Repaso
Vimos que el karma, según la explicación más sencilla, es un impulso mental. Es el factor mental que, como un imán, nos atrae hacia una acción del cuerpo, la palabra o la mente. Vimos también que, antes de que surja un impulso kármico hacia una acción, existe la sensación de que nos guste hacer esa acción. Por lo tanto, el karma es el impulso o la urgencia que nos lleva a la acción, basado en tener ganas de hacerla.
También hablamos un poco sobre algunos de los tipos de resultados kármicos que provienen de nuestras acciones kármicas; por ejemplo, sentir ganas de repetir una acción similar a lo que hemos hecho en el pasado, experimentar una situación en la que nos sucede algo similar a lo que hemos hecho en el pasado y experimentar un estado de renacimiento particular y el entorno en el que nacemos.
En un nivel más general, lo que experimentamos como una maduración del karma es la sensación (tshor-ba). La sensación tiene que ver específicamente con sentir un nivel de felicidad, infelicidad o una sensación neutra. Es un factor mental que constituye uno de los cinco agregados y, por lo tanto, acompaña cada momento de nuestra vida. Su característica definitoria es la experiencia. Experimentar algo significa conocer algo con una sensación de felicidad o infelicidad. Los ordenadores no reciben ni procesan información con un factor mental de sentirse feliz o infeliz; por lo tanto, los ordenadores no experimentan cosas. No están, lo que diríamos, "vivos". Estar vivo, entonces, es experimentar cosas en este sentido. Pero, por supuesto, la sensación de felicidad o infelicidad con la que conocemos algo no tiene por qué ser intensa; podría ser muy discreta.
Las dos definiciones de felicidad e infelicidad según Vasubandhu
La última vez, analizamos las definiciones de felicidad e infelicidad. Vimos que existen dos definiciones en la literatura budista. Una de ellas pone el énfasis en el objeto que estamos experimentando, y la otra pone el énfasis en el estado mental con el que estamos experimentando el objeto. Esto se desprende del hecho de que cada definición proviene de un texto diferente.
Una definición proviene del Abhidharmakosha de Vasubandhu. Se trata de un texto Vaibáshika, por lo que el énfasis está puesto en el objeto. Allí, Vasubandhu define la felicidad como la experiencia de algo de una manera satisfactoria, el sufrimiento o la infelicidad como la experiencia de algo de una manera insatisfactoria y atormentadora, y el sentimiento neutro como estar en el medio, es decir, experimentar algo que no es ni satisfactorio ni atormentador.
La otra definición es del texto Chitamatra de Vasubandhu, por lo que el énfasis está puesto en el estado mental en sí. Allí, Vasubandhu define la felicidad como esa sensación que, cuando ha terminado, deseamos volver a encontrar, la infelicidad como esa sensación de la que, cuando surge, deseamos separarnos, y la sensación neutra como aquella que, cuando surge o termina, no provoca ninguno de los dos deseos.
Así pues, podemos definir la felicidad y la infelicidad en términos del objeto o del estado mental.
También vimos que, cuando experimentamos algo de manera satisfactoria, creemos que es beneficioso para nosotros, lo sea o no. La última vez hablamos mucho sobre esto. No es necesario repetirlo.
El objetivo de nuestra discusión es tratar de entender esta primera ley de la certeza del karma, que es que, si experimentamos infelicidad, es seguro que esa infelicidad es el resultado de un comportamiento destructivo; si experimentamos una felicidad ordinaria y fugaz, es seguro que esa felicidad es el resultado de un comportamiento constructivo realizado con cierta ingenuidad acerca de cómo existen las cosas.
¿Tienen alguna pregunta sobre lo que hemos discutido hasta ahora?
Participante: Esta sensación de infelicidad y deseo de desprenderse de ella tiene muchos niveles, ¿no? Existe un nivel en el que sentimos vagamente que algo no es muy satisfactorio. Pensamos: “Oh, me gustaría desprenderme de ello”. Luego hay otros niveles en los que la sensación es mucho más fuerte: deseamos con mucha fuerza desprendernos de ello.
Dr. Berzin: Exacto. Entender por qué existen diferentes niveles o grados de sensaciones de felicidad e infelicidad nos lleva a la discusión sobre la exageración y la ingenuidad (gti-mug).
El papel de la exageración y la ingenuidad en nuestra experiencia de las cosas
La primera definición –experimentar algo de manera satisfactoria o insatisfactoria– es exagerar. Sin embargo, lo que realmente importa aquí es nuestra ingenuidad sobre cómo existen las cosas. Si, cuando experimentamos un objeto o una situación, lo aceptamos como es –sin ingenuidad–, somos felices porque estamos satisfechos con la forma en que es. Ya sea ver a un ser querido o hacerse una endodoncia, simplemente lo aceptamos. “Bueno, esto es lo que es”. No exageramos lo terrible o lo maravilloso que es algo. No negamos los aspectos negativos o positivos de algo –por ejemplo, los aspectos negativos del ser querido o los aspectos positivos de la endodoncia (es decir, que nos libraremos de futuros dolores de muelas).
