El yo con relación a nuestra discusión sobre el karma
Definir la identidad o el “yo”
Ahora podemos empezar nuestra discusión sobre la identidad, el “yo”, y la relación de la identidad con lo que hemos estado abordando. Hemos visto que todos los componentes de la causa y efecto kármico durante una acción, después de la acción y en el momento del resultado, pueden clasificarse bajo los cinco agregados. Un agregado es un compuesto de muchos factores y estos conforman cada momento de nuestra experiencia. Los cinco agregados incluyen a todos los fenómenos no estáticos. Los fenómenos estáticos, tales como las categorías y la vacuidad, no se incluyen en el esquema de los cinco agregados.
La identidad, el “yo”, al ser no estático, es parte de los cinco agregados y se clasifica en el agregado de las otras variables que afectan. No está separado de los cinco agregados, sino que es parte de los cinco. Es un fenómeno de imputación no estático sobre la base de los otros componentes de los cinco agregados. Como tal, no es una forma de fenómeno físico ni una manera de darse cuenta de algo.
Hemos visto que hay muchos tipos de fenómenos de imputación no estática que no son ni formas de fenómenos físicos ni maneras de darse cuenta de algo y que cambian momento a momento. Otros ejemplos además de una persona, “yo”, son la edad, el tiempo y la velocidad. Desde la perspectiva Sautrántika como se explica en las tradiciones Gelug, estos fenómenos de imputación son entidades objetivas y pueden ser conocidas no conceptualmente. Podemos ver, por ejemplo, a una persona. No solo vemos pixeles, formas coloreadas y un cuerpo; también vemos a una persona.
Imputación, designación y etiquetado mental
Hay una gran diferencia entre lo que yo llamo imputación, designación y etiquetado mental, aunque los tres son la misma palabra en tibetano y, por lo tanto, uso “fenómeno de imputación” como un término general para los tres. Dado que puede haber confusión si no hacemos esta diferenciación, lo explicaré brevemente.
Utilizo imputación para los fenómenos de imputación que son no estáticos. Son entidades objetivas y pueden ser conocidas no conceptualmente. Aunque algunos fenómenos de imputación pueden ser formas de fenómenos físicos, como un objeto completo, y algunos pueden ser maneras de darse cuenta de algo, como un estado de ánimo, otros, como una persona, no son ni formas de fenómenos físicos ni maneras de darse cuenta de algo. Limitemos nuestra discusión solo a ellos.
Podemos ver a una persona o ver que un objeto en movimiento tiene cierta velocidad, este tipo de cosas. Podemos escuchar un enunciado. ¿Alguna vez pensamos en eso? Solo escuchamos una pequeña sílaba de sonido a la vez. No escuchamos todo el enunciado en un instante simultáneamente; sin embargo, no tendría sentido decir que no escuchamos el enunciado o lo que las personas dicen. Un enunciado es una entidad objetiva y puede ser conocido con la escucha, no conceptualmente.
Que alguien escuche un enunciado o no, no importa. Aun así, estamos diciendo un enunciado cuando hablamos. Ya sea que alguien piense que aquí hay una persona o no, seguimos siendo una persona. Estas son entidades objetivas y no importa si alguien más las ve o las conoce. Esto es realidad objetiva, ¿bien?
Cuando hablamos de etiquetado mental, tiene que ver con categorías estáticas. La designación tiene que ver con palabras que se asignan a categorías. Las categorías solo pueden ser conocidas conceptualmente, no de forma no conceptual. Que alguien nos vea o que alguien nos piense no importa. Aún somos una persona. Sin embargo, un concepto, una categoría, solo ocurre cuando alguien la piensa. Esto es lo mismo que el nombre de algo o la palabra para algo. Solo sucede cuando realmente estamos pensando en algunos de los elementos como pertenecientes a la categoría con ese nombre. Tanto las categorías como sus nombres, las palabras para ellas, solo tienen que ver con la cognición conceptual. No estamos hablando de escuchar el sonido de alguien que dice una palabra – escuchar es no conceptual.
