Traducir la confianza y el respeto por un mentor en acciones
Cuanto más convencidos estamos de las buenas cualidades de nuestros mentores, con más seguridad confiamos en ellos y en su capacidad para guiarnos correctamente. De modo similar, cuanto más profundamente apreciamos la bondad de nuestros mentores, más respeto desarrollaremos por ellos. Una relación saludable con un mentor espiritual crece de los cimientos de la confianza y el respeto.
A medida que la relación crece, la confianza y el respeto se traducen naturalmente en acciones. Maitreya enumeró las formas más comunes en Filigrana de sutras mahayana. Debido a que los discípulos creen firmemente en las buenas cualidades de sus mentores y aprecian sinceramente su beneficioso trabajo, se complacen en sostenerlo y en brindar toda la ayuda posible. Desean automáticamente mostrar su respeto en formas que sientan apropiadas. Sin embargo, la forma más significativa para los discípulos de demostrar su confianza y respeto, es seguir el consejo de sus mentores, especialmente en lo concerniente a las prácticas espirituales.
Apoyar el trabajo de un mentor
De acuerdo con la presentación clásica, la primera forma de relacionarse con un mentor a través de acciones es la de ofrecer ayuda material. Muchos textos dicen explícitamente que los discípulos necesitan dar a sus mentores su riqueza, sus familias e incluso su vida. Sin una explicación correcta, la instrucción parece implicar que necesitamos darles todo nuestro dinero y posesiones, y someternos y someter a nuestras familias como esclavos, como frecuentemente ocurre con los miembros de cultos. Incluso tomar este punto con el significado de que necesitamos hacer regalos espléndidos a nuestros mentores, deja un mal sabor en la boca a la mayoría de los occidentales.
Aquí la intención es que, ayudar financiera y materialmente el trabajo de un mentor, es una consecuencia natural y una expresión práctica del aprecio, respeto, convicción y confianza en la persona y en sus esfuerzos. Una muestra de apoyo, entonces, es sincera y sana sólo cuando se hace voluntariamente. Ngojé répa confirmó este hecho cuando enfatizó que el acto de apoyar el trabajo de un mentor necesita estar libre de pretensión e hipocresía. Una ofrenda pretenciosa para obtener el favor de un mentor, o para impresionar a otras personas, no es una muestra sincera de aprecio o respeto. Ni tampoco lo es una ofrenda hipócrita hecha debido a la culpa o a la presión del grupo, pero carente de sentimientos sinceros.
Además, ofrecerle nuestra familia y seres queridos a un mentor no significa venderlos como esclavos. Puede significar dar, por ejemplo, una buena acogida a nuestros mentores en nuestro hogar y compartir la calidez, el humor y la hospitalidad de la familia, siempre y cuando nuestros mentores estén interesados y nuestras familias bien dispuestas. Invitar a un maestro en momentos convenientes, tales como épocas de vacaciones y en una medida apropiada, es una forma significativa de ofrecer a un mentor ayuda básica como ser humano. Les abrimos las puertas a nuestro hogar y a nuestra familia, basados en el aprecio y la confianza hacia ellos, y en el reconocimiento de que pueden disfrutar el hecho de relajarse en una atmósfera humana, cálida.
El quinto Dalái Lama explicó estos puntos claramente. Escribió que, aun cuando las fuentes budistas comunes explican que apoyar a sus mentores con su riqueza y sus seres queridos fortalece los entramados de potenciales positivos de los discípulos, tales prácticas requieren un pensamiento honesto, razonable. Debido a la familia y a otras responsabilidades, las posesiones más valiosas de los discípulos pueden ser difíciles de dar, o puede ser inapropiado compartirlas. Ofrecerlas como una forma de promover sus senderos espirituales no es algo que pueda hacerse sin vacilar, ni tampoco un consejo que pueda ser descartado por completo. Si las circunstancias no les permiten ofrecer a sus mentores este tipo de ayuda, necesitan explicarlo a sus maestros y excusarse. Lo más importante en tales momentos es aspirar sinceramente a ser capaz de apoyar a sus mentores y su trabajo.
