, eso nos da la valentía y la confianza para trabajar hacia ese objetivo. Ese objetivo se llama “liberación”.   

En nuestra comprensión de la realidad, llegamos a ver que nuestra propia continuidad mental es algo que no existe de forma independiente, aislada de todo lo demás, estableciéndose por su propio poder. Más bien, se compone de experiencias momento a momento que se ven afectadas por muchos, muchos otros factores. La forma técnica de decir esto es que cada momento surge de manera dependiente de muchos otros factores. Y los factores externos de los que depende no se limitan solo a los objetos materiales. Cada momento también está influenciado por todos los demás (la continuidad mental de todos los demás) y las unidades más grandes que se componen de eso, como las unidades familiares, la sociedad, las naciones, etc.           

Todos quieren ser felices y nadie quiere ser infeliz

Cuando examinamos las características básicas de nuestra experiencia, encontramos que una de las fundamentales es que queremos ser felices y no queremos ser infelices. Por supuesto, podríamos intentar analizar por qué es así. ¿Por qué todos queremos ser felices y no infelices? ¡No es fácil de responder! Por lo general, solo se explica como: “Bueno, así son las cosas”, pero si no estamos satisfechos con esa respuesta, podemos especular más razones, que pueden ser o no explicaciones correctas. Hay una diferencia entre simplemente aceptar esta afirmación: “Quiero ser feliz y no quiero ser infeliz”, que podemos corroborar con base en nuestra experiencia, y aceptar algo que está más allá de nuestra experiencia. En otras palabras, el hecho de que quiero ser feliz y no quiero ser infeliz, que quiero agradar y no desagradar, y que todos los demás también deben ser así, es algo que tal vez no podamos entender por qué, pero podemos confirmarlo a partir de nuestra experiencia personal. No está más allá de nuestra propia experiencia.

También podríamos preguntar: “Bueno, ¿es solo una cuestión de tener fe de que es así, que todos queremos ser felices, o tal vez no se basa en la razón, pero sabemos que es verdad según la experiencia?”. En este caso, diríamos: “Sí, se basa en la experiencia”. Si sentimos dolor, queremos que el dolor se detenga. Todos quieren salir de ese dolor. Queremos sacar nuestra mano del fuego; queremos salir del frío glacial. Eso es solo parte de nuestra naturaleza. Incluso si mantenemos la mano en el fuego para castigarnos a nosotros mismos o probar algo o lo que sea, aun así, para hacerlo tenemos que luchar contra nuestra tendencia natural a sacar la mano. Esto se basa en la experiencia. Mientras que, si nos enfrentamos a la pregunta de algo como: “¿existe alguna autoridad superior en el universo?”, lo cual está más allá de nuestra experiencia, entonces es algo diferente en términos de tener fe y creer que es así, porque no es algo que podamos experimentar. Por tanto, hay una diferencia entre creer en algo que es la naturaleza de algo, que podemos y, de hecho, experimentamos nosotros mismos, en contraposición a lo que está más allá de nuestra experiencia.

Me parece que en realidad es un punto bastante interesante e importante. Podríamos decir: “Bueno, ¿no es un razonamiento circular decir que algo es verdad basado en nuestra experiencia de él?”. Porque si digo: “Bueno, puedo tener fe en algo más que también experimento, como todas mis concepciones erróneas sobre la realidad. Entonces, ¿cómo puedo aceptar que así es, simplemente porque eso es lo que experimento? ¿Acaso no es lo mismo que decir: ‘Experimento que quiero ser feliz y no quiero ser infeliz; por lo tanto, ¿puedo creer que este es un principio básico’? Basándonos en eso, ¿no podríamos entonces decir: ‘La característica básica de la realidad es que existe de manera independiente, estableciéndose tal como la vemos frente a nuestros ojos, porque así es como yo experimento las cosas’”?  

