Hemos comenzado las meditaciones sobre lo que sucederá después de morir, contemplando el tipo de renacimiento que podríamos tener, ya sea mejor o peor. Como hemos visto, el budismo afirma la existencia de muchas formas de vida diferentes, no solo las que se encuentran en los reinos humano o animal. Renacer en cualquiera de los reinos no humanos implicaría tener un cuerpo que serviría como base capaz de sostener grados más intensos de felicidad y placer o sufrimiento y dolor de los que el cuerpo humano es capaz de sostener.
De los estados mejores o peores, los primeros que consideramos en el lam-rim son los peores estados de renacimiento, empezando por los llamados reinos del infierno. Comenzamos la meditación sobre esos reinos la última vez. Como expliqué, prefiero traducir la palabra sánscrita para estos reinos como “reinos sin alegría”. La palabra sánscrita (naraka) tiene la connotación de “ningún placer”, “ninguna alegría” en este tipo de reino. La palabra tibetana para ello (dmyal-ba) tiene la connotación de “estar atrapado” o “difícil de salir”. Por lo tanto, llamo a los seres en esos reinos “seres atrapados”.
Vimos que la principal causa del renacimiento en los reinos sin alegría es el comportamiento destructivo motivado por estados mentales muy negativos. Así que, en nuestras meditaciones de la última vez, analizamos lo que habíamos hecho durante el día, así como lo que habíamos hecho predominantemente durante nuestra vida, teniendo en cuenta la frecuencia con la que nos habíamos enojado, pensado mal de los demás, criticado, sido negativos. También tomamos en cuenta la frecuencia con la que habíamos sido positivos, nos habíamos comportado de manera constructiva, habíamos hecho lo que es beneficioso para los demás, así como la frecuencia con la que nos habíamos refrenado de un comportamiento negativo tras ver las desventajas que le siguen.
Luego, analizamos los tres factores que fortalecen o debilitan los resultados kármicos de nuestras acciones: la intención, la forma en que se lleva a cabo la acción y la actitud que tenemos hacia ella en retrospectiva. Examinamos estos tres factores en términos tanto de las cosas positivas como de las negativas que hemos hecho.
¿Cuál es el propósito de meditar sobre el sufrimiento de los reinos sin alegría?
Comprender la causa y el efecto
Al final de la última clase, comenzamos a hablar sobre el propósito de meditar en estos estados de intenso sufrimiento. La mayoría de nosotros nos rebelamos contra tener que escuchar las descripciones de estos reinos, y tampoco entendemos el sentido de meditar en ellos. Explicamos que la motivación del Buda para enseñar sobre estos reinos era la compasión. Usamos el ejemplo de una madre que le dice a su hijo que no juegue con cerillas. ¿Lo hace para asustar al niño o para protegerlo? Obviamente, lo hace para protegerlo, motivada por un interés amoroso. O cuando un médico nos muestra la fotografía de una persona con una enfermedad venérea, no lo hace simplemente para asustarnos, sino para motivarnos a tomar medidas para evitar ese tipo de problema. De manera similar, si alguien está cometiendo delitos y le explicamos no solo las dificultades de estar en prisión, sino también los peligros que podría encontrar allí, como ser golpeado, abusado sexualmente por otros reclusos, etc., esa persona podría comenzar a encontrar el crimen mucho menos atractivo y a comprender la causa y el efecto.
Pienso que el énfasis principal aquí está en comprender la causa y el efecto en términos de las causas que provocan el sufrimiento de estos reinos inferiores. En otras palabras, si generamos mucho sufrimiento para los demás, experimentaremos un sufrimiento similar en el futuro. Si actuamos bajo la influencia de emociones perturbadoras fuertes, en el futuro estaremos atrapados en experimentar los tipos de consecuencias kármicas que se derivan de ese tipo de acciones.
