La relación entre el entrenamiento en la sensibilidad y las enseñanzas budistas
“Desarrollar una sensibilidad equilibrada” es un programa que desarrollé para entrenarse en alcanzar un equilibrio emocional. Está basado en las enseñanzas budistas, así que todas sus prácticas se derivan de fuentes budistas; pero es un tipo de entrenamiento que no requiere ningún antecedente o contexto previo dentro del mundo budista para poder involucrarse en él. Lo desarrollé básicamente porque muchas personas estaban teniendo problemas en la vida y realmente no sabían cómo poner en práctica las enseñanzas budistas para ayudarse a sí mismos. Aquellos que no estaban ya practicando budismo también enfrentaban este tipo de problemas, y no siempre es muy fácil encontrar métodos para lidiar con ellos. Estos problemas están relacionados con el asunto de la sensibilidad.
La dificultad al aplicar los métodos budistas para esto es que no existe ninguna palabra que se refiera a la sensibilidad en los idiomas sánscrito o tibetano. Para poder encontrar métodos de la tradición budista que nos ayuden con este tipo de problemas, es necesario analizar cuáles son realmente los diferentes factores involucrados en la sensibilidad.
Atención y capacidad de respuesta
Cuando analizamos, encontramos que, de hecho, existen dos componentes involucrados en el entrenamiento de nuestra sensibilidad. Son (1) la atención, en otras palabras, cómo ponemos atención, y (2) la capacidad de respuesta, cómo respondemos. Por supuesto, cuando hablamos acerca de sensibilidad, estamos hablando de sensibilidad emocional. No estamos hablando de alergias y ese tipo de sensibilidad.
Hay dificultades en la forma en que ponemos atención. O ponemos demasiada atención o muy poca atención; y después cómo respondemos: o sobre-reaccionamos o no respondemos lo suficiente o en absoluto. Las áreas de las que estamos hablando son (1) los efectos de nuestra conducta – esto es en términos del efecto de nuestra conducta sobre los demás y sobre nosotros mismos – y (2) las situaciones: la situación de los demás y nuestra propia situación.
Cuando se reúnen todos estos factores hay muchas, muchas variantes que tenemos y que podemos tener. Por ejemplo, no ponemos suficiente atención en el efecto que tiene nuestra conducta en los demás, o estamos demasiado preocupados por el efecto que tiene en los demás. Alguien nos dice algo, nuestros sentimientos se sienten heridos muy rápidamente y reaccionamos de forma exagerada. O no nos importa lo que otras personas piensen y no nos importa que quizás las estemos interrumpiendo o algo así. Es posible que nos demos cuenta de lo que está pasando, pero que no actuamos ni hagamos nada. O podríamos hacer algo, pero no tener ningún sentimiento detrás; o podríamos tener un juicio desequilibrado acerca de cómo respondemos o cómo lidiamos con la situación. Todas estas dificultades se relacionan con el tema de la sensibilidad.
Por qué se desarrolló el programa
Desarrollé este programa a finales de los años noventa y, al desarrollarlo y pensar acerca de los diversos problemas que las personas enfrentan, estaba concentrado principalmente en las interacciones que las personas tienen en el contacto normal y cotidiano con los demás: en el trabajo, con su familia, sus amigos, etc. Así que desarrollé este programa, el cual tiene 22 ejercicios. Es un programa sumamente completo, así que lo describiré solo un poco.
Toma tres años trabajar con todo el programa, tomando una clase cada semana, trabajando de forma muy gradual, cuidadosa y lenta. Lo enseñé dos veces en Berlín durante tres años cada vez, y di introducciones al respecto en muchos países alrededor del mundo, y las personas lo encontraron muy efectivo.
Pero los tiempos han cambiado. Cuando lo desarrollé, aún no empezaba la era de las redes sociales; fue antes de los mensajes de texto y las multitareas con las que muchas personas están involucradas hoy en día. Me parece que las personas ahora necesitan programas como este incluso más que antes, porque hay aún más desequilibrios en la sensibilidad como resultado de estos avances tecnológicos. He hecho una lista de algunos ejemplos de desequilibro en los que podemos pensar rápida y fácilmente en términos de nuestra era moderna de las redes sociales.
Desequilibrios en la sensibilidad en la era de las redes sociales
Estamos con alguien, pero estamos enviando mensajes de texto o hablando por teléfono con alguien más al mismo tiempo. Somos completamente insensibles a la realidad de la otra persona, “ya no existe más, ya no es importante”, y es como si enviar un mensaje a otro amigo o escribir un tweet o algo parecido fuera más importante. Eso es muy insensible, ¿no les parece?
Ahí también hay un gran problema con poner atención: no le estamos poniendo atención a la persona con la que estamos. O estamos constantemente revisando nuestros mensajes y actualizaciones de las redes sociales y cosas por el estilo. Hay jóvenes que duermen con su teléfono al lado y ni siquiera duermen apropiadamente. Podemos ver que están siendo desatentos al efecto de esta conducta en sí mismos, porque al día siguiente se sienten completamente cansados, tienen dificultades para concentrarse en la escuela o en el trabajo, ese tipo de cosas. Pareciera que estamos siendo demasiado sensibles en el sentido de que realmente queremos saber qué están pensando, qué están haciendo todos los demás, sus tweets, instagrams, Facebook y todo eso, pero de hecho es insensible hacia ellos porque nuestro principal interés somos nosotros mismos: “no quiero perderme de nada”, ¿no es así?
O hacemos multitareas; vemos personas caminando y casi todo el tiempo la mayoría de ellas tienen que usar audífonos con el iPod encendido con música, sin importar todas las otras cosas que estén haciendo a la vez. ¿Cuál es el resultado? Que su atención siempre está dividida. Nunca tienen atención plena en lo que está pasando alrededor de ellos o en otras personas, cosas así.