Si exageramos las cualidades negativas de la operación de endodoncia y la convertimos en algo monstruoso, nos sentimos infelices y queremos separarnos de ella. Y cuanto más exageramos, convirtiéndola en algo cada vez más horrible, más infelices nos volvemos y más sufrimiento experimentamos. Lo mismo ocurre cuando vemos a un amigo o a un ser querido: si exageramos las buenas cualidades del amigo o del ser querido, empezamos a sentir apego; queremos más. No queremos que la persona nos deje, queremos que se quede con nosotros para siempre, etc. Toda nuestra experiencia de la persona se vuelve muy perturbadora, muy perturbadora. No somos realmente felices.
Así que estamos hablando de exagerar las cualidades del objeto.
Ahora bien, también podemos exagerar la sensación. Esto es lo que se relaciona con la distinción que se hace entre sensaciones alteradoras (zang-zing) y sensaciones no alteradoras (zang-zing med-pa). Nótese que aquí estoy usando estos términos no con sus definiciones estrictas, sino de una manera más coloquial, no técnica.
Una sensación alteradora también tiene que ver con la ingenuidad respecto de lo que es algo. No aceptamos la sensación tal como es. Por ejemplo, cuando muere un ser querido, es natural que nos sintamos tristes, pero esa tristeza no tiene por qué ser perturbadora. O cuando nos hacen una endodoncia, no nos centramos en el dolor de la endodoncia con alegría; es la idea de no volver a tener un dolor de muelas lo que experimentamos con alegría, en realidad. Así que es una cuestión de a qué le prestamos atención. No necesariamente disfrutamos del dolor de la endodoncia, pero podemos sentirnos neutrales al respecto. “Mientras dure, durará”. No le damos mucha importancia: “¡Desearía separarme de esta experiencia!”.
Participante: Podemos experimentarlo sin exagerar.
Dr. Berzin: Exacto. Por supuesto, preferiríamos que se acabara, pero no lo convertimos en algo monstruoso en el que nos sentamos a rezar para que se acabe de una vez. Lo mismo ocurre con el placer de estar con el amigo. No exageramos la felicidad: “¡Oh, qué feliz soy! No quiero separarme de esa felicidad. Si me separo de ella, ¡no sobreviviré!”.
Todo esto tiene que ver con la variable de la exageración, que a su vez tiene que ver con la ingenuidad. Cuando somos ingenuos respecto de algo, no aceptamos su realidad. O bien (1) no conocemos su realidad –por ejemplo, no sabemos que el dolor de la endodoncia o la felicidad de estar con nuestro amigo pasarán (por lo tanto, somos ingenuos respecto de la impermanencia)– o (2) exageramos; tenemos una consideración incorrecta –por ejemplo, exageramos las cualidades positivas o negativas de algo–. Esa ingenuidad es realmente lo que causa la infelicidad.
Experimentar la tristeza de forma no perturbadora, aceptando las cosas como son
Por ejemplo, podríamos sentir tristeza cuando muere un ser querido. No nos alegra que esa persona haya muerto, pero podríamos sentir esa tristeza de una manera que no nos perturbe. “Murió. Todo el mundo muere. Es triste”. Sin duda, preferiríamos que no hubiera muerto.
Participante: Pero es importante experimentar realmente este dolor y esta tristeza, ¿no?
Dr. Berzin: Bueno, es importante experimentar el dolor y la tristeza, pero no exagerarlos. No queremos enfocarnos en lo terrible que es, exagerando la tristeza. Podemos reconocer que no es agradable. Sería mejor si no tuviéramos que experimentarlo. Así que, en ese sentido, somos infelices.
Verán, ser infeliz no es necesariamente negativo. Cuando perdemos a un ser querido, por supuesto que sentimos tristeza. Creo que es saludable. No deberíamos reprimirla. Reprimirla o no sentir nada no es nada saludable. Pero no te quedes estancado en eso. Pasará. Pensemos en la realidad de eso. Es lo mismo en términos de pensar en el objeto. No exageramos sus puntos positivos o negativos porque eso también nos hará experimentarlo con infelicidad.
Pensemos unos minutos en la conexión entre exagerar o negar –exagerar o negar los puntos buenos o malos de un objeto, una situación, una persona o una sensación– y la felicidad/infelicidad, perturbador/no perturbador.
Tengan en cuenta que podríamos no exagerar las cualidades del objeto y, aun así, exagerar la sensación que tenemos sobre él. Por lo tanto, la situación puede volverse bastante compleja. “He perdido a mi amigo”. Bueno, podemos comprender la impermanencia y apreciar que tenía puntos buenos y malos, etc., pero luego nos quedamos estancados en exagerar la tristeza. Por lo tanto, también existe esa posibilidad. Es complejo.