La cognición conceptual se hace a través del uso de una categoría, mientras que la cognición no conceptual no contiene categorías. Una categoría es como una caja mental. Por ejemplo, tenemos la categoría de un “perro” y, por lo tanto, a cualquier animal que tiene ciertas características lo percibimos como perteneciente a esta categoría de “perro”. No tenemos que tener la palabra “perro” asociada a ella. Los perros no tienen palabras asociadas con esa categoría, pero como humanos tenemos una palabra asociada a ello. Lo llamamos “perro” en español. Lo llaman de otra manera en ruso. Esos son procesos conceptuales y tiene que ver con en cuál categoría encaja un animal. Objetivamente es un perro, no un gato. Sin embargo, sabemos o percibimos que este animal es un perro al acomodarlo en la categoría de “perro”.
Cuando vemos esa cosa ahí con cuatro patas, no es nada. No es una silla. Es un perro, ¿no es así? Estamos viendo un perro; que sepamos o no que es un perro no importa. Sigue siendo un perro y no una silla, y tampoco es una nada. Esto es realidad convencional o de sentido común. Así, en resumen, saber que es un perro, encajarlo en una categoría, es etiquetado mental y saber cómo se llama es designación y eso se hace con una palabra.
Hay categorías de objeto, como un perro, y también existen lo que se llaman categorías de audio. Cuando alguien pronuncia el sonido “perro”, sin importar el volumen, la calidad de la voz o la pronunciación, podemos entenderlo como perteneciente a la categoría de audio de ser el sonido de la misma palabra. De lo contrario, no seríamos capaces de entender a diferentes personas hablando un idioma.
También hay una categoría de significado que asociamos con la categoría de audio. Así es como funciona el lenguaje. Es conceptual. Es lo mismo con leer una palabra escrita. ¿Cómo es eso posible? Tomemos por ejemplo la palabra escrita “perro”. Sin importar la fuente, el tamaño, el color o la escritura con la que aparece la palabra, las ponemos todas en la categoría de que todas son la palabra “perro” y le signamos una categoría de significado.
Lo mismo aplica con la identidad, el “yo”, al igual que con el perro. Un yo es una imputación no estática. Tenemos que diferenciar a la imputación objetiva “yo” de la etiqueta mental conceptual “yo” y la palabra conceptual “yo” o nuestro propio nombre. Son tipos bastante diferentes de fenómenos.
Un experimento para analizar al yo como una imputación
Un experimento muy interesante es desplegar una serie de fotografías de nosotros mismos abarcando diversas fases de nuestra vida, desde que éramos pequeños hasta el presente. ¿De quién son estas fotografías? Todas son de “mi” como una imputación sobre estas fotografías. Objetivamente soy “yo” y nadie más.
¿Cómo sabemos que en todas soy “yo”? Todas lucen bastante diferente. Tenemos una categoría conceptual de “mí” y acomodamos todas esas fotografías en esta categoría. Todas son “yo” encajando en esta caja de “yo” y no en la caja de “tú”. Sabemos nuestro nombre, por lo que podemos darle a la categoría “yo” un nombre y luego aplicar ese nombre a todas las fotos. Sin embargo, si es una serie de fotos de alguien más, podemos ser capaces de reconocer que todas son fotografías de la misma persona al ver que todas pertenecen a la categoría de alguna persona, aunque quizás no sepamos su nombre. Designar a la categoría con un nombre es opcional.
La distinción entre estos tres términos es fundamental y muy importante de entender. Los tres son la misma palabra en tibetano porque los tres comparten una cierta característica. Los tres solo pueden existir sobre la base de alguna base para la imputación y no pueden ser conocidos de forma separada de también conocer esa base primero y luego junto con ella. Esto es bastante complejo de entender. Sin embargo, imputación, etiquetado mental y designación son cosas bastante distintas.