Efectos de la insensibilidad
Recientemente leí algo en las noticias del internet, que hubo un asesinato, un tiroteo en un vagón del metro. Olvidé en dónde fue, si en Nueva York, San Francisco o un lugar parecido, y había una cámara de seguridad que mostraba a las personas en el vagón del metro. La mayoría estaba tan absorta en sus teléfonos celulares, enviando mensajes de texto o jugando videojuegos o algo así, en su pequeño mundo personal, que ni siquiera notaron que alguien había sido asesinado en el mismo vagón en el que ellos estaban. Ni siquiera miraron. Este es un ejemplo extremo de insensibilidad, no prestar atención, estar absoluta y totalmente absortos en nuestro pequeño mundo, como si el resto del mundo no existiera.
Algunas personas tienen dificultades para realmente responder a los demás de una forma humana sincera, así que asumen falsas identidades en el internet e interactúan con otros bajo una identidad falsa. O, al no usar un juicio muy apropiado, responden a otros de una manera que es muy escasa; en otras palabras, en lugar de tener una conversación con alguien o interactuar con alguien más, solo envían un mensaje de texto. O ni siquiera hacen eso; quizás lo pongan en Twitter para que todo el mundo lo vea también.
Hay insensibilidad frente a cualquier sentido de la privacidad que alguien más pueda tener. Y está todo el fenómeno de los “me gusta” en Facebook y el estar muy preocupados por cuántos “me gusta” se obtienen, y después deprimirnos completamente si no obtenemos suficientes “me gusta”, lo cual, nuevamente, es básicamente preocuparse solo por el “yo”. ¿A cuántas personas “yo” les gusto? Y algunas veces, nuestra respuesta emocional no es realmente acerca de si les gustamos o no, es más acerca de cuántos “me gusta” obtengo “yo”. Así que en este sentido estamos preocupados por el “yo”.
Luego, está ser insensibles ante nuestra propia situación, como sentarnos en casa y revisar el Facebook, ver todas las fotografías de las vacaciones de los demás y del maravilloso y buen momento que están pasando, y entonces sentir: “Pobre de mí, solo estoy sentado aquí viendo eso en la computadora”. Las personas se deprimen más, así que son exageradamente sensibles a su propia situación, agravada por el Facebook. La conclusión es que las personas, incluso más que en el pasado, necesitan algo parecido al entrenamiento en la sensibilidad para ayudarlas con los problemas que simplemente están empeorando debido al desarrollo de las redes sociales y la tecnología.
Las dos piernas que sustentan el entrenamiento en la sensibilidad
¿Qué puede hacerse? Este programa tiene, como dije, 22 ejercicios, y trabaja con etapas progresivas. Me gusta explicar que todo el entrenamiento descansa o está sustentado en dos piernas: las dos cosas fundamentales que son necesarias. Todo el programa de entrenamiento depende de estas dos cosas fundamentales que necesitamos desarrollar. Son lo que se llama una “mente tranquila” y un “corazón cuidadoso” o una “actitud cuidadosa”.
Una mente tranquila
Tener una mente tranquila significa que silenciamos todas las conversaciones, juicios, distracción, música, todas estas otras cosas que están pasando en nuestra mente, de tal forma que de hecho estemos tranquilos, prestemos atención y estemos abiertos a la otra persona, o abiertos a nuestros propios sentimientos.
Originalmente, cuando desarrollé el programa, me interesaban los problemas -que la gente aún tiene, por supuesto- relacionados con estar demasiado preocupados por complacer a todos los demás, con lo que realmente las personas nunca tranquilizan su preocupación acerca de eso ni consideran “¿qué es lo que siento?”. Esto con frecuencia sucede en personas que son incapaces de decir que no y que, por lo tanto, se exigen demasiado a sí mismas. Eso si se tiene una interacción social: hay personas que ni siquiera tienen interacción social. Si están constantemente escuchando música, realmente no pueden tranquilizarse y ver: “¿qué siento? ¿cuáles son mis sentimientos? ¿cuáles son mis necesidades?”. Tenemos que silenciar estos pensamientos extrínsecos.
En verdaderas interacciones cara a cara con otros, es importante no estar pensando en otra cosa. “¿Cuándo se va a callar esta persona y dejarme tranquila? Quizás tengo un mensaje en Facebook o algo así, que me estoy perdiendo por estar hablando con esta persona”. Todo este tipo de pensamientos. Otro ejemplo que es muy extraño es que estás hablando con alguien y entonces piensas: “Wow, lo que dijo fue grandioso, disculpa”. No tienes necesariamente que decir “disculpa”, simplemente pensar que tienes que ponerlo en Twitter o enviarlo como mensaje a alguien más. Esa no es una mente tranquila.
Originalmente, cuando desarrollé este programa, también estaba pensando más en términos de pensamientos juzgadores: “Oh, eso es estúpido, lo que esta persona dijo”. O traer a colación historias del pasado y no quedarse realmente en el presente. Por supuesto, esto también tenemos que aquietarlo. “Aquietarlo” no significa que no sintamos nada. “Aquietar nuestra mente” simplemente significa que estamos abiertos a tener sentimientos positivos que realmente enfrenten la situación.
Por supuesto, el budismo tiene muchos, muchos métodos para aquietar la mente. Uno muy simple es solamente soltar, reconocer que estoy pensando “bla bla bla” en mi cabeza y simplemente soltarlo. Podemos ayudarnos a hacer eso al imaginar un puño cerrado y después abrir nuestra mano y soltar ese pensamiento. Existen muchos otros métodos, pero este no es el momento de dar una explicación completa de todos los métodos que se enseñan en cada uno de estos ejercicios.
Un corazón cuidadoso
La segunda pierna es lo que yo llamo el “corazón cuidadoso” o la “actitud cuidadosa”. Una vez que nos hemos aquietado, se trata de reconocer a la otra persona o a nosotros mismos en términos de “tú eres un ser humano, tienes sentimientos como yo los tengo y la forma en la que actúo contigo y la forma en que te hablo afectará tus sentimientos, así como la forma en que actúas y hablas conmigo afectará mis sentimientos”. Así que te tomo en serio y me tomo en serio el hecho de que tienes sentimientos y me intereso por ti”. No es que esté preocupado por tus sentimientos, sino que tengo un interés profundo y sincero por ellos, no solo un interés científico.