Reducir la arrogancia y aumentar la compasión
Además, como señala Shantideva, pensar en el sufrimiento tiene muchas ventajas. En el sexto capítulo de Involucrarse en la conducta del bodisatva (Bodhisattvacharyavatara) dice:
(21) Además, el sufrimiento tiene ventajas; con la agonía, la arrogancia desaparece; la compasión crece por aquellos que deambulan en el samsara recurrente; la conducta negativa es evitada y existe gozo en ser constructivo.
Eso es algo en lo que hay que pensar, especialmente en términos de la vacilación o reticencia que a menudo tenemos a la hora de pensar en el sufrimiento de los demás y de involucrarnos. Muy a menudo, si alguien es atropellado por un coche, está sangrando y gritando de un dolor terrible, nos asustamos tanto que no podemos hacer nada. Pienso también en esos asilos de ancianos donde hay un montón de gente mayor con demencia y demás. Mucha gente se siente tan terriblemente incómoda en esos lugares que ni siquiera quieren ir, aunque sean sus padres o abuelos los que estén allí. Este es un gran obstáculo para desarrollar cualquier tipo de compasión, especialmente para un bodisatva, que sin duda querría poder ayudar a otros en situaciones de terrible sufrimiento.
Por supuesto, se necesita una enorme cantidad de fuerza y valentía poder afrontar un sufrimiento extremo, pero en estas meditaciones el énfasis no está tanto en el sufrimiento que sienten los demás en esos estados (aunque también es algo con lo que tenemos que trabajar), sino en el sufrimiento que nosotros mismos sentiríamos en esos estados y en lo terrible que sería y en lo mucho que querríamos evitar crear las causas.
Lo primero que me gustaría examinar aquí es nuestra reticencia. ¿Por qué tenemos miedo de mirar el sufrimiento y de involucrarnos en situaciones en las que otras personas sufren, y mucho menos pensar en experimentar el sufrimiento nosotros mismos?
[meditación]
Cuestionar nuestra aversión a mirar el sufrimiento de los demás
Participante: A veces tengo la sensación de no poder hacer frente a la situación. Hace poco, cuando iba en el tren, vi a un hombre que estaba claramente enfermo. Me di cuenta de que tenía un problema, pero no sabía qué hacer y no quería involucrarme. Luego, tal vez un minuto después, una mujer le preguntó: "¿Qué te pasa?". Él dijo: "Oh, está bien. Solo necesito un vaso de agua". Así que el problema se resolvió de inmediato. No sé exactamente cuál fue la sensación que tuve. Era como si no tuviera el control y no pudiera hacer frente a la situación.
Dr. Berzin: Entonces, hay una sensación de impotencia, una sensación de no poder afrontar la situación. ¿Qué más?
Participante: Pensé en dos cosas. Una es que lidiar con el sufrimiento es mucho más fácil cuando la situación difícil en la que se encuentra una persona no la hace sentir incómoda, sino que la hace cambiar de manera positiva. Pensé en mi abuela. Al final, estaba muy enferma. Sufría, pero también cambió de manera muy positiva. Vimos el sufrimiento, pero pudimos manejarlo mucho, mucho más fácilmente porque ella estaba muy agradecida y todo ese tipo de cosas. Entonces, el sufrimiento la cambió de manera positiva.
Dr. Berzin: Entonces, estabas pensando en las ventajas del sufrimiento.
Lo que yo pensaba era que cuando veo a alguien sufriendo en la vida real y es alguien que no conozco, tengo este problema de “¿quiero involucrarme? ¿Qué pasará si me involucro?”. Estando aquí en Alemania, donde no hablo tan bien el idioma, podría haber un problema si no puedo entender a la persona. Además, uno normalmente tiene que tratar con la policía, hacer informes y cosas así. Así que hay una cierta vacilación. No quiero involucrarme, no tanto porque no pueda manejar el sufrimiento de la persona, sino porque no puedo manejar todas las otras cosas que vienen con eso. ¿Y qué pasa si hago algo mal? También existe esa vacilación.