El quinto Dalái Lama continuó diciendo que si los discípulos son capaces de ofrecer alguna ayuda, necesitan considerar el lugar, el momento y la medida apropiados. En otras palabras, no es necesario aplicar a las circunstancias actuales los ejemplos de los actos inconcebibles de generosidad desinteresada, practicados por discípulos extraordinarios del pasado, hacia mentores excepcionales. Los textos clásicos han citado ejemplos extremos para dar inspiración, y no para asignar tareas imposibles que están más allá de las capacidades actuales de la gente.
Ofrecer ayuda material y financiera a personas talentosas y calificadas cuyos esfuerzos apreciamos, concuerda con la costumbre común. Las universidades, por ejemplo, ofrecen becas para estudiantes que las merecen y la gente hace donaciones para respetables obras de caridad. Ofrecer ayuda a nuestros mentores, entonces, tiene un significado compartido que se aplica a todos los niveles de maestros. Especialmente si nuestros maestros espirituales viven sólo de donaciones, necesitamos proporcionarles una ayuda financiera y material adecuada si deseamos que sigan enseñando. Sostener voluntariamente sus esfuerzos es una expresión saludable de aprecio y confianza.
Ayudar a un mentor
La segunda forma de relacionarse de un modo saludable con un mentor espiritual, es ofrecerle ayuda y mostrarle respeto. Podemos ayudar a nuestros mentores, por ejemplo, haciendo los arreglos para sus viajes, llevándolos a las citas, escribiendo cartas o trascribiendo y editando sus enseñanzas. Podemos mostrar respeto siendo puntuales y completando tan rápidamente como sea posible cualquier trabajo para ellos que hayamos dicho que haríamos. Además, podemos mostrarles respeto a nuestros mentores enseñándoles acerca de nuestra cultura, si son de países diferentes, y explicándoles cualquier problema que podamos tener en nuestros centros de Dharma. De esta manera ayudamos a nuestros mentores a comprendernos y ayudarnos más.
Nyenkur (bsnyen-bkur), el compuesto tibetano traducido aquí como ayudar y mostrar respeto, se traduce frecuentemente al inglés como servir y honrar. Esta última elección de términos implica una relación jerárquica feudal. Por consiguiente, muchos buscadores occidentales sienten que la relación con un mentor espiritual requiere que sean serviles, cosa que algunas personas encuentran atractiva, debido quizás a una baja autoestima. Otros encuentran repugnante la idea de la servidumbre y la subordinación. Exploremos el asunto.
Como la sociedad tibetana tradicional era jerárquica y feudal, mucha gente que carece de una experiencia de primera mano con una estructura social semejante, juzga todos los ejemplos como represivos y explotadores. Sus juicios proceden de ideas preconcebidas y, aun cuando en algunos casos su evaluación puede ser correcta, con frecuencia es injusta. Cuando la gente vive en medio ambientes duros y difíciles, sin las comodidades modernas, la división de las labores en un grupo familiar muy grande es la única forma realista de enfrentar la tarea. En una situación óptima, el jefe de familia proporciona protección, seguridad y una estrategia sabia para manejar los problemas y el peligro, mientras los servidores atienden las necesidades físicas de todos. Todos contribuyen al bienestar general del grupo familiar y todas las partes se tratan mutuamente con amor y respeto. Como sistema social puede funcionar armoniosamente. Yo atestigüé personalmente esa posibilidad en los veintinueve años que viví en la India con tibetanos tradicionales.
Los maestros tibetanos tradicionales, particularmente los Maestros tántricos, tienen tanto servidores como aprendices. Aunque no todos los servidores son también aprendices, una persona puede desempeñar ambos roles. Las sociedades feudales rígidas pueden ser merecidamente imperfectas cuando no permiten la movilidad social. No obstante, cuando la relación feudal es entre un Maestro y un aprendiz, tanto el servicio como la movilidad están implícitos. Un aprendiz se convierte eventualmente en un Maestro. En el caso del grupo familiar de un tulku monástico, cuando una encarnación muere, el servidor mayor del lama se convierte en la cabeza del grupo familiar y se hace cargo de encontrar y educar a la encarnación siguiente. La mayoría de las sociedades monásticas tibetanas, entonces, permiten cierta medida de movilidad social. No son ideales bajo las pautas occidentales modernas, pero tampoco son antros de opresión.