Me parece que en nuestra era de las redes sociales, este corazón cuidadoso es incluso más importante que antes porque, de muchas formas, en el nombre de estar más conectados con otros, en realidad estamos menos conectados porque realmente no consideramos que la otra persona tenga sentimientos y sea una persona real. Es solamente alguien en la pantalla de una computadora, o alguien en un mensaje de texto que podemos apagar cuando ya no queremos lidiar con eso.
Si las cosas van en la dirección de que todos los demás se conviertan en personajes de un enorme juego de realidad virtual, con los que de alguna manera podemos interactuar, (o presionar un botón para terminar el juego, que todo desaparezca y ya no tengamos que lidiar más con ellos) entonces no estamos tomando en serio a la persona como ser humano. Y no nos estamos tomando en serio a nosotros como seres humanos, porque esa es la forma en la que estamos interactuando con los demás.
Así que estas son las dos cosas básicas que desarrollamos. Precedemos el entrenamiento generando una mente tranquila y un corazón cuidadoso. Cada ejercicio comienza con la reafirmación de estos dos aspectos. Después, el resto de los ejercicios se divide en etapas. Hay cuatro etapas básicas en las que necesitamos trabajar, y después una quinta: el entrenamiento más avanzado.
Los fundamentos básicos
Imaginar la sensibilidad ideal
La primera etapa son los fundamentos básicos que necesitamos para desarrollarnos más. Primero utilizamos nuestra imaginación para tratar de imaginar cómo sería la sensibilidad ideal. Esto incluiría:
- No tener historias mentales con comentarios en nuestra mente.
- Cuidado e interés sincero por los demás.
- No ser juzgadores – no hacer juicios acerca de ellos o acerca de nosotros mismos: “qué tonto soy” y demás.
- No tener un sentido de auto-importancia – con el que sentimos: “soy el centro del mundo y todos deberían ponerme atención a mí y no me importa lo que los demás piensen; solo lo que yo pienso es importante”.
- Que no haya paredes sólidas entre nosotros – en interacciones personales con alguien, no poner nuestros escudos o barreras alrededor de nosotros, no estar a la defensiva.
- No tener miedos.
- Ser gozosos – estar felices de estar con alguien.
- Tener un entendimiento cálido – ser una persona comprensiva, capaz de brindar empatía y entender cuáles son los problemas de los otros.
- Expresión facial – no estar completamente con cara de piedra, como si estuviéramos aburridos y no pudiéramos esperar a que la persona con la que estamos se calle y se vaya, esperando que nuestro teléfono suene para detenerla.
- Auto-control – controlarnos para no lastimar a la otra persona con lo que decimos o hacemos.
- Palabras amables – necesitamos prestar atención al tono de nuestra voz y a lo que estamos diciendo.
- Acciones consideradas – necesitamos pensar antes de actuar.
- Espontáneos – no ser rígidos, pero al mismo tiempo darnos cuenta de que la forma en la que actuamos tiene un efecto en la otra persona, así que no solo hacemos lo primero que se nos ocurre. Para algunas personas, cuando están muy tristes y deprimidas, un abrazo es apropiado. Pero para otras personas que están tristes y deprimidas ese abrazo puede no ser apropiado, así que es importante ser considerados y utilizar nuestro criterio correctamente.
Imaginamos cómo sería ser así. Tenemos que tener una idea del objetivo que estamos persiguiendo, para poder alcanzarlo. ¿Pueden imaginar ser así?
Afirmar nuestras habilidades naturales
Después, en el siguiente ejercicio tenemos que confirmar y evaluar nuestras habilidades naturales. “¿Me puedo volver así? ¿Tengo el material de trabajo?”. Lo tenemos y lo confirmamos al recordar momentos en los que hemos tenido cada una de estas cualidades.
- Sentir gozo y estar relajados, como al estar acostados en una cama cálida– ustedes saben cómo se siente eso.
- Estar enfocados y prestando atención – si escribes tienes que estar enfocado, o si tecleas tienes que estar enfocado, porque de lo contrario cometes errores. Así que el hecho de que seamos capaces de escribir o teclear, indica que podemos enfocarnos. Enviar mensajes de texto obviamente requiere mucho enfoque.
- Sentir calidez y mostrar calidez – si alguna vez han acariciado a un gatito o a un perrito, tienen ese sentido de calidez.
- Entendimiento – si saben cómo atarse los zapatos, tienen cierto nivel de entendimiento de cómo hacer algo y pueden hacerlo con entendimiento correcto.
- Autocontrol para no causar daño – por ejemplo, cuando nos quitamos una astilla de nuestro dedo, somos bastante capaces de ejercer un gran autocontrol para ser muy cuidadosos acerca de cómo hacerlo.
- Sentirse inspirados y motivados con energía – algo inspira a la mayoría de las personas: escuchar música, un atardecer, algo las inspira, así que somos capaces de sentirnos animados y enérgicos.
Verán, para desarrollarnos a nosotros mismos, es muy importante primero tener una idea de qué es lo que queremos lograr y luego una reafirmación de que sí tenemos los materiales de trabajo para ser capaces de alcanzar ese punto. Es solo un asunto de desarrollar esas cualidades, pero sí las tenemos. Si puede sernos demostrado que sí tenemos esas cualidades, entonces podemos tener un poco más de confianza en que es posible.
Refrenarnos de la conducta destructiva
Otro aspecto – un aspecto fundamental – de nuestro trato sensible con los demás y con nosotros mismos, es refrenarnos de la conducta destructiva, una base ética: “no voy a hacer algo destructivo ni dañino para ti, no voy a hacer algo que sea auto-destructivo”. Con este ejercicio, reconocemos diversos aspectos de nuestra conducta que son destructivos para los demás o para nosotros mismos. No solo no ser honestos con los demás, sino no ser honestos con nosotros mismos, ese tipo de cosas. Estar involucrados en conductas que son dañinas para otros, pero también dañinas para nosotros mismos, como trabajar en exceso, no descansar lo suficiente, no comer apropiadamente, no hacer ejercicio, son autodestructivas.
Hay muchos aspectos sutiles involucrados en esto. Si estamos con una persona mayor, caminando con ella, no caminamos demasiado rápido, ni hablamos con voz tan baja que no pueda realmente escucharnos. Este tipo de cosas parecen muy pequeñas, pero de hecho son realmente de gran importancia si vamos a actuar de forma sensible con alguien que tiene necesidades especiales, como una persona mayor.