Pero estaba pensando aún más en que no me gusta ver películas de terror o películas realmente violentas. El tipo de violencia que vemos en una película o en la televisión (alguien siendo torturado o cosas así) no es algo que normalmente veamos todos los días. ¿Por qué nos alejamos de eso? De hecho, ese era el tema que tenía en mente.
Encuentro que, para mí, es una forma de protegerme, lo cual es en realidad muy egoísta o egocéntrico. Sé que, si veo esto, no podré sacármelo de la cabeza, que me perseguirá, que tendré pesadillas, etc. Así que realmente no quiero verlo. La expresión que uso, que es realmente una expresión bastante terrible, es que no quiero “contaminar mi mente” con esto. Así como no querría contaminar mi mente con imágenes pornográficas, no quiero contaminar mi mente con imágenes de horror, tortura y violencia. Bueno, ¿qué hay detrás de eso? La razón no es tan fácil de descubrir. ¿Es autopreservación? ¿Es miedo? Si ni siquiera queremos experimentar estas cosas en una pesadilla o en una película, ¿qué tal si las experimentáramos en la vida real? Me parece muy difícil. Podemos sentarnos aquí y hacer estas meditaciones, pero nuestras visualizaciones no son terriblemente vívidas, al menos las mías no lo son. Pero ver cómo torturan a alguien, le arrancan las uñas o lo queman vivo, me parecería insoportable.
Creo que esto es algo que no solo hay que examinar, sino que, probablemente, hay que trabajar con ello. No quiero decir que tengamos que salir a ver películas de personas torturadas o quemadas vivas, sino que tenemos que enfrentar de algún modo nuestro miedo a afrontar el sufrimiento. Creo que hay que transformar ese miedo en una firme determinación de no producir las causas que llevarían a ese tipo de sufrimiento y también de no adoptar una actitud de frialdad hacia quienes lo están padeciendo.
¿Qué opinan? Me parece un tema muy difícil.
Participante: A veces me esfuerzo un poco para mirar. Por ejemplo, la primera vez que estuve en Varanasi y vi las cremaciones al aire libre, los cadáveres quemados, mi primer instinto fue mirar hacia otro lado. Pero poco a poco, poco a poco, miré. Por supuesto, hay algo de curiosidad involucrada porque esto es la vida real. Y, en realidad, no hay nada feo en ello. Así que lo miras un poco, solo para observar lo que está pasando en tu mente. Te esfuerzas un poco para hacerlo porque esto es la realidad.
Dr. Berzin: Exacto. Poco a poco, uno puede aprender a lidiar con estas cosas.
He visto cremaciones. Cuando estuve en Dharamsala participé en la cremación de un canadiense. Tuve que ayudar a llevar el cadáver, que era como llevar un pescado muerto y frío, al lugar de la cremación. En realidad, fue una experiencia muy conmovedora, debo decir. Pero ver cómo queman un cadáver es muy diferente a ver cómo queman a una persona viva. Una persona muerta no siente nada. Puede que no sea muy bonito, pero es más fácil que si se tratara de una persona viva. Esto es lo que me resultaría muy, muy difícil.
Es algo interesante. Si tengo que enfrentarme al dolor, digamos una endodoncia, por supuesto que quiero anestesia. Pero también encuentro toda la experiencia un poco fascinante. No me repugna. Pero ver a gente siendo torturada o quemada viva –esas cosas medievales con cámaras de tortura y cosas así– es algo que me resulta muy difícil. Y eso es lo que implican estas meditaciones del infierno: imaginar que nos están arrastrando a la cámara de tortura, en cierto sentido. Así que creo que gran parte de nuestra reticencia tiene que ver con el miedo y la autoprotección.
