Lam-rim 39: Factores para un camino completo del karma – Una base

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Repaso

Hemos recorrido las etapas graduales del camino, que se refieren a los diferentes niveles de comprensión, niveles de la mente, que queremos desarrollar progresivamente, uno tras otro, para que sirvan como camino que conduzca a la liberación y la iluminación. 

El preciado renacimiento humano

Empezamos por valorar esta preciada vida humana, que es realmente muy, muy rara. La mayoría de nosotros no la valoramos en absoluto y simplemente la desperdiciamos. Pero si pensamos en los peores tipos de situaciones en las que no tendríamos libertad ni oportunidad de desarrollarnos más, ya sea por sufrir demasiado, estar demasiado involucrados en cosas triviales o estar en lugares donde no hay enseñanzas disponibles y donde hay mucha violencia, hambre, etc., vemos lo horrible que sería eso y lo afortunado que es que nos liberemos de eso. Aunque puede que no sea imposible para quienes se encuentran en tales situaciones avanzar en su crecimiento espiritual, es mucho más difícil. Qué afortunados somos de tener las oportunidades de poder crecer, meditar, aprender, etc. Realmente tenemos vidas humanas muy valiosas.

Vimos cuán raras son las causas de esto –a saber, la disciplina ética, la plegaria o la intención de lograr tal cosa y la práctica de actitudes de largo alcance–, cuán difícil es encontrarlas y cuán fácilmente se pueden perder. 

Muerte e impermanencia

Para estar aún más motivados a aprovechar nuestra preciada vida humana y no desperdiciarla, pensamos en la muerte y la impermanencia: que la muerte llegará con seguridad y que puede llegar en cualquier momento. No hay nadie que nunca haya muerto, así que ¿por qué deberíamos ser diferentes? ¿Qué nos va a ayudar cuando llegue la muerte y miremos hacia atrás en nuestra vida? La cantidad de dinero que tengamos, la cantidad de amigos que tengamos, la cantidad de programas de televisión o películas que hayamos visto, etc., todo eso será absolutamente trivial. Lo único que nos será de algún beneficio –y aquí estamos pensando en términos de vidas futuras– serán los diversos hábitos y legados kármicos que hayamos acumulado (no solo los legados que hayamos dejado a los demás, lo cual es, por supuesto, muy importante) y que continuarán en nuestras vidas futuras. 

Eso significa tomar medidas preventivas –que es lo que significa la palabra “Dharma”– para evitar peores renacimientos, peores situaciones en las que no tendríamos oportunidades de avanzar y continuar en este camino. 

Tener cautela de peores estados de renacimiento

Pensamos en lo que podría suceder después de nuestra muerte. Todo esto, por supuesto, presupone el renacimiento, lo cual no es algo tan fácil de aceptar. Pero dado que esa es una premisa básica aquí en el entrenamiento, entonces, según la forma en que se hace en la tradición tibetana, pensamos en el sufrimiento y la falta de oportunidades que tendríamos si renaciéramos en uno de los peores estados. Así que pensamos en estar en una situación infernal en la que estaríamos atrapados durante un tiempo terriblemente largo, siendo simplemente torturados y demás. También podríamos renacer como un fantasma errante, siempre aferrándonos a algo para comer o beber y nunca pudiendo disfrutar de nada. También pensamos en ser un animal que puede ser comido en cualquier momento por algún animal más grande o explotado por los humanos. Imaginemos ser un pollo en una de esas granjas avícolas donde ni siquiera te puedes mover y te cortan el pico y cosas así. Y al final, terminas siendo comida para perros, la mitad de la cual sería tirada a la basura. Qué horrible sería eso.

Entonces, pensamos: ¿hay alguna manera de evitarlo? ¿Y qué nos motiva? Lo que nos motiva se suele llamar “miedo”. Yo prefiero “cautela”. Es un tipo de miedo saludable. Su Santidad el Dalái Lama utiliza la palabra “miedo”, pero hace una diferenciación. Dice que hay un tipo de miedo saludable y uno no saludable. Un tipo no saludable es el que nos paraliza. Nos hace sentir desesperanzados y que no hay nada que podamos hacer, lo cual no es de ninguna ayuda. Un miedo más saludable es el que nos hace querer evitar algo porque no queremos hacer daño. Por ejemplo, cuando sacamos algo caliente del horno, tenemos cuidado porque no queremos quemarnos. Usamos una agarradera o algo para sacarlo. Así que hay un miedo sutil y saludable aquí de quemarse. Este es el tipo de miedo saludable del que estamos hablando. Como dije, lo llamo “cautela”, pero no es fácil especificar qué es porque mucha gente piensa en el miedo de forma negativa. 

Dirección segura

Entonces, esa cautela es el estado mental que tenemos cuando pensamos en estos peores estados de renacimiento. Realmente queremos evitarlos y vamos a ser muy cuidadosos. Pero, además, vemos que hay una manera de evitarlos. Hay una dirección que podemos dar a nuestra vida indicada por el Buda, el Dharma y la Sangha: el Dharma es un estado mental en el que toda la confusión y los instintos de confusión desaparecen, todos los hábitos y emociones perturbadoras desaparecen, todos los bloqueos mentales que nos impiden ser capaces de saberlo todo por completo y cómo ayudar a los demás; todo eso se ha ido para siempre, para nunca volver. 

La mente que no solo ha alcanzado su estado natural y puro, sino que también alcanza su pleno potencial en términos de comprensión de la realidad, comprensión de cómo existen las cosas y el alcance de lo que existe, y que tiene un amor y una compasión infinitos por igual hacia todos los demás y la plena capacidad de comunicarse con ellos, así como la plena capacidad de aparecer físicamente ante los demás y ayudarlos de cualquier manera que sea necesaria, ese estado es la fuente última de dirección: el Dharma. Los budas son aquellos que han logrado esto en su totalidad y la Sangha Arya son aquellos que lo han logrado en parte, es decir, no en su totalidad. Esta es la dirección en la que queremos ir, y le damos esa dirección segura a nuestra vida. Eso se llama refugio. 