No ser prejuiciosos al respecto. Algunas veces, cuando la otra persona tiene dificultades para escucharnos y tenemos que hablarle con un volumen más alto, tendemos a pensar que la otra persona es tonta porque tenemos que elevar el tono de voz. Eso es juzgador, ¿no es cierto? Ese es otro componente de nuestra sensibilidad equilibrada, no ser juzgadores. La persona no entendió lo que dijimos porque no puede escuchar de forma apropiada, pero pensamos que no entendió porque es tonta.
Combinar la calidez con el entendimiento
Después, el último ejercicio en esta área es para combinar la calidez con el entendimiento. Necesitamos una combinación de los dos elementos. Como: “te tomaré en serio porque tú, tus palabras y tus sentimientos son reales”. Por ejemplo, “cuando dije que estaba molesto era real y, por lo tanto, necesitas entenderlo y ser cálido conmigo”. De la misma forma, si dijiste que estabas molesta(o), necesito tomar eso en serio y tratarte con calidez y entendimiento. Como dije, todos estos ejercicios tienen muchas, muchas partes. Solo puedo introducir un poco cada uno de ellos.
Descubrir los talentos de nuestra mente y nuestro corazón
La segunda fase del entrenamiento se llama “Descubrir los talentos de nuestra mente y nuestro corazón”. Si vemos que tenemos los materiales de trabajo para ser capaces de desarrollar esta sensibilidad equilibrada y saludable hacia los demás y hacia nosotros mismos, entonces ¿cómo accedemos a ellos? Esa es la pregunta y eso es lo que se aborda en esta sección.
Del “yo” a la actividad mental
Primero necesitamos cambiar nuestro enfoque de “mí” y “yo” a solo la actividad mental de lo que está sucediendo. Como cuando alguien nos dice algo y en lugar de enfocarnos en “esta persona me acaba de decir esto”, “¿qué debería decir ahora?” y demás, simplemente ver que lo que realmente está sucediendo es solo escuchar sonidos. Eso es lo único que está sucediendo. Escuchar a alguien hablar. Esa es la actividad mental, ¿de acuerdo? Es el surgimiento de un holograma mental de los sonidos. La persona dice solo una palabra y una sílaba a la vez que nosotros escuchamos, pero en nuestra cabeza se integra en un enunciado que tiene significado. Eso es lo que es escuchar. No hay un “yo” concreto que sea el observador o el controlador, separado de eso. Aun así, soy responsable de lo que experimento y de lo que hago. Lo que estamos tratando de hacer es volvernos más objetivos en términos de nuestra experiencia.
Los contenidos de lo que experimentamos están cambiando todo el tiempo. La actividad mental de escuchar esos contenidos es individual, y yo soy responsable de lo que hago y de lo que digo en respuesta a eso, y experimentaré el efecto de eso. Pero lo principal es solo enfocarnos en el hecho de que lo único que está sucediendo es la actividad mental. Solo actividad mental.
Nuestra actividad mental individual siempre está sucediendo
Luego, con el siguiente ejercicio, nos damos cuenta de que esta actividad mental es fundamental. Es muy sutil, siempre está ahí: el surgimiento de un holograma mental, como lo llamo, y una percepción de él, siempre está sucediendo.
Por ejemplo, estamos viendo a alguien y entonces vemos una expresión preocupante en su cara: la persona está molesta. Después examinamos lo que está sucediendo con nuestra actividad mental de ver y nos damos cuenta de que:
- Mis propias emociones no bloquean el hecho de que yo vea la cara, aún está el surgimiento de esa visión. Lo estoy viendo aunque esté molesto, asustado o lo que sea: eso no bloquea el ver.
- Mi pensamiento verbal tampoco lo bloquea.
- Si pienso que no puedo relacionarme con esa otra persona y con sus problemas, eso no me hace incapaz de seguir viendo que está molesta.
- Está molesta: soy incapaz de cambiar la realidad si pienso: “bueno, esta persona no existe”, o “es un monstruo”, o lo que sea. Eso no cambia la realidad.
- Sin importar qué esté sucediendo adicionalmente en mi mente, esa actividad mental es solo ver a la persona, ver su rostro molesto o escuchar sus palabras molestas, eso sigue pasando. Siempre está ahí.
Acceder a los talentos naturales de la mente y el corazón
Después, el siguiente ejercicio es acceder a estos talentos naturales de la mente y el corazón en general. Este es un ejercicio muy profundo para tranquilizarnos, relajarnos. Lo hacemos al progresivamente soltar:
- Tensión muscular.
- Cualquier pensamiento verbal o imágenes mentales que podamos tener.
- Preconcepciones – acerca de la otra persona, acerca de nosotros mismos y acerca de nuestra posible interacción.
- No solo juicios verbales, sino también juicios no verbales – sin de hecho tener que decir en nuestra mente “esa persona es tonta” o “qué molesta es”, sino que aún de forma no verbal podemos ser juzgadores.
- Roles proyectados y expectativas asociadas que podamos tener de nosotros mismos o de la otra persona – tales como: “Yo soy la madre, tú eres el hijo. Se supone que la madre debe actuar así, se supone que el hijo debe actuar así”. O “eres mi pareja, se supone que seas así. Yo debo ser como este rol”.
Si puedes aquietar y soltar todo eso para que todo el estrés y la tensión se vayan, entonces lo que hay – y las personas sí notan esto – es un sentido natural de calidez y apertura hacia la otra persona. Eres naturalmente atento e interesado. No hay duda ni ansiedad al responder de cualquier forma que parezca apropiada. Todo eso es posible y lo vemos si dejamos de pensar: “Yo, yo, yo. ¿Qué piensa esta persona de mí?”, y todo eso. Se trata de ver que es solo actividad mental y que es lo único que está sucediendo; si puedes tranquilizarte lo suficiente, las cualidades naturales estarán ahí como parte de tu mente y tu corazón, a las que puedes acceder.
Cinco tipos de conciencia profunda
Lo siguiente es aprender a trabajar con lo que se llama “los cinco tipos de conciencia profunda”, los cuales son las formas básicas en las que opera la mente, la forma en la que opera la actividad mental.