Participante: Si ves sufrimiento en la televisión o en una película, no hay nada que puedas hacer. Pero con la gente que te rodea, a veces hay algo que puedes hacer para ayudar. Si hay un accidente en la calle o se incendia el coche, puedes hacer algo tú mismo o puedes llamar a la policía o a los bomberos. A veces, realmente no puedes ayudar. Si ves una casa en llamas y una persona ardiendo en ella, sabes que no puedes hacer nada. Entonces, te sientes impotente. Pero creo que harías todo lo que pudieras, como llamar a los bomberos.
Dr. Berzin: Si es en la vida real, nos conmueve más. Y gran parte de lo que nos conmueve es un sentimiento de impotencia.
El sentimiento de impotencia puede motivarnos a desarrollar la bodichita
Creo que esto nos lleva a la idea budista de la bodichita, pensar en todos los seres que tienen todo este sufrimiento y querer alcanzar la iluminación para poder liberarlos de él. Por supuesto, en este nivel inicial, nuestro enfoque está en querer liberarnos del sufrimiento nosotros mismos. Entonces, desarrollamos la determinación de alejarnos de las causas porque no queremos experimentar ese sufrimiento. Pero desde un punto de vista Mahayana, es exactamente este sentimiento de impotencia lo que nos motiva a pensar: "¿Qué necesito lograr para poder ayudar a estas personas? Bueno, si yo fuera un buda, sería capaz de ayudarlos". Y, luego, uno tiene que tener una idea realista de lo que significa ayudarlos. ¿Es saltar al edificio en llamas? Bueno, eso es una cosa. Enseñarles métodos para que no provoquen sobre sí mismos las causas por las que están atrapados en el edificio es otra cosa. Pero, en cualquier caso, ese sentimiento de impotencia nos motiva a desarrollarnos hasta el punto en que podamos ser de la mayor ayuda posible. Así que no nos quedamos simplemente en el sentimiento de impotencia, sino que nos vemos impulsados a desarrollar la bodichita.
Participante: Creo que para mí es más saludable permanecer con el sufrimiento de la gente que me rodea (aprender a manejar ese sufrimiento y usarlo para convertirme en un buen bodisatva) que con el sufrimiento que veo en la televisión, que no es real.
Dr. Berzin: Exacto. En realidad, no es necesario verlo por televisión, especialmente cuando se presenta en sus formas más extremas. Estoy completamente de acuerdo con eso.
Creo que es muy útil intentar tomar conciencia de las distintas personas que uno ve por la calle (eso es una especie de intercambio de uno mismo con los demás). Cuando estuve en Moscú la semana pasada, vi a unas personas que trabajan como recepcionistas en los baños de pago que hay a lo largo de la calle o en unos espacios increíblemente diminutos, vendiendo cosas inútiles en la estación del metro donde el aire es terrible y la gente pasa corriendo y nadie compra nada. Hay una recepcionista que se sienta allí todo el día cobrando los diez céntimos de la gente que pasa. Hace un frío tremendo. Los baños no tienen calefacción. Y ella se sienta allí quién sabe cuántas horas. Qué vida tan horrible.
Así que mirar a las distintas personas que vemos en la calle o en el metro y pensar seriamente en cómo sería ser como ellas nos ayuda a desarrollar algún tipo de empatía, algún tipo de compasión. Y como dice Shantideva, la ventaja de pensar en el sufrimiento es que desaparece la arrogancia. Si nosotros mismos fuéramos así, ¿cómo podríamos ser tan arrogantes como para pensar: “Oh, soy tan maravilloso”? Y como ese tipo de sufrimiento no es algo que querríamos experimentar nosotros mismos, querríamos evitar cualquier cosa que nos hiciera caer en ese tipo de situación. Pero creo que lo principal es que abre nuestro corazón a los demás y nos hace empezar a tomarlos en serio.
Ahora bien, es difícil tomar en serio el sufrimiento de los demás cuando es algo que simplemente vemos en las noticias de la televisión: digamos, el sufrimiento de quienes están en una zona de guerra, un terremoto o un deslizamiento de tierra.