[meditación]
Como dije, esto se vuelve más complejo cuanto más lo analizamos. Volvamos al ejemplo de perder a un amigo, ya sea porque la relación se rompe o porque la persona muere. Por un lado, podríamos decir que lo que significa experimentarlo de manera satisfactoria es simplemente aceptarlo. Aceptamos que esa persona ya no está en nuestra vida. Si pensamos: “¡Oh, ojalá pudiera volver! Ojalá eso no ocurriera”, etc., entonces, por supuesto, somos infelices. Pero si pudiéramos aceptar la realidad de eso, aunque digamos que estamos tristes, no seríamos infelices. El diccionario no hace ninguna diferencia, pero creo que podemos hacer una diferencia entre triste e infeliz. Nos sentimos tristes. No es algo maravilloso, pero aceptamos la realidad. Entonces, ¿estamos felices por eso? No lo sé. Tal vez sea que nuestra experiencia de eso es un tipo de cosa más neutra.
Participante: ¿Cuál fue el segundo nivel de cómo te relacionas?
Dr. Berzin: Eso tiene que ver con cómo nos relacionamos con la sensación: si cuando ha terminado deseamos reencontrarnos con ella.
No he llegado a una conclusión clara, pero lo que estaba pensando era que, según la primera definición, no es solo que nos sintamos satisfechos en el sentido de aceptar la realidad de lo que ha sucedido; también sentimos que es beneficioso. Si algo es satisfactorio, pensamos que es beneficioso para nosotros, independientemente de si de hecho lo es. Recuerden, esa fue la definición que dio Vasubandhu en Abhidharmakosha. Entonces, ¿qué significa eso? Bueno, en lugar de centrarnos en la desventaja –ya no tengo a mi amigo– nos centramos en el beneficio. El beneficio es que ahora tengo más tiempo para mis otros amigos. Tal vez estaba demasiado centrado en esta otra persona. Ahora tengo la oportunidad de crecer, etc. Entonces, en ese sentido, si podemos centrarnos en las cualidades positivas –de nuevo, sin exagerarlas– podemos sentirnos felices por lo que ha sucedido.
Así que, como ven, hay muchos niveles, muchas dimensiones o ángulos que intervienen en lo que sentimos acerca de un objeto, una situación o un estado mental que estamos experimentando.
Participante: ¿Qué significaría no exagerar el sentimiento de infelicidad?
Dr. Berzin: Lo que significaría sería simplemente aceptarlo como es.
Ahora bien, si tomamos la ingenuidad como sinónimo de no darse cuenta (ma-rigs-pa, ignorancia), aquí hay dos niveles de ingenuidad. En realidad, no he diferenciado estos dos niveles con mucha claridad. La ingenuidad acompaña tanto a las conductas constructivas como a las destructivas, aunque, estrictamente hablando, el término técnico que traduzco como “ingenuidad” (gti-mug, sct. moha) se refiere únicamente al no darse cuenta que acompaña a la conducta destructiva. Por lo tanto, incluso la conducta constructiva implica ingenuidad en el sentido de que uno considera que el objeto o la sensación tienen una existencia sólida y autoestablecida, es decir, que no dependen de nada más.
Ahora bien, la ingenuidad que convierte algo en una cosa, en un objeto sólido, no tiene por qué ir acompañada necesariamente de una exageración de sus cualidades buenas o malas. Pero cuando exageramos las cualidades buenas o malas, desarrollamos un deseo anhelante o ira. Por lo tanto, cuando no exageramos las cualidades –buenas o malas–, aunque sigamos considerando el objeto como algo sólido, podemos sentirnos felices por ello. Así que ese es otro nivel.
Se puede analizar cada vez más profundamente lo que sucede con las sensaciones. No es tan fácil. Pero simplemente estoy introduciendo algunas ideas para tener en cuenta porque a lo que me refiero es a la conexión entre las sensaciones felices e infelices y el comportamiento constructivo y destructivo. Eso es a lo que estoy tratando constantemente de llegar con esto.
Participante: Cuando perdemos a un amigo, podemos decir: “Bueno, acepto la realidad. Entiendo la impermanencia y demás”, pero esa aceptación puede ser solo a nivel intelectual; es posible que no estemos lidiando realmente con el sentimiento.
Dr. Berzin: Por eso digo que podemos aceptar la situación sin exagerarla y aun así sentirnos tristes. Sentirse triste, entonces, no es tan molesto.
Participante: Pero, aun así, sigues pensando en ello. Todavía hay una sensación de infelicidad.
Dr. Berzin: Eso es lo que dije. Todavía hay una sensación de infelicidad porque uno sigue sintiéndose triste, pero esa sensación no tiene por qué ser necesariamente perturbadora. Cuando se dice “intelectual”, se están dividiendo las cosas intelectualmente y emocionalmente. Mientras que, aquí, lo que estoy tratando de hacer es diferenciar entre nuestra comprensión de algo y lo que sentimos al respecto y mostrar la relación entre lo que entendemos y lo que sentimos. ¿Es intelectual? La cuestión es que no creo que estos dos aspectos estén necesariamente desconectados.