En las sociedades igualitarias occidentales, a un servidor lo llamamos asistente, secretario/a o ama de llaves, y a esa persona le pagamos un salario. En vez de aprendices, tenemos internos y personas entrenándose voluntariamente en el lugar de trabajo. Una diferencia importante, sin embargo, entre estos roles y los de las sociedades tradicionales tibetanas, es que los servidores y aprendices se unen usualmente al grupo familiar de un maestro cuando son niños. En la mayoría de los casos no asumen esas posiciones voluntariamente; no obstante, nadie los fuerza a asumir esos roles en contra de su voluntad. Vivir con un maestro, después de todo, no es sólo un honor, sino también una de las mejores formas de recibir una educación. Además, el nuevo grupo familiar proporciona una familia sustituta y sostén material. De igual forma, los niños tibetanos realizan muchas más tareas y quehaceres domésticos en sus propias familias que cualquier niño occidental moderno. No trabajan más en los hogares de sus maestros de lo que trabajarían en la casa de sus padres.
El número cada vez menor de personas mayores que crecieron en el Tíbet tradicional, así como la influencia de la educación moderna y las normas sociales, están llevando al resquebrajamiento del sistema de servidores entre los tibetanos en el exilio. Aunque algunos niños que entran a los monasterios y conventos aún viven y sirven a sus maestros, la mayoría vive en dormitorios, de manera muy parecida a un internado. Ninguno tiene que ir a buscar agua a un arroyo o salir a buscar afanosamente leña para combustible. Por consiguiente, la mayoría de la generación más joven de maestros, especialmente cuando viven fuera de las instituciones monásticas o en hogares laicos, prefieren ocuparse de sí mismos sin servidores.
Si la situación está cambiando entre los mismos tibetanos modernos, ciertamente necesita cambiar entre los buscadores modernos y maestros tibetanos u occidentales. Eso no significa que los estudiantes modernos no necesiten ayudar a sus maestros con tareas domésticas o invitarlos a una comida. Por supuesto que necesitan hacer esas cosas. Especialmente si el maestro está extremadamente ocupado enseñando, aconsejando a estudiantes, escribiendo, realizando ceremonias, etcétera, es totalmente apropiado que algunos estudiantes cocinen y ayuden con los quehaceres domésticos para ahorrar el valioso tiempo del maestro. Por otro lado, si el maestro tiene abundante tiempo libre, servir a la persona cuando hay comodidades modernas fácilmente disponibles, consiente indebidamente al maestro y puede llevar al uso inapropiado del tiempo libre del estudiante. Es necesario un “camino medio” considerando, por supuesto, la edad y la salud del maestro, así como las condiciones de los estudiantes.
Ayudar a nuestros maestros espirituales, cuando se hace de acuerdo con un camino medio, es una manera saludable de expresar creencia en sus cualidades y aprecio por su bondad. Concuerda con las costumbres comunes de la sociedad. La gente ayuda naturalmente a aquellos a quienes respeta y cuya bondad aprecia. Por lo tanto, ayudar a un maestro espiritual califica como un consejo con un significado compartido que se aplica a todos los niveles de maestros, desde profesores de budismo hasta Maestros tántricos.
Mostrar respeto
La segunda parte del compuesto nyenkur, significa mostrar respeto con palabras y comportamiento. En las culturas budistas tradicionales, los discípulos mostraban respeto por sus mentores espirituales postrándose ante ellos y circunambulando sus casas. Tales formas de mostrar respeto son antinaturales o incómodas para la mayoría de los buscadores espirituales occidentales. Debido a que no concuerdan con las costumbres comunes, la postración y la circunambulación no califican como prácticas compartidas aplicables a todas las sociedades.