Abstenerse de conductas destructivas: desarrollar nuestro darse cuenta que discrimina

Hemos visto que lo primero que tenemos que hacer para poder ir en esa dirección es modificar nuestra conducta. Básicamente, de lo que estamos hablando es del autocontrol: evitar la conducta destructiva basándonos en un sano temor a las consecuencias. Queremos evitar experimentar los resultados que se derivarían de manera natural en términos de los potenciales y hábitos negativos que acumulamos cuando actuamos de manera destructiva. Por lo tanto, lo que experimentamos no es un castigo ni nada parecido. No hay nadie que nos castigue, ningún juez que nos juzgue. Es casi un proceso de tipo mecánico. 

Pero la construcción de potencial para experimentar que nos sucedan cosas negativas similares no es la única consecuencia de nuestro comportamiento destructivo. También construye potencial para que tengamos fuertes impulsos para repetir ese tipo de comportamiento. 

La mente, la actividad mental, es el surgimiento de algún tipo de holograma mental, o apariencia, y algún tipo de involucramiento cognitivo con lo que aparece, es decir, verlo, oírlo, sentir una emoción hacia ello, conocerlo, etc. Estas dos cosas ocurren simultáneamente; son dos aspectos del mismo proceso. Lo que surge, es decir, lo que aparece, puede estar fuertemente determinado por los impulsos kármicos que surgen debido a nuestros patrones de conducta previos. Pero no es inevitable que actuemos según esos impulsos, porque también tenemos otro factor mental llamado “darse cuenta que discrimina”. Así, podemos discriminar entre lo que es beneficioso y lo que es dañino. 

Como seres humanos con preciados renacimientos humanos, este es nuestro mayor activo. El darse cuenta que discrimina es la cualidad positiva más maravillosa que tenemos en comparación con los animales. Tenemos un sentido de lo que es beneficioso y lo que es dañino. Y lo tenemos no solo a corto plazo como podrían tener los animales, sino a largo plazo. Por lo tanto, si desarrollamos hábitos sólidos de comportamiento positivo y también generamos intenciones y motivaciones positivas sólidas, podemos anular el aspecto compulsivo o impulsivo de los impulsos kármicos que surgen para repetir los tipos de comportamiento destructivo que hemos tenido en el pasado o para meternos en situaciones no saludables, situaciones que serían dañinas para nosotros. De esto se trata el desarrollo del darse cuenta que discrimina. 

Comenzamos a desarrollar este darse cuenta que discrimina aquí, con el nivel inicial, con las enseñanzas sobre el karma, aplicando ese darse cuenta a nuestra conducta. Luego, con el nivel intermedio, lo desarrollamos más aplicándolo a las emociones perturbadoras, discriminando qué emociones seguir, cuáles no seguir y a qué oponentes recurrir para contrarrestarlas. Eso requiere concentración, por lo que también tenemos que discriminar entre un estado mental disperso y un estado mental concentrado. Con el nivel avanzado, lo desarrollamos aún más aplicándolo a nuestra motivación, discriminando si estamos motivados por el egoísmo o por el deseo de ayudar a los demás (aunque la motivación siempre es importante), así como aplicándola a la comprensión de la realidad, discriminando lo que es pura proyección y absolutamente imposible, y lo que es realmente así. 

Las cuatro leyes del karma

Hemos estado repasando varios aspectos de las enseñanzas sobre el karma. Si recuerdan, hablamos sobre los principios del karma. Para vivir nuestra vida basándonos en la comprensión y el respeto de las enseñanzas sobre el karma (por ejemplo, que ciertas acciones traerán ciertos resultados), debemos convencernos de que las enseñanzas son así. 

Analizamos estos principios de una manera muy crítica para ver si había una conexión entre la infelicidad, el sufrimiento, etc. y la conducta destructiva. ¿Qué es lo que realmente está sucediendo aquí? ¿Cómo aumentan las consecuencias de nuestra conducta? ¿Cómo es que, si hemos hecho algo, sin duda experimentaremos los resultados, y si no hemos hecho nada, no experimentaremos ningún resultado? Estos son algunos de los principios básicos de causa y efecto que analizamos. 

Más adelante analizaremos cómo funciona realmente la causa y el efecto. No es un tema muy fácil, a saber, la vacuidad de la causa y el efecto. No es que la causa sea como una pelota y el efecto como otra pelota, que las dos estén conectadas por un palo y que una pelota siga a la otra en el tiempo. Es algo muy sutil de entender. Pero aquí, en el nivel inicial de la discusión sobre el karma, no profundizamos mucho en eso. En cambio, tratamos de entender de una manera más general cómo podría funcionar la causa y el efecto y por qué funciona.  

Los cuatro factores que completan el camino de un impulso kármico

Comenzamos nuestra discusión sobre la conducta destructiva y vimos que hay cuatro factores que deben estar presentes en el momento de una acción física, verbal o mental para que el camino del impulso kármico (las-lam) para esa acción esté completo. Lo que eso significa es que, para que el camino de un impulso kármico para la acción de matar, por ejemplo, esté completo, ciertas cosas deben estar presentes en su totalidad. Si no están completamente allí, digamos que la persona que tratamos de matar no muere, el camino kármico para la acción de matar no está completo. O es un camino kármico incompleto para la acción de matar, o es un camino kármico completo para un tipo diferente de acción, por ejemplo, herir a alguien. Entonces, para que las consecuencias de una determinada acción kármica estén completas, en total concordancia con el tipo de resultados a los que esa acción específica necesariamente daría surgimiento cuando el camino esté completo, ciertos factores deben estar presentes en su totalidad. 

Estos cuatro factores son: 

[1] Una base a la que se dirige la acción. En el caso de matar, la base es una persona, un ser (que podría ser un animal) que podría morir como resultado de nuestra acción. 