Participante: Eso es mucho más fácil de tomar en serio que lo que puedas ver en una película porque es real.
Dr. Berzin: Pero imagínense estar en uno de esos países donde se aplica la ley Sharia y tener que presenciar cómo le cortan las manos a la gente en público, cómo la azotan con un látigo o cómo la lapidan hasta la muerte. O esas personas en África que se ven obligadas a disparar a sus padres o a presenciar cómo los matan. Es increíble.
Participante: Sé que en las cárceles iraníes se practica la tortura, pero no puedo hacer nada al respecto. Puedo protestar o firmar alguna petición, pero no creo que sirva de nada.
Dr. Berzin: Exacto. Podemos estar conscientes de lo que sucede en el mundo, pero a menudo no hay nada que podamos hacer al respecto. Pero, como dice Shantideva, pensar en el sufrimiento y verlo puede hacer que, si pensamos en términos de karma, evitemos las acciones negativas que nos traerían esto en vidas futuras. Y, sin duda, puede ayudarnos a desarrollar cierta simpatía y compasión por quienes lo están experimentando. ¿Podemos realmente hacer algo? En este momento, no mucho, pero al menos podemos intentarlo, si es posible.
El año pasado, hubo levantamientos en Lhasa. Yo estaba en la India con Su Santidad en ese momento. Había un grupo de nosotros que estábamos allí en esa conferencia especial y sentimos que debíamos hacer algo. Hicimos algo en términos de escribir cartas a la ONU, etc. Las pasamos a todos los representantes de los diversos países y les pedimos que hablaran con los líderes chinos. ¿Sirvió de algo? No. Pero al menos teníamos la sensación de que estábamos haciendo algo en lugar de quedarnos sentados sin hacer nada.
Participante: A veces las quejas y las protestas tienen mucho éxito. Observemos el caso de la caída del Muro de Berlín.
Dr. Berzin: Sin duda, es un buen ejemplo de cómo, cuando uno se enfrenta a una situación difícil, aunque se sienta impotente, hacer algo puede tener resultados. Los resultados se deben a muchas, muchas causas y condiciones, no solo a lo que nosotros mismos podríamos hacer. Ese es otro factor, pero sin duda ayuda intentarlo.
Creo que es un tema muy difícil. Aquí dice:
Si visitáramos un castillo medieval y viéramos una cámara de tortura en uso, podríamos sentir cierta repulsión por lo que vimos, pero lo más probable es que lo consideráramos solo como un drama espantoso o un espectáculo de terror y no lo tomáramos en serio. Sin embargo, si de repente nos arrastraran a la escena y nos encadenaran y azotaran, cambiaríamos drásticamente nuestra actitud.
Estoy pensando en el ejemplo de un maestro zen de Estados Unidos, Bernie Glassman. Hace que sus alumnos, aquellos que están dispuestos a hacerlo, vivan sin hogar en las calles de Nueva York durante una semana. No tienen dinero, ni tarjeta de crédito, ni nada. Simplemente salen a la calle para ver por sí mismos cómo es la situación. Entonces uno desarrolla una verdadera comprensión y compasión por esas personas. Eso también es algo en lo que pensar: ¿seríamos capaces de hacer eso? Vivir sin hogar en las calles de Nueva York es una cosa. ¿Qué tal vivir sin hogar en las calles de la India durante el monzón o en el mes más caluroso del verano, o vivir sin hogar en las calles de Moscú en invierno?
Participante: Mi experiencia es con enfermedades. Si me da una nueva enfermedad y luego hablo con otras personas que tienen la misma enfermedad, me siento muy cerca de ellas. Hay una verdadera comprensión. Pero antes, pensaba: "Hmmm, eso es interesante". No tenía ni idea.