La diferencia entre el yo convencional y el yo falso
Con estas distinciones en mente, necesitamos examinar las características del yo. Está el yo convencional, que es el yo que no ha de ser refutado, y está el yo falso que ha de ser refutado. Este yo falso es uno que imaginamos que es una entidad sólida, aislada de todos y de todo lo demás, pero que en realidad no corresponde a nada real. Hay una ausencia total de cualquier cosa a la que corresponda. A esta ausencia se le llama vacuidad, una ausencia total – no existe, nunca existió y nunca existirá.
En Navidad, hay personas en Moscú que se visten como Santa Claus o Papá Noel y este es un buen ejemplo. Hay una persona que está vestida como Santa Claus; se ve como Santa Claus, pero realmente no es Santa Claus porque no existe tal cosa como Santa Claus. Sin embargo, aún es una persona, una persona que se ve como algo imposible, Santa Claus. No corresponde con la realidad. Esa es la diferencia entre el yo convencional, la persona, que se ve como Santa Claus, y el yo falso que realmente es Santa Claus.
Este es, de hecho, el entendimiento Svatántrika Madyámaka, pero es un buen lugar para empezar a entender la vacuidad. El ejemplo Prasánguika sería una caricatura de Santa Claus. La caricatura se ve como Santa Claus, pero no es Santa Claus porque no existe tal persona. Pero, cuando dejamos de examinar en torno a Santa Claus, todavía hay personas. Pero quedémonos con el ejemplo Svatántrika dado que es más fácil de entender.
El yo que experimenta el karma versus el yo falso
Hay un “yo” convencional que experimenta el karma – ese es el equivalente a la persona vestida como Santa Claus. Y luego está el “yo” falso que es una persona horrible que es culpable de todo lo que experimentamos. Esa persona horrible es equivalente al Santa Claus mismo. El “yo” convencional es el responsable y es quien tiene que lidiar con lo que sucede y con cómo responde ante ello. El yo falso, Santa Claus, el horrible, es el que es culpable y a quien hay que culpar por lo que está experimentando. Pero, de hecho, no hay nadie que sea culpable porque el que imaginamos que es culpable no corresponde con la realidad. No hay nadie que sea la causa única de todo lo que le sucede o de lo que experimenta, la única causa como en el ejemplo de la persona que pensaba: “Mi equipo perdió el partido de futbol porque yo estaba ahí”.
Características de los cinco agregados: la base de imputación del yo
Necesitamos entender, entonces, lo que es el “yo”. El yo es una imputación sobre el continuo de los cinco agregados. Los cinco agregados son conocidos como la base de la imputación. Sus características son que son no estáticos – cambian momento a momento – y son no monolíticos. Están conformados por muchas partes que están siempre cambiando a diferentes ritmos. Un cuerpo, incluso un cuerpo muerto, no existe de forma separada e independiente de ser el cuerpo de una persona. Lo mismo con los otros agregados. Una mente, enojo, felicidad y demás no pueden existir de forma separada e independiente de ser la mente, enojo o felicidad de una persona.
El yo que es una imputación sobre los agregados que tienen estas características como su base también tiene las mismas características. Al igual que los agregados que son no estáticos y que cambian todo el tiempo, el yo está cambiando todo el tiempo. Si no estuviera cambiando todo el tiempo, no podría ser afectado por nada de lo que suceda y no podría hacer nada como respuesta. No podría ser el agente de los impulsos kármicos, no podría construir repercusión kármica y no podría experimentar nada como su resultado si no cambiara momento a momento.
Como los agregados, el yo no es monolítico o sin partes, porque si el yo no tuviera partes, no podría tener los dos aspectos distintos del “yo” que comete la acción y el “yo” que experimenta resultados. Estas son partes a lo largo del tiempo.
Si un yo fuera independiente y pudiera existir de forma separada e independiente de un cuerpo y una mente, entonces sería capaz de hacer cosas sin un cuerpo y pensar cosas sin una mente. El cuerpo sería capaz de hacer cosas sin ninguna intención por sí mismo. No es así. Además, el “yo” sería capaz de hacer cosas destructivas y no experimentar los resultados de sus acciones.
