El punto de entrar en una relación discípulo-mentor es obtener madurez espiritual y emocional a través de desarrollar nuestras habilidades de discriminación y la calidez de nuestro corazón. A través de la meditación del Gurú de la tradición Kadam, los discípulos cultivan y adquieren el hábito de sentirse profundamente convencidos de las buenas cualidades de sus mentores y valorar su bondad. Esto nos lleva a confiar en ellos y en su habilidad de guiarnos de forma correcta. Nuestro aprecio por su bondad y el respeto que desarrollamos por ellos se traduce en acciones. La forma más significativa en que los discípulos demuestran confianza y respeto es siguiendo el consejo de sus mentores, especialmente con respecto a sus prácticas espirituales.