[2] Un estado mental motivador, que incluye: 

  • Una distinción inequívoca (‘du-shes). Necesitamos distinguir a quién queremos matar. Si matamos a alguien por error, los resultados serán diferentes. 
  • Una intención (´dun-pa). Hemos hablado de lo que significa la intención. Es el factor mental de desear un objeto pretendido y el deseo de realizar alguna acción pretendida que involucre a ese objeto. Nuestro objetivo es hacer algo específico con o a un ser específico. 
  • Una emoción motivadora: en el caso de acciones destructivas, es una de las tres emociones o actitudes perturbadoras venenosas (nyon-mongs): hostilidad, deseo anhelante o ingenuidad.

Nuevamente, el estado mental, o estado mental motivador, que estamos describiendo aquí es el contemporáneo, lo que significa que es el estado mental que tenemos cuando entramos en la acción real y con el que la sostenemos.

Nuestros estados mentales cambian. Si observamos nuestra conducta, podemos darnos cuenta de que, incluso antes de que empecemos a realizar una acción y estemos pensando en hacerla, existe una determinada emoción motivadora, perturbadora o no, como parte de la motivación causal, pero cuando realmente empezamos a realizar la acción, existe un estado mental diferente, un estado emocional diferente. Una vez que la acción ha terminado, podemos volver a sentirnos de manera diferente: podemos arrepentirnos de lo que hemos hecho o alegrarnos de lo que hemos hecho. Todo eso afecta la completitud del resultado que experimentaremos.

[3] Una implementación (sbyor-ba) (de un método que hace que ocurra la acción): tenemos que realmente hacer algo para provocar el asesinato.

Resulta interesante analizar esto: si le damos de comer a alguien y se atraganta y muere, ¿eso sería una acción de matar o algo diferente? Es muy diferente a atacarlo con un machete o dispararle con una pistola.

[4] Luego, un final (mthar-thug): la persona tiene que morir como resultado de nuestra acción.

La muerte de una persona puede tardar mucho tiempo. ¿Qué pasó con las personas en Hiroshima que fueron envenenadas por la radiación de la bomba atómica? Los que no se quemaron instantáneamente tardaron mucho tiempo en morir; desarrollaron cáncer más adelante en su vida. ¿Qué sucede, en ese caso, con el karma de la persona que ordenó el bombardeo, de la persona que realmente arrojó la bomba, etc.? Para que toda la acción se complete, puede pasar un largo período. Además, podríamos morir nosotros antes de que muera la otra persona. 

El primer factor: una base

Empecemos por la base. Analicemos este factor en términos del aborto. ¿La base de un aborto es una persona? Esto se vuelve muy complicado. ¿Cuándo el embrión o feto abortado es realmente una persona? ¿En qué momento un aborto cuenta como un asesinato real? Es un tema muy polémico, ¿no? Desde un punto de vista budista, es realmente difícil de decir. ¿Es el instante en que el espermatozoide y el óvulo se unen? ¿Es el instante en que el embrión se incrusta en la placenta y se vuelve viable, comienza a crecer? ¿Y si se cultiva en un tubo de ensayo? Esa también es una pregunta difícil. ¿O es el embrión simplemente una sustancia que tiene que crecer hasta cierto punto antes de que pueda tener el potencial de que una persona, un continuo mental, sea imputado sobre él? Esta es una pregunta muy difícil de responder, y es una en la que los médicos no se ponen de acuerdo. 

Las explicaciones budistas más detalladas sobre cuándo la conciencia se conecta con el cuerpo de un nuevo renacimiento como base son las que encontramos en el tantra. Allí, se explica un método de meditación para generar un mándala y demás mediante una analogía con el proceso del nacimiento. Si esto debe tomarse literalmente como una analogía real de un evento externo que sucede en nuestra vida ordinaria es, nuevamente, una cuestión abierta. Muchas meditaciones en el tantra están diseñadas para formar una analogía con cosas que suceden en la vida, como el proceso de la muerte, el bardo y el renacimiento, con el fin de ayudarnos a purificar las tendencias de atravesar esos procesos de una manera samsárica y ayudarnos a atravesarlos de una manera de tipo nirvánico (para usar la terminología que se usa allí). 

Una vez que la conciencia de una persona se ha conectado con el embrión, sea cual sea el momento en que esto ocurra, el aborto es entonces una acción de matar, de quitar una vida. La cuestión entonces es cuán destructiva es la acción y cuán graves serán las consecuencias. De todos modos, no entremos en eso. 

Acciones no especificadas en cuanto a la base, pero especificadas en cuanto a la motivación

Es posible que la acción no esté especificada como constructiva o destructiva; por ejemplo, recoger flores silvestres en un lugar salvaje que no pertenece a nadie. ¿Qué es eso? La segunda acción destructiva del cuerpo es tomar lo que no se nos ha dado. Entonces, ¿qué sucede cuando recogemos bayas en el bosque o recogemos flores silvestres en un prado? ¿Es eso tomar lo que no se nos ha dado? Lo es en el sentido de que nadie nos las ha dado. Pero, ¿es destructivo? No, porque no pertenecen a nadie. Eso es lo que se especifica en términos de la base para tomar algo que no se nos ha dado: el objeto tiene que ser algo que pertenece a otra persona. 

Sin embargo, si se recogen las flores o se comen las bayas con codicia y apego, el acto se vuelve destructivo debido a la emoción motivadora. Por lo tanto, el acto en sí es, en cierto sentido, neutro, pero la emoción motivadora no lo es; por lo tanto, habrá consecuencias negativas como resultado.

Esto plantea una pregunta muy interesante: ¿Por qué recoges flores, sin importar si te pertenecen o no? Podría decirse que es para hacer una ofrenda. ¿Los budas necesitan flores? Lo dudo. ¿Qué van a hacer con las flores? Pero todo el mundo ofrece flores, algo que es muy hermoso.

Participante: ¿Los budas necesitan agua?

Dr. Berzin: ¿Los budas necesitan algo? No necesitan nada. Así que resulta muy interesante. Si tenemos el hábito, como mucha gente, de comprar flores y ponerlas en nuestras casas... bueno, eso no es tomar lo que no nos han dado. La mayoría de la gente las compra o las recoge de sus jardines.