Tendríamos que introducir un razonamiento circular para resolver esta cuestión. Diríamos: “Bueno, creer en estas concepciones erróneas sobre la realidad produce infelicidad y problemas, mientras que creer que queremos ser felices y no queremos ser infelices, produce felicidad”. Ese es el razonamiento circular aquí. Es usar lo que intentamos demostrar -que todos quieren ser felices y no infelices- como prueba de lo que intentamos demostrar. Debido a que solo podemos probar nuestra tesis mediante el uso de la lógica circular, tenemos que concluir que no podemos demostrar lógicamente que todos los seres quieren ser felices y no infelices.       

Luego tenemos que volver a los criterios de validez de Chandrakirti. Existe la convención con la que la gente está de acuerdo: “Quiero ser feliz y no infeliz” y no es contradicho por una mente que conoce válidamente la verdad convencional ni por una mente que conoce válidamente la verdad más profunda. En contraste con esto, la forma en que las cosas parecen existir no corresponde con cómo existen realmente cuando las examina una mente válida que conoce la verdad más profunda. Me parece que así es como podemos establecer la validez de la afirmación de que todos los seres quieren ser felices y nadie quiere ser infeliz.       

Nuestra búsqueda de la felicidad es natural

Entonces, querer ser feliz y no ser infeliz es un hecho. Es algo que es así, siempre. Pero hay otro enfoque que podríamos utilizar para demostrarlo. Querer ser feliz y no ser infeliz no es algo que tenga un opuesto mutuamente excluyente: que si lo pensáramos de manera opuesta: “quiero ser infeliz y no feliz”, eso eliminara por completo este principio de funcionamiento general. No me hace dejar de querer ser feliz de forma natural. Además, el deseo de ser feliz y no infeliz está presente todo el tiempo. Por el contrario, nuestra confusión sobre las apariencias no es algo que esté presente en cada momento y cuando nos enfocamos en “no existe tal cosa” como una realidad que corresponda a las apariencias, nos enfocamos en una comprensión correcta, y luego la confusión no solo está ausente, sino que también se elimina. Entonces, esta es una base para decir: “Que quiero ser feliz y no quiero ser infeliz es en realidad parte de la naturaleza general de la mente, mientras que la confusión no lo es”. Así que no podemos basar la prueba en el hecho de que: “Bueno, esto es algo que experimento”.        

Por qué es importante estar convencidos de que queremos ser felices y no ser infelices, y que esta es la naturaleza básica de la mente. En primer lugar, refuerza el hecho de que, en nuestro desarrollo general, queremos ir en la dirección de deshacernos de nuestra infelicidad o sufrimiento, y lograr una felicidad estable y duradera. Este esfuerzo por la felicidad es incluso biológico. Si revisamos la biología, podríamos decir que las plantas y los animales también se esfuerzan por crecer y florecer. Este paralelo muestra que la búsqueda de ser cada vez más feliz es algo perfectamente natural y apropiado.      

A menudo escuchamos que el siguiente paso después de “quiero ser feliz y no quiero ser infeliz” es estar convencidos de que tenemos el derecho a ser felices y el derecho a no ser infelices. Pero esto plantea la pregunta: “¿Qué queremos decir con 'derecho'? ¿Es algo que alguien más nos da? ¿O necesitamos darnos permiso para ser felices?”. Eso luego lleva a más preguntas, como: “¿Merezco ser feliz o infeliz?”. Y eso lleva a la pregunta adicional de: “¿Tengo que ganarme el derecho a ser feliz?”. Estas preguntas surgen con bastante frecuencia, especialmente cuando nuestra forma de pensar se ha visto afectada por el marco conceptual de las religiones bíblicas occidentales.  

