Los conceptos budistas del yo y surgimiento dependiente

Introducción

Este artículo es el resultado de un diálogo a largo plazo entre Alexander Berzin y Catherine Ducommun-Nagy, psiquiatra y terapeuta familiar internacionalmente conocida por su trabajo en terapia contextual. Las enseñanzas budistas tradicionales abordan la mejor manera de relacionarse con los demás, por ejemplo, con compasión, comprensión, paciencia, generosidad, concentración, etc. Pero rara vez abordan la dinámica de las relaciones establecidas con base en estas cualidades. Este artículo explora estas dinámicas como parte del proceso continuo de proporcionar un puente entre el pensamiento occidental moderno y el budismo.

La terapia contextual fue fundada por Iván Boszormenyi-Nagy, uno de los pioneros de la terapia familiar. Como movimiento, la terapia familiar se apartó de la psicoterapia individual al postular que nuestro comportamiento hacia los demás no solo depende de nuestras características individuales, sino también de la dinámica que se crea entre nosotros y los sistemas sociales a los que pertenecemos: nuestras familias, nuestras comunidades y demás. La terapia contextual agrega dos elementos únicos: es un enfoque integrador que toma en cuenta todas las variables que pueden afectarnos, ya sean individuales o sistémicas, incluidos los determinantes éticos de nuestras relaciones. Boszormenyi-Nagy presenta la ética relacional como una forma de ética, mediante la cual las personas se tratan entre sí de acuerdo con la comprensión del impacto directo de su comportamiento en los demás, no de acuerdo con las pautas morales o religiosas preestablecidas. Propone que tanto la realización individual como la salud relacional están directamente conectadas con nuestra capacidad de equidad y generosidad. También propone una teoría dialéctica de la personalidad basada en el trabajo de filósofos existenciales, especialmente Martin Buber (Yo y tú). 

Según Boszormenyi-Nagy, el Yo no puede existir fuera de una relación con su contraparte, un No-Yo (un Otro), y viceversa. Describió esta interdependencia como una dependencia "óntica", lo que significa que esta dependencia es una parte integral e intrínseca de la definición del Yo. Esta noción está muy cerca de la noción de surgimiento dependiente en el budismo.

En su formulación actual, la terapia contextual describe cinco dimensiones de la realidad relacional. Este modelo puede complementar el análisis budista del surgimiento dependiente y ayudarnos a comprender que el surgimiento mutuo del yo, otro y una relación entre los dos depende, no solo de las variables enumeradas por el budismo, sino también de todas las variables enumeradas en cada una de estas cinco dimensiones.

El yo según el budismo

Como en todos los sistemas de psicología, el budismo afirma un yo, al que llama el "yo convencionalmente existente". El yo es la persona, el individuo, lo que todos llaman, por convención, "yo". Al igual que con cada sistema, el budismo define al yo muy específicamente y acepta que un yo, definido de esta manera, es el agente de las acciones y el que experimenta sus efectos.

Así como existe un "yo" convencionalmente existente que el budismo no refuta, también existe un "tú" convencionalmente existente. Los dos entran en relaciones convencionalmente existentes. La existencia del "yo" convencional, "tú" y "nuestra relación" se establece simplemente en dependencia de otros factores, no por sus propios poderes. Estos otros factores incluyen causas, partes y los conceptos, definiciones y palabras "yo", "tú" y "relación". El surgimiento dependiente de otros factores se conoce en la jerga budista como "surgimiento dependiente".

Otro ejemplo de surgimiento dependiente identificado por el budismo es que una acción, el agente de esa acción y el objeto de esa acción, por ejemplo, una acción de abrazar, un yo ("yo") que está abrazando y la otra persona. ("tú") que está siendo abrazada - carecen de existir independientemente uno del otro. Los tres surgen de manera dependiente y simultánea entre sí. No puede haber una acción de abrazar sin un "yo" que abrace y un "tú" siendo abrazado, etc. En otras palabras, ninguno de los tres puede establecerse, simplemente por sí mismo, como un abrazador, un "abrazado" o un abrazar, independientemente de los demás. En la jerga budista, ninguno de ellos tiene una "existencia autoestablecida".

Un yo que carece de cualquiera de los factores definitorios especificados o de cualquiera de los aspectos del surgimiento dependiente se conoce como el "yo falso", la "identidad falsa", el "yo a ser refutado". Según el budismo, tal yo no existe; no existe tal cosa. Sin embargo, debido a que todos experimentamos lo que parece una voz que habla en nuestra cabeza, imaginamos que existimos como una entidad autónoma y auto-establecida, "yo", el orador de nuestros pensamientos, que puede encontrarse en algún lugar de nuestro cerebro o mente. Pero esto no corresponde a la realidad; no existe tal cosa como una entidad localizable dentro de nuestra cabeza, ya sea por su propio poder o creada por el poder de algún agente o agentes externos.