Dr. Berzin: Exacto. Antes de que uno mismo padezca la enfermedad –ya sea cáncer, sida o lo que sea–, es pura teoría. No se tiene una idea real. Pero una vez que uno mismo la padece, uno va a diversos grupos de apoyo y conoce a otras personas que la padecen y que a veces tienen que enfrentarse a algún tipo de tratamiento terrible. También se encuentra con los cónyuges y otras personas que apoyan a quienes están en tratamiento. Veo esto con mi sobrino, que se está recuperando de un cáncer de colon. Pasó por una operación, quimioterapia, etc., y ha conocido a muchas personas que han pasado por eso. Así que, si uno experimenta eso en sí mismo, desarrolla mucha más compasión. ¿O cómo sería vivir en un campo de refugiados en Palestina o estar en una zona de guerra en Irak?
Son cosas en las que podemos pensar durante unos minutos. ¿Estaríamos realmente dispuestos a vivir en una situación de indigencia, en un campo de refugiados, etc.? Seamos honestos con nosotros mismos. Sería muy difícil, ¿no? Así es como se desarrolla la compasión.
Bernie Glassman también lleva a gente a Auschwitz todos los años. Los hace quedarse allí y hacer retiros. Aunque no se utiliza activamente, la atmósfera del lugar es, no obstante, algo muy especial, si alguna vez has estado allí, como yo.
Pensemos en esto: ¿estaría dispuesto (aunque no estoy sugiriendo que todos salgamos a la calle y lo hagamos) a vivir sin hogar en las calles de Calcuta o Nueva York?
Participante: O Bihar. Pasé la noche en una estación de tren en Gaya. No era agradable, pero allí vivían todo tipo de personas y quería saber cómo era vivir en esa estación de tren.
Dr. Berzin: ¿Lo hiciste solo para vivir esa experiencia? Es maravilloso.
Entonces pensemos: ¿Tengo la valentía de intentar experimentar algo así, y si no, por qué?
[meditación]
Creo que lo que Bernie Glassman quería decir cuando hablaba de sus experiencias viviendo en la calle como una persona sin hogar y en campos de refugiados palestinos y campos de concentración nazis era que podemos desarrollar compasión por los demás y la capacidad de ayudarlos de manera mucho más efectiva cuando hemos experimentado algo de lo que ellos han sufrido. Si sabemos de primera mano cómo es realmente estar en ese tipo de situaciones, es mucho más fácil ayudar a quienes se encuentran en ellas.
Desarrollar la determinación de liberarse del sufrimiento y sus causas
Sin embargo, el punto principal en esta etapa del lam-rim –particularmente aquí, donde nos estamos enfocando en el ejemplo más extremo de sufrimiento, los reinos del infierno– es, primero, imaginar que nosotros mismos tenemos esos sufrimientos y sentir la fuerte repulsión que surge con solo imaginarlos y, luego, transformar esa repulsión en una fuerte determinación de evitar esos sufrimientos a toda costa y aprender cuáles son las causas para poder evitar crearlos. Así, nuestro pensamiento va en la dirección de la renuncia. Cuando pensamos en el sufrimiento de los demás, nuestro pensamiento va en la dirección de la compasión. La compasión es exactamente el mismo deseo que nosotros, con la renuncia, tenemos de estar libres del sufrimiento y de sus causas dirigidas hacia los demás.
En otro nivel, cuando consideramos el sufrimiento que nosotros mismos padecemos o podríamos tener, creo que ayuda pensar: “No importa cuánto sufrimiento tenga ahora, siempre podría ser peor”. Hay una mujer que va a la clase de aeróbic acuático a la que voy yo en el gimnasio. Es víctima de la talidomida. Su madre tomó esta sustancia química cuando estaba embarazada, y eso le provocó un defecto congénito. Sus brazos son casi inexistentes. Sus manos son como aletas que salen de sus hombros. Aquí tenemos a una mujer que obviamente tiene cincuenta años. Hace aeróbic acuático; no se sienta y actúa como una inválida. Uno se pregunta cómo demonios esta mujer se pone o se quita el traje de baño, cómo se las arregla con los zapatos, cómo se las arregla con todo. Verla, la forma en que sale de la piscina y cómo lo hace todo ella sola, es muy, muy inspirador. Así que, no importa los problemas que pueda tener ese día, si la veo, pienso: “¿Cómo puedo sentir lástima por mí mismo?”. Así que esto es muy, muy útil.