Desde el punto de vista budista, estas ideas de que necesitamos obtener permiso para ser felices o tenemos que ganarlo se basan en una concepción errónea. El único problema aquí, desde un punto de vista budista, es si realmente es posible ser feliz y deshacerse de la infelicidad, o no. Y si es posible, ¿cómo podemos lograrlo? La idea de ganarnos la felicidad, o de que alguien nos dé permiso para ser felices, se basa en la idea errónea de un receptor sólido de felicidad y un dador sólido de felicidad. Convierte la felicidad en una mercancía y ganarla es casi una transacción comercial, como si la felicidad fuera algo que se le puede dar a alguien, y que hay que ganarse el derecho a tenerla. Entonces, en nuestra búsqueda de la felicidad, es muy importante aclarar las concepciones erróneas sobre lo que realmente está involucrado; de lo contrario, estas concepciones erróneas y la confusión causarán muchos problemas.               

No es posible alcanzar la felicidad más profunda independientemente de los demás

Además, lo que se sigue de entender esta naturaleza básica de la mente -que todos queremos ser felices y no infelices- es que, si este es el caso, si es posible que yo sea feliz al deshacerme de las causas de la infelicidad, entonces es así para todos. Esa posibilidad es parte de mi continuidad mental, y también es parte de la continuidad de todos los demás. Es parte de la naturaleza básica de la mente.       

Si esto es parte de la naturaleza básica de la continuidad mental de todos, y si todas nuestras continuidades mentales interactúan entre sí y se afectan mutuamente, entonces no es realmente posible que logremos la felicidad más profunda independientemente de los demás. En otras palabras, nuestra continuidad mental no es como un río con enormes muros a ambos lados, de modo que la felicidad puede perseguirse y lograrse por sí misma independientemente de todo lo demás. Los diferentes flujos de estas continuidades mentales no son ríos separados con paredes a su alrededor que, sin embargo, interactúan entre sí. Más bien, todo está interactuando entre sí de una manera muy fluida y abierta. Por lo tanto, de lo que finalmente nos damos cuenta, basado en esto, es que el deseo de ser feliz y no ser infeliz, y la búsqueda de eso, es un fenómeno universal, ¿cierto?     

Visualícenlo: un sistema enorme que se esfuerza por el deseo de ir hacia la felicidad; somos solo una pequeña parte de todo ese sistema. Si pudiéramos entender correctamente, veríamos que en realidad este esfuerzo hacia lo que podemos llamar “liberación” o “iluminación” es algo que tiene que emprenderse a escala de todo el universo, no solo a escala individual. Entonces, lo que hemos estado enfatizando en otros lugares en términos de compasión, lo que significa alejarse de la infelicidad y el sufrimiento y volverse hacia la felicidad, la connotación es solo una fuerte conciencia y determinación de seguir ese camino de: “quiero ser feliz y no quiero ser infeliz”. Esta es la naturaleza general de todo el universo. ¿Qué significa eso? Significa que comenzamos a desarrollar la compasión, apoyados por la calidez y el afecto que provienen de darnos cuenta de todos los tipos de interacción positiva que se han producido sobre la base de la interdependencia de todas las diversas continuidades mentales.       

Por supuesto, también ha habido una gran interacción entre todos en términos de producir infelicidad. No solo hemos interactuado con otros de formas que producen felicidad; también hemos interactuado de formas que producen infelicidad. Sin embargo, el principio general de que queremos ser felices y no queremos ser infelices es más dominante y, por lo tanto, más importante. Al perseguir nuestro deseo de ser felices, enfatizamos las interacciones positivas. Esto forma una de las bases para nuestra práctica de integrar los diversos aspectos de nuestra vida. Pero desarrollemos esto más a fondo.   

