Entender nuestras capacidades
No hemos hablado mucho acerca de si realmente pensamos que es posible alcanzar todas estas cosas y de si yo soy capaz de alcanzarlas. Esto entra en la discusión de la naturaleza búdica, que básicamente se refiere a los factores que todos nosotros tenemos y que nos permiten transformarnos en un buda. Esto tiene que ver principalmente con las características de la mente.
¿Somos capaces de entender cosas? Sí. ¿Somos capaces de permanecer conscientes de algo todo el tiempo? Bueno, podemos ser conscientes de algo por un cierto periodo, así que ¿podríamos incrementar ese periodo? Si. Podríamos incrementarlo a través de los métodos de la meditación y la familiarización, pero en los términos más básicos el éxito depende de nuestro interés y nuestra motivación. Tiene que ser importante y relevante para nosotros.
Es como tener consciencia de cuánto dinero tienes cuando vas de compras, porque no puedes gastar más que eso. En otras ocasiones, cuando estás sentado en casa no tiene la menor importancia cuánto dinero tienes en el bolsillo; es irrelevante y no te importa. De manera similar, cuando pensamos en las enseñanzas, necesitan ser relevantes para nosotros. Para sentir que son relevantes, necesitamos entender su función y porqué son importantes. Podemos reducirlo a un estado mental básico llamado “actitud cuidadosa”, con la que nos preocupamos por nosotros mismos, por lo que nos sucede y por lo que experimentamos.
Cuidarnos a nosotros mismos
Quizás podamos entender la función de esta actitud cuidadosa más fácilmente cuando está dirigida hacia otros. Si no me importan los demás entonces realmente no importa lo que haga o lo que diga, o si les gusta o no; pero si considero que los demás son importantes, entonces estaré preocupado por cómo los afecta mi conducta. Necesitamos desarrollar esta misma actitud cuidadosa hacia nosotros mismos con la que, si desperdicio todo mi tiempo y no aprovecho esta preciada vida humana, en algún punto moriré con un arrepentimiento increíble por este enorme desperdicio.
Podemos dirigir esta actitud también hacia las cosas normales de la vida cotidiana. Me interesa cómo educo a mis hijos, cómo hago mi trabajo; me interesa mi estado mental general y mi bienestar físico. Es con este tipo de actitud que consideraremos que las enseñanzas son importantes para nosotros. A través de mantener poco a poco las enseñanzas en mente, seremos capaces de recordarlas, si no todo el tiempo, al menos una gran parte del tiempo. La meditación es el método para familiarizarnos con las enseñanzas una y otra vez, con el fin de que se vuelvan una parte natural de nuestra mente, de tal forma que ni siquiera necesitemos hacer ningún tipo de esfuerzo para recordarlas.
Si estamos convencidos de que somos capaces de obtener estos entendimientos vivenciales profundos, entonces pondremos todo nuestro corazón en hacerlo. Si no estamos convencidos, es como agitar nuestros brazos para tratar de volar, ¿para qué molestarnos? Al principio probablemente ni siquiera sabemos qué significan la liberación o la iluminación, pero tenemos la meta a largo plazo de entenderlo y esforzarnos hacia ello, mientras que la conciencia de la muerte nos ayuda a impulsarnos para no desperdiciar nuestra vida.
Meditación en la compasión
Ahora estamos listos para revisar el tercer paso de este proceso, la meditación. Como una forma de introducir este tema, Tsongkapa, el gran maestro budista tibetano, escribió consejos muy útiles. En Una carta de consejo práctico sobre el sutra y el tantra, escribió que para meditar necesitamos “discernir cuáles son las causas para el estado mental que estamos tratando de alcanzar”. Así que si deseamos desarrollar compasión, por ejemplo, necesitamos saber qué causas conducirán a su desarrollo.