Conciencia profunda cual espejo
Con lo que se llama “conciencia profunda cual espejo” recibimos la información. Bueno, recibimos mucha información; es solo que no le ponemos atención. Si realmente vemos a la otra persona podemos decir mucho de su expresión facial, de su lenguaje corporal, de cómo se cuida a sí misma, cómo se viste, cómo se conserva. Vemos mucho, toda esa información está entrando. Si estamos lo suficientemente aquietados, podemos poner atención a eso.
Si realmente escuchamos lo que la otra persona dice, podemos decir mucho a partir del tono de la voz, la emoción que está detrás de ello, incluso el volumen. Alguien que habla con voz tan baja que ni siquiera puedes oírla, a menudo se trata de alguien que carece de autoconfianza. Hay muchos elementos expresados incluso en la forma de hablar de la persona y el volumen que utiliza.
La conciencia profunda de igualdades
El siguiente tipo de conciencia profunda se llama “conciencia profunda de igualdades”, que se refiere a ver patrones en términos de la conducta de las personas, al unir las cosas. Somos capaces de hacer eso. Tenemos que ser capaces de hacer eso, de lo contrario ¿cómo sabemos que estas dos personas son mujeres y aquellas dos personas son hombres? Somos capaces de ver que las cosas tienen similitudes.
Conciencia profunda de individualidades
Luego está la “conciencia profunda de individualidades”. Así que, a pesar de ver patrones en la conducta de otras personas, por ejemplo, cuando estamos con nuestra pareja y empieza a tener sentido lo que está sucediendo en términos de sus patrones, eso nos ayuda a entenderla; con esta conciencia profunda, también vemos la individualidad de la situación particular y que tiene sus características individuales. Cada instancia que se ajusta al patrón no siempre es la misma.
La conciencia profunda del logro
Luego está la conciencia del logro para responder a lo que percibimos con los otros tipos de conciencia profunda. Esta es simplemente la voluntad de responder en términos de hacer algo hacia o con lo que percibimos, logrando algo. Incluso un gusano sabe responder a la comida que ve, comiéndosela, sobre la base de ver diferentes pedazos de comida como igualmente siendo comida. Un gusano sabe eso.
Conciencia profunda de la realidad
Luego está la conciencia profunda de la realidad, para saber qué es esto y saber específicamente qué hacer, no solo para responder en general, sino específicamente qué hacer.
Estas son las herramientas que son parte de los talentos de la mente. Son la forma de operación de la mente, mismas que podemos usar. De hecho, las usamos en la vida cotidiana. Para explicarlo de forma muy sencilla: ves el agujero que está ahí en la pared y sabes que esa es una puerta y sabes qué hacer con ella; sabes que puedes caminar a través de ella y sabes que tienes que abrirla, pues no puedes simplemente azotarte contra ella. Así es como opera nuestra mente. Vemos muchas puertas diferentes y todos sabemos que son igualmente puertas y qué hacer con cada una de ellas; así que lo mismo aplica en términos de que las personas estén igualmente molestas y lo que le gusta a la mayoría de las personas. Pero este es un caso individual, así que tiene que ser individualizado.
Todo eso es esta segunda fase, descubrir los talentos de nuestra mente y corazón.
Disipar la confusión acerca de las apariencias
La tercera fase es “disipar la confusión acerca de las apariencias”. A lo que le ponemos atención y a lo que respondemos es básicamente a las apariencias, cómo aparecen las cosas ante nosotros. Recuerden, la actividad mental es la creación de apariencias, hologramas mentales. Y eso es lo que es ver, escuchar y pensar.
Traten de entender este concepto de los hologramas mentales, es muy importante. ¿Qué es lo que vemos? Están todas estas personas sentadas aquí frente a mí, la luz entra y golpea mi retina y eso se traduce en impulsos eléctricos y químicos. De alguna manera, eso es, en un nivel experiencial, traducido en un holograma mental, que es lo que vemos. No es que haya un holograma mental que podamos encontrar adentro de nuestra cabeza. Por eso decimos que es mental, pero realmente, fisiológicamente, lo único que está sucediendo es el disparo de neuronas y químicos.
Los hologramas mentales se combinan con las proyecciones
El problema es que la actividad mental coloca proyecciones sobre estos hologramas mentales. A menudo reaccionamos a la proyección en lugar de a la situación verdadera. Por ejemplo, alguien no nos llamó; ese es simplemente un hecho, no escuchamos de esa persona. Entonces proyectamos sobre la persona, “ya no le gusto” y todo eso; mientras podría ser solamente que se le acabó la batería a su teléfono. Primero tenemos que validar las apariencias que percibimos. Tenemos que confirmar la apariencia convencional real que vemos y notar cualquier exageración que podamos tener de ella.
Como cuando vivimos con alguien y esa persona no lava los trastes, no recoge, algo así. Ese es el hecho, pero luego proyectamos sobre eso: “Eres un terrible holgazán; nunca limpias nada y eres tan irresponsable”, etc. El método para deconstruir esta proyección es ver que esa proyección es como un globo que hemos inflado fuera de proporción. Después imaginamos que explotamos ese globo, pero no en un sentido dualista de un “yo” que está separado de él, pinchándolo con un alfiler, sino simplemente que explota.
O podríamos imaginar que hay un libro de cuentos de hadas del príncipe o la princesa, o el completo desastre, la víctima ofendida y el horrible holgazán – cualquiera que sea la historia que estamos inventando a partir de la situación. Simplemente cerramos el libro, no más cuento de hadas. Ese es el primer ejercicio.
Deconstruir las apariencias engañosas
Después tenemos una serie de ejercicios para deconstruir las apariencias engañosas, las proyecciones. Primero visualizamos los cambios de la vida, como a alguien envejeciendo, para deconstruir la apariencia engañosa de que la persona solo tiene una edad y solo existe de esa forma para siempre. Es como lo percibimos. Vemos a alguien, por ejemplo, a una persona anciana con Alzheimer, y pensamos que siempre fue así. No pensamos en absoluto que fue una persona funcional normal; que tuvo una vida, una profesión, una familia, etc. Es como si únicamente fuera de esa forma y solo de esa forma para siempre. Y tenemos miedo de interactuar con ella; incluso tenemos miedo de tocarla.