Participante: Pero también podría ser codicia.

Dr. Berzin: También puede ser apego y demás. Todo este análisis del karma siempre nos da mucho en qué pensar.

Participante: Si hago un entorno agradable, mi mente podría estar más tranquila.

Dr. Berzin: Exacto, si la motivación es hacer que el entorno sea agradable para tener un estado mental más tranquilo y ordenado, de modo que se pueda hacer algo beneficioso, entonces la motivación es agradable. En ese caso, la motivación no es la codicia ni el apego. “Motivación” es una palabra importante; el estado emocional acompañante no es uno que sea perturbador. Eso sí, podrías tener el objetivo de tener las ofrendas más hermosas para impresionar a los demás, etc. Eso es otra cosa, ¿no? Siempre hay que diferenciar la acción de la motivación, el estado mental motivador. 

Entonces, en el caso de tomar lo que no te fue dado, analizas: “¿Es de alguien o no?” y “¿cuál es mi estado mental?”.

Discusión

¿Qué pasa con los videojuegos violentos o los asesinatos en sueños?

¿Qué sucede si no existe ninguna base, si no hay nadie que pueda morir mediante una acción homicida (por ejemplo, dispararle a alguien en un sueño o a un extraterrestre en un videojuego)? ¿Es eso una acción destructiva?

Participante: Es una incompleta.

Dr. Berzin: Pero ¿qué significa incompleto? ¿Tiene consecuencias? ¿Genera un cierto hábito negativo en tu continuo mental?

Participante: Por supuesto.

Dr. Berzin: Sí, porque, aunque sepas que el extraterrestre del videojuego no es real (y, por supuesto, nadie muere como resultado de tus acciones), sin duda tienes una intención asesina. Quieres matar a esa cosa. Hay mucha hostilidad allí.

Participante: Y se crea un hábito.

Dr. Berzin: Sin duda, se crea el hábito de abordar las situaciones de esa manera: simplemente disparando a aquello de lo que uno quiere deshacerse. 

Es similar a dispararle a alguien en un sueño. Los sueños son acciones mentales, no físicas. Nadie muere en realidad. Sin embargo, Su Santidad ha explicado que si, después de despertarnos, revivimos el sueño en nuestra mente –no solo mentalmente sino también emocionalmente– y sentimos que matar fue algo bueno, hemos cometido la acción mental de pensar con malicia. 

De todas formas, ¿dispararle a alguien en sueños crea un cierto hábito negativo? Es una pregunta interesante. ¿Es destructivo?

Participante: Por supuesto. ¿Por qué no?

Dr. Berzin: ¿Por qué no? ¿Y qué pasa con la intención? ¿Se puede tener una intención en un sueño?

Participante: Por supuesto.

Dr. Berzin: Por supuesto, es posible que en un sueño se tenga una intención. Se podría tener la intención de asesinar a alguien en un sueño, ¿no es así?

Participante: Pero a menos que puedas hacer yoga de los sueños, no puedes evitarlo. No tienes más opción que hacerlo.

Dr. Berzin: Mucha gente diría que incluso cuando están despiertos, no pueden evitarlo. 

Participante: Excepto matar una hormiga por error, puedo evitarlo.

Dr. Berzin: Exacto. A eso llegaremos en nuestro análisis de la intención.

Participante: Pero, de lo contrario, puedo evitar matar.

Dr. Berzin: Sí, pero solo hasta cierto punto. En realidad, cuando cocinas, comes o bebes agua, probablemente estés matando algo. Sin duda, hay algunas criaturas pequeñas en la comida y el agua.

Participante: ¿Pero los microbios tienen mente?

Dr. Berzin: Es una pregunta interesante, pero muy difícil de responder. 

¿Cómo se sabe si algo tiene mente? Hoy he estado pensando más en esto. Algo que tiene mente –es decir, un ser sintiente, un ser llamado sintiente (una mente limitada)– tiene actividad mental: da surgimiento a apariencias mentales y se relaciona cognitivamente con ellas. Parte de esa actividad mental es el factor mental de la intención. ¿Tiene una planta la intención de crecer hacia el sol? Desde un punto de vista budista, las plantas no tienen mente. ¿Tienen opciones? En realidad, no. Un animal hace cosas –va hacia la comida, etcétera– con intención. Hay algún tipo de motivación, algo que atrae al animal hacia la comida. Y aunque puede resultar muy difícil superar los impulsos kármicos para actuar de esa manera, es posible. Una planta no puede hacer eso. ¿Puede un microbio hacerlo? No tengo ni idea.

Participante: Estaba leyendo a Lama Zopa. Él dice que algo es un ser sintiente si tiene la capacidad de sufrir. Así que ahí traza el límite. Si algo o algún ser no puede sufrir, entonces no es un ser sintiente.

Dr. Berzin: Así es. Por ejemplo, lo que diferencia a una computadora de una mente es el factor mental de sentir un nivel de felicidad, es decir, un nivel de sufrimiento o felicidad ordinaria, que es el sufrimiento del cambio. Una computadora no hace eso. Una computadora tiene apariencias, hologramas mentales. Calcula y demás, pero no siente ningún sufrimiento ni felicidad. Pero eso es difícil de medir, ¿no? ¿Cómo sabes que una planta no experimenta sufrimiento? No sé cómo lo sabrías.

Participante: Alan Wallace afirma que una de las habilidades de un yogui altamente desarrollado es poder distinguir la presencia de una mente.

Dr. Berzin: Por supuesto, la percepción aumentada es algo que se puede lograr como resultado de una concentración total; por lo tanto, se puede detectar si alguien es capaz de sentir.

Participante: Entonces el problema debería quedar resuelto.

Dr. Berzin: No estoy seguro de eso. Se podría decir que ya se ha resuelto, porque, según los textos budistas, las plantas no tienen mente. No entremos en una gran discusión sobre las plantas. Además, hay algunos animales que se parecen a las plantas. También he oído hablar de esa discusión. De alguna manera, eso evita el problema, pero no es tan fácil. 