Por lo tanto, no hay un yo estático, sin partes, independiente y separado de los cinco agregados – un yo que vive dentro del cuerpo y mente y que los opera como si fueran sus posesiones. Tal yo es aquello a lo que me refiero con un “yo” sólido, el “yo” falso. Es solo una forma sencilla de describir a tal yo: un “yo” sólido es uno que nunca cambia y no tiene partes. Es solo una cosa sólida, monolítica e independiente. Entra en el cuerpo y en la mente y los maneja como una máquina para hacer cosas y, por lo tanto, cometer acciones kármicas sin ser responsable de experimentar sus consecuencias. Eso no tiene sentido y no corresponde con la realidad. Sin embargo, así se siente. Se siente como su hubiera un “yo”, una cosa dentro de nuestra cabeza que está hablando, que es la autora de la voz en nuestra cabeza: “Esto no debería pasarme a mí, no es justo, no soy bueno”. Se queja y dice todo este tipo de cosas.
La falta de identidad burda: la vacuidad burda de una persona
La no existencia total y la ausencia de cualquier cosa que corresponda a este falso constructo conceptual de un yo estático, sin partes e independiente es lo que se conoce como la falta de identidad burda de una persona – básicamente, la vacuidad burda de una persona.
El proceso para entender la vacuidad burda de nosotros mismos como una persona en el contexto del karma es que primero necesitamos conocer todos los componentes del karma, su repercusión y sus resultados. Luego, deconstruimos los momentos de nuestra experiencia en cinco agregados y encajamos estos aspectos del karma en ellos. Después examinamos el “yo” que es una imputación sobre la base de los cinco agregados que contienen todos estos aspectos del karma. Tratamos de ver que, así como los cinco agregados como la base para el yo son no estáticos, tienen partes y no pueden existir independientemente del yo, de igual manera el “yo” como una imputación sobre la base de todos ellos en cada momento es no estático, tiene partes y no puede existir de forma independiente y separada de estos agregados. Un yo, una persona, no puede existir separado del cuerpo, mente y emociones, etc. Este es el tipo de yo que experimenta el karma.
Ese es el primer nivel, el nivel más burdo de entendimiento de la vacuidad del “yo” convencional como una imputación y lo que realmente significa como una imputación no estática sobre una base multiparte siempre cambiante. Este es el primer paso de la deconstrucción del “yo” falso.
El siguiente nivel que tenemos que deconstuir es que se siente como si el yo pudiera conocerse enteramente por sí mismo. Parece autosuficientemente conocible, que podemos conocerlo sin conocer primero alguno de los agregados que son la base de imputación en un momento dado y luego a esa base y al yo al mismo tiempo. Si una persona pudiera ser conocida solo por sí misma – por ejemplo, “yo” – y lastimé a alguien, entonces yo podría existir y ser conocido disociado de lo que he hecho. Podría pensar en mí mismo como alguien que nunca hizo nada malo, y estaría en lo correcto. Pero eso me engañaría a mí mismo y no me permitiría enfrentar la realidad y tomar responsabilidad por mis acciones. La ausencia de un “yo” autosuficientemente conocible es la falta de identidad sutil de una persona.
El tercer nivel a deconstruir es la concepción equivocada de que la identidad, el “yo” tiene existencia autoestablecida, llamada “inherente”, y que tiene una identidad autoestablecida como “el culpable a quien hay que acusar”. ¿Cómo establecemos que hay un yo y que existimos? Cuando examinamos a nuestros agregados – nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras emociones, etc. – no podemos encontrar nada en ninguno de ellos que me haga ser “yo”. Incluso si consideramos nuestro genoma único, ¿acaso hay algo encontrable dentro de cualquiera de los cromosomas de ADN que me hace ser “yo”? No. El yo es meramente a lo que el concepto y la palabra “yo” se refieren cuando lo etiquetamos sobre los agregados multipartes siempre cambiantes.