Este es un axioma de dependencia: que para desarrollar el deseo de que los demás estén libres del sufrimiento y de las causas del sufrimiento (la definición de la compasión en el budismo) necesitamos reconocer que estamos interrelacionados con ellos. De lo contrario, no nos importarían en absoluto. Así que necesitamos considerar cómo toda nuestra existencia depende del trabajo duro y la amabilidad de todos, aquellos que han producido nuestra comida, construido nuestros caminos y así sucesivamente. Al recordar todo lo que han hecho para hacer que nuestra vida sea posible, generamos gratitud y valoración. Cuando lo sentimos de forma sincera y profunda, nuestro sentido de gratitud produce naturalmente un amor cálido con el que valoramos altamente a los demás y con el que nos sentiríamos muy mal si algo terrible les pasara. Eso conduce al amor: el deseo de que sean felices y tengan las causas de la felicidad. Pero cuando vemos que no son felices sino que están afligidos por todo tipo de sufrimientos, desarrollamos compasión. Nuestro desarrollo de la compasión depende de que atravesemos todos estos pasos en la secuencia apropiada.
La compasión también depende de tener renuncia, lo cual significa reconocer nuestros propios sufrimientos, determinarnos a liberarnos de ellos y después darnos cuenta de que todos los demás tienen los mismos sufrimientos y el mismo deseo. La renuncia es precisamente eso: la determinación de estar libres del sufrimiento. La compasión, como la misma determinación dirigida hacia el sufrimiento de otros, depende claramente de tener primero esa misma determinación hacia nosotros mismos.
Así que si tratamos de generar el estado de compasión en nuestra meditación, este punto de la dependencia es muy importante porque, aunque con el tiempo y con una gran cantidad de práctica y familiaridad seremos capaces de generarlo de forma instantánea, al principio necesitamos avanzar a través de pasos para desarrollarnos hasta el nivel en el que realmente lo sintamos de forma honesta. Entonces, para de hecho meditar en la compasión, necesitamos los pasos o las causas de las que dependerá.
Tsongkapa sigue diciendo que también necesitamos “conocer los aspectos”, lo cual significa que, si vamos a generar compasión, necesitamos conocer los diferentes aspectos del sufrimiento y los diferentes aspectos de las causas del sufrimiento, si queremos que todos estén libres de eso. Esto no se refiere solamente a ayudarlos a encontrar trabajo o algo rico para comer; estamos hablando acerca del sufrimiento que todo lo impregna del renacimiento incontrolablemente recurrente (samsara), y el no darse cuenta y la confusión más fundamentales acerca de la realidad que genera y perpetúa la existencia samsárica. Para meditar en el amor y la compasión no solo te sientas y piensas: “Ah, qué lindo, amo a todos”. Eso es algo demasiado vago; los estados mentales que queremos generar son muy específicos. Tsongkapa menciona todas las cosas que nos permitirán especificar el estado mental con el que estamos tratando de trabajar.
Así que es muy importante conocer en qué nos estamos enfocando cuando estamos tratando de desarrollar el estado mental. ¿Qué debería de aparecer en nuestra mente? Con compasión, nos estamos enfocando en otros seres y en su sufrimiento. Y aquí no es solo compasión sino “gran compasión”, la cual está dirigida hacia todos de forma equitativa. Y eso es muchos seres, realmente es todos. Es un alcance increíblemente enorme pensar: “voy a ayudar a cada insecto en el universo”. Estamos hablando de cada una de las continuidades mentales individuales, las cuales, debido a su karma, ahora se manifiestan en la vida de un insecto. Esto no significa que siempre son insectos, vamos a liberar al ser que en esta vida es un insecto, pero que en la última vida fue mi madre. Y liberaré a mi madre en esta vida, quien en su última vida quizás fue un gusano.