Otra idea que surgió fue que, incluso si nos encontráramos en situaciones difíciles (aunque, por supuesto, sería mejor evitar las circunstancias que nos llevarían a esas situaciones), somos muy adaptables y podríamos encontrar formas de enfrentarlas.
Como ya he dicho, estuve en Rusia durante casi tres semanas. Las condiciones fuera de Moscú son muy parecidas a las de la época soviética. Estaba en la República Mongola de Kalmukia, junto al mar Caspio, asistiendo a una conferencia. Había profesores importantes de Moscú y San Petersburgo. Algunos de ellos se quejaban amargamente de las condiciones: el agua caliente no funcionaba, etc. En otro lugar fuera de Moscú, donde estuve para otro seminario de fin de semana, había temperaturas bajo cero. No había calefacción en el edificio en el que nos alojábamos y la gente se quejaba.
El punto es que, si abordamos el sufrimiento de una manera realista, entonces veremos: “Por supuesto que preferiría evitar esta situación. Pero si estoy en ella, en lugar de quejarme, lo que solo lo empeora, me adaptaré”. ¿Hace un frío glacial? Bueno, entonces, ponte mucha ropa y duerme con muchas mantas. ¿No hay agua caliente? Bueno, no te bañes, o báñate con agua fría. Uno no muere por eso; uno puede adaptarse. Viví en la India durante veintinueve años sin retrete ni agua en mi casa. Recogía agua en un balde cuando había disponible, que era solo durante media hora o una hora por la mañana y por la noche. Eso era todo. Uno aprende a lidiar con eso. Uno aprende a sobrevivir. Incluso si no tuviéramos hogar y tuviéramos que mendigar, de alguna manera nos las arreglaríamos. Y, como dice Shantideva, ayuda a disminuir la arrogancia pensar: “Soy demasiado bueno para esto” y este tipo de cosas. Esto es especialmente cierto cuando estamos enfermos y necesitamos depender de otros incluso para ir al baño, para darnos la vuelta en la cama, lo que sea. Para las personas que tienen mucha arrogancia, eso es muy difícil.
Simplemente tenemos que intentar sacar lo mejor de las cosas. Si tenemos un problema de cadera o algo parecido que vayamos a tener durante el resto de nuestra vida, simplemente lo afrontamos. En lugar de sentir lástima por nosotros mismos y quejarnos con todo el mundo, simplemente lo afrontamos.
Participante: Es algo en lo que tienes que trabajar todos los días.
Dr. Berzin: Exacto. Sé que tienes un problema físico que probablemente te acompañará todos los días por el resto de tu vida. Sin duda, quejarse y compadecerse de uno mismo no ayuda. Uno simplemente se adapta.
En muchos sentidos, lo que estamos haciendo con la práctica del tipo tonglen (gtong-len, dar y tomar), asumiendo el sufrimiento de todos y dándoles felicidad, es dar un ejemplo de cómo lidiar con este o aquel tipo de problema físico con dignidad y sin deprimirse demasiado, lo cual es muy importante. Esto es lo que vi con esta mujer que tenía la afección por la talidomida. Es increíblemente inspirador.