Participante: Creo que seguramente están relacionados.
Dr. Berzin: Por lo tanto, tanto nuestra comprensión como nuestra experiencia de algo como feliz o infeliz están relacionadas. ¿Qué piensan? Piensen en eso. No es un tema fácil.
Participante: En realidad, estoy de acuerdo en que, incluso con la muerte de un amigo, si uno piensa realmente en los aspectos positivos y profundiza en su comprensión, puede darse cuenta de que, después de un tiempo, también puede haber un sentimiento de felicidad que acompañe a la tristeza. Por ejemplo, uno podría pensar en las cosas buenas que sucedieron en el pasado o lo que sea. Por lo tanto, creo que no es solo una cuestión intelectual.
Dr. Berzin: Exactamente. Muy, muy bien. Dice que, incluso cuando muere un amigo, si nos calmamos, pensamos en la impermanencia, etc., podemos superar el shock, por ejemplo. No dijo “shock”, pero podríamos superar el shock de la muerte de un amigo y, con el tiempo, podríamos ver que tal vez haya algunos aspectos positivos y sentirnos felices por ello.
Pienso en el ejemplo de mi buen amigo Alan Turner, que murió el año pasado. Por supuesto, me sentí triste, pero ¿por qué? Cuando lo analicé, me di cuenta de que me entristecía el hecho de que ya no tenía a mi buen amigo a quien recurrir y en quien confiar cuando necesitaba un amigo. Así que estaba pensando en mí, no en él. Así que, cuando analicé un poco más, vi que “bueno, mi amigo Alan tenía una práctica del Dharma tremendamente fuerte”. Así que puedo pensar en términos de qué tipo de renacimiento podría tener, las conexiones espirituales que podría hacer, etcétera, particularmente con Serkong Rinpoche. Alan se sentía muy atraído por el viejo Serkong Rinpoche. Si renaciera ahora en un preciado renacimiento humano, sería 25 años más joven que el joven Serkong Rinpoche, lo que significaría que cuando creciera, tendría la edad suficiente para estudiar con este joven Serkong Rinpoche. Si hubiera vivido y continuado viviendo una vida muy larga, habría sido demasiado viejo para cuando el joven Serkong Rinpoche se convirtiera en un maestro completamente maduro. Probablemente ni siquiera estaría vivo para entonces. Pero si renaciera ahora, tendría la edad perfecta para estudiar con el joven Serkong Rinpoche. Así que puedo alegrarme porque en realidad está en una buena situación; esto es genial.
Entonces, todo depende de cómo lo pensemos. Claro, lo extraño, pero eso es pensar en mí. Pensar en lo que le beneficia a él, entonces es bueno. E incluso si estamos pensando en la pérdida de un amigo que fue muy negativo y destructivo, aún podemos pensar: "Bueno, al menos no tiene la oportunidad de acumular aún más karma negativo". Esto entra en el ámbito del lojong, del entrenamiento de actitudes, convertir las circunstancias negativas en positivas cambiando nuestras actitudes, cambiando la forma en que vemos algo y en qué nos enfocamos.
Así pues, no es tan sencillo entender qué son la felicidad y la infelicidad, lo que nos perturba y lo que no. Cuando experimentamos algo de forma satisfactoria, ¿creemos que es beneficioso? ¿Pensamos en sus cualidades beneficiosas? ¿Aceptamos la realidad de ello? ¿Exageramos las cualidades buenas o las negativas? Todas estas variables intervienen, ya sea con respecto al objeto que estamos experimentando o con respecto a la sensación con la que lo estamos experimentando.
La exageración actúa como circunstancia para que maduren los potenciales de experimentar infelicidad
Pero simplifiquemos el debate. Cuando nos encontramos con una sensación de la que realmente queremos alejarnos (y exageramos la cualidad negativa de esa sensación), nos sentimos infelices. Cuando nos encontramos con un objeto que realmente no nos gusta (y exageramos las cualidades negativas de ese objeto), nos sentimos muy infelices; nos repugna. Con la felicidad, no nos sentimos así. No exageramos las cualidades positivas o negativas de algo. Es satisfactorio; está bien. ¿Cuál es la conexión aquí entre la infelicidad y el comportamiento destructivo?
La conducta destructiva se basa en una emoción perturbadora. Por ejemplo, la lujuria: “¡Tengo que tenerlo!”. Exageramos las buenas cualidades de algo que no tenemos y queremos. Con el apego exageramos las buenas cualidades: “¡Lo tengo y no quiero perderlo!”. Con la codicia, exageramos de nuevo las buenas cualidades: “¡Quiero más. Lo que tengo no es suficiente!”. Con la ira y la repulsión, exageramos las cualidades negativas: “¡Qué horrible! Tengo que deshacerme de ello. Tengo que destruirlo, gritarle, golpearlo o decirle palabras desagradables”. De modo que, cuando un impulso kármico de hacer algo es provocado por estas emociones perturbadoras, nos involucramos en una conducta destructiva. Además, lo que se acumula no es solo el potencial de repetir la acción, sino un hábito cada vez más fuerte de exagerar las cualidades positivas o negativas de algo.
