Prácticas para la ecuanimidad no común desde el punto de vista de los demás

El siguiente conjunto de tres puntos se refiere al desarrollo de una ecuanimidad Mahayana no común desde el punto de vista relativo de los demás.

Todos quieren ser felices y no ser infelices por igual

El primero de ellos es que todos quieren ser felices y nadie quiere ser infeliz o sufrir; nadie quiere sufrimiento ni dolor, ni siquiera en un sueño. Todo el mundo tiene la sensación de que no tiene suficiente felicidad, que quiere más. Esto es cierto no solo para nosotros, sino para absolutamente todos los demás por igual. No es que algunas personas quieran ser felices y no ser infelices más que otras; todo el mundo tiene ese mismo sentimiento. Esto es algo muy cierto; es cierto desde el insecto más pequeño en adelante. Se suele poner el ejemplo de que, si ponemos el dedo en la mesa o en el suelo por donde anda una hormiga, la hormiga correrá a su alrededor. La hormiga quiere ser feliz. No quiere ser bloqueada. ¿Por qué da vueltas la hormiga? Si intentamos atrapar un insecto, se escapará. Esta es una clara indicación de que quiere ser feliz y no quiere ser infeliz.

Me parece que una de las formas más relevantes de trabajar con este punto es pensar en cómo todo el mundo quiere gustar; nadie quiere desagradar, nadie quiere que lo rechacen. Incluso cuando tenemos personas con desequilibrio psicológico que sienten que: “No sirvo para nada; todos me van a rechazar, así que actuaré aún peor para asegurarme de que me rechacen, no lo dejo al azar”. Si realmente lo vemos más profundamente, realmente la persona quiere ser aceptada. Todos realmente, en el fondo, incluso si no lo admiten conscientemente, quieren ser amados y no odiados, rechazados ni ignorados. Eso incluye a toda esta gente que trabaja en la estación del metro en este diminuto espacio vendiendo revistas, o algo tan pequeño como eso; quieren ser queridos y no ignorados ni rechazados. Estas personas son muy buenos ejemplos en los que centrarnos en nuestra práctica, cómo solemos ignorar realmente a esas personas. Aquí en Moscú hay muchas más de estas pequeñas tiendas en la estación del metro que en muchas otras ciudades, y es horrible trabajar en una de ellas. Apenas puedes moverte en ese espacio, y no hay aire fresco ni limpio, y qué aislado debes sentirte sentado en esta pequeña cabina con miles de personas que caminan ignorándote. ¿Cuántas personas, si estás vendiendo ropa interior, se detendrán en la estación del metro y te comprarán algo? Quiero decir, qué trabajo tan horrible.

Entonces, todos quieren ser felices. Nadie quiere ser infeliz. Todos somos iguales. Eso es desde el punto de vista de los demás, y todos son iguales desde ese punto de vista. Como dice Su Santidad el Dalái Lama, todos aprecian una sonrisa en lugar de un ceño fruncido. Obviamente, no una sonrisa estúpida en nuestro rostro, como un idiota, en un momento inapropiado, sino solo una cara amable, una expresión amable, en lugar de no tener expresión o fruncir el ceño. Enfoquémonos en eso. Ciertamente, todos los que están sentados aquí en el círculo quieren agradar y no desagradar, y nadie quiere ser ignorado.

[Meditación]

Todos tenemos el mismo derecho a ser felices

El segundo punto aquí es que todos tienen el mismo derecho a ser felices. Si tenemos diez personas, a todos nos gustaría el té por igual. Entonces, todos tenemos el mismo derecho a tomar té, y no es que solo los que nos gustan lo tomen y los que no nos gustan o no conocemos no lo tomen; no es justo. Otro ejemplo que se usa a menudo es si tenemos un grupo de diez niños en la escuela y tenemos leche y galletas para darles, todos tienen el mismo derecho a la leche y las galletas, no solo los que nos parecen lindos o los que se portan bien.

Esto es lo que se enfatiza aquí. Que incluso cuando hablamos de felicidad ordinaria, todo el mundo la quiere. Si tenemos la oportunidad de dar, de traer felicidad a los demás, incluso si es solo el tipo de felicidad mundana ordinaria, no es justo dársela solo a aquellos que nos gustan, como cuando se da té en las enseñanzas a todo un grupo de personas asistentes. Enfoquémonos en esto. El ejemplo sería como acabo de decir: si estuviéramos sirviendo té, si tuviéramos una gran cantidad de té, y lo sirviéramos a las personas en un grupo, digamos en una enseñanza, todos tienen el mismo derecho a recibir un poco de té.