De todos modos, volviendo al karma, la cuestión es que, si no hay ninguna base –por ejemplo, intentas dispararle a alguien, pensando que está detrás de una cortina, pero no es así (por lo que no matas a nadie)–, el camino del impulso kármico de quitarle la vida a alguien está incompleto. La acción se reduce a simplemente disparar un arma. Pero la acción seguiría siendo destructiva, ya que está acompañada de hostilidad, y seguiría provocando sufrimiento futuro. Sin embargo, no provocaría un renacimiento peor que el de matar a una persona viva. Por lo tanto, las consecuencias son mucho menores.

Participante: ¿Qué pasa cuando uno está muy enojado y fantasea con matar?

Dr. Berzin: Pensar con malicia es una acción mental destructiva. Pero la acción mental kármica destructiva de pensar con malicia solo se completa si llega al final de decidir matar a alguien.

Participante: Uno dice: “¡Podría matar a esta persona!”, pero nunca tiene la intención de hacerlo.

Dr. Berzin: Exacto. Uno no tiene intención de hacerlo, pero pensar en ello es, de todos modos, una acción mental destructiva. 

Es interesante porque algunas personas dicen: “Podría matarte”, pero en realidad no lo dicen en serio. Es solo una expresión, al menos en inglés.

Participante: Algunos dicen: “Te amo”, ¡y no lo dicen en serio!

Dr. Berzin: Exacto. Pero ¿decir “podría matarte” es una expresión dura?

Participante: Esto sería que la acción está completa, pero la intención no. 

Dr. Berzin: ¡No! En primer lugar, para que la acción de usar lenguaje rudo esté completa, la otra persona tiene que escuchar lo que dices. Si no lo escucha, no está completo. También tiene que entender lo que dices y sentirse herida por ello. Si no lo hace, si piensa que eres un completo idiota por decir lo que dijiste, la acción no está completa.

Participante: Pero es solo una expresión idiomática que significa que realmente no estoy de acuerdo con lo que acabas de hacer.

Dr. Berzin: Exacto. Pero creo que hay que tener cuidado con lo que se dice y reconocer que se trata de un modismo muy tonto, aunque sea muy común.

Participante: ¿Qué pasa si todas las personas están de acuerdo en que no significa lo que dice y no hay ningún malentendido al respecto?

Dr. Berzin: No lo sé. ¿Qué opinas tú?

Participante: Es un etiquetado mental.

Dr. Berzin: Es un etiquetado mental, una asignación de significado a sonidos arbitrarios.

Participante: ¿Qué pasa si todas las personas están de acuerdo con ese etiquetado?

Dr. Berzin: Si todas las partes están de acuerdo con el etiquetado, ¿está bien? 

¿Es destructivo utilizar malas palabras culturalmente aceptadas?

¿Y qué pasa con las malas palabras? Mucha gente, especialmente los de mi generación que crecieron en Estados Unidos en los años 50 y 60 y estuvieron expuestos a las influencias beatnik y hippie, tienen una enorme cantidad de malas palabras en su lenguaje. 

Participante: En México usamos malas palabras para expresar cariño y afecto.

Dr. Berzin: Bueno, cada cultura es diferente. Como digo, no lo sé. ¿Crees que está bien?

Participante: Podría pensar: “¿Usaría esta palabra cuando esté con mi profesor?” Si no, entonces no es una buena palabra.

Dr. Berzin: Correcto. Eso es perfecto. Por eso, en el yoga del gurú, por ejemplo, imaginas a tu maestro sentado sobre tu cabeza, sobre tu hombro, en tu corazón o donde sea. En cierto sentido, está ahí como testigo. Si siempre estuvieras en presencia de tu maestro o siempre en presencia de los budas o siempre en presencia de Dios, ¿hablarías de esa manera? Y si no, ¿por qué no lo harías? En muchos sentidos, es porque entiendes que, incluso si es un modismo, es irrespetuoso, que no es agradable. Entonces, es ingenuo usarlo. 

Participante: A veces, cuando estás completamente solo en una habitación y algo sale mal, dices: "¡Oh, mierda!". Eso no hace daño a nadie.

Dr. Berzin: Bien, ahora ella plantea un punto muy bueno. Ciertamente soy culpable de eso. Creo que la mayoría de nosotros somos culpables de eso. ¿Hay algo negativo en eso? Ella dice que no daña a nadie. Pero recuerden, ¿cuál es el sentido del karma? El sentido es que crea hábitos negativos para ustedes mismos. El efecto que tiene en otra persona es incierto. Podría tener un efecto positivo o podría tener un efecto negativo.

Participante: ¿Son las palabras las que son destructivas o el estado mental?

Dr. Berzin: Las palabras son neutrales. ¿O no? Desde su punto de vista, obviamente, no tienen ningún significado; son simplemente sonidos arbitrarios a los que una sociedad les ha asignado significados. Los tibetanos dicen “konchog sum ” (dkon-mchog gsum), que significa “Tres Joyas del Refugio”, en lugar de decir “mierda”. Pero se podría decir eso con un estado mental muy hostil y enojado: “¡KONCHOG SUM !”. Así. ¿Cuál es la diferencia? ¿Existe alguna diferencia?

Participante: Recuerdo la primera vez que me vi diciendo una mala palabra en un vídeo. Me sentí muy avergonzada de mí misma, no por lo que los demás pudieran pensar, sino porque me pareció muy feo. Y también fue como proclamar. Me sentí muy tonta. También sentí que era un desperdicio de energía y que la intención era incorrecta.

Dr. Berzin: Esto es muy, muy bueno. Subraya lo que hemos hablado. Recuerden los dos factores mentales que deben estar presentes para que una acción sea destructiva. Uno es la falta de dignidad ética. Cuando actúas de manera constructiva, tienes dignidad ética, por lo que te sentirías avergonzado de actuar de esa manera. Pensarías: "No es así como quiero ser. Me respeto demasiado a mí mismo como para actuar de esa manera". Esto ilustra muy, muy bien la validez del análisis de los estados mentales involucrados en una acción destructiva: los factores mentales que están presentes. El otro es la consideración de cómo tus acciones se reflejan en los demás, como tu familia, que es algo muy asiático, tu género, tu educación, tu religión, etc. Debido a que tienes tanto respeto por los demás, no quieres que se les falte al respeto a ellos.