Tenemos potenciales para sentirnos felices e infelices, pero estos potenciales tienen que ser activados. Entonces, ¿qué los activa? No es el objeto. A veces podemos sentirnos felices comiendo esta comida, y a veces podemos sentirnos infelices comiendo esta comida. A veces podemos sentirnos felices viendo a nuestro amigo, a veces infelices. Entonces, cómo nos sentimos no está determinado por el objeto. Pero cuando exageramos lo que estamos experimentando, ya sean las cualidades del objeto o la sensación en sí, somos infelices.
Así pues, existe una conexión entre (1) la conducta destructiva, es decir, actuar bajo la influencia de las emociones perturbadoras, que se basan en una exageración; y (2) la infelicidad, que experimentamos cuando exageramos las cualidades del objeto o de la sensación. Según mi propio análisis, aunque nunca he oído que se explicara esto en otro lugar, esa conexión tiene sentido. Explica por qué, si experimentamos infelicidad, esa infelicidad es el resultado de una conducta destructiva: es porque existe un hábito continuo de exagerar, de no aceptar la situación tal como es.
Piensen en esto antes de aceptarlo o rechazarlo. Agradecería que lo comentáramos. Este es solo mi propio análisis. Podría estar equivocado. Pero si queremos tener certeza sobre esta ley del karma (lo que nos motivaría a dejar de actuar de manera destructiva, o al menos a intentarlo), debemos estar convencidos de la conexión entre la infelicidad y el comportamiento destructivo.
Participante: ¿Puedes dar un ejemplo?
Dr. Berzin: Por ejemplo, si le grito a alguien, le digo palabras muy desagradables y crueles. He exagerado la maldad de lo que otra persona hizo o dijo y lo he convertido en algo terrible. Por lo tanto, me siento enojado. Al sentirme enojado, grito y le digo cosas crueles a la persona. Aquí, estamos hablando de cometer una acción con frecuencia y desarrollar un hábito fuerte. Tengo este hábito fuerte no solo de gritar sino también de exagerar los aspectos negativos de cualquier cosa que no me guste. Entonces, más adelante... y aquí, no estamos hablando de repetir la acción de gritar: estamos hablando de sentirme infeliz. Cómo nos sentimos y lo que hacemos maduran a partir de dos potenciales kármicos diferentes. Entonces, más tarde, estoy comiendo una comida en un restaurante, exagerando el hecho de que la comida no está lo suficientemente caliente. En cambio, podría simplemente aceptar que no está caliente o incluso pedir que me la calienten. Si no me importa, simplemente la como tal como está. Estoy satisfecho. No me enojo, pero si exagero las cualidades negativas, me siento infeliz.
Entonces, cuando exageramos las cualidades negativas de las cosas (podrían ser cualidades positivas, pero aquí estamos hablando de las negativas), surge un comportamiento destructivo. Por lo tanto, la exageración está conectada con el comportamiento destructivo. ¿Qué tienen en común el comportamiento destructivo y la infelicidad? Lo que tienen en común es lo que los vincula, que es exagerar las cualidades negativas o positivas de algo. ¿Qué tienen en común el comportamiento constructivo y la felicidad? No exagerar.
Preguntas
Participante: Hay cosas que no parecen encajar. Por ejemplo, podrías estar muy apegado a alguien y exagerar sus cualidades positivas y, con esa emoción perturbadora, prepararle una buena comida. Esa es una acción positiva que puede resultar en felicidad, ¿no?
Dr. Berzin: Bueno, nuevamente, la cosa se vuelve compleja. En primer lugar, lo que madura a partir de un potencial o tendencia kármica no es el sentimiento que tenemos en ese momento.
Participante: Preparas la comida, exageras los buenos sentimientos, piensas cuánto le va a gustar a tu amigo. Entonces llega tu amigo y no le gusta. Entonces, la exageración se convierte en un problema.
Dr. Berzin: Bueno, ¿de qué nos alegramos? Mientras cocinamos la comida, tenemos la expectativa y la esperanza de que a la persona le va a gustar. Por lo tanto, no nos sentimos tranquilos en absoluto. Nos sentimos incómodos; por lo tanto, diríamos "infelices". Entonces la persona viene. Estamos felices de verla, pero tenemos la expectativa (¿eso es realmente estar feliz?) de que le va a gustar la comida que preparamos. Si le gusta, podemos estar felices por ello. Pero, ¿será simplemente porque aceptamos el hecho de que le guste o será porque pensamos: "Oh, ahora me quiere. Ahora va a ser cariñoso conmigo", etc.? ¿Esa felicidad que sentimos va a ser perturbadora o no?