Trabajar por la felicidad de todos

Si queremos ser capaces de trabajar por la felicidad de todos, la comprensión que acabamos de explicar, entonces debemos convertirnos en lo que se llama “omniscientes”. Necesitamos ser capaces de comprender la interacción y la interdependencia de todo en todos sus detalles y complejidad. Aunque nuestra mente hace que parezca que nuestra continuidad mental y la continuidad mental de los demás están totalmente separadas, como si estuvieran envueltas en plástico o como ríos con enormes paredes a su alrededor, esa es una apariencia falsa. Debido a que creemos firmemente que esta falsa apariencia corresponde a la realidad, construye el hábito de creer en ella cada vez más. Y ese hábito de creer en ella hace que nuestra mente genere esa falsa apariencia aún con más fuerza. Para ser omnisciente, para conocer la interconexión de todos, es necesario conseguir que la mente deje de crear estas falsas apariencias.         

¿Por qué queremos deshacernos de las falsas apariencias? Porque, motivados por la compasión, queremos ser capaces de ayudar a todos; vemos que esa es la única forma, lógicamente, de que la felicidad pueda surgir. Esta gran compasión que tenemos por todos es lo que nos impulsa a estar cada vez más enfocados en el hecho de que no hay paredes, no hay plástico encapsulador. Cuanto más nos concentramos en eso, más se rompe el hábito de la mente de producir esa apariencia falsa. Esta es la forma en que logramos la iluminación. Es esta combinación de compasión y comprensión correcta.           

Toda la presentación del camino budista se basa en este principio general o naturaleza de la mente, que queremos ser felices y no queremos ser infelices. Si vemos las prácticas budistas basadas en esto, generalmente decimos que “acumulan y limpian” o “recolectan y limpian”. Queremos construir las causas de la felicidad y deshacernos de las causas de la infelicidad. Aquí, surge la pregunta de cuál hacemos primero o si se hacen simultáneamente. Es un proceso doble. El término “acumular” es como acumular la carga de una batería eléctrica, para que luego pueda funcionar de la manera más completa.      

Hemos visto que lo que experimentamos en cada momento de nuestra continuidad surge de manera dependiente de muchos factores: lo que todos los demás han hecho y todas las cosas que están sucediendo en el mundo, etc. Esto se aplica tanto a la infelicidad de la que queremos deshacernos, como a la felicidad que queremos acumular. A menudo, en nuestra formación budista y también en las terapias occidentales, nos centramos en todos los factores causales que nos han traído infelicidad y problemas, y luego aplicamos varios métodos para deshacernos de ellos. Lo que encontramos en mucha menor medida es centrarnos en las cosas positivas que hemos obtenido de los demás, de la sociedad, la cultura, etc., que han contribuido a nuestra felicidad y bienestar. Cuando revisamos las cuatro verdades nobles, podríamos tener la impresión de que el enfoque del budismo es únicamente para deshacerse de los problemas y, por lo tanto, se centra en todas las cosas negativas que causan problemas. Sin embargo, cuando revisamos un poco más en las enseñanzas, de repente descubrimos algo además de la presentación básica de las cuatro verdades nobles, y esa es la presentación de la confianza en un maestro espiritual y la naturaleza búdica.                 

Naturaleza búdica: los factores que nos permiten convertirnos en un buda

La naturaleza búdica se refiere a todos los factores que nos permiten convertirnos en un buda. Uno de estos factores es la naturaleza básica feliz de la mente, la naturaleza gozosa de la mente. No todos lo afirman, pero muchas escuelas budistas tibetanas afirman que esta es la naturaleza general de la mente. Pero entonces podríamos pensar: “Bueno, la naturaleza dichosa de mi mente es la causa general de mi felicidad; así que todo lo que tengo que hacer es concentrarme en eso”. Si piensan así, solo se trata de nosotros y de nuestra continuidad mental. Es completamente egocéntrico.      