La ausencia total de cualquier referente real que corresponda a nuestro concepto erróneo se conoce como "vacuidad", a menudo traducido como "vacío". El budismo, entonces, no niega el yo convencionalmente existente; niega simplemente el yo falso. Conceptualizamos erróneamente que existimos como este yo falso y, al identificarnos con él, desarrollamos emociones y actitudes perturbadoras para defender o afirmar este "yo". Esto lleva a un comportamiento compulsivo y varios problemas como resultado. Creamos aún más problemas en nuestras relaciones con los demás cuando nos malentendemos a nosotros mismos y a los demás como seres falsos. Aumentamos la confusión cuando imaginamos que nuestras relaciones también son entidades sólidamente establecidas y encontrables.  

El yo convencionalmente existente

El yo convencional, entonces, surge de manera dependiente de otros factores. Esto significa que el yo convencional se ve afectado por muchas variables y, por lo tanto, continúa desarrollándose y creciendo a lo largo de nuestra vida. Pero, como no hay nada que se pueda encontrar del lado del yo convencional que tenga el poder de establecer su propia existencia, no es que haya una entidad localizable, "yo", dentro de nuestra cabeza, que se vea afectada por muchas variables. Tampoco es el caso que podamos proyectar una concepción de un yo falso sobre un yo convencional localizable. Como es el caso del yo falso, un "yo" convencionalmente existente y en continuo desarrollo tampoco es una entidad localizable. Sin embargo, el yo convencional, la persona convencionalmente existente, es la que actúa, habla y piensa, la que experimenta felicidad e infelicidad y la que se relaciona con los demás.  

Los tres tipos de surgimiento dependiente discutidos por Nagáryuna

El yo convencional, entonces, es un objeto que surge de manera dependiente. En general, hay tres tipos de surgimiento dependiente, según lo definido por el maestro budista indio del siglo II, Nagáryuna:

  1. Dependencia causal: el hecho de que todos los fenómenos no estáticos surgen de manera dependiente de causas y condiciones apropiadas, por ejemplo, un brote surge de manera dependiente de una semilla, agua, suelo y luz solar, y los problemas surgen en dependencia del no darse cuenta o confusión sobre la realidad, las emociones perturbadoras y las actitudes derivadas de ello, y el comportamiento compulsivo impulsado por ellas. Esto es afirmado en común por todos los sistemas filosóficos budistas.
  2. Dependencia mutua: el hecho de que todos los fenómenos surgen en dependencia de estar en relación con otra cosa, por ejemplo, un todo y partes surgen de manera dependiente y simultánea entre sí. Lo mismo es el caso con padre e hijo, una pelota de fútbol y el juego de fútbol, corto y largo. Aquí se incluye el surgimiento dependiente mutuo de una imputación y una base para la imputación. Por ejemplo, un juego de fútbol es una imputación sobre equipos, jugadores, reglas, movimientos, un puntaje, una pelota de fútbol y un campo como base para la imputación. Esto es afirmado por todos los sistemas filosóficos Mahayana.
  3. Surgimiento dependiente en términos de mera designación por nombres y etiquetado por conceptos: todos los fenómenos surgen en dependencia de ser meramente a lo que se refiere un nombre o concepto, dada una definición específica y designada o etiquetada sobre una base. Por ejemplo, una pelota de fútbol solo se establece como una pelota de fútbol por el poder de la convención: el nombre y el concepto de "pelota de fútbol", con su definición específica, etiquetado sobre un determinado objeto con forma. Debido a diferentes convenciones, el nombre "pelota de fútbol" está incluso etiquetado de manera válida sobre dos objetos de diferentes formas en Estados Unidos y en el resto del mundo, por lo que incluso la convención es una variable. Esto se afirma solo por la variante Gelug del sistema filosófico Prasánguika.

Los tres tipos de surgimiento dependiente del yo ("Yo")

Los tres tipos de surgimiento dependiente se aplican al yo convencionalmente existente.

