A continuación, está la renuncia a nuestros propios objetivos, en otras palabras, nuestra actitud egocéntrica y que, en su lugar, nuestra mente esté interesada en valorar a los demás y en cumplir sus objetivos. ¿De qué estamos determinados a liberarnos? Necesitamos identificarlo, y se refiere a que nuestro interés principal sea cumplir nuestros propios objetivos egoístas e ignorar el cumplir los objetivos de otros. Por ejemplo: “Quiero los mejores asientos para el concierto y no me importa si otros tienen que sentarse muy atrás o quedarse parados”, ese tipo de actitud.
Refutación excesiva y refutación insuficiente a renunciar al aferramiento a nuestros propios objetivos
Una refutación excesiva sería ignorar totalmente el deshacernos de nuestro darnos cuenta, de nuestras emociones perturbadoras y comportamiento compulsivo, de tal manera que impida nuestra habilidad para ayudar a otros. Por ejemplo: “No tendría que ocuparme de mis propios objetivos para alcanzar la liberación y la iluminación, así que no voy a trabajar conmigo mismo, solo voy a ayudar a otros”. Eso sería hacerse el mártir con etiqueta de bodisatva: “No necesito atender mis necesidades, solo voy a atender las tuyas”. Aun como bodisatvas, necesitamos comer, dormir, necesitamos meditar y trabajar con nuestras propias emociones perturbadoras.
Una refutación insuficiente sería trabajar para deshacernos de nuestras preocupaciones egocéntricas, solamente en relación con ayudar a aquellos seres que son neutrales o que nos son simpáticos, pero no a personas o formas de vida que no nos gustan. “Voy a trabajar para ayudar a todos mis amigos, a mis seres queridos, pero ni de chiste a los no me caen bien”, o “voy a trabajar en beneficio de todos los seres humanos, pero ¿trabajar para ayudar a los mosquitos? Vamos, eso es demasiado”. Que todos los seres humanos tengan suficiente comida para alimentarse. ¿Y qué pasa con los mosquitos? ¿Que todos los mosquitos tengan suficientes personas que picar, para que puedan vivir? Comienza a ponerse muy raro, “me voy a sacrificar por los mosquitos”. Sin embargo, hay algunas personas con altos grados de desarrollo que permiten que los mosquitos se alimenten de sus brazos cuando se posan en ellos, pero no es algo muy común.
Las causas y desventajas de la actitud egocéntrica
La causa de la actitud egocéntrica es considerarnos mejores que los demás, de tal forma que nos falta ver la igualdad de todos los seres. Nos consideramos especiales. Es una actitud muy común ¿verdad? “Soy especial y tendría que salirme con la mía”. O consideramos especiales a nuestras amistades y personas queridas. También nos falta reconocer la igualdad de todos en el sentido de que todos han sido nuestras madres, todos han sido amables con nosotros, así que no sentimos gratitud hacia la amabilidad que todos nos han brindado en vidas previas al haber sido nuestras madres. Ese es un obstáculo para valorar a todos por igual.
¿Cuáles son las desventajas de la actitud egocéntrica? Primero que nada, a nadie le cae bien una persona egoísta, así que no le caemos bien a nadie. Al actuar destructivamente para conseguir lo que queremos solo para nosotros, nos cerramos al contacto cariñoso con los demás. Nuestro corazón está muy cerrado, así que nos sentimos solos. Sospechamos y desconfiamos de los demás porque tememos que nos impidan salirnos con la nuestra. Así que ser muy egoístas y pensar solo en nosotros mismos es un estado mental muy infeliz.
Sobrestimar o subestimar el trabajo para cumplir los objetivos de los demás
¿Cuál es nuestro objetivo? Nuestro objetivo es que nuestro interés principal sea el bienestar de los demás. Sobrestimarlo sería pensar que somos todopoderosos, dioses omnipotentes, y que podemos resolver los problemas de todos. Necesitamos ser realistas en cuanto a qué tanto podemos ayudar en realidad a otros. Es muy común que demos consejo a otros y que eso falle, y al no funcionar nos sentimos culpables. Pero necesitamos recordar que todavía no somos budas, así que no conocemos la mejor manera de ayudar a otros, solo podemos hacer nuestro mejor esfuerzo.
Aun si llegamos a ser budas omniscientes y conocemos la mejor manera de ayudar a cada ser, lo único que podríamos hacer es mostrarles el camino. Todos y cada uno de los seres tienen que hacer el trabajo por sí mismos. Un buda no puede liberar a otros, un buda no puede entender la realidad por ellos, ellos necesitan trabajar para obtener por sí mismos el entendimiento.