Participante: Pensé que lo que él quería decir era que, aunque estaba preparando la comida con una exageración en la mente, preparar la comida era en sí mismo una acción constructiva. Entonces, ¿qué tipo de resultado se obtendría? ¿No debería experimentar felicidad por estar haciendo algo constructivo?
Dr. Berzin: ¿Es constructivo preparar una comida para alguien? Ese es nuestro primer punto. En realidad, preparar una comida no está especificado. Podría ser de cualquier manera.
Participante: Hay una monja que dio una enseñanza sobre la generosidad. Decía que en cada acto de dar hay una semilla de karma positivo, sin importar lo que des.
Dr. Berzin: ¿Qué pasa si le das heroína a un drogadicto o un arma a un asesino?
Participante: Tal vez el uno por ciento sea positivo y el noventa y nueve por ciento negativo. Pero lo que digo es que parece haber una semilla positiva en cada acción de generosidad, de no hacer daño y todo eso.
Dr. Berzin: Bueno, su generosidad podría perjudicar a la persona. Darle heroína a un drogadicto es perjudicar a la persona.
Participante: Pero no digo que el cálculo general sea positivo.
Dr. Berzin: Entonces, dices que puede haber un aspecto positivo. Supongo que realmente depende de cómo definamos estas actitudes de largo alcance de generosidad, etc.
Participante: Dar es simplemente soltar. Por eso, incluso si le doy heroína a alguien como regalo, estoy cultivando el hábito de soltar.
Dr. Berzin: Todo depende, por supuesto, de la motivación. Puedo darles droga para que sufran una sobredosis y se maten. Puedo darles droga con ingenuidad, pensando que eso los hará felices. Puedo darles heroína para que me quieran.
Participante: Pero no puedes negar el hecho de soltar.
Dr. Berzin: Estoy de acuerdo contigo. Déjame terminar.
La motivación tiene un resultado determinado, la naturaleza del acto en sí tiene un resultado determinado y el efecto del acto sobre la otra persona tiene un resultado determinado. Estas cosas están diferenciadas. Por lo tanto, podríamos decir que el acto en sí es un... Bueno, ahora tenemos que analizar más a fondo. Hay ciertos actos que son constructivos por naturaleza, ciertos actos que son destructivos por naturaleza y ciertos actos que no están especificados, lo que significa que pueden ir en cualquier dirección. Habría que hacer una verdadera diferenciación aquí.
La generosidad es la actitud de estar dispuesto a dar, no el acto de dar en sí
Volvamos a Shantideva. Shantideva dijo que la generosidad no es el acto de dar. La generosidad es la actitud de estar dispuesto a dar, de estar dispuesto a dejar ir y dar algo a alguien. Así que, la actitud de generosidad aquí, en el caso de dar heroína al drogadicto, está ciertamente mezclada con ingenuidad, pero la actitud en sí es positiva. Ahora bien, ¿es el acto real de dar en sí un acto positivo? No lo sé. Dar algo a alguien, creo, tendría que ser algo no especificado. Así que, lo que es positivo aquí, y lo que planta una semilla positiva, es la actitud de generosidad.
Participante: Creo que es la actitud de dar sin apego, sin esperar recibir algo a cambio.
Dr. Berzin: Pero podrías darle heroína con la expectativa de que le agradarás a la persona también.
Participante: Entonces dudaría que fuera tan positivo.
Dr. Berzin: Correcto. Pero ¿hay una semilla o un aspecto de generosidad ahí? La generosidad es la voluntad de dar. La voluntad de dar es todo lo que Shantideva definió como tal. No la definió en términos de no querer recibir nada a cambio.
Participante: Sí, pero supongo que ese significado está incluido en la definición.
Dr. Berzin: Bueno, cuando se tiene la perfección o la actitud de largo alcance de la generosidad, se agregan más factores.
Hay una diferencia entre un nivel de generosidad simple o básico y el de la generosidad de largo alcance, la paramita de la generosidad. Son diferentes. La generosidad de largo alcance es la generosidad combinada con la bodichita y con las otras actitudes de largo alcance.
En un nivel simple, la generosidad, como cualquier comportamiento constructivo samsárico, todavía está mezclada con la ingenuidad de aferrarse a la existencia verdadera. Por lo tanto, creo que tienes razón: tenemos que diferenciar los diferentes factores mentales que están involucrados. El factor mental de la generosidad es positivo, sin duda, por lo que tener esa actitud tendría algún resultado positivo. Ahora bien, al mismo tiempo, tendríamos ingenuidad. Probablemente tendríamos todo tipo de otros factores mentales que acompañarían a la generosidad, incluidos factores mentales destructivos. Lo que hacen los destructivos es debilitar los resultados positivos de la actitud de generosidad. Por lo tanto, los resultados de dar no serían muy fuertes. Todavía podríamos sentirnos felices inmediatamente después de dar algo a alguien. Pero aquí no estamos hablando de sentirnos felices inmediatamente después de dar; eso proviene de algo muy, muy lejano en el pasado. Sentirse feliz por ello o arrepentirse de ello -y, por lo tanto, sentirse infeliz- es el resultado de un potencial diferente.