Participante: ¿Qué pasa si lo que sale es “oh, mierda” o lo que sea cuando llega la hora de morir?

Dr. Berzin: ¡Exactamente!

Participante: Y luego no hay ningún pensamiento sobre el Buda ni nada.

Dr. Berzin: Exactamente. ¿Qué pasa si ese es el último pensamiento que tienes al morir? ¿Qué significará eso en términos de tu próximo renacimiento? Se dice que tu estado mental en el momento de la muerte es muy importante. Es muy cierto. 

Creo que ya he contado esta historia antes. Me caí en Dharamsala durante el monzón y me rompí las costillas contra un borde de cemento. Sin duda, lo primero que me vino a la mente y a la boca fue “¡Oh, mierda!”. No es un estado mental muy agradable para morir.

Participante: Pero podrías detener las palabras y aun así tener ese estado mental.

Dr. Berzin: Es cierto.

Participante: No se trata de las palabras, creo.

Dr. Berzin: ¿No se trata de las palabras? ¿Y qué pasa con los mantras? ¿Hay algún beneficio en recitar mantras, independientemente del estado mental? Los mantras son solo sílabas sin sentido, solo sonidos. Se podría decir que están bendecidos por los budas, etc. Eso es otra cosa. Pero, aun así, por su naturaleza, un mantra es solo un sonido.

Participante: Si digo “oh, mierda” en un determinado estado mental, le doy expresión a ese estado mental. Si tengo ese estado mental, pero me abstengo de expresarlo, sigo teniendo ese estado mental, pero al menos me he contenido un poco. Por lo tanto, existe la posibilidad de que continúe conteniéndome cada vez más.

Participante: No lo amplificas tanto.

Dr. Berzin: Lo que señalas es muy correcto. Cuando no expresamos ese pensamiento, no amplificamos ese estado mental y al menos estamos ejerciendo un poco de autocontrol. Por lo tanto, estamos haciendo algo constructivo, aunque ese pensamiento pueda estar presente en nuestra mente.

Recuerda que, desde un punto de vista budista, el autocontrol no es algo que se practica por miedo a ser castigado o a ser malo, etc. Lo haces porque sabes que una acción es destructiva y que llevarla a cabo te llevará a desarrollar hábitos negativos que solo te traerán más sufrimiento y, si pensamos más a fondo, obstaculizarán tu capacidad de ayudar a los demás. Eso es lo que realmente hace el Mahayana: te impide ayudar a los demás. Esa es una motivación mucho más profunda. 

Al no expresar un pensamiento negativo, al menos estás ejerciendo cierta disciplina ética (llamémosla autodisciplina ética, en lugar de autocontrol). Eso es un comienzo. Podrías estar con alguien y pensar todo tipo de cosas terriblemente desagradables sobre esa persona –“Qué completo idiota”, o algo mucho más fuerte que eso– y, sin embargo, tener una gran sonrisa en tu rostro y ser muy educado. Por lo tanto, existen etapas en el ejercicio de la autodisciplina ética. Ejercemos la restricción. Esa es la definición de autodisciplina ética. 

Participante: Aunque pueda usar palabras cuestionables en un contexto en el que está bien hacerlo, si adquiero el hábito de usarlas, es posible que luego las use en otros contextos en los que no está bien.

Dr. Berzin: Oh, eso es muy cierto.

Participante: Por ejemplo, yo cuido a una mujer mayor. Un día, antes de ir a comprarle algo, le dije que iría al día siguiente y le llevaría sus “tiliches” (en alemán, “Krempel”). Cuando utilizo esta palabra con Christian o con otra persona, no hay problema; no piensan nada al respecto. Es solo una palabra. Pero ella dijo: “¡Estás llamando a mis cosas de la compra “tiliches”!”. Se sintió terriblemente ofendida.

Dr. Berzin: Exacto. Si tenemos el hábito de usar un lenguaje o una expresión que está bien en un grupo determinado, podríamos usarlo en una situación en la que no se consideraría bien. Dijiste que le llevarías sus “tiliches”. En inglés, probablemente diríamos “basura”. Cuando usas esa expresión con tu esposo, está perfectamente bien. Pero la mujer se sintió muy ofendida porque llamaste a sus compras “tiliches” o “basura”. Además, si tienes el hábito de decir palabrotas, podrías encontrarte diciendo palabrotas cuando un policía te detiene porque ibas demasiado rápido. Obviamente, ese es un momento inapropiado para usar ese lenguaje, ¿no? 

Esa es la discusión sobre la base. Para que la acción de usar un lenguaje rudo esté completa, la persona a la que le diriges tus palabras –la base– tiene que entender lo que dices y sentirse herida por ello. Si esa base no está ahí, como en el ejemplo de usar un lenguaje rudo cuando estás solo, la acción, aunque incompleta, sigue siendo destructiva porque genera un hábito negativo.

Refrenarse de acciones destructivas permaneciendo como “un bloque de madera” 

Participante: A veces también me funciona hacer lo que dice Shantideva, que es convertirme en un bloque de madera.

Dr. Berzin: Sí, Shantideva da un gran consejo. Convertirse en un bloque de madera no solo se refiere al cuerpo y al habla, sino también a la mente. ¿Eso significa convertirse en un zombi, en una persona rígida? 

Conozco a algunos practicantes del Dharma, generalmente principiantes, que se toman estas cosas muy literalmente, demasiado literalmente, y que están rígidos como bloques de madera todo el tiempo. No están nada relajados. Es algo delicado: aplicar esto sin volverse rígido y literalmente como un bloque de madera. Te quedas ahí parado, inmóvil, sin hacer nada. ¿Cómo lo pones en práctica de una manera relajada, humana y gentil? Esto es realmente un arte, ¿no? ¿Alguien tiene alguna idea, alguna experiencia?