Subestimarlo sería pensar que las personas necesitan liberarse por sí mismas, lo que es cierto, pero entonces no necesitamos ayudarlas, porque ellas necesitan hacer todo el trabajo. Eso es subestimar el que podamos tener algún efecto en otros al tratar de brindarles enseñanzas y ayudarlos. No es que podamos hacer todo por ellos, pero tampoco se trata de no hacer nada por ellos. Podemos ayudar lo mejor posible mostrándoles el camino y siendo un buen ejemplo.
El beneficio de liberarse de la actitud egocéntrica
¿Cuál es el beneficio de liberarnos de la actitud egocéntrica y, en su lugar, valorar a otros? El beneficio de valorar a otros es que nuestra mente y nuestro corazón se abren, por lo que somos más capaces de entender la vacuidad. Cuando desarrollamos las cuatro actitudes inconmensurables: el amor, la compasión, el gozo y la ecuanimidad, nuestra mente y nuestro corazón y, por lo tanto, nuestra energía, están abiertas a la vastedad del universo. Al estar abiertos de esta manera y no solo enfocados en “yo, mí, me, conmigo y quiero ser feliz” que hace que la energía y todo esté cerrado, obtenemos la apertura para ser capaces de comprender la vacuidad. No es que las cosas estén cerradas en un tipo de envoltura plástica; las cosas están muy abiertas. Incluso contamos con un término para designar eso en las enseñanzas Nyingma, el espacio abierto de la mente. Es el término long (klong), si están familiarizados con el tibetano.
Además, el valorar a los demás construye fuerza positiva para superar obstáculos y oscurecimientos. Recuerden, ya hablamos de que, si tenemos una confusión sin principio, comportamiento kármico compulsivo sin principio y demás, la inercia de eso es enorme. Continúa y continúa y se perpetúa a sí misma, por lo que necesitamos una enorme cantidad de fuerza positiva para contrarrestarla, para superarla. Por eso necesitamos acumular tres incontables eones de fuerza positiva. ¿Cómo acumular tanta fuerza positiva? A través de valorar a los demás y no solo pensar en términos de “yo necesito salirme con la mía”.
Hay muchos otros beneficios de valorar a los demás: les agradaremos a los demás y estarán abiertos a nosotros. Por supuesto, necesitamos usar nuestro darse cuenta que discrimina al ayudar a otros, porque en ocasiones los ayudamos de más. Eso sucede cuando no quieren nuestra ayuda, no necesitan nuestra ayuda y nosotros forzamos nuestra ayuda. Se pueden cerrar bastante a nosotros: “Déjame en paz, quiero hacerlo yo misma”. Así que necesitamos usar nuestro darse cuenta que discrimina para saber cuándo ayudar y cuándo la mejor ayuda es no ayudar. El bodisatva demasiado entusiasta dice: “Voy a hacerlo todo por ti” y entonces decimos: “¡Por favor! ¡Déjame hacerlo!”. Especialmente cuando tenemos hijos; conforme van creciendo, no queremos hacer todo por ellos ¿verdad? Necesitan aprender a atarse las agujetas de los zapatos, no les atamos los zapatos toda la vida, por usar un ejemplo bobo.
Debo decir que ese es un gran riesgo al seguir el camino del bodisatva, el que queramos ayudar a todo el mundo y tratemos de hacer demasiado por otros. Por eso es tan importante llegar a ser budas, para poder saber qué es de ayuda y qué no lo es. Con mucha frecuencia, permitir que otras personas resuelvan sus asuntos es de mucha más ayuda que hacerlo por ellas.
Si trabajamos para valorar y ayudar a los demás, seremos más felices, ya que obtendremos un sentido de autoestima y autoconfianza en nuestra habilidad para ayudar a otros. Cuando alguien tiene una baja autoestima, la mejor manera de ayudarlo es permitirle ayudarnos, permitirle hacer algo constructivo. Es muy interesante la manera en que los tibetanos en los monasterios estimulan esto pidiendo a los novicios más jóvenes, niños todavía, que repartan el tsog, la comida, los dulces, la fruta y todo lo que se reparte durante los rituales puyas. Ponen a los novicios que son niños pequeños a hacer eso. Les da a los chicos un sentido de ser parte del ritual, de que pueden hacer algo que en realidad es de ayuda. Es algo muy inteligente a nivel emocional y psicológico.
Entonces ¿qué haremos una vez que hayamos obtenido este sentido de que nuestro interés principal esté en valorar a los demás? Ayudaremos tanto como nos sea posible y desarrollaremos el anhelo por la bodichita, para ser capaces de ayudar a otros tanto como podamos.