[Meditación]

Todos tienen el mismo derecho a no ser infelices

El siguiente punto es bastante similar. Aquí teníamos que todos son iguales en su derecho a tener felicidad, y el siguiente punto es que todos son iguales en su derecho a estar libres de sufrimiento. Si hubiera diez enfermos, todos son iguales en querer superar su enfermedad –o diez heridos– si fuéramos médicos. No es justo tratar solo a los que pueden pagar más o a los que nos agradan, sino que debemos ayudarlos a todos si podemos hacerlo. Y el último paciente del día es tan igual y merecedor de toda nuestra atención como el primer paciente del día. Nos enfocamos en los demás con este entendimiento de cómo debemos tratarlos a todos por igual, sin considerar a algunos como cercanos y otros como lejanos.

[Meditación]

Me parece que es un poco más fácil relacionarnos con estos últimos dos puntos si somos padres y tenemos varios hijos, no solo uno o dos. Todos nuestros hijos merecen nuestro amor y atención por igual, y si están enfermos, todos deben ser alimentados por igual y todos deben recibir el mismo cuidado, no solo nuestros favoritos. Aunque, claro, hay algunos padres que entre sus hijos tienen favoritos; sabemos cuánto resentimiento y problemas provoca eso en los demás niños. Ese es un buen ejemplo con el que podemos tratar de relacionarnos, incluso si no tenemos muchos hijos, y es relevante si también somos maestros -no tiene que ser un maestro de Dharma, sino un maestro en una escuela normal- que todos los niños son igualmente merecedores de atención y ayuda en sus estudios, y todos son igualmente merecedores de que respondamos con sinceridad a sus preguntas.

Ahora, por supuesto, estos dos últimos puntos plantean algunos problemas éticos difíciles. ¿Qué sucede cuando no tenemos suficientes alimentos o suficientes medicamentos para todos? O somos médicos, y ha habido un gran desastre o un gran accidente, y nos enfrentamos a muchas personas que están heridas, ¿a quién tratamos primero? Este es un punto muy, muy difícil. Tenemos varias cosas que son relevantes aquí. En primer lugar, en la práctica del tantra cuando hacemos ofrendas, que juegan un papel muy importante en las prácticas del tantra para muchos, muchos propósitos, pero si solo nos enfocamos en este punto relevante aquí: imaginamos que todo tipo de interferencias se eliminan de las ofrendas, cualquier falla en las ofrendas, como el hecho de que pudieran causar una reacción alérgica a alguien. Luego, las purificamos con nuestra comprensión de la vacuidad, para no tener ideas extrañas sobre ellas, y luego generamos las ofrendas en una forma pura, transformadas en néctar, por así decirlo, lo que significa algo que es capaz de satisfacer todas las necesidades de los demás. Lo relevante aquí es que las imaginamos multiplicándose hasta un nivel en el que nunca se agotarían, de modo que nunca tendríamos ninguna vacilación, tacañería o problema en términos de poder dárselas a todos.

Esa es la transformación cuádruple que se realiza con las ofrendas en cualquier ritual de tantra y, obviamente, esta es una analogía para el proceso de iluminación. Es necesario deshacernos de los obstáculos e interferencias comunes, obtener la comprensión de la vacuidad, generarnos a nosotros mismos en una forma pura y luego ser capaces de dar felicidad -aquí estamos hablando de la alegría más pura- a todos, de iluminación (eso es como el néctar), y poder dársela a todos por igual (nunca se acaba). Tenemos este tipo de práctica con ofrendas, tanto en un nivel más ordinario, el nivel de dar cosas ordinarias, como de dar iluminación. Eso nos ayuda con este alcance completo de estar dispuestos a dar a todos, porque todos tienen el mismo derecho a la felicidad, la felicidad pura, y el mismo derecho a estar libres de su sufrimiento. Sin embargo, ¿a quién le damos cuando no tenemos suficiente? Ese es un verdadero dilema.

En las prácticas que también encontramos en el tantra de lo que se llama chod (gcod), que es la tradición de “cortar”, en la que cortamos el apego al cuerpo, a nuestro cuerpo, e imaginamos cortar nuestro cuerpo y alimentar a los demás y usarlo para los otros. Esto significa básicamente cortar cualquier sentimiento de apego a un falso "yo" sólido, y no necesariamente cortar nuestro propio cuerpo para alimentar a los demás, sino ofrecernos para ayudar a los demás, estar al servicio de los demás, sin vacilación ni apego, como pensar: “No quiero ensuciarme las manos, y este es un trabajo demasiado difícil para mí, o un tipo de trabajo demasiado sucio para mí”. Es una práctica muy fuerte, para nada una práctica de principiantes, pero sí muy, muy avanzada. En estas prácticas imaginamos diferentes grupos de invitados a los que invitamos, a los que nos ofrecemos. También hay una referencia a esto en el lojong (blo-sbyong), las prácticas de entrenamiento de actitudes o entrenamiento mental, que no es tantra, por lo que no es exclusivo del tantra. Están aquellos objetos que son dignos de respeto, entonces, los maestros espirituales, nuestros padres, ese es el primer grupo. Esto se basa en que estos son los que pueden -en el pasado, ahora y en el futuro- brindar el mayor beneficio, no solo a nosotros mismos, sino a los demás. Luego, también tenemos los objetos que son los más necesitados, ayudar a los enfermos, los pobres, los discapacitados, y luego dar a nuestros enemigos, los que no nos gustan.