Como, por ejemplo, estamos con alguien, nuestra pareja, quien está molesto o molesta, y entonces decimos: “Siempre estás molesto(a)”. ¿Qué significa eso, que cada momento de su vida, desde que era un bebé hasta ahora y hasta el momento de su muerte, está molesto(a)? Nos olvidamos de los cambios de la vida, que hay otras muchas situaciones diferentes. No vemos esa situación en el contexto de toda la relación. Eso es muy importante en las relaciones, en las que tendemos a olvidar todo el contexto de todos los aspectos diferentes de nuestra interacción con alguien. Solo porque un evento particular ahora es muy dramático tendemos a pensar que así es. Esa es una completa exageración, ¿no es así?
Lo mismo sucede en términos de nosotros mismos. Pensamos: “siempre soy así, siempre será así”. Es importante pensar en el contexto de toda nuestra vida, cómo nos desarrollamos a lo largo de nuestra vida. No siempre estuvimos en esta etapa particular en la que no podemos encontrar un trabajo o en la que tenemos dificultades en una relación o algo parecido. La vida atraviesa muchas, muchas fases, muchos cambios. Entonces vemos el contexto más amplio.
Diseccionar nuestras experiencias en partes y causas
Luego, en el siguiente ejercicio, diseccionamos nuestra experiencia en partes y causas. Por ejemplo, una persona está molesta. Bueno, hay muchas, muchas causas para eso, no solo “lo que yo te dije te molestó, yo soy toda la causa”, o “simplemente eres una persona horrible y siempre te molestas”. Saben cómo es llegar a casa o que nuestra pareja llegue a casa, si nosotros somos los que hemos estado ahí. Es como si imagináramos que no estaba pasando nada en la vida de la otra persona antes de que nosotros llegáramos a la casa o antes de que ellos llegaran. La persona está aquí ahora y el hecho de que haya tenido un día difícil en la oficina o en casa con los niños, no existe en nuestra mente. Así que necesitamos ver que la forma en la que está actuando ahora, la forma en que se está sintiendo ahora, es dependiente de lo que pasó antes, durante el día. No es solo lo que nosotros vemos que está sucediendo justo ahora frente a nuestros ojos, como si no hubiera ocurrido nada antes.
Pienso que esto es de gran relevancia en términos de los mensajes de texto y todos los correos electrónicos y los mensajes que nos mandamos mutuamente. Es como si imagináramos que a la otra persona no le está pasando absolutamente nada en su vida. Si no contesta de manera instantánea nos molestamos mucho. Somos totalmente insensibles al hecho de que tiene una vida; cuando le llamamos a alguien necesitamos preguntar: “estás ocupado(a)? ¿Tienes un momento? ¿Es un buen momento o te llamo después?”.
Es increíblemente insensible y autocentrado pensar que puedo interrumpir en cualquier momento con un mensaje o con una llamada y que los demás tienen que responder instantáneamente. En términos de cuáles son las situaciones de la gente, el estado de ánimo en el que están, etc., están todos los factores causales de su infancia, sus padres y lo que estaba pasando en su trabajo, su salud y muchas cosas diferentes. Así que lo diseccionamos.
Nuestra experiencia como olas en el océano
Luego hay más ejercicios en términos de ver nuestras experiencias como olas en el océano; nuestras emociones suben mucho, pero la ola baja. “¡¿Cómo te atreves a decirme eso?!”. Alguien dice algo realmente ofensivo y nos sentimos muy lastimados y demás, como una gran ola en el océano. Pero si tan solo nos relajamos, como la ola en el océano, gradualmente nos calmaremos. Solo observémoslo como una actividad mental, como una gran ola en el océano de nuestra mente. Permitimos que se calme; no permitimos que perturbe las profundidades del océano.
Por ejemplo, alguien nos dice algo realmente ofensivo o impactante o sumamente crítico de nosotros. ¿Cuál era la actividad mental? Lo revisamos en el primer ejercicio de esta sección. Lo único que es, es escuchar. Solo escuchamos palabras, eso es lo único que sucedió. Si nos hemos aquietado lo suficiente a través de la práctica, podemos sentir dentro de nosotros que la energía se perturba. Alguien nos dice estas palabras duras y es casi como si lo sintiéramos en el estómago, una tirantez de nuestra energía. Eso es como esta gran ola en el océano, pero la mente solo está escuchando, eso es como el océano. Es así.
La mente es solo el muy tranquilo océano, solo escuchar palabras, pero luego aprieta con esta sensación en el estómago, como si estuviera tratando de crear un “yo” concreto que está parado y gritando: “¡me dijiste eso, cómo te atreves!”. Es muy apretado. Lo que tenemos que hacer es solo dejar que se asiente. Es solo una ola en el océano. No es la gran cosa. Permitimos que se calme y que de nuevo vuelva a ser o sea el océano. Entonces lo único que es, es que escuchamos algunas palabras y luego, de forma tranquila, podemos responder. No respondemos de esta forma: “¡cómo te atreves! ¡Yo, yo, yo!”.
Después tenemos ejercicios para combinar estas diferentes formas de deconstruir nuestras apariencias con compasión.
Responder con sensibilidad equilibrada
Luego la cuarta sección, la cual es la última fase de este entrenamiento básico, es “responder con sensibilidad equilibrada”. En otras palabras, una vez que hemos deconstruido las proyecciones, realmente vemos lo que está sucediendo con la otra persona o con nosotros mismos, de tal forma que no estamos ni proyectando ni ignorando lo que está sucediendo, como cuando somos insensibles. Entonces necesitamos ser capaces de responder a la verdadera situación. Lo que queremos es ser capaces de responder a la realidad, en lugar de responder a nuestra fantasía.