Los infiernos calientes
Siguiendo con el tema de los reinos sin alegría, existen los llamados “infiernos calientes”. Junto a los infiernos calientes están los infiernos fríos. Luego están los infiernos ocasionales. Hay una larga lista de estos reinos sin alegría. No sé si realmente queremos recorrerlos uno por uno. El objetivo de meditar sobre ellos es simplemente imaginar que estamos experimentando este tipo de sufrimientos nosotros mismos y, luego, al pensar en las causas de ellos, desarrollar la firme determinación de no experimentar nada de esto en absoluto y evitar crear las causas. Incluso si no hemos cometido, en esta vida, el tipo de acciones que nos harían renacer en estos reinos, tal vez los hayamos cometido en vidas pasadas, en cuyo caso, podríamos terminar allí.
El infierno resucitador
Veamos el primero de los infiernos calientes. Se llama el “infierno resucitador” (Sanjiva). Aquí:
Estamos tan llenos de odio que, con solo ver a otro ser atrapado aquí, nos atacamos brutalmente. Nos descuartizamos unos a otros con varios tipos de armas y sentimos un dolor extremo no solo en el tronco de nuestro cuerpo, sino también en cada uno de los miembros amputados e incluso en la sangre que hemos derramado. Nos masacramos y matamos unos a otros de esta manera quinientas veces cada día del reino sin alegría, pero nunca morimos realmente. Solo nos desvanecemos en un desmayo cada vez. Entonces una voz dice: "Revive una vez más". En ese momento, sopla una brisa fresca y nos revive. Todas nuestras partes amputadas se vuelven a ensamblar y comienza la siguiente ronda de matanza.
Un renacimiento en este tipo de reino sin alegría es el resultado de haber sido un soldado que mata sin piedad a otros en batalla, un asesino, un asaltante o alguien que constantemente busca peleas, guarda rencor con un odio intenso y planea venganza. Si hemos actuado de alguna de estas maneras destructivas, renaceremos aquí con los tipos de armas que usamos para acumular nuestro potencial negativo.
Ese es el primer reino sin alegría. Tal vez podamos imaginar cómo sería si extrapoláramos la situación a partir de las películas que hemos visto sobre los ejércitos romanos o los ejércitos de la época medieval. Todo el mundo corre con espadas, matándose unos a otros. La gente grita y muere a diestra y siniestra. Habría una cantidad tremenda de miedo y odio. Luego nos cortarían en pedazos y nos volverían a unir, una y otra vez, casi sin fin. Qué horrible sería eso. Como resultado, querríamos seriamente evitar matar a otros o hacerles daño con armas, incluso con nuestros puños, en el futuro. Si realmente hemos participado en este tipo de comportamiento, nos hemos metido en peleas a puñetazos, hemos golpeado a otros, querríamos especialmente ver que este es el tipo de consecuencia que seguiría. Ciertamente no querríamos estar sujetos a eso durante miles o cientos de miles de años.
Ni siquiera tenemos que pensar en ejemplos tan antiguos. Imaginemos que estamos en Afganistán o Irak y nos dan una ametralladora y tenemos que salir a disparar a la gente y que otras personas nos disparen a nosotros.
[meditación]
Lo que me vino a la mente fue que, si estás en una situación violenta en la que otros te disparan, te tiran piedras, te atacan con cuchillos y cosas así, es muy difícil no corresponder con odio, ira y violencia. Tú y la otra persona se retroalimentan mutuamente, generando cada vez más odio y violencia. Es muy fácil, entonces, entender cómo, una vez en este tipo de situación, uno queda atrapado en ella y es muy difícil salir de ahí.
Lo que realmente queremos hacer, antes de siquiera meternos en cualquier tipo de situación violenta, es evitar tanto como sea posible tener pensamientos de violencia, pensamientos de odio, pensamientos de ira, ese tipo de cosas. Tenemos, al menos en inglés, dichos como “podría ahorcarte” o “podría matarte”. ¿Lo decimos en serio? Bueno, en realidad no. Sin embargo, no es algo muy agradable de desear, ¿verdad? Y hay algo de verdad detrás de eso. Así que son cosas que realmente debemos tratar de evitar.