No es fácil visualizar a cada uno de los seres sintientes, pero en la práctica budista de la mente vasta del mahayana tratamos de imaginar a una gran audiencia de seres alrededor de nosotros cuando estamos haciendo nuestra práctica, y aliviamos el sufrimiento de todos. Al principio de los sutras mahayana, se describen audiencias de cientos de millones de seres alrededor, lo cual provee una idea del alcance.
Tener este tipo de compasión universal igualitaria hacia todos es realmente increíble. La base para esto es la ecuanimidad, con la que abrimos nuestra mente a los demás. Necesitamos saber todo esto para ser capaces de meditar apropiadamente en la compasión.
Además, necesitamos saber cómo la mente se relaciona con aquello con lo que nos estamos enfocando. Si estamos meditando en la compasión, tenemos el deseo de que se liberen del sufrimiento, y que todas las causas de su sufrimiento sean destruidas. No es el deseo de que alguien más acuda a ayudarlos, o que el sufrimiento en general simplemente se vaya, sino que nosotros mismos trataremos de ayudarlos a superarlo.
Tsongkapa señala además que tenemos que saber qué será de beneficio y nos ayudará a desarrollar la compasión, y qué será perjudicial y dañino. Lo que no solo nos ayudará a desarrollar la compasión sino que es absolutamente esencial, es estar convencidos de que es realmente posible que las personas estén libres del sufrimiento. Si no pensamos que es posible, ¿cómo podríamos desearlo y trabajar para ello? La base para esto es la creencia confiada de que yo puedo liberarme de mi sufrimiento y de que soy capaz de ayudar a otros a superar su sufrimiento. Para ello, necesitamos tener un entendimiento realista de lo que somos capaces, e incluso de lo que un buda es capaz. Lo que es perjudicial para el desarrollo de la compasión es, entonces, no solo el egocentrismo y el egoísmo, sino también el desánimo y la falta de autoconfianza. Después de todo, el Buda dijo que el sufrimiento no puede ser removido como si se tratara de quitar una espina del pie de alguien. Incluso un buda sólo puede mostrar el camino, pero los demás necesitan hacer el trabajo duro por sí mismos. ¿Cómo podemos esperar que seremos capaces de superar al buda?
En resumen, si no tenemos un entendimiento de los detalles de cierto estado mental, como la compasión, no llegaremos muy lejos. De esta forma podemos empezar a apreciar cuán precisa y sofisticada realmente es la meditación; incluso podemos llamarla “ciencia de la mente”.
Sesiones entre meditación
Tsongkapa también señala que las sesiones entre meditación también son muy importantes. Aconseja leer diversos textos escriturales que abordan aquello con lo que estamos meditando. Por un lado, confirmará nuestra convicción de que lo que estamos haciendo realmente es lo que el Buda enseñó y, por otro lado, nos dará inspiración al leer acerca de lo que los grandes maestros han logrado. Por encima de esto, Tsongkapa dice que necesitamos construir nuestra fuerza positiva y limpiarnos de fuerzas negativas a través de prácticas de purificación.
Utilizo el término “fuerza positiva” en lugar de la palabra “mérito”, la cual me parece que da una idea errónea. Mérito suena como si estuviéramos coleccionando puntos de tal forma que si juntamos cien, ganamos. Lo que estamos haciendo de hecho es desarrollar una carga positiva, con la que obtenemos suficiente energía para hacer que las cosas funcionen, como con un teléfono celular. Así con nuestra mente, también necesitamos utilizar prácticas de purificación para ayudarnos a superar bloqueos mentales, con los que sentimos que simplemente no podemos entender nada. También puede haber bloqueos emocionales. Desarrollar fuerza positiva y hacer diversas prácticas de purificación nos permite atravesar esos bloqueos de tal forma que podamos tener comprensiones vivenciales profundas y entendimiento.