Participante: Me parece más útil en esa situación ver que si estás molesto, si no estás calmado, empeoras las cosas. Entonces te dices a ti mismo: “Está bien, cálmate”.

Dr. Berzin: Exacto. Esto es usar el darse cuenta que discrimina. En cierto sentido, es como permanecer como un bloque de madera, pero lo haces con un poco de comprensión. 

Otro ejemplo es “pon al bebé a dormir”. “Ahora soy como un bebé gruñón que está llorando y muy molesto. Pon al bebé a dormir. Por la mañana estará mejor”. Entonces, te pones a dormir solo para relajarte. Es muy útil, por cierto, verlo así. Es muy útil ver cuándo estás actuando como un bebé gruñón. Es un poco más humano que ser como un bloque de madera. Ser como un bloque de madera significa no decir algo, no hacer algo, lo cual es, por supuesto, absolutamente correcto. No lo dices, no lo haces. Pero, entonces, la pregunta es cómo suavizar eso para no estar rígido. 

No reprimir

Participante: No estoy tan segura de estar de acuerdo con lo que dijo Katya sobre no pensarlo siquiera. Creo que, especialmente para los occidentales, existe el peligro de reprimir nuestras emociones, que es lo que solemos hacer de todos modos. Creo que es importante darse cuenta de que “ahora estoy enojada”, así como tratar de evitar actuar con base en esa ira.

Dr. Berzin: Ahora entramos en una discusión muy interesante, la de la represión. Katya dijo que debes actuar como un bloque de madera no solo en términos de tu comportamiento físico y verbal sino también de tus pensamientos (tal vez lo dije yo; no importa quién lo haya dicho). Ahora bien, ¿dejar de pensar: es eso represión? ¿Cuál es la diferencia entre eso y lo que haces durante la meditación de concentración, la meditación shámata, donde detienes el vagabundeo mental, que implica detener no solo los pensamientos verbales sino también las emociones perturbadoras, y volver a concentrarte? ¿Es eso represión? ¿Tiene que ser represión? Obviamente, existe la meditación mahamudra y la meditación dzogchen, que implica no seguir el pensamiento, sino simplemente verlo disolverse, etc. Hay muchos, muchos métodos que se utilizan para detener los pensamientos.

Participante: Desde mi propia experiencia, diría que recuperar el foco en la meditación no es necesariamente represión; sin embargo, puede usarse para reprimir lo que no quiero sentir.

Dr. Berzin: Muy, muy bien. Volver a enfocarnos en la meditación no tiene por qué ser una forma de reprimir; sin embargo, a veces se utiliza para reprimir ciertos sentimientos que no queremos sentir. 

¿Qué es la represión y cuál es su antídoto? ¿Qué significa represión?

Participante: Reprimir es ignorar. Por lo tanto, reconocer es no reprimir.

Dr. Berzin: ¿Reprimir es ignorar? Yo no diría eso. Hay un paso antes de ignorar. El paso es proyectar una existencia verdaderamente establecida sobre el sentimiento: “Ahí está, sólido. Es un monstruo y lo voy a empujar hacia abajo”. Y luego está el “yo” que tengo que proteger para que no sienta ese sentimiento. Por lo tanto, es algo bastante dualista. Por lo tanto, cuando tienes esa proyección de dualidad (si quieres usar esa terminología) o un aferramiento a una existencia verdaderamente establecida, obtienes represión. 

El antídoto para eso es disolver todo el asunto en términos de aferrarse a la existencia verdadera. Simplemente analizas la cosa. Y si estás lo suficientemente familiarizado con la vacuidad, analizarlo no es un problema. “Esto es solo un sentimiento; no es nada más. Está surgiendo en dependencia de esto y aquello. No es una especie de monstruo”. Eso no es tan fácil con las emociones, pero es algo que uno con el tiempo necesita ser capaz de hacer aplicando la meditación de la vacuidad. Obviamente, no lo he explicado muy bien o con mucho detalle, pero esa es la dirección en la que debe ir el análisis. Si te sientes muy enojado, piensas: “Bueno, ¿hay un 'yo' sólido que está enojado? ¿Por qué estoy enojado? ¿Es este enojo algo sólido?”, etc. Entonces, en cierto sentido, lo deconstruyes. También puedes ver el sentimiento de una manera mahamudra, como una ola que está subiendo a la superficie del océano. Eso no es reprimirlo; eso es simplemente ver que todo lo que es, es actividad mental. 

Participante: O simplemente puedes sostener el sentimiento con darse cuenta o conciencia.

Dr. Berzin: En otras palabras, ver que ha surgido de manera dependiente y que pasará. Ese es otro método. Pero sea cual sea el método, no te estás aferrando a ello; no te estás agarrando de ello. No lo estás convirtiendo en algo sólido y empujándolo hacia abajo. Tampoco lo estás convirtiendo en algo sólido y aferrándote a ello: "Ahí está, lo estoy experimentando y sufriré". 

Participante: Para este tipo de cosas, me parecen muy útiles las técnicas que explica Pema Chodron. Es muy explícita al respecto y explica por qué no se trata de reprimir.

Dr. Berzin: Explícanos.

Participante: Básicamente, es un método de tipo mahamudra. A veces dice que hay que “dejar de lado el argumento, pero quedarse con el sentimiento”. Básicamente, no se trata de seguir el hilo de pensamiento perturbador, pero tampoco de reprimirlo. Simplemente hay que quedarse con el sentimiento que nos perturba respirando y dándole espacio.

Dr. Berzin: Entonces hay que analizar qué significa darle espacio.

Participante: Es no tomarlo tan en serio.

Dr. Berzin: En cierto sentido, lo estás deconstruyendo. No le estás dando validez, pero tampoco lo estás rechazando. Si lo rechazas, le das una existencia sólida. Es lo mismo, pero no se expresa con las mismas palabras. Se expresa de una manera emocional, no de una manera analítica. Pero es el mismo principio: no te hundes en el sentimiento de “pobre de mí, estoy tan triste”.