Aquí, el punto esencial no es la forma en que mostramos respeto, sino más bien el hecho de mostrarlo en una forma u otra. Por ejemplo, podemos ponernos de pie cuando nuestros mentores entran en la habitación para enseñar, no necesitamos postrarnos, inclinarnos o hacerles una reverencia. Dependiendo de los individuos involucrados, la situación y la compañía en la que nos encontramos, la reverencia formal puede ser absurda, inapropiada o torpe.
Sin embargo, ciertas formas de cortesía son universales. Los ejemplos incluyen vestirse apropiadamente y lavarse antes de ir a ver a alguien, abrirle la puerta a la persona, mostrarle su asiento, ofrecer algo apropiado para beber, servirlo en un vaso o taza limpios, quedarse callado y prestar atención cuando alguien nos habla, no interrumpir, responder educadamente, etcétera. Un comportamiento cortés y palabras educadas son acciones apropiadas con todos los niveles de maestros espirituales y en todas las etapas del sendero.
Sin embargo, es necesario que la muestra de respeto sea sincera. De acuerdo con Puntos difíciles en lo referente a ayudar y mostrar respeto a un gurú, un estudiante pretencioso con una mente descortés mundana puede ayudar físicamente a un mentor de muchas maneras. La persona puede incluso mostrar formas aparentes de buena educación. Sin embargo, a menos que alguien respete profunda y sinceramente a un mentor, sus acciones educadas no muestran realmente respeto.
Seguir el consejo de un mentor
Todos los textos clásicos concuerdan en que seguir el consejo del mentor propio es la demostración más significativa de la confianza y el respeto que uno le tiene. Constituye la forma más significativa de relacionarse de una manera saludable con un mentor espiritual. Muchos discípulos, sin embargo, malinterpretan la intención de la enseñanza.
En una relación saludable, buscamos el consejo de nuestro mentor sólo con respecto a cuestiones que afectarían nuestra práctica y desarrollo espiritual. Pedirles a nuestros mentores que asuman todas nuestras decisiones, especialmente en lo concerniente a asuntos triviales, indica una falta de madurez. Por lo tanto, Serkong Rinpoche advirtió en contra de hacerles a nuestros mentores preguntas abiertas tales como: “¿Qué debería hacer con mi vida?”. Excepto por la búsqueda de consejo abierto para saber en qué prácticas enfocarse a continuación, los discípulos maduros simplemente informan a su mentor los planes personales y le preguntan si prevé en ellos algún problema.
Una relación sana con un mentor espiritual, entonces, no incluye derogar la responsabilidad de la vida propia. No engendra una dependencia psicológica, ni implica seguir incondicionalmente el consejo de un mentor como un soldado que obedece una orden. El budismo nunca exige una obediencia sumisa, ni siquiera de un monje con su abad o de una monja con su abadesa. Después de todo, una de las principales cualidades que especificó Aryadeva para un discípulo, es el sentido común. Eso significa tener tanto la capacidad para discernir como la libertad de elección.
Gampopa corroboró el punto de Aryadeva en Una guirnalda preciosa para el sendero supremo. Allí, como una de las diez cosas necesarias para que los discípulos sean capaces de seguir el camino, el maestro kagyu puso en la lista aceptar con entusiasmo el consejo de su mentor, con darse cuenta discriminativo y convicción. El darse cuenta discriminativo incluye no sólo usar el sentido común con respecto a cómo aplicar el consejo. Incluye discernir entre lo que se es capaz de hacer y lo que está más allá de los medios actuales, y diferenciar entre un consejo que concuerda con las enseñanzas del Buda y un consejo que contradice al Dharma.