  1. Dependencia causal: el yo convencional surge de manera dependiente de momentos previos de la continuidad de sí mismo como su causa obtentora. Una "causa obtentora" es aquella de la que surge algo en el momento siguiente de su flujo de continuidad. Aunque el cuerpo es una continuidad de partes de los cuerpos de los padres, a saber, su esperma y óvulo, el yo convencional de alguien no es una continuidad del yo convencional de los padres. Debido a esto, el budismo afirma que la continuidad de cada yo o persona individual no tiene principio ni fin.
  2. Dependencia mutua: el yo convencional surge de manera dependiente como una imputación sobre una continuidad individual de cinco factores agregados de experiencia en constante cambio como su base para la imputación. Estos factores conforman cada momento de la experiencia e incluyen un cuerpo, percepciones, acciones, una mente, pensamientos, emociones, sentimientos de felicidad, infelicidad, etc. Un yo no puede existir independientemente de estos factores, ni puede conocerse por separado de al menos uno de ellos, por ejemplo, un nombre o cómo se ve su cuerpo. Así como las partes de la base para la imputación de un yo surgen de manera dependiente de las causas y condiciones que los afectan (la mente, las emociones y el cuerpo se ven afectados, por ejemplo, por lo que otros dicen y hacen, el medio ambiente, el clima, etc.) del mismo modo, el yo es afectado por esas causas.
  3. El surgimiento dependiente en términos del mero etiquetado por conceptos y designación por nombres: el yo convencional surge y se establece de manera dependiente de ser a lo que se refiere el concepto y nombre "yo", definido específicamente como en el budismo, etiquetado y designado sobre una continuidad individual de cinco agregados en constante cambio.

La comprensión de que el yo convencional surge de manera dependiente a través de una combinación de estas tres formas, contrarresta y niega la creencia de que existimos como un "yo" falso, autoestablecido por su propio poder, independientemente de algo o alguien más. Sin embargo, para disipar esa creencia, debemos habituarnos a la inexistencia del “yo” falso a través del análisis repetido de los factores a través de los cuales surge en dependencia el "yo" convencionalmente existente. Si el yo surge de manera dependiente de tantos factores cambiantes, no puede ser una entidad rígida, no afectada por nada. Al ver las conclusiones absurdas que seguirían si nosotros, como persona, estuviéramos autoestablecidos (incluso desde la infancia, nunca podríamos haber interactuado con nadie ni crecido como persona) lentamente dejamos de identificarnos con un “yo” falso. Nuestra comprensión del surgimiento dependiente, entonces, nos abre a la flexibilidad de las relaciones saludables con los demás.

Los tres tipos de surgimiento dependiente de las relaciones

Para tener relaciones saludables con los demás, necesitamos comprender no solo el surgimiento dependiente de yo y tú como personas individuales, sino también el surgimiento dependiente de nuestra relación. Ninguno de los tres existe como una entidad rígida, inmutable, monolítica. Como en el caso de tú y yo, también necesitamos diferenciar una relación convencionalmente existente del tipo de relación que no puede existir en absoluto. Cuando imaginamos que nuestra relación existe como una entidad estática, sin partes, localizable, como si tuviera existencia por sí sola, y creemos que eso corresponde a la realidad, creamos serios obstáculos en la relación. Al concebir "nuestra relación" como una especie de cosa concreta, acusamos a la otra persona, por ejemplo, de no relacionarse con "nuestra relación" en la forma en que queremos que lo haga. Cuestionamos su compromiso tanto hacia “mí" como hacia "nuestra relación".

Una relación convencionalmente existente no es una especie de entidad concreta y rígida. Surge de manera dependiente en las tres formas en que Nagáryuna explicó:

  1. Dependencia causal: nuestra relación surge de manera dependiente de que nos reunamos, las circunstancias que nos unieron y las circunstancias que permiten que la relación continúe. Además, nuestra manera de relacionarnos con la otra persona y su manera de relacionarse con nosotros son nuestras maneras de relacionarnos con los demás en nuestras relaciones actuales y anteriores. Desde el punto de vista budista, la otra persona y nosotros hemos estado en una amplia variedad de relaciones mutuas en vidas anteriores y nuestra relación actual se ve afectada por ellas y es una continuidad de ellas.
  2. Dependencia mutua: nuestra relación en su conjunto depende de sus partes y aspectos, como los diversos momentos, intereses y actividades que compartimos, nuestras etapas de la vida, nuestras ubicaciones, etc.
  3. Surgimiento dependiente en términos del mero etiquetado por conceptos y designación por nombres: una relación es meramente una imputación sobre todas sus partes y aspectos y se establece como una "relación" meramente como a lo que el concepto de una relación y la palabra "relación" se refieren -tal como se define por convención- cuando se aplica a todas esas partes y aspectos.