Participante: Pero, además, cuando practicas shámata, no necesitas analizar de la manera en que lo haces cuando haces meditación analítica sobre la vacuidad. 

Dr. Berzin: En shámata, en shámata estricto, no se realiza un análisis de la vacuidad. Eso es absolutamente correcto. Sin embargo, lo que se utiliza es el darse cuenta que discrimina. Hay que darse cuenta de que la mente está divagando, discernir que eso es perjudicial para la meditación y luego corregirlo. 

Participante: Sin reprimirlo.

Dr. Berzin: Bueno, sí. Pero hacerlo sin reprimirlo significa no darle una existencia sólida, no aferrarse a él. Por lo tanto, intuitivamente (si podemos usar esa palabra occidental), no le estás dando una existencia sólida. No le estás dando tanta importancia. 

Hay otra cosa. Gueshe Ngawang Dhargyey siempre solía citar este ejemplo. Si pones a un caballo salvaje dentro de una cerca, o un “corral”, como lo llamamos en inglés, el caballo simplemente correrá y estará muy frustrado e infeliz. Si lo dejas suelto, correrá un rato y luego se detendrá y pastará. Lo mismo sucede con tu mente: cuanto más fuerte intentes sujetarla, más tenderá a correr y a protestar. Por otro lado, si dices: “Está bien, voy a meditar, pero antes de hacerlo, durante dos o tres minutos, mente, puedes vagar tanto como quieras”, y te sientas allí y simplemente dejas que tu mente divague, al final tu mente simplemente se aburrirá. Esta es la teoría. No sé si sucede o no. Este fue el ejemplo que utilizó. Estoy seguro de que lo sacó de un texto y que no lo inventó.

Participante: He escuchado la misma historia.

Dr. Berzin: Debe estar en algún texto. Tal vez en Liberación en la palma de tu mano, de Pabongka. Gueshe Ngwang Dhargyey solía tomar muchos ejemplos de ese texto. Los maestros zen tienen un ejemplo similar. De todos modos, esa es la tesis. 

No estamos superando todo esto muy rápidamente, pero eso no importa. Creo que son cuestiones interesantes sobre las que pensar, no solo en lo que respecta a la meditación, sino también a nuestro comportamiento. ¿Nuestro comportamiento está impulsado simplemente por el hábito (lo que, en términos budistas, significa que estamos impulsados por impulsos kármicos acumulados a partir de un comportamiento anterior) y, por lo tanto, está fuera de nuestro control? ¿O podemos ejercer algún tipo de discriminación basada en una comprensión clara de lo que es beneficioso y lo que es perjudicial (que realicemos un análisis minucioso o no es una cuestión de familiaridad) y ejercer el autocontrol, pero sin reprimir nada?

Participante: Hay algo que recuerdo de un curso del Bhagavad Gita. Tenía que ver con el tema del impostor: cuando reprimes algo, es decir, no lo aceptas ni lo integras, eres como un impostor, un farsante. Por eso, a veces simplemente tienes que integrar tus sentimientos.

Dr. Berzin: Lo que yo diría, para ponerlo en términos budistas, es lo que dice Tsongkhapa (y lo toma de Shantideva): para atrapar a un ladrón, hay que reconocer al ladrón. Para disparar una flecha a un objetivo, hay que reconocer el objetivo; de lo contrario, nunca se le dará en el blanco. Así que, en primer lugar, hay que reconocerlo. Esto es muy importante. Cuando reprimimos algo, ni siquiera reconocemos cuál es el problema. 

Quizás haya una diferencia entre simplemente ser consciente de un problema y reconocerlo como algo en lo que hay que trabajar. Creo que simplemente ser consciente de ello –“bueno, vale, lo tengo”– pero no reconocer que hay que hacer algo al respecto no es tan eficaz como ser consciente de ello, reconocer que te está causando problemas y luego, ya sea en ese momento o más tarde, afrontarlo. Definitivamente hay que afrontarlo. Integrar, en algunos sistemas, significa hacer que algo sea parte de ti: “Tengo mi lado oscuro y mi lado bueno. Estoy equilibrado porque tengo cualidades tanto positivas como negativas”. Aunque algunas personas podrían explicarlo de esa manera, esa no es la forma budista estándar.

Participante: Lo que quizás quise decir fue aceptar que, en ese momento, era parte de ti.

Dr. Berzin: Sí, es parte de mí y tengo que lidiar con eso. Es verdad. 

A veces, en el tantra, por ejemplo, se utilizan ciertas emociones perturbadoras. Una vez que las has despojado del aferramiento a una existencia sólida, se puede utilizar esa energía de forma positiva, como en el caso de estas figuras poderosas. Se utiliza esa energía de forma muy enérgica, incluso severa, para dejar de actuar de forma egoísta: “¡Basta! ¡Corrígete! ¡Ponte las pilas!”. Eso es muy útil, en realidad. “¡Deja de actuar como un bebé!”. Es muy, muy útil decir estas cosas cuando te estás comportando como un bebé: “¡Oh, no me salí con la mía! ¡Pobre de mí!”. “¡Basta!”. Eso podría verse como represión, pero si tienes algún conocimiento de la vacuidad y demás, es simplemente recomponerte, como decir: “¡Sal de la cama! ¡Es hora de levantarse e ir a trabajar!”. 

Participante: No creo que eso sea represión porque entiendo lo que pasa por mi mente. Y por eso digo: “No quiero actuar así. No quiero actuar eso que siento. Ni siquiera quiero rumiar sobre ello”.

Dr. Berzin: Exacto, no es represión porque lo haces con conciencia, con comprensión. Piensas: “Veo lo que es esto. No quiero seguir con esto. Ni siquiera quiero pensar así”, y simplemente te detienes. En ese sentido, actúas como un bloque de madera.

Participante: Pero relajado.

Dr. Berzin: Ser rígido es ser al mismo tiempo el controlador y el controlado. Esa es una situación realmente dualista: el “yo” bueno controla al “yo” malo. Esa es ciertamente una situación imaginaria. No existe tal cosa.

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