¿Qué tan estrechamente relacionados están los diferentes aspectos de un resultado kármico?
Participante: ¿Cómo se produce la conexión entre hacer algo y experimentar felicidad o infelicidad al hacerlo? No es que cuando le das algo a alguien necesariamente vayas a experimentar felicidad en esa situación. Esa felicidad no tiene nada que ver con el hecho de que estés dando algo.
Dr. Berzin: Plantea un punto muy bueno: ¿Hasta qué punto están relacionados los diferentes aspectos de un resultado kármico? En otras palabras, cuando actuamos de manera constructiva y no exageramos las cualidades positivas (aunque seamos ingenuos acerca de cómo existen las cosas) o actuamos de manera destructiva y exageramos las cualidades negativas, ¿el potencial de experimentar felicidad o infelicidad madurará necesariamente al mismo tiempo que, o junto con, el potencial de repetir un tipo de acción similar? Lo que él estaba diciendo era que parecen no estar relacionados. Y, sí, no están relacionados; no están relacionados en términos de cuándo maduran. Por lo tanto, aunque el acto proporciona una circunstancia para que surja la felicidad, no es lo que la hace surgir. En ese sentido, el momento de la maduración de la felicidad no está relacionado con la comisión del acto.
Participante: Pero se enseña que el acto y la felicidad o infelicidad que experimentas en ese momento están relacionados de alguna manera. Por lo tanto, cuando salvo una vida, mi vida estará salvada.
Dr. Berzin: Correcto. Pero eso se refiere a un potencial kármico diferente. El hecho de que mi vida haya sido salvada es la maduración de un tipo de potencial que se acumula al haber salvado una vida, y experimentar la felicidad es el resultado de otro tipo de potencial que se acumula al haber salvado una vida. Hay que diferenciar. Esto es lo que estaba diciendo: hay que diferenciar la motivación; hay que diferenciar el acto en sí; hay que diferenciar la emoción perturbadora o la falta de emoción perturbadora que lo acompaña. También hay que diferenciar la emoción perturbadora que acompaña al ímpetu motivador causal, que nos lleva a pensar en realizar la acción, y la que acompaña al ímpetu motivador contemporáneo, que nos lleva a realizar la acción en realidad, no solo a pensar en realizarla. Todas estas cosas tienen resultados diferentes. Crean diferentes potenciales y tendencias. Por lo tanto, no se trata de que se realice un acto y que ese acto y todos los factores mentales que lo acompañan formen juntos una semilla que madure como un solo paquete. En absoluto. Son todas partes diferentes. Hablamos simplemente de felicidad e infelicidad.
Participante: Entonces, estamos hablando de las emociones perturbadoras.
Dr. Berzin: Estamos hablando de la felicidad o infelicidad que está conectada con las emociones perturbadoras.
No estamos hablando de lo que realmente hacemos cuando sentimos ganas de repetir una acción. Ese es un mecanismo diferente. Cuando hablamos de la ley de certeza del karma, nos referimos únicamente a la felicidad y la infelicidad que son resultado de la conducta constructiva y destructiva. No estamos hablando de que sea seguro que, si mataste a alguien, te matarán a ti o que, si te matan, sea el resultado de haber matado a alguien. Eso no es lo que implica la ley de certeza. Por lo tanto, debemos diferenciar.
Una sola acción kármica construirá diferentes tipos de potenciales y dará surgimiento a diferentes resultados
Toda acción kármica dará surgimiento a muchos resultados diferentes. Por lo tanto, hay muchos aspectos diferentes de un resultado en términos de los potenciales que se construyen. Hay potenciales para repetir acciones que hemos realizado en el pasado. Hay potenciales para experimentar cosas que nos suceden que son similares a lo que hemos hecho en el pasado. Hay potenciales para los tipos de renacimientos que tenemos. Hay potenciales para experimentar ciertos tipos de situaciones o entornos, que afectan cómo experimentamos nuestros renacimientos. Y hay potenciales para experimentar felicidad e infelicidad. Y ninguno de ellos es fijo: el resultado no existe ya en la causa. Por lo tanto, dependiendo de diversas circunstancias y de lo que hagamos, estos potenciales madurarán en diferentes cosas. Y cuándo madurarán dependerá de otras circunstancias, y así sucesivamente.
Todo esto es increíblemente complejo. Cuando empezamos a deconstruirlo, empezamos a entender la vacuidad de la causa y el efecto, que aun así funciona.