Ajustar nuestros factores mentales
El primer ejercicio es “ajustar nuestros factores mentales”. Aprendemos acerca de los diferentes factores que están ahí con nuestra actividad mental: cómo ponemos atención, qué tanto interés tenemos en las cosas, qué podemos distinguir en una situación o en una persona, cómo nos concentramos, cómo discriminamos, cuáles son nuestras intenciones. Y vemos que todos estos factores podemos cambiarlos, ajustarlos, pero no de una forma dualista de “yo” aquí y ajustar los botones de la radio allá; sino simplemente cambiarlos. Muestra más interés por lo que la otra persona dice, no “oh, qué aburrido”, y luego: “no me importa”. Interésate, esa es la forma en la que interactúas con la gente, te interesas por su vida. “¿Qué está sucediendo en tu vida?”. Sé sincera(o).
Vemos que es posible desarrollar interés. Si hubiera un montón de suéteres aquí, no tendríamos mucho interés en ellos, pero si estuviera haciendo mucho frío y necesitáramos encontrar un suéter para ponérnoslo, nos interesaríamos en ellos. Es posible cambiar y ajustar nuestros factores mentales.
Desbloquear nuestros sentimientos
Después tenemos un ejercicio muy importante que tiene que ver con “desbloquear nuestros sentimientos”. Implica aceptar el sufrimiento y ser capaces de dar felicidad, porque algunas veces estamos con alguien y esa persona está realmente molesta o triste, y nos asusta realmente aceptar eso y lidiar con eso y sentir eso. Estamos bloqueados para sentir simpatía y empatía.
Básicamente, estamos asustados. Tenemos que aprender que no hay nada que temer en términos de los sentimientos. O estamos demasiado ocupados que no podemos ser molestados. Tenemos que aprender que, aunque podemos sentirnos tristes por la tristeza de otra persona, eso no significa que tengamos que reaccionar exageradamente, empezar a llorar, y que la otra persona ahora tenga que consolarnos a nosotros. En lugar de ello, además de empatizar con su tristeza, la pregunta es ¿cómo ser capaces de reconfortar y animar a la otra persona? ¿Cómo lo hacemos? ¿De dónde obtenemos ese equilibrio de ser sensibles ante su sufrimiento y su tristeza, pero ser capaces de dar ese apoyo y calidez y entendimiento? Es un buen ejercicio desarrollar eso.
Es muy interesante que si somos padres y tenemos un hijo pequeño, el cual está muy molesto, de alguna manera descubrimos cómo hacerlo. El niño se lastima y, por supuesto, nos sentimos muy tristes de que el niño se haya caído y se haya lastimado; sin embargo, tenemos que brindar calidez y consuelo, y no alterarnos nosotros, no perder los estribos nosotros. Es mucho más difícil cuando lidiamos con nuestra pareja. Todo se reduce básicamente a darnos cuenta de que no hay nada que temer de los sentimientos y relajarnos con ellos.
Estos son ejercicios muy simples para no tener miedo de los sentimientos. Los hacemos trabajando con sensaciones físicas. Rascamos nuestra mano muy fuerte, luego simplemente sostenemos nuestra mano y después hacemos cosquillas en ella. ¿Cuál es la diferencia? Es solo una sensación, no es la gran cosa. Es más difícil si la persona que está junto a nosotros nos rasca muy fuerte la mano, sostiene nuestra mano y luego nos hace cosquillas. ¿Cuál es la diferencia? No hay diferencia, es solo una sensación física. De hecho, es muy interesante experimentar eso y analizar la diferencia en torno a cómo lidiar con eso. Nuestra respuesta emocional a eso es muy interesante.
Tomar decisiones sensibles
Después, el último ejercicio es “tomar decisiones sensibles”, qué hacer realmente. Aquí, primero que nada, necesitamos revisar los hechos: ¿estamos respondiendo a la realidad y no a nuestras proyecciones? Una vez que tenemos una buena idea de qué es la realidad, entonces tenemos que analizar: ¿qué tengo ganas de hacer? ¿Qué quiero hacer? ¿Qué necesito hacer? ¿Qué me dice la intuición?
Un ejemplo que utilizo, que pienso que es muy claro, es ponerse a dieta.
- Quiero ponerme a dieta – luego analizas cuáles son las razones por las que te quieres poner a dieta – por salud, para lucir mejor o lo que sea.
- ¿Necesito ponerme a dieta? – ¿es solo que soy anoréxico(a) y que tengo la fantasía de que estoy muy gordo(a), o realmente lo necesito porque tengo la presión alta, sobrepeso o algo así?
- ¿Qué tengo ganas de hacer? – bueno, mi amigo acaba de traerme un pastel. Tengo ganas de comerlo. Quiero ponerme a dieta, necesito estar a dieta, pero tengo ganas de comerlo. ¿Por qué tengo ganas de comer el pastel? Codicia, apego, deseo. Fue un amigo el que trajo el pastel, etc.
Luego examinas: ¿estás siendo honesto contigo mismo? “Bueno, los votos del bodisatva dicen que si alguien me ofrece algo obtendrán el mérito por ser generosos, así que me comeré el pedazo de pastel que me trajeron. ¡Pero esa es una justificación, porque de hecho tengo mucha codicia y realmente me quiero comer este pastel!”. Sé honesto contigo mismo acerca de lo que está pasando. “Por compasión hacia ti, me comeré el pastel”. ¿A quién estamos engañando?
En cualquier caso, evaluamos las razones por las que queremos hacer algo, por qué necesitamos hacerlo, por qué tenemos ganas de hacer algo más, y después tomamos una decisión racional. La persona con la que nos encontramos está molesta, queremos huir, pero necesitamos quedarnos y brindar consuelo, y nos sentimos como: “Oh, solo desearía que esta persona se calmara, me siento impotente y no sé qué hacer”. Evaluamos todas estas cosas. “Quiero salir corriendo, no tengo ganas de enfrentar esto, pero necesito enfrentarlo”. Y la necesidad es más importante, la razón de la necesidad es más importante que nuestro miedo, o lo que sea, que no tenemos ganas de lidiar con eso. Y entonces lo enfrentamos.