Ashvagosha clarificó perfectamente este punto, específicamente con respecto a los Maestros tántricos. Si los Maestros tántricos piden a sus discípulos que hagan algo irrazonable que son incapaces de hacer, es necesario que los discípulos expliquen educadamente que no pueden acceder. Esta enseñanza compartida se aplica a todos los niveles de maestros espirituales. Los comentarios indios y tibetanos sobre este punto proporcionan la base escritural y completan el significado. Si los mentores les piden a sus discípulos que hagan algo que concuerde con las enseñanzas del Buda, pero que sea más de lo que pueden soportar, o que no puedan hacer a pesar de haberlo intentado por todos los medios, los discípulos necesitan excusarse educadamente. Por otro lado, si sus mentores los presionan para hacer algo que contradice al Dharma – específicamente, cualquier cosa que requiera romper uno de sus votos – los discípulos deben mantener su ecuanimidad y no acceder. Como lo expresó Gampopa, uno debe defender su posición moral y mantenerse firme. Sin embargo, también en tales casos es necesario que los discípulos sigan siendo educados y expliquen a sus mentores las razones para rechazar la solicitud. Sus mentores, después de todo, pueden estar poniendo meramente a prueba su resolución moral, como fue el caso en una de las vidas previas del Buda cuando su mentor le pidió que robara.
Recientemente, salieron a la superficie varios casos en los cuales maestros espirituales, aparentemente respetables, coaccionaron a sus estudiantes a tener relaciones sexuales con ellos. Muchos occidentales quedaron profundamente confundidos. Habían leído en textos tales como Una lámpara para el significado definitivo, de Kongtrul, que los discípulos idóneos deben obedecer lo que sea que sus Maestros tántricos les pidan que hagan, como hizo Naropa cuando Tilopa le dijo que saltara desde un acantilado. Tilopa, sin embargo, tenía el poder de comerse un pez vivo, chasquear sus dedos sobre los huesos y devolverlo a la vida. Además, Naropa era un ex abad del monasterio de Nalanda y uno de los practicantes más instruidos de su tiempo. Si nuestros maestros y nosotros estamos en esos niveles, es una cosa. Si no lo estamos, entonces el Buda fue muy claro en cuanto a que el consejo para los bodisatvas de nivel superior no atañe a los practicantes de niveles inferiores de realización.
Honrar la autoridad de un mentor
Cuando el budismo habla de que un mentor tiene autoridad, eso no significa que un mentor tiene el poder autoritario para dar órdenes a sus discípulos y exigir obediencia. Autoridad, en cambio, implica aquí que un mentor posee conocimiento, pericia y otras buenas cualidades reconocidas. La autoridad de un mentor proviene de la autenticidad y no del poder, la coerción, la arrogancia moral o la voluntad de Dios.
Debido a que los discípulos creen lúcidamente, basados en la razón, que las cualidades de sus mentores son auténticas, respetan y confían en sus mentores como fuentes autorizadas para dar consejos concernientes a cuestiones espirituales. Libres de ingenuidad acerca de los límites de la competencia de sus mentores, no los exageran hasta convertirlos en dioses omnipotentes a los que hay que obedecer sin discusión. Una ingenuidad semejante no es la intención de la instrucción avanzada de considerar al mentor propio como uno consideraría a un buda.
Además, si los discípulos tienen relaciones estrechas con más de un mentor espiritual, no le piden consejo a cada mentor con respecto al mismo asunto. Preguntarle a más de un mentor implica una falta de confianza en la autoridad de cualquiera de ellos, como si los discípulos esperasen hasta recibir el consejo que quieren oír. Con un darse cuenta discriminativo, los discípulos necesitan elegir al mentor apropiado para consultar sobre un asunto determinado. Sólo un tonto le pediría consejo médico a un abogado.
Pedir consejo sobre nuestras prácticas espirituales, se refiere al tiempo posterior de habernos convertido en discípulos de mentores espirituales. Antes de haber alcanzado ese nivel de compromiso, cuando somos simplemente estudiantes de budismo, alumnos de Dharma, o cuando nos estamos entrenando en meditación o en rituales, no buscaríamos tal consejo. Sería más apropiado preguntarles a nuestros profesores de budismo sobre las enseñanzas, a nuestros instructores de Dharma sobre cómo se corresponde una enseñanza con la vida, o plantearles a nuestros entrenadores de meditación o de rituales preguntas técnicas concernientes a la postura. Tales casos también requieren un darse cuenta discriminativo. Sólo aceptaríamos sus respuestas si concuerdan con el Dharma.