Cuando deconstruimos todo este constructo conceptual de que somos una persona horrible y culpable, vemos que esta creencia no se refiere a nada real. No es que cualquiera que nos vea sepa que somos malos y culpables sin saber siquiera nada de lo que hemos hecho. Eso es claramente absurdo, ¿no es cierto?
Aplicación para deconstruir el yo en la vida diaria
Apliquemos este análisis a un ejemplo práctico. Por ejemplo, maté muchas moscas en nuestro porche trasero cerca del cobertizo de la basura cuando era muy joven. Por cierto, lo hice cuando era un niño pequeño. Sin embargo, no soy un fenómeno estático, fijo; puedo cambiar mi conducta. Si fuera estático, nunca podría cambiar mi conducta y permanecería no afectado por lo que hiciera. Pero soy afectado. Me siento motivado a arrepentirme de lo que hice.
Tampoco soy algo sin partes. No es que la única cosa que haya hecho es matar moscas. He hecho muchas otras cosas, algunas de ellas buenas. No soy solo una cosa, un matador de moscas sin partes. Tampoco es que hubiera un “yo” que entró en mi cuerpo como una entidad independiente y, después de entrar en mi cuerpo, lo usara como matamoscas. Esto también es tonto. Después, de nuevo, no podría matar cosas como una entidad que existe de forma independiente de un cuerpo. El cuerpo está aplastando a las moscas. Esto muestra cómo el yo no existe independientemente del cuerpo. No está entrando y usando al cuerpo como si usara el brazo como matamoscas.
No puedo ser conocido como una persona culpable y horrible independientemente de lo que hice, matar moscas. Toda esa idea de que puedo ser conocido de forma autosuficiente por mí mismo, independientemente de conocer nada más y tener esa característica de ser culpable no funciona, ¿cierto? Y si ser culpable fuera mi identidad verdadera, establecida dentro de mí, entonces cualquiera que me conociera inmediatamente me vería como una persona horrible y mala.
Culpa versus responsabilidad por las acciones kármicas
“Persona culpable” como una categoría
En el siguiente nivel, empezamos a examinar ¿qué es una persona culpable? Una persona culpable es una categoría, designada por las palabras “persona culpable”. Solo podemos establecer a alguien como una persona culpable en términos de esa categoría, concepto, palabra y etiqueta mental. Hay una persona – eso es objetivo – y la persona siempre está cambiando momento a momento, con todas las partes cambiando y cambiando; también hay causas kármicas, repercusiones y resultados kármicos.
Somos responsables y tenemos que lidiar con lo que hemos hecho y tratar de cambiar. Somos no estáticos, entonces podemos cambiar. Podemos arrepentirnos y modificar nuestra conducta. Sin embargo, está esta categoría de “persona culpable”, esta convención y estas palabras están asociadas con eso. Somos establecidos como una persona culpable y mala solamente en términos de a lo que se refieren ese concepto y esa palabra sobre la base de cierta conducta.
Hay una convención que la sociedad acepta de una “persona culpable”, pero ¿qué es una persona culpable? Es alguien a quien el término se refiere sobre la base de cierta conducta. No hay nada verdaderamente establecido como una persona culpable independientemente de ese concepto de una persona culpable. Si alguien estuviera establecido desde su propio lado como una persona culpable, entonces cualquiera que me viera, incluyendo al perro o alguien que pertenezca a una cultura que piense que matar moscas es algo genial, todos me verían como una persona culpable. Todos nos verían de esa forma; sin embargo, solo somos una persona culpable con relación a ese concepto y a lo que se refiere.
Otro ejemplo de un fenómeno de imputación
Otros ejemplos pueden ayudarlo a hacerlo un poco más fácil. Mencioné que fui al Ballet Bolshoi anoche. Había muchas personas en ropas extrañas saltando de un lado a otro y dando vueltas por el escenario. Eso es lo que yo vi. ¿Qué establece eso como un ballet? Tengo un concepto de un ballet y conozco la palabra “ballet” que está relacionada con eso. Lo que yo vi es un ballet; de lo contrario, solo serían personas brincando por el escenario – muy lindo. ¿Por qué están brincando?