El surgimiento dependiente mutuo del yo y del otro

Podemos ampliar la comprensión budista del surgimiento dependiente mediante el uso del modelo de realidad relacional de cinco dimensiones propuesto en la terapia contextual, especialmente la quinta dimensión, etiquetada como "dimensión óntica", o para el propósito de este artículo, la "dimensión del establecimiento relacional del yo-otro". Se refiere al establecimiento mutuo del yo y el otro en el contexto de una relación entre los dos. Esto encaja con el tipo de dependencia mutua del surgimiento dependiente discutido en el budismo, como un todo y sus partes o como largo y corto, que surgen juntos en dependencia mutua.

Al ampliar al contexto budista este surgimiento dependiente mutuo del yo y del otro en relación el uno con el otro, debemos permanecer dentro del contexto de las afirmaciones del Prasánguika Gelug. El yo y el otro se establecen mutuamente en el sentido Prasánguika de que ambos se establecen meramente en términos de designaciones por nombres y etiquetas por conceptos. No son dos "yo" autoestablecidos que luego se establecen mutuamente como yo y otro en una relación. Los textos budistas se refieren a este punto como la "no dualidad del yo y el otro".

Las cinco dimensiones de la realidad relacional

Dimensión I: Variables fácticas

Esta dimensión da cuenta de todas las variables que pertenecen a los hechos en la vida de las dos personas en una relación, su perfil de hechos.

  • Biológico: sexo, edad, biología (buena salud, mala salud, discapacidades, etc.).
  • Familia de origen: orden de nacimiento (hijo mayor, menor), hijo de un padre soltero, padres divorciados, pérdida de un padre o hermano.
  • Estado de pareja: soltero, relación comprometida, mismo sexo, casado, divorciado, con o sin hijos.
  • Historia social: bien establecido en la sociedad, inmigrante, refugiado, padre inmigrante o refugiado.
  • Idiomas que se hablan.
  • Eventos históricos: guerras, desastres naturales, hambruna.
  • Situación económica: nivel de riqueza o pobreza, disponibilidad de educación o trabajo.
  • Restricciones geográficas: lugar de residencia, ubicación de la educación o el trabajo, accesibilidad de la ubicación, capacidad de viajar.

Dimensión II: variables psicológicas

Las variables aquí se refieren a los modos cognitivos y emocionales individuales de funcionamiento (conscientes e inconscientes) de ambas personas en una relación.

  • Características psicológicas según los modelos occidentales de psicoterapia individual: Freud, Jung, Piaget, Gestalt.
  • Manifestaciones psicológicas de enfermedades mentales y trastornos de la personalidad: depresión, ansiedad, delirios, narcisismo.
  • Habilidades cognitivas (aprendizaje, memoria, percepción y resolución de problemas) y trastornos cognitivos (deterioro cognitivo, demencia).
  • Habilidades intelectuales: limitado, promedio, superdotado.
  • Identidad de género y preferencias sexuales.
  • Factores emocionales descritos en los sistemas occidentales: madurez emocional, estilo de apego, nivel de dependencia, extroversión / introversión, optimismo / pesimismo, racional / irracional, práctico / poco práctico, agresividad, timidez, inseguridad, ansiedad, culparse a sí mismo por no ser lo suficientemente bueno / culpar a otros.
  • Factores emocionales descritos en el budismo: amor, compasión, amabilidad, generosidad, paciencia, ira, miedo, lujuria, codicia, egoísmo, ingenuidad, arrogancia, envidia, celos.
  • Nivel de sensibilidad: insensible, hipersensible, prejuicios fuertes, capacidad de empatía, sensibilidad equilibrada.

Dimensión III: variables sistémicas

Esta dimensión se refiere a la descripción del modo de transacción y comunicación que las personas establecen entre sí, los diversos sistemas en los que participan y la influencia de estos sistemas en sus interacciones.

  • Estilo de interacción: batalla por el poder o el control versus complementario; interacciones infantiles versus interacciones adultas.
  • Estilo de comunicación: expresivo, reservado.
  • Familia: estructura familiar, compromisos matrimoniales u otras formas de asociación, sistema educativo y modo de interacción en ella.
  • Entorno empresarial y modo de interacción en el mismo.
  • Sistemas sociales y modo de interacción en ellos: jerarquías sociales, prejuicios, cuestiones de género.
  • Sistema legal – definición legal de justicia, leyes civiles y penales.
  • Militar: jerarquías, expectativas de honor.
  • Contexto religioso y de creencias: ética de valores.