¿Qué significa eso a un nivel práctico? A nivel práctico significa: cuando estamos tratando de entender algo, aun en nuestro trabajo, y no podemos entenderlo, tomamos un descanso. Tratamos de hacer algo útil para los demás de una forma u otra. Al hacerlo, a menudo cuando volvemos nuestra mente está en un estado más positivo y elevado; con un sentido más intensificado de autovalía, en lugar de frustración, con frecuencia podemos entender un poco mejor. Así que, sin importar quiénes seamos, debe haber alguna actividad en la que podamos involucrarnos que sea benéfica para los demás, sea pasar más tiempo con nuestros hijos, visitar a un familiar anciano enfermo que esté solo, o lo que sea. Es muy importante hacer algo positivo. Aunque hay muchas prácticas rituales que podemos hacer, una práctica de la vida real es mucho más poderosa.
Revisar nuestro progreso
La mayoría de nosotros no tenemos un maestro personal con el que podamos revisar nuestro progreso, pero las enseñanzas del entrenamiento mental o lojong siempre dicen que nosotros somos nuestros mejores testigos. Necesitamos preguntarnos a nosotros mismos si hemos sido capaces de concentrarnos bien o no, si tenemos mucho vagabundeo mental o no, ¡nadie más puede juzgarlo por nosotros! Todas las enseñanzas y las prácticas tienen el objetivo de que mejoremos nuestros estados emocionales, que trabajemos con nosotros mismos. Así que somos el mejor juez para ver si aún nos estamos enojando mucho o si nos enojamos menos, etc.
El principio que necesitamos recordar es que la vida tiene altibajos, así que el progreso nunca es lineal. Nunca será simplemente mejor y mejor cada día. Tendrá altibajos hasta que nos convirtamos en un ser liberado. Incluso si practicamos durante mucho tiempo y por lo general no nos enojamos, aun así nos enojaremos algunas veces. Pero esa no es razón para desanimarnos. Por un lado, necesitamos trabajar duro para mejorarnos a nosotros mismos, pero otro lado, no debemos castigarnos ni sentirnos culpables cuando nos equivoquemos. Su Santidad el Dalái Lama dice que cuando valoremos cuánto hemos progresado, necesitamos revisar un periodo de cinco años, no solo una semana. Si observamos cómo lidiamos con las cosas hace cinco años comparado con ahora, entonces podemos ver claramente cuánto hemos progresado.
Resumen
No se necesita un lugar especial para meditar, solo un sitio que esté relativamente silencioso y limpio, pero incluso si no tenemos eso, está bien. Una de mis amigas vivía en un departamento diminuto con su madre. Tenían básicamente una habitación en donde estaban la televisión y el radio de la madre, y su madre se enojaba si ella trataba de meditar o algo parecido. Su única posibilidad era meditar mientras estaba sentada en el baño. Ahí es donde solía practicar todos los días y eso estaba bien. No necesitan velas ni incienso ni nada de eso – son solo “cosas”. Lo realmente importante es lo que estamos haciendo con nuestra mente y meditar es practicar un cierto estado mental, lo cual es algo que podemos hacer en cualquier momento y en cualquier lugar. Algunos de los estados mentales pueden ser incluso más fáciles de desarrollar cuando vamos en el metro o en el autobús. Cuando queremos desarrollar paciencia, ver que los demás desean la felicidad y no desean infelicidad, ¿qué mejor lugar que un autobús abarrotado, en lugar de estar sentados en nuestra habitación imaginando gente?
Lo que es importante con la práctica de la meditación es que la hagamos todos los días sin falla. No olvidamos lavarnos los dientes o ir al baño, así que tampoco debiésemos olvidar meditar. Podemos convertirlo en una parte constante de nuestra vida, incluso si es solo por cinco minutos. Sin importar quiénes seamos, todos podemos despertarnos cinco minutos más temprano en la mañana para alcanzar a hacerlo. No tiene que ser una tortura; por el contrario, puede añadir mucha estabilidad: sin importar qué tan ajetreado vaya a ser el día por venir, siempre tendremos este tiempo para nosotros mismos que provee continuidad.