Convencionalmente, es un ballet. Todas las personas que provengan de una sociedad que acepte que tal cosa es un ballet estarían de acuerdo. Eso es ballet y no un partido de futbol. Sin embargo, solo podemos establecer, probar o demostrar que es un ballet con relación a la categoría “ballet” y la designación de él con la palabra “ballet”.
El ballet es un fenómeno de imputación, una síntesis de todo. ¿Qué es una vida? Es una síntesis de todos estos momentos. Que lo llamemos vida o no, es conceptual. Sin embargo, es una vida o un ballet convencionalmente.
El yo como una síntesis de componente aislables conceptualmente
Por lo tanto, lo que entendemos es que cada momento parece como una cosa sólida, ¿no es cierto? No obstante, está conformada de todas estas partes diferentes que podemos clasificar en términos de los cinco agregados. Dentro de los cinco agregados están los factores kármicos, y el “yo” es parte de todo el tema. Ninguno de ellos existe como una colección de pelotas de ping pong, separadas, individuales y sólidas. Eso no es lo que conforma cada momento. No es así.
Conceptualmente, podemos aislar cada una de estas partes. Podemos aislar, conceptualmente, la intención, la emoción, el impulso y al “yo”. ¿Y qué son estos? Son a lo que se refieren los conceptos. Sin embargo, los experimentamos como un todo. Aunque podemos aislar conceptualmente todas estas cosas para poder entender, analizar e investigar el problema, etc., eso no significa que cada uno de ellos exista aislado del otro. Hay todo un entramado de todo interactuando. Convencionalmente sí ocurren, pero para trabajar con ellos, son establecidos al aislarlos conceptualmente.
¿De quién es la culpa?
Hay una gran diferencia, entonces, entre este “yo” sólido falso – una pelota de ping pong que es la culpable independientemente de lo que hagamos – y el “yo” convencional con la habilidad de cambiar. Este “yo” sólido es falso, no corresponde con la realidad.
Por lo tanto, ¿de quién es la culpa? Nadie tiene la culpa, porque todo el concepto del “yo” que podría ser culpado y el concepto de culpa son falsos. Sin embargo, el “yo” convencional, como una imputación, es el que experimenta todas las diversas cosas que hicimos como su agente, es el que experimenta los resultados y es el responsable de cambiar.
La responsabilidad se basa en el “yo” convencional con el entendimiento de cómo existe y todas las cosas sobre las que es una imputación; mientras que el “yo” que es culpable se basa en el “yo” falso.
Por lo tanto, mientras más nos familiaricemos con todo este proceso de deconstrucción y mientras más lo repitamos para familiarizarnos más con él, nos volveremos cada vez más capaces de aplicarlo cuando empecemos a sentirnos culpables o cuando pensemos: “¿por qué me está pasando esto a mí, mí, mí?”. Seremos capaces de observar todo este tren de pensamiento muy infeliz y saber que no está basado en nada que tenga sentido. Entenderemos que, aunque podemos ser etiquetados como una “persona culpable horrible” no tenemos que aferrarnos a eso como nuestra identidad permanente. También podemos etiquetarnos como “alguien responsable por sus acciones” y, sobre esa base, tomar pasos para evitar repetir cualquier acción destructiva que hayamos cometido y purificar el potencial negativo que hemos construido.
De esa forma, mientras más podamos enfocarnos en el hecho de que nuestro autodesprecio no tiene sentido alguno y no corresponde con la realidad, más podremos romper la inercia de esa forma negativa de pensar. Incluso si empezamos a pensar nuevamente de esa forma negativa, la energía detrás de ello, el impulso de pensar de esa forma será más débil. Lentamente se debilita cada vez más y nos deshacemos de ella.
Dedicatoria
Terminamos con una dedicatoria. Pensamos que cualquier entendimiento y fuerza positiva que haya generado esta discusión, pueda profundizarse cada vez más y actuar como una causa para que todos alcancen el estado iluminado de un Buda en beneficio de todos nosotros.