Dimensión IV: ética relacional

La ética relacional debe diferenciarse de la ética de valores. Se refiere a una forma de ética que se define de acuerdo con una comprensión del impacto directo de nuestro comportamiento en los demás, y una comprensión de las necesidades realistas de los demás, no necesariamente de acuerdo con los valores morales o religiosos preestablecidos. También describe que todos tenemos un cierto grado de expectativa de equidad y reciprocidad en nuestras relaciones cercanas, y que nuestras experiencias pasadas de generosidad o, por el contrario, nuestras experiencias pasadas de injusticias, juegan un papel importante en la forma en que tratamos a los demás. Esto es relevante para nuestra práctica de generosidad. Uno de los obstáculos más serios para el cuidado y la generosidad hacia los demás es lo que los terapeutas contextuales describen como "derecho destructivo". Si hemos estado expuestos a un trato injusto por parte de otros o incluso por injusticias de las cuales nadie es directamente responsable, como una enfermedad genética, podemos buscar reparación al esperar que otros compensen nuestras pérdidas, lo cual es destructivo para nuestras relaciones, y puede impedirnos practicar la generosidad hacia ellos. El antídoto para esta situación es descubrir que el ser generosos también es una fuente de beneficios internos, descritos como "derecho constructivo" en la terapia contextual o "potenciales positivos" ("mérito") en el budismo. Las principales variables en esta dimensión son las siguientes:

  • Equilibrio entre dar y recibir.
  • Equidad: definida dentro de una relación personal a través de un diálogo real entre las partes involucradas: por ejemplo, con respecto a los gastos, la carga de trabajo.
  • Expectativas de lealtad y compromisos de lealtad: varias formas de compromisos de lealtad (a padres, cónyuges, hijos, maestros) y conflictos de lealtad.

Dimensión V: Dimensión del establecimiento relacional yo-otro

El término "dimensión del establecimiento relacional yo-otro" se usa aquí en un intento por describir mejor el contenido de esta quinta dimensión enumerada como la dimensión óntica en la terapia contextual. Se refiere a la dependencia mutua intrínseca del ser y del otro para que cada uno exista como un Yo, o en términos budistas, para el surgimiento dependiente del yo y del otro, cómo se establecen el yo y el otro en relación mutua. Desarrollando la descripción de Martin Buber del diálogo "Yo-Tú" y "Yo-Eso", Boszormenyi-Nagy ha propuesto seis modos de relacionarse:

  • Contraposición intra-sujeto (sin Otro externo y sin Otro interno): el límite se establece por contraposición yo/yo, como autolesionarse para sentir algo o hablar consigo mismo, o posiblemente definirse en términos de una causa, un proyecto, una ideología o una figura religiosa icónica.
  • Diálogo interno (ningún Otro externo, el Otro interno puede ser sujeto u objeto de un diálogo interno), por ejemplo, hablar con nuestro padre o pareja fallecida, escuchar voces que dan órdenes, jugar al ajedrez con un oponente imaginario o negociar con nuestra conciencia. El Otro interno puede proyectarse sobre un objeto físico externo, como en la película "Náufrago", en la que un hombre abandonado en una isla desierta se relaciona con una pelota de fútbol como el Otro.
  • Fusión (fusión del Yo y el Otro): un "Nosotros" realiza transacciones con un tercero como sujeto u objeto: por ejemplo, "queremos que haga esto" o "él quiere que hagamos eso". La fusión puede ser de un bebé y una madre como una unidad.
  • Ser el sujeto (Yo como el sujeto, Otro como el objeto con el que interactuamos) - Interacción "Yo-Eso", por ejemplo, una relación en la que el otro cumple una función para el sujeto, como alguien en una industria de servicios o un niño a quien un padre recurre para el consuelo emocional y el afecto como si el niño fuera un adulto (parentificación), la relación con una mascota para satisfacer necesidades personales o emocionales, una relación en la que el sujeto toma al otro como objeto de estudio, por ejemplo, un antropólogo.
  • Ser el objeto (Yo como el objeto, Otro como el sujeto) - Interacción "Eso-Yo", por ejemplo, una relación en la que el sujeto cumple una función para un objeto, como una secretaria con un jefe.
  • Verdadero diálogo "Yo-Tú" (posiciones reversibles de Yo y Otro): yo como sujeto u objeto, el otro como sujeto u objeto, indistintamente; un diálogo e interacción bidireccional en el que ambas partes están libres de proyecciones, preconcepciones o juicios de la otra.

Las características enumeradas con las dimensiones de las variables fácticas y las variables psicológicas pertenecen a las características individuales de cada miembro de una relación. Las características descritas en las otras tres dimensiones (sistémica, ética relacional, establecimiento relacional yo-otro) solo pueden manifestarse dentro de una relación.

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