Esto nos da una pequeña guía, pero también es difícil en términos de a quién le damos cuando tenemos recursos limitados, y no hay pautas fijas reales aquí. Por ejemplo, si somos médicos y ha habido un accidente, y muchas personas han resultado heridas, y entre ellas nuestro maestro espiritual se ha roto el brazo, pero hay alguien más que está herido al punto que casi podría morir, entonces en esta situación, obviamente, la persona que está más necesitada es atendida antes que nuestro maestro que acaba de romperse el brazo. Si está claro que esta persona va a morir, que no hay nada que realmente podamos hacer para ayudarla, mientras que hay alguien que es posible que se recupere, entonces obviamente pondríamos nuestros esfuerzos en el que podría recuperarse. Sin embargo, cuando hay dos que están gravemente heridos en igual medida, ¿a quién tratamos primero? ¿Al que nos gusta, al que se ve mejor, al que puede pagar más? Obviamente, estas no son las consideraciones adecuadas, pero ¿cómo decidimos? Esto es extremadamente difícil.

Recuerdo un programa de televisión en el que había un médico que se enfrentaba a este dilema moral. Quiero decir, era un programa de ciencia ficción, por lo que el médico era en realidad un holograma, un programa de computadora, y el médico estaba programado para tratar a todos por igual. Había dos personas que estaban igualmente heridas de gravedad, y ambas necesitaban una operación muy seria y difícil, de lo contrario morirían, y solo había tiempo para realizar una operación. Si el médico realizaba una operación en uno, el otro definitivamente moriría y el médico tenía que tomar una decisión. Este médico tenía un poco de cualidades de personalidad humana, y eligió aquella con la que tenía una amistad más cercana, a la que conocía mejor. Pero luego, después de eso, tuvo un mal funcionamiento en el programa de computadora porque contradecía su programación básica, que es que debe ser igual con todos. Sin embargo, estaba en una situación en la que no podía estar a la altura de nadie. Entonces, ¿cómo elegimos?

Ahora, obviamente, cuando somos un bodisatva avanzado, un bodisatva arya (byang-sems ’phags-pa), alguien que ha tenido conocimiento no conceptual (rtog-med shes-pa) de la vacuidad, entonces, a medida que avanzamos a través de los diez niveles bhumi de la mente para convertirnos en un buda, progresivamente somos capaces de multiplicar nuestro cuerpo en más y más formas que pueden ayudar a otros simultáneamente, y podemos ver la gran necesidad de ser capaces de hacer eso. Como un buda, seríamos capaces de multiplicarnos infinitamente, para poder beneficiar a todos simultáneamente, pero antes de llegar a ese nivel, donde no podemos multiplicarnos, este es un problema muy serio, no es fácil de resolver.

Vemos dónde podemos beneficiarnos más, dónde no hay otros que estén ayudando tanto en esta área, pero si estamos solos, o si solo tenemos suficientes vacunas para un cierto número de personas y no para todos, entonces eso es, como dije, realmente difícil de decidir. En cada situación, tendríamos que usar nuestro darse cuenta que discrimina (shes-rab), y puede haber muchos, muchos factores que afecten nuestra decisión. Desafortunadamente, cuando se trata de una cuestión de vida o muerte, como en este ejemplo del médico que tiene que operar a uno de ellos, no podemos dudar -y en ese caso, ambos morirían- tenemos que al menos tratar de ayudar a una persona. Experimentar algo así ciertamente nos motivaría a tratar de alcanzar estos estados superiores de un bodisatva, para que podamos multiplicarnos. Ahora bien, eso es muy difícil, estar realmente convencidos de que es posible multiplicarnos, pero si pensamos en cosas como el Internet, o incluso algunos libros, podemos a través del Internet beneficiar a muchas, muchas personas simultáneamente, en todo el mundo, sin tener que ser capaces de realmente multiplicar nuestro cuerpo. Quiero decir, va en esa dirección, en la dirección de poder multiplicar y beneficiar a muchas personas simultáneamente, y tal vez eso acumula causas kármicas para poder, de hecho, multiplicar nuestro cuerpo.

Top