De hecho, ese es un principio muy importante a seguir en nuestro trabajo. ¿Cuán a menudo estamos en el trabajo y pensamos: “realmente no quiero hacer esto, no tengo ganas de hacer esto, pero necesito hacerlo. ¿Y por qué necesito hacerlo? Porque tengo que pagar la renta”, o lo que sea. No importa que “no tengo ganas de hacer este tonto trabajo”– lo hacemos. “Quiero hacer algo más” – ¡y qué! Entonces sacas el mejor provecho de la situación. Lo enfrentamos de forma sensible. Ese es el entrenamiento básico.
El entrenamiento avanzado son más ejercicios que van a una deconstrucción más profunda de nuestras proyecciones.
Pasos para la práctica
El verdadero método que utilizamos para cada ejercicio implica trabajar a través de muchas, muchas partes. Esa es la razón por la que, por lo general, cada ejercicio toma tres o cuatro sesiones.
Primero practicamos el ejercicio con personas que no están aquí. Esto tiene dos fases: primero con fotos o imágenes de una revista, y luego solo pensar en las personas. En el caso del ejercicio para desarrollar un corazón cuidadoso, pensamos: “Eres un ser humano y tienes sentimientos, así como los tengo yo”, así que vemos la imagen de alguien con quien tenemos una relación cercana, alguien que es un mero conocido, alguien que es un extraño – una imagen de una revista – y alguien que no nos agrada. “Eres un ser humano, tienes sentimientos igual que yo”. Después, de nuevo trabajamos con tres o cuatro personas: alguien que nos gusta mucho, alguien que es solo un conocido, alguien que es un extraño que trabaja en una tienda a la que vamos, y alguien que nos desagrada, pero ahora solo pensamos en ellas.
Luego trabajamos con personas en vivo, que están aquí, unos con otros. Nos sentamos en un círculo y hacemos esto mirando alrededor a cada persona. “Eres un ser humano, tienes sentimientos. Y tú tienes sentimientos, tú tienes sentimientos, tú tienes sentimientos”. Y por supuesto que tenemos que ir más allá del punto de “dejaré de hacer historias y comentarios en mi mente acerca de cada persona”; para que las personas se sientan cómodas con eso, es importante no empezar a reírse ni tener ese tipo de distracciones. Tampoco es que nos les quedemos viendo fijamente a los demás, como si fueran animales en el zoológico.
Luego, si las personas se sienten lo suficientemente cómodas y, culturalmente puede haber diferencias en esto, trabajamos uno a uno. Es muy fuerte, muy efectivo a nivel emocional. Una persona le dice a la otra: “Eres un ser humano, tienes sentimientos, me importas”, y la otra persona siente que está siendo aceptada, que hay alguien que se preocupa por ella. Después intercambian roles. Esto es muy fuerte a nivel emocional.
Si hay suficiente variedad en el grupo y hay suficiente tiempo, es muy útil repetir ese tipo de ejercicio uno a uno con alguien de nuestro propio género, y luego con alguien del género opuesto. Si hay suficiente variedad en la edad para hacerlo, lo hacemos con una persona mayor y con una persona menor. Es muy interesante, una persona joven diciéndole a una persona mayor: “Eres un ser humano y tienes sentimientos como yo”.
Luego, la última fase de cualquier ejercicio está dirigida hacia nosotros mismos. Esta fase primero se hace con un espejo, viéndonos a nosotros mismos. Notamos nuestra expresión facial y todas esas cosas. “Soy un ser humano”, etc. Si estamos practicando en un grupo y hay un espejo grande, podemos todos mirarnos juntos en el espejo y ver eso: “soy como todos los demás, no hay diferencia. Así como todos en el grupo tienen sentimientos, yo también los tengo. Así como todos son humanos con necesidades y entendimientos, no hay diferencia. Soy solo uno en este grupo de pingüinos en la Antártida”.
Luego hacemos el ejercicio sin espejo. Después, lo más conmovedor, es hacerlo con fotografías de nosotros mismos en etapas previas de nuestra vida, especialmente partes de nuestra vida en las que tenemos arrepentimientos y en las que nos sentimos de forma negativa hacia nosotros mismos. “Era un ser humano entonces, tenía sentimientos, estaba haciendo lo mejor que podía” y demás, y desarrollar este tipo de sensibilidad hacia nosotros mismos y hacia nuestra historia.
Pueden ver que estos ejercicios pueden ser muy movedores emocionalmente, razón por la cual es muy importante no ir demasiado rápido y dejar que las personas tengan el tiempo de expresar sus experiencias y hacer preguntas después de cada parte de cada ejercicio. También necesitamos reconocer que este no es un entrenamiento para personas que tienen problemas emocionales profundos. Básicamente, necesitamos ser un poco estables, porque surgirán muchas emociones. Es importante dejar claro que, si alguno de los ejercicios es emocionalmente muy difícil, no tenemos que hacerlo. Esta es la razón por la que el primer ejercicio, el de aquietar la mente, es tan importante, porque lo que estamos construyendo es un espacio protegido en el que un principio fundamental del grupo es no juzgar: “No contaré historias en mi mente acerca de ti, como que lo que estás experimentando y demás es tonto, ni te menospreciaré”, etc. Es un espacio protegido en el que las personas se sienten cómodas.
Aunque podemos llevar a cabo este entrenamiento por nosotros mismos – sin un grupo, y he indicado en el libro cómo hacerlo – por supuesto, es mucho más efectivo si lo hacemos en un grupo pequeño. No un gran grupo, un grupo pequeño.
Ese es el entrenamiento básico y ha habido algunos grupos alrededor del mundo que han empezado a hacer esto sin mí, porque ciertamente no tengo tiempo de realmente desarrollarlo y extenderlo. Surgió un grupo en México que aún sigue; hay un grupo en Alemania. Las personas son bienvenidas para hacer este entrenamiento. Según he encontrado en mi propia experiencia de enseñarlo, realmente toma alrededor de tres años cubrirlo todo a un ritmo cómodo, abordando cada uno de los ejercicios y cada una de las partes de los ejercicios una vez a la semana.
Una vez que se ha trabajado con el entrenamiento, o incluso con una parte de él, puede ser muy útil ejercitarse en recordar los diversos puntos en la práctica diaria o en meditación o lo que sea que hagamos, porque para cada ejercicio – y tengo un libro de ejercicios que va con esto – hay palabras clave que se utilizan para recordar los puntos de cada ejercicio particular.