Serkong Rinpoche advirtió que incluso los Maestros más instruidos cometen a veces un lapsus línguae, los traductores frecuentemente cometen errores, y los estudiantes a menudo malentienden lo que se dice. Si algo que uno oye parece extraño, necesitamos verificarlo con los textos budistas convencionales. Cuando se recibe un consejo que no concuerda con las enseñanzas, uno necesita explicarle educadamente la discrepancia a su maestro y pedirle una aclaración.
Con frecuencia la gente desea practicar budismo como parte de un sendero espiritual comprometido hacia la transformación personal, pero aún no han encontrado un mentor espiritual. En tales casos no tienen más elección que pedir consejo a sus instructores de Dharma o entrenadores de meditación, con respecto a cómo empezar a practicar en niveles más serios. Cualquier consejo que reciban, sin embargo, es sólo provisional hasta que encuentren y establezcan una relación con un mentor espiritual cualificado.
Emular a un mentor
Peltrul explicó que, antes de comprometerse con un mentor espiritual, los discípulos potenciales necesitan examinar cabalmente a la persona. Una vez que están convencidos de las cualificaciones y la autoridad de la persona y se han convertido en sus discípulos, es necesario que sigan escrupulosamente el consejo del maestro con respecto a sus prácticas. A la larga, necesitan emular los logros y el comportamiento del mentor.
Algunas personas toman literalmente esta instrucción con el significado de que necesitan hacer todo exactamente como lo hacen sus mentores. La instrucción, sin embargo, no atañe a cuestiones personales o a opiniones políticas o culturales. Si nuestros mentores son tibetanos y nosotros somos occidentales, no necesitamos adoptar costumbres tibetanas y beber té con mantequilla. Ni necesitamos considerar a las mujeres de una manera patriarcal tradicional. Además, no necesitamos recibir todas las iniciaciones y estudiar todos los textos que han estudiado nuestros mentores, ni entrenarnos en todas las meditaciones que ellos practican. La instrucción de emular a nuestro mentor significa obtener logros auténticos y luego comportarnos consecuentemente. Es necesario tener gran cuidado con este asunto. Como explicó Ngawang Pelzang, el discípulo de Peltrul, en Notas acerca de una disertación sobre “Instrucciones personales de mi gurú totalmente excelente”, sin haber adquirido primero el nivel de realización del mentor propio, tratar de emular su comportamiento es tan pretencioso como peligroso.
Rectificación del término devoción
El término tibetano tenpa (bsten-pa) resume una relación saludable con un mentor espiritual. La traducción inglesa usual es devoción, y de allí la expresión devoción al gurú. Sin embargo, la palabra devoción tiene una connotación engañosa. Evoca la imagen de un sirviente devoto o al devoto de un dios o un culto. Implica también una combinación de fervor emocional y una obediencia irreflexiva.
Tenpa, sin embargo, es un verbo que significa acercarse a alguien con los pensamientos y las acciones, y confiar en la persona con certeza. No implica, sin embargo, acercarse a un charlatán o a un sinvergüenza, o confiar neuróticamente en alguien, incluso si la persona tiene la competencia para ayudarnos. De modo que lo traduje aquí como construir una relación saludable. Uno construye una relación semejante no sólo con un maestro espiritual, sino con un médico también.
De acuerdo con Puntos difíciles en lo referente a ayudar y mostrar respeto a un gurú, tenpa implica también complacer al gurú de la forma correcta. La forma correcta o sana de complacer a sus mentores, es que los discípulos se acerquen en el sentido de tomarlos como modelos y seguir sus consejos para transformar su mente y ayudar a todos los seres. No significa tratar de congraciarse con regalos espléndidos o practicar el Dharma sólo para complacer a sus maestros. Como explicó el Buda en Versos especiales agrupados por tema: “Uno puede estar cerca de un mentor espiritual durante toda su vida. No obstante, si uno no aprende el Dharma que él enseña, la propia experiencia de las enseñanzas es tan escasa como el sabor del guiso en un cucharón”.