Métodos para desarrollar un mayor interés por los demás
Cuando tenemos la determinación de liberarnos de nuestro egoísmo, de nuestra actitud egocéntrica, ¿qué método seguimos para deshacernos de ese egoísmo y desarrollar mayor interés por los demás? Primero que nada, necesitamos desarrollar la ecuanimidad libre de apego, de repulsión y de ignorar a los demás, para estar igualmente abiertos a todos. “No estoy apegado a este, no siento repulsión por ese, no ignoro a los demás. No tengo favoritos, estoy abierto a todos por igual”. Eso es desarrollar ecuanimidad en la dirección emocional en términos de no tener apegos, repulsión o poner barreras.
Reforzamos eso con ecuanimidad basada en un entendimiento racional. Aquí desarrollamos la ecuanimidad que ve a todos los demás como iguales, incluyéndonos a nosotros mismos, en el sentido de que buscamos igualmente la felicidad y que igualmente no queremos infelicidad. Luego damos otro paso en el desarrollo del método al pensar en las desventajas de la actitud egocéntrica, las ventajas de valorar a los demás y luego nos entrenamos en el tonglen, tomar el sufrimiento de otros para superar nuestra actitud egocéntrica y deshacernos de la resistencia que tenemos de lidiar con el sufrimiento de los demás. Con el tonglen, imaginamos que nos hacemos cargo de los problemas y sufrimiento de los demás y les damos felicidad.
Obtener confianza en que podemos intercambiar nuestras actitudes acerca de nosotros mismos y los demás
El último punto es obtener confianza en que somos capaces de cambiar nuestra actitud acerca de quién nos preocupa más. Si lo pensamos, este cuerpo que consideramos como lo que somos, provino de un espermatozoide y de un óvulo de otras dos personas, nuestros padres, así que en realidad lo que hemos valorado han sido partes de los cuerpos de otras dos personas. ¿Cómo podemos decir: es mi cuerpo? No provino de nuestro propio espermatozoide y óvulo, vino de los de otras personas ¿cierto?
Si podemos valorar un cuerpo que proviene del espermatozoide y del óvulo de otras dos personas, podemos valorar cualquier cuerpo que provenga del espermatozoide y el óvulo de otras dos personas. ¿Cuál es la diferencia? Eso nos da la confianza de que, así como puedo limpiar mi nariz, puedo también limpiar la nariz de alguien más. Es tan solo una nariz, una nariz es una nariz, no hay mayor diferencia. Estamos totalmente dispuestos a limpiar la nariz de nuestro bebé con nuestros dedos, pero ¿limpiaríamos la nariz del borracho de la calle con nuestros dedos? Probablemente no, ¿cuál es la diferencia?
Además, si comparamos lo que el Buda logró al valorar a los demás y lo que nosotros hemos logrado valorándonos a nosotros mismos y pensamos que el Buda comenzó de la misma manera que nosotros hoy, eso nos da la confianza de que, si él pudo hacerlo, nosotros también podemos.
Con esto terminamos la exposición de la determinación de liberarnos de la actitud egocéntrica de solo pensar en nuestros propios objetivos y desarrollar, como interés principal, valorar los objetivos de los demás y tratar de alcanzarlos. Al ver cada uno de los niveles de la determinación de ser libres y cada uno de los puntos que de ellos hemos analizado, nos damos cuenta de que podríamos dedicar mucho tiempo a elaborarlos, a pensar y a meditar en cada uno. Esto es tan solo un esquema, una estructura que podemos usar para nuestra propia práctica.
Tenemos tiempo para responder preguntas, si es que tienen alguna.
Preguntas sobre la fuerza positiva, “el mérito”
Me es difícil entender el concepto de fuerza positiva o mérito. ¿Podría quizá darme algún ejemplo de la vida que sea fácil entender?
He estado trabajando durante muchos años ya en mi sitio web, berzinarchives.com (relanzado en mayo de 2016 como studybuddhism.com) y antes de eso viví y trabajé en la India durante 29 años estudiando, pero principalmente sirviendo a mis maestros, primero a Serkong Rinpoche, y a medida que progresaba mi entrenamiento con él, sirviendo también a Su Santidad el Dalái Lama. Fui el intérprete de Serkong Rinpoche. Arreglé todos sus viajes internacionales, traduje cada vez que dio enseñanzas, le ayudé a escribir cartas, tramité todas las visas para él y sus asistentes, etc. También fungí, ocasionalmente, como intérprete de Su Santidad el Dalái Lama, realicé muchos proyectos para él en todo el mundo y sigo haciéndolo.
La mejor manera de servir y ayudar a tu maestro es ayudarlo a servir a los demás, así que eso es lo que he hecho. Si vemos las enseñanzas sobre el karma, eso construye una enorme cantidad de fuerza positiva, aun el tipo de fuerza positiva que puede madurar en esta misma vida. La mayoría de la fuerza kármica no madura en esta vida, pero particularmente ayudar a tu maestro a ayudar a los demás, puede madurar en esta misma vida.