Lo que estamos tratando de entender aquí es simplemente la conexión entre la felicidad y el comportamiento constructivo y la infelicidad y el comportamiento destructivo. Si realmente entendiéramos y estuviéramos realmente convencidos de la conexión entre la felicidad y el comportamiento constructivo y la infelicidad y el comportamiento destructivo, nos abstendríamos de la conducta destructiva (según el axioma de que todo el mundo quiere ser feliz y nadie quiere ser infeliz). Ese es el objetivo de nuestra discusión. Y es un punto muy, muy difícil. Generalmente no se discute, por eso lo estoy discutiendo. ¿Cómo nos convencemos de que debemos dejar de actuar destructivamente? En este nivel, sin embargo, básicamente estamos usando el autocontrol para no actuar en función de las emociones perturbadoras cuando surgen. Ese es el primer paso: ¡No lo hagas! Es simplemente usar el autocontrol. Luego, a medida que avanzamos a través de las etapas, podemos deconstruir las emociones perturbadoras y demás que nos hacen actuar de manera destructiva y trabajar para eliminarlas.
Necesitamos superar la pereza. La pereza, creo, es uno de los grandes obstáculos en este primer paso. No aprovechamos el preciado renacimiento humano porque no lo valoramos y porque somos perezosos. Y somos ingenuos: pensamos que durará para siempre. Por lo tanto, no dejamos de actuar destructivamente. Y somos ingenuos con nuestras acciones: no entendemos las consecuencias.
Proporcionar circunstancias para que maduren los potenciales de la felicidad
Participante: Cuando pienso en ser feliz, siempre pienso en aceptar y relajarme. Puedo relajarme porque entiendo bien lo que está pasando en el momento, así que no me siento amenazada. En cuanto tengo un malentendido sobre la situación, me pongo tensa. Ahí es cuando aparece la infelicidad.
Dr. Berzin: Este es un punto que no he mencionado, es decir, ¿cuáles son las circunstancias para que maduren los potenciales de la felicidad?
Las circunstancias para que maduren los potenciales de felicidad son no exagerar las cualidades negativas o positivas de una situación, es decir, la ecuanimidad, y tener una mente tranquila, lo que se llama “serenidad” o “tranquilidad”. Calmas la mente de preocupaciones, expectativas, pensamientos extraños, aburrimiento, etc. Básicamente, te relajas, que es lo que dijiste. Te calmas. Esa también es una circunstancia para que maduren los potenciales de felicidad. Lo que puede suceder, aunque esto entra más en una explicación de estilo mahamudra, es que cuando calmas la mente de todas las distracciones, preocupaciones, expectativas, aburrimiento, emociones perturbadoras, etc., accedes al nivel básico de felicidad que es parte de la naturaleza innata de la mente.
Participante: ¿No está eso más allá de la felicidad regular, samsárica?
Dr. Berzin: Exacto. Tener una mente tranquila es solo una base. Eso también actúa como una circunstancia para que maduren los potenciales de felicidad samsárica. Pero no exagerar y tener una mente tranquila son dos aspectos que necesitamos, en realidad, para que maduren los potenciales de felicidad. Van juntos. ¿De dónde viene la exageración? De las preocupaciones, las expectativas y todo eso. Así que, en realidad, es una cuestión de calmarse y relajarse. Definitivamente.
Participante: Eso tiene mucho sentido desde el punto de vista experiencial.
Dr. Berzin: Correcto.
Además, si estamos más relajados, podemos experimentar más felicidad. También podemos cambiar nuestras actitudes. ¿Pensamos solo en mí, yo, yo, o pensamos en todos los que tienen este problema en particular? Así, podemos superar otros niveles de ingenuidad. Hay muchos, muchos otros factores que pueden ayudar a que maduren los potenciales de felicidad que hemos desarrollado a partir de un comportamiento constructivo. No es solo el nivel básico de felicidad de la naturaleza de la mente el que actúa como circunstancia. Estamos hablando del karma aquí. La naturaleza básica de la mente no tiene que ver con el karma. Tiene que ver con un nivel aún más fundamental. Pero aquí estamos hablando de la felicidad regular, samsárica, como resultado de un comportamiento constructivo.
Participante: Entonces, ¿la experiencia de esta naturaleza –la felicidad de la mente o lo que sea– sería kármicamente neutra?
Dr. Berzin: Sería no perturbadora, es decir, no estaría mezclada con confusión. Para la mayoría de nosotros, está mezclada con confusión. Si está mezclada con confusión, no vamos a experimentar la felicidad que es parte de la naturaleza real de la mente. Es muy raro que entremos en contacto con la naturaleza real de la mente. Sin embargo, podríamos entrar en contacto con un nivel más superficial de ella.
Participante: Al principio, entonces, la felicidad está mezclada con la confusión.
Dr. Berzin: Sí, definitivamente.
Participante: ¿Es esto lo que se logra también con shámata?
Dr. Berzin: Lo que se logra en shámata es otro tipo de felicidad. Sin embargo, está relacionado. Aquí no estamos hablando del nivel avanzado de aquietar la mente del embotamiento y la agitación. Estamos hablando solo del nivel normal de calma. Estamos hablando de un nivel muy samsárico.