Otro término para la “naturaleza búdica” es “rasgo familiar” o “casta”. El “rasgo familiar” nos permite ser parte de la familia de aquellos que se convertirán en buda. O tenemos la palabra para “útero”. Es el útero dentro del cual crecemos como buda. Obviamente, vamos a crecer y desarrollarnos dentro del útero de alguien de nuestra propia especie, por lo que estas dos imágenes encajan. Partes de los rasgos familiares son la vacuidad de la mente, la pureza natural de la mente, el aspecto dichoso real de la mente, el hecho de que hay energía y el hecho de que esa energía se exterioriza y se comunica, el hecho de que la mente crea apariencias, y así tenemos mente, habla y cuerpo. Todos estos son el útero dentro del cual, y los rasgos con los cuales podemos desarrollar el máximo potencial de ellos como un buda. Y además de esto, tenemos el papel del gurú, el maestro espiritual.          

En la tradición Kadam, entrando en la tradición Gelug, el papel del gurú se explica como una raíz. Es la raíz de la mente que es el camino que nos llevará a la liberación y la iluminación; es eso de lo que nos nutrimos. El alimento que recibimos es en forma de “inspiración”. La inspiración nos da fuerza al principio, en la mitad y al final; la fuerza para iniciar el camino espiritual, la fuerza para continuar en él y la fuerza para llegar hasta el final. Entonces, el maestro espiritual nos da la inspiración y luego la fuerza para perseguir, en su forma más completa, esta naturaleza básica de la mente que es ser feliz y no ser infeliz.               

Esta práctica que quiero presentar, integrando nuestra vida, se basa en las enseñanzas sobre el maestro espiritual y cómo nos inspiramos en el maestro espiritual. Con el fin de realizar el máximo potencial de nuestra mente, con su naturaleza dichosa, y así alcanzar la budeidad. Esta es la fuente de lo que enseñaré. Veremos cómo relacionarnos con un maestro espiritual de la manera más saludable y beneficiosa para obtener la máxima inspiración, y luego aplicaremos ese principio a otras personas muy influyentes en nuestra vida. Después de todo, no todo el mundo tiene un maestro espiritual.               

Ver los defectos del maestro espiritual

Todos tenemos deficiencias y todos tenemos aspectos positivos. Como encontramos en muchos textos escriturales, será casi imposible encontrar un maestro espiritual que solo tenga buenas cualidades y no tenga inconvenientes ni defectos. Un defecto podría ser que nuestro maestro no tiene tiempo para nosotros porque tiene muchos otros discípulos, ¿de acuerdo? No tenemos que pensar en las deficiencias en términos de que la persona esté enojada todo el tiempo.         

Ahora, tenemos todas estas enseñanzas en términos de ver al maestro espiritual como un buda y así sucesivamente. No quiero entrar en demasiados detalles aquí, ya que es un tema enorme. ¡Escribí un libro completo al respecto! Pero en el comentario del Quinto Dalái Lama sobre esto, su presentación de las Etapas graduales del Camino, en términos de enfocarse en que el maestro espiritual es un buda, escribió que no hay beneficio en enfocarse en los defectos de algo y quejarse al respecto. Lo único que eso genera es deprimirnos. Esto es lo que dicen los textos escriturales. No tiene sentido concentrarse en las cualidades negativas de nada ni de nadie y quejarse de ellas, porque eso solo nos deprime. En cambio, si nos enfocamos en las cualidades positivas, obtenemos inspiración.         

Al comentar sobre esto, el Quinto Dalái Lama lo enlaza con la práctica de relacionarse con un maestro espiritual. Dice que al abordar esta meditación que llamamos “yoga del gurú”, en otras palabras, meditar en el maestro espiritual, el primer paso es reconocer los defectos del maestro espiritual. Esto es radicalmente diferente de la forma en que muchos otros textos presentan el yoga del gurú. Nos dice que reconozcamos las deficiencias del maestro espiritual, sean las que sean. ¡No estemos en un estado de negación! Por el contrario, las vemos a la luz de lo que dijo el Buda, que no hay beneficio en insistir en las cualidades negativas. Las reconocemos, no las negamos. Y vemos que, si nos enfocamos en ellas, eso no nos ayudará; de hecho, nos va a deprimir. Luego, dejamos de lado cualquier consideración adicional de las deficiencias.         