Me queda muy claro con mi sitio web, no hay otra explicación excepto que todo lo que he hecho ha dado como resultado, es como yo lo describo, que todo lo necesario para este sitio web ha caído del cielo sin esfuerzo alguno. Sin pedir ayuda, las personas se han acercado a armarlo y a mantenerlo. Ha caído dinero del cielo sin pedirlo siquiera, y continúa sucediendo una y otra vez. No hay otra explicación excepto el karma, la fuerza positiva. Entre más personas usan el sitio web y se benefician de él, más fuerza positiva se construye, así que continúa produciendo aún más fuerza positiva.
Tan solo un ejemplo que sucedió hace unos días. Justo ahora estamos haciendo el nuevo sitio web, que estamos renombrando studybuddhism.com, trabajando con una empresa de TI en Berlín y con una excelente diseñadora. El otro día, la diseñadora le mencionó a nuestro gerente de proyecto que sería excelente si pudiéramos añadir ilustraciones en algunos de los artículos. Al día siguiente, la diseñadora recibió un correo electrónico de un viejo amigo suyo con quien había trabajado hace tiempo, un ilustrador, que le decía: “Estoy buscando trabajo ¿sabes de alguno?”. Este ilustrador cayó del cielo, así, instantáneamente al día siguiente. Este es un claro ejemplo, tan solo pasa así, una y otra vez, sin buscar lo que necesitamos: ¡Pum! aparece.
He de confesar que antes de mi experiencia con el sitio web, estaba yo dudoso en cuanto al karma, pero ahora estoy totalmente convencido. No existe otra explicación para lo que está sucediendo que no sea la fuerza positiva del karma. El punto es no sentirse arrogante y presumido: “Claro, soy grandioso” o algo similar, sino continuar construyendo fuerza positiva, que madurará sin esfuerzo. Tenemos un ejemplo de esto en la vida de Gueshe Ben Gungyal (´BanGun-rgyal, ´Phen rKun-rgal), que fue ladrón en una vida anterior y más tarde se convirtió en un meditador intenso. Él cuenta: “Cuando era ladrón, no tenía suficiente comida. Pero ahora que he dedicado mi vida a la práctica y a la meditación, me faltan bocas para poner toda la comida que me da la gente como ofrenda”.
¿Se podría decir que karma positivo y fuerza positiva son sinónimos? Y si es así ¿por qué usted lo llama particularmente fuerza positiva y no karma positivo?
El karma es un factor mental, la compulsión que nos impulsa a actuar, o a pensar, o a hablar de cierta manera. Produce un resultado, ese resultado es la fuerza kármica o potencial kármico. A lo que surge de nuestro comportamiento, que está basado en esta compulsión del karma, se le llama fuerza kármica positiva o negativa. El karma y la fuerza kármica no son lo mismo.
En un lenguaje coloquial, mucha gente se refiere a la fuerza kármica o al potencial kármico como buen karma o mal karma, pero ese no es un uso preciso de los términos. La compulsión con la que mentimos, con la que nos aferramos a las cosas, esa compulsión con la que somos perfeccionistas, eso es de lo que nos habla el karma. Eso es de lo que queremos deshacernos, de la compulsión, para que nuestro comportamiento esté basado en la compasión, no solo en estos impulsos compulsivos sobre los que no tenemos control alguno.
Muchos maestros y traductores traducen al inglés la palabra karma como “acción”. La razón detrás de esto es que la palabra tibetana usada para traducir karma es el término coloquial que se usa para acción. La traducen así de manera natural, pero la conclusión absurda sería pensar que, si el karma significa acción, liberarnos del karma significa liberarnos de hacer cualquier cosa. Por lo tanto, si dejamos de hacer algo, entonces alcanzaremos la liberación, esa es la conclusión absurda que seguiría si karma significara acción.
Incluso cuando se explica el karma verbal y físico de una manera más compleja en el sistema Prasánguika, como formas de fenómenos físicos, aun ellos se refieren a la forma compulsiva de nuestras acciones, el sonido compulsivo de nuestras palabras y la energía sutil de los mismos. Estos karmas no se refieren a las acciones mismas.
En breve, de lo que queremos liberarnos es de la compulsión de nuestras acciones, no de las acciones mismas. Y, por supuesto, queremos deshacernos del comportamiento destructivo, pero eso no viene al caso; sin embargo, no queremos liberarnos de todo el comportamiento constructivo, sino, más bien, queremos liberarnos del comportamiento constructivo compulsivo que llevamos a cabo en un regodeo ególatra.