Ver las buenas cualidades del maestro espiritual

Una vez que hemos realizado este proceso de lidiar con las deficiencias del maestro espiritual, entonces podemos enfocarnos en las cualidades positivas, que es donde comienza la meditación tradicional sobre el maestro espiritual. Si no lo hacemos de esta manera, entonces podríamos comenzar a cuestionarnos: “¿Estoy siendo ingenuo en todo este proceso de enfocarme en el gurú?”. Entonces, en este punto, tratamos de reconocer las buenas cualidades del maestro espiritual y estar convencidos de que es un hecho que él o ella tiene estas buenas cualidades, que no nos las estamos inventando. El estado mental que desarrollamos a partir de eso es una creencia confiada de que es verdad.          

Una vez que tenemos esta creencia confiada en las buenas cualidades del maestro, entonces el método tradicional es enfocarse en la bondad del maestro. Básicamente, nos enfocamos en el beneficio que recibimos de estas cualidades positivas. La emoción que desarrollamos a partir de eso es de profunda gratitud y respeto. Y luego, imaginamos luces que vienen del maestro espiritual hacia nosotros, que nos inspiran sobre la base de esa creencia confiada en las buenas cualidades y gratitud por el beneficio que hemos recibido de ellos. Esta meditación es la raíz a través de la cual obtenemos la fuerza y la inspiración para tratar de desarrollar más estas cualidades en nosotros mismos, basados en la naturaleza búdica. Nos damos cuenta de que pertenecemos a la misma casta, a la misma familia, que el maestro espiritual y el Buda.

Entonces, si nuestra continuidad mental ha sido influenciada por tantos otros y por tantos factores diferentes, entonces el mismo análisis se aplicaría a ellos que al maestro espiritual - el mismo análisis en términos de influencias benéficas y perjudiciales. Y lo mismo sucedería con nuestra familia, nuestra cultura, nuestra nación, con todo. Ha habido aspectos positivos y negativos. Podemos enfocarnos en los aspectos negativos, las diversas cosas que nos han influido negativamente o nos han causado problemas en la vida, y luego podríamos ir a terapia. Sin embargo, desde el punto de vista budista, aunque necesitamos deshacernos de todos los problemas que han sido influenciados por estas cosas, no tiene sentido quejarse de ellos. En cambio, vemos el otro lado, que son las buenas cualidades de todas estas personas y cosas, los beneficios que hemos recibido de ellas. Obtenemos inspiración de ello y lo integramos todo para ver que el “yo” es un fenómeno de imputación no solo sobre la base de todos estos problemas y las causas de estos problemas, sino que el “yo” es también un fenómeno de imputación sobre todos estos beneficios y cosas positivas que hemos derivado de los demás.             

Conclusión

Este es el marco de este programa de integración de nuestra vida en el que el “yo” es un fenómeno de imputación. Cuando hablamos de integrar nuestra vida, es como lo que aconseja el Quinto Dalái Lama con respecto al gurú. Reconocemos ciertas cosas: “Mi madre me hizo esto y mi padre me hizo aquello y causó este problema y ese problema”. Reconocemos todo eso, ciertamente no lo negamos, pero también vemos que no hay ningún beneficio en quejarse o enfocarse en ello. En lugar de ello, nos enfocamos en todas las cosas positivas que hemos recibido de nuestra familia, amigos, etc., con la mayor gratitud por ello. De esta manera, integramos nuestra vida en el sentido de ver que el “yo” es un fenómeno de imputación sobre la base de todo eso, tanto las influencias negativas como las positivas. Y en nuestra meditación, nos enfocamos simplemente en los aspectos positivos para obtener fuerza e inspiración. Esta fuerza e inspiración no solo será beneficiosa de una manera “Dharma-light”, solo en términos de esta vida, sino que también nos dará la fuerza para trabajar hacia nuestras vidas futuras, la liberación y la iluminación.                

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